con mayor nitidez y con mayor distin

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diálogo
con mayor nitidez y con mayor distinción sus objetos”, y bien se podía pensar que se pudiera aplicar a las dificultades que ofrecieran las diversas ciencias,
así tuviera que esperar, para su completa
aplicación, a alcanzar una edad más
madura “que los veintitrés años que tenía
entonces” (AT VI 21 r18–22 r8). Cabe anotar que, en rigor, Descartes no se vuelve
a ocupar del método en el Discurso, más
allá de la Segunda parte; y que el primer
precepto del mismo −que subraya de
manera especial el profesor Pineda− se
puede considerar lícitamente tan importante como los otros tres; y que el hecho
de que ellos no vuelvan a aparecer en
la breve obra cartesiana, simplemente
corrobora la situación problemática de
la heterogeneidad de sus partes, que, por
lo demás, no deja alternativa distinta de
asumirla como una sola, compuesta de
seis partes distintas, pero igualmente
importantes. Con todo y la importancia de la primera obra publicada por
Descartes, asumiendo los aspectos de
validez que tiene la propuesta de lectura
del autor, es discutible la pretensión de
mirarla desde una sola y poco menos que
excluyente perspectiva; aunque más discutible todavía es la pretensión de considerarla como prólogo a toda la obra
filosófica cartesiana, y que ésta, densa,
compleja y varia, se haya construido bajo
“un solo signo”, y se pueda interpretar,
además, desde ese solo signo, condensado en una obra que, si bien prefigura
capítulos fundamentales de su pensamiento, está bastante lejos de agotarlo.
Muchnik, P. “Kant y la antinomia
de la razón política moderna”, Revista
Latinoamericana de Filosofía 1 (2008):
39-61.
Para el profesor Muchnik, en la filosofía política moderna hay una situación
de choque entre dos visiones del Estado,
y del lugar que el individuo tiene dentro de la organización política. Muchnik
propone una visión kantiana de esta circunstancia; es kantiana, porque empieza
por caracterizar este choque como una
“antinomia”, y es también kantiana porque, para Muchnik, puede haber salida
para dicha “antinomia” a través del concepto kantiano de autonomía. Además,
de acuerdo con Muchnik, precisamente
uno de los escritos políticos más célebres de Kant muestra un ejercicio de
superación de la “antinomia” a través
del concepto de autonomía. Es decir, el
propio Kant, sin hacerlo expreso, habría
adoptado la propuesta que el profesor
Muchnik quiere ahora mostrar de modo
explícito. Kant lo habría hecho en el muy
conocido texto “Respuesta a la pregunta:
¿qué es la Ilustración?”. Precisamente ese
ensayo, en su contraste con otro que pretendió responder a la misma pregunta,
sirve a Muchnik para caracterizar la
pretendida “antinomia”, cosa a la cual
dedica la primera parte de su ensayo.
En la segunda parte, Muchnik ofrece su
tesis y los argumentos a favor de aquella:
allí explica por qué cree que las dos visiones opuestas, contenidas en los ensayos
citados al principio de su artículo, configuran una “antinomia”, y explica cómo,
Rubiel Ramírez R. valiéndose de una noción kantiana de
Universidad del Quindío - Colombia autonomía, puede haber superación de la
rramirezr@uniquindio.edu.co “antinomia”. Muchnik dedica la última
parte de su artículo a los conceptos de
uso público y uso privado de la razón,
los cuales, tal como aparecen en el ya
citado ensayo de Kant, configuran para
Ideas y Valores • número 140 • agosto de 2009• ISSN 0120-0062• Bogotá, Colombia
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Muchnik un ejemplo de cómo la noción
de autonomía puede iluminar la salida
de la contradicción a la cual ha denominado “antinomia”.
Muchnik empieza por recordarnos una historia: además de Kant,
Mendelssohn también había respondido
con un ensayo a la pregunta de qué es
la Ilustración. Observa Muchnik que el
texto de Mendelssohn difiere del de Kant
en que el tono del primero diverge muy
fuertemente de las doctrinas típicamente
liberales e ilustradas, al menos en algunos aspectos. En particular, Muchnik
anota que en el texto de Mendelssohn
hay una justificación de la censura y de
la coerción, la cual se basa en la necesidad pública de evitar la barbarie. Así,
Muchnik ve en Mendelssohn una seria
divergencia con el liberalismo, al cual
cabría caracterizar, según Muchnik, por
la noción de que el papel del Estado es el
de garantizar la libertad individual. Para
ilustrar el conflicto de Mendelssohn con
el liberalismo, Muchnik contrasta sus
doctrinas con las de Mill, contraste que
halla atractivo por el hecho de enarbolar
ambos autores argumentos consecuencialistas, los cuales sin embargo conducen a cada autor a corolarios diferentes:
en Mill, a la defensa casi irrestricta de
las libertades, y en Mendelssohn, a la
formulación de argumentos que justifican la coerción. Para Muchnik, la “antinomia” es visible en el hecho de que
Mill rechaza cualquier fundamentación
metafísica del orden político, mientras
que en Mendelssohn hay una concepción
“monolítica” de lo que deben ser los fines
de la organización social. Muchnik propone entonces la interpretación kantiana
de este conflicto como una “antinomia
de la razón política”: la legitimidad del
“contrato” entre los hombres radica en
que éste no incluya supuestos metafísicos, pero sin la “garantía metafísica, sin
embargo, no hay contrato posible” (47),
pues habría un desbordamiento hacia las
aberraciones de la “arbitrariedad” individual. Muchnik propone entonces un
esfuerzo similar al que se hace con las
antinomias en la filosofía teórica de Kant.
Esto empieza por un contraste entre las
tesis de Kant y las de Mill: Kant encuentra inaceptable una justificación consecuencialista del orden político, basada en
la felicidad, por ser incapaz de proporcionar un marco intersubjetivo de reglas.
Y, aunque Kant ha dado importancia en
algunos textos a la noción “negativa” de
libertad (ausencia de coerción), Muchnik
considera que en el pensamiento kantiano la voluntad es fuente de autoridad
“intersubjetivamente válida”, con lo cual
se dibujaría claramente un concepto de
libertad positiva entendida como autonomía. ¿Cómo entraría esto a solucionar la “antinomia”? Para Muchnik, la
autonomía conlleva la construcción de
un “mundo de valores objetivos” aun
cuando no metafísicos, sino basados
totalmente en factores “internos a la
razón humana”. La aplicación concreta
la encuentra Muchnik en el concepto de
“uso público de la razón”, noción central
en “¿Qué es la Ilustración?” de Kant: el
uso público de la razón armoniza disciplina y libertad, en cuanto puede impedir
la promulgación de leyes injustas, pero
también puede hacer que los ciudadanos
obedezcan las leyes que han aceptado.
Varios aspectos del artículo merecen comentario. Sin duda, tal vez el
más importante es el planteamiento y
la caracterización de la presunta “antinomia”. Cabe empezar por decir que el
texto mismo no es claro al respecto: en
ocasiones, a la antinomia se la presenta
como el clásico conflicto entre libertad y autoridad, entre caos y orden, y en
otras se la presenta con un ropaje más
sofisticado: como el conflicto entre una
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visión de la política basada en principios metafísicos, y una que rechaza de
plano la construcción del orden político
sobre tales principios. Vale decir, para
empezar, que estas dos presentaciones
no necesariamente coinciden: el liberalismo no necesariamente coincide con
el rechazo de la metafísica en lo político;
esto sólo es cierto en algunas de sus vertientes: sería perfectamente concebible
un liberalismo de fuerte base metafísica,
por ejemplo, anclado en una noción de
derecho natural. Tampoco es cierto que
la preferencia por la disciplina y la autoridad coincidan con la visión metafísica de lo político: piénsese en el caso de
Hobbes, en cuya teoría se llega al autoritarismo, sin recurrir a la metafísica.
Desde una perspectiva hobbesiana, la
segunda parte de la “antinomia”, aquella
que dice que sin metafísica no hay contrato posible, no tendría justificación,
pues en dicha perspectiva no se necesita la metafísica para evitar la anarquía
y el terror, y tampoco es ella necesaria
para la celebración del acuerdo social
y para la conservación de su legitimidad: ésta última, recordemos, depende
solamente de que el soberano cumpla a
cabalidad su función de evitar la guerra.
En escritos del mismo Kant se habla de
cómo se llega al contrato sin hacer mención alguna de presupuestos metafísicos,
ni siquiera de principios intersubjetivos:
es lo que sucede en su “Idea de una historia universal en sentido cosmopolita”,
donde se sostiene que la necesidad lleva
a los hombres al contrato y los mantiene
en él (Kant 1784 44s). De haberse querido hallar una contradicción verdaderamente interesante en el pensamiento
político moderno, podría haberse buscado en las dos corrientes que ha aparentado tener el liberalismo: una que
fundamenta la primacía de la libertad sobre la base de un descubrimiento
racional (aquí puede caber la metafísica),
y aquella que lo fundamenta en la constatación de que, no siendo posible hallar
principios generales de gobierno de ninguna especie, la organización política no
puede hacer más que garantizar las condiciones de la coexistencia.
Tampoco es claro el contraste que
Muchnik traza entre Mendelssohn y
Mill: al primero le atribuye haber dado
gran importancia a la idea de perfección,
como si esto constituyese por sí mismo
un claro criterio de conflicto entre estos
dos autores. El propio Mill, sin embargo,
y dentro de su más puro consecuencialismo, vio en el perfeccionamiento
humano la justificación última de la
libertad, noción esta que aprendió de su
admirado W. von Humboldt. Tanto así
que llegó a sostener que el despotismo
es un modo legítimo de gobierno para
bárbaros e iletrados, pues a estos no les
resulta posible usar la libertad para perfeccionarse (Mill 1859 13s). El mismo
enfoque de Mill muestra que el concepto
de perfeccionamiento individual no
tiene necesariamente que ser metafísico.
¿Qué podemos comentar sobre la propuesta del autor, según la cual la noción
kantiana de autonomía sería la clave
para superar la “antinomia”? En general, parecería ser que para Muchnik la
noción de libertad positiva, aderezada
con elementos morales propiamente
kantianos, permite dejar atrás la “antinomia”, pues permite que haya criterios intersubjetivos de comportamiento,
sin que tales criterios tengan que provenir de una imposición metafísica, la cual
juzga contraria al pluralismo. Nótese,
sin embargo, que la solución de Muchnik
sólo es plausible si los dos extremos de la
antinomia son la metafísica y el utilitarismo, pues la autonomía kantiana permitiría escapar del caos generado por
los millares de visiones que puede haber
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acerca de la felicidad, mientras que se
previene el despotismo metafísico. Pero
si se varía un poco el planteamiento del
conflicto, y éste se dibuja sobre las líneas
que propusimos en un párrafo anterior,
la noción kantiana de autonomía no proporciona una respuesta satisfactoria a la
inquietud fundamental del liberalismo
pluralista, a saber, la aparente imposibilidad de hallar cánones intersubjetivos
de conducta, sean estos de orden metafísico, o provengan ellos de un ejercicio de
razón práctica.
Finalmente, y aunque no sea este un
asunto central, cabe lamentar la profusión de errores gramaticales, ortográficos
y tipográficos en el ensayo comentado. Y
cabe también sentirse sorprendido por
ciertos giros de redacción, que sugerirían el absurdo histórico de que Kant criticó las doctrinas de Mill. Esto, lo damos
por supuesto, no lo cree ni lo sostiene el
autor.
Bibliografía
Kant, I. “Idea for a Universal History with
a Cosmopolitan Purpose”. Political
Writings. Cambridge: Cambridge
University Press, 1991.
Mill, J. S. (1859) “On Liberty”. On Liberty
and Other Essays. Oxford: Oxford
University Press, 1998.
Andrés Mejía Vergnaud
Universidad Nacional de Colombia
anmejiave@unal.edu.co
Departamento de Filosofía • Facultad de Ciencias Humanas • Universidad Nacional de Colombia
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