Salvador Paniker: «José María Subirachs», dins, Conversaciones en Cataluña, Kairós, Barcelona, 1967, p. 151-156 «Nací en Barcelona el año 1927, el año del nacimiento del cine sonoro. Mi padre era un obrero que no pudo costearme los estudios, porque en nuestro país estudiar era un privilegio. No me quejo. Es un hecho del que en parte estoy orgulloso, porque así todo cuanto soy me lo debo a mí mismo». José Mª Subirachs es uno de los más importantes escultores españoles contemporáneos y hoy sus obras pueden admirarse en diversidad de lugares del paisaje nacional: colecciones particulares, edificios públicos, monumentos, iglesias, conventos, etc. Subirachs, que tiene rostro de adolescente socarrón y un cuerpo delgado lleno de energía, habla mucho y habla bien, acompañando sus palabras con un movimiento incesante de las manos, que son unas manos nerviosas que dan la impresión de que si las cortasen seguirían moviéndose por sí mismas, como trocitos de lagartijas. SP ¿Qué función social cumple un escultor? JMS El escultor, y el artista en general, presta un gran servició a la sociedad porque hace posible nuevas formas para la comunicación humana. Hay que terminar con el mito romántico del artista bohemio y extravagante. SP ¿Un zapatero no contribuye también a la comunicación humana? JMS Si hace zapatos de acuerdo con su tiempo, el zapatero es un artista, y la sociedad necesita de él. SP ¿La obra de arte es, a la vez, bella y útil? JMS Aclaremos una cosa: el arte no tiene nada que ver con la belleza. Tiene que ver con un determinado tipo de estilo. Fidias o Ingres buscaban la belleza no porque ésta sea una ley del arte, sino porque era una ley de su estilo. Goya, a menudo, busca expresamente lo monstruoso. La finalidad del arte es el estilo, no la belleza. El término «belleza» ha sido alegremente manejado por los críticos a partir del Renacimiento. Es un error. El arte no está vinculado a la belleza, sino al estilo. SP Pongamos un ejemplo. ¿Dónde está el arte en esta silla Bonet en que me siento? JMS Está en el estilo. Y el estilo de la silla está en que coacciona a sentirse y a sentarse de una determinada manera. Los griegos se sentaban con la espalda recta, sin deformaciones físicas; la silla del tiempo de María Antonieta obligaba a una actitud teatral y encorsetada; la silla Bonet permite cierta libertad y relajamiento. Cada estilo es la medida de su tiempo. El arte de estas sillas está en que coaccionan a vivir de una manera determinada. SP ¿Se puede decir lo mismo de la pintura? JMS En pintura y en escultura ocurre lo mismo. Por esto el artista es exactamente lo contrario de un ser antisocial, extravagante o inútil: el artista es el hombre que sintetiza todo el estilo de una época, es el hombre que coacciona a sus contemporáneos para que vivan de una determinada manera. SP ¿Qué nace primero, las ganas de sentarse de una determinada manera o la silla que lo permite? JMS En general son los genios (y pido excusas por usar una palabra tan teatral) los que se adelantan a su tiempo. Gaudí era un genio. O, si lo prefieres, un profeta. Por esto su interés sube de día en día. Miguel Ángel hizo obras barrocas cuando el barroco todavía no existía. SP ¿Se podría hablar de un estilo propio de nuestro tiempo? JMS Hoy está de moda todo lo horizontal. Desde el cinemascope hasta los automóviles, se husmea esta horizontalidad ambiental. El gótico era vertical; la segunda mitad del siglo XX es horizontal. SP Toda obra de arte ha de poseer, pues, contemporaneidad. JMS Contemporaneidad y también intencionalidad. Los buques de guerra y los aviones supersónicos son objetos escultóricamente formidables, porque cumplen con ambos requisitos, especialmente con el de la intencionalidad. No hay obra de arte si no hay una intención. En el caso de los objetos bélicos nada es superfluo, todo es intencionado, todo es anatómicamente lógico. Un portaaviones es una catedral fantástica. Todo está condicionado a una motivación concreta y exacta. SP ¿En qué se diferencia una escultura de un portaviones? JMS Es más fácil hacer un portaviones que una escultura. La intencionalidad de la escultura es más difícil porque no viene condicionada por un fin material. Cuando en un portaviones encuentras un tornillo, como que está allí para aguantar unas planchas, resulta un tornillo anatómicamente perfecto. En cambio, en una escultura o en una pintura, tienes que conseguir la perfección anatómica sin ninguna obligación material. Es un problema más difícil, pero igualmente básico. «La Gioconda» es buena porque no le sobra ni le falta nada. SP Digamos que la finalidad del portaviones es material y la de la escultura es espiritual. JMS Digamos que hay una utilidad espiritual, aunque la palabra no me guste mucho. Hay esta coacción de estilo, esta coacción a que el hombre viva de determinada manera. SP Este cuadro que tienes aquí colgado, con dos hierros en forma de hipérbole, ¿a qué me coacciona? JMS Yo no sé a qué te pueda coaccionar a ti; pero sí sé por qué lo he colgado en esta pared: responde a un estilo de vivir que a mí me gusta y que verás reproducido en todos los rincones de mi casa; un estilo sin trampa, autentico. Aquí la obra consiste en dos elementos de acero cuya forma es el resultado de la presión que le da su punto medio. Todo está a la vista, todo se presenta tal como está hecho. En el mundo de los objetos, desde el punto del escultor, hay una polémica apasionante entre el objeto-escarabajo y el objeto-elefante. Hay animales que muestran su mecanismo, como el escarabajo, la langosta o el mosquito, y hay otros que lo ocultan bajo una envoltura, como el elefante o el hombre. Con los objetos ocurre lo mismo. SP Tu escultura tiende al mosquito. JMS Mi escultura es todo lo contrario de la obra de arte «trompe l’oeil». Un cuadro de Dalí es una obra de arte «trompe l’oeil»; se ven unas perspectivas que no existen, unas materias blanda que en realidad no lo son. En su caso, cuanto más imite, mejor; ésta es su fuerza. En mi caso, por el contrario, todo ha de ser verdad. El acero es acero, la madera es madera. SP Cítame algún objeto-elefante. JMS El «Citroën DS» es un objeto elefante extraordinariamente bien resuelto; un coche que pasará a la historia del arte. SP ¿Pasará a la historia del arte? JMS Aparte de ser un coche nuevo, que desde un punto de vista formal plantea problemas diferentes –como el de que la carrocería continúe más debajo de la línea de flotación, o como la forma del volante- aparte de esto, digo, está relacionado con toda una tradición de escultura del tipo Brancusi. Brancusi ha hecho posible este coche. El «2 CV» en cambio, está en la línea del mosquito. SP ¿Y el «Rolls Royce»? JMS No sé; el «Rolls Royce» es un coche de ricos, con aire aburrido y fuera de época; es como un bolso de piel de cocodrilo, o como un Partenón con ruedas. SP Según todo esto, la obra de arte es real cuando se coloca en la punta de una línea evolutiva coherente. Pero existen líneas evolutivas que a la larga son líneas muertas. JMS Sí, pero de momento poseen una historicidad válida. Lo grave es cuando se sigue una calle que hace tiempo que ha sido superada. Lo importante es la contemporaneidad, aunque luego muera, o precisamente porque muere. Christian Dior dijo una vez una frase genial: le atacaban diciendo que la moda es algo pasajero, y el replicó: «Des civilisations c’est le périsable qui demeure». Lo que muere es lo que perdura. SP Finitud y temporalidad como nuevas categorías en arte. JMS Sí. SP ¿Podríamos ver tu taller? JMS Naturalmente. El taller de Subirachs es grande –tiene dos pisos-, está limpio y ordenado y huele a yeso y a cola. El escultor va mostrando sus obras más recientes con mucho apasionamiento. JMS En la creación de una obra de arte hay dos momentos básicos: proyección y realización. Yo le doy una enorme importancia a la proyección. Me siento en mi mesa de trabajo y proyecto mis esculturas como un arquitecto proyecta una casa. En este proyecto es en donde te lo juegas todo. Tengo la pretensión de que cada una de mis obras tenga un tema porque yo quiero poner tema al arte abstracto, que eliminó los temas. Es un trabajo agotador, puesto que hoy el tema no es Napoleón cruzando los Alpes, sino que en cada caso es algo nuevo; en cada caso es un planteamiento diferente, a veces plástico, a veces argumental; en cada caso se trata de una significación diferente. Es uno de los problemas del arte moderno. Hay artistas que han hecho un hallazgo importante, pero luego se pasan la vida repitiéndolo. SP ¿Trabajas a horas determinadas? JMS Empiezo a las nueve de la mañana, como si me tocaran un pito, y ya no paro hasta la noche. Me he propuesto una obligación y la cumplo. SP ¿Esta obligación, si no tuviera una razón económica, subsistiría? JMS Es indispensable para el artista que su obra sea a la vez su medio de vida. Por esto el «amateur»no puede ser bueno. Profesionalismo quiere decir vivir de la obra. SP Un profesional de la poesía, ¿cómo va a vivir de su obra? JMS Cuando yo digo que profesionalismo significa vivir de la obra no me refiero, exclusivamente, al sentido económico. El profesional es aquel cuya obra justifica su vida frente a los demás. Su obra es un valor de intercambio que le absuelve de plantar patatas y construir muebles. Por el contrario, el artista aficionado lo que quiere es evadirse de la vida real. La obra del aficionado se nota porque intenta siempre ser «sincero»; intenta hacer lo que siente, lo que le apetece más. Yo no creo en esta sinceridad. Creo en la autenticidad, que no consiste en hacer lo que uno siente, sino en hacer lo que a uno le obligan a hacer. La iglesia más hermosa del mundo fue proyectada por un ateo, Le Corbusier. Le dieron un problema y él se lo planteó con la máxima seriedad, a pesar de que personalmente no sentía el tema. El pintor dominguero hace exactamente lo contrario; sólo pinta lo que le gusta o lo que le divierte. SP Así volvemos al tema de la utilidad de la obra de arte. JMS Esto que dicen muchos artistas (lo cual me hacen dudar que lo sean) de que ellos igual crearían sus obras si estuviesen en una isla desierta, por pura necesidad de crear, esto me parece una monstruosidad. Si la obra de arte no puede servir para comunicarse con los demás, no hace falta hacerla. SP ¿Y la comunicación con la trascendencia? JMS ¿Una trascendencia metafísica? No me interesa. A mí me interesa el hombre. El problema de Dios desborda mi capacidad de comprensión. Es el hombre quien me interesa, es el hombre quien crea de la Nada, quien ha sido capaz de maquillar la naturaleza y de domarla. El Más Allá me da igual que exista o que no exista. Sólo los adolescentes se interesan por el Más Allá; yo estoy comprometido en un trabajo para colaborar a hacer el mundo del Hombre. SP Todo esto es exacto. Lo que ocurre es que la Trascendencia no es sólo el «más allá» del tiempo, sino el «más allá» de cualquier cosa, y probablemente se encuentra por el camino que tú sugieres: en la acción concreta y asumida de lo que sólo cada uno puede hacer. JMS Exactamente: vivir plena y humanamente, intentando justificar la vida del hombre. Esto es la trascendencia. SP Pero hay un gran problema, y está nuevamente relacionado con el tema de la obra de arte como comunicación. El problema es que a medida que el hombre evoluciona, a medida que está biológicamente más separado de la Naturaleza Original, se siente más sólo, y las viejas formas de la comunicación, incluida la gramática, hacen crisis. JMS Sí, yo noto mucho esta soledad, este sentirse inacabado, pero al mismo tiempo me gusta vivir en nuestra época, una época en que estamos jugando fuerte y con riesgo. La bomba atómica da miedo, pero al mismo tiempo estoy orgulloso de vivir en una época en que la bomba existe. SP La altura histórica es proporcional al riesgo. JMS Yo me siento muy occidental y muy mediterráneo; me siento protagonista de una civilización vieja y cansada. En mi obra hay, a menudo, ironía, pero es una ironía serie y fatigada. SP Para terminar, ¿te atreverías a sintetizar el objetivo de tu vida? JMS Es posible que mi objetivo sea el de que mi obra, que puede parecer superflua, llegue a ser una necesidad. Antes de inventarse el teléfono la gente no tenía necesidad de él. Antes de crearse la escultura moderna la gente no sentía necesidad de ella. Que la gente sienta esta necesidad: puede que este sea el objetivo de mi vida.