Cuadernos de Gestión del Conocimiento Empresarial Número 11. Abril 2009 La gestión de los recursos intangibles empresariales por Isabel López Triana y Sandra Sotillo1 1. Intangibles ¿de qué hablamos? Cuando hablamos de intangibles empresariales, realmente ¿de qué estamos hablando? ¿Es lo mismo un activo que un recurso intangible? ¿Se gestionan igual unos que otros? ¿Es su inmaterialidad la clave del valor de los intangibles empresariales? Tratemos de sentar algunas bases conceptuales mínimas antes de adentrarnos en lo que son y cómo se han de gestionar dichos intangibles. Al hablar de intangibles generalmente nos referimos a los activos de una empresa que carecen de materialidad: su fondo de comercio, sus marcas, las licencias de explotación que esa empresa posee... Pero, en los últimos años, se han popularizado términos como reputación corporativa, gestión del conocimiento, responsabilidad corporativa... a los que también se denomina intangibles. ¿Cuál es la diferencia entre los primeros y los segundos? Avancemos, provisionalmente, una primera distinción: la que existe entre activos y recursos intangibles, aunque ambos posean un rasgo común, su inmaterialidad. Apelar a su naturaleza no material, sin embargo, es insuficiente para definir un intangible empresarial, o lo es al menos para definir el valor de ese intangible como lo demuestra la denominada ‘paradoja del solar’. Efectivamente, el valor de un solar no radica, como podría pensarse inicialmente, en sus características materiales: superficie, orografía... sino en su edificabilidad, que a su vez se ve condicionada por la calificación urbanística que dicho solar posea, de la cual dependerá el número de viviendas que es posible construir en él. 1 Isabel López Triana es socia de Villafañe & Asociados Consultores y Directora de Gestión del Conocimiento. Sandra Sotillo es consultora senior de la firma. En este sentido, Eusebi Nomen define como activo intangible aquel que carece de propiedades físicas (FAS 1422) o normativas (NIC 383) que limiten cuantitativamente las utilidades percibidas en el citado activo. Para el IASB (Internacional Accounting Standards Board) sólo se puede hablar de activos intangibles cuando la empresa espera obtener de ese activo beneficios económicos futuros y es, además, un recurso controlado por dicha empresa, ya que de no existir tal control no puede hablarse de activo intangible. Desde esta primera acotación conceptual parece claro que podemos considerar un activo intangible a una marca, en la medida en que está registrada y restringido su uso; una patente de fabricación que garantiza el uso exclusivo; una licencia de explotación porque regula el uso del bien comercializado, etc. Pero ¿se pueden considerar también activos intangibles el capital intelectual de una empresa, su reputación, la fidelidad de sus clientes, sus habilidades de relación con otros stakeholders...? Con los criterios expuestos para definir un activo intangible, criterios que provienen de la doctrina existente sobre contabilidad financiera, de la que se deriva la normativa vigente en esta materia, el capital intelectual o las relaciones de una empresa con sus clientes no serían activos intangibles sino recursos intangibles, igual que la reputación de esa empresa, ya que la empresa no puede garantizar el control de esos recursos. Esto no significa, sin embargo, que tales recursos carezcan de valor. Muy al contrario, probablemente sean sus recursos más valiosos; lo único que quiere decir la afirmación anterior es que los activos intangibles se pueden evaluar con criterios económico financieros (los que emanan de la doctrina y la normativa contable) pero no así los recursos intangibles que sí son evaluables en términos económicos aunque no con los ya citados criterios de contabilidad financiera. Intangibles: marca Activos Financieros Recursos intangibles Protegido: licencias, patentes… Conocimiento Libre: gestión del conocimiento Capital relacional: reputación, cultura, responsabilidad… 2 Norma norteamericana de contabilidad financiera referente a activos intangibles y fondo de comercio. 3 Norma internacional de contabilidad relativa a activos intangibles. El cuadro anterior trata de establecer tres tipos de recursos intangibles: los activos no financieros de las empresas, los asociados al conocimiento y los que son resultado de una relación estable y eficaz con sus stakeholders, y muy especialmente con los clientes. Para un especialista en contabilidad financiera sólo tendría interés el primer tipo –los activos intangibles—ya que sólo éstos pueden figurar en el balance de la empresa; pero para un CEO, cuya principal misión es revalorizar su empresa, los tres tipos de recursos intangibles deben ser prioritarios porque de los tres depende el valor de su empresa. Desde la práctica de la gestión profesional de los intangibles empresariales podemos concretar éstos en cuatro: la marca, la gestión del conocimiento, la responsabilidad corporativa y la reputación corporativa. De los cuatro, sólo la marca puede ser considerado un activo intangible en la medida en que su valor económico, no todavía pero sí dentro de poco tiempo, podrá figurar y deberá figurar en el balance de cualquier empresa cotizada. Los otros tres –conocimiento, responsabilidad y reputación—son recursos intangibles, y de la misma manera que ocurre con los activos intangibles, pueden alcanzar mucho valor; la diferencia es que los recursos intangibles no admiten una evaluación económico financiera y, en consecuencia, no figuran en el balance pero deben ser igualmente gestionados porque de esa gestión depende, en gran medida, el valor que puedan llegar a alcanzar. 2. El valor de lo intangible. Tradicionalmente el valor de una empresa radicaba en su capacidad de hacer y su competitividad se asociaba a los recursos materiales, a su habilidad para acceder a las materias primas con un coste razonable, a la estandarización de su producción, a la división racional del trabajo, al transporte... de esas habilidades asociadas principalmente a lo tangible y lo material dependía el valor que una empresa era capaz de generar. Desde hace años, y de forma creciente, ese valor se basa en el saber hacer, y su competitividad es fruto del conocimiento que esa empresa atesora, y no sólo del conocimiento protegido como afirman los epígonos de la evaluación económico financiera de las empresas4, sino también del denominado conocimiento difuso, es decir, de aquel que no se halla preservado por patentes o licencias de explotación, sino que fluye por la organización constituyendo una suerte de microclima que hace posible la innovación. Según J. Kendrick, profesor de la universidad de Washington y director de una profunda investigación sobre la generación de valor en las empresas norteamericanas5, en Estados Unidos se ha invertido la relación entre el valor de los activos tangibles e intangibles de las empresas, entre 1929 y 1999, 4 Nomen E. Nieto J. (Mayo 2004): El conocimiento protegido, Harvard Deusto Business Review. 5 Kendrick JW (1994): Total Capital and Economic Growth, Atlantic Economic Review. pasando de un 70-30 a un 30-70%. Kendrick vaticina incluso que el valor de los intangibles empresariales alcanzará en 2008 el 85% del valor de una empresa en su país. Un 94% de los altos directivos empresariales –según Outlook, la revista corporativa de la consultora Accenture—considera que una gestión exhaustiva de los intangibles empresariales constituye una tarea importante de la alta dirección de una empresa y un 50% considera que dicha gestión de los intangibles debe ser una de las tres prioridades de la gestión empresarial en la actualidad. Para Juergen H. Daum6, en las últimas décadas los intangibles se han convertido en el factor esencial de la creación de valor en la economía pasando de tener un peso del 38% en los procesos de generación de valor en 1982 al 84% en 1999. Pero al margen de las referencias sobre el valor de lo intangible, las cuales son cada vez más numerosas, es necesario responder a dos preguntas: ¿por qué los intangibles crean valor para las empresas? y ¿cuáles son las manifestaciones de ese valor? La primera gran potencialidad de los intangibles es su capacidad de diferenciación. En la práctica totalidad de los mercados maduros resulta ya muy difícil obtener una diferenciación de la oferta comercial basada en factores funcionales. Podría decirse que el marketing clásico ha muerto, dado que aspectos como la calidad, el precio o la distribución, que hace unos décadas resultaban trascendentales, hoy ya no diferencian una oferta comercial de la de un competidor. En la actualidad, casi todo tiene una calidad muy similar, un precio muy parecido y se encuentra en los mismos puntos de venta. Las elecciones de compra de los consumidores se reducen a short list de marcas, o empresas, de cada sector de consumo que ellos almacenan en su mente. Llegar a formar parte de esas tres o cuatro marcas o empresas es lo difícil y eso cada vez se consigue menos a través de las propiedades funcionales de la oferta –por su gran indiferenciación—y más porque algún atributo intangible puede ser decisivo en el proceso de elección. Otra clave del valor de los intangibles es que no se pueden copiar, al menos de forma legal, como se copian los productos o las estrategias comerciales. Un intangible como la marca o la reputación es un recurso inimitable que hace única esa oferta. Los intangibles fidelizan no sólo a los clientes sino también a los empleados y a otros stakeholders de la empresa por su capacidad para generar una cierta empatía y atracción emocional que con frecuencia resulta determinante en las decisiones electivas de esos stakeholders bien ante un acto de consumo o una elección de otra naturaleza. 6 Daum J. H. (2002): Intangible Assets and Value Creation, Wiley. 3. El valor de los intangibles en los momentos de crisis Sin embargo, en momentos complejos como en los que nos encontramos en 2009 inmersos en una crisis económica mundial, parece que la gestión de intangibles o de aspectos que aparentemente no inciden en el día a día de la compañía o en la presentación de los próximos resultados, pierden su importancia o al menos su prioridad. Pero ¿puede permitirse una empresa desestimar, aunque sea de manera temporal, la importancia de sus intangibles y de su gestión en un momento de crisis? Consideramos que no, ya que otra potencialidad de notable valor que tienen algunos intangibles, como la reputación corporativa, es el efecto paliativo de los efectos de las crisis empresariales. Existen multitud de evidencias que demuestran que una buena reputación, por ejemplo, constituye un escudo ante las crisis como ha certificado Charles Fombrun7 en varias ocasiones. En 2004 Fombrun publicaba junto a Cees B.M. Van Riel, en Fame & Fortune8 datos que demostraban la importante correlación entre las reputación y el valor en Bolsa de las compañías que había experimentado un problema reputacional. Compañía Causa de la crisis Perdida de mercado Exxon (1989) Derrame $ 3 billones 5% Intel (1995) Producto defectuoso $ 3 billones 12% Motorola (1995) Efectos nocivos para la salud $ 6 billones 16% Texaco (1996) Discriminación Racial $1.1 billón 10% Jhonson & Jhonson (1982) Tylenol $ 1 billón 14% Otro estudio algo anterior, publicado por D. Petty en 2001 en la Corporate Reputation Review, comparaba el comportamiento de varias compañías, unas reputadas y otras no, en 17 crisis diferentes. El estudio demuestra que aunque en todos los casos existe una importante pérdida de valor inicial de las compañías, las pérdidas son mayores y más persistentes en empresas que partían de una peor reputación corporativa. 7 Fombrun, Ch.J (2001): La ciencia de la reputación corporativa, en Villafañe (ed) El Estado de la Publicidad y el Corporate en España y Latinoamérica, Pirámide, pág. 273 y ss. 8 Charles J. Fombrun, Cees B.M. Van Riel, Fame & Fortune, 2004. Pg. 35 Estas evidencias demuestran la importancia que intangibles como la reputación corporativa tienen en momentos de crisis, gracias a su efecto amortiguador. Sin embargo, mantener el foco en la gestión de los intangibles empresariales, ayuda a la compañía no sólo a superar la crisis, sino a salir reforzada de ella. 4. La gestión de los intangibles empresariales En cuánto contribuyen los recursos intangibles de las empresas a su valor es quizá una cuestión sobre la que resulta difícil ponerse de acuerdo. Lo que parece fuera de toda duda es que una de las fuentes del valor de una empresa, y probablemente la más importante de todas ellas, la constituyen dichos recursos intangibles. Como todo recurso valioso, los intangibles deben ser gestionados para acrecentar su valor, siendo éste el principal reto de muchas empresas: gestionar eficazmente sus recursos intangibles para aumentar el valor de la empresa. En nuestra opinión, en la gestión de los recursos intangibles de las grandes compañías existen cuatro aspectos críticos sobre los que hay que ser muy rigurosos: i. ii. iii. iv. La visión estratégica que debe orientar la gestión empresarial, incluidos los intangibles. El sistema de evaluación de los recursos intangibles. La integración de la gestión de los intangibles en la cadena de valor de la empresa. Una comunicación eficaz de esos intangibles que logre el reconocimiento de los stakeholders y de los organismos de calificación y certificación. La gestión de los recursos intangibles de las empresas no supone ‘otra gestión’ paralela a la clásica administración de los activos convencionales (materiales, financieros...) La gestión de los recursos intangibles responde a la misma visión estratégica de la empresa y su misión es –también como la de cualquier otra política corporativa—generar valor para esa empresa; valor en forma de conocimiento, de lealtad de clientes o empleados, de reconocimiento de sus productos o de su solvencia financiera... Cada recurso intangible tiene unas peculiaridades que hacen que su gestión cuente con metodologías propias y que necesite de herramientas específicas. Con el objetivo de poder profundizar en la gestión de cada uno de ellos, en próximos cuadernos se de esta colección se irán desarrollando y explicando metodologías útiles para su gestión que ya han sido implementadas en un gran número de compañías españolas y multinacionales. Isabel López Triana Socia y Directora de Gestión del Conocimiento Villafañe & Asociados Consultores iltriana@villafane.com www.villafane.com Sandra Sotillo Consultora Senior Villafañe & Asociados Consultores sandra.sotillo@villafane.com www.villafane.com