Violencia Doméstica contra las Mujeres Por María del Carmen Ávila Sakar La violencia contra las mujeres actualmente persiste en todo el mundo; los causantes de ella generalmente son bien conocidos por sus víctimas. La violencia doméstica, en particular, continúa siendo muy común y aceptada como “normal” en muchas sociedades. A partir de la Conferencia Mundial de los Derechos Humanos en Viena, en 1993, y la Declaración de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, en el mismo año, la sociedad civil y los gobiernos han afirmado que la violencia contra las mujeres es una cuestión pública y una preocupación de los derechos humanos. La labor en esta área ha producido como resultado el surgimiento de estándares internacionales y la necesidad de documentarse sobre la magnitud de la violencia contra las mujeres; no obstante obtener datos confiables para guiar la política y monitorear el proceder ha sido bastante difícil. A pesar de que los investigadores estén conscientes de que la violencia en México, Guatemala y otros países de América Latina sea un problema capital, los trabajos al respecto son inadecuados. Los asuntos públicos todavía carecen de una perspectiva de género, ya que la política y las autoridades encargadas de atender los casos de violencia contra las mujeres que se presentan en Latinoamérica, incluyendo nuestro país, aún emplean términos y prácticas discriminativas en los casos de mujeres asesinadas y/o violadas. El trabajo de WOLA –Washington Office on Latin America– se enfoca principalmente en fomentar la elaboración de reformas para reforzar las investigaciones sobre el crimen y la administración de la justicia en los casos de violencia contra las mujeres y asesinatos de mujeres. Como mencioné anteriormente, es aparentemente normal que las mujeres sean tratadas con violencia tanto física como psicológicamente. Muchas mujeres caminan por las calles y llevan a cabo sus labores de amas de casa como si nada les pasara en la relación con sus maridos, quienes las maltratan si no cumplen con su voluntad. A lo largo de este trabajo se presentarán dos tipos de violencia contra las mujeres. Para comenzar con el desarrollo de este tema tan controvertido, se puede considerar que, en realidad no se sabe desde cuándo las mujeres han estado subyugadas por sus parejas. Algunos teóricos opinan que en la historia de la humanidad ha habido eras de matriarcado. De aquel entonces data la adoración de grandes diosas omnipotentes como la Venus de la Fertilidad. Engels atribuye la opresión de la mujer al surgimiento de la propiedad privada en la familia, cuando los agricultores dejan de ser nómadas y forman poblaciones de agricultores. El hombre necesitaba reconocer a sus hijos para proporcionarles sus posesiones, de allí viene el control a la mujer. Así mismo, con la vida sedentaria agrícola se pierde la especificidad de las tareas varoniles. Las mujeres podían cuidar la tierra tan bien como los hombres, o acaso mejor, desde una visión mágica, porque la fertilidad era su dominio. Así, cuando los varones se vuelven agricultores, probablemente les asusta el don procreador de las mujeres, y quizás sienten miedo y surge el afán de dominarlas. Enseguida me gustaría referirme por un momento a la maternidad, como primer acto violento del ser humano. A lo largo de la historia, la mujer ha sido considerada inferior al hombre. Este hecho puede ser rechazado en principio, ya que es la mujer quien durante nueve meses lleva en su vientre a los seres que poblarán este mundo. Lo que quiero remarcar, en este caso, es que el parto puede ser considerado como el primer acto violento que sufre el recién nacido al parejo de su madre: el bebé es expulsado violentamente del seno de su madre. Es hasta el siglo pasado cuando algunos partos fueron realizados en el agua. Así el bebé pasa de un medio acuoso al agua, y el parto pasa de ser un evento agresivo a una bienvenida agradable a este mundo. Con este hecho quiero dejar claro que la llegada a este mundo sería más agradable si los partos se realizaran en el agua, siempre y cuando las condiciones fueran las adecuadas, los costos adecuados al presupuesto familiar y las instalaciones apropiadas y poco costosas. De esta forma la mujer hace un esfuerzo para que nazca la criatura, pero el bebé llega a un espacio agradable. Queda claro que la mujer es la primera en estar en contacto con el bebé y la que puede determinar si este acto es violento o no. Más adelante, si hay violencia en la familia, el niño crecerá con una personalidad especial: será callado, introvertido, tímido e insociable en el núcleo familiar, y hará lo posible para que esta situación no sea captada por la sociedad. A veces los pequeños cuando van a la escuela portando síntomas de violencia familiar, como son moretones o rasguños ocasionados por el padre, tratan de cubrirse la parte afectada del cuerpo o dicen que tuvieron un accidente. Para ejercer la violencia, los hombres usan pistolas o cuchillos, mientras que en otras ocasiones usan sus propias manos. Según datos recientes, entre 1999 y 2005, se sabe que más de 6,000 mujeres y niñas fueron asesinadas en nuestro país. Esto equivale a un promedio de 1,000 víctimas cada año: tres asesinatos por día. Siendo más exactos, podemos decir que una mujer o una niña es asesinada en nuestro país cada ocho horas. La mayoría de las muertes son resultado de la violencia dentro del hogar, y los agresores son los hombres. 1 Este tipo de violencia está sucediendo en las ciudades y en el campo, a través de cada núcleo socio-económico. Es muy triste que en nuestro país, y en el mundo entero, estén sucediendo estos actos terroristas, y que no haya un poco de respeto a los seres humanos, en general, y a las mujeres y niñas en particular. Por lo que respecta a los niños, hay que evitar el maltrato de los mismos, ya que los niños maltratados se convierten en adultos agresores. Los niños y niñas que viven en un ambiente de violencia intrafamiliar, en donde los padres están en constante estado de mal humor, es posible que cuando se casen y tengan familia, sean agresores contra su pareja e hijos. Alfredo Whaley Sánchez señala que “la violencia no es un fenómeno individual, sino una manifestación de un fenómeno interaccional, en el cual todos los integrantes de la familia, en forma activa o pasiva, consciente o inconsciente, son responsables de la violencia”2. 1 Según Duncan Kennedy, éstas son estadísticas que se esperarían de un país en guerra. “Domestic violence stalks mexican women”, en BBC News, http://news.bbc.co.uk/2/hi/americas/6470955.stm 2 Alfredo Whaley Sánchez. Violencia Intrafamiliar. México, Plaza y Valdés, 2001, p. 12 La violencia intrafamiliar, o violencia doméstica, ha existido desde tiempos muy remotos, y se puede definir como cualquier tipo de abuso de poder por parte de un miembro de la familia sobre otro.3 En la década de los setentas del siglo XX, las corrientes del feminismo comenzaron a exponer los problemas de género femenino, siendo el de la violencia conyugal y familiar analizado en función de cómo eran vistas la mujer y las hijas. Uno de los pocos estudios sobre violencia que se conocen a nivel mundial es el denominado WHO Multi-países sobre la Salud de las Mujeres y sobre la Violencia Doméstica contra las Mujeres y surge a consecuencia de esta conducta que prevalece en todo el mundo. Para este estudio fueron encuestadas 24,000 mujeres de los siguientes países: Bangladesh, Brasil, Etiopía, Japón, Perú, Namibia, Samoa, Serbia y Montenegro, Tailandia, y la República Unida de Tanzania. Este estudio es representativo a nivel mundial. A continuación presento algunos datos del estudio. La proporción de mujeres que sufrieron algún tipo de violencia física por un compañero íntimo fluctuaba de 13% en la ciudad de Japón a un 75% en Perú. La mayoría de las mujeres físicamente abusadas por sus compañeros sufrieron actos de violencia más de una vez, pues a causa de su mayor vulnerabilidad soportaban esta situación. En cuanto a la violencia sexual, se advirtió que ésta es menos frecuente que la violencia física. La violencia sexual es más notoria en los países de Bangladesh, Etiopía y Tailandia. Los actos emocionalmente abusivos cometidos por un compañero incluyeron ser insultadas o haberse sentido mal consigo mismas, ser humilladas enfrente de otros, ser intimidadas o asustadas a propósito o ser amenazadas directamente o a través de una amenaza a alguien por el que la respondiente se preocupara. En todos los países, entre el 20% y el 75% de las mujeres ha experimentado uno o más de estos actos en los pasados doce meses. Los datos también fueron recolectados acerca de las conductas controladoras de los compañeros, tales como impedir el contacto de la mujer con sus familiares y amigos, insistir constantemente en conocer sus desplazamientos y controlar su acceso a 3 Existe violencia intrafamiliar en un hogar si hay una actitud violenta repetitiva. Instituciones de Salud. De manera significativa, el número de conductas de control por el compañero estuvo asociado al riesgo de violencia física o sexual, o ambas. Además de las experiencias de las mujeres, el estudio investigó la actitud de éstas hacia la violencia de sus parejas, incluyendo: a) las circunstancias en las que creyeron que era aceptable para un hombre pegar o maltratar físicamente a su esposa, y b) sus creencias acerca de la posibilidad y el momento en el que una mujer podía rechazar el tener sexo con su esposo. Hubo una gran variedad en la aceptación por las mujeres sobre las diferentes razones, y aún de la idea de que la violencia fuera alguna vez justificada. Mientras tres cuartos de las mujeres en Brasil, Japón, Namibia, y Serbia y Montenegro dijeron que ninguna razón justificaba la violencia, menos de un cuarto pensaba lo mismo en Bangladesh, Etiopía y Perú. La aceptación de la mujer golpeada fue más alta entre las mujeres que habían experimentado abuso que entre aquellas que no lo habían experimentado. A las personas encuestadas también se les preguntó si creían que una mujer tiene el derecho de rehusarse a tener sexo con su pareja en muchas situaciones, incluyendo si está enferma, si no desea tener sexo, si está borracho el marido o si la maltrata. En Bangladesh, Etiopía, Perú, en la República Unida de Tanzania y en Samoa, entre el 10% y el 20% de las mujeres afirmaban que no tienen el derecho a rechazar el sexo bajo cualquiera de estas circunstancias. El abuso sexual a temprana edad es un asunto altamente censurado, por lo que es difícil explorarlo en una encuesta. El estudio, por lo tanto, usó un procedimiento de dos etapas, permitiendo a las mujeres reportar directamente o de manera anónima si alguien alguna vez las tocó o hizo que hicieran algo penoso antes de los quince años de edad. En todos los escenarios a excepción de uno, el reporte anónimo produjo más reportes de abuso sexual. Grandes diferencias fueron recogidas en Etiopía, Japón, Namibia y en la República Unida de Tanzania. Las mejores estimaciones basadas en el método que producía la taza más alta indicaron que el que prevaleciera el abuso sexual antes de los quince años variaba de 1% en Bangladesh a 21% en Namibia. Los agresores más frecuentemente mencionados fueron familiares masculinos, más que los padres o padrastros. Puede advertirse que estos actos son muy tristes y censurables ante la sociedad en general. En diez de los 15 escenarios, el 5% de las mujeres reportaron su primera experiencia sexual como forzada y agresiva, con más del 14% en Bangladesh, Etiopía, Perú y en la República Unida de Tanzania. En todos los sitios, excepto en Etiopía, mientras más joven era una mujer en su primera experiencia sexual, era más probable que fuera forzada. En más de la mitad de los escenarios, más del 30% de las mujeres reportaron la experiencia sexual como forzada. En algunos países, especialmente en Bangladesh y Etiopía, altos niveles de primeras experiencias sexuales forzadas están, probablemente, relacionados a la iniciación sexual temprana en el contexto de matrimonio a temprana edad. La prevalecencia de injurias entre las mujeres que fueron abusadas físicamente alguna vez por sus compañeros, fluctuaba del 19% en Etiopía al 55% en Perú, y estaba asociada con la severidad de la violencia. En Brasil, Perú, Samoa, Serbia y Montenegro, y Tailandia, alrededor de un 20% de mujeres, alguna vez maltratadas, reportaron que lo habían sido, desgraciadamente, muchas veces. Al menos el 20% de mujeres alguna vez injuriadas en Namibia, Perú, Samoa, Tailandia, y la República Unida de Tanzania reportaron injurias a sus ojos y oídos. En la mayoría de los escenarios, las mujeres que habían experimentado violencia de pareja, reportaron significativamente poca o muy poca salud en comparación con las mujeres que nunca habían experimentado violencia de su pareja. Las mujeres alguna vez abusadas tenían más problemas para caminar y llevar a cabo sus actividades diarias, con dolor, pérdida de la memoria, mareos y descarga vaginal en las cuatro semanas anteriores a la entrevista. Otros estudios demostraron que los efectos físicos de la violencia pueden durar un largo período después de que la violencia real haya terminado. También afirman que la violencia a través del tiempo puede tener un efecto acumulativo. En todos los escenarios, las mujeres que experimentaron violencia física o sexual, o ambas, por un compañero íntimo, reportaron altos niveles de disturbio emocional, ocasionando altos niveles de intentos de suicidio. Es importante hacer notar que en todos los países, la primera persona con quien las mujeres abusadas hablaron acerca de la violencia física de sus parejas fue con el encuestador. Dos tercios de las mujeres que habían sido abusadas físicamente por sus compañeros en Bangladesh, y como una mitad en Samoa y Tailandia, dijeron que no habían contado a nadie acerca de la violencia antes de la entrevista. En contraposición, el 80% de las mujeres abusadas físicamente en Brasil y en Namibia lo habían contado, especialmente a su familia o a sus amigos. Pero esto significa que aún en estos escenarios, dos de cada diez mujeres habían guardado silencio. Relativamente pocas mujeres, en cualquier escenario, habían contado sobre la violencia a personas con autoridad. Como afirma Whaley, la violencia es “todo atentado a la integridad física y psíquica del individuo, acompañado por un sentimiento de daño psicológico y moral”4. La violencia implica siempre el uso de la fuerza física o psíquica para producir daño. El uso de la fuerza remite al concepto de poder. En una familia tiene el poder quien sabe ejercer la violencia doméstica contra la mujer y las niñas. Sin embargo, este poder hace que el hogar sea un espacio problemático. A continuación expondré los dos tipos de violencia que prevalecen en los ambientes con violencia doméstica: a) Violencia-agresión: la agresión puede ser de ambos miembros de la pareja conyugal, ya que quien domina en lo corporal puede no dominar en lo psicológico. Para acabar con esta clase de violencia doméstica se tiene que pedir perdón por la parte agresiva. Surge la aparición del sentimiento de culpabilidad por parte del agresor. Se experimentan comportamientos reparatorios como el mecanismo del olvido. Sirven para mantener el mito de la armonía, de la solidaridad y de la buena familia. b) Violencia-castigo: la violencia puede adoptar la forma de castigo. Se trata de una relación desigual que se manifiesta en forma de sanciones, torturas, negligencia o falta de cuidados. Un cónyuge es superior al otro y le provoca un sufrimiento muchas veces cruel y lo coloca en una clase inferior a la suya. Quien controla la relación impone castigos al otro mediante golpes, privaciones y humillaciones. La violencia-castigo contra un niño hace obvio que éste ha sufrido reiteradas torturas y privaciones de afecto y cuidados. Abundan los ejemplos de niños maltratados, encerrados en armarios o sometidos a palizas brutales. 4 Alfredo Whaley Sánchez. Op. cit., p. 16 Para finalizar, me gustaría mencionar que la violencia doméstica adopta tres fases por parte del agresor: 1) Fase de acumulación de tensión, caracterizada por malhumor, temor y preocupación. 2) Fase de explosión con violencia física, en la que el agresor actúa como si su vida estuviera amenazada. Tiene un estado alterado, su mente parece estar separada de su cuerpo. 3) Fase de arrepentimiento y ternura, la cual comienza después de que ha estallado la violencia y se ha disipado la tensión. Se da la negación de lo ocurrido hasta las tentativas de expiación y las promesas de cambio. La tercera fase surge como resultado de la terapia que hayan seguido los cónyuges con un psiquiatra o psicólogo. Somos las mujeres quienes tomamos más conciencia del problema que trae consigo la violencia doméstica y la necesidad de acudir con un especialista para resolver el problema conyugal y familiar. Esta tercera fase constituye una de las conclusiones del presente trabajo. Otra de las conclusiones de este trabajo la constituye la recomendación de elaborar programas educativos que permitan prevenir el problema de la violencia doméstica. De hecho, yo sugiero que se incluya en la materia de Salud que cursan los alumnos, e incluirla en los tres años de preparatoria. Así mismo, se debe reconocer y aceptar que la violencia intrafamiliar es un problema tendiente a incrementarse cada vez más. Sin embargo, a pesar de su alta frecuencia, continúa siendo un problema “privado”, el cual solo es conocido cuando la mujer o la familia lo denuncian. Es importante mencionar, la poca información que existe respecto a la violencia doméstica en nuestro medio. Sólo algunas instituciones gubernamentales y algunas de las llamadas organizaciones no gubernamentales son las encargadas de brindar atención jurídica a los involucrados en este problema. Finalmente, quiero afirmar que a pesar de lo expuesto en este trabajo, resta mucho por hacer, por lo que se debe concientizar a la sociedad en general para lograr el compromiso de una participación más activa y así evitar el aumento de este problema de salud mental. Bibliografía Kennedy, Duncan. “Domestic violence stalks mexican women”, en BBC News, http://news.bbc.co.uk/2/hi/americas/6470955.stm Whaley Sánchez, Alfredo. Violencia Intrafamiliar. México, Plaza y Valdés, 2001 García-Moreno, Claudia et al. “Violence against women” en Science Translational Medicine AAAS, www.sciencemag.org/cgi/content/summary/310/5752/1282? ck=nck “¿Qué es la violencia intrafamiliar?”, en Mis respuestas. com, www.misrespuestas.com/que-es-la-violecia-intrafamiliar.html “Violence against women”, “Juarez murders” y “Murders of women in Guatemala”, en Washington Office on Latin America (WOLA), www.wola.org/vaw