Que parezca un accidente Basta de medias verdades. Tratar de recopilar todas las conspiraciones carbonarias y las toneladas de basura que se han vertido sobre nuestro fútbol en los últimos tres años sería una tarea inacabable. Si fuera una película, sería "Misión imposible 4", esta sí. Para compilar en papel, de manera detallada, toda la colección de calumnias sin pruebas, forofismos interesados, columnas sectarias y editoriales más propios de un "pravda" oficial que de un periódico plural, haría falta arrasar toda la selva del Amazonas primero, talar todos sus árboles y finalmente, gastar millones de resmas y folios. Salvo que uno viva en Marte o haya sido abducido por algún marciano que estuviera de vacaciones en La Tierra, la tónica de toda la temporada ha consistido en torpedear el buen fútbol del Barça, a base de atroces campañas de descrédito. No se puede tolerar que el equipo que antes era el mejor del mundo, haya cedido su trono algunos años, no. Hay que adelantar el apocalípsis cuanto antes y hay que acelerar el fin de ciclo, porque el negocio está en expulsar a este Barça del paraíso. Fuego a discreción y tiroteo mediático vox populi: Canguelo, cagómetro, provocaciones, riñas políticas, eurocanguelo, conspiraciones, antiespañolía, publicidad de autobuses e incluso, filtraciones de presunto dopaje. El décimo elemento, el de más calado ha sido el Villarato, patente y copyright Diario As. Después de dos años de trabajo de demolición, la penúltima entrega de Villarato Producciones SA ha sido para enmarcar. As titulaba así su portada: "Pareció un accidente". También reflexionaba "tranquilo Mourinho, no es nada personal, son sólo negocios". En el interior, el editorial de Alfredo Relaño, adosado a una línea dura: "(...) Otra vez suerte para uno y mala suerte para el otro. Pepe expulsado en el Bernabéu, dos goles de Messi once contra diez. Anoche, gol escamoteado que saca al Barça del apuro (...) Dos hombres, Stark y De Bleeckere, actuaron en ambos casos como se pide: en la duda... A un lado el Barça de la cantera, salvador en su día de Villar. Al otro, ese equipo de fichajes carísimos que critica Platini.(...) Mourinho abominó de cinco árbitros tras lo del Bernabéu y uno de ellos es el que se lleva para su casa el gol de Higuaín, que colocará sobre algún mueble, en el mueble del salón, bien visible. A Mourinho, la UEFA podrá decirle que no es nada personal, sólo negocio. Y pareció un accidente.Y sí, el Barça es bueno, pero este tipo de alfombras que le tienden crea un confort a su juego que ayuda a su perfección. (...) Me pregunto cuándo terminará esto, me pregunto si las bazas que manejó el Madrid le hubieran servido con dos arbitrajes decentes. ¿Qué puede hacer Florentino? Al menos le queda el consuelo de que esta vez lo ha visto todo el planeta". Traducido a futbolés, que los árbitros UEFA han echado al Real Madrid, que el equipo que cometió 31 faltas (récord de la presente Champions) fue maltratado por De Bleeckere, que Villar y Platini salvan siempre al Barça. Y que este escándalo lo ha visto todo el planeta (porque Wenger, Ancelotti, Hitzfeld y Morten Olsen viven en otro planeta). Uno también se pregunta cuándo acabará esto. Y uno también coincide con Relaño, que se pregunta en voz alta qué puede hacer Florentino, porque esta vez, como bien apunta el director del As, esta vez lo ha visto todo el planeta. ¿Qué puede hacer Florentino? Pues un magnífico ejercicio de lectura, de manera sosegada, de un maravilloso artículo que explica, en toda su esencia, el verdadero significado del quejío arbitral. Se trata de un editorial de opinión fechado el 21 de enero de 2002, justo en aquellas fechas donde el ciclo de éxitos sonreía al Real Madrid del propio Florentino Pérez. Decía así: "Ya saben la letanía: los árbitros son del Madrid (aunque pasara lo de Tenerife), los comités son del Madrid (aunque haya pasado lo de Rivaldo y Romero), Aznar es del Madrid, el Rey es del Madrid... Tremendo. (...) Estamos ante un complot de tan amplio espectro como el que acabó con la vida de JFK (...) Y es que no hay como la coartada victimista para desactivar a un equipo. El fútbol es difícil. Es duro, es cansado, cuesta no desfallecer. Déle excusas a un jugador o a un equipo y aflojará. (...) En realidad, eso de la coartada victimista es lo que ha reducido el papel histórico del Barça a su dimensión real: una Copa de Europa frente a ocho. El camino bueno es ignorar las injusticias del azar (una de cuyas formas es el arbitraje) y poner uno de su cuenta los mejores medios. El camino malo es repetirse como una letanía que al rival se le conceden favores y que juega con ventaja, porque eso equivale, justamente, a darse por vencido". La firma era de Alfredo Relaño. Caray con el Villarato. No deja de ser curioso el éxito del término acuñado por Relaño, un magnífico profesional al que muchos estudiantes de periodismo, no hace tanto tiempo, profesábamos toda la admiración del mundo. El padre de la criatura, orgulloso de su invención mediática y su enorme calado, defiende contra viento y marea que existe un contubernio federativo y arbitral, destinado a favorecer los intereses del Barça. Don Alfredo sostiene que el Madrid es la víctima de un complot y que el dichoso Villarato existe, aunque aún no ha aportado las pruebas fehacientes que lo demuestren. Lo curioso es que Relaño defiende su línea editorial con vehemencia. La hemeroteca, que siempre entraña un punto de crueldad con el periodismo, nos recuerda que no siempre fue así. Antes el Real Madrid era el mejor equipo del mundo y hablar de árbitros no era serio. Ahora que el mejor es el Barça, hay barra libre. Para Relaño, el quejío arbitral era entonces un síntoma de debilidad. Hoy el cuento es otro bien diferente y se lleva rajar de árbitros. ¿Qué ha cambiado? El color de la camiseta del que juega mejor a fútbol y levanta las copas. Ya no es blanco. Ardo en deseos de que llegue la hora en que el histórico Diario AS aporte las pruebas concluyentes de que Victoriano Sánchez Arminio, Ángel María Villar y Michel Platini conspiran en la sombra contra el Real Madrid. Hasta que ese día llegue, ya saben: Que parezca un accidente. Rubén Uría / Eurosport