VIGENCIA DEL DERECHO DEL TRABAJO ANTE EL DESAFÍO DE

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VIGENCIA DEL DERECHO DEL TRABAJO ANTE EL DESAFÍO DE LA
FLEXIBILIDAD LABORAL
Luisa Benavides de Castañeda
Docente e Investigadora del Instituto de
Derecho Comparado de la
Facultad de Derecho de la
Universidad de Carabobo
RESUMEN
En la actualidad, el Derecho del Trabajo enfrenta desafíos y cuestionamientos que le imponen
las nuevas realidades económicas, tecnológicas, jurídicas, políticas y socioculturales en el
milenio que se inicia. El neoliberalismo como doctrina económica en auge, promueve la
creación de un modelo de mínima intervención estatal, en la que los actores del escenario
laboral (patronos y trabajadores) quedan a merced del libre juego de la oferta y la demanda.
La consecuencia inmediata ha sido la crisis del modelo tradicional de regulación y
acumulación capitalista y la emergencia de un nuevo paradigma productivo, cuya herramienta
fundamental es la flexibilidad laboral. Por todo lo anterior, se impone la revisión del concepto
tradicional de legislación laboral.
Palabras claves: Derecho del Trabajo, flexibilidad laboral, desregulación, Organización
Internacional del Trabajo, trabajo decente.
ABSTRACT
Currently, the Labor Law confronts challenges and questionnaires that impose new
economic, technological, judicial, political, and sociocultural realities in the millennium that
commences. The neo-liberalism as an economic doctrine in ascendance, promotes the
creation of a model of minimum state intervention, where the actors on the labor scene
(employers and workers) remain at the mercy of the free play from the offer and demand.
The immediate consequence has been the crisis of the traditional model of regulacion and
capitalist accumulation and the emergence of a new productive paradigm, who now uses as a
fundamental tool, the flexibility of labor. Due to all the precedents, the imposition of the
revision of the traditional concept of labor legislation is required.
Key words: Labor Law, labor flexibility, deregulation, Internacional Labor
Organization, decent work.
INTRODUCCIÓN:
En estos momentos, el escenario de las relaciones laborales experimenta como nunca antes
aceleradas e impredecibles transformaciones, como consecuencia, fundamentalmente, de los
efectos que sobre éste ha producido la revolución científica tecnológica, caracterizada por una
disponibilidad abundante de información a bajo costo y automatización acelerada de la
producción y los servicios, en el marco de un entorno económico globalizado, de
desregulación del comercio internacional, y de reestructuración de la antigua división
internacional del trabajo.
El neoliberalismo, como doctrina económica en auge, tiene como premisa fundamental la no
intervención del Estado en los asuntos económicos y de la sociedad en general, a fin de
permitir el libre juego de la oferta y de la demanda con un mínimo de restricciones, como
medio de conquistar la supremacía de los mercados internacionales. La consecuencia
inmediata ha sido la crisis del modelo tradicional de regulación y acumulación capitalista y la
emergencia de un nuevo paradigma productivo, cuya herramienta fundamental es la
flexibilidad laboral.
En efecto, se puede afirmar que la flexibilidad es el fenómeno de mayor impacto presente y
futuro en las relaciones laborales, y esto a muy corto plazo, pues se ha convertido en el
recurso de la competitividad empresarial y de la reducción de costos, aspectos muy
importantes en los actuales momentos de grave crisis económica.
Por todo lo anterior, es evidente que las nuevas realidades económicas, tecnológicas,
jurídicas, políticas y socioculturales, obligan a una revisión del concepto tradicional de
legislación laboral.
En el presente artículo, se formulan algunas reflexiones en torno al rol del Derecho del
Trabajo ante los desafíos y cuestionamientos que le impone la flexibilidad laboral en el
milenio que se inicia y también se hace referencia a la Organización Internacional del
Trabajo, como órgano rector de la legislación laboral internacional y, por ende, de las
legislaciones laborales nacionales.
1. El Derecho del Trabajo ante el reto de la flexibilidad.
Para abordar adecuadamente el punto, es necesario recordar por qué y cómo surge el Derecho
del Trabajo. Al respecto, el Prof. Oscar Hernández (1990) nos dice:
Es bien sabido, que el Derecho del Trabajo surge como consecuencia de un proceso de
sustitución de la concepción liberal individualista, según la cual la prestación del trabajo
humano puede ser regulada por los viejos esquemas del Derecho Civil, que consideraba al
trabajo como una mercancía susceptible de ser arrendada bajo condiciones libre e
individualmente fijadas por las partes de acuerdo a las pautas de la oferta y la demanda (p.
229).
Y prosigue explicando que las luchas del movimiento obrero y los planteamientos contrarios
de pensadores de diversas ideologías lograron abolir esta concepción. Gracias a ello, el
trabajo, en lugar de una mercancía sujeta a las fluctuaciones del mercado, pasó a convertirse
en un elemento fundamental para la producción de riqueza, provisto de todas las
consideraciones que se merece la dignidad humana de quien lo ejerce. Los trabajadores se
hicieron acreedores de la tutela del Estado, mediante la promulgación de una normativa
especial, inspirada en los principios de la justicia social y dirigidas fundamentalmente a la
protección de los trabajadores, quienes se encontraban sujetos a una situación de inferioridad
económica frente a los empleadores y por lo tanto, imposibilitados de acordar con ellos
condiciones equitativas de trabajo, de manera libre e individual.
Dicha normativa, por ser de orden público y tener carácter irrenunciable se presenta como
especialmente "rígida" o "inflexible", a diferencia de las normas del derecho común, que por
lo general, suplen la voluntad de las partes. Igualmente, se fijaron las condiciones que
permitieron a los trabajadores ejercer su autotutela a través de los medios de acción colectiva
que la Ley pasó a otorgarles: la asociación profesional, la huelga y la negociación colectiva
(Hernández, 1990).
Es así que en la actualidad, el Derecho del Trabajo clásico o tradicional enfrenta el reto de
flexibilizar sus estructuras para adaptarse al cambio de paradigmas que experimenta el
proceso productivo, impactado por la tecnología, la globalización de los mercados, la
competitividad, la reestructuración y reconversión industrial, que motoriza un proceso de
desregulación creciente en aras de permitir mayor libertad al empresario para adaptar todos
los factores de la producción, incluido el trabajo, a las variaciones de la economía.
Sobre este particular, Juan Raso Delgue (1993) expresa muy acertadamente:
Participamos en la necesidad de flexibilizar el Derecho Laboral frente a circunstancias que no
podían preverse hace tan sólo tres décadas. Pero ¿qué significa flexibilizar?. Este es a nuestro
juicio el punto crucial de la cuestión. La idea de flexibilizar puede tener un alcance muy
distinto y la misma puede llevar a la destrucción del Derecho del Trabajo o a la adecuación y
racionalización de su tutela. (p. 415).
En estos momentos, cuando al Derecho del Trabajo se le exige modernizarse y actualizarse,
es imperativo tomar la iniciativa y erigirse en el conductor del proceso de transformaciones,
pues de lo contrario, corre el riesgo de quedar marginado y desplazado, con las consecuencias
negativas que ello acarrearía.
Pero esta exigencia en ningún caso puede significar el retroceso a etapas superadas mediante
duras luchas que costaron la vida de trabajadores y sindicalistas.
El trabajo no es una mercancía, es el esfuerzo humano al servicio de la productividad y la
generación de riqueza, por lo que es una realidad ineludible que el Derecho del Trabajo debe
reconvertirse, debe cambiar para adaptarse a las nuevas realidades, pero sin renunciar a los
principios que constituyen auténticos derechos fundamentales del trabajador, como la
estabilidad, la seguridad social, la limitación de la jornada, la negociación colectiva, la
libertad sindical, la suficiencia del salario, condiciones y medio ambiente de trabajo
adecuados, las prestaciones de vejez, entre otros, con la finalidad de garantizar la efectividad
de su carácter tuitivo, pues de lo contrario, es posible que esas nuevas formas de expresión de
las relaciones laborales que amenazan su vigencia puedan escapar a su regulación.
Al respecto, compartimos la opinión del Profesor Oscar Hernández Alvarez (1990) cuando
afirma:
"La flexibilidad no puede ser sino una alternativa que se presenta al Derecho del Trabajo, y
que debe ser utilizada por éste, en el proceso de regular realidades sociales cambiantes, a las
cuales la norma debe ajustarse, pero en una forma tal que este constante dinamismo no
perturbe la realización de sus finalidades trascendentes. Así, la flexibilidad y rigidez no son ni
deben ser, sino modalidades en la aplicación de la norma jurídica laboral, las cuales deben
estar orientadas a facilitar el cumplimiento efectivo del Derecho del Trabajo, sin que tales
modalidades comporten un debilitamiento de las estructuras esenciales de éste". (p. 284).
Raso Delgue (1993) nos dice que la flexibilidad puede significar ilimitada desregulación,
pero también puede tener el alcance de un ajuste encausado en límites precisos, y cita a Hugo
Barbagelata, el cual formula una serie de límites, que resumimos a continuación:
a)
límites sociales: si bien cada sociedad puede en mayor o menor medida aceptar la
eliminación de rigideces del mercado de trabajo, esto sólo es dable en circunstancias
excepcionales, no pudiendo tolerarse una cultura de la flexibilidad que favorezca la
implantación de un mercado de trabajo similar al que funcionaba antes del advenimiento de la
legislación social;
b)
límites sindicales: en toda sociedad en la que exista libertad sindical, la acción de los
sindicatos estará marcando un límite a la flexibilidad que pretenden imponer los gobiernos a
los empresarios;
c)
límites políticos: en los regímenes democrático-representativos, la flexibilidad tiene
límites que derivan del mismo contexto democrático;
d)
límites jurídicos: las protecciones de los trabajadores que constan en los textos
constitucionales, normas internacionales, leyes y costumbres constituyen barreras jurídicas a
la instalación de una flexibilidad absoluta (Barbagelata, 1989).
De los límites mencionados, destaca el límite político, en virtud del cual, todo Estado
democrático está en la obligación de velar por la conservación y cumplimiento de normas
jurídicas laborales protectoras y justas, mediante el ejercicio cabal de sus atribuciones y
deberes en su triple manifestación: como ejecutivo, en su función de árbitro de las relaciones
entre actores desiguales; como legislativo, en la creación de leyes idóneas; y como judicial, al
dirimir conflictos mediante la producción de sentencias apegadas no sólo al derecho, sino a la
justicia.
Entonces la interrogante que se plantea es: ¿flexibilizar para qué? y la respuesta debería ser:
flexibilizar para mejorar, flexibilizar para dar amplitud, flexibilizar para enriquecer. El
Derecho del Trabajo debe redimensionarse para identificar y aprovechar los aspectos
positivos del nuevo modelo: la creatividad, la información, la apertura de espacios para la
participación del trabajador en niveles no permitidos hasta ahora, pero repetimos, sin que ello
implique una renuncia a los derechos esenciales de los trabajadores, lo que atentaría en contra
de los principios más importantes que sustentan la estructura conceptual de la doctrina
jurídica laboral: la equidad y la justicia social.
El progreso y el éxito económico no pueden echar sus bases sobre la miseria humana. El
hombre debe ser el eje, el centro alrededor del cual debe crearse riqueza y bienestar, en su
beneficio y no a su costa. Ese sería un caro error que la historia se encargará de registrar en
toda su gravedad y magnitud.
El carácter permanente y no coyuntural del proceso flexibilizador obligan a ejercer una
estrecha vigilancia del mismo de parte de los actores laborales, pero muy especialmente de
los más afectados, los trabajadores, por lo que sus organizaciones deben también renovar sus
estructuras y concepciones, para diseñar estrategias a la hora de sentarse a negociar con el patrono, tanto en la esfera privada como la pública, y velar por la protección del trabajador, sin
que ello signifique un no rotundo a las formas de flexibilización. De allí la importancia de
comprender que si queremos tener una percepción correcta del fenómeno flexibilizador, no
podemos mirarlo desde la óptica de blanco y negro, bueno o malo, sino que se debe buscar el
punto de equilibrio. No se trata de un rechazo absoluto ni de una adhesión incondicional al
concepto, sino de analizar sus aspectos positivos e incorporarlos a las prácticas laborales en
beneficio del trabajador.
2. El trabajo decente: respuesta de la Organización Internacional del Trabajo ante el
fenómeno flexibilizador
En este contexto, una de las conquistas del sistema tradicional que debe ser preservada en
defensa de la legislación laboral nacional, es la regulación internacional del trabajo, que lleva
a cabo la Organización Internacional del Trabajo (OIT). La Organización está atenta a los
cambios que se están produciendo a nivel mundial, y se ha ocupado de ello en sus últimas
reuniones de la Conferencia Internacional del Trabajo.
Es así, que en junio de 1998, la Conferencia reafirmó su adhesión a sus ideales fundacionales,
al adoptar la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el
trabajo y su seguimiento.
La Declaración entraña el compromiso de todos los Miembros de respetar, promover y hacer
realidad, de buena fe, los principios y derechos relativos a:
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•
•
•
La libertad de asociación, la libertad sindical y el reconocimiento efectivo del derecho
de negociación colectiva;
La eliminación de todas las formas de trabajo forzoso u obligatorio;
La abolición efectiva del trabajo infantil; y
La eliminación de la discriminación en materia de empleo y ocupación.
Esta Declaración responde al anhelo general de que el crecimiento económico vaya
acompañado de la justicia social. La Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social celebrada en
Copenhague en 1995, expresó ese deseo al abogar por la salvaguarda y el respeto de los
derechos básicos de los trabajadores. La Reunión Ministerial de la Organización Mundial del
Comercio, celebrada en Singapur en 1996, reafirmó la preeminencia de la OIT como
organismo competente en lo que se refiere a fijar y supervisar las normas del trabajo
fundamentales. La OIT asumió plenamente esa misión al adoptar la Declaración, que es una
orientación normativa central en pro del desarrollo.
Asimismo, la Declaración sirve de punto de referencia para toda la comunidad internacional:
organizaciones de empleadores y de trabajadores, legisladores, organizaciones no
gubernamentales, empresas multinacionales y demás organizaciones internacionales. De
hecho, encomienda a la OIT la misión de incitar a otras organizaciones internacionales con
las cuales ha establecido relaciones a contribuir a la gestación de un clima propicio para el
desarrollo económico y social que respete los principios y derechos fundamentales en el
trabajo.
En este orden, los derechos relativos a la libertad sindical y a la negociación colectiva
adquieren una especial connotación al hablar de flexibilidad, toda vez que la vigencia y
funcionamiento de las organizaciones sindicales es clave para garantizar la adecuada
representación y protección de los trabajadores ante los cambios en el ámbito de trabajo.
Así se señala en un informe denominado "Repercusión de las disposiciones sobre flexibilidad
de los mercados de trabajo en las industrias mecánicas, eléctricas y electrónicas", elaborado
por la Oficina Internacional del Trabajo en octubre de 1998, en el que se afirma que si bien
"las prácticas laborales flexibles pueden aumentar las perspectivas de productividad y empleo
en tales industrias, sin embargo, el cambio del proceso de producción puede, por lo general,
ser problemático para los trabajadores..." (OIT, 1998 b:p. 1)
El informe pone de manifiesto que en el mercado globalizado la razón de ser de la industria
es mantenerse competitiva, mediante la búsqueda de una mayor flexibilidad y menores costos
laborales. En contraste, las preocupaciones de los trabajadores se centran en mantener el
puesto de trabajo, hacer frente a los problemas que se derivan de la coordinación de sistemas
de producción flexibles y aceptar las implicaciones sociales de la flexibilidad a largo plazo.
Conservar y crear empleo es un objetivo principal de los sindicatos al demandar reducciones
de las horas de trabajo a cambio de mayor flexibilidad, por lo que una cuestión esencial está
ligada a cómo se van a llevar a la práctica los cambios en los métodos de trabajo. Así mismo,
el informe subraya el valor de la negociación con los trabajadores a la luz de los convenios
colectivos existentes a fin de allanar el camino y de dar acomodo a las necesidades de los
trabajadores.
La Memoria del Director General de la Organización, Michel Hansenne, titulada "Trabajo
Decente", elaborada en 1999 y presentada a la 87 Conferencia Internacional del Trabajo
celebrada en junio del año dos mil, destaca que la finalidad primordial de la Organización en
estos momentos de transición mundial, es promover oportunidades para que los hombres y las
mujeres puedan conseguir un trabajo decente, en condiciones de equidad, seguridad y
dignidad humana. El trabajo decente es el punto de convergencia de sus cuatro objetivos
estratégicos: la promoción de los derechos fundamentales del trabajo; el empleo; la
protección social y el diálogo social.
Estos objetivos sustituyen los 39 programas principales, dentro de un proceso de
modernización y reforma emprendido por la OIT y definen el modo en que la Organización
puede promover la finalidad fundamental de un trabajo decente, que es sinónimo de trabajo
productivo, en el cual se protegen los derechos y genera ingresos adecuados con una
protección social apropiada. Significa también un trabajo suficiente, en el sentido de que
todos deberían tener pleno acceso a las oportunidades de obtención de ingresos. Marca una
pauta para el desarrollo económico y social con arreglo a la cual pueden cuajar la realidad del
empleo, los ingresos y la protección social sin menoscabo de las normas sociales y de los
derechos de los trabajadores. Tanto el tripartismo como el diálogo social son objetivos por
derecho propio, que garantizan la participación y la democracia y que contribuyen a la
consecución de los demás objetivos estratégicos de la OIT. La nueva economía mundial
brinda oportunidades al alcance de todos, pero es preciso enraizarlas en unas instituciones
sociales basadas en la participación, con objeto de conseguir la legitimación y la permanencia
de las políticas económica y social.
La Memoria afirma que la OIT debe promover y demostrar la importancia de una política de
empleo y de unas instituciones que faciliten la protección social y el diálogo social, no
solamente con fines de justicia social sino también con miras a una política de ajuste eficaz
de desarrollo económico a largo plazo, por lo que, obviamente, todas las formas de
flexibilidad que atentan contra los objetivos estratégicos señalados, deben ser cuestionadas y
combatidas por la Organización. No obstante, la OIT está consciente de la existencia de la
flexibilización y, pone el énfasis en la necesidad de proteger al trabajador de sus efectos
indeseables. Los aspectos más relevantes a considerar por la OIT en relación con la
flexibilidad son, entre otros:
-La seguridad en el empleo: En el siglo XXI, muchas más personas de todo el mundo tendrán
una vida de trabajo flexible, muy diferente de la habitual en el siglo XX. En los países en
desarrollo, seguirán trabajando en la economía no estructurada, mientras que en los
industrializados adquirirán nuevas calificaciones periódicamente y su condición laboral
cambiará con frecuencia, entrando y saliendo del mercado de trabajo o combinando
actividades diferentes. Sólo podrán hacer esto de un modo productivo y eficaz si cuentan con
la seguridad adecuada. Para los responsables políticos, y para los empleadores y los
sindicatos, la tarea pendiente es conseguir que la estructura normativa facilite esa flexibilidad
personal conjuntamente con la seguridad. Por lo mismo, la OIT examinará la evolución en los
Estados Miembros y, en el curso del bienio informará sobre sus conclusiones en una reunión
técnica tripartita.
-Los sistemas de protección: En todo el mundo se pone en duda la justicia y la eficacia de los
sistemas tradicionales cuando el empleo es flexible e inestable y existe un sector no
estructurado en el cual hay muchos más trabajadores. Una economía dinámica requiere un
sistema dinámico de protección social que facilite la adaptación al cambio, a la vez que vela
por que todos tengan derecho a la seguridad social y económica básica, con el objeto de que
puedan actualizar su potencial humano: en el trabajo, en el seno de su familia y en la sociedad
en general. Las prioridades varían de un país a otro. Los países en desarrollo necesitan
dispositivos que extiendan la protección social a quienes están al borde de la supervivencia y
que, al mismo tiempo, plasmen esos planes en una concepción pluralista nacional de una
protección social universal. Los países en transición tienen que establecer sistemas que
respondan mejor al gran cambio estructural en curso de su economía. Por su parte, los países
industrializados deben replantearse el alcance, la idoneidad y la perdurabilidad financiera de
múltiples formas de protección social, de modo tal que se ciñan mejor a los mercados de
trabajo más flexibles y descentralizados y a las nuevas estructuras familiares. Pero todos los
países tienen que ensamblar tipos diferentes de protección social en un conjunto coherente,
respaldado por un consenso nacional y en constante evolución, gracias al diálogo social.
-La política de género: Si bien es cierto que las mujeres han conseguido más oportunidades y
una mayor autonomía económica, muchas de ellas han sido víctimas del cambio. La
mundialización y la reestructuración de la economía fomentan formas flexibles de empleo,
muchas de las cuales quedan al margen de la legislación laboral y de la protección social y se
caracterizan por unos ingresos modestos y un alto grado de inseguridad. Esas tendencias
afectan tanto a los hombres como a las mujeres, pero éstas son más vulnerables. El resultado
es una segregación laboral, al trabajar las mujeres en los sectores menos protegidos de la
economía. La proliferación de las familias encabezadas por una mujer, a causa de la
emigración, del divorcio y del abandono, implica igualmente que la inseguridad de su empleo
repercute directamente en los hijos y en otros familiares a cargo
-El seguro de desempleo: Uno de los asuntos más urgentes se refiere al subsidio de
desempleo. Incluso en los países industrializados, los sistemas de prestaciones son cada vez
menos adecuados. Por un lado, el gran número de personas que llevan largo tiempo sin
empleo grava considerablemente el presupuesto, pero al mismo tiempo otros muchos
desempleados no tienen derecho a recibir prestaciones. La situación es mucho más grave en
los países en desarrollo y en transición, en los cuales únicamente una minoría queda
amparada por el seguro de desempleo, e incluso en tal caso las prestaciones son muy
modestas. Por lo demás, pierden igualmente su derecho a percibirlas otras muchas personas,
debido en parte a cambios legislativos y administrativos y, en parte también, al auge del
empleo flexible y no estructurado.
-Los derechos humanos fundamentales en el trabajo: En cuanto a éstos, la OIT aboga por el
mejoramiento de las condiciones de trabajo, no importa donde se trabaje, en la economía
estructurada o en la no estructurada.
Por todo lo expuesto, se puede afirmar que la flexibilidad laboral es un fenómeno que
requiere de análisis y seguimiento cuidadoso por parte de la OIT, a fin de contrarrestar y
limitar sus efectos negativos en los derechos y garantías de los trabajadores.
Para finalizar, son oportunas las palabras del Director de la OIT:
"Sería ilusorio creer que nuestro mundo no está transformándose. El mundo seguirá
cambiando, como lo ha hecho siempre y a pesar de las perturbaciones y problemas, no hay
posibilidad de volver atrás. Nos incumbe hallar la manera de abordar las transformaciones
con arreglo a nuestra meta de garantizar un trato justo y conferir protección a las personas
más vulnerables". (Hansenne, Michel:1994: p. VII).
CONCLUSIONES
El Derecho del Trabajo surgió como una normativa especial de orden público inspirada en los
principios de la justicia social y dirigida fundamentalmente a la protección de los
trabajadores.
Actualmente, el Derecho del Trabajo está en la necesidad de adaptarse a los cambios que se
producen por obra de la interacción entre las diferentes variables: sociales, económicas,
políticas, jurídicas, culturales y tecnológicas, a fin de racionalizar y actualizar su función de
tutela, sin menoscabo de los principios jurídicos esenciales rectores y garantes del trabajo: la
equidad y la justicia social.
El Estado cumple un papel determinante en los límites que deben imponerse a los efectos
negativos de la flexibilización, y por ello, está en la obligación de ejercer a plenitud su
función de árbitro de las relaciones entre actores desiguales, a través de sus órganos:
ejecutivo, legislativo y judicial.
Las organizaciones de los trabajadores están en la obligación de renovar sus estructuras,
enfoques, estrategias y contenidos, si quieren encarar con éxito los retos que impone a su
vigencia el proceso flexibilizador, para así cumplir cabalmente con su rol de protección de los
derechos conquistados en batallas duramente libradas. Estado y sindicatos tienen como tarea
pendiente flexibilizar pero con respeto a los derechos y garantías.
En ningún caso la flexibilización puede ser excusa para desconocer los derechos laborales
conquistados mediante duras luchas, por lo que los empleadores y sus organizaciones están
en el deber de respetar los derechos y garantías fundamentales del trabajo como hecho social,
dentro de la concepción de la flexibilización como mecanismo de optimización de los
recursos empresariales, con sometimiento al marco jurídico.
La flexibilización laboral es un fenómeno que requiere de análisis y seguimiento cuidadoso
por parte de la OIT, a fin de contrarrestar y limitar sus efectos negativos en los derechos y
garantías de los trabajadores.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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