( / (, I ) \ ....., Calle Mayor de Triana PINTUQA8 DE LA VIEJA CIUDAD DE LA8 PALMA8 1 atractivo y el encanto siempre han acompañado a la pintura representativa de los barrios históricos y de los rincones pintorescos de las viejas ciudades. Son clásicas las luminosas acuarelas de París y el Sena o los óleos costumbristas del viejo Madrid. Se trata de un género clasificado del paisajismo que, sin dejar al artista una gran libertad, sí le permite interpretar la personalidad de una ciudad y cooperar a la comprensión de su tejido urbano y de sus formas arquitectónicas. En muchas ocasiones, al pasar los años, el lienzo se convirtió en documento histórico. Edificios, rincones, calles y lE sectores enteros de una ciudad permanecieron plasmados, después de su desaparición,en las obras pintadas años atrás por sus artistas contemporáneos. Este es el caso de tantas y tantas estampas de históricas ciudades europeas. No lo es, en absoluto, de Las Palmas de Gran Canaria, una ciudad que en el pasado nunca tuvo pintores (aunque escasos, sí tuvo dibujantes y litógrafos, casi siempre fugaces visitantes, como ya hemos reseñado en anteriores ocasiones). Hay que acudir a la archiconocida y archireproducida pintura de la plazuela y el Puente de Verdugo a mitad del siglo XIX,-por B. Martínez de Escobar para encontrar una casi solitaria muestra del género en nuestra ciudad. Más tarde,en la primera parte del siglo XX,la paleta posimpresionista de Nicolás Massieu se recrea en lo más exótico del paisaje urbano de su época: las laderas de San Nicolás, apuntadas sobre los bancales .' de plataneras del Pambaso y escoltadas de suspendidas palmeras. También dejó el maestro Colacho Un encantador apunte del castillete de San Cristóbal y un dibujo -éste de valor documental en" la actualidad- de la desaparecida ermi· ta de San Marcos o de Nuestra Señora de los Reyes. Posteriormente Jorge Oramas fijaría igualmente su obligada atención © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2010 / en el risco de San Nicolás. Internado un tiempo en el hospital de la calle Juan de Quesada, Oramas pintó las casas cúbicas de los riscos, engalanadas en su pincel luminoso y colorista. En tiempos recientes Vinicio J\larcos ha llevado a la luz de sus lienzos la entraña popular de esos históricos suburbios de San Roque, San icolás, San Juan, San José. Estrechas callejuelas empinadas, modestas casitas blancas. edificaciones que se escalonan hasta el infinito, pequeño patios repletos de flores y el diáfano horizonte de los riscos. No es solamente por una bien aplicada técnica pictórica en la que el paisaje se hace luz por lo que Vinicio ha sabido captar en profundidad la idiosincrasia de estos barrios, sino porque la propia pcrsonalidad del artista le ha llevado a asumirlos e interpretarlos con © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2010 Plaza del Pilar Nuevo; Plaza del Mercado y Pescadería, y puente de palo. Catedral. todo rigor. También esta parte de su obra entrañará en el futuro un valor documental. Si Vinicio Marcos es el pintor de los barrios populares, Comas Quesada lo es hoy del casco histórico de Las Palmas. Su sensible pincel nos desvela la personalidad de la vieja ciudad a través de las magistrales acuarelas de sus rincones más representativos. Las ensimismadas calles de Vegueta, las sencillas plazuelas de Triana, los pétreos edificios civiles y religiosos, las viejas casonas coloniales, las perdidas fuentes y los balcones de museo protagonizan la serie que sobre el histórico paisaje urbano de Las Palmas ha venido componiendo este artista que se ha conver· tido en el pintor de la vieja villa. Ya en el pasado año, en ocasión del aniversario fundacional de Las Palmas de Gran Canaria, Comas Quesada había exhibido en la sala Madelca una exposición de acuarelas sobre los barrios de Vegueta y Triana. Ahora, coincidiendo con el quinto centenario de la fundación de la capital, ha presentado una muestra de acuarelas representativa de estampas, rincones y motivos ya desaparecidos de la vieja ciudad. Para ello el artista sc ha inspirado en antiguas fotografías de los históricos barrios y ha sabido captar perfectamente el espíritu que tenía Las Palmas en el último tercio del siglo XIX y en los principios de la actual centuria. La calle de Triana, con su tranvía -primero de vapor y luego movido por electricidad-, sus comercios tradicionales y sus bazares de hindúes, la vicja Calle Mayor cobra antigua vida en el pincel de Comas. Es la época en la que la calle principal inicia su esplendor, cuando se convierte en el centro comercial de la ciudad: ''la calle del comercio... donde el urbano estrépito domina", escribirá Tomás Morales. En contraste con la modernización que se opera a principios de nuestro siglo, el artista refleja los recoletos rincones de la histórica Vegueta. El Pilar Nuevo, la desaparecida fuente de cantería instalada allí en el si· glo XVIII y desaparecida en los albores del XX, rodeada por las mujeres del pueblo que acudían a tomar el agua para sus hogares o para las casas en donde prestaban servicio. Los puentes, los viejos y añorados puentes, hoy también desaparecidos: el hermoso puente de piedra o de Verdugo, construído en la segunda década del siglo XIX, que sirvió a la ~­ municación de los dos barrios históricos durante más de un siglo, hasta que fue © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2010 El puente de Verdugo, las Cuatro Estaciones y la silueta de la o sustituido hace cincuenta años por el más moderno de un solo arco; y el puente de palo o de López Botas, emplazado más cerca de la desembocadura del Guiniguada en la segunda mitad del siglo pasado. Las Cuatro Estaciones, traídas de Génova años después de la construcción del puente de Verdugo, ornamentaban las cuatro esquinas de éste en una capital carente de monumentos. Sobre el puente de palo se ubica el kiosco del Bar Polo, escenario de la tertulia cultural y sede de la impenitente bohemia de la época. Próximo al Teatro Pérez Galdós, por el Polo pasaron grande dramaturgos y muchas figuras del bel canto. Su historia anecdótica, todavía por hacer, reflejaría mucho de la pe tite histoire de la: ciudad del primer tercio de nuestro siglo. Más allá del Polo la Plaza del 'Mercado y el desaparecido edificio de la Pescadería: todo un símbolo de las relaciones de la ciudad con los campesinos de las medianías de Gran Canaria y con las gentes de mar -los pescadores de San Cristóbal-productores y proveedores seculares de la población capitalina. Y, finalmente, la plazuela de la Democracia o de Hurtado de Mendoza, la plazuela de los patos o de las ranas, como la conocíamos de pequeños, igualmente con sus desaparecidas -no hace muchos años- tanquetas centrales. Originaria también del siglo pasado, la plazuela fue asimismo escenario de conocidas tertulias hasta convertirse hoy en mero lugar de paso de las gentes que van de Triana a Vegueta y a los barrios aledaños: un cambio de función urbana que es todo un símbolo. Estas son las pinturas que reproducimos de Comas Quesada, varias de las muy numerosas que integraron la exposición conmemorativa de los quinientos años de la ciudad. Nunca es tarde si la dicha es buena, como se suele decir. Si la ciudad no tuvo sus pintores, lioy los tiene. Vinicio Marcos y Comas Quesada han sabido plasmar certeramente la personalidad histórica y la identidad popular de los antiguos barrios de Las Palmas de Gran Canaria. Alfredo Herrera Piqué © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2010 Plazuela de la Democracia: puente de Verdugo, y Bar Polo.