Asturias Lunes, 4 de abril de 2016 LA NUEVA ESPAÑA Los pacientes con derecho a medicinas gratis casi se han duplicado desde 2012 Los enfermos que pagan un porcentaje mayor del precio en función de su renta han bajado un 30% desde la entrada en vigor del copago Oviedo, Marcos PALICIO El censo de pacientes asturianos a los que su situación económica o su discapacidad eximen del pago de los medicamentos ha crecido sin pausa hasta alcanzar un volumen que casi duplica el que tenía el primero de julio de 2012, el día del alumbramiento del sistema de copago farmacéutico en la región. En ese periodo, en Asturias ha decrecido la población sanitaria mientras se disparaban los enfermos de rentas bajas, exentos de participar en eso que los más críticos llaman el “repago” de las medicinas y que en el verano de 2012 instituyó seis tipos distintos de aportación en función del nivel de renta del usuario. El tiempo transcurrido desde el lanzamiento de la fórmula, y sobre todo la virulencia del impacto del ciclo crítico sobre las economías familiares, han corregido el efecto del modelo sobre las arcas públicas, tendiendo a ampliar sin parar el sector de los que tienen derecho a la gratuidad de sus medicinas y a reducir sin excepción todos los demás, aquéllos que sí contribuyen, más cuanto más alto sea su nivel de renta, abonando entre el diez y el sesenta por ciento del precio de los fármacos. Los exentos de todo pago, ese grupo particularmente vulnerable que abarca a las personas con discapacidad, a los receptores de rentas de inserción social o pensiones Los tramos del copago farmaceútico Aportación Titulares y beneficiarios en las siguientes situaciones: Síndrome tóxico y personas con discapacidad en los supuestos contemplados en su norma específica, perceptores de rentas de inserción social y pensiones no contributivas y parados que hayan agotado el subsidio. Lím. N.º personas N.º personas mensual en 2012 en 2016 aportación (euros) Exentos 29.249 56.626 353.948 335.000 Pensionistas con renta inferior a 18.000 euros 10% 8,26 Pensionistas con renta inferior a 100.000 euros y mayor o igual a 18.000 euros 10% 18,59 Pensionistas previamente registrados como personas sin recursos económicos y farmacia gratuita por tener más de 65 años 10% Trabajadores activos con rentas inferiores a 18.000 euros 40% 437.197 423.547 Trabajadores activos con rentas superiores a 18.000 euros e inferiores a 100.000 euros 50% 215.680 198.490 Trabajadores activos con rentas superiores a 100.000 euros 60% 60% 5.758 4.076 Titulares pensionistas con rentas superiores a 100.000 euros Usuarios de mutualidades (Muface-Mugeju-Isfas) 30% 60,0 TOTAL no contributivas y a los parados que hayan agotado el subsidio de desempleo, eran algo menos de 30.000 en 2012 y han crecido hasta superar los 56.600 en 2016. Su ascenso, su expansión sostenida en mitad de una región de demografía sanitaria declinante, alcanza un 93 por ciento en apenas cuatro años que pone en evidencia hasta qué punto los efectos de la crisis han ido amortiguado pro- gresivamente, por la vía de los hechos, el ahorro del copago farmacéutico que Asturias abrazó el 1 de julio de 2012 por imperativo del Gobierno de España en cumplimiento del Real Decreto elaborado por el Ministerio de Sanidad. Los pacientes con derecho a medicinas gratuitas, que suponían apenas el 2,7 por ciento del total de la población sanitaria asturiana en 2012, representan el 18.813 16.088 1.060.645 1.033.797 5,4 en el último dato oficial, incluido en el contrato-programa suscrito el pasado febrero entre la Consejería de Sanidad y el Servicio de Salud del Principado (Sespa) para trazar los objetivos del sistema sanitario asturiano de aquí a 2017. El balance numérico sobre la aplicación del sistema dice que han aumentado los que no pagan a medida que disminuían los que Confidencialidad médica frente a seguridad pública Las lecciones del accidente de Germanwings Análisis José A. Ordóñez La investigación sobre el accidente del avión de la compañía Germanwings que se estrelló en los Alpes franceses el 24 de marzo de 2015 ha puesto de manifiesto un conflicto entre la confidencialidad de la atención médica y la seguridad pública. Andreas Lubitz, el copiloto suicida alemán que estampó el Airbus 320 BarcelonaDüsseldorf, provocando la suya y otras 147 muertes, entre ellas la de la esposa de un avilesino, fue diagnosticado un par de semanas antes del suceso de una posible psicosis por un médico privado, que le recomendó tratamiento psiquiátrico hospitalario y le dio la baja por enfermedad. Además, un psiquiatra le recetó varios antidepresivos y somníferos la semana anterior a la tragedia. Pese ello, estos profesionales no comunicaron el estado de salud mental de Lubitz a las autoridades aeronáuticas ni a la aerolínea germana para la que trabajaba, filial de la potente Lufthansa. Y eso que el piloto ya había sufrido un episodio depresivo grave de agosto de 2008 a julio de 2009, por lo que el certificado que le permitía volar incluía desde entonces la advertencia de que pasaría a ser considerado “no apto” en caso de recaída. Pese a ello, los doctores se ciñeron al principio universal de salvaguarda del secreto médico y dieron por sentado que el piloto no iría a trabajar. Se equivocaron. La normativa alemana es exigente con la confidencialidad médica, pero menos explícita al reconocer que no vulnera la ley quien rompe ese principio para evitar situaciones de riesgo. La legislación española castiga con penas de entre uno y cuatro de prisión al profesional que desvele información confidencial, aunque hay excepciones, recogidas en el código deontológico de la medicina, para casos de “peligro colectivo”. En cambio, en países como Israel, Canadá o Noruega existen disposiciones concretas que obligan a la revelación de información privada relativa a los pilotos, al entender que un estado mental no apto para el Lubitz no informó a nadie de su verdadero estado: pudo influir el miedo a perder el permiso para volar vuelo supone una amenaza para la seguridad pública. A partir de lo sucedido con Lubitz, el informe final sobre el accidente de Germanwings emplaza a las autoridades nacionales a habilitar cauces claros para que los médicos comuniquen aquellos problemas de salud de los pilotos susceptibles de afectar a la seguridad, también en el caso de que |23 sí están obligados a hacerlo, pero también incluye la certeza de que además han menguado especialmente los grupos de pacientes que más pagan. Así, el colectivo de los obligados a abonar al menos la mitad del importe de sus medicinas –los trabajadores con rentas superiores a 18.000 euros y los pensionistas con más de 100.000– han perdido en estos cuatro años cerca de 20.000 beneficiarios, pasando de las cerca de 221.500 personas que estaban en estas situaciones en 2012 a las poco más de 202.000 del último recuento. La caída es particularmente acusada entre aquellos pacientes forzados a asumir un porcentaje más alto de “copago”, los trabajadores o pensionistas que por ingresar más de 100.000 euros anuales están obligados a sufragar el sesenta por ciento de sus medicinas. Este tramo ha perdido uno de cada tres pacientes en cuatro años, cambiando 5.700 por poco más de 4.000, un marginal 0,4 por ciento de la población total. El área sanitaria del Suroccidente sólo atiende, por ejemplo, a 28 personas en esta situación. En la situación actual del sistema, casi 95 de cada cien pacientes asturianos pagan en mayor o menor medida por sus medicinas, pero es mayoritario el colectivo de renta y pago más bajo. El 38 por ciento no abona nada o contribuye solamente con el diez por ciento del precio y menos del veinte paga la mitad o más. Desde 2012, el decreto del copago dividió a los ciudadanos en los seis tramos de renta instituidos por el Ministerio para determinar quién paga nada y quién un porcentaje de entre el diez y el sesenta por ciento de las medicinas. Antes, los trabajadores abonaban en la farmacia el cuarenta por ciento del importe de sus medicamentos, mientras que los pensionistas estaban exentos del pago. el paciente se niegue dar su consentimiento. Y subraya el que puedan hacerlo sin riesgos legales. Los doctores no pueden tener la sensación de que romper la confidencialidad les ocasionará más complicaciones que no desvelar una dolencia mental de riesgo. Los pilotos que volaron con Lubitz durante los tres meses previos a la tragedia no vieron nada extraño en su comportamiento, pese a que en ese periodo pasó por seis episodios documentados de la enfermedad. Pilotos y copilotos no forman dúos de trabajo estables y, además, dolencias como las depresiones son difíciles de captar. El caso es que Lubitz tampoco informó a nadie de su verdadero estado. Y ahí pudo haber influido el miedo a perder la habilitación para volar y a sus consecuencias económicas. El copiloto contaba con un préstamo bancario de unos 41.000 euros para financiar los 60.000 euros que le costó la formación en la Instrucción de Vuelo de Lufthansa, la matriz de Germanwings. También tenía una póliza de pérdida de licencia, contratada por la aerolínea, que le habría supuesto un pago de 58.799 euros, pero no había conseguido, precisamente por sus antecedentes médicos, un seguro adicional para cubrir la mengua de ingresos derivada de quedarse sin permiso de vuelo. La recomendación de los expertos de la Oficina de Análisis de la Seguridad en la Aviación Civil de Francia, a partir del caso de Andreas Lubitz, es que las autoridades aeronáuticas y a las aerolíneas adopten medidas para disminuir los efectos socioeconómicos de las pérdidas de licencias por causas médicas.