CONCLUSIÓN En el presente trabajo se ha visto cómo los personajes femeninos de dos obras narrativas de Rosario Castellanos sufren de distintas maneras la indiferencia o marginación que producen los prejuicios existentes en la sociedad de la cual forman parte. Cada uno de estos personajes es delimitado de una manera muy peculiar: con gustos propios, sueños y anhelos que sólo pueden realizarse dentro de un mundo idílico, al cual acuden en sus momentos de frustración por medio de la fantasía; esto debido a que la realidad circundante dista bastante de lo que ellas desean. Este encuentro con la realidad se convierte en una experiencia intolerable. Ya sean jóvenes o mayores, solteras o casadas, provincianas o capitalinas, los personajes femeninos de estas narraciones no logran su realización personal en la vida. En todos los ámbitos existe dependencia hacia el varón quien dispone de ellas y las maneja a su conveniencia. Una gran parte de ellas se someten dócilmente a las disposiciones de los demás y acatan las órdenes así como los reglamentos de una manera rigurosa. Otras, en cambio, poco a poco van despertando de su letargo y se rebelan con diversas actitudes ante el opresor. Con estos antecedentes podemos llegar a las siguientes conclusiones generales: los personajes femeninos que nos presentan estas dos obras narrativas, de la época de mediados del siglo XX, son seres desprendidos totalmente de su verdadera personalidad, con sentimientos y deseos reprimidos en su interior. Su verdadera esencia queda sepultada entre recuerdos, añoranzas y fantasías. 79 Estos personajes son dominados por personas y factores externos a ellos como son: los varones más cercanos a ellas (esposo, padre y hermanos) los sacerdotes representantes de la Iglesia Católica y la sociedad en que se desenvuelven. En ambas obras se observa cómo estos elementos hacen uso de su poder manejando astutamente la forma de actuar de dichos personajes convirtiéndolos en objetos de uso personal o considerándolas simplemente reproductoras o acompañantes. Se puede observar como la sociedad y la Religión están orientadas por patrones masculinos, donde existe una desvalorización del lugar que ocupa la mujer. Ellas no tienen derecho a expresar de manera alguna sus emociones: deben ser sumisas, calladas y acatar tanto órdenes como deseos del patriarcado. Si alguna de ellas traspasa los límites de conducta impuestos, para ir en busca de su felicidad, es duramente atacada, reprimida y condenada. Ninguna mujer, en cualquiera de las circunstancias que se encuentre, puede alcanzar una vida plena: las sumisas y abnegadas, que acatan exactamente las reglas sociales, sin presentar objeción alguna, son infelices porque reprimen sus verdaderos sentimientos y gustos para acceder a la aceptación social. Las mujeres transgresoras, inconformes con su situación intentan salir de ese inframundo rebelándose ante los opresores o transgrediendo las reglas morales para ir en busca de la felicidad, terminan sometidas, humilladas y sin esperanzas de lograr sus ideales. La autora nos presenta esta oposición mujeres sumisas - mujeres transgresoras para destacar que la mujer apenas empezaba a despertar en la lucha por una vida mejor y los resultados obtenidos no eran favorables gracias a la represión existente en una sociedad androcéntrica. El enfrentarse con el opresor o quebrantar las normas conductuales no mejoraba su 80 situación de vida: incluso quedaban en una situación inferior a la de las mujeres que tranquilamente aceptaban su destino. Los personajes femeninos aun tomando en cuenta que forman parte de una ficción, son un reflejo de la realidad circundante en esa época, donde las mujeres mexicanas apenas iniciaban la lucha por sus derechos e igualdad. Es por esto se consideró importante incluir el contexto en el que fueron escritas las obras (capítulo I) aquí podemos constatar cómo el camino que les deparaba a las mujeres era incierto y muy pocas se atrevían a integrarse a la lucha temiendo por su vida o a la represión. En este apartado también se puede observar cómo el predominio que la sociedad patriarcal ha ejercido sobre la mujer en los distintos ámbitos (laboral, familiar, religioso…) ha tenido como resultado que la existencia de la mujer se vuelva complicada y, en algunas regiones, ella misma es imperceptible. La mujer se presenta como un ser intrascendente, mudo, exiguo; un objeto a quien nadie toma en cuenta ni escucha y, cuando al fin deciden oírla, nadie comprende sus réplicas, réplicas que nunca debieron existir. Contrariamente del varón, quien tiene el control en sus manos para manipular y exterminar todo lo que no sea de su agrado, ella sólo debe asentir. Todos estos aspectos que formaron parte de la vida de la mujer mexicana de mediados del siglo XX, los encontramos plasmados en estas dos obras literarias de una autora comprometida con una realidad con la que no estaba conforme y con la que quería colaborar para que de alguna manera cambiara. Y qué mejor que sus libros para hacernos crear conciencia de la situación de las mujeres que, incluso hoy en día, sigue siendo inferior a la de los varones. 81