Avances en Salud Mental Relacional / Advances in Relational Mental Health ISSN 1579-3516 - Vol. 10 - Núm. 3 - Diciembre 2011 Órgano de expresión de la Fundación OMIE y AMSA Avances Médicos Revista Internacional On-line / An Internacional On-line Journal LA TRANSFERENCIA. NUEVAS PERSPECTIVAS EN LA CLÍNICA DEL GRUPO DE PSICOANÁLISIS MULTIFAMILIAR Norberto Mascaró Masri (Psiquiatra psicoanalista, AMSA Avances Médicos Bilbao) npmascaro@yahoo.es RESUMEN El propósito de este trabajo es presentar una serie de reflexiones sobre la transferencia, desde la experiencia clínica en el GPMF. Este planteo incluye aspectos teóricos y prácticos, que apuntan a una forma particular de trabajar en este tipo de grupos. Gran parte de los autores psicoanalíticos contemporáneos, coinciden en que todas las terapias que se encuentran dentro de este campo, sean individuales, grupales, de pareja o familia, se caracterizan porque la transferencia se convierte en el eje central de la actividad clínica. La experiencia con el GPMF demuestra que este grupo, es el contexto natural y más adecuado para el trabajo de la misma con todo tipo de pacientes, y en especial con aquellos que presentan un déficit estructural, es decir, aquellos pacientes que J. García Badaracco caracterizó como carentes de recursos yoicos. Palabras clave: Transferencia. Grupos multifamiliares. SUMMARY The purpose of this work is to present a series of reflections about transfer, from the clinical experience in the GPMF. This approach includes technical and practical aspects which show a particular way of working in this type of groups. A large part of the contemporary psychoanalytical authors agree in that all of the therapies which are found within this field, whether individual, group, in couples or family, are characterised by the transfer becoming the central focus of the clinical activity. The experience with the GPMF shows that this group is the natural and most suitable context for its work with all types of patients, and particularly with those with structural deficit, i.e. those persons characterised by J. García Badaracco as lacking ego representation resources. Key words: Transfer. Multifamily groups. © 2011 CORE Academic, Instituto de Psicoterapia -1- La transferencia. Nuevas perspectivas en la clínica del grupo de psicoanálisis multifamiliar 1. CONCEPTOS INICIALES SOBRE LA TRANSFERENCIA S. Freud (“Epílogo del caso Dora”, 1895) planteó que la transferencia era un fenómeno general, universal y espontáneo, es decir, un fenómeno social, tal es así que la vida cotidiana muestra con suma nitidez la trama de transferencias en las que estamos inmersos, el GPMF como retazo de esta realidad social (minisociedad), nos permite observar como la trama transferencial estructura un campo psicológico multifamiliar. Como sabemos, el psicoanálisis utilizó la transferencia como instrumento para la investigación y el tratamiento de las neurosis en el ámbito de la relación bi-personal. Todas las recomendaciones sobre las reglas que sostenían el encuadre, así como la neutralidad y la abstinencia, apuntaban a favorecer la aparición de la transferencia, pero éstas condiciones impuestas, en realidad la desnaturalizaban. Aparecían aspectos parciales, en desmedro de otros que quedaban ocultos, y a su vez, se empobrecía la complejidad del fenómeno. Se planteaba que toda la relación era transferencial y que el psicoanalista era un observador no participante. La metáfora del espejo sostuvo esta postura. Algunos se atrevieron a diferenciar la relación transferencial de una relación más objetiva. R. Sterba (1934) destacó que existía una disociación del yo que permitía que una parte del mismo, la que estaba vuelta a la realidad, sellara un acuerdo con el analista para observar y comprender la otra, la instintiva y defensiva. Posteriormente E. Zetzel (1956) quien acuña el término “alianza terapéutica”, distingue la neurosis de transferencia, producto de la regresión, de una parte libre de conflicto, parte sana que permitía realizar el tratamiento. 2. CRÍTICAS PRECOCES Desde el comienzo de la actividad psicoanalítica, muchos psicoanalistas se mostraron insatisfechos con las limitaciones de la teoría y el método, de ellos, los más significativos fueron S.Ferenczi, R. Fairbairn, M. Balint, J.Bowlby y D. Winnicott en Europa; H.Sullivan, F.Fromm Reichman, H.Hartmann, H.Searles, T. French, F.Alexander y H. Kohut en Estados Unidos y E. Pichon Rivière y J. García Badaracco en Argentina, realizaron aportes que enriquecieron la teoría y la práctica. No se trataba de reemplazar el paradigma psicoanalítico creado por S. Freud, sino ampliarlo, enriquecerlo y profundizarlo con nuevos aportes, para poder dar cuenta de los desafíos que las patologías inanalizables producían en la teoría y en la técnica. Así, el pensamiento psicoanalítico crece y se transforma, abre nuevos caminos e incorpora conocimientos de otras disciplinas. Los aportes de la ciencia moderna, en especial de Thomas Kuhn, Edgar Morín y Axel Honneth, contribuyeron a modificar el paradigma establecido. El primero, cambiando las nociones de “objetividad” y de “experiencia fija y neutra”, demostrando la inexistencia del observador neutral, ya que éste participa en la observación con sus valores, premisas y creencias. El segundo abriendo el camino de la "complejidad" e "hipercomplejidad” en el conocimiento de lo humano, y el tercero recorriendo el camino del "reconocimiento" del otro desde las estructuras capitalistas, pasando por la familia y llegando a la relación íntima de la madre con su bebé. ASMR. 2011 - Vol. 10 - Núm. 3 -2- La transferencia. Nuevas perspectivas en la clínica del grupo de psicoanálisis multifamiliar 3. LA INTERSUBJETIVIDAD Cada vez toma más relevancia la presencia del terapeuta y su subjetividad, así como el espacio intersubjetivo, ya no se pueden entender los fenómenos psicológicos fuera de este espacio y los procesos psíquicos se comprenden en su esencia no solo desde el interior de la mente, sino que son inseparables del contexto social del cual emergen. Por otra parte, la relación intersubjetiva requiere un reconocimiento del otro como sujeto, es decir como un ser independiente y autónomo en sus pensamientos, fantasías y necesidades. Jessica Benjamín, apoyándose en algunos pensadores de la Escuela de Frankfurt, dice que el otro debe ser reconocido como sujeto para que su self pueda experimentar su propia subjetividad y así constituirse en persona. Thomas Ogden (1998) plantea, que lo que diferencia la experiencia analítica de otras relaciones intersubjetivas, está en que ambos participantes pueden crear una nueva relación a partir del reconocimiento de sus propias subjetividades, para ello introduce la dimensión de un “tercero analítico”, espacio intersubjetivo especial que hace que la experiencia mutua sea inédita. La identificación proyectiva, debido a su carácter interpersonal, produce una transformación de la subjetividad del receptor y del proyector, haciendo que cada momento sea diferente y especial, este concepto contribuye a explicar ese “tercero analítico” que mencionaba este autor. Alberto Eiguer, continuando con este desarrollo, señala que muchos psicoanalistas americanos enrolados en la corriente intersubjetiva (S. Mitchell, J. Benjamin, D. Stein, O. Renik y otros) defienden en el ámbito de la cura analítica una “psicología bi-personal”, de la cual M. Balint (1964) fue uno de los precursores. Por otra parte, algunos intersubjetivistas radicales, (R. Stolorow, G.Atwood y D. Orange), excluyen lo intrapsíquico y solamente reconocen en la tarea psicoterapéutica el producto intersubjetivo construido por el paciente y el terapeuta, la transferencia pierde el sentido de lo histórico y la relación terapéutica queda circunscripta al interjuego de las subjetividades. En mi opinión, el encuentro paciente-terapeuta, produce un campo experiencial particular, dibujado por la mutua interacción. Esta relación incluye el sentido histórico de la transferencia y lo complejiza con la introducción de la subjetividad del terapeuta, quien participa con su propia historia, es decir su propia transferencia. Lo intrapsíquico y lo interpersonal, aunque reconocidos como separados, están íntimamente relacionados y son difícilmente separables en el trabajo terapéutico. Vemos entonces, como la participación del terapeuta- persona va tomando cada vez más importancia. La metáfora del espejo que contribuía a simplificar la relación terapéutica, desaparece. J. García Badaracco observó en la comunidad terapéutica y en los grupos multifamiliares la relación intrínseca entre mundo interno y mundo externo, de allí algunas de sus propuestas meta-psicológicas. También pudo observar como participaban los terapeutas y que tipo de respuestas producían sus intervenciones. El trabajo compartido le permitió investigar esta dimensión relacional. La idea a destacar es que toda relación es transferencial, no solo porque todo es transferencia en el paciente, sino porque incluyo también la transferencia del terapeuta. Es decir, que la relación transferencial es entonces bi-direccional. De esta manera, el concepto de contra-transferencia, queda cuestionado, no por su inutilidad, sino porque reduce la complejidad del campo transferencial, al tener en cuenta solamente el impacto transferencial del paciente sobre el terapeuta, excluyendo las reacciones transferenciales de éste, relacionadas con su propia historia y su manera de ser. Es indudable que, el concepto de contra-transferencia surgió como la manera de introducir los sentimientos movilizados en el terapeuta en relación al paciente, con el fin de ponerlas al servicio del tratamiento. Se trataba de mantener la unidireccionalidad de la transferencia para preservar la neutralidad y ASMR. 2011 - Vol. 10 - Núm. 3 -3- La transferencia. Nuevas perspectivas en la clínica del grupo de psicoanálisis multifamiliar abstinencia y así evitar una relación más personal que contaminara el proceso transferencial del paciente. 4. LA TRANSFERENCIA Y EL GRUPO MULTIFAMILIAR Como decía anteriormente, el plantear un campo determinado por ambas transferencias, complejizamos un fenómeno que se simplificaba con la presencia de un observador no participante. Aquí, todos somos participantes de una experiencia terapéutica, cuyo campo psicológico multifamiliar dibujamos activamente. Por otra parte, siguiendo algunos autores enrolados en el psicoanálisis relacional, decimos que la transferencia no es solamente la repetición del pasado, sino que también es una forma de organizar la experiencia en el presente. Estamos hablando de un pasado que se actualiza constantemente y de un presente que lo está condicionando permanentemente. Lo que nos hace pensar que el contexto de la experiencia determina también las características de la transferencia movilizada, que se organizará de acuerdo a lo que está viviendo la persona en ese momento. De allí la importancia de la situación terapéutica, que permite rescatar el pasado con mayor o menor plenitud y a su vez organizar el presente de una forma inédita o repetitiva. Ahora bien, cómo afrontamos la complicación de participar como personas, es decir con nuestros propios pensamientos y sentimientos, que se traduce en actos y por otro lado, tener que mantener una distancia emocional que nos permita aplicar nuestro conocimiento vivencial de una manera adecuada. Asumir una relación igualitaria, es decir, reconocer al otro en su subjetividad y a su vez, aceptar que nuestra actitud está condicionando al otro, esclarecería la relación terapéutica. J. García Badaracco decía que mejor que aplicar un conocimiento, era escuchar y aprender del paciente. Ésta es la mejor manera de ayudar y ayudarnos. El escuchar con respeto, el “no querer tener razón”, el permitir que cada persona tenga “su tiempo” para participar y el tolerar la incertidumbre del “no entender”, facilitará que cada uno encuentre sus propias respuestas a la situación que padece. No se trata de interpretar desde un conocimiento preconcebido, sino de promover una conversación compartida y amplia, que permita indagar en “lo mejor de uno mismo”, así se producirá una experiencia vivencial intransferible. Esta situación abarca a todos los participantes incluido los terapeutas. El asumir que nuestra transferencia también determina el campo terapéutico, nos hace más humildes y precavidos, favoreciendo la relación con el paciente y creando un clima emocional de confianza y seguridad. Ahora bien, si el ser humano es esencialmente un ser social y su mundo interno está constituído por la configuración de interdependencias internalizadas a lo largo de la vida, el GPMF se convierte en el artificio más idóneo para observar ese mundo relacional a través del despliegue de la transferencia y a su vez, favorecer la experiencia de relaciones más sanas en el orden del reconocimiento, que permitan rescatar aspectos relacionados con el crecimiento y desarrollo que generalmente quedaron encubiertos por la intensidad emocional de la transferencia expresada a través de reclamos, reproches y actuaciones. J. García Badaracco en su pensamiento sobre la llamada “virtualidad sana” abrió nuevos caminos en la investigación de la complejidad transferencial. Los autores psicoanalíticos han caracterizado la transferencia señalando diferentes aspectos de la misma, la psicopatología: neurótica, delirante, psicótica, narcisista, perversa, psicopática, etc., la naturaleza del conflicto: temprana, preedípica, edípica, etc., los sentimientos predominantes: amorosa, erótica, agresiva, etc., la estructura del aparato psíquico: idealizada, especular, de lo no representado, de lo negativo, etc. Pocos autores hicieron referencia a los aspectos potencialmente sanos que también ASMR. 2011 - Vol. 10 - Núm. 3 -4- La transferencia. Nuevas perspectivas en la clínica del grupo de psicoanálisis multifamiliar aparecen en la transferencia, como decía J. García Badaracco, “desarrollar lo sano para poder curar lo enfermo”, he aquí la naturaleza de nuestra actividad terapéutica. El GPMF es el lugar idóneo en donde los participantes podrán realizar un proceso psicoanalítico multipersonal y un proceso terapéutico individual. El trabajo con el GPMF nos ha hecho desarrollar un encuadre más natural y flexible en donde la transferencia encuentra su máxima expresión. Natural porque las relaciones sociales basadas en el reconocimiento del otro, se muestran en su autenticidad y flexible porque el encuadre corresponde a un grupo abierto, en donde los participantes no están sujetos al compromiso de asistencia y se rigen por reglas mínimas: lugar, día y hora. Está adaptado a las necesidades del paciente, a diferencia de los encuadres tradicionales en donde el paciente tiene que ajustarse a procedimientos que desnaturalizan su participación espontánea y auténtica. La capacidad de disponibilidad, de asistencia y de contención crearán un clima emocional de seguridad y confianza que facilitará “pensar juntos lo impensable” y “vivir juntos lo invivible”, parafraseando a André Green. Ésta situación inédita, permitirá la aparición de la transferencia en toda su plenitud. Transferencia múltiple, ya que todos los participantes configuran un campo psicológico de estructura multifamiliar y “transferencia dispersa”, calificativo que utilicé en un trabajo de 1990, apoyándome en la óptica, para referirme al proceso de cómo se reparte la transferencia entre los miembros del grupo, reduciendo la intensidad de la carga emocional y permitiendo su manejo con más eficacia. El GMF actuaría como un prisma que produce la separación de los diversos colores primarios de un haz de luz, manteniendo cada uno su particularidad. De allí que, dicha reducción de la intensidad emocional facilita la emergencia de los aspectos más profundos de la transferencia, relacionados con la necesidad de crecimiento y desarrollo de la personalidad. Planteada la transferencia en el contexto relacional, no podemos separarla de la acción provocada y la respuesta que provoca. Aquí toma nuevamente vigencia la identificación proyectiva como mecanismo interpersonal. Es así, que en el trabajo clínico, siguiendo a J. García Badaracco, utilizamos el concepto de interdependencia porque expresa con mayor precisión las relaciones entre las personas. Incluye una dimensión inconsciente de la relación que se muestra a través de la transferencia y una dimensión interaccional que corresponde a la acción reciproca de uno sobre el otro y que se perpetúa en un círculo de transferencia-acción que generalmente constituye la esencia de la interdependencia patológica. En un trabajo anterior (N. Mascaró y C. Maruottolo) caracterizábamos la interdependencia por la acción recíproca de los uno sobre los otros y las circunstancias socio-culturales reales y actuales que permanentemente inciden sobre la vida de las personas. Dejando la transferencia a doble vía como el núcleo inconsciente de la interdependencia y la acción como su expresión. Consideramos que esta situación tiene una relevancia especial en la relación terapéutica, como lo demuestran muchos autores y en especial Mª Elisa Mitre en su trabajo de 2003, “Las interdependencias recíprocas”. Allí la autora, siguiendo las ideas de J. García Badaracco, plantea el abordaje de las patologías narcisísticas desde una perspectiva coincidente con los postulados anteriores, en donde el terapeuta debe ofrecerse como persona real en una relación de igualdad y reciprocidad que incluye respeto, sinceridad, autenticidad y por sobre todas las cosas, una empatía que le permita identificarse con el sufrimiento del otro. De allí, surgirá una relación auténtica que hace posible al paciente sentir que cuenta con alguien, quizás por primera vez. También aborda en este trabajo las dificultades que presentan el manejo de la transferencia psicótica y la puesta a prueba del terapeuta a través de su contra-transferencia, situación que muchas veces genera una interdependencia patógena en la que ambos quedan atrapados. ASMR. 2011 - Vol. 10 - Núm. 3 -5- La transferencia. Nuevas perspectivas en la clínica del grupo de psicoanálisis multifamiliar La relación transferencia- transferencia debe ser estudiada dentro de la complejidad de las interdependencias recíprocas. La facilidad con la que los terapeutas caemos en este tipo de interdependencias patógenas, tienen su antídoto en el GPMF, ya que la capacidad de contención, no solo es beneficiosa para los pacientes y familiares, sino también para los terapeutas, que encuentran en ella la forma para distanciarse de sus propias dificultades. Sabemos que la interpretación surge muchas veces como defensa a las propias ansiedades del terapeuta, la presencia de los otros, entre ellos sus colegas, también contribuirán a rescatarlo de las interdependencias patogénicas que se producen en la trama transferencial. 5. CONCLUSIÓN La idea que trato de transmitir es que la manera de enfrentar nuestra transferencia en la relación terapéutica, es reconociendo al otro como una persona que tiene una historia particular que lo hace comportarse de una determinada manera y que se encuentra con un otro, el terapeuta, que tiene la propia y que de esa conjunción surgirá o no la posibilidad de un cambio psíquico. Cuando el terapeuta funciona empáticamente, se identifica con el sufrimiento del otro y no necesita imponer sus planteamientos, es decir no necesita tener razón, se generará un campo psicológico que permitirá el despliegue de la transferencia en toda su totalidad y complejidad, apareciendo las necesidad imprescindible de un desarrollo que estuvo interferido por interdependencias patógenas y que pone de manifiesto la llamada “virtualidad sana” como señaló J. García Badaracco con gran profundidad. “Rescatar lo sano para curar lo enfermo”, aquí está el meollo de nuestra hacer terapéutico. 6. NOTAS “Nunca hemos pretendido haber alcanzado la cima de nuestro saber ni de nuestro poder, y ahora como antes, estamos dispuestos a reconocer las imperfecciones de nuestro conocimiento, añadir a él nuevos elementos e introducir en nuestros métodos todas aquellas modificaciones que puedan significar un progreso”. S. Freud, “Los caminos de la terapia psicoanalítica” (1918). Obras Completas, volumen II, Biblioteca Nueva, Madrid, 1968. “El psicoanálisis multifamiliar es una nueva manera de pensar y trabajar en el campo de la salud mental. El psicoanálisis, tanto en su clínica como en su teoría, forma parte de los cimientos de este desarrollo. Sin embargo, esta particular “presentación clínica” ha permitido la oportunidad de ofrecer una nueva visión de la naturaleza de aspectos del funcionamiento mental, difíciles de observar en el campo de la experiencia bipersonal”. J. García Badaracco, “Potencial del psicoanálisis multifamiliar” (2009). Entrevista realizada para Norte de Salud Mental, Revista de Salud Mental y Psiquiatría Comunitaria. Vol. VIII, Nº 34, Junio de 2009. Bilbao. 7. BIBLIOGRAFÍA Benjamin, J (1988). “Los Lazos de Amor”. Paidós. Barcelona. ASMR. 2011 - Vol. 10 - Núm. 3 -6- La transferencia. Nuevas perspectivas en la clínica del grupo de psicoanálisis multifamiliar Coderch, J (20109. “La práctica de la psicoterapia relacional”. Ágora Relacional. 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