Trekking en El Chalten

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Semana Santa
Trekking!
Texto: Andres Peña / andres@extremonline.com
Fotografías: Claudio Corazza
64 · XXXIII · NOTA: ESCAPADAS DE OTOÑO
EL TREKKING
COMPLACIENTE
El Chaltén, tierra de los colosos de piedra, de desafíos, de
montañas, capital nacional y porque no mundial del trekking,
custodiada por los picos más famosos de la Patagonia: el Cerro
Torre, y el Fitz Roy, entre muchos otros, y agujas de granito que
hacen hervir la sangre de cualquier andinista, o aventurero que
guste de la montaña, como nosotros.
El Calafate, provincia de Santa Cruz, es
nuestro punto de partida. A las ocho de
la mañana salimos en el bus de Chaltén
Travel, que hace honor al afamado poblado. Un amontonadero de turistas con sed
de montaña, tapa radicalmente el acceso
al micro, al mejor estilo latino. Botas de
trekking, bastones, mochilas, gorras, eran
las pinceladas de aquella fantástica pintura
que inspiraba aventura, descubrimiento…
El viaje comienza y paisajes infinitos se
presentan ante nuestros ojos. Desiertos,
mesetas, lagos, hasta que un murmullo
de exitación va increscendo hasta convertirse en aplausos espontáneos, como
cuando el piloto realiza un aterrizaje exitoso en medio de una tormenta.
Ahí, recortando el horizonte, de golpe,
como mágico, se yerguen desafiantes los
picos más famosos de América: el cordón
del Cerro Torre, y el monte Fitz Roy, los
picos deseados, la manzana prohibida
de todo andinista. Misteriosos, terroríficos, poéticos, nos marcan el fin del viaje.
Lentamente ingresamos a El Chaltén, y
el primer descenso es en la oficina de Parques Nacionales, donde ofrecen una charla explicativa de los distintos trekkings, y
de los cuidados y reglas propias del parque. Ante una amplia gama de salidas
para hacer en el día, nos decidimos por la
que nos llevaría a admirar el Cerro Torre.
Paramos en Rancho Grande, un pintoresco hostel donde no se habla de otra cosa
que no sea montaña, y donde la minoría
lo hace en español. Allí nos esperan nuestros amigos de Fitz Roy Expediciones, con
Freddy a la cabeza, nuestro guía. Partimos
hacia la hostería El Puma, una de las más
acogedoras de El Chaltén, donde nos esperaban con nuestras box lunch.
No es por nada que El Chaltén es considerada la capital nacional del trekking. Todas
las rutas hacia los grandes colosos e increíbles lugares, incluso el campo de hielo
patagónico, comienzan caminand, desde
el pueblo. Uno se levanta en el hotel, desayuna , se calza la mochila,los bastones y
comienza la aventura hacia lo imponente.
Esto lo hace único y exclusivo.
Sin perder más tiempo nos embarcamos en
la aventura. Freddy es cayado, y demuestra
rasgos de experto. Su mochila deruída por
el clima, denota muchos años de servicio.
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COMPLACIENTE
Nos explica de forma escueta, que el que
emprenderemos es un trekking corto, y
muy pintoresco. Son unas dos horas y
media hasta el mirador del Torre. Agua,
no hace falta, solo botellas plásticas vacías para llenar en el camino con el agua
pura de los arroyos que surcan el valle.
Ni bien nos internamos en la montaña, me
llama la atención lo profundo de la senda
por donde caminamos. La erosión del suelo causada por el tránsito, es por lo menos
de unos 50 cm de ancho, por 20 de profundidad.
Tiñendo de color el paisaje, aparecen más
arriba un guía con 4 llamas. Freddy nos explica que son usadas para portear el equipo
de los escaladores a los campamentos bases
de las grandes montañas.
Luego de 1 hora de tranquila caminata,
llegamos a lo que se denomina el primer
mirador del Torre. De a poco comenzá66 · XXXIII · NOTA: ESCAPADAS DE OTOÑO
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bamos a ver las filosas torres de granito
macizo que forman la cadena homónima :
Cerro Torre, Torre Egger, Punta Herron, y
Cerro Standhart.
Cerro de ensueño y pesadillas, el Torre fue
considerada por mucho tiempo la montaña más difícil de escalar del mundo. Principalmente porque, por cualquiera de las
rutas conocidas, es necesario encarar un
paredón de granito de más de 800 metros.
Por las pésimas condiciones climáticas, y
la variabilidad del clima, es casi imposible planificar un ascenso de muchos días.
Unos paso más y casi sin darnos cuenta llegamos al mirador del Torre, donde un cielo
por momentos sin nubes nos dejaba apreciar toda la magnificencia del cordón.
Más de 50 personas de distintas nacionalidades observaban el paisaje. Se veían emocionadas, algunas lloraban, admiraban,
otras simplemente almorzaban; pero todas
mantenían su voz muy baja, o no hablaba,
como en actitud de respeto hacia la obra
maestra de la naturaleza.
Sobre la izquierda, el cartel de madera colocado por parques nacionales señalaba el
mirador.
En medio del éxtasis, vemos a Freddy que
nos hace una seña para que lo sigamos. El
guía de Fitz Roy Expediciones se interna
entre arboles bajos saliéndose del grupo y
nos dice: “ahora vamos al mejor mirador
del Torre, el que no está señalizado” ; y nos
señala la cima de un pequeño cerro escondido tras los árboles.
Sin dudarlo comenzamos a subir nuevamente una pendiente sin senda y más
pronunciada. Los arboles se convirtieron
en arbustos y luego sólo vimos piedra.
El nuevo cerro se llamaba Dos Cóndores. No
es popular. Sólo los guías especializados y personal de Parques Nacionales lo frecuentan.
Luego de 20 minutos llegamos a su cima,
unos 700 msnm. Al mirar hacia atrás,
descubrimos por qué Freddy nos había
hecho subir… Una vista mucho más impresionante aún del Cerro Torre y toda
la cadena, de izquierda a derecha: el Cerro Solo, el cordón del Cerro Grande, El
Doblado, el cordón del Torre, Torre Egger,
Punta Herron, y Cerro Standhart. Más a
la derecha el Techado Negro nos separa
de la aguja Poincenot, el Cerro Fitz Roy,
la Marmoth, la aguja Guillaumet, y el
Cerro Eléctrico. Si continuamos más a la
derecha divisamos el cordón del Bosque, y
debajo de ese cordón, el Lago del Desierto.
Panorámica de la ciudad de El Chaltén, capital nacional del trekking.
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Detrás nuestro, el Lago Viedma. Por
delante y debajo se abría el cañadón
del río Fitz Roy, que al recorrerlo con
la vista nos mostraba al final, la parte derecha del pueblo de El Chaltén.
Resultaba increíble todo lo que esos 20 minutos más de ascenso nos habían regalado
a la vista, gracias a Freddy. Este tipo de
cosas, entre otras relacionadas fundamentalmente con la seguridad, justifica ampliamente la opción de contratar un guía
de montaña. Por más sencillo que sea el
trekking, realmente el valor agregado que
le impone un guía a un paseo vale la pena.
Degustando nuestras box lunch a la sombra de los árboles, y con la vista de todo ese
despliegue de colosos, comenzamos a prepararnos para descender lentamente hacia
El Chaltén...
Almuerzo frugal al pie del Torre
Cerro Torre
El cerro Torre, de 3.102 msnm, se
encuentra en el área determinada entre
los paralelos de latitud Sur 49°10’00” y
49°47’30” y los meridianos de longitud Oeste 73°38’00” y 72°59’00”,
correspondiente a un territorio rectangular que va desde pocos kilómetros al sur de la cumbre del Cerro
Fitz Roy hasta el cerro Murallón.
Sus laderas guardan una historia
particular y tumultuosa, ya que decenas
de escaladores que intentaron la cima
vivieron dramáticas jornadas, increíbles
accidentes y rescates que fueron dando
al Torre fama mundial de “montaña
imposible”.
Ya el padre De Agostini, uno de los
pioneros exploradores de la Patagonia
describió este cerro como una “ formidable pared de granito tallada verticalmente sobre el glaciar”.
Durante cuatro décadas una polémica
alpinística se instaló en torno al Torre y
la primera ascensión a la cima real.
En 1959, el alpinista italiano Cesare
Maestri afirmó haber alcanzado la
cumbre por una ruta a través de su cara
este. Su compañero austriaco, Toni Egger, falleció durante el descenso en una
avalancha y el propio Maestri debió ser
rescatado unos días después por Cesare
Fava al pie de la montaña.
Desde entonces, la ausencia de fotos
o alguna filmación que demostrara
realmente la consecución de la cima
y los vagos relatos del protagonista
han puesto en duda esa ascensión.
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