71 7. Conclusiones y perspectivas Incluso la política más ingeniosa no tiene ninguna posibilidad de éxito si sólo reside en la mente de unos pocos y, llevada a la práctica, no se aloja en el corazón de nadie. H. Kissinger Una política forestal nacional es la base de la ordenación forestal sostenible. Guía las decisiones presentes y futuras, determina las acciones, y proporciona orientaciones durante un tiempo dado. En teoría, una política forestal nacional —que ha sido aprobada por el gobierno—representa una visión compartida de los bosques y árboles y el uso que a estos es dado, que ha sido negociada por el gobierno y las partes interesadas. Muchos países elaboran o revisan sus políticas forestales para mantenerse al tanto de las circunstancias cambiantes y realzar el valor que los bosques representan para la sociedad. El número de países que ha promulgado declaraciones de política forestal en el decenio de 2000 es casi el doble que el de 1990 (FAO, 2010). Todos los años el número de estos países aumenta, por término medio, en más de 10. Se han extraído muchas lecciones de estas experiencias nacionales. Los países que identifican y aprovechan las oportunidades de adaptar sus políticas forestales a las nuevas realidades pueden cosechar beneficios que no estarían al alcance de otros. El éxito de las políticas forestales depende de que estas sigan el ritmo de los rápidos cambios mundiales; prevean los acontecimientos futuros en un período de 10 o más años; aborden los asuntos sociales clave dentro de las agendas de desarrollo nacional más amplias y a más largo plazo, y se basen en una información sólida. En muchos aspectos, el triple desafío de la seguridad alimentaria, la seguridad energética y la seguridad climática ofrece numerosas posibilidades de encontrar soluciones basadas en los bosques para una economía «verde» sostenible. Sin embargo, las administraciones forestales no conseguirán superar los retos o aprovechar plenamente las nuevas oportunidades, a menos que aborden los problemas desde la perspectiva más amplia del uso de la tierra y de la ordenación de los recursos naturales y soliciten la participación de todos los interesados pertinentes. Una de las principales lecciones relacionadas con una política que da buenos resultados es que el proceso (cómo, por qué y por quién fue elaborada la política) es, al menos, tan importante como su contenido. Un proceso integrador y que crea un sentido de apropiación y responsabilidad en lo que respecta a la ejecución conjunta es un proceso que funciona bien, pero no es sencillo y puede asimismo engendrar conflictos, requerir más tiempo y ser más costoso. No obstante, sin la 72 Elaboración de una política forestal eficaz aprobación y el convencimiento de las partes interesadas, aun las declaraciones de política técnicamente más sólidas son olvidadas rápidamente. Análogamente, incluso la mejor política forestal es poco útil si no le siguen acciones concretas, si no se ajusta en función de las necesidades y si no se respalda con acuerdos institucionales y una legislación adecuadas. Habida cuenta de la necesidad de supervisar, revisar y enmendar la política forestal nacional para mantenerse al ritmo de las expectativas cambiantes de la sociedad y satisfacer las nuevas demandas —comprendidas las que derivan de los compromisos internacionales— es indispensable que exista un proceso permanente o plataforma de diálogo entre los interesados a fin de asegurar la eficacia a largo plazo de la política. Este mecanismo permite afinar y adaptar continuamente la política y sus procedimientos de ejecución. También facilita la coordinación de las iniciativas nuevas y en ciernes relacionadas con los bosques y promueve una mejor integración de los asuntos forestales en todos los sectores. De esta manera, la política forestal sigue siendo pertinente y brinda orientaciones válidas.