Arte y arquitectura hispanomusulmanas INTRODUCCIÓN La arquitectura islámica española ofrece edificios que son esenciales para la comprensión del arte musulmán, tanto por ser creadora de formas originales, como por el papel que desempeña en la difusión de formas y técnicas orientales. PERIODO CORDOBÉS Y DE TAIFA El arte hispanomusulmán se inicia con el periodo cordobés, que comienza a fines del siglo VIII hasta comienzos del siglo XI debido al establecimiento de la capitalidad en Córdoba. En el arte cordobés hay una clara influencia de los edificios visigodos e hispano−romanos, ya que se aprovecharon muchos elementos arquitectónicos de edificios ya construidos. Por tanto es muy característico el uso del arco de herradura semicircular, heredado de la arquitectura visigoda. Para las cubiertas se utilizan diferentes tipologías de bóvedas, entre las que sobresalen la de gallones y la de crucería. Su edificio más importante es la mezquita de Córdoba. Mandada construir por Abd al−Rahman I en el 786 sobre el solar de una antigua iglesia visigoda. La sala de oración está precedida por el alminar y el patio de abluciones o sahn, y en su centro se halla la catedral del siglo XVI y la cubierta de la capilla real de la primitiva catedral de Santa María. A la izquierda del muro del fondo o quibla, se encontraba el palacio del califa. Una vez en el interior nos encontramos con once naves perpendiculares a la quibla (al contrario de la mezquita de Damasco) y una arquería doble de arcos de medio punto en la parte superior y de herradura en la inferior con alternancia de dovelas, en rojo y blanco, y cuyo antecedente remoto se halla en el acueducto romano de los Milagros en Mérida. Dicha arquería reposa en un amplio cimacio que descansa en capiteles de penca que coronan columnas de fuste liso y que no tienen basa. Destaca su esplendoroso mihrab cuyo arco posee una fastuosa decoración vegetal y epigráfica. En el año 833 Abd al−Rahman II amplió la cabecera y reformó la puerta de San Esteban. Abd al−Rahman III construyó el actual alminar y, finalmente, Al−Hakam II inició en el año 961 la gran reforma de la mezquita. Se amplió hasta la cabecera y se dispusieron arcos polilobulados entrecruzados, con lo que se enriqueció la obra. Otros ejemplos del mismo estilo son la iglesia−mezquita del Cristo de la Luz (Bab al−Mardum), en Toledo, transformada en iglesia en el siglo XII y que recurre al uso del ladrillo cordobés como elemento de difusión de sus formas ornamentales, así como el palacio de Medinat al−Zahara construido por Abd al−Rahman III para su favorita Zahara en el 936 y que representa el prototipo de ciudad−palacio, anticipo de la Alhambra. A finales del primer tercio del siglo X, sucede el periodo taifa, después de la destrucción de la unidad política del califato cordobés. Este periodo emula constantemente el esplendor cordobés empleando materiales de menor costo como el yeso que, a pesar de ser poco noble, permite conseguir efectos decorativos de fastuosidad. La Aljafería de Zaragoza es el ejemplo más ilustrativo. Presenta gran tipología de arcos de compleja organización y profusa decoración. También son de destacar los numerosos baños árabes que proliferan en la península Ibérica. PERIODO ALMORÁVIDE, ALMOHADE Y NAZARÍ A partir del siglo XI, se inaugura la segunda etapa en el arte islámico con la presencia de pueblos bereberes (almohades y almorávides) en al−Andalus. El arte almorávide se caracteriza por un predominio de lo decorativo sobre lo constructivo, que recurre al uso del ladrillo en columnas o pilares, así como arcos más complejos (polilobulados y mixtilíneos) y bóvedas más variadas como las esquifadas o de mocárabes, y la decoración de red de rombos o sebka. Corresponden a este periodo el mihrab de la mezquita de Almería. 1 La siguiente invasión da origen al arte almohade, año 1153, que establece su capital en Sevilla hasta su derrota frente a los cristianos en la batalla de las Navas de Tolosa (1212). En esta fase prima lo constructivo tanto en las bóvedas como en los arcos y se origina la tipología de mezquitas en forma de T. Así mismo se edifican construcciones de tipo defensivo como las torres albarranas, (como la célebre torre del Oro) las alcazabas o La Kutubiyya, mezquita de Marrakech. Finalmente, el arte hispanomusulmán culmina en su etapa Nazarí, reino de origen independiente creado a raíz de la conquista de Granada en 1238. Arte en cierto modo ecléctico, se caracteriza por la profusa decoración a pesar de la pobreza de los materiales que emplean. Sus características principales son la columna de fuste cilíndrico con un capitel de dos cuerpos, el inferior decorado con cintas y el superior con ataurique. La elegante inscripción epigráfica que a veces decora sus cimacios sirve de base a los arcos angrelados y peraltados. Se enriquecen las cúpulas de mocárabes y se utilizan techumbres que complementan la rica ornamentación en uno de los máximos momentos de declive del arte hispanomusulmán. Su edificio más emblemático es la Alhambra de Granada, que comprende todo un conjunto residencial amurallado. Sus orígenes se remontan a la alcazaba que mandó construir Muhammad I, el fundador de la dinastía de los Nazaríes, quien abasteció de agua la colina y levantó la torre de la Vela y la del Homenaje. El palacio que se conserva hoy día fue construido por Yusuf I (1333−1354) el salón del trono y el patio de los Arrayanes en el espacio público y por Muhammad V (1354−1391), que completó la zona privada. Destacan los baños, quizá de los más ricos hallados en la península, y el patio de los Leones, donde sobresalen la sala de los Abencerrajes, la de Dos Hermanas y la de los Reyes. Los patios y los jardines, tanto el del Partal, que es el más próximo al palacio, como el del Generalife (la huerta excelsa) situado frente al palacio real llamado, resumen la esencia del concepto del jardín islámico ofreciendo una imagen de belleza sensorial incomparable. Véase Paisajismo: Oriente y el islam. En las artes aplicadas, son singulares las obras de seda granadina, la cerámica de reflejo metálico, los trabajos en taracea, así como los realizados en cuero como cordobanes y guadamecíes, y que reflejan la marcada huella oriental. 2