LA GESTIÓN DE CONOCIMIENTO DIDÁCTICO EN LA CADENA DE VALOR VIRTUAL, BASE DE LA OBLIGADA REINGENIERIA DE LA UNIVERSIDAD Ferran Virgós Bel, Antoni Pérez Poch Departamento de Lenguajes y Sistemas Informáticos (LSI). Escola Universitària d’Enginyeria Tècnica Industrial de Barcelona (EUETIB). Universitat Politècnica de Catalunya (UPC). e-mail: Ferran. Virgos@upc.es, Antoni.Perez-Poch@upc.es 1. RESUMEN La globalización de la economía y la maduración de los mercados llega tarde al mundo universitario, pero parece que ha llegado, al fin. Los mercados cautivos cada vez lo son menos y los equipos rectorales han de buscar estrategias competitivas. Apostar por la calidad es una vía, pero no es de aplicación inmediata, no es la única y, además, ha de basarse en soportes tácticos. Entonces, se gira la vista hacia las Tecnologías y Sistemas de Información y se levanta la veda de espacios virtuales y campus extendidos con planteamiento mixto. Pero no basta con hacerlo rápido, vale la pena hacerlo bien, no sea pase aquello de “preparados, ..... fuego!...pero ¿donde estaba el blanco?... ”. Por otra parte el nuevo marco de Bolonia no sólo tiene una primera lectura política y una consecuencia inmediata legislativa, con influencia en los planes de estudios, sino una adicional de compartición de recursos y alianzas estratégicas generalizadas. ¿Cómo lo haremos cuando algunos postgrados virtuales impiden la obtención de su material en papel o cuando hay quien considera que el material en formato de libro es una cosa y el virtual otra totalmente distinta?. ¿Cómo haremos esto si todavía compañeros sentados en mesas contiguas, están preparando material didáctico en forma totalmente independiente?. La incorporación de los campus digitales y entornos educativos virtuales es un hecho ya en la práctica totalidad de las enseñanzas. Sin embargo, la aplicación de estas nuevas tecnologías no se ha traducido en una reingeniería del proceso de enseñanza-aprendizaje. La implantación de las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicaciones), o, mejor para algunos, TSI (Tecnologías y Sistemas de Información), no parece ser que haya cambiado el modo habitual de trabajar de los docentes más que en la capa más superficial. Por otra parte, es un hecho comprobado que las técnicas de aprendizaje cooperativo son herramientas muy útiles para mejorar el rendimiento de los alumnos y la calidad de la enseñanza. ¿Porqué no pensar en su implantación facilitada por los medios tecnológicos disponibles?, ¿porqué no utilizarla, también, para el fomento del trabajo en equipo de los docentes?. La suma de las ventajas que se derivan del trabajo colaborativo y las tecnologías y sistemas de información, sin duda están llamadas a favorecer la mejora de la calidad docente en la nueva reingeniería. Finalmente, en este artículo, se hace notar que la solución pasa por aprovechar la cadena de valor virtual (CVV), en este caso, aplicada a la actividad educativa. Para aprovechar al máximo las sinergias, la gestión de esta cadena sólo puede hacerse de una manera integrada con la cadena de valor real (CVR) pero además deben garantizarse otros objetivos como reutilización y extendibilidad. También el trabajo en equipo de los profesionales docentes (incluso inter-universitarios) y permitir la flexibilidad y adaptabilidad a nuevos métodos didácticos incorporando conceptos de gestión de conocimiento. La incógnita a resolver se encuentra en una simple proporción: “Fichero es a Base de datos (para el ejemplo no es necesario decir “conocimiento”), como apuntes de la comisión de publicaciones es a x”. Antes ya era complicado pero ahora esta “x” se juega en el espacio europeo. 2. ORGANIZACIONES, GLOBALIZACIÓN, ESTRATEGIA COMPETITIVA Y TECNOLOGÍAS Y SISTEMAS DE INFORMACIÓN (TSI): UNA VISIÓN GLOBAL. La globalización de la economía, junto a la internacionalización y maduración de los mercados, han sido elementos motores que han guiado la evolución del mundo industrial durante los últimos años. La maduración llevaba a un alto nivel de exigencia en calidad y diversidad de producto y este último, considerando economías de escala, sólo era posible en un mercado global. La consecuencia fue un continuo aumento de la competencia que obligaba a las organizaciones a la búsqueda de cualquier elemento que pudiera conducirlas a mejorar su posición competitiva. Las estrategias competitivas propuestas en el modelo conceptual de Porter: liderazgo en coste, diferenciación de producto y especialización, tuvieron amplia difusión y han sido comúnmente aceptadas y aplicadas en un gran número de organizaciones como base para definir su posición en el mercado. Pero cualquier estrategia precisa elementos tácticos para su implementación. En este contexto, los elementos fueron la búsqueda de mejoras en la eficiencia, la eficacia y mejora de calidad, y la especialización. Pero como soporte a todos ello, era necesaria la innovación, que podía ser de producto, de proceso o de estructura organizativa y/o nuevas técnicas de gestión. La necesaria mejora de la calidad es una consecuencia inmediata de la maduración del mercado y está relacionada directamente con la innovación de procesos mediante cambios no drásticos. Su horizonte temporal debería ser indefinido y, en general, su ámbito de aplicación extenderse a toda la organización. Por el contrario, la aplicación de cambios drásticos, a través de un proceso de reingeniería, afectará la cultura básica de los mecanismos productivos de una forma dramática y, en general, será selectiva y concentrada en el tiempo. Es habitual que el cambio cultural para afrontar un cambio drástico se soporte en un proceso previo de mejora no drástica y, desde luego, es importante que su última fase enlace con una mejora continua. Las tecnologías y sistemas de información (incluyendo, naturalmente las comunicaciones, ya sea utilizando el término TSI o TIC) constituyen una “palanca” básica de cualquier tipo de cambio (sea drástico o no). Precisamente para analizar el impacto organizativo de las T(S)I(C), Porter propuso su modelo de Cadena de Valor (1985). La cadena de valor de Porter es un modelo que permite describir (y/o analizar) una serie de actividades que añaden valor en una organización de tipo industrial. De hecho, el modelo de Porter diferencia entre las actividades que añaden valor directamente (que llama actividades primarias) y las actividades que actúan de facilitadores (que denomina actividades de soporte). En el modelo de aplicación industrial propuesto por Porter, la cadena de actividades primarias incluye logística de entrada (materias primas y compras), operaciones (producción), logística de salida, marketing & ventas, y servicio post-venta. Por su parte, las actividades de soporte englobarían la infraestructura organizativa (no sólo física), recursos humanos, Investigación y desarrollo y compras. La intención subyacente en la propuesta de Porter es que mediante el análisis de las fases de la cadena de valor, los estamentos directivos vean facilitada su tarea de reingeniería de procesos internos (y, de hecho, como veremos, también externos!) de modo que pueda mejorarse la eficiencia y/o la eficacia. En cualquier caso, es relevante, citar aquí, que el modelo de la cadena de valor de Porter, en el momento de su concepción, considera a la información como un elemento de soporte para mejorar el proceso físico básico (el que añade valor), pero no contempla que ésta (la información) tenga valor en si misma. 3. CONCEPTO DE “PROCESO” Y REINGENIERÍA DE PROCESOS Como cualquier herramienta, el modelo de la cadena de valor de Porter puede utilizarse de muchas maneras. Una clasificación didáctica en tono de humor podría consistir en decir que se puede aplicar de dos maneras: bien, o mal !. El paradigma de aplicación no óptima (que no necesariamente mala), podría basarse en la “automatización de tareas”. En abril de 2003 asistíamos en Andorra a unas jornadas universidad-empresa, donde el Sr. Javier Gallego (Themis) resumió este planteamiento, en la misma línea de humor, diciendo Ineficiencia y/o ineficacia + Automatitzación Î ineficiencia y/o ineficacia AUTOMATICA Desgraciadamente, este puede ser el resultado cuando se aplica la herramienta informática sin criterio específico, limitándose a automatizar tareas no rediseñadas. Lamentablemente, esto puede suceder, y de hecho sucede, también, en la educación. Intentando hacer luz en la penumbra, Davenport & Short [1990] realizan un trabajo relevante que constituye en si mismo un excelente tutorial sobre el concepto de orientación a procesos y la reingeniería de procesos. Su resumen: • • • Cada vez más, las empresas se dan cuenta de la necesidad de impulsar la disponibilidad de recursos basados en la flexibilidad y orientación a equipo haciendo uso extensivo de la comunicación y coordinación. Dicho de otro modo, más que intentar maximizar las prestaciones de individuos o unidades funcionales, las organizaciones se dan cuenta que lo que deben maximizar son los resultados globales de actividades interdependientes afectando a dominios globales de la organización. Se define el concepto de “proceso”(Business process) como un conjunto de tareas relacionadas, realizadas con el objetivo de alcanzar una determinada salida (business outcome). Los procesos tienen dos características básicas: la primera es que tienen “clientes” (entendiendo por tales los destinatarios de las salidas, ya sean internos o externos); la segunda es que “cruzan” fronteras funcionales (en general, los procesos tienen una independencia de la estructura formal). El principal problema, para Davenport & Short es que la mayoría de procesos (de negocio) fueron desarrollados sin considerar las potencialidades de las TSI. Cuando se dispuso de éstas, en ocasiones se aplicaron, pero sin cambiar el planteamiento inicial. El resultado, en muchos casos, y lamentablemente, el que ha quedado recuadrado en la frase más arriba. Hammer [1993], propone un ciclo de vida de un proyecto de reingeniería descompuesto en siete fases, de las cuales nos interesa resaltar la que ocupa la posición cuarta (tratar los recursos geográficamente dispersos como si estuvieran centralizados) y la quinta (enlazar actividades paralelas, en lugar de integrar los resultados, evitando incoherencias). Por su parte, Davenport y Short, presentan, también un ciclo de vida, del que nos quedamos, para nuestros efectos su segunda etapa (identificar los procesos a rediseñar con el criterio de procesos críticos desde una visión estratégica), el tercero (entender y medir los procesos actuales estableciendo las unidades de medida que permitan, posteriormente, evaluar las mejoras) y cuarto (identificar los elementos de tecnologías de la información que pueden provocar las mejoras en los procesos -IT levers-, haciendo brainstorming en relación a nuevos enfoques de los mismos). La idea básica es entender claramente que “las TSI, de hecho, permiten crear nuevas opciones de rediseño del proceso y no sólo dar soporte a las visiones clásicas”. La aparición de los sistemas inter-organizacionales (SiO) llevó a la generalización de la cadena de valor (interna) al concepto de cadena de valor externa que se limita a recoger la evidencia de que, a menudo, existe un proceso global (sistema valor) que cruza, también, los límites de las organizaciones. Debemos darnos cuenta de que la optimización debe organizarse en esa nueva arena. 4. ¿Y QUÉ HACÍA, MIENTRASTANTO, EL MUNDO DOCENTE Y UNIVERSITARIO? No sería justo decir que el mundo de la educación haya permanecido insensible a la aplicación de las TSI, que ha generado abundante bibliografía, si bien es verdad que gran parte enfocada a enseñanza primaria o secundaria. Muchas de las orientaciones iniciales iban encaminadas al modelo “tutor” pero no tardaron en aparecer las propuestas más genéricas. Así, R.Taylor [1980] ya presentaba su trabajo “The computers in the school: Tutor, tool, tutee” aportando la idea de que el modelo tutor no era el único y, probablemente tampoco el más importante. Por su parte, tomando como referencia el trabajo de Kolb [1971], John F. Rockart [1975], proponía un marco conceptual que incluía cuatro fases en el proceso global de aprendizaje (transición a la solidificación de un nuevo concepto). En él se incluyen cuatro fases: adquisición, asimilación, integración y verificación: - En la fase de adquisición, a través de comunicación verbal, experiencia visual u otros medios, el sujeto obtiene información de conceptos, hechos o habilidades. En la fase de asimilación, la información adquirida en la fase anterior se aplica en la resolución de una tarea, usualmente mediante reflexión ejercicios y/o práctica. En la fase de integración, se alcanza la naturalidad de uso o se construyen nuevos modelos mentales. Finalmente, en la fase de verificación, esencialmente activa, se valida el nuevo modelo alcanzado mediante aplicación a casos concretos. Como conclusión, Rockart realiza una clasificación matricial combinando cada una de sus cuatro fases con los tipos de conocimientos que se pueden adquirir (hechos, habilidades, conceptos básicos y conceptos frontera) concluyendo que la mayor utilidad de los ordenadores se detecta en la fase de verificación, donde el ordenador es una herramienta ideal para construir “micro-mundos” completos a través de la simulación. En [Virgós, 1989] se presenta una visión global basada en la clasificación sistema de Información/sistema de conocimiento (en su aspecto de generación y difusión) que como contenido contempla “Topic y tool”, mientras como herramienta incluye “tutor, tutee y laboratorio virtual”, recogiéndose la posibilidad de incorporación de funcionalidades multimedia y dotándolo de personalizaciones psico-pedagógicas a través de un modelo “ad-hoc” basado en la Inteligencia artificial. Desde estas referencias ha pasado en el mejor de los casos mucho más de una década, la red es un hecho consumado pero lo cierto, sin embargo, es que muchos campus virtuales siguen ofreciendo poco más que un mail integrado y la posibilidad de recuperar un documento “pdf” o “doc” , ni siquiera la visión de Rockart de 1975. 5. APRENDIZAJE COOPERATIVO : APLICACIÓN EN EL MUNDO UNIVERSITARIO 5.1. ¿ Qué es el Aprendizaje Cooperativo ? El Aprendizaje Cooperativo (AC) es una técnica pedagógica conocida en la enseñanza primaria y secundaria pero de escasa implantación en la Universidad. Desde hace tiempo se están realizando algunas experiencias aisladas de aplicación de este tipo de estrategias en el contexto de la universidad. Desde principios del año 2000 estas experiencias se han ampliado y estabilizado después de un semanario impartido en la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) por parte de Roger y David Johnson. Esta experiencia dio lugar al denominado Grupo de Interés en Aprendizaje Cooperativo (GIAC) formado por profesores de diversas universidades aunque principalmente de esta universidad. Su interés es el de profundizar sobre la aplicación del aprendizaje cooperativo en nuestra docencia habitual, dado que hay numerosas referencias sobre sus efectos positivos tanto en la motivación como en el rendimiento de los alumnos. Por Aprendizaje Cooperativo (AC) se entiende la organización de la docencia en pequeños grupos de estudiantes que trabajan juntos para aprovechar al máximo su aprendizaje y el de sus compañeros/as de grupo, de manera que cada cual pueda construir su conocimiento si dispone de la colaboración de sus compañeros/as. Actualmente en el mundo profesional se da la máxima relevancia a la capacidad de trabajar en equipos multidisciplinares, más que a un expediente académico brillante. En este sentido, el cambio de una mentalidad competitiva e individualista favorecida por el método “tradicional” de enseñanza , a la mentalidad cooperativa y de colaboración facilitará la incorporación de los estudiantes a los grupos de trabajo en ámbitos laborales. Se trata de adquirir conocimientos, métodos y habilidades (actitudes y aptitudes) que no están establecidos en ninguna asignatura de los planes de estudio vigentes. Un número importante de estudios entre los que podemos destacar [Rué,1 y 2] demuestran que el AC produce mejora resultados académicos, una relación más positiva entre los estudiantes y un superior ajuste psicológico en los alumnos que las estrategias competitivas e individualistas. Sin embargo, estos efectos no aparecen por sí solos cuando los estudiantes se agrupan para trabajar. Para que se produzca el AC se deben estructurar los grupos y planificar adecuadamente las actividades de enseñanza-aprendizaje de forma muy cuidadosa. En el AC se dan tres tipos de grupos: informales, formales y de base. Los grupos informales se constituyen durante un breve período de tiempo. Los grupos formales están encaminados a resolver una tarea cuya duración puede abarcar desde una sesión a varias semanas. Los grupos de base son a largo plazo y controlan el avance eficaz y la progresión de cada uno de sus componentes en entornos que irán más allá del aula. De las tres posibilidades, el grupo formal es el que posibilita mayores ventajas en lo que concierne a la aplicación del método en la universidad. Y significativamente de todas las dinámicas con que un grupo puede operar la cooperación es de las más interesantes y la que más variadas posibilidades ofrece. Los elementos básicos que se deben reunir para hacer el trabajo cooperativo y que son imprescindibles para que se produzca una cooperación real son: - Interdependencia positiva Promover la interacción directa entre los miembros del grupo Dar responsabilidad a cada estudiante del grupo. Desarrollar las habilidades del grupo y las relaciones interpersonales El proceso de los propios grupos. Desde una óptica general , existen diferentes elementos objetivos que hacen del AC un método docente de especial interés; algunos de ellos pueden ser los que se citan a continuación: - Promueve la implicación activa del estudiante en el proceso de aprendizaje Capitaliza la capacidad que tienen los grupos por incrementar los niveles de aprendizaje mediante la interacción entre compañeros. Reduce los niveles de abandono de los estudios. Promueve el aprendizaje independiente y autodirigido Promueve el desarrollo de la habilidad de comunicación Permite acomodar los diferentes estilos de aprendizaje de los estudiantes de hoy en día. Facilita un mejor rendimiento académico en el área técnica. Los distintos profesores que forman el GIAC han promovido diversas jornadas [JAC-01, JAC-02] y publicaciones [JENUI-02] que exponen diferentes modelos concretos y experiencias de aplicación de este método docente 5.2 Apostar por la cooperación en la Universidad Dadas las numerosas ventajas que se han constatado de este método docente parece razonable plantearse su extensión en el mundo universitario donde, como es sabido, está escasamente implantado. Una primera propuesta es el uso de Entornos y Comunidades Virtuales, algunas de las cuales ya se están implantando con éxito en ámbitos muy diversos entre los cuales destaca el académico con luz propia. Las Tecnologías de la Información facilitan el trabajo no presencial y no simultáneo en el tiempo como ya hemos comentado anteriormente. La implantación de estos entornos virtuales son una herramienta que puede hacer mucho más fácil el trabajo cooperativo entre los alumnos, pero ¿porqué sólo de los alumnos?, si la gestión del conocimiento nos afecta a todos por igual. 6. LA CADENA DE VALOR DE LA UNIVERSIDAD Y LA CADENA DE VALOR VIRTUAL (a) Basándonos en la misma idea de la cadena de valor de Porter, podríamos pensar en una cadena de valor clásica del proceso enseñanza –aprendizaje (cadena de valor real, CVR), donde las actividades primarias en el aula serían las derivadas del modelo de Rockart, combinando las cuatro fases con los cuatro tipos de conocimientos. Para ello, el proceso enseñanzaaprendizaje se ha basado, clásicamente, en unas actividades primarias donde sólo algunas se desarrollaban en el aula. Por contra, ha contado con unas actividades de soporte concretadas en la creación de una serie de materiales didácticos, desde libros a apuntes, pasando por manuales de ejercicios, prácticas de laboratorio, transparencias de clase, programas específicos de simulación, etc. Actividades de soporte Libros, apuntes, artículos, manuales de laboratorio, ejercicios, transparencias de clase, programas de simulación, referencias bibliográficas,…. adquisición asimilación integración verificación hechos habilidades Conceptos básicos Conceptos frontera Actividades primarias La cadena de valor (docente) en la universidad (b) La consideración siguiente, para avanzar, consistiría en darse cuenta de que muchas de estas actividades de la CVR ya se realizan, actualmente, en la cadena de valor VIRTUAL (CVV). Conviene aclarar que hablamos de CVV para referirnos a las actividades o los productos que se desarrollan o existen en el mundo digital. En efecto, sin duda, disponemos en soporte digital de las transparencias a usar en clase, o los enunciados o soluciones de los ejercicios. Del mismo modo, no sería nada difícil disponer de grabaciones de audio o incluso vídeo, por citar sólo un ejemplo. (c) Un nuevo impulso consistiría en darse cuenta de que estos productos digitales tienen valor en si mismos y que son susceptibles de usos diversos: en efecto, con un diseño adecuado, unas transparencias pueden (seguramente “deberían”) constituir las figuras del nuevo concepto de libro y/o con página de notas, o el registro de audio, ser la base de un curso complementario y/o autocontenido). (d) Un paso adicional podría consistir en intentar que estos productos virtuales sean el marco-base de un espacio cooperativo para el aprendizaje, actuando como elementos estructuradores de áreas de conocimiento a compartir. Es decir, se trataría de estructurarlo en dos niveles: el nivel del profesor y el nivel del aprendizaje cooperativo de los alumnos. Así el nuevo material de aprendizaje, se comporta, también, como delimitador del marco cooperativo de descubrimiento, y de una forma extendible, gracias a las facilidades de la tecnología (link a trabajos alternativos/complementarios), en contraposición a la estaticidad del material escrito clásico. (e) Un nivel opcional, dada la “visibilidad” existente, sería dar lugar a otros productos y modificar las relaciones con los clientes (en el sentido de [Rayport & Sviokla, 1995]). Por ejemplo convertir un cirso presencial en virtual. Finalmente, la posibilidad de implantación de comunidades no sólo hace más eficaz el trabajo básico de los alumnos, que es aprender, sino que conlleva a su vez cambios en la propia metodología de funcionamiento global del mundo académico. Dado que el aprendizaje es la esencia de la profesión docente no es descabellado promover la implantación de este método entre los propios enseñantes. Un entorno virtual bien estructurado y planificado, no un mero repositorio de documentos comunes, puede ser un punto de partida para promover las estrategias de trabajo cooperativo entre los propios docentes tanto de un mismo departamento como de redes temáticas entre universidades, entendidas éstas como agrupaciones de docentes sobre un ámbito de conocimiento común. Las enseñanzas técnicas, que deben reorganizarse y replantearse sus métodos con el horizonte de la declaración de Bolonia, se beneficiarían especialmente de la introducción de los métodos cooperativos en sus estructuras de funcionamiento, no únicamente en las aulas (sean reales o virtuales). Así, el último paso consistiría en aprovechar el mismo marco como espacio de cooperación entre los profesores colaborando en el diseño conjunto de los materiales y espacios correspondientes materializando el concepto de cadena de valor externa (el marco europeo podría ser un referente, aunque no tendría porqué ser una limitación). CVR MATRIZ de VALOR CVV COOPERATIVA Los espacios virtuales permiten la creación de nuevos productos y nuevas relaciones, la existencia de áreas de cooperación para los alumnos pero también para los profesores permitiendo estructurar el conocimiento por niveles y compartirlo del mismo modo. 7. CONCLUSIONES Cuando la tecnología cambia no sólo cambia cómo hacemos las cosas sino lo que podemos hacer [Wulf 97]. Por eso es necesario que la universidad analice globalmente la reingeniería del proceso enseñanza-aprendizaje. Los criterios clásicos de reingeniería de procesos pueden y deben ser aplicables en el marco de la cadena de valor, pero también desde la visión de la cadena de valor virtual (CVV), pensando en nuevos productos y nuevas relaciones [Rayport & Sviokla, 1995], y en la cadena de valor externa creando áreas para el aprendizaje cooperativo de los alumnos, pero también para la colaboración inter-organizacional, todo ello con voluntad de flexibilidad, reutilización y extendibilidad. La clave está en ver que las tres cadenas deben tratarse en forma conjunta. Hacerlo así exigirá el respaldo de los rectorados y formación y dotación para los profesores, así como incentivos y definición de política de derechos de autor. 8. REFERENCIAS [Candiotti & Clarke, 1998]. Alan Candiotti & Neil Clarke. Combining universal access with faculty development and academic facilities. Communications of the ACM. January 1998. Vol 41. No. 1. [Chelappa et al., 1997]. Ramnath Chellappa, Anitesh Barua & Andrew B. 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