Nota periódico diagonales

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Capítulo 1.
La localización de actividades agropecuarias dentro de las ciudades y en sus
alrededores no es un fenómeno novedoso.
En el Aglomerado Gran Buenos Aires (en adelante AGBA) y en sus alrededores,
diferentes documentos señalan la presencia de actividades agropecuarias en el periurbano
(Barsky, A. 2007, INTA, Plan Tecnológico Regional 2006-2008, Palacios, D. 2005, Moreno, C.
1998, Pedregosa y Gelman, J. 2008, Benencia R. 2003, Ministerio de Asuntos agrarios, 1940)
a lo largo de su historia. Sin embargo, no se encuentran referencias en la bibliografía acerca
de la agricultura desarrollada al interior de la ciudad y esta escasamente documentada la
realizada en el borde del aglomerado urbano. Por este motivo el foco de esta investigación se
centra en la agricultura realizada dentro del AGBA, específicamente dentro del Distrito de La
Matanza y se analizarán las funciones que le asignan a ese modo de realizar agricultura los
propios agricultores.
Las actividades agropecuarias desarrolladas en entornos urbanos, llamadas agricultura
urbana y periurbana (en adelante AUP) por diferentes autores (PNUD, 1996, FAO, 1999,
Mougeot L., 1999, AGUILA, 1998) han sido destacadas como de gran importancia en relación
a sus múltiples funciones como son la producción de alimentos en zonas cercanas a los
centros de consumo, el aprovechamiento de recursos sub utilizados, el mejoramiento de las
condiciones del hábitat urbano, la mejora de las condiciones de vida de la población pobre,
etc.
La agricultura urbana y periurbana se encuentra en todas partes del mundo, tanto en
países en vías de desarrollo, como en países industrializados. Sin embargo no se reconoce
como una industria urbana viable y quienes la practican sufren múltiples limitaciones.
Según la FAO, aproximadamente más de 2.000 millones de personas de todo el mundo
viven en ciudades. Se estima que más de la mitad de quienes residen en ciudades del tercer
mundo vivirán en la pobreza y gastarán entre el 50% y el 90% de sus ingresos en el elemento
más básico de su supervivencia: los alimentos, los cuales en general cuestan un 60% más a
los habitantes de las ciudad que a la población de las zonas rurales.
Se estima que unos 800 millones de habitantes de ciudades de todo el mundo
participan en actividades relacionadas con la agricultura urbana y periurbana. Una
combinación de datos de censos nacionales, encuestas por hogares y proyectos de
investigación señalan que hasta dos tercios de los hogares urbanos y periurbanos participan
en la agricultura. Una gran parte de los productos de esta agricultura se destinan al consumo
propio, mientras que los excedentes ocasionales se venden en el mercado local.
Las prácticas relacionadas a la agricultura urbana y periurbana se enmarcan en un
contexto económico de crisis del modelo capitalista (García Delgado, D.) y surgimiento de
diversas actividades informales como respuesta de la sociedad (Portes, M., Coraggio J. L.).
Se considera que para realizar un análisis integral de los sistemas de producción de la
AUP, se deben asumir conceptos del desarrollo rural-urbano que integran el marco conceptual
de la agroecología y la economía social, el desarrollo local (Boisier, S., Vázquez Barquero, A.,
Madoery, O., Arocena, J.), la producción ecológica de alimentos, las estrategias de integración
socio-productiva, el agregado de valor a la producción primaria y la exploración de mercados
alternativos a nivel local.
Esas miradas de la economía y del desarrollo permiten analizar tanto las funciones
económicas de la agricultura urbana y periurbana en su relación con los mercados, como lo
que sucede al interior de las familias cuando esta actividad se constituye como parte de sus
estrategias de reproducción familiar. Esta opción conceptual permite dar cuenta de las
múltiples facetas de la AUP destacando sus aspectos productivos, económicos, sociales,
culturales y ambientales entre otros.
Se asumió a la economía social (Coraggio J. L.) como un marco de referencia que
permite analizar las diferentes prácticas relacionadas a la agricultura urbana y periurbana,
donde la unidad doméstica y la unidad de producción frecuentemente conviven en un mismo
lugar y su principal objetivo es la reproducción familiar.
1
En cuanto al vínculo entre los agricultores y el mercado y complementariamente a los
conceptos de economía social, se deben tener en cuenta temas como los mercados solidarios
(Razeto, L. y Coraggio, J. L.) y el comercio justo (Melo Lisboa, A., Cotera Fretel y Ortiz Roca),
ideas que permiten describir las consideraciones éticas que los agricultores manifiestan en
relación a la actividad que desarrollan.
Teniendo en cuenta que la agricultura en el AMBA y en La Matanza se desarrolla en
un contexto de cercanía entre espacios rurales y urbanos, se consideró necesario tomar
conceptos que plantean los límites difusos entre lo rural y lo urbano (Link, T., Claval, P.,
Baigorri, A., Pengue, W., Lorda, M. A.), que permiten describir lo que sucede con la agricultura
en el periurbano.
Se considera que la agricultura urbana y periurbana se encuentra vinculada a la
seguridad y soberanía alimentaria, fundamentalmente en los aspectos relacionados a las
estrategias domésticas de consumo de alimentos (Aguirre P.) y a la importancia que posee
para los estados y las sociedades el garantizar el abastecimiento de alimentos por medio de la
producción local. Tanto esta autora como Coraggio J. L. brindan elementos de análisis acerca
de las estrategias de vida o de reproducción familiar que llevan adelante los diferentes grupos
sociales que permiten hacer una lectura de las prácticas de la AUP en relación a sus
funciones alimentarias, económicas, sociales y culturales.
2 - El sistema económico
En la actualidad el modelo económico dominante es el capitalismo, basado en el lucro y
en la acumulación del capital. La separación de los trabajadores de los medios de producción
y la creciente mercantilización de las relaciones sociales, son uno de sus pilares, siendo, la
naturaleza, el trabajo y los medios para satisfacer diferentes necesidades, bienes
intercambiables por dinero.
Coraggio, J. L. (2004) platea que ese modelo impulsó “...como la mejor manera de
organizar las sociedades para lograr el bien común, el profundizar la mercantilización de la
naturaleza y del trabajo humano, privatizar todo lo público y todo saber o conocimiento que
pueda ser lucrativo... y la instalación de un nuevo régimen de regulación (conocido como “desregulación”)... acorde al interés del gran capital y su forma financiera en particular, y en contra
de los derechos del trabajador...”. En ese contexto, algunos de los elementos ordenadores de
la economía son el interés económico, las libertades individuales y la debilidad del rol del
estado.
Para García Delgado, D. (2004) el modelo neoliberal, dominante durante la década del
90, estuvo acompañado de procesos de desindustrialización, precarización laboral,
vulnerabilidad y exclusión social. En este marco, las políticas sociales o redes de seguridad
social, jugaron un rol de contención de las consecuencias de ese modelo.
Según Portes, A. (1989), de continuar ese proceso de crecimiento global con déficit de
empleo, un creciente conjunto de habitantes, conformado por el trabajo por cuenta propia, la
informalidad que viene de las estrategias de sobrevivencia y la que viene de los nuevos
modos de producción moderna (terciarización), que él calcula en el 50% de la población
económicamente activa, se refugiará en ese tipo de alternativas.
Según Wacquant, L. (2007), cuyo análisis pone en discusión el peso de las estructuras
económicas sobre la vida de las sociedades y sus prácticas, uno de los principales fenómenos
derivados del empobrecimiento en las sociedades ha sido la expansión de la segregación
residencial. Esta se refiere al proceso por el cual la población de las ciudades se va
localizando en espacios de composición social homogénea. Para él, el aumento en las
disparidades de ingresos y en las condiciones de trabajo que resultan del funcionamiento de
la economía capitalista contemporánea tiende a manifestarse en segmentaciones en los
servicios y polarizaciones en la distribución de las clases en el espacio urbano, mientras que
las formaciones sub-culturales que suelen acompañar la consolidación de la segregación
residencial de los pobres reforzarían a su vez los procesos de diferenciación de ingresos y
segmentación de servicios públicos.
2
En ese contexto diferentes modos de participación social no solo fueron una respuesta
espontánea de la sociedad sino que han sido estimulados desde el estado, con resultados
dispares y en ocasiones contradictorios (Ugalde, A. 1985).
El autor plantea que la participación comunitaria, como actividad política, debe ser
promovida para satisfacer las propias necesidades de las comunidades y no las de los
gobiernos. En este sentido, Menéndez, E. (1987), destaca que la participación social puede
ser un mecanismo para “...que aquellos que no tienen poder, que no tienen la palabra, puedan
llegar a tenerlos si comienzan a participar, de tal manera que la participación social se va
convirtiendo en una suerte de mecanismo eficaz que opera desde lo político hasta lo
terapéutico dando lugar al uso del término empoderamiento y al cambio de las estructuras que
producen exclusión...” (Pág. 61). Esta visión acerca de las prácticas sociales se contrapone a
la que propone mecanismos de participación reducida a individuos o pequeños grupos a los
que se les atribuyen tanto los logros como los fracasos, negando el peso que tienen las
estructuras en relación a la pobreza. Wacquant, L. (2007) realiza un interesante aporte
metodológico al analizar la situación de marginalidad urbana, poniendo en juego el peso de
las estructuras económicas, el rol del estado y el papel de las estrategias de la sociedad para
resolver sus problemas.
A partir del año 2001, el neoliberalismo entra en crisis en la Argentina y emergen
diferentes formas de economía solidaria o como le llama Coraggio, J. L. (2004), economía
popular urbana. El autor plantea que “...siempre hubo y hay actualmente formaciones
económicas no capitalistas, que se basan en principios diferentes a la acumulación del capital
y la maximización de las ganancias como finalidad...” (Pág. 64) citando en este sentido a la
economía del sector público y a la economía social. Esta última la define como “...el conjunto
de prácticas laborales, productivas, de intercambio y consumo que a diferencia de la
economía capitalista no tienen como fin la maximización de las ganancias, sino el objetivo de
mejorar la calidad de vida de todos/as, en base a un desarrollo social justo e incluyente en
armonía con la naturaleza; apunta a la reproducción ampliada de la vida de todos/as y de las
próximas generaciones...” En este sentido se promueven la autogestión, la solidaridad, la
ayuda mutua, la toma de decisiones compartidas, la propiedad colectiva de los medios de
producción, la distribución equitativa de los ingresos, recuperando al trabajo como actividad
vital de hombre y como derecho inalienable.
La producción basada en los principios de la economía social o popular debe
contemplar formas de circulación y consumo que busquen la reproducción ampliada de la vida
de todos/as. En este sentido, toda actividad tendiente a mejorar la calidad de vida debería ser
considerada como actividad económica, sea o no mercantilizada. En un marco de crisis del
modelo económico, Coraggio J. L. (2004) plantea que las personas y comunidades recurren a
diferentes estrategias o tácticas de sobrevivencia realizando acciones “…como: la
organización para la autosubsistencia alimentaria bajo la forma de huertos y granjas
comunitarias…”.
3 - El desarrollo territorial. El rol de lo local.
En relación al desarrollo territorial, Boisier S. (2004) señala que la concepción del
desarrollo pasó de ser un concepto cuantitativo casi exclusivamente vinculado al crecimiento
económico a ser considerado en la actualidad “...un proceso y un estado intangible, subjetivo,
constructivista, vinculado a la posibilidad de crear en cada lugar y momento un clima, un
contexto, una situación...capaz de potenciar la transformación del ser humano en persona
humana, en su individualidad y sociabilidad y en su capacidad permanente de conocer, saber
y amar....”, aunque ese desarrollo “...aún concebido como un producto intangible no puede
independizarse por completo de la expansión permanente de una base material, aunque debe
rechazarse una causalidad lineal entre desarrollo y crecimiento...” (Pág. 36).
Ese autor y otros como Vázquez Barquero, A. (2001) entienden al desarrollo como una
propiedad emergente de un sistema territorial, donde los capitales intangibles (Boisier, S.
2004) son necesarios para que ese sistema posea una alta complejidad y sinergia. Estos
autores también destacan la necesidad que los procesos de desarrollo sean crecientemente
3
endógenos, entendiendo a la endogeneidad como la capacidad de los territorios de generar
estilos propios de desarrollo, de apropiarse crecientemente del excedente económico
producido allí para reinvertirlo en el lugar y de generar impulsos de cambio tecnológico en un
marco de cultura productora de identidad territorial.
Según Méndez, R. (2002) la búsqueda de un desarrollo territorial integrado supone
incorporar perspectivas sociales, ambientales y políticas a la noción de desarrollo. En este
sentido sería innovador aquel territorio que “...avanza a partir de esa estrategia integral en un
camino hacia un mayor y mejor desarrollo...” (Versión digital). Desde este punto de vista
considera que aquellos territorios que poseen una alta competitividad económica pero altos
niveles de conflictividad social o ambiental, son considerados territorios duales. Por este
motivo un territorio se denomina innovador cuando no solo posee adecuados índices
económicos sino que incluye un clima social a favor del desarrollo, la existencia de redes
locales de cooperación (capital sinergético según Boisier S.), la presencia de instituciones
públicas que apoyan la innovación y el desarrollo y la mejora en la formación de sus
habitantes.
Según Max Neef (1993) esos recursos no convencionales no se agotan con su uso sino
que se fortalecen, por lo que “...la potenciación de recursos no convencionales estimula no
solo la auto dependencia, sino que garantiza una mejor utilización de los recursos
convencionales...” (Pág. 121).
En relación a los capitales intangibles, aunque sin nombrarlos, Linck, T. (2000) afirma
que en la agricultura urbana y periurbana orgánica permite “...movilizar recursos colectivos en
la especificación (diferenciación de productos por atributos de calidad no siempre
cuantificables) de los productos...”. Esos recursos son específicos de un territorio o de un
grupo social, como por ejemplo “...los valores ambientales (valorados en la agricultura
orgánica), los recursos culturales (productos con certificación de origen o social), los recursos
organizativos (valores y códigos sociales compartidos en un grupo o red) que tienen un
carácter de recurso colectivo y su incorporación en las actividades productivas no se basa en
una estricta lógica de competencia sino mas bien en reglas y acuerdos negociados....” (Pág.
4).
Según Madoery, O. (2004) “...en el enfoque del desarrollo local, la cercanía, la
interacción y la asociatividad son elementos cruciales que están estructuralmente ligados al
territorio... lo local es el punto de encuentro de esa fuerte y particular relación entre territorio y
desarrollo: el ámbito donde los actores dejan de ser espectadores y pasan a ser protagonistas
de su destino común, si cuentan con proyectos políticos aglutinadores...” (Pág. 7).
En el contexto latinoamericano, Arocena, J. (2001) plantea que el desarrollo local es
una propuesta que algunos consideran viable ya que permite defender los derechos y
libertades de la sociedades locales, integrar población excluida, ampliar la participación y
fortalecer los tejidos sociales. Sin embargo hay quienes lo consideran inviable focalizando la
atención en temas como el centralismo de las sociedades, la debilidad de los sistemas de
actores locales y la reproducción a nivel local de sistemas de dominación.
En este sentido el autor les asigna un rol central a los actores locales articulados con el
estado. Para él, los sistemas de actores locales, para ser considerados como tales deben
poder controlar y gestionar parte del excedente económico y estar identificado culturalmente
con un territorio. Esto posibilita que las sociedades locales posean un proyecto colectivo, sin
el cual no es posible el desarrollo local. Para él, actores locales son los individuos y grupos
que desarrollan su acción en una sociedad local y que en el campo político, económico, social
y cultural son portadores de propuestas que tienden a capitalizar mejor las potencialidades
locales, es decir que son agentes del desarrollo local. Los actores locales se pueden agrupar
según sus lógicas de acción en actores político administrativos, actores empresariales y
actores socio territoriales.
4 - Nuevas ruralidades. Los límites entre lo urbano y lo rural.
La discusión acerca de los conceptos de lo rural y lo urbano están presentes en
diferentes disciplinas como la geografía y la sociología, pero no se debe desconocer que en la
actualidad fenómenos como “...la difusión de nuevos patrones de consumo y hábitos de vida,
4
la megapolización de los sistemas urbanos, los progresos... de las comunicaciones y la
creciente movilidad de la población han modificado el patrón de organización del/los
territorio/s desplazando o borrando casi por completo las fronteras entre lo rural y lo urbano...”
(Linck, T. 2000, Pág. 3).
De esta manera lo urbano y lo rural, como términos opuestos, son conceptos de difícil
definición, según Barros, C (2005) hay criterios para definir lo rural relacionados a elementos
como el tipo de ocupación de la población o las características sociales y otros de índole
estadística que consideran urbano un distrito que posee mas de cierto número de habitantes.
En la Argentina se considera urbanas, según la clasificación de los censos, a las
poblaciones con más de 2000 habitantes. Según el citado autor, “... resulta difícil caracterizar
un área como urbana o rural... cuando predomina población rural... en áreas cercanas a una
metrópoli, con una clara influencia de ésta. En ese contexto el concepto de espacio rururbano
matiza la oposición conceptual rural-urbano. El concepto de espacios rururbanos hace alusión
a un gradiente entre las áreas urbanas y las netamente rurales, según P. Claval (1980, citado
por Barros, C. 2005), son “...sectores donde el campo subsiste y los paisajes guardan a
menudo el encanto de lo rural, pero las formas de vida son predominantemente urbanas, (allí)
nos encontramos en la ciudad dispersa...” (Pág. 1547).
En ese sentido, Baigorri A. (1995), cuestiona la utilización de criterios censales para
diferenciar lo urbano de lo rural y afirma que ella “...dificulta... la realización de análisis
afinados de la realidad social. En el fondo ocurre que la dicotomía no nos sirve, por lo que
tendríamos que hablar de gradaciones, de un continuo que iría desde lo mas rural hasta lo
mas urbano...”. Siguiendo el análisis que realiza el autor se asume a lo urbano no tanto como
un concepto cuantitativo sino fundamentalmente como modos de vida, donde “...las
influencias que las ciudades ejercen sobre la vida social son mayores que lo que indicaría el
porcentaje de población urbana...” (Pág. 3), donde las tecnologías de la comunicación
conducen a la creación de una urbe global donde pocos espacios se hallan incomunicados.
Determinar límites en este tipo de territorio es posible solo gracias a criterios cuantitativos.
En igual sentido la economía ecológica (Pengue W. 2008) y la ecología humana
analizan los procesos de cambio de las áreas rurales cercanas a las ciudades y también
concluyen que hay un gradiente ecológico entre las diversas situaciones.
En este estudio, no desconociendo la dificultad de establecer límites entre lo urbano y
lo rural, se adopta el criterio utilizado por Lorda, M.A. (2005) en el análisis del periurbano de
Bahía Blanca, donde utiliza como indicadores: “...la dependencia administrativa del gobierno
local, los servicios coordinados desde los centros urbanos (gas, cloacas, electricidad,
pavimentos, recolección de residuos, servicios de salud y de transporte) y el traslado diario
que realizan las personas...” para definir zonas urbanas (Pág. 123).
5 ¿Qué es la agricultura urbana y periurbana?
Según la conceptualización realizada por el Instituto de investigación de la pequeña
agricultura familiar del INTA (en adelante IPAF), la agricultura urbana y periurbana estaría
incluida como un subconjunto de actividades agropecuarias dentro de la denominada pequeña
agricultura familiar. El IPAF en uno de sus documentos menciona que “... (en) el concepto
amplio de Agricultura Familiar, propuesto en el Foro (Foro Nacional de agricultura familiar),
deberían incluirse las diversas actividades agrícolas, ganaderas o pecuarias, así como las
pesqueras, forestales, la producción agroindustrial y artesanal, etc.; considerando que se trata
de una agricultura familiar realizada en ámbitos urbanos y rurales...”(Pág. 3).
El IPAF destaca “...la importancia estratégica del sector (de la pequeña agricultura
familiar) en el desarrollo socio-económico y sustentable del país, así como en su vinculación
con otros sectores de la economía nacional. Dicha importancia es otorgada por el rol que
(ella) posee o debería alcanzar, en el marco estratégico referencial del contexto actual (el cual
evidencia un carácter adverso al sector)…, este rol... resulta gravitante para la reproducción
de la familia (en los diferentes aspectos, económicos, sociales, culturales-identitarios y
productivos, entre otros) sobre todo en el ámbito local, el cual debería poder extenderse a un
tipo de reproducción ampliada hacia la comunidad y la nación... también tiene un rol relevante
en términos de la soberanía y seguridad alimentaria, sobre todo por la producción variada de
5
alimentos en el ámbito familiar, la que podría ser extendida hacia los mercados internos y la
exportación fuera de la región. En el marco del desarrollo rural sustentable es importante
recuperar el rol que posee la agricultura familiar para la preservación de la agrobiodiversidad y
el cuidado del medio ambiente (producción de alimentos sanos, orgánicos o naturales). A su
vez, es fundamental visualizar el papel que la pequeña agricultura familiar juega en la
absorción de mano de obra en la actividad agrícola, y así poner de manifiesto el proceso de
ocupación y apropiación del territorio, como el arraigo rural y urbano (evitando la migración y
formación de cordones peri-urbanos de pobreza), que estarían siendo propiciados por dichas
prácticas...”. (Pág. 4).
A pesar que diferentes actividades agrícolas han sido desarrolladas en estrecha
vinculación a entornos urbanos a lo largo de la historia, se asume que tal como plantea la
FAO (Chile, 2002) que “...el concepto de agricultura urbana y periurbana es relativamente
nuevo y no existen definiciones aceptadas universalmente. Las diferentes definiciones
conocidas son:
- el Programa de Las Naciones Unidas pera el Desarrollo (PNUD) (Smit, Jac et al.,
1996) define la AU como la actividad que produce (en suelo y agua), procesa y comercializa
alimentos y otros productos, en áreas urbanas y periurbanas, aplicando métodos de
producción intensivos y utilizando y reciclando recursos naturales y de desecho, para producir
diversidad de cultivos y ganado.
- el Comité de Agricultura de la FAO (1999, FAO a) precisa que AUP se refiere a
“prácticas agrícolas” dentro y alrededor de las ciudades, las cuales compiten por recursos
(tierra, agua, energía, mano de obra) que podrían destinarse también a otros fines para
satisfacer las necesidades de la población urbana.- Las actividades importantes de la AUP
son, entre otras, la horticultura, la ganadería, la producción de forraje y leche, la acuicultura y
la silvicultura.- una definición más integrada (Luc Mougeot, 1999, IDRC) determina que la AUP es
una industria localizada dentro (intra-urbana) o en el límite (peri-urbano) de un pueblo, una
ciudad o una metrópolis, que cultiva o cría, procesa y distribuye una diversidad de alimentos y
productos no alimenticios, utilizando ampliamente recursos humanos y materiales, productos y
servicios que se encuentran al interior o alrededor de esa área urbana y proveyendo, a su vez,
recursos humanos y materiales, productos y servicios a esa área urbana. Según este autor, la
característica que define la agricultura urbana es su grado de integración con el medio urbano,
en términos de acceso a insumos, tecnología y circulación de los productos.
- la Red de Agricultura Urbana Investigaciones Latinoamericanas (AGUILA, 1998)
define la AUP como la obtención de productos alimenticios mediante cultivos, forraje,
silvicultura y acuicultura dentro de zonas urbanas y en áreas marginales, para mejorar la
nutrición de grupos de población, generando empleos e ingresos para los individuos o grupos
de individuos, ayudando al saneamiento ambiental a través del reciclaje de aguas y sólidos de
desecho…” (Pág. 3)
Teniendo en cuenta estas definiciones se considera a la AUP como: “La producción
agropecuaria (producciones vegetales y animales), su procesamiento y su
comercialización, realizadas en entornos urbanos y periurbanos”.
La AUP está ubicada dentro o en la periferia de un pueblo, una ciudad o una metrópoli
y cultiva o cría, procesa y distribuye una diversidad de productos alimentarios y no
alimentarios, (re)utilizando en gran medida recursos humanos y materiales, productos y
servicios que se encuentran en y alrededor de dicha zona urbana, y a su vez provee recursos
humanos y materiales, productos y servicios en gran parte a esa misma zona urbana.
La AUP ofrece también oportunidades de empleo productivo en un sector donde los
obstáculos al ingreso tienen mucha importancia. La producción hortícola y pecuaria intensiva
que prospera en las zonas periurbanas emplea mano de obra y produce productos con alto
valor agregado que previsiblemente generarán ingresos y rendimientos razonables. En
particular, la producción pecuaria periurbana de carácter comercial es un sector en rápido
crecimiento que representa el 34 por ciento de la producción total de carne y casi el 70 por
ciento de la producción de huevos en todo el mundo. Este sector ha incrementado las
actividades de elaboración de alimentos en las zonas periurbanas.
6
Tabla Nº. Explotaciones agropecuarias y agricultura familiar en el AGBA.
Superficie
Superficie
Superficie
total
de Superficie media por
Total de
total
de
EAP
de media por EAP de la Total de EAP
de
Explotaciones
agricultura EAP.
agricultura EAP
agricultura
agropecuarias
familiar.
(Has.)
familiar
familiar.
(EAP) (Has.)
(Has.)
(Has.)
877.046
142.006
176,38
72,53
5105
2305
% sobre el
16,19%
45,15%
total
Fuente: IPAF Pampeano, en base a Obschatko, E. et all (2007).
Tabla Nº. Explotaciones agropecuarias y Agricultura familiar en el AGBA, agrupadas
por territorios.
Distrito
Total
Sup.
Sup.
EAPsA %
EAP Sup.
%
sup Sup
Eaps Total
media
F
AF
AF
AF
Media
AF
87704
Total AMBA 5105
6
175,0
2305
45
142559 26,6
63,7
Territorio
Urbano
109
13371 161,1
62
52,3
1491
45,0
26,8
Territorio
24745
Norte
1128
2
208,0
457
41
28873 13,24
63,2
Territorio
16498
Oeste
1007
2
156,4
464
44,02
33151 26,08
64,5
Territorio
45124
Sur
2861
1
174,5
1322
42,6
79044 22,1
100,2
Fuente: Documento de creación. Unidad AUPU AMBA, INTA – CERBAN. (2008).
Tabla Nº 12. Agricultura urbana en el AGBA. Resumen por territorio.
Unidades de agricultura urbana
Distrito
Familiares Escolares Comunitarias Total
Total urbano
30580
613
301
31494
Total norte
4278
96
50
4424
Total sur
12260
183
225
12668
Total oeste
13687
130
78
13895
TOTAL
60805
1022
654
62481
Fuente: Elaboración propia en base a datos suministrados por Coordinación Pro
Huerta. AMBA. 2008.
Tabla Nº. Superficie de unidades de agricultura urbana en el AGBA.
Familiares Escolares Comunitarias Total
Total de unidades 60805
1022
654
62481
Sup media
56,92
59,84
4098,65
Sup Total mts2
3461020,6 61156,48 2680517,1
6202694,18
Sup Total has
346,10
6,12
268,05
620,27
Fuente: Elaboración propia en base a datos suministrados por Coordinación Pro
Huerta. AMBA. 2008
7
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