Mensaje del Párroco, X Domingo del Tiempo Ordinario, June 5, 2016 Como sacerdote he tenido oportunidad de ver el dolor de muchas personas que rehúsan aceptar la muerte repentina de un hijo, hermano, cónyuge o padre. La verdad es que, como seres humanos que somos, nunca estaremos preparados para dejar ir a nuestros seres queridos. El dolor que muchos sufren con frecuencia se transforma en rebelión contra la vida y terminamos culpando a Dios por el sufrimiento. Qué difícil me resulta consolar a estas personas, o ayudarles a encontrar paz. En el Evangelio de hoy, Jesús se encuentra con una procesión fúnebre a la entrada de la población de Naím, a unas 65 millas de Jerusalén. La escena es conmovedora; una madre está por enterrar a su único hijo. ¡Qué difícil situación para ella! Jesús ciertamente no es indiferente al dolor de ella como madre y entonces le dice estas palabras de consuelo: “No llores”. Mientras medito en las palabras de Jesús, pienso, ¿por qué no habría de llorar, de expresar el duelo por su hijo? No podemos contener las lágrimas… llorar hace bien. ¡Nos ayuda a desahogarnos! Si contenemos las emociones, al final dolerá más. Las personas que no hacen duelo por los seres queridos, sino que reprimen sus sentimientos, tarde o temprano saldrán a flote y crearán situaciones aún más difíciles. Pero Jesús no se refería a este tipo de represión, lo que quiere decir con “no llores” es: “mujer, no caigas en la trampa de la desesperación. No pienses que la muerte es el fin de la vida, no te des por vencida, no pierdas la esperanza y el amor por tu hijo”. Y esta es la invitación para nosotros también. No debemos llorar por la muerte de un ser querido, ya que la muerte no es el fin. Jesús nos trajo esperanza; la muerte es el comienzo de una nueva vida, el comienzo de la eternidad junto a Dios. A todos nos espera este momento, cada uno de nosotros llegará a su momento especial (no teman pedirle a Dios algo especial para ese día. Yo siempre le he pedido a Dios que no quiero morir súbitamente, quiere prepararme, incluso si eso signifique sufrir… pero también quiero morir en el aniversario de mi bautismo, 6 de julio). En el evangelio Jesús llora cuando ve cuánto sufre la mujer, y también llora por nosotros porque conoce el dolor que padecemos cuando pasamos de este mundo físico a la eternidad. Es inevitable padecer nuestros sentimientos, pero son mucho más difíciles de tolerar cuando perdemos la fe, la esperanza y el amor. Pero si tenemos fe, esperanza y amor, entonces no debemos llorar; la misma invitación que Jesús le hace a la mujer de Naím es para nosotros. Ya estamos en la tercera semana de Stavros, los participantes (que son cerca de 80) entenderán lo que quiero decir. La Espiritualidad de la Cruz concentra estos sentimientos para que podamos experimentar el sufrimiento y la muerte dentro del amor, sin incógnitas, más bien como un momento: lo que todos deseamos ahora está al alcance de la mano. En Dios ya no hay más lágrimas, no hacen falta más preguntas, la muerte nos purificará de todo lo corruptible. La vida toda es preparación para este momento. En el evangelio de hoy Jesús le da a esta mujer la esperanza, la fe y el amor que quiere que todos nosotros tengamos. Aprovechemos esta oportunidad para asimilar las palabras de Jesús y encontrar consuelo en El, porque Él es el camino, la resurrección y la vida. Lo que ocurre… Se habrán dado cuenta que el P. Mario y yo hemos estado fuera con frecuencia estas dos últimas semanas. La razón es porque el Consejo Provincial está trabajando en la asignación de Misioneros del Espíritu Santo en todas nuestras comunidades. Algunas de sus preocupaciones tienen mucha validez, como preguntarse por qué movemos tanto a los sacerdotes. Una de las consecuencias naturales de un Capítulo Provincial y la elección de un nuevo Consejo Provincial es dar nueva ubicación a los sacerdotes. Nos hemos fijado como meta buscar más estabilidad en las comunidades, sin embargo, al ser la Provincia Cristo sacerdote de los Estados Unidos tan pequeña, quizás se nos haga difícil mantener esta promesa. Estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo, les agradecemos sus oraciones y su paciencia. En otro tema, cada año el Comité Guadalupano organiza la Cena baile Parroquial para recaudar fondos para diversos proyectos, a discreción del Párroco. Algunos de los proyectos a los que han contribuido en los últimos años son: los vitrales de la entrada, la renovación de los baños, nueva alfombra y mesas para el Salón, y también donaron parte del Tabernáculo. Este año, estuve reflexionando en cosas espirituales, no materiales: los fondos recaudados serán asignados a una Cuenta de uso restringido para retiros y materiales sobre la Espiritualidad de la Cruz. Ruego a Dios que estos materiales les ayuden a crecer en su vida espiritual. El nuevo Párroco, junto al Equipo de Liderazgo, encontrarán la mejor manera de utilizar estos fondos. Espero que sean parte de este divertido evento y vengan a disfrutar la excelente cena el 18 de junio. Tu hermano en Cristo, P. Roberto Saldívar, MSpS