Este artículo es una publicación de la Corporación Viva la Ciudadanía Opiniones sobre este artículo escribanos a: semanariovirtual@viva.org.co www.viva.org.co Gobierno y ELN ante el reto de acercar posiciones Luis Eduardo Celis Méndez Corporación Nuevo Arco Iris Los últimos acontecimientos en el proceso de diálogos entre el gobierno del presidente Álvaro Uribe y el ELN determinan una nueva etapa porque se hicieron públicas las diferencias entre las partes por iniciativa del ELN, propiciando nuevos escenarios para el debate ciudadano. Estos espacios conducen a una mejor participación de la sociedad y a una mayor legitimidad en el proceso. En síntesis, lo que se pretende resaltar es que las partes hayan hecho públicas valoraciones sobre la situación del proceso, dos semanas antes de la VI ronda programada en La Habana, la cual se inicia este viernes 13 de abril. El Gobierno y el ELN han sostenido desde el primer encuentro formal en diciembre de 2005 cinco rondas formales, acompañadas por un buen número de reuniones de trabajo, pero no se han concretado puntos básicos como la agenda de negociación. Sin embargo, vale la pena resaltar que se han definido criterios orientadores: primero, propiciar un ambiente para la paz, referido a buscar un clima distensionado para el proceso negociador, algo muy importante, que deja atrás el esquema de negociar en medio del conflicto, elemento que quizás fue una de las causas del fracaso del proceso de negociación entre las Farc y la administración del presidente Andrés Pastrana. Y el segundo eje orientador es el de la participación de la sociedad civil. Entre tanto, las partes también han construido unos criterios sobre facilitadores y aspectos procedimentales importantes como: el reconocimiento de la comisión negociadora del ELN, para lo cual se ha recurrido a aspectos legales de salvoconductos amparados en la normatividad Colombiana; el papel de la comunidad internacional con los tres países facilitadores España, Noruega y Suiza; el destacado papel de Cuba como sede de las rondas formales y el de Venezuela al permitir la estancia de miembros del ELN que están en proceso de diálogo. El proceso entre el gobierno y el ELN apunta a un establecimiento formal de parte de los contenidos de la negociación, no significa que la agenda se agote en este punto, pero lo que está claro y se establece como principio rector es el de distensionar el conflicto. Para el Gobierno el punto es la liberación de secuestrados y el cese del fuego por parte del ELN; y para el ELN, lo 1 fundamental, es colocar en la agenda pública el tema del desplazamiento en Colombia. En este sentido, el ELN pretende ganar legitimidad interna para su negociación, mostrándole a las estructuras del ELN que la mesa de negociación puede traer resultados concretos, en beneficio de las comunidades. Por otra parte, el segundo tema que ocupa el interés del ELN es el de lograr la liberación de un determinado número de sus miembros para que se vinculen al proceso, animando a las posibles casas de paz para impulsar las consultas y debates sectoriales y regionales que precederán a la realización de la Convención Nacional. ¿Cuáles son las diferencias entre las partes? El gobierno quiere firmar una agenda escueta, ya se ha dicho, donde el único punto sustancioso para el ELN es la realización de la Convención Nacional, pero este es demasiado etéreo. La Convención Nacional puede ser una “botadera de corriente” de la cual no salga nada o puede ser la antesala a una Asamblea Nacional Constituyente abierta o cerrada. Sin embargo, entre un extremo y otro, hay una amplia gama de posibilidades: un pacto en la mesa negociadora para tramitarlo vía Congreso de la Republica; la convocatoria a un referéndum ciudadano que legitime los acuerdos de la mesa de negociación; la convocatoria a una mesa de donantes internacional para apoyar parte de la financiación de los acuerdos; en fin, todas estas modalidades se pueden combinar, pero no deja de ser incierto el escueto titular de Convención Nacional, con el cual el Gobierno, quiere animar al ELN a avanzar. Sin embargo, el ELN es una fuerza que desconfía de la contraparte, no por algo llevan 43 años alzados en armas y no van a dar todo ese capital político –poquito o mucho depende como se le mire, pero capital- por algo etéreo. El ELN aspira a colocarle su huella a un proceso de cambio de la sociedad Colombiana. Una primera impronta es el tema de la reforma política, el cual llegó a la mesa en la ronda de febrero (antes no aparecía y viene a sustituir un tema igualmente estructural que el ELN colocó en la ronda de octubre, la democratización de los medios de comunicación). Muchas voces han planteado que el ELN debe tener una agenda acotada de temas y aplicarse a su logro como con el tema de la reforma política, gran titular que hay que llenar de contenidos, pero que en lo fundamental hace referencia al tema de la disputa del poder en democracia, al logro de ser gobierno, los contrapesos institucionales que esto requiere y las posibilidades ciertas de lograr una rotación en la conducción de la sociedad, lo cual no ha sido posible en la sociedad Colombiana, donde un “bloque histórico” ha mantenido la hegemonía por ya casi doscientos años de nuestra vida republicana. El otro punto de diferencia en la estructuración de la agenda de negociación tiene que ver con la participación social. En este punto, el gobierno explicita su concepción del modelo de negociación que tiene en mente: es un proceso exclusivamente entre el gobierno y el ELN, lo demás es entorpecer la 2 negociación, es generar ruido que en nada aporta y genera expectativas que luego no se van a poder cumplir. El ELN en una posición diametralmente opuesta quiere que haya debates y consultas ciudadanas, una participación activa de una pluralidad social y sobre todo de los sectores regionales que ha pretendido liderar y representar. En síntesis, la participación regional y sectorial, previa a la realización de la Convención Nacional es muy importante para el ELN y totalmente inexistente para el Gobierno. Son dos puntos centrales donde están marcadas las diferencias y creo que el ELN no debe ni puede ceder en sus aspiraciones. De hecho, la agenda presentada en febrero por parte de la delegación del ELN y no aceptada por el Gobierno es firmable, quizás colocándole un titular más acotado al tema de reforma política como el de elementos para una reforma política. Es cierto que este es un tema de interés nacional y no se puede circunscribir exclusivamente al proceso Gobierno-ELN, pero si se puede discutir en la mesa y participar de otros escenarios, quizás sea muy productivo impulsar un tema tan grueso, como lo es el del funcionamiento de la política, para luego crear los espacios de intercambio con los partidos políticos, el Congreso de la República y los gremios y organizaciones sociales, quienes son cuatro actores estratégicos, junto con el gobierno por supuesto para avanzar en un proceso de democratización, garantías y transparencia en la competencia política del día a día. En las dos últimas semanas se han presentado dificultades en el proceso que afectan la participación de las partes y los debates en curso, aumentando las distancias entre las partes porque no se tiene una información apropiada con respecto a la comprensión del estado del proceso. Creo que el gobierno viene con el formato de las negociaciones con las AUC y se lo quiere aplicar al ELN y esto no es posible por que son dos actores de naturalezas diferentes. Las AUC representan en lo fundamental un esfuerzo de inclusión de un sector narcotraficante que se articuló para defender unos intereses de protección, económicos y de seguridad frente a la disputa y la presencia guerrillera; y que en asocio con sectores del Estado lograron un amplio poder económico, social y político en amplias regiones del país. Además, las AUC en su operatividad degradó al máximo el ejercicio de la violencia y la afectación a comunidades y población civil, siendo el principal responsable de la crisis humanitaria, lo cual tiene este proceso a mitad de camino, aún no sabemos el desenlace, si será posible una superación del poder autoritario del paramilitarismo y una inclusión pactada de sus intereses, lo cual es necesario y deseable, pero en términos aceptables por la sociedad colombiana en su amplia pluralidad y no como imposición de grandes poderes. Retomando las diferencias, el punto es que la guerrilla es una cosa y los paramilitares son otra, para graficarlo con una frase afortunada “a los paramilitares hay que quitarles y a la guerrilla hay que darle en una negociación” y esto es totalmente cierto y aplica para una eventual negociación con las Farc, a la cual llegaremos tarde que temprano porque una derrota o disminución estratégica de esta fuerza no se avizora. 3 Si no hay un cambio del esquema de negociador con el ELN, va a ser muy difícil construir un acuerdo de paz. Se requiere que el gobierno deje su formato “para” atrás, que le ha dado unos resultados parciales, porque el tema sigue en buena parte vivo y la primera evaluación de fondo será en las elecciones de octubre, donde está por verse si hay garantías de participación y la intimidación y la matonería no se imponen en muchas regiones como lo han hecho de manera sistemática en las últimas cinco contiendas electorales –las presidenciales del 2002 y 2006, las parlamentarias de los mismos años y las regionales del 2003-. Esto es lo que se juega en la ronda en curso, ver hasta que punto las partes logran acercar posiciones, pero veo muy difícil el margen de maniobra de la delegación del ELN, si quiere ganar respaldo al interior de su organización y buscar un proceso participativo que le permita construir un respaldo ciudadano aceptable para su negociación. El gobierno puede aceptar las razones del ELN, no son de ninguna manera descabelladas o desproporcionadas, tiene el respaldó ciudadano para avanzar y no es cierto que el ELN tenga como único camino el de la negociación, aun con todas las adversidades que enfrenta puede tomar otros caminos y volver a esperar una mejor oportunidad para emprender una negociación, lo cual no es nada deseable, esta es la hora de la hora, para el ELN y el Presidente Álvaro Uribe y si saben la gran responsabilidad que tienen, sabrán encontrar conjuntamente un camino de acuerdos iniciales, para que esta negociación tome ritmo y vayan las partes de cara a la sociedad Colombiana a construir un pacto, de inclusiones y reformas, ambas importantes y necesarias. Abril 13 de 2007. 4