EL HOMBRE DE CAMPO Y EL DE CIUDAD Esteban: El hombre de campo y el de ciudad, aparentemente esta dicotomía, dos personas de ámbitos y contextos culturales diferentes, todo lo que implica encontrarse dos mundos en los cuales supuestamente cuando ese hombre de campo llega a la ciudad, se lo toma de forma burlesca y para la sátira. Lo mismo ocurre cuando el hombre de ciudad sale del “cemento” se instala en un ambiente rural, encuentra que sus habilidades son torpes y también es signo de burla por parte de la persona que está en su ambiente. Esto Salvador parece que recorre todo nuestro mundo, sea del ámbito y cultura que sea, parece ser algo que se repite constantemente. Salvador: Sí, digamos que hay diferentes códigos entre quien vive en la ciudad y quien vive en el campo, eso ha sucedido siempre. Las tareas que se realizan en diferentes ambientes producen códigos, a veces estos no son bien decodificados. Es cierto que cuando el hombre de la ciudad va al campo es motivo de burla, como cuando el hombre de campo va a la ciudad. Pero es mucho más satírico agudo y agresivo el hombre de ciudad con el de campo. Creo que el de campo es mucho más benevolente. Es notable que estos choques (choques culturales en el fondo) que a menudo se producen entre las personas de una misma nación, producen a veces rivalidades que se prolongan en el tiempo. En Buenos Aires por ejemplo, una ciudad “aluvional”, que ha recibido numerosos inmigrantes y muchos de estos eran personas que provenían del campo, venían de Europa, zonas agrícolas y habían trabajado con relación al campo y cuando llegaban, era para hacer trabajos donde se los ofrecieran. Como llegaba a la gran ciudad siempre se quedaba allí realizando ese trabajo. Y por ejemplo a veces surgen bromas, a veces muy agresivas de lo que se llaman “chistes de gallegos”. ¿Por qué chistes de gallegos? Porque una gran parte de la inmigración (la mayor fue de proveniencia italiana) era española (un cuarenta por ciento aproximadamente). Y de esa tasa inmigratoria, muchos provenían a su vez de Galicia. De ahí que el término gallego indiscriminadamente en Argentina para designar a cualquiera que viniera de España. Hace que muchos por supuesto, se enojen y digan: “yo no soy gallego” “soy catalán, o asturiano, etc.” Y se toma al gallego como alguien iletrado, sin instrucción, ignorando la importancia que ha tenido la cultura gallega en España y el mundo. Pero ¿Por qué sucede esto? El que un poco aclaró todas estas cosas fue un humorista. Un hombre llamado Lino Palacios. Lino Palacios es un dibujante muy famoso en América Latina porque fue durante mucho tiempo el que dibujaba la tapa de las revistas Billiken, revista que ha recorrido gran parte de América. Lino Palacios tenía un personaje que se llamaba Ramona. Una auténtica gallega. Ese personaje era muy divertido porque era una mujer que hacía tareas de servicio en una casa, empleada doméstica y como tal cometía muchísimos errores porque aparentemente no manejaba las cosas de ciudad. Entonces un día le preguntaron a él en qué se inspiraban sus personajes. Lino Palacios explicó las razones de inspiración de dos de sus personajes. Tenía un personaje que se llamaba Don Fulgencio (el hombre que no tuvo infancia) era un hombre grande, gordito, muy bien vestido, pero se conmovía grandemente ante los juegos infantiles y se incluía. Lino Palacios dice que se inspiró a la hora de crear este personaje en un vendedor de Biblias. Un hombre muy atildado, mayor, muy pausado en su forma de hablar, pero que un día, creyendo que nadie lo veía iba por la calle y comenzó a patear una cajita que había tirada en el piso, durante una cuadra la fue pateando de un lugar para el otro. Entonces Lino Palacios se dio cuenta que ese hombre tenía un niño dentro y no tuvo infancia. Luego le preguntaron por el otro personaje, Ramona. Él dijo: “me inspiré en una empleada doméstica gallega de mis abuelos”. Era una inmigrante del campo de Galicia a la ciudad. Entonces llegó a la ciudad y por primera vez vio una casa de dos plantas con una escalera interna. La dueña de casa le pidió que barriera la escalera, ella empezó de abajo hacia arriba, es decir, en sentido contrario. Después le dijo que barriera la vereda comenzó en una esquina y terminó en la otra, barrió toda la cuadra. Lógicamente, cuando uno mira estas cosas se da cuenta que es lógico. Una mujer que nunca había barrido la escalera no tiene por qué saber cómo hacerlo y lo hizo lo más rápido que pudo pero en el sentido inverso. El código que se vivía dentro de la casa tenía años de aprendizaje, esta mujer no. Todos sabemos que cuando barremos la vereda, lo hacemos únicamente en los límites del frente de nuestras casas, pero si decimos que hay que barrer la vereda, hay que barrerla toda, tiene más lógica. Pero los hombres de ciudad tenían códigos que esta mujer no manejaba. Muchas veces esa falta de manejos de ciertos códigos hace que la gente más simple, de campo, cuando llega a la ciudad que no puede captar con rapidez los códigos, que son cambiantes y complejos muchas veces, reciban la burla injusta de quienes están alrededor. Uno viajando alrededor del mundo se da cuenta que en todos lados se hacen bromas con personas que no pueden integrarse rápidamente a otros códigos, porque se trasladan por necesidad, trabajo, etc. Esto trae problemas. Lo mismo sucede cuando el hombre de ciudad va al campo y se enfrenta con las tareas inherentes a este ámbito, costumbres propias de ese lugar que no las entiende y no las sabe. Creo que de todas formas el hombre de campo es mas benevolente en ese sentido, se ríe tal vez, pero es mucho más disimulado en su risa, o trata de explicar, pero el de ciudad no, suele ser absolutamente agresivo. Hay un choque muy fuerte de código y estos muchas veces se ven dentro de un mismo pueblo cuando se produce este choque ciudad - campo. En este momento en que América Latina tiene una gran emigración e inmigración interna, donde mucha gente del campo llega a la ciudad buscando trabajo por los desequilibrios económicos que se han producido, comienzan a marcarse más estas diferencias, e incluso se llegan a actitudes casi racistas donde la persona que pertenece a otro ámbito es segregada, burlada y dejada a un lado. No tenemos en absoluto misericordia con ellos. Me preguntaba ante todo esto si es algo nuevo, reciente.¿Es algo que pasa ahora? O ¿Es algo que ha pasado en otras culturas y desde siempre? Creo que posee una larga historia que puede rastrearse hasta el mismo evangelio y tiene mucho que ver todo esto con algunos de los planteos que hacia Jesucristo. PAUSA. Esteban: nos decías antes de la pausa Salvador que esta historia entre el hombre de campo y el de ciudad puede rastrearse hasta el siglo I. Salvador: Sí. Creo que también podría rastrearse mucho más atrás, pero hay algún testimonio muy importante que quería subrayar del siglo I. Por ejemplo, Jesús, todos sabemos que nació en Belén en la provincia de Judea. Pero no fue criado allí, sino en Galilea, la provincia norteña de Israel. Esa región era una de provincianos, gente simple, campesinos dedicados a la agricultura, a la pesca, en un lago interior que hay allí, alimentaba a la gran ciudad que era Jerusalén. Por supuesto esta gente dedicada a este trajín, era gente de sangre caliente, reacciones intempestivas, toscos, directos, pero vivían en una zona de verdor permanente, un valle fértil, por supuesto que todo eso los hacía trabajar duro la tierra para obtener el fruto, eran explotados y despreciados. Los romanos los despreciaban porque formaban parte del pueblo vencido, los romanos invadieron Galilea, sabían que eran rebeldes por naturaleza y les impusieron impuestos imposibles de pagar. Cuando bajaban a Jerusalén los galileos, como no cumplían estrictamente con todos los ritos, los llamaban “los pecadores de galilea” y justamente eran segregados, en una forma inaceptable. Por ejemplo, ellos hablaban más cerrado. En una misma nación puede haber personas que hablen con diferente acento el mismo idioma. Ellos hablaban más cerrado, confundían a veces las palabras, cometían errores de pronunciación, esas cosas eran objeto de burla hasta tal punto que nos los dejaban leer en las sinagogas. Así como en este tiempo se habla de los gallegos, en otros lugares de los léperos, o en EEUU de los polacos, en cada pueblo se marca una diferencia, en Israel se marcaba una diferencia con los galileos. Al galileo se lo conoce por la forma de hablar, “cuando habla se nota que no es de acá”. Entonces a pesar de tener el mismo idioma, en cada lugar se habla con un acento, una entonación diferente, que le da al idioma una melodía particular. Eran fácilmente reconocibles. Era gente además y es característico de personas que actúan todos los días con la realidad, la tierra, lo concreto, que son personas con más dificultad de penetrar en el pensamiento abstracto. Iban siempre a lo concreto y les costaba cuando partían a Jerusalén a escuchar a los grandes maestros con sus discursos de pensamiento abstracto, entonces preguntaban y lo hacían “impropiamente” para el hombre que estaba allí. Sus dudas no eran las mismas del hombre de Jerusalén. Es lo que les pasa a veces a los que trabajan con la palabra y con la educación también, cuando vamos a ciertos lugares, los alumnos nos escuchan y a veces nos escapamos un poco del libreto y hablamos un poco en abstracto. Entonces uno levanta la mano y dice “por favor, dé algún ejemplo”. Esto sucede porque se quiere algo concreto, porque no se captó lo abstracto. Eso le pasaba a los galileos. Es notable ellos tenían dos tipos de maestros y de enseñanzas. Una se hacía en Jerusalén que era abstracta y cuando bajaban a Galilea tenían otro tipo de enseñanzas, hechas de proverbios, poemas, historias, esto hace que Jesús cuando hacía una crítica profunda y grande a los temas religiosos de su tiempo, o hablar con Nicodemo que era un intelectual, contaba parábolas, historias sencillas, porque estaba trabajando también con esa gente simple que captaba eso. No obstante era identificado con los galileos. Ser un galileo era sinónimo de necio, “de Galilea no puede salir nada bueno”, “de Galilea no ha salido nunca un profeta”, estas son todas formas de segregación y burla contra estos hombres que eran simplemente gente de afuera, que no entendían estas cosas. Lo interesante es que estos Galileos fueron los únicos que siguieron luego de la crucifixión de Jesús. Esteban: Los demás desaparecen. Salvador: Los 120 primeros cristianos del aposento alto, eran todos galileos. Esteban: ¡Qué interesante! Salvador: No había nadie de Jerusalén. Es notable que cuando bajan en el día de Pentecostés y se ponen a hablar, dicen: “no son estos galileos”, están asombrados, porque la gente de campo, esa gente de afuera que ellos han despreciado han captado la esencia del mensaje cristiano antes que ellos. Esteban: Y quien era de Judea fue quien lo traicionó. Salvador: Claro. El asunto era encontrarse con esta gente de la cual uno no esperaba nada y que sin embargo cambió el mundo. El cristianismo entra por vía de la predicación de los Galileos. Cuando Pedro iba y predicaba delante del tribunal supremo de Jerusalén, la cátedra más alta, todos se asombraban de que un Galileo hablara como lo hacia él. Estaban viendo como ese hombre, al cual ellos habían despreciado, tenía capacidades que ellos ignoraban y eran capaces de captar cosas que ellos no lo habían podido hacer y comprometerse como ellos nunca habían sabido hacerlo. Hay una reivindicación que veo en el Evangelio del hombre ese marginado y del que todos se burlan. Ahora pienso en los muchos que nos están escuchando que muchas veces viven situaciones de segregación social por todas estas cosas, recordar que Dios tomó a esta gente para transmitir este gran mensaje al mundo. Se adaptó y buscó a esta gente. Esta gente que era lo débil, lo iletrado de esa sociedad, sin embargo mostró que tenía mucha más capacidad que los cultos, eruditos y formados que había en Jerusalén. Por eso en medio de todas las injusticias que cometen los hombres, que son muchas, el tema de la segregación es uno de los más dolorosos. Porque ésta, es la separación de alguien por ciertas características que pueden ser raciales, culturales, religiosas, etc. No aceptar al otro como es, en el fondo, detrás de todas las burlas hay una actitud negativa, destructiva, lesiva y agresiva hacia el prójimo. Jesús vino para demostrar que todos los hombres son iguales que puede tener ciertas características por nacer en cierto lugar, pero en definitiva todos tenemos las mismas capacidades delante de Dios. Es notable que la gente de Jerusalén, erudita, crucificó a Jesús, en cambio los galileos, fueron los hombres que lo siguieron y llevaron el mensaje a todos los hombres. Allí se da la reivindicación de que ni la capacidad intelectual, ni la condición social, ni el abolengo que una persona tenga es definitorio, Dios puede usar a cualquiera, y segregar a otro ser humano: por su capacidad intelectual, por su condición social o económica es un acto de ignorancia, perverso y atenta contra lo que Dios ha hecho en cada individuo. Cada uno lleva el sello de Dios. Alguno lo expresa en una forma, otro en otra, pero la segregación siempre ha sido un cáncer dentro de la sociedad, debemos aprender como comunidad que el gran milagro de la fe cristiana vino y llegó a nosotros por boca de galileos, hombres absolutamente segregados. Esto nos tiene que llevar a pensar que muchas veces a nuestro alrededor segregamos a gente realmente valiosa que puede transmitir un mensaje importante. Detrás de cada hombre siempre está la imagen de Dios, hay que saber verla, nada más. Por eso la palabra prójimo es tan importante, el que tengo cerca, el prójimo, debe ser siempre respetado, considerado y nunca ser objeto de burla.