¿Es el lignotúber tan generalizado en el matorral Chileno como se supone? Implicaciones en la ecología evolutiva del fuego. Patrocinante: Dra. Susana Paula Juliá Proyecto del Trabajo de Titulación presentado como parte para optar al título de Ingeniero en Conservación de Recursos Naturales DIEGO ANDRES MARDONES KONING VALDIVIA 2014 i ii iii 1 2 3 3.1 3.1.1 3.1.2 3.1.3 3.2 3.2.1 3.2.2 3.2.3 4 4.1 4.1.1 4.1.2 4.2 5 6 7 Anexos Índice de materias Calificación del Comité de Titulación Agradecimientos Resumen INTRODUCCIÓN REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA MÉTODOS Relación entre la distribución del lignotúber y la actividad del fuego a escala global Fuente de datos Estructura de la base de datos Análisis estadísticos Estudio del lignotúber en especies del matorral chileno Selección de especies y procedencia de las plántulas Estudio morfológico de la transición tallo-raíz en las plántulas Estudio anatómico de la raíz de las plántulas RESULTADOS Relación entre la distribución del lignotúber y la actividad del fuego a escala global Análisis de la base de datos Patrones de abundancia de especies lignotuberosas Estudio del lignotúber en especies del matorral chileno DISCUSÓN CONCLUSIÓN REFERENCIAS 1 Rasgos morfológicos de la transición tallo-raíz en individuos adultos y jóvenes de especies de plantas del matorral chileno 2 Residuos estandarizados del análisis de 2 de Pearson para cada bioma 3 Residuos estandarizados del análisis de 2 de Pearson para cada reino biogeográfico 4 Rasgos morfo-anatómicos de la transición tallo-raíz en plántulas de Peumus boldus 5 Rasgos morfo-anatómicos de la transición tallo-raíz en plántulas de Quillaja saponaria 6 Rasgos morfo-anatómicos de la transición tallo-raíz en plántulas de Lithrea caustica 7 Rasgos morfo-anatómicos de la transición tallo-raíz en plántulas de Cryptocaria alba 8 Rasgos morfo-anatómicos de la transición tallo-raíz en plántulas de Persea lingue 9 Lista de estudios indexados en la base de datos Página i ii iii 1 2 5 5 5 5 7 8 8 9 9 10 10 10 11 14 16 19 19 Agradecimientos Agradezco a todas las personas que me apoyaron en todos los momentos. A mis amigos que estuvieron siempre presentes, dándome en cada momento palabras de aliento y calma. A mis padres por su apoyo incondicional y porque en cada momento estuvieron conmigo, sin importar la situación. Y un agradecimiento muy especial para mi profesora, Susana Paula, quien fue mi guía, mi apoyo, mi fuente de conocimiento y aprendizaje; agradezco todo el apoyo que me brindo y el conocimiento dado, es una gran persona, siempre dispuesta a ayudar, y por sobre todo me siento agradecido por su paciencia y comprensión. Así mismo, agradezco al proyecto FONDECYT1120458, quien financió la investigación, a la CONAF por haber ofrecido plántulas para el estudio morfo-anatómico y al Instituto de Ciencia Ambientales y Evolutivas de la Universidad Austral de Chile por haber puesto a mi disposición las instalaciones e instrumental para el desarrollo de esta tesis. ii Resumen El lignotúber es un rasgo presente en ecosistemas mediterráneos, donde el fuego es frecuente. Sin embargo, también se ha descrito en entornos donde el fuego es poco frecuente. Del mismo modo, la ausencia de incendios de origen natural en Chile central ha sido usado como argumento en contra del rol del fuego en el origen evolutivo del lignotúber. Por lo anterior, el objetivo principal de este trabajo es estudiar la relación del lignotúber con el régimen de incendios. Para ello, se realizó una base de datos con el fin de evaluar, a escala global, la relación entre la distribución del lignotúber con la actividad de fuego y estudios morfo-anatómicos para comprobar la existencia del lignotúber en las especies del matorral chileno. Se pudo determinar que la presencia del lignotúber no es exclusiva de ambientes mediterráneos, sino que también es frecuente en otros ecosistemas como la sabana tropical. La abundancia de especies lignotuberosas podría estar más relacionada con la severidad de los incendios que con su frecuencia. Las especies paradigmáticas del matorral chileno Cryptocaria alba, Peumus boldus, Quillaja saponaria, Lithrea caustica y Persea lingue no muestran indicios macroscópicos de desarrollo de lignotúber en plántulas de hasta cinco años de edad, con excepción de Cryptocaria alba, la cual presenta acumulación de yemas latentes en la transición tallo-raíz a partir de los dos años de edad. Esto contrasta con especies lignotuberosas de otras regiones mediterráneas, donde el lignotúber se empieza a desarrollar en los primeros meses de edad. . iii 1. INTRODUCCIÓN El fuego es una de las perturbaciones más severas que afectan a las plantas terrestres, ya que fuegos muy intensos consumen la mayor parte de los tejidos aéreos. Para hacer frente a esta perturbación, las plantas han adquirido rasgos que les permite persistir en aquellos ambientes donde el fuego se presenta con alta recurrencia. Uno de los principales rasgos que presentan las plantas en ambientes donde el fuego es frecuente y que es fundamental para su persistencia, es la capacidad de rebrote. El rebrote consiste en el crecimiento de tallos a partir de yemas protegidas, que a menudo se encuentran en un estado latente y se activan con algún tipo de perturbación. La ubicación de las yemas debe ser tal que queden protegidas de las altas temperaturas producidas durante un incendio, como por ejemplo en la parte subterránea de la planta, que por lo general no muere. Por lo tanto, el rebrote se puede dar a partir de diferentes órganos presentes en las plantas; uno de ellos se llama lignotúber o lignotubérculo, estructura en la cual se enfocará este trabajo. El lignotúber, además de almacenar yemas, presenta reservas (carbohidratos y nutrientes minerales) que podrían contribuir a proveer de energía a las plantas cuando estas han sufrido daños por algún agente que haya eliminado gran parte de la biomasa aérea. Se trata de un engrosamiento basal o protuberancia leñosa que se encuentra visible macroscópicamente en muchas especies, muy común en algunos individuos de Eucalyptus, tanto en estado de plántula como en adultos. En algunas especies, el lignotúber no es tan conspicuo, por lo que se recurre al estudio morfo-anatómica para su identificación. Existe el argumento de que la capacidad de rebrote a partir del lignotúber es una respuesta adaptativa al fuego, puesto que este órgano pareciera ser exclusivo de ambientes con fuegos recurrentes, como los ecosistemas mediterráneos. Sin embargo, también se ha descrito la presencia de lignotúber en algunas especies que viven en entornos donde el fuego es poco frecuente, lo que sugiere que el desarrollo del lignotúber podría ser una respuesta a otro tipo de presiones ambientales, como estrés hídrico. El actual régimen de incendios en Chile central está asociado a la actividad antropogénica, la cual aumentó drásticamente con la colonización Europea. Los detonantes naturales de los incendios, como las tormentas eléctricas no se presentan en nuestro país, al estar bloqueado su paso por la Cordillera de los Andes. La actividad volcánica como fuente de ignición es poco frecuente en Chile central. Caso contrario son los ecosistemas mediterráneos de otras regiones biogeográficas, en donde fenómenos naturales, como tormentas, cumplen un rol importante en la iniciación del fuego. 1 Esta ausencia de incendios de origen natural en Chile central y el hecho de que las especies del matorral chileno con lignotúber tienen un origen antiguo (al menos del Terciario), han sido usados como argumentos en contra el rol del fuego en el origen evolutivo del lignotúber en las especies del matorral chileno y de otras especies lignotuberosas. Sin embargo, pocos son los estudios que respaldan la presencia del órgano en cuestión a través de aproximación morfo-anatómica. Esto ha llevado a que se plantee si realmente el lignotúber es un órgano frecuente en las especies del matorral chileno y si es una adaptación de las plantas al fuego. De acuerdo a lo mencionado anteriormente, el objetivo general consiste en estudiar la relación entre la presencia del lignotúber con el régimen de incendios. Para la consecución de este objetivo general, se abordarán los siguientes objetivos específicos: 1) Determinar la relación entre la presencia del lignotúber y el régimen de fuego a escala global, compilando información de ecorregiones con diversa activad de fuego. 2) Evaluar la presencia del lignotúber en cinco especies del matorral chileno, el cual tiene una historia reciente de incendios recurrentes. 2. REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA Las plantas y el fuego guardan una estrecha relación desde sus orígenes, ya que las primeras proporcionan oxígeno y combustible, dos elementos básicos para la existencia del segundo. El tercer elemento indispensable para el fuego es una fuente de ignición: rayos, volcanes, meteoritos y otros fenómenos que probablemente han existido siempre en la historia de la Tierra. Estas fuentes de ignición han provocado que el fuego haya existido desde que las plantas colonizaron el medio terrestre (Scott 2000, Pausas y Keeley 2009). El fuego ejerce un gran impacto en las plantas, pues destruye la mayoría de los tejidos aéreos. Es la perturbación natural de mayor impacto en la vegetación (comparado con tormentas, huracanes, herbívoros y sequías, entre otras). Las plantas que medran en ambientes con incendios frecuentes han adquirido, en el transcurso de la evolución, una serie de características funcionales que les confieren resistencia a los incendios reiterados; tales características tienen, por tanto, un valor adaptativo (Keeley et al. 2011). Las adaptaciones al fuego están compuestas por una amplia gama de estrategias que varían según las distintas especies, su estado de desarrollo y su relación con el fuego, además de factores como el sustrato y el clima. A grandes rasgos, existen dos mecanismos regenerativos a través de los cuales las plantas pueden volver a formar parte de la cubierta 2 vegetal y recuperarse tras un incendio. El primero de origen vegetativo (rebrotadoras), donde las plantas se regeneran a partir de raíces, tocones u otras estructuras, y el segundo mecanismo, de origen reproductivo (germinadoras), consiste en la germinación de semillas que han logrado sobrevivir al incendio, semillas liberadas in situ por los individuos sobrevivientes (especies serótinas) o que han colonizado la zona por viento, aves o mamíferos (James 1984, Pausas et al. 2004, González 2007, Fernández et al. 2010, Pausas 2012). El mecanismo vegetativo (rebrote) se basa en el desarrollo de yemas que no han sido afectadas por el fuego, ya que parte de ellas se encuentran bajo suelo o protegidas por la corteza de los árboles (Clarke et al. 2013, Fernández et al. 2010). Para una planta, la capacidad de rebrotar después de haber sido completamente carbonizada constituye una característica fundamental para la persistencia en ambientes con incendios frecuentes. Sin embargo, ello no es exclusivo de los ecosistemas con incendios recurrentes. Se observa en numerosas especies de comunidades que raramente arden (selvas tropicales lluviosas, ecosistemas templados-fríos y zonas desérticas, entre otras) (Pausas 2012). En los arbustos de los ecosistemas de tipo mediterráneo, uno de los modos de reproducción post-fuego más significativos es el rebrote a partir de la base hinchada del cuello de la raíz, estructura de origen ontogenético y conocido como lignotúber (James 1984). El lignotúber se ha definido como un órgano de almacenamiento de yemas latentes protegidas, que a la vez sería un sitio de almacenamiento de carbohidratos y nutrientes minerales, recursos que facilitan el rápido crecimiento post-perturbación de estos brotes suprimidos, ya que una mayor cantidad de carbohidratos y nutrientes almacenados conducen a un rebrote más vigoroso (Molinas y Verdaguer 1993, Canadell y López-Soria 1998, Del Tredici 1999, Montenegro et al. 2004, Konstantinidis et al. 2006, Moreira et al. 2012). El hecho de que la concentración de almidón del lignotúber disminuye en condiciones estresantes (por ejemplo, la sequía) presumiblemente para el mantenimiento del tejido corporal (James 1984), o tras el período de crecimiento (Cruz et al. 2001), sugiere que la función principal del lignotúber no sería el almacenamiento de reservas para alimentar el rebrote post-perturbación, sino el almacenamiento y protección de yemas latentes que permitiría dicho rebrote (Clarke et al. 2013). El lignotúber se origina en una región específica de las plantas, particularmente en la región cotiledonar, aunque puede incluir la zona de inserción de las hojas inmediatamente por encima de los cotiledones (Del Tredici 1999, Fordyce et al. 2000, Verdaguer 2005). En ocasiones puede ser detectado en etapas tempranas del desarrollo como un engrosamiento en la región cotiledonar o del hipocótilo (Fordyce et al. 2000, Mibus y Sedgley 2000, Verdaguer y Ojeda 2002). El lignotúber se desarrolla a partir de unas yemas de origen endógeno (i.e., conectadas al sistema vascular de la planta) que surgen 3 en la axila cotiledonar y progresivamente prolifera formando agrupamientos de yemas que pueden ser visibles después de la primera estación de crecimiento (e.g., Molinas y Verdaguer 1993, Graham et al. 1998, Mibus y Sedgley 2000). Estas yemas quedan prontamente protegidas por el tejido cotiledonar o por la peridermis en estadios más tardíos, lo que las protegería frente a disturbios severos (Molinas y Verdaguer 1993, Del Tredici 1999, Mibus y Sedgley 2000). Es bien conocido que el rebrote a partir de lignotúber ocurre en ecosistemas mediterráneos, los cuales están caracterizados por frecuentes fuegos de copa, los cuales afectan a todos los estratos de la vegetación y en los que se consume gran parte de la biomasa aérea. Sin embargo, también se ha descrito la presencia de lignotúber en especies de otros tipos de ecosistemas donde el fuego no es de copa, como en la sabana tropical (Fordyce et al. 2000) o donde el fuego no es tan frecuente (e.g., bosque tropical; Fallas-Cedeño et al. 2010). En ecosistemas con fuegos poco frecuentes, la construcción y mantenimiento de una estructura como el lignotúber no parece muy eficiente por la relación costo-beneficio (Vesk y Westoby 2004). En los ecosistemas donde los fuegos son de superficie (i.e., raramente se destruye la copa de las especies leñosas) predominan mecanismos de evitación del daño por el fuego, como las cortezas gruesas (Burrows 2002, Dantas y Pausas 2013) y no mecanismos asociados a la regeneración post-fuego de la biomasa aérea como el lignotúber. A pesar de estas evidencias puntuales, no existen estudios sistemáticos que permitan establecer una relación numérica entre la presencia de lignotúber y el régimen de fuego a escala global. El régimen de fuego característico de los ecosistemas mediterráneo apareció concomitantemente con el clima mediterráneo (i.e., al final del Mioceno; Keeley et al. 2012) en todas las regiones mediterráneas, excepto en Chile central. En el caso del matorral chileno, a pesar de que presenta condiciones climáticas que permiten la existencia de abundante vegetación altamente inflamable, la ausencia de fuentes naturales de ignición (i.e., rayos) debido al bloqueo de las tormentas de verano por la Cordillera de los Andes, determinaría la ausencia de incendios no antrópicos (Keeley et al. 2012). Los incendios causados por el ser humano han sido un agente de perturbación importante en las comunidades siempreverdes del bosque templado y lluvioso del sur de Chile desde la llegada de los colonos Europeos en el siglo XIX, creyéndose que los incendios forestales fueron provocados principalmente para eliminar la vegetación natural y habilitar los terrenos para la ganadería (Heuseer 1994, Aravena et al. 2003). En el caso de Chile central, las limitadas evidencias sugieren que el fuego también es un fenómeno reciente vinculado a la colonización europea (Montenegro et al. 2004, Fernández 2010), si bien pudieron existir periodos de incendios naturales en los últimos 7500 años ligados a marcadas variaciones climáticas (Heusser 1994, Villa-Martínez et al. 2003). A pesar de la 4 ausencia de evidencias sobre el rol del fuego en la historia evolutiva de las especies del matorral chileno, se ha descrito una alta frecuencia de especies de arbustos lignotuberosos en el matorral (ver Montenegro et al. 2004 para una comparación entre el matorral chileno y el chaparral californiano). Muchas de estas evidencias se sustentan en observaciones de terreno (Montenegro et al. 2003). Tan sólo existe un estudio con aproximación morfo-anatómica llevado a cabo con cuatro especies del matorral chileno (Montenegro et al. 1983). Sin embargo, los indicios encontrados en este estudio morfo-anatómico son ambiguos, ya que no guardan relación con los criterios empleados por otros investigadores, lo que pone en duda la presencia del lignotúber en las especies de Chile central. 3. MÉTODOS 3.1 Relación entre la distribución del lignotúber y la actividad del fuego a escala global 3.1.1 Fuente de datos Para el primer objetivo, se recolectó información mediante revisión bibliográfica sobre trabajos que incluyeron el termino lignotúber en sus estudios. Los datos se obtuvieron a partir de textos científicos (artículos de publicaciones periódicas, libros e informes técnicos) indexados en Google Académico en los que aparecía el término “lignotúber” (lignotuber en inglés; fecha de acceso: 05-102013). La taxonomía fue homogeneizada según Tropicos (www.tropicos.org) o The Plant List; (www.theplantlist.org). Para ello, se empleó la herramienta on-line Taxonomic Name Resolution Service v3.2 (http://tnrs.iplantcollaborative.org/), que además de estandarizar los nombres hasta nivel infraespecífico, incluye la familia según Angiosperm Phylogenetic Group III (APG3; Bremer et al. 2009). Así mismo, se diferenciaron los taxones leñosos de los no leñosos, información que fue obtenida a partir de Trait Plant Database (TRY; www.try-db.org). Para aquellos taxones no incluidos en TRY, el hábito (leñoso o herbáceo) se obtuvo a partir de las publicaciones originales. 3.1.2 Estructura de la base de datos A partir de la información obtenida en el apartado anterior se generó una base de datos, la cual presentó la siguiente estructura: “ID” (identificador único de cada registro), “especie”, “fuente” (código 5 compuesto por el nombre del autor y el año de publicación), “tipo de fuente” (cita, directa), “fuente original” (para los datos provenientes de citas se indica la referencia original, empleando la misma codificación que en el campo “fuente”), “estructura” (i.e., lignotúber, otro, desconocida), “presencia de estructura” (presente, ausente, desconocido), “metodología” (donde se indica el método de obtención del dato: morfo-anatomía, observación, cita indirecta, desconocida), “estado ontogenético” de la planta en estudio (inmaduro, adulto, desconocido). Además, se incluyeron una serie de campos relacionados con la procedencia geográfica de las poblaciones estudiadas. Específicamente, se estableció la ecorregión, el bioma y el reino biogeográfico definidas por Olson et al. (2001). La ecorregión es definida por Olson et al. (2001) como “unidades relativamente grandes de tierra que contienen un conjunto distintivo de comunidades naturales y especies, cuyos límites se aproximan a la extensión original de las comunidades naturales antes de la gran cambio producto del uso del territorio”. Estas fueron definidas a partir de las regiones biogeográficas de Pielou (1979) y Udvardy (1975) y una modificación de los biomas de Dinerstein et al. (1995) y Ricketts et al. (1999). Cuadro 1. Equivalencia entre a terminología seguida para la designación de los biomas por Olson et al. (2001) y la empleada en este trabajo. Nomenclatura cf. Olson et al. (2001) Nomenclatura en este trabajo Tropical & Subtropical Moist Broadleaf Forests Bosques tropicales húmedos Tropical & Subtropical Dry Broadleaf Forests Bosques tropicales secos Tropical & Subtropical Coniferous Forests Bosques tropicales de coníferas Temperate Broadleaf & Mixed Forests Bosques templados mixtos Temperate Conifer Forests Bosques templados de coníferas Boreal Forests/Taiga Taiga Tropical & Subtropical Grasslands, Savannas & Shrublands Sabanas tropicales Temperate Grasslands, Savannas & Shrublands Pastizales templados Flooded Grasslands & Savannas Pastizales inundados Montane Grasslands & Shrublands Vegetación montana Tundra Tundra Mediterranean Forests, Woodlands & Scrub Vegetación mediterránea Deserts & Xeric Shrublands Desiertos Mangroves Manglares 6 Las ecorregiones de la base de datos fueron inferidas a partir de la longitud y la latitud de la zona de estudio. En los casos en donde la longitud y latitud no eran especificadas en el texto, se realizó la búsqueda de la localidad o procedencia de las especies estudiadas mediante la herramienta geohack de Wikipedia, la cual entregó las coordenadas correspondientes. Posteriormente, mediante la herramienta Go To XY de ArcGIS 9 (ESRI, Redlands, Estados Unidos) y una capa de información con las ecoregiones, bioma y reinos biogeográficos (cf. Olson et al. 2001, véase Cuadro 1.), se obtuvieron los códigos correspondientes para cada uno de esos campos. 3.1.3 Análisis estadísticos Se comparó la presencia de especies con lignotúber y la actividad del fuego a escala global entre biomas y regiones biogeográficas. Para ello, se consideró la riqueza de especies lignotuberosas por cada ecorregión compilada en la base de datos. Para estos análisis, se consideraron los taxa a nivel específico. Se descartaron los taxa con resolución taxonómica supraespecífica, aquellos cuya taxonomía no está resuelta, híbridos y variedades de cultivo. Así mismo, no fueron considerados aquellos registros para los que la presencia o ausencia de lignotúber no fue identificado claramente (e.g., “stump”, “burl”) o registros para los que no se hubiera identificado el bioma, la región biogeográfica o la ecorregión. Sólo se incluyeron las especies leñosas en este estudio. La presencia de una especie en una ecorregión determinada se consideró una sola vez, independientemente del número de registros que hubiesen sido compilados en la base de datos para dicha ecorregión. Debido a que las especies compiladas en la base de datos representaron una porción de la riqueza total de especies que existe por cada ecorregión, se calculó la abundancia relativa de especies lignotuberosas respecto a la riqueza total de especies por ecorregión (número de especies lignotuberosas por cada 1000 especies de la ecorregión; ‰), siendo estos últimos datos procedentes de Kier et al. (2005). La actividad del fuego (AF) por ecorregión fue obtenida a partir de Pausas y Ribeiro (2013). La información para calcular AF para cada ecorregión se obtuvo a partir del sitio de internet FIRMS (Fire Information for Resource Managment System, NASA). Específicamente, los autores utilizaron el resumen de la grilla mensual (0,5° de resolución espacial) de la incidencia de incendios obtenida desde el sensor MODIS (Moderate Resolution Imaging Spectroradiometer) del satélite Terra para el período de enero 2001 hasta diciembre 2009. Finalmente, los autores sumaron el número de incidencias de incendios desde el satélite Terra para cada ecorregión y mes y luego promediaron los datos mensuales a través de todo el período disponible (2001-2009). 7 Tanto para la abundancia de especies lignotuberosas, como para la actividad del fuego, se establecieron tres categorías equivalentes. Específicamente, la actividad de fuego fue categorizada en baja (AF = 0,4-0,6), moderada (AF = 0,6-0,8) y alta (AF = 0,8-1). Para el caso de la abundancia de especies lignotuberosas las categorías correspondieron a baja (0-10) moderada (10-20) y alta (20-30). Estas categorías fueron establecidas dividiendo el rango de valores de cada variable en tres categorías equivalentes. La existencia de una asociación entre la abundancia de especies con lignotúber, la actividad de fuego, el bioma o la región biogeográfica en el segundo caso, se puso a prueba en el marco del Modelo de Independencia y el uso de 2 de Pearson (McPherson 1990). Cuando se detectó evidencia de la asociación entre las dos variables, se calcularon los residuos estandarizados. Residuos estandarizados con una magnitud superior a 2,0 son indicativos de frecuencias observadas significativamente diferentes de los valores esperados bajo el Modelo de Independencia (McPherson 1990). 3.2 Estudio del lignotúber en especies del matorral chileno 3.2.1 Selección de especies y procedencia de las plántulas Se seleccionaron cinco especies propias del matorral y bosque esclerófilo: Lithrea caustica (Mol.) H. et A., Cryptocaria alba (Mol.) Looser, Quillaja saponaria Mol., Peumus boldus Mol. y una especie que marginalmente aparece en el bosque esclerófilo, pero tiene mayor presencia en los bosques caducifolios templados: Persea lingue (R. et P.) Ness ex Kopp. Todas ellas han sido consideradas rebrotadoras post-incendio y lignotuberosas (Montenegro et al. 1983, 2004). De hecho, presentan un engrosamiento basal en estado adulto (Anexo 1). Se estudiaron cinco individuos por cada especie. Las plántulas de Quillaja saponaria fueron obtenidas del vivero comercial La Quila (Valdivia) cultivadas a partir de semillas de procedencia desconocida, mientras que las plántulas de las especies restantes provinieron del vivero de la Reserva Nacional Río Clarillo (Región Metropolitana) obtenidas a partir de semillas de procedencia local. Todos los individuos procedían de semillas sin modificaciones genéticas y no parecían haber sufrido perturbaciones severas (e.g. herviboría, fuego). 3.2.2 Estudio morfológico de la transición tallo-raíz en plántulas 8 La primera etapa consistió en detectar la presencia de yemas exógenas o alguna protuberancia en la transición tallo-raíz de las plántulas. Cuando fue necesario, se empleó una lupa estereoscópica trinocular (SMZ168t-LED, Motic). Asimismo, para cada individuo se midió el diámetro del nudo cotiledonar, pues se ha descrito un incremento en este rasgo con la ontogenia en especies lignotuberosas (e.g., Graham et al. 1998). Se evaluó la relación entre el diámetro del nudo cotiledonar con la edad mediante correlaciones de Spearman (véase apartado 3.2.3. para la descripción del método de estima de la edad). Por otra parte, se llevó a cabo un registro fotográfico de la sección del nudo cotiledonar para cada plántula. Las imágenes se obtuvieron utilizando una cámara digital (Moticam 2500, Motic®, Canadá) que posteriormente, mediante el software de análisis de imágenes (Motic Images Plus 2.0, Motic®, Canadá), permitió la confección de un álbum fotográfico para cada una de las muestras. 3.2.3 Estudio anatómico de la raíz en plántulas Se estudió el contenido de almidón de las raíces (así como su patrón histológico de almacenamiento) y se estimó la edad de las plantas, mediante el conteo de los anillos de crecimiento en la base de la raíz principal. El contenido de almidón es un rasgo característico de las especies rebrotadoras y es la reserva crítica para la regeneración vegetativa post-perturbación, independiente del tipo de rebrote (e.g., burl, root-crown, lignotúber; véase detalles en la sección Revisión bibliográfica). Respecto a la edad de las plantas, se pretendía acotar la edad para la cual se evidencia la presencia de lignotúber. De cada individuo se extrajo un fragmento de la sección del nodo cotiledonar, se almacenaron en una mezcla de formol, alcohol etílico y ácido acético (FAA) por tres horas para fijar los tejidos, sin que estos sufran modificaciones morfológicas notorias. A continuación, se traspasaron las muestras a una solución de etanol al 70%. El uso de esta solución alcohólica permitió conservar las muestras hasta su posterior estudio. Se obtuvieron secciones transversales de 25µm del cuello de la raíz (a ca. 5 mm de la transición tallo-raíz) siguiendo una modificación del protocolo descrito en Paula y Ojeda (2009). Para ello, se empleó un micrótomo de rotación (Sakura, ACCU-CUT® SRM™ 200). Las muestras fueron teñidas con lugol, una disolución de yodo (1%) y yoduro potásico (2%) en agua destilada que tiñe de manera específica el almidón de color violáceo. Posteriormente, los cortes se deshidrataron en una batería de alcoholes de concentración decreciente, para finalizar con una mezcla de hidrocarbonos 9 alifáticos, equivalente al xilol, pero menos volátil (Neo-Clear®, Merk KGaA, Darmstat). Posterior a eso, las muestras fueron montadas en portaobjetos con un medio de montaje permanente (NeoMount®, Merk KGaA, Darmstat). 4. RESULTADOS 4.1 Relación entre la distribución del lignotúber y la actividad del fuego a escala global 4.1.1 Análisis de la base de datos Se compilaron un total de 1.946 registros, correspondiendo cada uno de ellos a una especie y publicación. De ellos, no todos cumplieron con los requisitos para los análisis estadísticos correspondientes (véase apartado Métodos). De esta forma, siguiendo los criterios taxonómicos y de precisión de los datos sobre el lignotuber, 1.706 registros fueron seleccionados para los análisis. Estos correspondieron a 1.144 especies correspondientes a 59 familias, siendo el 84% de las especies pertenecientes a tan sólo cuatro familias: Ericacea, Fabaceae, Myrtaceae y Proteaceae (Figura 1.). Del total de especies compiladas, el 54% presentaron lignotúber, la mayoría de las cuales pertenecieron a las familias más frecuentes en la base de datos. Figura 1. Total de especies por familia compilados en la base de datos. Se incluyen especies con y sin lignotúber 10 De estos 1.706 registros, el método de obtención de datos por observación fue el más utilizado por los autores en sus estudios, mientras que los estudios morfo-anatómicos fueron los menos frecuentes (Figura 2.). Por otra parte, hubo casos en que los autores no especificaban una metodología concreta (i.e., estos estudios pertenecieron a la categoría de “desconocida” para el campo “metodología”); estos constituyeron el 16% de los registros (Figura 2.). En relación al método de obtención de datos y el estado ontogénico de los individuos utilizados en cada estudio, el uso de una metodología morfo-anatómica estuvo enfocada en individuos en estado inmaduro (plántulas y juveniles), siendo solamente el 8,4% de los registros pertenecientes a ese estado ontogénico. Por otra parte, el método de observación fue empleado fundamentalmente en individuos en estado adulto siendo el 21% de los registros perteneciente a ese estado ontogénico (Figura 2.). Figura 2. Estado ontogénico y método de obtención de datos relacionado a cada registro 4.1.2 Patrones de abundancia de especies lignotuberosas De los registros seleccionados (ver apartado anterior), estos indicaron que en general, la concentración de estudios en especies que poseen la estructura de lignotúber se centra en ecorregiones pertenecientes al bioma mediterráneo (Figura 3.) 11 Figura 3. Distribución de los estudios considerados en la base de datos global. Círculos más grandes indican una mayor frecuencia de estudios para una determinada ecorregión. Se muestra también la actividad de fuego para cada ecorregión. De los registros seleccionados, 1.663 disponían de información sobre el bioma y 1.699 sobre las regiones biogeográficas. Específicamente, la base de datos compiló registros de nueve de los 14 biomas y de siete de los ocho reinos biogeográficos (Anexo 2). Los 1.663 registros para los que se identificó el bioma correspondieron a 1.228 especies, siendo el 57% lignotuberosas, mientras que para los reinos biogeográficos se compiló información de 1.212 especies, siendo el 56% de ellas lignotuberosas. El test de 2 de Pearson (Cuadro 2.) reveló que la relación entre la abundancia de especies lignotuberosas por ecorregión y la actividad de fuego difiere significativamente entre biomas o reinos biogeográficos (i.e., P-valor <0,05; Cuadro 2.). Cuadro 2. Resultados del análisis de 2 de Pearson que evalúan la independencia entre la frecuencia de especies lignotuberosas y actividad de fuego para biomas y reinos biogeográficos. 2 gl Valor P Biomas 468,8 62 <0,001 Reinos biogeográficos 323,6 80 <0,001 12 A B Reino biogeográfico Figura 4. Actividad de fuego y abundancia relativa de especies lignotuberosas por ecorregión para cada (A) bioma y (B) reino biogeográfico Los residuos estandarizados (véase Anexo 2 y 3) muestran que en general existe una gran concentración (más que la esperada por azar) de ecorregiones con una baja abundancia relativa de especies lignotuberosas asociadas a una actividad de fuego moderada (Figuras 4A y 4B). En este 13 sentido, el bioma mediterráneo es el que muestra un patrón más significativo (Anexo 2). No obstante, se encontraron ecorregiones, que si bien presentaron una baja abundancia relativa de especies lignotuberosas, estuvieron asociadas una actividad de fuego alta. Estas ecorregiones pertenecieron principalmente al bioma sabana tropical, fundamentalmente de los reinos biogeográficos Afrotropical, Australasiático y Neotropical (Figuras 4A y 4B). De hecho, las ecorregiones más frecuentes dentro del reino Afrotropical son aquellas que presentan una baja abundancia de especies lignotuberosas y una elevada actividad de fuego (Anexo 3). Para el caso del bioma bosque templado mixto, la mayor parte de las ecorregiones presentan una actividad de fuego de baja a moderada, siendo las ecorregiones con baja abundancia de especies lignotuberosas más frecuentes que lo esperado por azar (Anexo 2). Las ecorregiones con una elevada abundancia de especies lignotuberosas no fueron más frecuentes de lo esperado por azar para ningún bioma o reino biogeográfico a lo largo del gradiente de actividad de fuego (Anexos 2 y 3). Sin embargo, para el reino biogeográfico Australasiático las ecorregiones con una abundancia intermedia de especies lignotuberosas fueron más frecuentes para actividades de fuego moderadas (Anexo 3). 4.2 Estudio del lignotúber en especies del matorral Chileno No se detectó un engrosamiento en la transición tallo-raíz para ninguna de las especies estudiadas. Tampoco se encontraron evidencias estadísticas de un incremento significativo en el diámetro del cuello de la raíz con la edad para ninguna de las especies estudiadas (Cuadro 3., Figura 5.). Solamente en el caso de Cryptocaria alba se detectaron yemas exógenas en la región del nudo cotiledonar (Anexo 4). 14 Cuadro 3. Correlación de Spearman para el diámetro del cuello de raíz (mm) y la edad de los individuos. Especie S P-valor rho C. alba 17,99 0,866 0,11 L. caustica 102,56 0,599 -0,22 P. boldus 6,84 0,684 0,32 Q. saponaria 9,46 0,362 0,53 P. lingue 12,93 0,560 0,36 Figura 5. Relación entre el diámetro del cuello de la raíz y la edad para las diferentes especies del matorral chileno estudiadas. En todas las especies fue posible observar gránulos de almidón en la base de la raíz, excepto en Q. saponaria, para las que el almidón fue menos evidente (Anexo 5). En todas las especies, el almidón aparecía predominantemente en los radios parenquimáticos. Estos radios eran en su mayoría uniseriados o multiseriados con pocas filas de células, excepto en P. boldus, donde la mayor parte de los radios eran multiseriados, con varias filas de células de gran tamaño (Anexo 6). No obstante, en L. caustica el almidón fue muy abundante en el parénquima inter-radial y en la corteza (Anexo 7). En el caso de C. alba y de P. lingue, el almidón fue más frecuente en el parénquima inter-radial de la madera tardía que el de la madera temprana (Anexos 4 y 8). En general se observó cierta presencia de almidón en la médula. 15 5. DISCUSIÓN Los incendios se producen en todos los biomas y en casi todas las ecorregiones del mundo, si bien poseen distintos niveles de actividad de fuego (Pausas y Ribeiro 2013). Asimismo, los diferentes biomas están caracterizados por diferentes tipos de incendios, una de las características determinantes de los regímenes del fuego. Según Pausas (2010), se reconocen tres tipos básicos de incendios: de copa, de superficie y de subsuelo. Los incendios de copa son típicos de los matorrales mediterráneos y de los bosques templados de planifolias, donde son frecuentes las especies leñosas rebrotadoras (Pausas 2010). Por otra parte, los incendios de superficie se dan en bosques relativamente abiertos, como en las sabanas y en algunos bosques de coníferas de montaña; en esos ecosistemas dominan árboles con cortezas gruesas y sotobosque de herbáceas rebrotadoras (Fulé et al. 2004; Dantas y Pausas 2013). Los resultados obtenidos a partir de la base de datos indicaron que la mayor concentración de especies lignotuberosas se encuentra en el bosque y matorral mediterráneo, seguido de las praderas, sabanas y matorrales tropicales y subtropicales. Las sabanas tropicales tienen, en general mayor frecuencia de incendios que los bosques y matorrales mediterráneos (Pausas y Ribeiro 2013). Sin embargo, las diferencias en el tipo de incendios, de copa en el caso de los ecosistemas mediterráneos, y de superficie en el caso de las sabanas tropicales (véase referencias más arriba), podría explicar la mayor asociación de especies lignotuberosas con los ecosistemas mediterráneos. En la base de datos, la información compilada sobre especies de sabana tropical corresponde a los reinos biogeográficos Australasiático y Afropical. En estas sabanas, si bien los incendios son de superficie, las plantas leñosas se encuentran atrapadas en una “trampa de fuego” durante los estadios juveniles, por lo que deben regenerarse mediante rebrote, hasta que alcancen una altura adecuada que evite que la copa quede expuesta a la acción del fuego (Bond y van Wilgen 1996, Archibald y Bond 2003). Esto, junto con la elevada frecuencia de incendios de este tipo de ecosistema (Pausas y Ribeiro 2013), explicaría la elevada frecuencia de especies lignotuberosas en este tipo de biomas. A los ecosistemas mediterráneos y las sabanas tropicales le siguen, en cuanto a abundancia de especies con lignotúber, los bosques tropicales húmedos y los bosques templados de coníferas. Se trata de biomas con una frecuencia de fuego menor que la de las sabanas tropicales y próxima a la de los ecosistemas mediterráneos (Pausas y Ribeiro, 2013). Los incendios en los bosques tropicales húmedos tienden a ser de baja intensidad y baja velocidad de propagación, pero de alta severidad (Cochran 2003). Los incendios de bosques boreales de coníferas neotropicales (que son los registrados en la base de datos; Figura 4.), son fuegos de copa y por lo tanto de alta severidad (Wooster y Zhang 2004). Por lo 16 tanto, los resultados de este trabajo apoyan la idea de que es la severidad del fuego y no la frecuencia con la que estos ocurren, lo que podría determinar la abundancia de especies lignotuberosas. Los únicos biomas para los que no detectó ningún patrón en la frecuencia de especies lignotuberosas fueron los bosques tropicales secos, las praderas templadas y la vegetación montana. Estos tres biomas presentan actividades de fuego contrastadas (Pausas y Ribeiro 2013). Sin embargo, fueron los biomas menos representados en la base de datos, lo que podría explicar los resultados obtenidos. En general, la abundancia relativa de especies lignotuberosas fue baja para todos los biomas. Esto podría ser explicado por un déficit en el conocimiento a nivel global sobre qué es un lignotúber. De hecho, es destacable que son pocos los registros de la base de datos en los que se empleó una aproximación morfo-anatómica (Figura 2.). El término lignotúber fue inicialmente propuesto por Kerr en 1925, pero utilizado desde final del siglo XIX para algunas especies de Eucalyptus (James 1989). A mitad del siglo XX, el término fue adoptado por los científicos de California para especies de Ericáceas (Gariland y Marion 1960). Esto podría explicar el hecho de que la mayor parte de los registros de la base de datos provengan de regiones mediterráneas y para las familias Ericaceae y Myrtaceae. Así, la confusión existente respecto a la estructura y ontogenia del lignotúber puede estar generando un sesgo importante en el conocimiento biogeográfico del lignotúber, su significado ecológico y los procesos evolutivos subyacentes a dicha estructura (James 1984, Bradshaw et al. 2011, Keeley et al. 2011). El lignotúber se origina en una región específica de la planta, particularmente en la región cotiledonar y puede ser detectado en etapas tempranas del desarrollo como un engrosamiento en esa región. Por ejemplo, en algunas especies de Eucalyptus se pueden encontrar indicios visibles del lignotúber a las pocas semanas de edad, y es totalmente evidente en plantas de menos de un año (Carrodus y Blake 1970, Graham et al. 1998). Ejemplo similar se puede encontrar en Banksia menziesii, donde a los cinco meses de edad existe un engrosamiento en la transición tallo-raíz con abundantes yemas axilares y adventicias, las cuales se encuentran protegidas por la base de los cotiledones (Mibus y Sedgey 2000). En especies lignotúberosas de la Cuenca Mediterránea (Phillyrea angustifolia y Arbutus unedo), la aparición de un lignotúber conspicuo no ocurre hasta 1,5 a 2,5 años (Paula, datos no publicados). En las plántulas estudiadas, a pesar de ser de mayor edad que los ejemplos anteriores, no se encontraron evidencias de un engrosamiento de la transición-tallo raíz y tan sólo se observaron yemas pre-formadas en plántulas de C. alba de entre 2 y 3 años de edad, las cuales no fueron visibles en plantas de un año (Anexo 1). Análogamente, en estudios morfo-anatómicos anteriores llevados a cabo con C. alba y L. caustica no se encontraron yemas exógenas en individuos 17 de hasta 2 años de edad, si bien se detectaron zonas de activación en la corteza de C. alba, que potencialmente podrían dar lugar a estas yemas (Montenegro et al. 1983). Cabe además la posibilidad de que los tejidos meristemáticos precursores de yemas se estén desarrollando en zonas profundas del xilema, como se ha observado ocurre en algunas especies de Eucalyptus (Graham et al. 1998). Por lo tanto, se requieren estudios anatómicos más extensos para poder dilucidar el desarrollo del lignotúber en las especies del matorral chileno. El lignotúber se puede también formar mediante la fusión de ramas que se originan a partir de las yemas axilares de la región cotiledonar, tal y como ha sido propuesto para las formas rebrotadoras de especies sudafricanas de Erica (Verdaguer y Ojeda 2005). En estas plantas, a los casi nueve meses de edad, la parte superior de la raíz es más alargada y engrosada que en las formas no rebrotadoras de las mismas especies (Verdaguer y Ojeda 2002). Análogamente, en plántulas de Quercus suber (especie circunmediterránea) el lignotúber no se aprecia como una engrosamiento de la transición-tallo raíz, sino como una alargamiento del hipocótilo durante el primer año de edad, momento a partir de la cual empiezan a aparecer grupos de yemas en dicha región (Molinas y Verdaguer 1993). En las especies estudiadas, no se observa una tendencia ontogenética de alargamiento del hipocótilo. Tampoco fueron frecuentes las ramificaciones en el nudo cotiledonar, si bien aparecieron en aquellos casos en los que las plantas habían sufrido algún tipo de daño (Anexo 1, Figura C). A pesar de que pareciera que las especies estudiadas no dispongan de numerosas yemas, sí que presentan reservas de almidón para abastecer el rebrote de las yemas axilares. El almidón aparece predominantemente en los radios del parénquima, tal y como se ha descrito para las especies rebrotadoras de Erica de Sudáfrica (Bell y Ojeda 1999). En el caso de L. caustica, la cual rebrota de manera muy vigorosa después de corta o quema (e.g., Montenegro et al. 1983, Quintanilla 1996), el almidón fue muy frecuente y almacenado no sólo en los radios parenquimáticos, sino también en el parénquima inter-radial, médula y corteza. Similares patrones histológicos de almacenamiento se han encontrado en diversas especies mediterráneas de Australia (Pate et al. 1990), regiones que presentan una actividad de fuego muy elevada en comparación con otros ecosistemas mediterráneos (Paula, datos no publicados). 18 6. CONCLUSIÓN Está ampliamente extendida la idea de que el lignotúber es una estructura casi exclusiva de ecosistemas mediterráneos, en donde ocurren fuegos de copa (i.e., muy severos) con una frecuencia moderada. Los resultados de este trabajo indican que el lignotúber no es exclusivo del bioma mediterráneo, sino que también se puede dar en otro tipo de biomas, como es el caso de la sabana tropical. Ambos biomas presentan regímenes de fuego diferentes, y en particular a severidades distintas de incendios. Si bien en nuestro territorio y, en especial, en el matorral mediterráneo ocurren incendios de manera frecuente, la severidad de estos incendios es menor que en otros ecosistemas mediterráneos. Esto llevaría a que las especies más paradigmáticas del matorral no desarrollen la estructura de lignotúber a temprana edad. Específicamente, en este estudio no se encontraron indicios macroscópicos de yemas exógenas y protuberancias evidentes en plántulas de hasta cinco años de edad de diferentes especies de los bosques y matorrales esclerófilos de Chile, con la excepción de Cryptocaria alba, para la que sí detectó la presencia de yemas exógenas en plantas de dos años de edad. Todos estos resultados llevan a pensar que la ontogenia del lignotúber podría estar determinada no por la frecuencia de incendios sino por la severidad de los mismos. 7. REFERENCIAS APG III. 2009. An update of the Angiosperm Phylogeny Group classification for the orders and families of flowering plants. Botanical Journal of the Linnean Society 161: 105-121. Archibald. S, y Bond. W. (2003) Growing tall vs growing wide: tree architecture and allometry of Acacia karoo in forest, savanna, and arid environments. Oikos. 102: 3–14 Aravena J, C LeQuesne, H Jiménez, A Lara, J Armesto. 2003. Fire history in Central Chile: Tree ring evidence and modern records. En: Armesto, J, W. Baker; W Bond, y B van Wilgen. 1996. Fire and Plants. Chapman & Hall, London. Bradshaw S, W Dixon, D Hopper, H Lambers, y R Turner. 2011. Little evidence for fire-adapted plant traits in Mediterranean climate regions. Trends in Plant Science. 16: 69-76. 19 Bond W, BW van Wilgen. 1996. Fire and plants. 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Geophysical Research Letters 31: L20505 24 ANEXOS Anexo 1: Rasgos morfológicos de la transición tallo-raiz en individuos adultos y jóvenes. (A) Adulto de Cryptocaria alba. (B) Adulto de Lithrea caustica. (C) Adulto de Peumus boldus. Nótese la presencia de rebrote post-incendio. (D) Adulto de Quillaja saponaria. Nótese la presencia de un rebrote que surge desde la base engrosada. (E, F, G y H) Individuos jóvenes correspondientes a las especies mencionadas. Nótese la ausencia de hinchamiento en la sección del nodo cotiledonar. 25 Anexo 2: Residuos estandarizados para cada bioma. Valores en asterisco, representan los residuos con mayor significancia. Bioma Bosques tropicales húmedos Bosques tropicales secos Bosque templados mixtos Bosque tropicales de coníferas Sabanas tropicales Pastizales templados Vegetación montana Vegetación mediterránea Desiertos Actividad de fuego [0.4,0.6] ]0.6,0.8] ]0.8,1] [0.4,0.6] ]0.6,0.8] ]0.8,1] [0.4,0.6] ]0.6,0.8] ]0.8,1] [0.4,0.6] ]0.6,0.8] ]0.8,1] [0.4,0.6] ]0.6,0.8] ]0.8,1] [0.4,0.6] ]0.6,0.8] ]0.8,1] [0.4,0.6] ]0.6,0.8] ]0.8,1] [0.4,0.6] ]0.6,0.8] ]0.8,1] [0.4,0.6] ]0.6,0.8] ]0.8,1] Abundancia spp. lignotuberosas [0,10] ]10,20] ]20,30] 0,9 -1,0 -1,0 *4,8 -0,1 -1,0 *4,8 -1,0 -1,0 -1,0 -1,0 -1,0 -0,1 -1,0 -1,0 -0,1 -1,0 -1,0 *2,8 -1,0 -1,0 *3,8 1,9 -1,0 -0,1 -1,0 -0,1 -0,1 -1,0 -1,0 *4,8 -1,0 -1,0 0,9 -1,0 -1,0 -1,0 -1,0 -1,0 -1,0 -1,0 -1,0 *8,7 -1,0 -1,0 -0,1 -1,0 -1,0 -0,1 -1,0 -1,0 -1,0 -1,0 -1,0 -1,0 -1,0 -1,0 -0,1 -1,0 -1,0 0,9 -0,1 -1,0 -1,0 -1,0 -1,0 *15,5 0,9 -0,1 0,9 -0,1 0,9 0,9 -1,0 -1,0 1,9 -1,0 -1,0 -0,1 -1,0 -1,0 26 Anexo 3: Residuos estandarizados para cada reino biogeográfico. Valores en asterisco, representan los residuos con mayor significancia. Reino biogeográfico Actividad de fuego [0.4,0.6] Australasiática ]0.6,0.8] ]0.8,1] [0.4,0.6] Afrotropical ]0.6,0.8] ]0.8,1] [0.4,0.6] ]0.6,0.8] Indomalaya ]0.8,1] [0.4,0.6] ]0.6,0.8] Neoártica ]0.8,1] [0.4,0.6] ]0.6,0.8] Neotropical ]0.8,1] [0.4,0.6] ]0.6,0.8] Oceánica ]0.8,1] [0.4,0.6] ]0.6,0.8] Paleártica ]0.8,1] Abundancia spp. lignotuberosas [0,10] ]10,20] ]20,30] 1,4 -1,2 -1,2 *6,5 *3,1 -0,3 *5,7 0,5 -0,3 -0,3 -1,2 -1,2 -0,3 -1,2 -1,2 *4,8 -1,2 0,5 -0,3 -1,2 -1,2 0,5 -1,2 -1,2 -0,3 -1,2 -1,2 0,5 -1,2 -1,2 *6,5 -1,2 -1,2 1,4 -1,2 -1,2 -1,2 -1,2 -1,2 *3,1 -0,3 -1,2 *3,1 -1,2 -1,2 -0,3 -1,2 -1,2 -0,3 -1,2 -1,2 -1,2 -1,2 -1,2 0,5 -1,2 -1,2 *10,0 -1,2 -1,2 -0,3 -1,2 -1,2 27 Anexo 4: Rasgos morfo-anatómicos de Cryptocaria alba. (A) Plántula de tres años de edad. La flecha indica la presencia de yemas en la sección cotiledonar. (B) Detalle de yemas en la sección cotiledonar. (C) Sección transversal del nodo cotiledonar. Obsérvese el alto contenido de almidón en los radios parenquimáticos uniseriados y médula. (D) Detalle del contenido almidón en radios parenquimáticos uniseriados y la ausencia de almidón en el parénquima inter-radial del leño temprano (10x microscopio). 28 Anexo 5: Rasgos morfo-anatómicos de Quillaja saponaria. (A) Plántula de dos años de edad. (B) Corte transversal de la sección del nodo cotiledonar. (C) Sección del nodo cotiledonar. Nótese la ausencia de almidón en la medula, radios parenquimáticos y parénquima inter-radial. (D) Detalle radios parenquimáticos multiseriados y ausencia de almidón (10x microscopio). (E) Obsérvese la leve presencia de almidón en los radios parenquimáticos. 29 Anexo 6: Rasgos morfo-anatómicos de Peumus boldus. (A) Plántula de dos años de edad. (B) Corte transversal de la sección del nodo cotiledonar. Nótese el contenido de almidón en la corteza y en los radios parenquimáticos. Observe la cantidad de filas y grandes células de los radios parenquimáticos. (C) En detalle el contenido de almidón en los radios parenquimáticos multiseriados. (D) Detalle del tamaño de las células de un radio parenquimático y el contenido de almidón 30 Anexo 7: Rasgos morfo-anatómicos de Lithrea caustica. (A) Plántula de tres años de edad. (B y C) Corte longitudinal de la sección del nodo cotiledonar. Nótese el gran contenido de almidón en la corteza, radios parenquimáticos y parénquima inter-radial. (D) Detalle de los radios multiseriados 31 Anexo 8: Rasgos morfo-anatómicos de Persea lingue. (A) Plántula de dos años de edad. (B) Sección del nodo cotiledonar. Se aprecia el contenido de almidón en la médula, radios parenquimáticos uniseriados. (C) Detalle del contenido almidón en la corteza. (D) Detalle del cambio en el contenido de almidón entre el leño tardío y el leño temprano. Nótese la continuidad de almidón en los radios parenquimáticos. 32 Anexo 9: Lista de estudios indexados en la base de datos ID Referencia completa 1 Abasolo M, DJ Lee, M Shepherd 2012 Identification of intersectional Corymbia hybrids based on seedling morphology improves with parental divergence Forest Ecology and Management 279: 189-202 Abbott I 1984 Emergence, early survival, and growth of seedlings of six tree species in Mediterranean forest of Western Australia Forest Ecology and Management 9(1): 51-66 Abbott I 1985 Reproductive ecology of Banksia grandis (Proteaceae) New Phytologist 99(1): 129-148 2 3 4 5 Abbott I, O Loneragan 1984 Growth rate and long-term population dynamics of jarrah (Eucalyptus marginata Donn ex Sm) regeneration in Western Australian forest Australian journal of botany 32(4): 353-362 Allison G, M Hughes 1983 The use of natural tracers as indicators of soil-water movement in a temperate semi-arid region Journal of Hydrology 60(1): 157-173 6 Aneja S, C Atal 1969 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