¿Reformar por Reformar?

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Publicación trimestral. Agosto 25 de 2004
N° 25
APUNTES
UNIVERSITARIOS
Asociación de Profesores de la Universidad Nacional
de Colombia
¿Reformar por Reformar?
La Reforma Estatutaria en 1986
La APUN y la reforma iniciada en 1991
El surgimiento del régimen estatutario actual de la Universidad Nacional
¿Es necesaria la expedición de un nuevo Régimen Estatutario?
La propuesta de APUN sobre Estatuto de Personal Académico se fundamentó en una muy definida concepción
académica de la Universidad, que sin olvidar la situación coyuntural, habría de permitir, en el sentir de los comisionados, reorientar la institución por los caminos de la creación de conocimiento, pero sin apartarse de su misión
esencial como institución formadora al servicio de los grandes fines culturales del Estado colombiano.
Editorial
¿Qué profesores queremos?
Reflexiones sobre la propuesta de Estatuto de Personal Académico
Una de las fortalezas principales de nuestra Universidad la constituye la
calidad de su cuerpo docente. Una reforma del estatuto docente, como la
propuesta de la actual administración para las contrataciones futuras, toca
por lo tanto uno de los pilares fundamentales de nuestra calidad académica, y
es nuestra responsabilidad como profesores estudiarla con cuidado, aportar
a su discusión y seguirla con suma atención.
El objetivo de un estatuto de personal docente es reglamentar la vinculación,
promoción y vida académica del profesorado, brindando las condiciones
adecuadas para que los mejores profesores lleguen a la Universidad y
desarrollen en ella su trabajo en las mejores condiciones y con la mayor calidad
posible. Pero, ¿quiénes son los mejores?
Un buen profesor es, primero que todo, aquel que forma profesionales de
calidad. Esta es su razón de ser. Un buen profesor debe dictar clases de calidad,
seleccionando buenos contenidos y exponiéndolos claramente; y lograr que
sus estudiantes construyan los conceptos básicos de sus materias, aprendan
las técnicas de trabajo de su profesión y puedan aplicarlas a problemas
concretos. Debe dirigir trabajos de grado, formando la capacidad innovativa
y/o de aplicación de sus dirigidos. Es creativo e innovador, dirigiendo o
participando en proyectos de investigación, extensión, desarrollo o creación
artística, y generando producción académica como resultado de su trabajo
(libros, artículos, patentes, trabajos artísticos). Puede poseer capacidades
administrativas que sean útiles para el servicio universitario y, finalmente,
lleva sus conocimientos y su trabajo al servicio de la comunidad. Un buen
profesor lo es en la medida en que posea, en mayor o menor grado, estas
capacidades. Pero, aunque la calidad de su investigación, de su trabajo
administrativo o de extensión son cualidades deseables, lo que en última
instancia lo define como profesor es la calidad de la formación que logra en
sus alumnos.
La propuesta de estatuto docente presentada por la administración actual
define dos tipos de profesores: aquellos que asumen como profesión la
docencia universitaria y trabajan exclusivamente y de tiempo completo en la
Universidad, y aquellos que, trabajando en el ejercicio de su profesión al
exterior de la misma, vienen a ella a transmitir su experiencia, enlazándola
con la realidad nacional. La mayor parte de la reglamentación está dirigida a
los primeros, a quienes exige título de doctorado. La única salvedad la
constituyen los profesores auxiliares (categoría equiparable a la de instructor),
a quienes financia su formación doctoral pero les exige terminarla en menos
de siete años. El nuevo estatuto concede importancia fundamental a la
producción académica, condicionando la renovación del contrato laboral de
cinco años a la acreditación de un mínimo de 40 puntos en ese mismo período.
El estatuto considera también para dicha renovación la dirección de trabajos
de posgrado, la participación en proyectos de investigación, la oferta de cursos
y las evaluaciones estudiantiles, y obliga una carga académica mínima de 11
horas semanales de clase presencial para todo profesor de tiempo completo
(dedicación exclusiva en el proyecto de nuevo estatuto).
En mi opinión, la propuesta de estatuto docente tiene dos falencias graves.
Primera, sólo engloba en su concepción aquellas áreas del conocimiento que
tienen al doctorado como su nivel de formación natural (en el ámbito
internacional) para la enseñanza y la investigación, como lo son las ciencias
básicas, humanas y económicas, entre otras. Segunda, toma casi exclusivamente
a la investigación como la actividad determinante a la hora de definir la
renovación de contratos. La calidad en la docencia y la formación de
estudiantes, que debería ser el componente fundamental, no se considera.
Es cierto que la producción académica es importante, y que en muchos países
(Europa, Estados Unidos) el doctorado es requisito indispensable para acceder
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Asociación de Profesores
de la Universidad Nacional
de Colombia
Presidente: César Martínez Virgüez
Publicación trimestral. Agosto 25 de 2004
N° 25
Dirección editorial y diseño:
Jorge Peña R.
Comité editorial:
Miguel A. Mejía Acevedo
Carlos López Tascón
César Martínez Virgüez
Diagramación:
Unidad de Publicaciones APUN
Corrección de textos:
Alejandro Ramírez Peña
Impresión:
Graficoz publicidad ltda.
Carrera 50 N° 27-70
Unidad Camilo Torres. Bloque B3 nivel 8
Teléfono 3244018, Telefax 2225396
E-mail: asopun_fcbog@unal.edu.co
Bogotá D.C. COLOMBIA
¿Reformar por Reformar?
Carlos López Tascón
Profesor Titular, pensionado
La Reforma Estatutaria en
1986
Cuando el Dr. Marco Palacios Rozo llegó
como Rector a la Universidad Nacional en
1984 prometió la realización de un “Diagnóstico Institucional” exhaustivo que revelara a la comunidad universitaria la cruda realidad de la institución en sus diferentes aspectos: administrativo, académico y financiero. Evidentemente el diagnóstico se hizo y sus resultados fueron divulgados en un folleto con el nombre de
“Diagnóstico para una reforma académica y administrativa de la Universidad
Nacional de Colombia” (U.N. Rectoría,
noviembre de 1985). El documento, como
era de esperarse, tuvo una buena acogida
entre la comunidad académica, que lo tomó
como un elemento de discusión de máxima
importancia para una eventual reforma integral de la institución, necesitada como
estaba de volver por sus fueros tras la postración a la que la había llevado el radicalismo de vanguardias activistas. Pero, de
otra parte, la universidad estaba en mora
de realizar un ajuste del régimen estatutario
que lo pusiera a tono con las disposiciones contenidas en los Decretos 80 y 82 de
1980. Estas dos situaciones motivaron una
buena aceptación por parte de la comunidad universitaria del diagnóstico elaborado por la dirección, lo que contrastó grandemente con la manera poco receptiva, por
no decir déspota, con la cual algunos de
los altos directivos de la institución en ese
entonces recibieron las críticas y sugerencias que desde el estamento profesoral se
hicieron a algunos de los presupuestos y
a algunas de las conclusiones contenidas
en el referido informe. Críticas que, en cualquier caso, al menos en lo que se refiere a
las presentadas por la APUN, se fundamentaban en su experiencia como organización
pluralista de profesores que siempre, desde su fundación en 1954, había estado presente en todos los procesos de reforma académica del Alma Máter, experiencia de la
que carecían los nuevos directivos. En
efecto, tan pronto se conoció el referido
diagnóstico elaborado por la Rectoría, la
APUN, en aquel entonces bajo la presiden-
cia de Rodolfo Velásquez, abocó su estudio por parte de la Junta Directiva y programó un Seminario Institucional con el
único interés de producir un documento
crítico de apoyo a una eventual reforma
institucional. El Seminario se realizó en
Bogotá en diciembre de 1985, y sus conclusiones fueron divulgadas en el cuadernillo # 1 de la serie Pensamiento Universitario bajo el título “Por una Universidad
de Excelencia” (APUN, febrero de 1986).
Se trataba simplemente de un bosquejo de
“Exposición de Motivos”, que habría de
justificar una eventual reforma integral de
la Universidad Nacional, que no solamente pretendiera una mejora funcional de las
estadísticas de acuerdo con indicadores
preestablecidos, sino abocara en esencia
una redefinición de su deber ser y de todo
su régimen estatutario, que a futuro permitiera una reorientación de sus políticas académicas de acuerdo con los postulados establecidos en la nueva legislación.
Tras la elaboración del “Diagnóstico” llegó la propuesta de “Reforma Estatutaria”
y nuevamente haciendo caso omiso a la
mayoría de las propuestas del profesorado se expidieron los Acuerdos 44 y 45 de
1986, Estatuto General y Estatuto de Personal Docente; un nuevo estatuto estudiantil no fue expedido, tal parece que por
temor a causar inconformidad en sectores
presuntamente dispuestos a causar problemas. En lo que se refiere al Acuerdo 45,
Estatuto de Personal Docente, el menosprecio a la opinión expresada por diversos
sectores del profesorado tuvo como consecuencia, entre otros, la imposibilidad de
su reglamentación en varios puntos claves
de la norma expedida, como lo fueron los
procesos de escalafonamiento y promoción.
Razón que llevó a que la norma que se siguió aplicando fue la anteriormente vigente,
el Acuerdo 72 de 1978.
APUN y la reforma iniciada en 1991
Tras la expedición de la nueva Constitución Política en 1991 y la posterior reglamentación en materia de educación superior contenida en la Ley 30 de 1992, era cla-
ro que nuevamente la Universidad Nacional, y en general todas las universidades
estatales, estaban abocadas a una reforma
interna que las ajustara a la nueva
normatividad. Recordemos que APUN
tomó parte activa en estos procesos, de
una parte conformando una Mesa de Trabajo sobre el tema universitario previo a la
reunión de la Asamblea Nacional Constituyente, así como también discutiendo en
su Junta Directiva varios documentos, que
por distintos medios fueron allegados a la
consideración de los honorables constituyentes. Por otra parte, entendiendo como
fundamental el problema general de la Universidad Pública, APUN tomó parte activa
en la creación de la Federación Nacional
de Profesores Universitarios y en la elaboración del proyecto de ley que en nombre
del profesorado se presentó a consideración del Parlamento. Es claro que la norma
expedida, la Ley 30 de 1992, no llenaba las
aspiraciones propuestas en nombre del
profesorado, pero lo cierto es que varias
de las normas que la referida ley contempla y que considero mantienen plena vigencia, no obstante las distorsiones posteriores presentadas en su reglamentación, son
fruto de esa interacción entre la dirección
de la Federación, de la cual hizo parte
APUN, con los ponentes de la referida ley,
muy particularmente con el en ese entonces Senador Ricardo Mosquera, a su vez
ex rector de la Universidad Nacional. La
estabilidad presupuestal de la Universidad
pública, el sistema unificado de valoración
de la labor académica del profesorado universitario (que conjuntamente con la Ley 4
de 1992 gestaron el Decreto 1444 de 1992),
el Sistema de Universidades del Estado SUE, el FODESEP, la destinación obligada
del 2% del presupuesto de la Universidades para bienestar Universitario y la creación de un Fondo Institucional para programas de este tipo (opción lamentablemente dilapidada por la Universidad Nacional como consecuencia de políticas erradas de algunos miembros de su dirección)
son, entre otros, avances legislativos en
bien de toda la Universidad Pública en
cuyo logro indudablemente la APUN tuvo
activa participación.
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DÍA DEL EDUCADOR
FELICITACIONES
Para conmemorar este día, la Junta Directiva de APUN llevó a cabo
un acto cultural y social en las instalaciones del museo de Arquitectura “Leopoldo Rother” de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia, al cual fueron invitados todos los
profesores vinculados a la Asociación.
En este acto actuó el trío Palos y Cuerdas, integrado por estudiantes del Conservatorio de Música de la Universidad.
La Junta Directiva de APUN se complace en enviar un saludo muy
especial de felicitación a cada uno de nuestros asociados que participaron en la TERCERA JORNADA DEPORTIVA Y CULTURAL
NACIONAL DE FODUN, realizada por la Regional Manizales del
20 al 24 de mayo de 2004.
Mercedes Mora Plazas
Natalia Ruiz Rodgers
José Jairo Vargas Castillo
Gloria Esperanza Pardo Castro
José Leonidas Ávila Gómez
Miguel Ángel Mejía Acevedo
Guillermo Sánchez López
Miguel Alberto Sabogal
Carlos López Tascón
Pedro Patarroyo Gama
Basquetbol y Voleibol
Basquetbol
Basquetbol
Voleibol
Fútbol
Ajedrez
Ajedrez
Billar
Billar, guitarra y canto
Fútbol
Aspecto de la reunión del día del educador
CINCUENTA AÑOS DE APUN
Estamos próximos a conmemorar los diez lustros de la creación de
la Asociación de profesores de la Universidad Nacional de Colombia - APUN, que se fundó el 15 de octubre de 1954.
La junta directiva está programando para celebrar este acontecimiento varias actividades, entre ellas:
Foro académico «Universidad Nacional del mañana »
Acto académico de reconocimientos
Actividad cultural
Documento conmemorativo
Invitamos a todos los asociados interesados en aportar ideas y
propuestas para este evento.
Encuentro de basquetbol en el evento de Manizales.
NUEVOS ASOCIADOS APUN
La junta directiva saluda y da la bienvenida a los profesores
recientemente afiliados:
José Rodrigo Bonilla de Diseño Gráfico
José Jairo Vargas de Diseño Gráfico
Gloria Esperanza Pardo Castro de Medicina
Héctor Miguel Aldana Alonso de Agronomía (reingreso)
Óscar Ramón Monroy Vega de Odontología (reingreso)
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a un cargo universitario.
Nuestras universidades
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son, sin embargo, mucho más universales, en el
sentido de que engloban áreas del saber ( música,
artes, nutrición, terapias ...) que, por ejemplo,
no suelen hacer parte de las universidades
europeas y para las cuales no existen
tradicionalmente programas de doctorado.
¿Dónde hacer, por ejemplo, un doctorado en
terapia ocupacional?¿Dónde, en odontología?
En ciencias básicas, producir un artículo por año
en revistas tipo A, indexadas por Colciencias
sería suficiente para cubrir la cuota de 40 puntos
en cinco años, pero ¿qué tan fácil es hacerlo en
música? Así, el cuerpo docente en estas áreas
se reduciría a unos pocos profesores con
doctorado en los cargos directivos, rodeados de
multitud de docentes temporales dictando las
materias, con la consecuente pérdida de calidad.
Resumiendo, pienso que la propuesta de
estatuto genera inequidades, tanto entre áreas
del conocimiento como entre la docencia, por
un lado, y la investigación y la extensión, por el
otro; y que sus consecuencias a mediano plazo
son la transformación del profesorado en una
planta de docentes temporales, reduciendo
gastos.
Más que en el escalafón y en las dedicaciones
actuales, creo que el problema de la contratación
de malos docentes radica en los concursos, en
la renovación de contratos (incluyendo el
período de prueba) y en sus evaluaciones. La
no existencia de parámetros claros se ha
prestado, por una parte, para que los directores
de departamento y los consejos de facultad,
centro o instituto interfacultades no se sientan
con autoridad para no renovar el contrato de un
docente sin ser tachados de arbitrarios y, por
otra, para manipulaciones e injusticias a favor
de intereses personales. Creo que es allí donde
deben hacerse modificaciones.
La riqueza de nuestro cuerpo docente está en
su calidad y su diversidad. Los mejores en cada
campo deben estar aquí. Determinar quiénes son
los mejores debe ajustarse a la idea de docente
que queremos, y esta idea se expresa diferente
en cada área del saber. Recortar esa diversidad
por decreto
asestaría un golpe a nuestra
José
Daniel Muñoz
Universidad
del asociado
que tal vezFacultad
no puedadereponerse.
Físico.
Profesor
Ciencias
Polidoro Pinto Escobar
Néstor Gustavo Sarmiento R.
Nació en Bogotá en el año de
1926. Después de cursar estudios en la Universidad Nacional de Colombia obtiene el título de Doctor en Derecho y
posteriormente el título en Botánica Sistemática en esta misma institución. Viaja a Francia
para continuar sus estudios y
allí obtiene el título de Doctorat
de L‘université de París.
El profesor Pinto fue además
becario de la Cooperación Cultural Francesa para estudios en
el Laboratoire de Phanérogamie en el Musseum National d‘Historie
Naturelle de París y en la Statium de Genétique et Amellioration
des Plantes (INRA) en Versalles.
Dentro de sus inquietudes profesionales, y como proyección de
las mismas, resolvió ingresar como docente al Instituto de Ciencias Naturales – Museo de Historia Natural de la Universidad
Nacional de Colombia en la sede de Bogotá en el año 1956 en la
categoría de Instructor, y realizó la carrera profesoral hasta llegar
a Profesor Titular, que es la máxima categoría dentro de ella, en el
año 1985, con algunas interrupciones para desempeñar cargos en
el Musseum National de París en donde se inicia como stagier y
después de ser attaché de Recherches en las distintas categorías,
en 1983 llegó a Maitre Assistant Associé. En el año 1984 es invitado como Maitre de Conferences du laboratoire Associé au
Musseum.
En su trayectoria en la Universidad Nacional el profesor Pinto
participa en la actividad académico- administrativa desempeñándose como secretario administrativo de la Universidad (1961), secretario de la Facultad de Ciencias (1965), director de la biblioteca
central (1966), coordinador del programa Flora de Mutis (1964),
director del Instituto de Ciencias Naturales y miembro del Consejo
Directivo de la Facultad de Ciencias (1975-83).
En el año 1991 fue designado Profesor Especial y la Universidad
Nacional lo distingue como Maestro Universitario y como Profesor Honorario.
La Academia Colombiana de Ciencias exactas físicas y naturales
lo designa miembro correspondiente en el año 1995 y en el año
2000 ocupa la silla 31 de la Academia como miembro de número.
El profesor Pinto ha realizado más de treinta publicaciones en diversas revistas nacionales y extranjeras y cinco libros en su especialidad: la familia Gramineae.
Fue editor de las revistas Lozanía, Mutisia y Caldasia. Actualmente
es coordinador de la revista de la Academia Colombiana de Ciencias exactas físicas y naturales.
En la actividad gremial desempeñó el cargo de secretario de la
Asociación de profesores de la Universidad Nacional. Miembro
fundador de la Asociación sindical de profesores universitarios y
en la actualidad es vocal de la Junta Directiva de la Asociación de
Docentes Pensionados de la Universidad Nacional.
En el año de 1929, un 19 de octubre nació en el Líbano
(Tolima). Una vez concluyó su
bachillerato en el Instituto Isidro Parra de su población natal ingresó a la Universidad
Nacional de Colombia en la ciudad de Bogotá, donde culminó
estudios en 1959. Se desempeñó como monitor, previo concurso, de 1957 a 1959 en la cátedra de Química General, iniciando de esta manera su carrera docente. Posteriormente
fue nombrado instructor asistente y asociado de la cátedra de
Biología General en la Facultad de Medicina de la Universidad
Nacional hasta 1960. En 1961 fue nombrado como instructor en la
Universidad de los Andes en Bogotá, haciendo a la vez cursos de
extensión en Embriología comparada, Anatomía comparada en
vertebrados, Genética General y de poblaciones en Drosophyla
melanogaster.
En 1962 regresa a la Universidad Nacional llamado por el director
de la cátedra de Biología, continúa entonces su carrera docente llegando a profesor asociado y en el año 1990 se retira pensionado.
Durante su desempeño docente participa en la administración
académica como jefe de la Sección de Genética del Departamento
de Biología.
El profesor publicó varios artículos en revistas como: Revista del
departamento de biología de la Universidad Nacional “Acta Biológica Colombiana”, Revista de la Asociación Colombiana de ciencias biológicas, etc. Sobre sus temas de investigación:
Ecología, Economía y Morfometría del Ermoplyus mutiisi en la
Sabana de Bogotá, con registros en todo el Río Bogotá hasta su
desembocadura en el Río Magdalena en Girardot.
Cariotipos (recuento cromosonal) con peces como el Bocachico
del Magdalena y Río Meta con fines taxonómicos.
Estudio del aumento de lucocitos de la variedad (Eosinófilos) en curies,
al suministrarles por vía oral extracto de ají y tabaco, para comprobar si el
aumento en los humanos se debe a estos compuestos.
En 1972 fué nombrado, en medio tiempo, para crear y poner en
funcionamiento el laboratorio de la Caja de Previsión Social de la
Universidad Nacional, el cual ha continuado su función hasta hoy.
Con el Dr. Luis Eduardo Mora Osejo, recientemente fallecido, y
con la colaboración estrecha de los demás colegas docentes de la
época, se llegó a la creación de la carrera de Biología en la Universidad Nacional de Colombia.
La actividad gremial lo lleva a afiliarse a la Asociación de Profesores de la Universidad Nacional de Colombia – APUN de la cual
fue presidente en el período 1983 a 1985, Asociación a la cual pertenece actualmente en el capítulo de pensionados.
Una vez jubilado se hace socio de la Asociación de Docentes
Pensionados de la Universidad Nacional de Colombia –
ASDOPUN, en la que fue elegido presidente en 1993, cargo en el
cual ha sido reelegido y que actualmente desempeña. Se destaca su
actividad sobre todo en lo que tiene que ver con UNISALUD.
Vilma Segura
Profesora Asistente
odontopediatra
DIMENSIÓN
DE LO ORAL
EN EL SER HUMANO
Lo oral como realidad de la condición humana alude a la boca y particularmente a la cualidad de expresarse a través de ella,
mediante el lenguaje verbal o gestual, con el uso de sonidos o de muecas, para la transmisión de mensajes provenientes de las
esferas biológica y psico-emocional de la persona, que le permiten interactuar con otros y comunicarse con el mundo.
La boca, como órgano privilegiado del cuerpo humano, desde la etapa intrauterina participa en procesos de conexión o de
relación del individuo, consigo mismo y con la otra (madre), en el sagrado recinto del útero y nos vincula, desde este período,
con la sensación de unidad, la gratificación, el placer, la satisfacción básica de saciar el hambre y/o el afecto, el desarrollo
proprocéptivo y sensoriomotor y el establecimiento de funciones como la succión y la deglución, que posteriormente madurarán
en la vida posnatal y a las cuales se van a incorporar otras, como la fonación y la masticación, acompañando al individuo,
durante las diferentes etapas del ciclo vital humano, es decir, desde la niñez hasta la senectud.
En esta cavidad, bañadas por un fluido, la saliva, estructuras tan disímiles como la lengua,
las amígdalas, los dientes, las encías y las mucosas que tapizan incluso estructuras óseas
del macizo facial, cohabitan de manera armónica, a no ser que se presente una perturbación
congénita o adquirida proveniente de otro órgano de la economía corporal o bien de origen
local, interconectadas por una red vasta y exquisita de vasos sanguíneos y ramificaciones
nerviosas, que le confieren una exquisita sensibilidad y contribuyen en conjunto a completar
el esquema corporal de la persona mediante la estética, el sentido del gusto, la articulación
de fonemas y la masticación.
Gracias a todas estas estructuras orales, características como la textura, la consistencia y el
sabor, e incluso la temperatura, son descubiertas y reconocidas; saciamos nuestra hambre
física y de afecto, experimentamos el placer y el dolor, afianzamos nuestra autoestima,
aceptación y confianza con una maravillosa sonrisa, nos deleitamos con una exquisita comida,
un beso apasionado o una caricia más íntima y ante la caída o la extracción de un diente
experimentamos la pérdida, o incluso la castración en términos de Freud, el padre del
psicoanálisis.
Es por todo esto que en la boca se conjugan múltiples funciones y ella adquiere diversos significados: ser puerta de entrada o
apertura al proceso de asimilación de nutrientes esenciales para garantizar la vida, vía de escape, refugio ante la separatividad
inminente, llamado de atención ante la falta de caricia o de chispa en la vida, canal para esgrimir violencia, mostrar la aceptación
resignada o ser un vehículo de un consejo sabio o de una respuesta efectiva. La cavidad oral, entonces, concentra el poder de
la asimilación y la aceptación o, por el contrario, el rechazo y la resistencia.
Es a través de ella que canalizamos nuestra vitalidad, creatividad y agresividad y expresamos sensaciones de seguridad y
confianza básicas, adquiridas desde la lactancia, bien con manifestaciones de sonrisa, lenguaje, silencio o aún con signos
gestuales de felicidad o de malestar, como el apretar los dientes en una actitud de desafío, impotencia o rabia, o a través de la
palabra, por negligencia o con intención, herir o dañar a otra persona con una expresión verbal descuidada y agresiva o acariciarla con el elogio y el reconocimiento.
Con base en el reconocimiento propio de la cavidad oral y de las múltiples representaciones que tiene, es que se comprende
por qué el encuentro con el profesional de salud en la consulta odontológica resulta desafiante y produce ansiedad y temor,
dado que algo de nuestra intimidad es mostrado a otro o a otra. Pero al mismo tiempo surge como un reto personal y una prueba
a nuestra capacidad de adaptación ante una situación, que asociamos con el malestar y el dolor, y que en forma conciente o
inconciente rechazamos o evitamos, pero se transforma en otra experiencia vital de la que podemos salir airosos y triunfantes,
con una redimensión de nuestra corporeidad y corporalidad.
APUN saluda y desea éxito en su gestión a
nuestros asociados recientemente nombrados en cargos académico administrativos de
la Universidad:
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El surgimiento del régimen
estatutario actual de la Universidad
Nacionalla Ley 30 vino al interior de la
Expedida
Universidad Nacional el debate acerca de
su “Ley Orgánica”, esta vez reducida simplemente a un decreto reglamentario que
habría de expedir el Presidente de la República. Muchos docentes, bien de forma individual o a través de las asociaciones
profesorales, participamos activamente en
el debate acerca del contenido y redacción
de la norma especial para la Universidad
Nacional - ver, por ejemplo, el anteproyecto presentado por APUN, publicado en
“Apuntes Universitarios” #13, p 3/23 -. Al
final del debate, durante el cual la Ministra
de Educación prestó mayor atención a las
propuestas del profesorado que la dirección universitaria, fue expedido el Decreto
1210 de 1993 (junio 28), que es la norma
general vigente por la cual se rige nuestra
institución. Esa norma daba nuevamente a
la Universidad Nacional la posibilidad de
una reforma de fondo de su régimen
estatutario.
La Rectoría, en cabeza de Guillermo Páramo, quiso que el nuevo régimen que se expidiera con fundamento en la Ley 30 y el
Decreto 1210 tuviese un amplio consenso
entre los estamentos universitarios; en este
orden de ideas se crearon varias comisiones de estudio y un equipo de asesoras en
rectoría tenía como misión reunir las diversas opiniones de miembros y organizaciones de la comunidad académica, clasificarlas, divulgarlas en lo posible y hacerlas llegar a las distintas comisiones. Personalmente en mi calidad de Director de la División de Personal Docente, por solicitud del
rector, hice parte, entre otras, de la comisión sobre Estatuto de Personal Académico que debía coordinar Javier Barona, a la
sazón representante profesoral en el C.S.U.
Paralelamente sugerí a la APUN designar
una comisión sobre el particular, y en respuesta se conformó una comisión conformada por Polidoro Pinto, Pedro Lázaro,
Álvaro Betancourt, Héctor Aldana y Carlos López. Esta comisión tuvo oportunidad
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Jorge Mora. Director de Cine y Televisión
Deyanira Pulido de Pfeiffer. Vicedecana de Bienestar Facultad de Medicina
Mercedes Mora Plazas. Directora del Departamento de Nutrición
Melier Vargas Zárate. Coordinadora Académica de la carrera de Nutrición
no solamente de consultar y estudiar los
diferentes documentos elaborados por la
APUN sobre el tema desde 1954, sino que
alimentó también sus discusiones con los
aportes provenientes de la comunidad universitaria, motivada como estaba por la
política de participación propiciada por la
Rectoría. No es el momento de discutir el
trabajo elaborado por la comisión nombrada por el Rector; me interesa sí llamar la
atención sobre el informe final que presentó la comisión de la Asociación de Profesores en octubre de 1994, el cual fue ampliamente divulgado entre la comunidad
académica (Proyecto de Estatuto de Personal Académico - Exposición de Motivos
y propuesta de Articulado, Pensamiento
Universitario # 10 (11), APUN, octubre de
1994 y fue de conocimiento de la comisión
rectoral y de los Consejos Superior y Académico.
La propuesta de APUN sobre Estatuto de
Personal Académico se fundamentó en una
muy definida concepción académica de la
Universidad que, sin olvidar la situación
coyuntural, habría de permitir, en el sentir
de los comisionados, reorientar la institución por los caminos de la creación de conocimiento, pero sin apartarse de su misión
esencial como institución formadora al servicio de los grandes fines culturales del
Estado colombiano. Se hizo especial énfasis en el carácter de la “tarea académica”,
propia de quienes se deciden por abrazar
la Academia como su nueva profesión, y
en consecuencia sobre sus obligaciones,
funciones, derechos y responsabilidades
éticas, así como también las características
de la “Carrera Académica” que habría de
permitir a los académicos realizarse intelectual y humanamente dentro de esta nueva
“profesión”. Profesión que probablemente puede ser afín a lo que se refiere a su
formación universitaria, pero ciertamente
muy diferente en lo que se relaciona con
las responsabilidades que debe asumir.
Para decirlo de una manera algo extrema,
pero que fue tema de discusión por aquellas épocas, para su labor académica la Universidad Nacional no contrata simplemen-
te ingenieros, médicos, físicos o sociólogos, sino “Profesores Universitarios”. Y
por cuanto estos se hacen dentro de la misma academia, especial cuidado debía ponerse en la estructuración de una adecuada “carrera académica”, que no excluía que
incluso estudiantes de posgrado pudiesen
iniciar experiencias en esta nueva profesión, obviamente, bajo un estricto sistema
de tutoría por parte de profesores de carrera
de los niveles superiores del escalafón.
Para los comisionados de APUN era muy claro
también que teniendo la universidad la responsabilidad de formar profesionales idóneos, ello
la obliga a acudir a la experiencia que en estas
áreas tienen no pocos profesionales que se
desempeñan eficientemente en el sector
extrauniversitario. Sin embargo, era claro también que los requisitos para la vinculación
que deberían hacerse a estos colaboradores en la labor formativa no podían ser los
mismos que a quienes desean dedicarse
“exclusivamente” a la labor académica. Esta
consideración nos llevó a la propuesta del
“Catedrático”, que entendimos como
“…quien de acuerdo con los requerimientos académicos de la Universidad, lleva a
ésta su experiencia profesional en el sector productivo o administrativo, estatal
o privado extrauniversitario, mediante el
ejercicio especializado de la práctica docente o de extensión universitaria”
(APUN, “Proyecto de Estatuto de Personal Académico”, p 17 y 50). La sana conjunción en la labor formativa de los académicos y los catedráticos sería, en nuestro
concepto, ingrediente necesario para el logro de una formación profesional de alto
nivel académico, pero también de alto grado de conocimiento del medio social y productivo en que habría de desempeñarse el
nuevo profesional.
Un gran error de la rectoría del Profesor
Páramo fue no haber fijado un término para
la expedición de la reforma estatutaria, lo
cual permitió su aplazamiento casi indefinido, permitiendo que la universidad se
mantuviera en una poco conveniente interinidad reglamentaria que se prolongó por
más de ocho años. Cuando la dirección
universitaria retomó la tarea en 2002, seguramente ya el interés por la participación
había decaído, aun cuando tengo la impresión que también el interés por revivirla. Recuerdo que las observaciones por parte de
APUN al nuevo proyecto del Rector
Moncayo ni siquiera merecieron la nota de
recibido por parte de la Rectoría. Hay que
hacer notar sin embargo que esta vez sí se
estableció por parte de la dirección universitaria un término para la expedición del
nuevo régimen estatutario que debería adecuar
la
universidad a la normatividad derivada de
la Constitución de 1991 (Ley 30 de 1992 y
Decreto 1210 de 1993). Finalmente fue expedido el Acuerdo 035 de 2002, que es la
norma actualmente vigente para el Profesorado Universitario. Por su parte, ya en
1999 el C.S.U. había expedido el nuevo Estatuto General de la Universidad.
¿Es necesaria la expedición de un
nuevo Régimen Estatutario?
Toda reforma que se expida, por amplio que
haya sido el proceso de su concertación,
seguramente contendrá principios y normas que bien pueden no ser del completo
agrado de diversos sectores del estamento que se afecta por ellas, o que con el tiempo muestran que son inoperantes, inconvenientes o innecesarias. Ello es apenas
normal; por ello es también normal que con
relativa frecuencia las instituciones revisen
su régimen reglamentario y, si es del caso,
incluso su legislación interna que, se supone, está en esencia contenida en su régimen estatutario. La Ley 65 de 1963, los
Decretos Ley 80 y 82 de 1980, así como también la Ley 30 de 1992 y el Decreto 1210 de
1993, han obligado a la Universidad Nacional a reformas de su régimen estatutario.
Estas reformas estatutarias en repetidas
oportunidades han dado a la Universidad
Nacional la posibilidad de adecuarse, no
solamente a la nueva legislación externa,
sino principalmente a las nuevas realidades sociales y políticas que presuntamente dicha legislación interpreta. En su orden,
correspondió a las rectorías de José Félix
Patiño (1965), de Marco Palacios (en 1985)
y de Víctor Manuel Moncayo (1999-2002),
expedir el correspondiente régimen
estatutario. Debemos reconocer, sin embar-
go, que entendida como posibilidad de reforma institucional, solamente la dirección
bajo la orientación del ex rector Patiño supo
aprovechar la oportunidad que se brindó a
la Universidad Nacional para realizar transformaciones profundas. Vista históricamente, vale también la pena destacar que dicho proceso de reforma, a pesar de ser en
ese entonces el nombramiento de la autoridad universitaria de exclusivo resorte del
poder ejecutivo, tuvo a su favor haberse
realizado en permanente consulta y
concertación con los estamentos académicos, profesores y estudiantes, así como
también con el sector de los trabajadores.
Personalmente creo que este ingrediente,
que tanto faltó en los procesos que le siguieron (con excepción del inconcluso proceso intentado por el rector Páramo), fue
definitivo en el proceso de consolidación
de la reforma que finalmente se llevó a cabo,
así en muchos aspectos haya quedado inconclusa.
Visto lo anterior nos preguntamos si actualmente existe una realidad apremiante que
obligue a emprender una nueva reforma
estatutaria de la universidad, cuando en el
caso particular del estatuto profesoral,
acuerdo 035 de 2002, éste tiene apenas un
año y medio de estar vigente y en muchos
de los aspectos que toca aun no ha sido
reglamentado. De otra parte, no conozco
hasta el momento una clara “exposición de
motivos” que fundamente la reforma
estatutaria que, presuntamente con una
justificación eminentemente coyuntural,
está proponiendo actualmente la rectoría
del Dr. Marco Palacios. Acepto, sin embargo, que en algunos de los puntos del articulado presentado a la comunidad académica hay propuestas que se acercan, así
sea de manera tímida y casual, a otras que
personalmente he defendido desde tiempo
atrás, o a las que contiene el proyecto de
APUN a que hemos hecho referencia.
Creo que hay algunos puntos de los estatutos vigentes que pueden ser nuevamente discutidos; por otra parte, seguramente
muchas reformas pueden introducirse al
momento de abordar la reglamentación de
los puntos contenidos en los estatutos vigentes. Pero asumir que en el momento
actual sea necesaria una completa reforma
estatutaria para implementar cambios en los
procesos académicos, realmente creo que
es una visión demasiado estrecha sobre las
posibilidades que la dirección universitaria tiene dentro del régimen estatutario vigente. En mi personal opinión, no es un
precedente aceptable que cada vez que se
presenta un cambio de Rector, toda la Universidad Nacional deba entrar en interinidad estatutaria. Esta errada política presenta hacia el interior y exterior una imagen de
inestabilidad institucional, nada conveniente para su desarrollo académico. Sobre este particular quisiera traer a cuento
una anécdota que ojalá sirva para que el
profesorado adopte una posición consecuente, no meramente contestataria, con
relación a la propuesta de la actual rectoría. En 1989, en un “Seminario Permanente
sobre Calidad, Eficiencia y Equidad en la
Educación Superior”, que en buena hora
inauguró en el ICFES su director, el Dr.
Marco Palacios, el convocante se quejaba
del carácter escéptico con el que los profesores tomaban las propuestas de reforma que presentaba la Rectoría; lo cual obedecía, según el ilustre director, a una especie de miedo al cambio y a la modernización institucional. Recuerdo que yo, basado en un documento elaborado por la
APUN con motivo de sus 35 años de existencia, repliqué al Dr. Palacios más o menos en los siguientes términos: si en los 35
años de existencia de la APUN (entre 1954
y 1989) cuarenta y tres (43) ilustres personajes habían desfilado por la rectoría de la
Universidad Nacional, cada uno de ellos
probablemente con una personal propuesta de “Reforma Universitaria” ¿será que la
institución habría sobrevivido si su Estamento Profesoral hubiese acatado sin
criticidad esas 43 propuestas de reforma?
Estoy seguro - comenté - que ese carácter
escéptico del Profesorado de la Universidad Nacional fue, al menos durante el citado lapso de 35 años, la garantía de supervivencia de nuestra Alma Máter. Los equipos de dirección son transitorios, tal vez
demasiado transitorios en el sentir de algunos; pero el Estamento Profesoral, en
cuanto organizado, pluralista y democrático, es ¡debe ser! permanente, así también
en el sentir de no pocos, ello sea un “estorbo” para una presunta “modernización
institucional”.
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