1 EVALUAR PARA APRENDER: UNA MODALIDAD DE ATENCIÓN A LA DIVERSIDAD Hugo Lira Ramos Universidad del Bío –Bío hlira@biobio.cl Resumen El objetivo de la presente reflexión es analizar cómo se considera la diversidad en el proceso de Evaluación para el Aprendizaje y profundizar, desde una perspectiva psicopedagógica, algunos elementos claves para su concreción, principalmente la evaluación de: competencias curriculares, los estilos de aprendizaje y el contexto personal, familiar, escolar y social. No obstante, es importante reconocer que la complejidad del fenómeno evaluativo contempla más elementos, los que en un esfuerzo de síntesis no se abordarán, con el fin de focalizar la atención en los aspectos medulares para dar una respuesta educativa a la diversidad. Palabras claves Atención a la diversidad – Evaluación Formadora – Evaluación para el aprendizaje – competencias curriculares – estilos de aprendizaje – contexto Al incorporar en nuestros discursos y prácticas la diversidad, se abre un debate sobre su conceptualización, puesto que en las representaciones sociales sobre la palabra muy menudo se la asocia a una condición negativa de algunos y al profundizar en su comprensión es posible constatar que la diversidad es parte de la condición humana, por lo tanto, hace referencia a dimensiones positivas como: lo biológico, lo sociocultural y lo académico (Lira, 2005). En otras palabras, se está hablando de la propia naturaleza humana, donde se conjuga armónicamente lo que las personas tienen en común y lo que los hace diferentes. Desde la mirada multidimensional del género humano, se puede especificar que la diversidad es el principal objeto de atención del currículum, puesto que la sociedad pretende formar a un sujeto inclusivo, que pueda desarrollar todas sus potencialidades. En dicho sentido, es valido afirmar que un componente fundamental para hacer 2 realidad los principios orientadores del curriculum es la evaluación, aspecto que mal entendido puede atentar en contra del respeto a la diversidad La evaluación se puede entender como un proceso de búsqueda de información, que permitirá formar juicios para tomar decisiones. Pero en la práctica docente cotidiana este último aspecto ha ido perdiendo su valor pedagógico. El excesivo énfasis dado a lo normativo ha descuidado la búsqueda de una evaluación centrada en los criterios. La evaluación implica la medición y la calificación, pero es mucho más que ello. Si bien todas las funciones de la evaluación son importantes, resulta preocupante la débil importancia otorgada a la evaluación formativa y formadora. La evaluación formativa y formadora es clave para la atención a la diversidad, dado que las y los estudiantes no tienen las mismas características. Es por ello que resulta conveniente que se propicie la autoevaluación, autorregulen sus esfuerzos y dedicación en la actividad escolar, bajo una adecuada actuación orientadora del profesor o profesora. No basta con decirle a las y los estudiantes qué va mal, o qué no sabe, o qué no tiene razón Castillo y Cabrerizo (2003); sino que hay que orientarlos para que él mismo se dé cuenta de su progreso, indicándole: • Lo que aprendió bien • Lo que le falta aprender • Lo que debe hacer para mejorar • Lo que puede hacer para saber más Según Castillo y Cabrerizo (2003), ello significa un cambio de la función tradicional o habitual del docente y del estudiante y que pase, entre otros aspectos, a concebir el error como un elemento positivo dentro de la dinámica del aprendizaje. También conlleva que el estudiante debe hacer una autoevaluación de su trabajo y comprometerse con un plan personal de mejora u optimización de sus aprendizajes. Los errores, por ejemplo, son 3 elementos de alerta que provocan la autorreflexión y la necesaria reestructuración conceptual. No existen respuestas malas sino respuestas que permitan al profesor o profesora asumir la función de orientador y regulador de la actividad escolar que ayude al estudiante a revisar su trabajo y le lleve a redoblar sus esfuerzos de mejora. Los docentes con mayor experiencia saben que el estudiante aprende mucho más de lo que se puede comprobar en un examen y que no garantiza que aquello que se pregunta sea lo más relevante. Por lo tanto, la evaluación formativa y formadora se puede valorar como el principal medio para aprender a aprender, partiendo por la experiencia dinámica que se da en la misma aula. Con este enfoque de la “evaluación formadora”, se está revitalizando la evaluación formativa asignándole una función medular en el proceso de enseñanza y aprendizaje, considerándola como una herramienta para aprender. Lo más relevante de dicha evaluación es su carácter interactivo, que se realiza desde y junto al estudiante mientras éste desarrolla su proceso de aprendizaje. El hecho de subrayar el valor de la evaluación formativa, no debe suponer el olvido o minusvaloración de los otros momentos o funciones de la evaluación: la evaluación inicial – diagnóstica y la final - sumativa. También en estos momentos, igualmente importantes en el proceso didáctico, hay una intencionalidad formativa. Esto último podría evidenciarse en el siguiente ejemplo propuesto por Castillo y Cabrerizo (2003): Los citados autores piden situarse en el plano del símil deportivo. El alumno(a) atleta que quiere desarrollar sus cualidades físico-deportivas, e incluso ir superando sus propias marcas y llegar a competir en un estadio, tendrá en su profesor el entrenador-preparador que va a intentar sacar lo mejor de sus posibilidades. Ello supone: 4 Un conocimiento diagnóstica); y minucioso muchas del horas alumno-atleta de entrenamiento (evaluación (horas de inicialclase), proporcionando el desarrollo y corrigiendo errores (evaluación formativa y reguladora). Pero el día de la prueba en el estadio, el profesor-entrenador, se convierte en juez de la misma, a falta de otra persona ajena (evaluación final-sumativa). En otras palabras, el profesor mediante el proceso de la evaluación busca unos objetivos formativos en sus alumnos en todo momento: al inicio, durante el proceso de entrenamiento y al final. Castillo y Cabrerizo explican que aunque siempre es preferible un profesorentrenador (preparador y facilitador) a un profesor-juez que sanciona el resultado, para atender a la realidad personal y social del alumno son necesarios los dos. En la primera situación el alumno está acompañado; en la segunda está solo: el profesor que hasta entonces le ha acompañado, ahora se limita a levantar acta del resultado de la prueba. En el ámbito deportivo es evidente que no habría plusmarquistas, ni celebraciones de pruebas en los estadios, olimpiadas y demás manifestaciones deportivas, si no hubiera un momento en el que unos jueces certificasen las distintas marcas de los atletas participantes. Mientras tanto sus preparadores están al pie del estadio, sin poder proporcionar más ayuda a su alumno-atleta. Conscientes de que el aula no es un gimnasio, ni un estadio; sin embargo, sí podemos apreciar que no podrá haber unos buenos resultados académicos, si no hay una buena preparación anterior, si no hay esfuerzo, dedicación y entrega a la tarea. El profesor, desde la perspectiva formativa y formadora de la evaluación, es el preparador que durante un largo proceso de entrenamiento, va a poder garantizar la autonomía del alumno ante sus propias realizaciones de acuerdo a sus posibilidades. Lo anterior, puede servir de base para comprender La Evaluación para el Aprendizaje, denominación propuesta por el Mideduc (2006) y que se ha constituido en un aporte para atender la diversidad, porque parte de la premisa de que “todos y todas los estudiantes pueden aprender, pero de formas diferentes”. A partir de ello, se puede señalar que es posible y deseable utilizar la evaluación para promover el aprendizaje de todos y 5 todas los alumnos y alumnas, incluso quienes presentan Necesidades Educativas Especiales (NEE). Lo central es potenciar los mayores logros, es decir, el máximo de las capacidades de los estudiantes, independiente del punto de partida. Esto es un argumento axial para afirmar que resulta un error importante, que en el marco de lo que se ha llamado “evaluación diferenciada”, se solicite bajar la exigencia de las evaluaciones, por el contrario, la idea es aumentarla pero según las posibilidades de cada sujeto, en virtud de su competencias curriculares y sus estilos de aprendizajes. La evaluación para el aprendizaje es formadora y se sustenta en una perspectiva constructivista, orientada a la formación de competencias. Pone su acento en el carácter cíclico del aprendizaje y las posibilidades de organizar y reorganizar la información modificando continuamente la estructura cognoscitiva. Desde una perspectiva más construccionista, es la forma de comprender el mundo y reconstruir el conocimiento de la realidad. Esto nos sitúa en el contexto particular y diferente de construcción del conocimiento de cada sujeto. En síntesis, nadie aprende igual al otro, por ello es bueno partir el aprendizaje desde lo que el sujeto conoce para hacerlo más significativo. Pero el aprendizaje no sólo se puede concebir como lo que sucede en los procesos internos y activos de las personas, es importante evidenciar dichos procesos con desempeños graduados en complejidad pero no lineales. Es decir, centrarse en lo visible (externo) e invisible (interno, pero evidenciable) del aprendizaje. Por lo tanto, se requiere de procedimientos e instrumentos congruentes con las necesidades educativas que poseen los estudiantes, dicha congruencia debe considerar las condiciones generales de desarrollo de los estudiantes, sus competencias curriculares, sus estilos de aprendizaje y el contexto escolar, familiar y social. A continuación se analizarán con mayor extensión estas tres últimas, ideas representadas en el siguiente cuadro: 6 . Estilos de Aprendizaje Competencias curriculares Contexto EVALUACIÓN DE COMPETENCIAS CURRICULARES Para atender la diversidad en el aula es fundamental evaluar las competencias curriculares de los estudiantes, reflejando el inicio y desarrollo de sus aprendizajes, el grado de adquisición de los contenidos y los criterios de evaluación de los diferentes sectores curriculares. Asimismo, el Mineduc (2006) ha propuesto un nuevo instrumento curricular, los Mapas de Progreso del Aprendizaje. Al analizarlos desde la perspectiva de la Evaluación para el Aprendizaje, es posible relacionarlos con la evaluación psicopedagógica de las competencias curriculares utilizadas para realizar adaptaciones del currículum, porque son útiles para iniciar y establecer la forma en que el estudiantes progresa en el aprendizaje a lo largo de su trayectoria escolar en cada sector curricular. Sirven para determinar dónde se ubican los estudiantes, en que difieren y cuáles son sus necesidades educativas, poniendo de relieve la progresión y la diversidad en el aprendizaje. En concreto, según el Mineduc, ello implica que los estudiantes de un curso determinado ponen en juego distintas habilidades para comprender un tema y tienen variadas formas de explicar lo que entienden. Al respecto, es normal que en un mismo curso los estudiantes estén en distintos niveles y exhiban distintos grados de 7 comprensión y logro de las habilidades requeridas. Todo ello permite conocer bien el estado de aprendizaje de los estudiantes. En el marco de la diversidad, es justo reconocer que los Mapas de Progreso y sus indicadores de logro se están constituyendo en un instrumento de apoyo para diagnosticar logros y diferencias entre estudiantes y ayudarles a avanzar en su trabajo escolar según las expectativas promovidas en el currículum nacional. Esta es una de las metas de toda acción que se base en el principio de inclusión educativa. El grupo curso como realidad social y académica diversa puede evidenciar distintos niveles de avance o niveles para iniciar un aprendizaje, lo cual se puede reflejar en el siguiente cuadro: Se encuentra en una etapa avanzada para iniciar o continuar un aprendizaje Se encuentra en proceso para iniciar un aprendizaje PUNTO DE PARTIDA PARA INICIAR UN APRENDIZAJE Requiere de apoyos para iniciar el aprendizaje 8 EVALUACIÓN DE ESTILOS DE APRENDIZAJE Los estilos de aprendizaje son rasgos cognitivos, afectivos y fisiológicos, que sirven como indicadores relativamente estables, de cómo perciben los estudiantes, interaccionan y responden a sus ambientes de aprendizaje (Honey –Alonso, 1998). Existen diferentes tipologías para atender los estilos de aprendizaje, colocando algunos más énfasis en los procesos mentales (análisis –síntesis), otros en los aspectos sociales y emocionales (agrupamientos, motivación…) y/o en los canales sensoriales con que se aprende mejor: visual, auditivo y táctil /kinéstesico. Todos ellos tienen una fuerte implicancia en la preparación y desarrollo de procesos de evaluación para el aprendizaje. En la presente reflexión, por la extensión del tema, se colocará el acento en las tipologías cognitivas. Para optimizar el aprendizaje es deseable que se considere las formas de aprender de sus estudiantes porque de dicha manera aprenden mejor, pero lamentablemente la evidencia demuestra que los docentes generalmente ocupan sólo su propio estilo para aprender al momento de planificar la enseñanza y establecer sus criterios de evaluación, discriminando con ello a una amplia población de estudiantes de su grupo curso. Lo anterior implica que el profesor o profesora trate de comprender las diferencias de estilo de sus alumnos y alumnas e intente ajustar su estilo de enseñanza y de evaluación en aquellas áreas y en aquellas ocasiones más pertinente, adecuando a los objetivos que se pretenden. Esto se puede concretar en la selección de materiales educativos, la forma de presentar la información (que metodología o que actividades llevar a cabo), la creación de grupos de trabajo, procedimientos adecuados de evaluación, entre otros. Desde la perspectiva de Honey –Alonso / (1998), el proceso de aprendizaje consiste en un proceso cíclico compuesto por cuatro etapas. Se ha descubierto que las personas se concentran más en una determinada etapa del ciclo, de forma que aparecen claras preferencias por una u otra etapa. En función de la etapa dominante se puede hablar de cuatro estilos de 9 aprendizajes, cada uno tiene necesidades educativas diferentes en cuanto a su didáctica y evaluación). A continuación se exponen las características de cada estilo y sugerencias planteadas por los citados autores: ACTIVOS: Son de mente abierta, nada escépticos y acometen con entusiasmo nuevas tareas. Crecen con los desafíos y se aburren con actividades de largo plazo. Son personas muy de grupo que se involucran en los asuntos de los demás y centran a su alrededor todas las actividades. ASPECTOS A CONSIDERAR AL DISEÑAR LA EVALUACIÓN • intentar cosas nuevas, nuevas experiencias y oportunidades • Trabajar en forma colaborativa • generar ideas sin limitaciones formales o de estructura • resolver problemas REFLEXIVOS: Son prudentes y consideran todas las alternativas antes de dar un movimiento. Recogen datos y los analizan antes de llegar a una conclusión. Disfrutan observando la actuación de los demás, escuchan y no intervienen hasta que están seguros. Crean a su alrededor un aire distante y condescendiente. ASPECTOS A CONSIDERAR AL DISEÑAR LA EVALUACIÓN • observar • escuchar • intercambiar opiniones con previo acuerdo • llegar a las decisiones a su propio ritmo. • Tener tiempo para trabajar concienzudamente • Tener posibilidad de escuchar puntos de vista diversos. Estar con personas con diversidad de opiniones TEÓRICOS: Adaptan e integran las observaciones (hechos) dentro de teorías coherentes. Enfocan los problemas de forma vertical escalonada, por etapas lógicas. Son perfeccionistas. Les gusta analizar y sintetizar. 10 Son profundos en su sistema de pensamiento. Buscan la racionalidad y la objetividad. ASPECTOS A CONSIDERAR AL DISEÑAR LA EVALUACIÓN • Generar situaciones estructuradas que tengan una finalidad clara. Clases que insisten en la razón o la lógica, bien presentadas y precisas • Inscribir todos los datos en un sistema, modelo, concepto o teoría • Tener la posibilidad de cuestionar. Que haya preguntas y respuestas • Poner a prueba métodos y lógica que sea la base de algo • Sentirse intelectualmente presionado • Enseñar a personas exigentes que hacen preguntas interesantes Estar con personas de igual nivel conceptual PRAGMÁTICOS: Su punto fuerte es la aplicación práctica de las ideas. Descubren el aspecto positivo de las nuevas ideas y aprovechan la primera oportunidad para experimentarlas. Les gusta actuar rápidamente y con seguridad con aquellas ideas y proyectos que les atraen. Son impacientes con las personas que teorizan. Pisan tierra cuando hay que tomar decisiones y su filosofía es: si funciona es bueno. ASPECTOS A CONSIDERAR AL DISEÑAR LA EVALUACIÓN • aprender técnicas para hacer las cosas con ventajas prácticas • adquirir técnicas inmediatamente aplicables en su trabajo • tener un modelo al que imitar • aplicar lo aprendido rápidamente • ver el nexo evidente entre el tema tratado y la oportunidad para aplicarlo • ver la demostración de un tema de alguien que tiene un historial reconocido • percibir muchos ejemplos o anécdotas • visionar películas o vídeos que muestren como se hacen las cosas • concentrarse en cuestiones prácticas • recibir muchas indicaciones prácticas y técnicas 11 • tratar con expertos que saben o son capaces de hacer las cosas ellos mismos Al considerar cada uno de los estilos señalados en el proceso de diseño de procedimientos o instrumentos de evaluación, se da oportunidades de aprendizaje a todos y todas, esto supone un uso variado de medios de evaluativos en la enseñanza. Lo señalado lleva a pensar, en primer lugar, en cómo aprende cada estudiante y lo que puede limitar el desarrollo de su potencialidad de aprendizaje. EVALUACIÓN DE LOS CONTEXTOS Conocer los diversos contextos en que se produce el aprendizaje es uno de los desafíos para darle significado al conocimiento. Edgar Morin (2O01) señala que: “El conocimiento pertinente es aquél que es capaz de situar toda información en su contexto, y si es posible, dentro del conjunto donde la misma se inscribe. Se puede decir incluso que el conocimiento progresa principalmente, no por sofisticación, formalización y abstracción, sino por la capacidad de contextualizar y globalizar”. La comprensión de los contextos parte por entender el mundo interior de cada sujeto, seguido por el medio escolar, familiar y social en que le tocado vivir, lo cual no es un aspecto menor a la hora de construir aprendizajes significativos. Por ello, es importante considerar para la reflexión pedagógica cuatro dimensiones contextuales: Contexto interior del Alumno: Esto implica recuperar al sujeto como centro de la enseñanza y como centro de la acción de aprender y de conocer. Es reconocer al sujeto histórico, que trae consigo experiencias y conocimientos previos (Mineduc, 2007), base para realizar los procesos de significación y resignificación de los nuevos conocimientos. David Ausubel (1983) plantea que la premisa fundamental al iniciar un aprendizaje es “lo que el sujeto conoce” y pide “actuar en consecuencia con dicha realidad”. 12 El contexto escolar: Implica las características de la intervención educativa, de las relaciones que se establecen en grupo clase, así como de la organización de la respuesta educativa. El contexto familiar: Son las características de la familia y de su entorno, expectativas de los padres y posibilidades de cooperación en el desarrollo del programa de atención educativa en el seno familiar. El contexto sociocultural: El contexto sociocultural rodea y permea las anteriores dimensiones contextuales, haciendo visibles: la realidad económica, las minorías étnicas, los códigos y materiales culturales, entre otros. Los contextos de los estudiantes permiten situar los aprendizajes. Cuando los contextos son adversos no se pueden usar como excusas para no hacer nada, por el contrario, son la base de la mejora o de optimización del proceso de construcción curricular. Ejemplo de lo señalado es el lenguaje de los estudiantes. Comprender el lenguaje puede ayudar a comprender como el estudiante entiende y describe su mundo, pero también puede servir como base para generar nuevos mundos. La evaluación de competencias curriculares, de los estilos de aprendizajes y el contexto, son sólo algunos de los elementos que pueden propiciar la evaluación para el aprendizaje. Estos elementos al conjugarse con otros, facilitan el proceso de toma de decisiones para orientar o reorientar la enseñanza. No obstante lo anterior, se ofrece a continuación un cuadro que puede hacer más visible la relación de la evaluación con la atención a la diversidad, para este fin se enuncian los momentos de una clase, las preguntas que debería hacerse el estudiante y algunas de las tareas docente para atender la diversidad de un grupo curso: del 13 EVALUACIÓN PARA EL APRENDIZAJE Y SU APORTE A LA ATENCIÓN A LA DIVERSIDAD (Lira, 2007) FASE PUNTO DE PARTIDA PREGUNTAS DEL ALUMNO O ALUMNA TAREAS DEL DOCENTE 1. ¿Qué se espera que aprenda? - 2. ¿Qué sé y qué experiencias he tenido sobre lo que voy a aprender? Selección de competencias curriculares a enseñar - Elaboración de criterios de evaluación - Evaluación de las competencias curriculares - Evaluación de experiencias previas - Evaluación de los estilos de aprendizaje - Evaluación contextual - Evaluación de recursos de apoyos o de acceso al curriculum. 3. ¿Siento que lo que voy a aprender es importante para mí? 4. ¿Cómo aprendo? 5. ¿Qué apoyos necesito para aprender mejor? EN CAMINO 6. ¿Qué me está quedando claro y qué me resulta confuso? - 7. ¿Cómo se relaciona lo que estoy aprendiendo con otras materias o experiencias que he tenido? Estrategias de aprendizaje: modelamiento y autointerrogación metacognitivas (retroalimentación docente y autoevaluación) 8. ¿Cuál es mi opinión o qué posturas tengo sobre lo que estoy aprendiendo? CAMINOS DE MEJORA O PROFUNDIZACIÓN 9. ¿Qué he aprendido? ¿Qué significado o importancia tiene para mí lo aprendido? - Retroalimentación del docente en torno a sus logros y los caminos de mejora o profundización. 10. ¿Qué me falta para aprender? - Autoevaluación y coevaluación 11. ¿Cómo puedo mejorar mis aprendizajes? 12. ¿Cómo puedo aprender más? 14 CONCLUSIONES Uno de sus componentes fundamentales del currículum para atender la diversidad es la evaluación, la cual ha sido analizada desde una perspectiva crítica, develando la pérdida de su valor pedagógico. Es por ello que se propone revalorar la función formadora de la evaluación, poniendo el acento en los procesos en que el estudiante construye su aprendizaje. Al respecto, la Evaluación del Aprendizaje es visualizada como una herramienta curricular que recupera este enfoque formador, constituyéndose en una respuesta educativa para atender la diversidad de los estudiantes y un medio para mejorar la calidad de los aprendizajes. Dentro de los elementos que más vinculan el enfoque de la Evaluación Para el Aprendizaje con la Diversidad, se pueden destacar la evaluación de las competencias curriculares y los estilos de aprendizaje, elementos claves para diversificar la enseñanza y evaluar para aprender. Sin embargo, no se le puede restar importancia al contexto para evitar que la evaluación se desarrolle en un vacío curricular, que le quite los significados culturales en que los estudiantes estructuran los conocimientos. Finalmente, es fundamental reconocer que los cambios siempre son lentos y requieren de la modificación de la cultura evaluativa que ha permeado la educación chilena, orientando su mirada hacia la mejora de los aprendizajes de todas y todos los estudiantes. BIBLIOGRAFÍA • Castillo, Santiago y Cabrerizo, Jesús (2003) Evaluación educativa y promoción escolar. Editorial Pearson Educación. Madrid • Castro, Fancy, Correa, Maria Elena y Lira, Hugo (2006) Currículum y Evaluación Educacional. 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