1 INSTITUTO DE ESTUDIOS ESTRATÉGICOS DE BUENOS AIRES LIDERAZGO Y CRISIS POLITICA Segunda Parte (Marzo de 2002) “Hay seis formas de escoger a las personas para ejercer el mando: enriquecerlos y observar si se refrenan de la mala conducta, para probar su humanidad. Ennoblecerlos y ver si se contienen de la altanería, para probar su sentido de justicia”. “Darles responsabilidades para ver si se contienen comportamiento despótico, para probar su lealtad”. del “Tentarlos, para probar su confianza. Ponerlos en peligro y ver si no se asustan, para probar su valor. Abrumarlos y ver si permanecen incansables, para probar como abordan estratégicamente los problemas”. Sun Tsu, estratega chino, siglo V a.C. Siguiendo el tema propuesto en la primera parte, a continuación enunciamos algunas de las cualidades que debieran coexistir en un líder-profeta – el estadista: Genio Creativo Aunque podría considerarse como obvio el hecho de que el líder estratégico debe poseer una gran capacidad de abstracción, las responsabilidades que recaen sobre él le obligan a ser depositario de una inteligencia superior, que raya con la genialidad. A esta inteligencia deberá sumar una gran dosis de intuición. Los teóricos no han dudado en llamarla genialidad creativa. Su capacidad debe permitirle identificar y evaluar el mayor número de variables proyectadas, que sus seguidores no captan. Ello le concede la posibilidad de desarrollar capacidades prospectivas y adelantarse a su tiempo. Puede ser “un incomprendido”, ya que su pensamiento puede escapar al alcance de sus contemporáneos. Esta virtud lo caracteriza como “visionario”. Le hemos llamado “profeta” o “estadista”, en la primera parte de éste trabajo. Para lograr esta genialidad creativa, en el rumbo acertado, la experiencia es necesaria pero no es suficiente. El líder debe conjugar una serie de cualidades adicionales. Su capacidad analítica debe convivir con su capacidad de síntesis. Si bien la capacidad analítica conforma el aporte para bucear en el pensamiento complejo, es la capacidad sintética la que lo lleva a conjugar el conocimiento con la intuición y las percepciones sociales, cualidades innatas y difíciles de desarrollar. La intuición, la inteligencia emotiva, le permite al líder ver en la “niebla” del futuro, donde los ojos del cuerpo no llegan. 2 En otras palabras, es un sentido no racional el que le permite al líder estratégico “conceptualizar” e identificar posibilidades, a las que el inconsciente colectivo aspira. La percepción de la sicología colectiva, en cambio, es la cualidad que le permite al líder operativo “conducir al conjunto social” a la obtención de los objetivos. La importancia de ésta capacidad radica en que permitirá superar las limitaciones humanas en los esfuerzos prolongados y en la destreza para eludir los conflictos, inherentes a la condición social de la acción política. Flexibilidad y Decisión Si algo debe caracterizar al “líder trasgresor” es su capacidad creativa de alternativas inéditas, sustantivas y dinámicas, que se correspondan a los avances del progreso humano. No siempre las metas son fácilmente alcanzables. Ante tal situación, el líder debe conducir la posibilidad contingente adaptándose a cada situación, detrás del objetivo, respondiendo rápidamente, sin afectar su identidad. Cada situación, en el acelerado y cualitativamente cambiante escenario de éste tiempo, exige soluciones diferentes. Quienes transitan sobre las rutinas burocratizadas, son la contrafigura de los líderes modernos. Estos, afianzando su identidad y su tradición día a día, tienen la plasticidad de interpretación de la constante y acelerada etapa de la civilización en curso. Si un líder es flexible, puede ser impredecible. Un líder predecible pierde la ventaja competitiva frente a sus opositores. Un líder hábil debe crear, hasta donde le sea posible, el mayor número de alternativas. A mayor número de escenarios posibles, mayor número de alternativas y variantes disponibles, en el “activo invisible”. Sun Tzu y los maestros chinos advierten que, para que un líder mantenga su potencial de generar sorpresa, debe moverse entre dos extremos claros: la ortodoxia y la no-ortodoxia. Es así como la sorpresa puede mantenerse y como tal, las posibilidades de iniciativa y de victoria. Si el opositor espera soluciones ortodoxas, ajustadas a la academia y a la teoría, la no-ortodoxia es el camino, e igualmente sucede en la situación contraria o en la combinación de ambas. Esta múltiple creación de alternativas, compromete al líder con una última e importante cualidad: la toma de decisiones. La evaluación de las alternativas, no es sencilla. Como se vio, la intuición y el análisis pueden tener un papel valioso. En todas éstas el paso final de la decisión, no es fácil. Es un momento de gran soledad. Para finalizar con “la flexibilidad”, como cualidad en el líder, la siguiente cita de Clausewitz resume su alcance: “El arte de comandar en la guerra, es tomar creativas decisiones en medio de la ambigüedad”. Estabilidad 3 Una de las cualidades más complejas a desarrollar por un líder, es “la estabilidad o el control de su temperamento”. Para él la irritabilidad es un enemigo en el proceso de obtención de decisiones geniales. Perder el control no sólo entorpece el proceso de toma de decisiones, sino que también debilita las posiciones del líder, ya sea frente a su gente o en medio de los procesos de negociación, frente a la contraparte. Gran parte de esa capacidad de cálculo proviene de un principio, indiscutible para Stalin: “Nada puede justificar pelear batallas no ganables por causas dudosas.” Este es a la vez uno de los grandes principios de Sun Tzu: “El estratega no sólo debe tener claro el norte, sino que también debe tener perfectamente definido que una vez que se lanza por él, nada lo podrá detener”. No se pelean batallas por honor. Es tan indiscutible este principio, que la Doctrina Weinberger, que rige las condiciones para que los Estados Unidos entren a una guerra, establece: “No comenzar una guerra, hasta que se pueda garantizar la victoria”, como uno de sus seis principios inexorables. Se pelean batallas sólo cuando se pueden ganar. Una afirmación similar hace el Profesor Peter Wilton, Director de la Maestría en Negocios Internacionales de Berkeley, en la conferencia “Dirección y Estrategia de Ventas”, cuando dice: “No se inician guerras de precios, a no ser que se tenga certeza en un 100% que los costos propios son los menores de todo el mercado.” Valentía y Coraje La “valentía y el coraje” son condiciones centrales en la personalidad del líder, en el ámbito del conflicto. Para los grandes líderes políticos o militares, el conflicto no es sólo el desafió frente al contrario, sino también el despertar de las profundas pasiones que significa el enfrentar la muerte, caminando constantemente al filo del peligro que representan los hechos. Esta personalidad salida de “lo normal”, hace del líder un ser al margen de los hechos, cuya energía, incluso, le permite asumir cruzadas inimaginables. Así las cosas y a pesar de ello, lo más trascendente de las virtudes del líder, es que éstas son la fuente de su autoridad moral que, como se verá más adelante, es el núcleo real de poder. Un líder no puede exigir valentía, si no da testimonio de ella. Un líder no puede estar ausente del escenario de conflicto. Por el contrario, debe estar al mando en los frentes de mayor tensión. Huang Shih-kung lo expresa así, cuando dice: “El general debe estar unido con su ejército en la tranquilidad y unido con ellos en el peligro.” Intrepidez La actitud frente al riesgo ofrece innumerables matices, en la intimidad del desempeño del líder. Como vimos anteriormente, el líder, gracias a su valentía y coraje, debe ser capaz de enfrentar decisiones o situaciones de alto riesgo. No obstante, la forma de aproximación a 4 ellas, puede variar considerablemente. Así lo reconoce la cita de Clausewitz, al señalar que: “la actitud frente al riesgo varía, a medida que aumenta el rango”. En los niveles inferiores, las decisiones en medio del conflicto afectan a una menor cantidad de personas, por lo cual el líder a este nivel puede ser perfectamente más temerario. Esa es la clase de líder que Clausewitz forja teóricamente a través de sus crudos relatos en “De la Guerra”. Temple En el temple se resume la capacidad del líder para hacer que sus órdenes y orientaciones se hagan realidad. Tal como el torero logra que en la lidia el toro siga su muleta, a lo largo del pase, el líder debe lograr que sus órdenes sean celosamente cumplidas por sus dirigidos, en medio de un infierno. Este objetivo no es sencillo. En este punto, los maestros chinos han llegado a sugerir que el temor producido en los subordinados puede ser una herramienta útil para tal propósito. Sin embargo, la utilidad de éste decae a medida que el grado de capacitación de los subordinados aumenta. En nuestros tiempos y en un contexto de guerra, los esquemas autocráticos podrían dar cabida a algunos de estos aspectos, pero en los nuevos modelos administrativos, los matices democráticos desvirtúan claramente las posibilidades alcanzables entre los subordinados, a partir de la intimidación. No obstante, el temple del líder se mide por su capacidad para lograr sus objetivos a través de la instrumentación de una exigente disciplina, en el interior de su organización. Compromiso y Entrega El temple del líder no sólo debe ser dirigido y destinado a sus subordinados. Es igualmente dirigido a sí mismo. La necesidad de ser ejemplo exige del líder la mayor cantidad posible de entrega y compromiso. Sin entrega, el líder difícilmente podrá ganar el favor de su gente, de quien es el soporte psicológico y a la vez, el modelo a emular. Este compromiso con sus filas exige que el líder se entregue de lleno a la causa. Tal afirmación plantea una dura realidad. El líder no sólo se entrega a la causa, sino que también termina perteneciendo a ella. La responsabilidad que implica el jugar con el futuro de tanta gente a su alrededor, termina consumiéndolo y opacando su vida personal. He aquí un gran desafío para el líder trasgresor: entregarse en cuerpo y alma a la gente y la causa, sin olvidarse de sí mismo. Maestría Un líder no se forma de la noche a la mañana, a pesar de que algunas de sus cualidades pueden ser innatas. El líder es un conjunto de matices que se consolidan gracias a la preparación, la experiencia e incluso a su capacidad educadora. Reunidos estos tres aspectos, el nivel de maestría puede ser alcanzado por el líder. 5 Los estrategas antiguos, en su mayoría, se gobernaban por su intuición y el empirismo. La viabilidad de tal esquema no es factible hoy. La altísima cantidad de información disponible, obliga al líder seguir los caminos de la capacitación formal, tal como lo enuncia Liddel Hart: “La instrucción es fundamental para forjar un instrumento que resulte eficaz en las manos del General.” Sólo a través de la educación, la instrucción y la preparación específica, el líder podrá lograr la adquisición de los instrumentos necesarios para el mando. La maestría llega así, por la vía del enlace, la capacitación y la experiencia. Plantea a su vez el gran reto de educar a los subalternos, de irradiar en ellos un efecto Pigmalión positivo. Es el mensaje de “Juan Salvador Gaviota”. Sólo así se logra la condición de Maestro. Kissinger demanda esta cualidad en el Jefe del Estado, cuando cita: “El Presidente desempeña el papel de educador, cuya visión moral aporta el marco del debate.” Como claramente se puede deducir, el magisterio no puede limitarse a la transmisión de las experiencias obtenidas por el maestro. La enseñanza debe, ante todo, construir la plataforma de valores y principios que permitan que el educando pontencialice sus cualidades y supere con creces las intenciones del maestro. Educar no sólo es un deber frente a los subordinados. Es también un deber frente a la causa. No siempre el umbral en el que pueden ser alcanzados los objetivos, puede estar al alcance de la vida del líder. Por lo mismo, la regeneración del liderazgo es una responsabilidad para éste. Mientras más grande el objetivo, más lejos puede estar este umbral en el tiempo y más alta la necesidad de obtener nuevos líderes. Selectividad La formación de líderes no es un ejercicio en el cual el tiempo sea un gran aliado. Por el contrario, es un proceso que por su lentitud y exigencias confirma el acierto o desacierto en la selección, tardíamente, cuando las consecuencias de las decisiones erradas, son inevitables. Por ello es que, en el mecanismo y la solidez de la selección y formación de líderes, se garantiza la supervivencia de una causa. Pero, las organizaciones no son sólo líderes. Allí radica la importancia de ser selectivos. Es necesario identificar la persona correcta para cada función. No todos los roles son glamorosos y llenos de matices. Para esos roles, también existe alguien adecuado, capaz de desempeñar la función inmejorablemente. Es objetivo del líder, para lograr la victoria, el ensamblar una organización en la cual la excelencia se extienda a cada uno de sus rincones. Comunicador La necesidad de educar a su gente, no es el único aspecto que obliga al líder a ser un gran comunicador. El líder enfrenta la necesidad de comunicar su visión y sus objetivos 6 adecuadamente a su gente. No obstante, las facultades excepcionales del líder, unidas a la capacidad de ver oportunidades en donde otros no las ven, dificulta considerablemente este papel. El líder debe buscar que los objetivos, imperceptibles para algunos, logren permear el clamor popular y de esta forma obtener el apoyo de la masa. Conciliador La labor de conciliación del líder no se limita a los valores. El líder permanentemente está negociando y como tal, la conciliación siempre está presente en sus acciones. La importancia de la conciliación radica en la posibilidad de multiplicación de fuerzas, mediante las alianzas. Analizando lo anterior, el líder no sólo debe poder conciliar los puntos en conflicto, en medio de los procesos de alianza, sino que también debe poseer una gran capacidad de relacionarse con otras culturas u organizaciones, con el objeto de explorar el potencial de alianza entre ellas. En el mundo global, ésta es una verdad de a puño. Hoy es poco factible dominar el mercado sin contar con alianzas capaces de multiplicar los esfuerzos. Igualmente, la capacidad conciliadora debe extenderse al interior de la organización, ya que es evidente que los conflictos internos pueden comprometer el logro de los objetivos. La legitimación de la autoridad El objetivo del líder es obtener el consenso del mandante, mediante el ejemplo. Es convertirse en la autoridad moral de su cultura y sociedad. A partir de una sólida formación, el líder trasgresor debe defender los valores, dejarlos evolucionar y encarnar las cualidades más admirables de su pueblo. Para ello, la única clave será ser honesto con su gente, tal como lo resumiera en una frase Sun Bin: “Siempre sé sincero.” Convertido el líder en ejemplo y agente del poder, llega a ser el soporte psicológico de la gente. Es el destinado no sólo a señalar el rumbo, sino a también identificar el momento de la victoria y la derrota. Por lo mismo, el líder es el centro de gravedad principal del ejército (entendido en términos de Clausewitz, el centro de gravedad es definido como el punto significativo a atacar o destruir). Su desmoronamiento, es el desmoronamiento de su gente y por lo tanto, la victoria del contrario. El Plano Visionario del Líder El líder estratégico se distingue por su capacidad de prever el futuro y abarcar la globalidad de la situación que lo envuelve. Solamente puede hacer estrategia si se relaciona bien con la realidad que lo rodea. Con la verdad. Su función no puede limitarse a generar la visión. 7 Debe llegar más lejos al establecer la clara definición de los objetivos que conforman el escenario a alcanzar. El destino de la Nación, de la Organización o de una Fuerza. La definición de los objetivos nacionales, conlleva la condición insoslayable de la unidad en esos fines. El rumbo para alcanzarlos es el paso siguiente: las políticas y las estrategias que definen el empleo del poder. “¡Ay de aquel líder cuyos argumentos, al término de la guerra, no sean tan plausibles como lo fueron al principio!” Así censuró rotundamente Bismark la posibilidad de perder el significado original de los objetivos. Para el logro de los objetivos, es fundamental la definición del “cómo” lograrlos. Esto lleva la discusión al campo del planeamiento. T’ai Kung afirma: “Si el líder del ejército y el comandante de las masas no establecen sus planes, el equipo apropiado no será preparado.” A lo que Clausewitz agrega: “La experiencia ha probado que es imperativo no tomar el primer paso, sin considerar el último.” En el proceso de planeamiento también deben definirse y seleccionarse los recursos que se necesitan para lograr el objetivo. Los presupuestos. En este plano “visionario”, se da la construcción estratégica decisiva. La visión de lo sustantivo le ayuda al líder a definir el tipo de estrategia a seguir. La visión del líder le permite evaluar el rumbo de la organización y cómo hacerlo, con las máximas probabilidades de éxito. Nuestra centenaria decadencia como Nación tiene su remoto origen en la carencia de percepciones de Destino. De liderazgo estratégico. No pueden existir políticas sin objetivos, no pueden aparecer objetivos sin “profetas” y “líderes” con visiones profundas. Estos deben tener una raigambre entroncada en los valores centrales de su cultura. Hemos sufrido periódicamente la presencia de dirigentes que se han arrogado la representación de su pueblo, desde el mandato legal o de facto. Salvo contadas excepciones, no han sido representantes de nuestros ancestrales cimientos culturales. Han identificado la Gran Política con la ideología y el negocio espurio, venal y corporativo. La cultura es fundamentalmente una ética y ésta es la base de la credibilidad del Líder. Es el puente entre el mandante y los mandatarios. Así el “Sistema Social” se siente representado en el “Sistema Político”. Hoy nuestro Sistema Político está destruido, por obra de falsos líderes. No hay confianza entre representados y representantes. Es imperioso recrear, en nuestros NUEVOS dirigentes la estirpe de los VERDADEROS LIDERES, que reúnan por lo menos algunos de los atributos expuestos en la presente nota. LA CLAVE SERÁ LA AFIRMACIÓN CULTURAL Y LA ADAPTACIÓN AL DINAMICO PROCESO DE LA CIVILIZACIÓN, EN LOS COMIENZOS DEL S. XXI. De lo contrario el destino de nuestro amada Patria será incierto y el fantasma de la guerra y la disgregación será una dramática realidad. La decisión la tiene el pueblo, el mandante en la República.