EL GRECO EN TOLEDO En España aparece documentado por primera vez el 2 de julio de 1577. No están nada claras las razones precisas por las que abandona Italia, pero está claro que pensaba conseguir los importantes encargos que no había obtenido en Roma. Su principal objetivo era entrar en la Corte y pertenecer al círculo de pintores protegidos por el rey Felipe II, que se encontraba reclutando pintores para la decoración de El Escorial. En su decisión de trasladarse a España, tuvo que ser determinante la influencia del eclesiástico español, Luis de Castilla, con el que había trabado amistad en Roma. Cuando El Greco llega a España éste le ayuda, consiguiendo el encargo de tres retablos para la iglesia de Santo Domingo el Antiguo de Toledo, e igualmente parece probable su mediación para que le fuera encargado el cuadro del Expolio para la sacristía de la nueva catedral de Toledo. Con estas obras El Greco establece una reputación muy favorable en la ciudad, que conservará hasta el fin de sus días. En 1583 presenta en la Corte su obra El Martirio de San Mauricio, que no contento a su majestad Felipe II, con lo que el artista abandona sus intentos de convertirse en un pintor de Corte, estableciéndose definitivamente en Toledo, ciudad donde ejercerá toda su actividad. Poco después de llegar a Toledo, tendrá una relación con una mujer, Jerónima de las Cuevas, con la que tuvo un hijo, Jorge Manuel, que estudió pintura y escultura colaborando hacia 1600 en el taller de su padre.