Testigo. Oleo sobre tela. 100x70 cm, 1991.

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Testigo. Oleo sobre tela. 100x70 cm, 1991.
LESIONES PERSONALES
Resumen
Durante el año 2004 el Instituto Nacional de Medicina Legal y
Ciencias Forenses Valoró 86.478 casos de personas lesionadas
en eventos de violencia común. Esto significa una reducción
de 7.372 casos en comparación con el año anterior. En
consecuencia la tasa nacional por lesiones interpersonales pasó
de 211 en el 2003 a 191 lesionados por cada 100 mil habitantes
en el 2004. El grupo de edad más afectado por esta manera de
violencia tanto en hombres (tasa 478) como en mujeres (tasa
201) se ubica entre los 18 y 24 años representando un total
de 25.955 años de vida saludable perdidos (AVISA). El total de
años de vida saludable perdido alcanza la cifra de 105.305, lo
que haría pensar en políticas contundentes para detener esta
forma de violencia por lo que representa en costos sociales y
económicos para el Estado y para la sociedad.
En las páginas siguientes, presentamos al público una
descripción detallada de las diferentes distribuciones en que
se clasifica este tipo de lesiones de causa externa, la cual
acompañamos con previa reflexión conceptual acerca de las
motivaciones de las personas para cometer actos violentos
contra sus semejantes.
Abstract
During the year 2004 National Institute of
Legal Medicine and Forensic Sciences (INML
and CF), valued 86,478 cases of people injured in events of common violence. This
means a reduction of 7,372 cases in comparison with the previous year. Consequently the national interpersonal injuries rate
changed from 211 in 2003 to 191 injured
by each 100 thousand inhabitants in 2004.
The age group more affected by this way
of violence either in men (rate 478) and
women (rate 201) is located between the
18 and 24 years, a total of 25,955 years
represented lost of healthful life (AVISA). In
Picture 1 we show the global data that lately we subtract according to the way of distribution. The total of years of healthful life
lost reaches the number of 105,305, which
would make think about forceful policies to
stop this form of violence because of what
it represents in social and economic costs
for the State and the Society.
¿Qué tanto sabemos sobre el origen de las
violencias de las personas contra sus semejantes?
“A menos que las causas de la violencia sean aisladas y tratadas, continuaremos
viviendo en un mundo de terror e inquietud. Desafortunadamente, se ofrecen a
menudo soluciones violentas para acabar con la violencia. Muchas leyes oficiales
de coacción abogan por el “endurecimiento” de las políticas como el mejor método
para reducir el crimen. Llevar a prisión a la gente, es nuestra manera más usual de
tratar con el crimen, lo cual nunca solucionará el problema, porque las causas de la
violencia yacen en nuestros valores básicos y en la forma en que educamos a nuestros niños y jóvenes. El castigo físico, las películas violentas y los programas de TV
enseñan a nuestros niños que la agresión física es algo normal. Pero estas tempranas experiencias no son la única o la principal fuente del comportamiento violento.
(Por ejemplo)1 recientes investigaciones respaldan el hecho de que la privación del
placer sexual es el mayor ingrediente en las expresiones de violencia o agresión
física. La asociación más común, la del sexo con la violencia, provee una pista para
entender la agresión física en términos de la privación del placer físico”.
James W. Prescott2
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses - CRNV
GERMÁN A. DE LA HOZ
Sociólogo CRNV.
Universidad Nacional de Colombia
74
Una vez descritas las cifras de la violencia interpersonal, al mirar a
nuestro entorno, no podemos pensar que los hechos violentos que
producen muertes y Lesiones no solamente físicos sino psicológicos,
morales y espirituales, sean exclusivamente el producto de la naturaleza humana. Es claro que la personas padecen patologías neurobiológicas que la predisponen a actuar con agresividad extrema: con
violencia. Pero también es claro que las condiciones socio ambientales3, políticas y económicas han producido una pseudocultura de la
violencia expresada en la forma particular en que los colombianos generamos conflictos y la no menos particular “manera” de resolverlos.
Lo anterior puede ilustrarse con los múltiples eventos de la vida cotidiana, en medida que, consciente o inconscientemente, con nuestras
acciones agredimos y violentamos a nuestros semejantes. Por ejemplo,
muchas veces hemos visto como, una simple broma puede terminar
en una monumental gresca con heridos y hasta muertos; o, en los espacios urbanos, en la vía pública, es frecuente ver como los peatones
se avientan a los carros haciendo caso omiso de las señalizaciones
hechas para su protección, obteniendo como resultado la reacción
iracunda, violenta, de conductores que a su vez no respetan las normas
de tránsito y agreden de igual forma.
1. El paréntesis es mío.
2. Neurosicólogo, administrador científico de salud, Instituto Nacional para la Salud Infantil y Desarrollo
Humano, Bethesda, Maryland.
3. Entendido el ambiente no solo como solo como esa parte de la naturaleza que se estudia desde la
fisiología del paisaje o la ecología, sino como el espacio que producimos socialmente bajo condiciones
específicas.
Pero no son estos los únicos escenarios de agresión y violencia en la
vida cotidiana. Las relaciones interpersonales se presentan en todos
los espacios que construimos socialmente: en las oficinas públicas y
privadas, por ejemplo, cuando se discrimina, prefiere o ignora a un ser
humano (más que a un funcionario), se ejerce una forma de violencia
“invisible”, perversa, que acumula y destruye. En los centros
de pago de servicios públicos o financieros agredimos y
violentamos cuando pensamos que nuestro tiempo es más
valioso que el de nuestros semejantes y por tanto tenemos
Aunque resulte obvio, hay
derecho a “colarnos” provocando la indignación de quienes
que decirlo, la violencia
pacientemente esperan su turno. Seguramente, una de las
interpersonal, emerge en
formas de agresión más frecuente sucede cuando, de maneel seno de las relaciones
ra arrogante nos convencemos que nuestras acciones son
interpersonales, y estas, por
más importantes que las de nuestros semejantes y, peor aun,
lo general están permeadas
“que lo que hacemos es más importante que este hermoso
por “factores cognitivo
mundo que nos rodea”.
emocionales como el
En consecuencia, mas allá de las cifras, el propósito del presente artículo es presentar a consideración del lector algunas cuestiones básicas
sobre las motivaciones y explicaciones que subyacen a las acciones
violentas de las personas para con sus semejantes. Para alcanzar este
propósito, enseguida presentamos y comentamos los elementos centrales de discusiones locales y en otras latitudes que, sobre el tema,
desde hace varias décadas, hacen curso tanto en la academia como
en la institucionalidad.
¿Cómo se puede definir la violencia interpersonal?
Aunque en si mismas las definiciones no explican los fenómenos en
virtud de una vieja sentencia que dice que “las definiciones cambian
en medida que el conocimiento aumenta”, algunas veces pueden ser
útiles para delimitar al menos el tema que intentamos estudiar. En
ese sentido, presentamos al lector algunas definiciones básicas que
4. En el texto original esta expresión aparece como “guerra”
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rencor, la humillación, la
Aunque resulte obvio, hay que decirlo, la violencia interpertransferencia del odio a la
sonal, emerge en el seno de las relaciones interpersonales, y
imagen de un enemigo.
estas, por lo general están permeadas por “factores cognitivo
emocionales como el rencor, la humillación, la transferencia
del odio a la imagen de un enemigo. Además, la violencia4
conlleva, más que factores motivacionales simples como
los instintos o emociones fundamentales como la ira o el desprecio,
características cognitivas elaboradas y complejas como el idealismo,
la obediencia, la sugestibilidad, el uso del lenguaje, planes, calculo de
costos y manejo de información” (Díaz, 1997).
75
en el campo operativo y conceptual nos permitirán avanzar hacia la
comprensión del tema. Como podrá verse algunas de estas definiciones se contraponen, en cuanto operativas o conceptuales, lo cual
es parte del problema. Veamos.
Por violencia interpersonal Se entiende todo evento que genere lesiones5 a personas que pueden conocerse o no y que ocurren generalmente fuera del hogar6. La limitación que presenta esta definición
es que la violencia interpersonal sea clasificada como de ocurrencia
“fuera del hogar”, lo cual. como se observa en la descripción de los
datos, puede discutirse por cuanto una buena parte de las personas
lesionadas, lo son en su propia vivienda, lo cual hace pensar que la
violencia interpersonal puede estar en los intramuros del hogar.
Al respecto otros investigadores amplían el marco explicativo de la violencia interpersonal afirmando que esta se divide en dos subcategorías:
violencia familiar o de pareja y violencia social o comunitaria: la primera
se produce sobre todo entre los miembros de la familia o de la pareja.
Por lo general, aunque no siempre, sucede en el hogar. En este grupo
se incluyen formas de violencia, como el maltrato de los menores, la
violencia contra la pareja y el maltrato de las personas mayores.
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Violencia comunitaria es la que se produce entre personas que no
guardan parentesco y que pueden conocerse o no; sucede por lo
general fuera del hogar pero en el entorno inmediato de la convivencia: el barrio, la comuna la oficina, la calle; se incluyen además actos
de violencia juvenil, ataque sexual, la violencia en establecimientos
como escuelas, lugares de trabajo, prisiones, y hogares de ancianos.
(CISALVA, 2002 : 2003)
76
Pero si analizamos las características de la violencia en función de la
relación víctima - agresor, tanto las definiciones operativas como las
conceptuales necesariamente nos presentan un mejor campo de
entendimiento sobre el fenómeno.
De esta manera encontramos otros dos tipos de violencia que han
sido identificados según la intención con que se ejercen: la instrumental y la conductual. La primera, se ejerce con finalidad diferente
a la violencia misma, por ejemplo, para obtener un fin económico o
político. La segunda, supone el condicionamiento de factores psicosociales y biológicos.
5. Lesión : Todo cambio patológico que se produce en un tejido o en un órgano sanos. Desde el punto
de vista médico – legal, es el resultado de una violencia externa que comporta un daño anatómico
o fisiológico; es decir, una perturbación de la integridad física o del equilibrio emocional. Por lesión
personal se considera el resultado de todos los hechos o procesos violentos, materiales, morales o de
cualquier naturaleza capaces de producir directa o indirectamente alguna alteración en la perfecta,
regular y fisiológica integridad, funcionamiento, estructura y vitalidad de los tejidos y órganos; sin llegar
a producir la muerte, y siempre que el agente no tuviera intención de matar.
6. INML y CF. FONDO DE PREVENCION VIAL. Forensis 2002: Datos para la Vida.
Según estudios realizados7, en la primera definición se propone que
“los criminales potenciales examinan los costos y beneficios esperados
del crimen y deciden seguir la vía de la actividad criminal solo si los
beneficios exceden los costos. El segundo, por otro lado, explica la
conducta violenta como resultado de predisposiciones biológicas y
conductas aprendidas. Estas se combinan con estados emocionales
(frustración, estrés) y/o estímulos agresivos para desencadenar conductas violentas que no pasan por un proceso de cálculo de costos y
beneficios esperados. En consecuencia, las medidas punitivas estándar utilizadas para enfrentar al criminal racional (como, por ejemplo,
aumentar las posibilidades de captura de los ofensores mediante una
mayor presencia policial o incrementar las probabilidades de condena,
mejorando el trabajo de investigación criminal) no deben disuadir
totalmente a los individuos que responden con violencia emocional
u hostil. Si la meta es reducir la violencia emocional, donde tienden a
prevalecer variables psicosociales y culturales por sobre las racionales,
se debe buscar el camino de la prevención, más que el del castigo y
la detención.
Aun cuando en la vida real una conducta violenta muchas veces
responde a ambos motivos instrumentales y hostiles (ello da cuenta
de la violencia instrumental desmedida), el modelo racional explica
mejor ciertos tipos de violencia, por ejemplo la violencia asociada al
narcotráfico, mientras el modelo emocional explica mejor otras formas
como por ejemplo, la violencia que ocurre en las escuelas o en los
partidos de fútbol” (Ibid).
Agresión, violencia y control social
Uno de los debates que mayor interés ha suscitado en el mundo
científico y académico gira en torno a los conceptos de agresión y
control social como exégesis de la violencia. Entre los componentes
de la agresión podrían identificarse los siguientes: la intensión en tanto
motivación; la actitud como comportamiento oscilatorio en el mundo
de los valores; y los sentimientos y emociones hostiles que se mueven
entre niveles de tolerancia manejables en situaciones adversas, hasta
explosiones de ira incontenida.
7. Ante la imposibilidad de identificar al autor (a) de la siguiente cita textual, por pérdida de los archivos
de internet de donde fue tomado el artículo, reconozco los créditos a quien de buena fe los reclame.
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A lo manifestado atrás, solamente debemos agregar que el análisis de
estas formas de violencia puede resultar útil para la implementación
de políticas públicas y estrategias en los campos de la seguridad ciudadana y la salud pública.
77
Estos componentes permiten clasificar los niveles de agresión de
acuerdo a la presencia, ausencia o combinación, y a la predominancia
de alguno de ellos sobre los otros. Uno de los aportes de los estudios
acerca de la agresión animal ha sido el detectar que un acto agresivo
produce, como reacción del otro, el riesgo de ser agredido, a la vez
que conductas defensivas simultáneas o subsecuentes8.
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De esta manera introducimos la noción de conducta agonista para
destacar los componentes de ataque y defensa de la lucha, siendo
los primeros motivados por la ira y los segundos por el miedo. Esta
caracterización ha resultado de gran trascendencia, por cuanto permite identificar la naturaleza de las acciones que por igual se da entre
especies animales como entre grupos de personas o sociedades. Por
otra parte, el término violencia implica también una agresión, usualmente intensa, pero se usa más específicamente para identificar la
agresión en contextos sociales donde existen elementos culturales
de orden moral, ético o legal9.
Ahora bien, pensar los elementos culturales y naturales de la agresión
y la violencia ha promovido en las últimas décadas la consolidación de
disciplinas y áreas de investigación comprometidas activamente en
estudiar el origen de la conducta violenta. Por ejemplo, la psicobiología, que pretende desentrañar sustratos orgánicos como la epilepsia
del lóbulo temporal, alteraciones gonadales, o bases neuroquimicas;
la psicológica, que busca la explicación en términos biográficos, cognoscitivos o emocionales, y la psicología social, que intenta analizar
los factores culturales e interactivos de tipo económico, racial, familiar,
o la sociobiología que busca desentrañar el misterio de los genes en
relación con las construcciones culturales en las diversas especies de la
naturaleza, incluido el hombre. Como existen buenas evidencias para
cada una de estas causas, han habido intentos de establecer modelos
explicativos de orden interdisciplinario y multidimensional, como el
de Robert Hinde, que identifica las relaciones interpersonales como
el centro sobre el que operan tanto los factores biológicos (naturales)
como los sociales (culturales)10.
De esta manera, “es importante hacer notar que la agresión no es
un factor necesariamente destructivo sino normal y estabilizador al
menos entre los grupos de animales y posiblemente también en los
grupos humanos… Lo que llamamos agresión, es decir, la conducta
que amenaza con producir o de hecho produce daño en un miembro
de la misma especie, se usa para estructurar los grupos y que, aunque
forma parte de la dotación genética, se modifica con la experiencia y
se aprende a usar con eficacia” (Díaz, 1997).
8. Ver en: Díaz, J. (1997)
9. Ibid.
10. Ibid.
78
Pero cuando hablamos de usar con eficacia la función de agresión
en la especie humana no podemos, lamentablemente, decir que
se usa para estructurar. Un ejemplo de esto, entre los muchos que
podemos encontrar en la historia social y política de la humanidad,
lo encontramos en la sociedad norteamericana antes de la primera
guerra mundial. Un pueblo pacífico, sin ningún interés en participar
en una guerra cuyos móviles desconocían, pronto será transformado
en el principal actor de esta guerra. ¿Cómo y por que?
“Aquí acude a la mente -continúa Díaz- la terrible imagen de la película clásica 2001, odisea del espacio de Stanley Kubrik, cuando un
homínido primitivo descubre que con la ayuda de un fémur puede
matar a golpes a los miembros de un grupo rival, lo cual le da notoria ventaja en la lucha por los recursos alimenticios. En su euforia, el
hombre-simio arroja el fémur al aire y éste se convierte en una nave
espacial. Sobrecogedora metáfora. ¿Fue, en realidad, el primer instrumento un arma mortal? Probablemente no. Algunos animales, entre
ellos los chimpancés, usan objetos para alimentarse, pero en algún
momento de la evolución de los humanos se empezaron a usar armas. ¿Por qué? Esto no lo sabemos. Si consideramos que se trata de
un fenómeno netamente cultural, es posible adoptar una actitud
más optimista que si pensamos en una determinación biológica o
genética. Posiblemente las dos posiciones no sean tan irreductibles
como aparentan. Contrariamente a lo que se supone, la biología no
es destino inexorable: el cerebro cambia, incluso morfológicamente,
por la experiencia, y la dotación genética puede ser usada en uno u
otro sentido” (Díaz. 1997).
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El relato de Chomsky, revela como bajo el mandato de presidente
Woodrow Wilson, elegido en 1916 bajo la plataforma electoral “paz
sin victoria” la población norteamericana era muy pacifista “y no veía
ninguna razón para involucrarse en una guerra europea; sin embargo,
la administración Wilson había decidido que el país tomaría parte en
el conflicto. Se creó entonces una ´comisión de propaganda´ conocida como con el nombre de Comisión Creel, que en solo seis meses
logró convertir una población pacífica en otra histérica y belicista que
quería ir a la guerra y destruir todo lo que oliera alemán: despedazar
a todos los alemanes y salvar así al mundo. Entre los que participaron
activamente en la guerra de Wilson estaban los intelectuales progresistas, gente del Circulo de John Dewy. Estos se mostraban muy
orgullosos, como se deduce al leer sus escritos de la época, por haber
demostrado que lo que ellos llamaban los miembros más inteligentes
de la comunidad, es decir, ellos mismos, habían sido capaces de convencer a una población reticente de que había que ir a una guerra,
mediante el sistema de aterrorizarla y suscitar en ella un fanatismo
patriotero.”(Chomsky, N. 2002).
79
El cine alemán, en la impactante película “El Huevo de la Serpiente”,
realizada para documentar los experimentos de la Alemania Nazi
sobre la naturaleza humana, también ha ilustrado la manera como
se puede activar y direccionar un acondicionamiento genético, el de
la agresión, hacia formas de violencia contra la propia progenie. De
esta manera, una madre recién dada a luz, es encerrada con su bebe
a quien se le ha alterado la función del llanto. Tras una semana de
encierro, y de muchos intentos fallidos por calmar el llanto de su hijo,
la mujer desespera y termina matándolo contra la pared.
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Lo que el experimento quería denotar era que, ante condiciones
extremas y creadas artificialmente, el instinto de conservación de la
especie, que en la especie humana también se traduce en forma de
sentimientos y emociones, es superado ampliamente por la función
de agresión y violencia. Si tenemos en cuenta esto, no podemos olvidar que muchos de los espacios que producimos social, económica y
ambientalmente, reproducen condiciones extremas como la creada
artificiosamente con la madre y su hijo en la película de Bergmann.
Por esto, dice Díaz, “es peligroso negar la existencia del mal y la violencia en nosotros mismos, en nuestro grupo social o en la dotación
biológica de la especie. Este es, posiblemente, el mensaje central de
mitos tan remotos y difundidos como el de Quetzalcóatl. El hacerlo
suele tener el resultado indeseable de que el mal sea proyectado a
otros, quienes se convierten en enemigos que merecen sufrir y morir. Tenemos la dotación biológica, psicológica, conductual y cultural
tanto para ser violentos y destructivos como para ser benevolentes,
altruistas y amorosos. Existen, desde luego, culturas, doctrinas y escuelas que impulsan y favorecen una u otra de estas dotaciones y
seguramente debemos sostener aquellas que otorguen un alto valor
a la no violencia y al respeto a la vida humana y la de todos los seres
sensibles. Este ha sido uno de los papeles más positivos que han
desempeñado los sistemas tradicionales de sabiduría y las religiones
organizadas con las numerosas excepciones de tantas guerras santas
o inquisiciones”11.
Pero más allá de las doctrinas sabemos que cada individuo debe confrontar su propia violencia para resolverla y que esto es una labor que
llega a lo más profundo de cada quien. Sabemos también, gracias al
budismo y a otras tradiciones de la sabiduría, que el origen del odio,
la avaricia y demás motivaciones afectivas de la conducta violenta
puede ser desenraizado mediante la práctica diligente de una introspección dirigida y sistemática, por lo que su cultivo generalizado
podría ser una contribución definitiva a la erradicación de la guerra
y la violencia. Como muestra y testimonio de esto, mencionaré sólo
11. Ibid.
80
cuatro nombres de personas de nuestro siglo que han mostrado la
transparencia de estos caminos: Mohandas, Gandhi, Martin Luther
King, Andrey Sakharov y Dalai Lama12.
Dimensión económica y costos de
la violencia interpersonal
El número de AVISA y AVPP que producen hechos
violentos como el homicidio y las lesiones interpersonales, nos lleva a pensar la violencia en términos
de sus costos sociales y económicos. Pero además
existen otros sobre costos, aun por cuantificar, como
los que resultan del esfuerzo realizado por las personas que intervienen en lo que he denominado “los
ciclos judicial y forense. Con esto me refiero al costo
económico que implica para el Estado colombiano
mantener una planta de profesionales, técnicos y
peritos, muchos de ellos con altos niveles de especialización en sus áreas, quienes realizan la monumental labor de disponer al sistema judicial el acervo
probatorio para impartir justicia.
Es peligroso negar la existencia del
mal y la violencia en nosotros mismos,
en nuestro grupo social o en la
dotación biológica de la especie. Este
es, posiblemente, el mensaje central
de mitos tan remotos y difundidos
como el de Quetzalcóatl. El hacerlo
suele tener el resultado indeseable
de que el mal sea proyectado a otros,
quienes se convierten en enemigos
que merecen sufrir y morir. Tenemos
la dotación biológica, psicológica,
conductual y cultural tanto para
ser violentos y destructivos como
para ser benevolentes, altruistas y
amorosos.
Para responder a estas preguntas es preciso volver los ojos sobre
las instituciones de los sistemas señalados (y otras del sector social
como la salud): Fiscalía, Policía Judicial, Medicina Legal por ejemplo.
Todos sus funcionarios realizan su labor directa o indirectamente en
función de los hechos violentos que describimos. Y esto tiene un
enorme costo económico (el social es impagable), lo cual nos lleva a
decir, también a priori, que, resultaría menos costoso para el Estado
y sus instituciones proteger una vida de hecho violento alguno, sobre todo de homicidios, que dejar a los sectores de la sociedad más
golpeados por la delincuencia desprotegidos, tal como lo indican las
cifras que presentamos más adelante. Sobre esto es mucho lo que
hace falta por investigar.
12. Ibid.
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¿Cuántas personas intervienen en un hecho violento
como el homicidio, el delito sexual, o la violencia
interpersonal entre otros? A priori podríamos decir
que el agresor y la víctima. Pero no es así. ¿Quién
denuncia el hecho, quien levanta el cadáver, quien
realiza la necropsia, quien recoge las evidencias en
el lugar del hecho y quienes las analizan; cuantos jueces, médicos y
profesionales de ciencias a fines intervienen en cada proceso y, en
suma, cuantas personas intervienen en los ciclos judicial y forense?
81
Pero volviendo a los costos de la violencia interpersonal, que no solamente provoca lesionados, sino muertes, delitos sexuales, accidentes
de tránsito, suicidios y otros hechos violentos, vale la pena presentar en
este Forensis, algunos apartes textuales del Informe Mundial sobre la
Violencia publicado por la Organización Mundial de la Salud en Viena/
Ginebra en junio de 2002. En este informe, no se toman en cuenta los
sobre costos que hemos anunciado atrás, pero incluye un dato interesnate que apunta en nuestra dirección: la relación costo – efectividad de
la prevención de la violencia. Veamos lo que dice el informe.
Entre otras cosas, estas
recomendaciones
piden a los gobiernos y
a las partes interesadas
en todos los niveles
decisorios que definan
prioridades y apoyen la
investigación sobre las
causas, consecuencias,
costos y prevención
de la violencia
“Cada año mueren en todo el mundo 1,6 millones
de personas debido a la violencia; varios millones
más sufren lesiones y problemas físicos, sexuales,
reproductivos y mentales. La violencia se encuentra entre las principales causas de muerte de las
personas de 15 a 44 años, siendo responsable del
14% de las muertes entre los hombres y del 7% entre las mujeres. Aunque la mayoría de los hombres
víctimas de homicidio son muertos por extraños,
casi la mitad de las víctimas del sexo femenino
mueren a manos de sus parejas o esposos actuales
o pasados; en algunos países la proporción alcanza
el 70%. Con respecto al maltrato de los niños, los
estudios realizados en algunos países indican que
aproximadamente un 20% de las mujeres y un 5
a10% de los hombres sufrieron abusos sexuales
durante la infancia.
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En un estudio de países centroamericanos y sudamericanos, el costo de los gastos sanitarios relacionados con la violencia (expresados
como porcentaje del PIB) fue del 1,9% en el Brasil, del 4,3% en Colombia, del 4.3% en El Salvador, del 1,3% en México, del 1,5% en el Perú, y
del 0,3% en Venezuela.
82
En muchas partes del mundo, especialmente en los países en desarrollo, no hay información sobre los costos directos de la violencia. Uno
de los grandes retos de los próximos años será fortalecer y apoyar las
investigaciones de los países en desarrollo acerca de los costos de la
violencia interpersonal, y trasladar sus resultados a la formulación de
políticas y a las actividades de promoción, en las que pueden reforzar
los argumentos a favor de la prevención.
Las estimaciones de los costos de la violencia en los Estados Unidos
de América (EE.UU.) alcanzan la cifra de más de US$ 300 mil millones
por año. Según los resultados de un estudio, sólo el maltrato de los
niños tiene para la economía de los EE.UU. un costo anual de US$ 94
mil millones, lo cual representa el 1% del PIB nacional. En esta cifra
se incluyen los costos médicos directos y los relacionados con los
servicios legales, policiales y penitenciarios, así como el valor de las
pérdidas indirectas de productividad, los costos psicológicos y la
delincuencia futura.
La OMS está participando activamente en los esfuerzos actuales
para prevenir todas las formas de violencia interpersonal, entre ellas
el maltrato a los niños, la violencia juvenil, la violencia en la pareja, la
violencia sexual y el maltrato a los ancianos. Desde que la OMS presentó su Informe Mundial sobre Violencia y Salud», sus recomendaciones sobre la prevención de la violencia han sido respaldadas por
la Asamblea Mundial de la Salud, la Comisión de Derechos Humanos,
La Unión Africana y la Asociación Médica Mundial. Entre otras cosas,
estas recomendaciones piden a los gobiernos y a las partes interesadas en todos los niveles decisorios que definan prioridades y apoyen
la investigación sobre las causas, consecuencias, costos y prevención
de la violencia” (OMS, 2002).
La Declaración de Sevilla:
discusión y aportes de las ciencias sociales y biológicas.
Según los firmantes de la declaración, en los últimos lustros se ha
propagado la idea de que el ser humano es violento por naturaleza,
y que por lo tanto nos debemos limitar unicamente a neutralizar los
posibles efectos de la violencia; a conformarnos con la carrera armamentista, la confrontación continua y la destrucción masiva de la
especie. Los fundamentos de estas conclusiones son científicamente
inaceptables según los declarantes. Pero Una cosa es ser violentos
por naturaleza y otra es reconocer la violencia como parte de la naturaleza humana…
No obstante esta afirmación, el fundamento científico con que se
presenta “la declaración” contiene una buena cantidad de juicios de
valor y apreciaciones subjetivas que deben ser revisadas en oposición
con otros planteamientos derivados del conocimiento que aportan
ciencias y disciplinas como la genética, la sociobiología y la psicología
social, entre otras. Vamos entonces con el texto de la declaración.
“En primer lugar, es científicamente incorrecto afirmar que hemos
heredado de nuestros antepasados animales o primates la tendencia
a hacer la guerra. La conducta de caza no puede ser equiparada a la
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Antes de comenzar con esta discusión, es bueno recordar que, a pesar de la buena intención del grupo de intelectuales que redactó “La
Declaración” en 1986 por desvirtuar la conducta violenta como parte
de la naturaleza humana, estudios previos y recientes muestran como
sí hay condicionamientos genéticos y culturales que determinan al
hombre, como especie, hacia conductas agresivas y violentas.
83
guerra. Ciertamente ocurren peleas a gran escala en el mundo animal, pero son raros los sucesos conocidos de destrucción organizada
entre grupos de animales de la misma especie y, en ningún caso, se
ha informado el uso de utensilios como armas. Por otra parte, aunque
los seres humanos tenemos la terrible exclusividad de la guerra, hay
civilizaciones que no se han enfrascado en guerras durante siglos, y
muchas que lo han hecho frecuentemente en ciertas épocas pero
no en otras. Esto significa que la guerra es histórica y culturalmente
variable”.
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Comentario: decir “científicamente incorrecto”, no necesariamente
quiere decir científicamente FALSO. Los declarantes al parecer tienen
una fijación con la guerra: la guerra es un invento de los hombres, claro. Pero la agresión en la especie humana, (que científicamente si ha
sido documentada) culturalmente modificada, si puede ser enfocada
a la violencia, y la guerra, no es la única expresión de violencia como
lo muestra la etiología de las violencias que hemos venido describiendo y analizando con interés desde hace décadas. Por otra parte,
la referencia que hacen los declarantes sobre el no uso de utensilios
como armas, simplemente demuestra que lo que en los animales
es agresión, en los seres humanos es violencia en virtud a procesos
históricos culturales. Esto último también ha sido demostrado y por
tanto no puede ser utilizado para negar la conducta violencia que
subyace a toda naturaleza humana. En cuanto a la historicidad cultural
de la guerra, no me queda más que decir que la conclusión es pobre
frente al postulado. La competencia por los recursos en todas las especies del reino animal, es causal de agresión. En la especie humana,
de violencia. Y las civilizaciones que durante siglos han permanecido
pacíficas, es por que sus imperios han logrado mantener el control de
los recursos. Pero una vez estos se ven amenazados, deviene la guerra.
Históricamente esto también ha sido demostrado.
“En segundo lugar –continúa La Declaración de Sevilla- es científicamente incorrecto afirmar que la violencia y la guerra están genéticamente programadas. Sin lugar a dudas los genes participan en todas
las funciones del sistema nervioso, pero sólo como una potencialidad
que puede ser expresada en conjunción con estímulos del medio
ambiente ecológico y social. Es la interacción entre el genoma y el
aprendizaje lo que define la conducta y la personalidad. En suma, los
genes participan en el establecimiento de las capacidades conductuales pero no las determinan inequívocamente”.
Comentario: Las investigaciones de los doctores Hamer y Copeland,
publicadas en su obra “El Misterio de los Genes”(1998)13 desvirtúan esta
afirmación que por demás es especulativa y sin fundamento científico por cuanto “la agresión y la violencia tienen también sus raíces
13. Nótese como este trabajo se publicó 12 años después de La Declaración de Sevilla, 1986.
84
genéticas. Algunas personas nacen con poca tolerancia y tienden a
reaccionar bruscamente. Según lo demuestran numerosos estudios,
alterando los niveles de un solo elemento químico cerebral, se puede
cambiar por completo el nivel de agresión de un animal. La simple
manipulación de un solo gen puede convertir a ratas mansas y dóciles
en asesinas y enloquecidas. Esos mismos elementos químicos existen
también en los seres humanos; por eso, cierto tipo de personas se
sienten impulsadas a la violencia por una fuerza interior. Durante toda
la vida tendrán que luchar conscientemente contra lo que estaban
programadas para hacer” (Hamer: Copeland: 1998).
Con toda seguridad una de las maneras de luchar contra esa tendencia programada genéticamente es a través de elementos culturales
como la educación, por ejemplo. Todavía más si observamos que
nuestra manera de pensar es producto de los genes.
Comentario: En su trabajo, “La Hormiga y el Sociobiólogo” el doctor
Pierre Jasson demuestra como en algunas especies de insectos
(hormigas, abejas, termitas) que llevan una vida social colectiva, en
comunidad, desarrollan funciones no solamente de agresión sino de
altruismo, cooperación, reproducción, competencia y otras tantas, debidamente programadas genéticamente. En las sociedades humanas
existen funciones idénticas. Esto demuestra que hay otras funciones
que pueden predominar sobre las de ataque o defensa, como no!
Pero no niega bajo ningún argumento que la predisposición a la
violencia no exista en las especies como parte de su naturaleza. Lo
que si resulta cuestionable a todas luces es que la especie humana
haya elegido la violencia, en sus diferentes expresiones como una de
las formas de dominación y poder sobre su propia especie y sobre
otras de la naturaleza.
“También es científicamente incorrecto afirmar que poseemos un
cerebro violento. Desde luego que existe un sistema cerebral que
se activa para dar lugar a la agresión, pero esto no sucede automáticamente. Los estímulos son filtrados, seleccionados y modulados
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“También es científicamente incorrecto afirmar que en el curso de
la evolución humana ha tenido lugar una selección de la conducta
agresiva sobre otras conductas. En todas las especies animales estudiadas el papel de un animal en un grupo o su rango de dominancia
se adquieren y se mantienen por habilidades conductuales de cooperación y amistad, y también por capacidades agresivas y punitivas. Se
pueden seleccionar artificialmente animales agresivos y reproducirlos,
con lo que se obtienen animales superagresivos en unas cuantas
generaciones. Sin embargo, el que esto no haya sucedido en la naturaleza implica que la potencialidad genética existe, pero que no se
selecciona porque no es ventajosa ni adaptativa”.
85
“La biología no condena
a los seres humanos
a la guerra y los libera
de
un
pesimismo
pseudocientífico acerca
de la posibilidad de
lograr la paz. La labor
necesaria para conseguir
la paz no sólo es
institucional y colectiva,
sino que incluye la
conciencia individual
de los seres humanos, en
quienes los factores de
optimismo y pesimismo
son determinantes. “La
misma especie que
inventó la guerra es
capaz de inventar la paz.
La responsabilidad es de
cada uno de nosotros.”
por el propio cerebro, y la conducta agresiva es una de
tantas expresiones de comportamiento disponibles
para la acción. En algunos criminales particularmente
violentos se ha demostrado que tienen una deficiencia
funcional de las áreas cerebrales relacionadas con el
control de la agresión. Es también incorrecto afirmar
que somos violentos por instinto. El instinto implica
un comportamiento fijo que se desencadena por un
estímulo específico gracias a un mecanismo cerebral
programado genéticamente. La noción de instinto ha
caído en desuso porque sus componentes no son tan
rígidos como se pensaba hace algún tiempo”.
Comentario: Es probable que no poseamos un cerebro
violento, pero, estudios en psicología evolucionista han
demostrado como “la selección moldea las mentes y los
cuerpos de los organismos para las particulares condiciones en las que ha estado operando, la adaptación no
es prospectiva. El propósito aparente en el diseño orgánico depende de la persistencia de rasgos esenciales de
los medio - ambientes históricos” (Daly: Wilson: 2003). ¿Y
si el medio ambiente es una sociedad violenta?
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“La biología no condena a los seres humanos a la guerra
y los libera de un pesimismo pseudocientífico acerca de
la posibilidad de lograr la paz. La labor necesaria para
conseguir la paz no sólo es institucional y colectiva, sino
que incluye la conciencia individual de los seres humanos, en quienes los factores de optimismo y pesimismo
son determinantes.“La misma especie que inventó la guerra es capaz
de inventar la paz. La responsabilidad es de cada uno de nosotros.”
86
Comentario: Claro que biológicamente no estamos determinados
a la guerra o a la violencia. Pero la combinación genes – ambiente
si ha sido explosiva en términos de construir sociedades violentas,
sobre todo en el último siglo. Por ejemplo, según los doctores Hamer
y Copeland, estudiando la relación entre padres biológicos y padres
adoptivos en relación con la Criminalidad en los Estados unidos
encontraron que los registros criminales mostraban una llamativa
interacción entre los genes y el medio. En los casos en que tanto los
padres biológicos como los adoptivos pertenecían a grupos de baja
criminalidad, los hombres adoptados tenían un bajo porcentaje de
arrestos (3%) generalmente por delitos menores, lo cual se correspondía con la población en general. Ser adoptado por una familia de
alto riesgo elevaba la proporción de criminalidad a 7%. La proporción
siguiente era la de los hijos biológicos de parientes de alto riesgo
que alcanzaban el 12% de arresto. Pero un 40% de arresto apareció
en entre aquellas personas que tenían la doble condición de alta criminalidad en sus padres biológicos y en los adoptivos. Nuevamente,
malas semillas en suelo pobre (Hamer: Copeland: 1998)
Para concluir esta sección, solo me queda expresar que muchas de
las cosas que hacemos las hacemos no por placer sino por competencia: la sociedad nos enseñó a competir, de igual modo como lo
hacen todas las especies, pero no a controlar la agresividad con que
lo hacemos14. En este sentido, las investigaciones del doctor Moynihan, M (1998) han encontrado que, “todos los organismos compiten
con otros… la competencia y la agresión ocurren juntas en tiempo
y espacio… la necesidad de competir es evidente, los recursos son
limitados como limitantes… pero la necesidad de agresión es menos
obvia, parecería una adaptación implícita a la competencia; es un mecanismo de control social y se convierte en un primer recurso para
repeler o suprimir enemigos o rivales. La agresión es comúnmente
el recurso efectivo más frecuente, pero no es el único mecanismo de
control. También hay diferentes formas de competir: la competencia
por interferencia y la competencia por toma de ventaja. La primera se
refiere a la confrontación física directa; la segunda esta mediada por
señales distantes como movimientos conspicuos y sonidos. Tanto la
competencia como la agresión son costosas tanto en tiempo como
en energía: la misma agresión puede llevar a la muerte y como consecuencia limitar el éxito reproductivo.
“No se puede prever qué individuos estallarán hoy en violencia mediante un análisis de sangre. La mejor manera de identificar al violento
es ver donde y como vive. La violencia criminal de hoy no es cuestión
de productos químicos cerebrales, sino de pobreza, diferencias abismales entre ricos y pobres, polarización racial, miseria urbana, falta de
responsabilidad personal, derrumbe familiar y deterioro de la sociedad
civil” (Hamer: Copeland:1998).
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Por molesto que resulte aceptar, aunque el estudio del doctor Moynihan está orientado a sociedades animales, no es sino echar un vistazo
a comunidades como las de Ciudad Bolívar, o Altos de Cazuca, que
compiten en condiciones extremas por recursos muy escasos*, para
comprender el origen de la violencia que padecen. Pero esto no explica todo, la violencia o el crimen no son un problema exclusivamente
individual, sino social.
14. El sistema educativo debería responder a eso.
* El territorio por ejemplo
87
Aportes de la sociología y
la ciencia forense a la justicia: la prueba de la violencia15
Seguramente una de los problemas relevantes que atravesará el nuevo sistema penal acusatorio es el de presentar pruebas contundentes
frente a delitos asociados a la violencia interpersonal. Primero, por
que la gente no denuncia bien sea por desconfianza a las autoridades de policía, o bien sea por complicidad en los hechos, o simplemente por no comprometerse. Segundo, por que pericialmente no
existen en nuestro medio métodos validados para valorar objetiva y
confiablemente los daños que en las personas produce la violencia
interpersonal.
Sobre este asunto, recientemente la doctora María D. Peris publicó los
resultados iniciales de su estudio, que al parecer inició hace más de 30
años16, en el cual plantea que objetivamente “se puede demostrar de
forma definitiva y sin dejar lugar a dudas, la intensidad de los daños
(producidos por la violencia interpersonal)17. A su vez esta intensidad
puede informar del tiempo que se viene sufriendo o de las sucesivas
violencias acumuladas” (Peris, 2004).
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Los hallazgos de la doctora Peris confirman empíricamente los planteamientos que desde la teoría psicosocial se vienen haciendo en
cuanto a los efectos de la violencia sobre las personas en sus diferentes fases. Según la doctora Peris, “el correlato que se sigue de los
resultados acumulados por la aplicación de esta prueba, es asimismo
incuestionable: la violencia interpersonal provoca siempre daño orgánico. Un daño que como demuestra la ya larga investigación que
lo viene estudiando desde hace tres décadas, sigue progresando en
intensidad si no se elimina el agente causal. Un daño que aun después
de eliminado el agente provocador, deja secuelas de tal envergadura,
que exige un tratamiento específico y continuado” (Ibid).
88
“La existencia de esta prueba y su amplia accesibilidad, es un elemento decisivo en la planificación de las instituciones responsables del
orden jurídico y legislativo. Porque tal como empieza a proponerse
en algunos estudios, su aplicación tendrá que estar obligada tras la
denuncia de violencia de todo tipo. Y su capacidad para detectar
los núcleos de violencia en cualquier organización, la convierten en
un instrumento insustituible en los ámbitos escolares y domésticos,
donde se pueden obtener indicadores de violencia sin necesidad de
alterar la intimidad o superando las limitaciones de comprensión y
expresión infantil” (Ibid).
15. Estudio realizado por la doctora María Dolores Peris, catedrática de sociología de la Universidad de
Barcelona.
16. Con esto quiero llamar la atención acerca de la importancia de realizar investigaciones de largo aliento,
en lugar de estudios inmediatistas, a muy corto plazo, buscando explicar “realidades” para intervenirlas.
Estudios que una vez se publican ya son obsoletos en virtud a la vertiginosa dinámica social.
17. El paréntesis es mío.
Los hallazgos de la doctora Peris complementados con los avances en
la cuantificación y descripción de los hechos violentos en sociedades
como la colombiana, pueden ser muy útiles para el diseño de políticas
públicas en salud y, debidamente protocolizados, podrían llevarse a
los comités de vigilancia epidemiológicos en los que participa el Instituto para su implementación, mejorando así los diagnósticos para
la prevención y tratamiento adecuado de los traumas que producen
los hechos violentos en las personas.
Por considerar de gran interés y utilidad para nuestros sistemas judicial y forense reproducimos a texto una síntesis del trabajo de la
doctora Peris.
La Espectroscopia o Imagen Molecular
por resonancia Magnética (EMR) como
instrumento de diagnóstico de la violencia
La detección de estas alteraciones funcionales está permitiendo explicar el proceso y la evolución de las alteraciones metabólicas neuronales producidas por los diferentes tipos de violencia interpersonal
extrema, identificados internacionalmente como Trastorno de Stress
Postraumático (PTSD). Y desde la comparación de gran parte de las
investigaciones con los resultados de esta prueba, que se vienen publicando hace ya más de una década, se obtiene suficiente garantía
para presentar la ERM como el instrumento más adecuado para la
valoración de los daños ocasionados por el impacto de la violencia.
La evidencia muestra que el organismo reacciona ante cualquier peligro
para su supervivencia, con bastante independencia del tipo de peligro
de que se trate. Por ello el efecto del impacto de la violencia se muestra
independiente de las formas sociales con las que se ejerce. Así es como
se han obtenido daños equivalentes en los prisioneros de guerra, los
secuestrados, los afectados por incendios o por otras catástrofes naturales, los afectados por la violencia doméstica, laboral, escolar o por
cualquier otra que arriesgue la supervivencia física o social.
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La Espectroscopia obtenida por Resonancia Magnética (ERM) es una
prueba no invasiva, por lo que puede utilizarse tantas veces como
se precise, sin efecto secundario. Su objetivo es valorar in vivo las
alteraciones metabólicas de la fisiología neuronal. Gracias a su alta
sensibilidad, permite obtener las alteraciones aisladas de los principales metabolitos en áreas muy limitadas. Puede por tanto detectar
el Stress Postraumático crónico (PTSD) y agudo (ASD), mucho antes
de que la Resonancia Magnética y otras pruebas de neuroimagen
puedan evaluar los daños morfopatológicos incluso antes de que
aparezcan los síntomas clínicos.
89
Mención especial merece la investigación realizada con niños víctimas
de violencia, porque la intensidad de las lesiones correlacionan con
su posterior desarrollo intelectual. Y según los estudios con primates,
estas lesiones ocasionadas por traumas infantiles, determina el sustrato neurológico en el que se desarrollarán los daños provocados
por traumas posteriores. Por consiguiente, los daños por PTSD infantil
provocan un descenso de la resistencia ante el stress del adulto.
Las repercusiones de esta vulnerabilidad poblacional, determina la
urgencia de planificar la prevención, con inmediatos controles de la
violencia en ambientes educativos y familiares. Y también las repercusiones económicas en un mundo de competitividad globalizada,
exige una rápida intervención para erradicar los climas de violencia
laboral y organizacional, que están menguando el capital intelectual
y destruyendo las inversiones educativas que lo ayudaron a construir,
con la correspondiente pérdida del principal recurso económico.
La demostración del daño que ocasiona la violencia.
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Hasta finales de los 80 se había utilizado como única prueba de la
presencia de PTSD la histología post-mortem, en la que se venía
observando la reducción del hipocampo en los individuos sujetos
a torturas o campos de stress intensos y duraderos, de los que no se
pudieran defender ni escapar. Este impedimento de la defensa ante
un stress que se aplica de forma continuada, es la condición que
Pavlov demostró ampliamente como la causa de los trastornos que
denominó Neurosis Experimental (Peris, 2003).
90
La definición “experimental”, largamente aceptada por la comunidad
científica, define que estos resultados son obtenidos mediante diseños planificados, con conocimiento de los efectos que provocan.
Efectos que si no se limita el tiempo de experimentación, se obtienen
con total seguridad; y que para analizar las correspondientes responsabilidades sobre los daños que provoca, hay que clarificar que se
trata de un diseño factorial en el que interactúan como mínimo tres
factores. Es decir, que en ambientes sociales, se necesita la coordinación de tres agentes causales, que pueden coincidir o cooperar: el
que ocasiona el stress reiterado, el que ocasiona la indefensión y el
que organiza la estructura que imposibilita la escapada, a la vez que
establece la simultaneidad de stress e indefensión.
En una comunicación anterior (Peris, 2002) ya se proponía la hipótesis
de que las prácticas desleales en los ámbitos laborales, escolares y domésticos, denominadas mobbing, bossing, bullying o burnout, fueran
una aplicación perversa de estas técnicas y diseños. Así parece, si se
tiene en cuenta su equivalencia, tanto en los planes desarrollados de
estimulación aversiva continuada en climas de indefensión, como en
los efectos provocados, cuyo común denominador es la pérdida de
los últimos aprendizajes previos al trauma y la dificultad en adquirir
nuevos. Síntoma que siempre alerta acerca de las lesiones en las conexiones neuronales, provocadas por la acumulación de stress.
La EMR resulta la prueba idónea para detectar tales prácticas a través
de sus efectos, porque permite, además del diagnostico in vivo de las
pérdidas neuronales, que a su vez provocan los correspondientes déficits cognitivos, la detección de las alteraciones metabólicas desde los
primeros impactos. Así garantiza no solo el diagnóstico, sino también
la prevención de los daños más graves.
Y con la evidencia de la reducción de masa, densidad
y funcionalidad cerebral, se demuestra como el PTSD
conlleva una pérdida de la integridad neuronal, que a su
vez explica los síntomas que presentan los afectados en
términos de trastornos neurocognitivos. Hay que reconsiderar por tanto cuantos diagnósticos se han establecido erróneamente por no aplicar esta prueba. Y dejar
de apelar a la vieja taxonomía psicopatológica, que los
avances de la neurociencia ha dejado ya obsoleta.
Las repercusiones de esta
vulnerabilidad poblacional,
determina la urgencia de
planificar la prevención, con
inmediatos controles de
la violencia en ambientes
educativos y familiares. Y
también las repercusiones
económicas en un mundo de
competitividad globalizada,
exige una rápida intervención
para erradicar los climas
de violencia laboral y
organizacional, que están
menguando el capital
intelectual y destruyendo las
inversiones educativas que lo
ayudaron a construir, con la
correspondiente pérdida del
principal recurso económico.
Por la relevancia de los daños que provoca la violencia
y por la capacidad de detener su progreso, la ERM se está ya recomendando como protocolo de análisis periódicos, allí donde existe
riesgo de stress organizacional o de otra índole. Es sin duda la prueba
pericial oportuna cuando se presentan denuncias por violencia, ya
que puede evidenciar la presencia de agentes agresores a través de
la detección de sus efectos.
La ERM se presenta así como la prueba idónea para corregir las patologías microsociales en ambientes controlables, como son el doméstico,
el escolar, el laboral y cualquier otra organización. Y en consecuencia
es también la prueba que evaluará la eficacia de las macroestructuras
en tal control.
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Actualmente ya se ha determinado el patrón de afectación, caracterizado entre otros indicadores, por estar
implicado un solo hemisferio. Precisamente el debate
más actual gira en torno a la búsqueda de los factores
determinantes del hemisferio afectado. Con lo que el
PTSD consigue un diagnóstico diferencial respecto a
otros síndromes y síntomas clínicos semejantes a los
que provoca, que son los que generalmente se confunden cuando se procede al diagnóstico clínico y
psicométrico.
91
El PTSD como acelerador de los marcadores de edad.
El estudio comparado del patrón de daños ocasionado por el PTSD
en relación a los patrones de otros trastornos neurológicos, nos lleva
a presentar la hipótesis de su equivalencia con las demencias seniles.
Apoyan esta interpretación del PTSD como un acelerador de la edad
neuronal y una primera fase de demencia senil, los buenos resultados
obtenidos con el tratamiento farmacológico que se está utilizando
para frenar los síntomas de las demencias seniles y las fases iniciales
de la enfermedad de Alzheimer. Hipótesis que viene confirmada por
el incremento de la incidencia demográfica y la reducción de la edad
de inicio de estas enfermedades.
A la espera de investigaciones longitudinales, que definitivamente informen de la posible reducción de la esperanza de vida en los afectado
por PTSD, que seguiría a la confirmación de la hipótesis que aqui se
presenta, los resultados obtenidos hasta el momento son suficientemente objetivos y fiables, para considerar al stress bajo opresión (o
represión), como un arma biológica, dada la reacción bioquímica que
provoca, cuyos efectos hay que valorarlos no solo por el daño actual,
sino por la predicción de las pérdidas futuras en tiempo y calidad de
vida. Así como en capacidad cognitiva y su consiguiente desarrollo
personal, profesional y demás costes de oportunidad.
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Conclusión del Estudio
92
La prueba de la violencia que aquí se presenta, va a cambiar el modo
de realizar las pruebas periciales de la violencia interpersonal. Y cierra un capítulo de subjetividad, de falta de rigor y de ausencia de
precisión, por haberse utilizado pruebas no siempre fundamentadas
en el conocimiento científico. Pruebas que ante los resultados que
proporciona la ERM, muestran su ausencia de validez, por no detectar
los efectos que pretenden.
Con la ERM, el progreso tecnológico, una vez más, viene a apoyar al
progreso social, proporcionando en esta ocasión el instrumento que
permitirá detener la violencia interpersonal.
Descripción y análisis de datos Colombia 2004
Durante el año 2004 el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses Valoró 86.478 casos de personas lesionadas en eventos
de violencia común. Esto significa una reducción de 7.372 casos en
comparación con el año anterior. En consecuencia la tasa nacional por
lesiones interpersonales pasó de 211 en el 2003 a 191 lesionados por
cada 100 mil habitantes en el 2004. El grupo de edad más afectado
por esta manera de violencia tanto en hombres (tasa 478) como en
mujeres (tasa 201) se ubica entre los 18 y 24 años representando un
total de 25.955 años de vida saludable perdidos (AVISA). En el cuadro 1
se presentan los datos globales que enseguida desagregamos según
tipo de distribución. El total de años de vida saludable perdido alcanza
la cifra de 105.305, lo que haría pensar en políticas contundentes para
detener esta forma de violencia por lo que representa en costos sociales
y económicos para el Estado y para la sociedad.
Cuadro No. 1. Tasa por 100
mil habitantes según edad
y sexo
Del total de lesionados, aproximadamente el 67.3% fueron hombres y el
restante mujeres. La tasa de participación por sexo, indica 239 para los
hombres y 110 para las mujeres, señalando una relación de tres hombres
por cada mujer afectados. Según la edad, aunque la violencia interpersonal tiene sus manifestaciones desde muy temprano, es a partir de los
diez años que se disparan las tasas, alcanzando su máximo nivel en el
grupo de 18 a 24 años, luego vuelve a descender gradualmente hasta
el grupo de los 35 a 44 años pero con tasas aun por encima de la tasa
nacional (191). En conjunto, el problema de la violencia interpersonal
se manifiesta en toda su intensidad en el grupo de los 15 a los 44 años
tanto para hombres como para mujeres.
Se destaca que en este grupo se encuentra la mayor parte de la población económicamente activa, lo cual significa una enorme pérdida
tanto para la economía como para la sociedad, lo cual se puede reflejar
en el número de AVISAS (89.535). Las figuras 1 y 2 ilustran claramente
la situación.
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Distribución de las lesiones interpersonales
según edad y sexo
93
Figura 1. Distribución de la violencia
interpersonal según grupo de edad
Distribución de las lesiones según mes
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En promedio se valoraron 7.207 personas al mes, 237 al día y 10 por hora.
El mayor número de agresiones (33,3%) ocurrió entre las 6 de la tarde y
las12 de la medianoche. Los meses de mayor incidencia del fenómeno
fueron agosto, septiembre y octubre. Durante el segundo semestre de
2004 se incrementaron las lesiones en 6.371casos (54,1%) con respecto
al primer semestre (45.9%). En las gráficas 2 y 3 se observa la distribución
del comportamiento de este tipo de violencia durante el año.
94
Figura 2. Violencia interpersonal segun hora del hecho
Colombia 2004
Figura 3. Lesiones interpersonales según mes
Colombia 2004
Distribución de las lesiones interpersonales
según mecanismo causal
Figura 4. Violencia interpersonal según arma o mecanismo
Colombia 2004
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Del total de lesionados en Colombia el 60% lo fueron con arma contundente; 14% con arma cortocontundente, 7.5% no reportaron dato,
cortopunzante 6.9%, cortante, 6.1%, arma de fuego, 3.9% y con otros
mecanismos el 1.5%. En relación con años anteriores, la principal arma
o mecanismo causal sigue siendo la contundente, es decir palo, garrote,
martillos y similares. Esto puede verse como un indicio de las formas
violentas como los colombianos resolvemos nuestras diferencias. La
utilización de armas de fuego como mecanismo de resolución de conflictos ha descendido en relación con el año anterior: de 5.1% en 2003
pasó a 3.9% en 2004 la figura 4 ilustra este comportamiento.
95
Distribución de las lesiones interpersonales según agresor
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Según los datos obtenidos durante el 2004, el principal agente agresor se constituye algún conocido sin ningún trato con el 29% de los
casos. Esto puede significar un gran malestar en el tipo de relaciones
interpersonales en el vecindario, el trabajo, o actividades en donde las
personas se frecuentan sin establecer relaciones de confianza. El hecho
de que el 16.6% aparezcan sin dato, indica que ante el hecho de la denuncia el agredido no reporta a su agresor por causas no reveladas que
pueden ir desde la amenaza hasta la complicidad en la ocurrencia de
los hechos. El 16% de los lesionados fueron agredidos por sus mismos
vecinos, lo cual confirma que en un nivel medio – alto, las relaciones
de vecindario son conflictivas. Las peleas entre amigos suelen ser más
frecuentes de lo que parece: el 10.1 % de personas fueron lesionados
por sus amigos. 7.1% lo fueron por delincuentes comunes y 6.5% por
policías. Entre estos dos últimos suman 13.6%, porcentaje muy elevado
que insinúa un posible riesgo para la ciudadanía; en estos casos valdría
la pena explorar las circunstancias en que se suceden los hechos. En
la figura 5 se muestran desagregados los resultados de la violencia
interpersonal según agresor.
96
Figura 5. Violencia interpersonal
según agresor
Colombia 2004
Distribución de las lesiones según ubicación anatómica
En esta distribución llama la atención la tendencia análoga que existe
con el homicidio donde la mayoría de los casos en que se mata con
arma de fuego el disparo se hace a la cabeza. Lo anterior muestra como,
tanto en los homicidios (lo que resulta obvio) como en las lesiones personales, existe la intención de hacer el mayor daño posible. La pregunta
que valdría la pena formularnos aquí es ¿cuántas agresiones simples
terminan en homicidios, y en cuyo caso, cuantos homicidios se podrían
prevenir? La figura 6 nos muestra el comportamiento de las lesiones
según la ubicación del cuerpo en que se producen.
Distribución de las lesiones interpersonales
según circunstancias del hecho
La violencia interpersonal ha sido clasificada en cinco categorías que
explican circunstancialmente las lesiones causadas a personas. Estas son
en orden descendente: 1. circunstancias sociales, 73.9 % de las lesiones.
2. Otras,12.0%. 3. Circunstancias económicas, 6.6%. 4. Sin dato, 5.1%, y 5.
Conflicto armado, 2.4%.
El hecho de que las circunstancias sociales ocupen el mayor porcentaje
y de estas las riñas destaquen de lejos hace pensar una vez más que, la
manera en que los colombianos generamos conflictos y la forma en
como los resolvemos, es sintomática de un gran malestar en la cultura,
asociada al mundo de los valores, en cuanto relaciones interpersonales.
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Figura 6. Violencia interpersonal según diagnóstico topográfico
Colombia 2004
97
Distribución de las lesiones interpersonales
según actividad durante el hecho
Figura 7. Lesiones interpersonales según circunstancia del hecho
Colombia 2004
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Figura 8. Lesiones interpersonales
según actividad durante el hecho
Colombia 2004
98
Al observar la distribución de las lesiones contra las personas, producidas en diversas actividades, llama la atención que el 31% se presenten
cuando se realizan actividades no remuneradas y que el 25.4% se den
en actividades de recreación. Aunque estadísticamente no se puede
hacer ningún tipo de inferencia, es posible plantear hipótesis que, a
través de investigaciones a partir de la información forense, contrastada
con datos criminalisticos de la Policía Nacional, sea posible confirmar.
Una de ellas es que las actividades no remuneradas estén asociadas
a acciones delictivas o al rebusque, a las dos cosas al tiempo; la otra
hipótesis buscaría relacionar los malos hábitos recreacionales de los
colombianos, con la falta de oportunidades para recrearse sanamente,
por ejemplo en actividades deportivas que, dicho sea de paso, presentan
un alto porcentaje de lesionados, 7.0%. Esto último dato debe revisarse
cuidadosamente por cuanto esas lesiones pueden ser el producto de
altos niveles de agresividad acumulados y pretenden evacuarse en actividades deportivas mal encausadas. La inseguridad también puede
estar reflejándose en el número de lesiones causadas durante el trabajo
remunerado(12.7%).
Distribución de las lesiones interpersonales
según escenario del hecho
Nuevamente, al igual que en los homicidios, la mayor parte de lesionados por violencia interpersonal se presenta en las vías públicas, calles y
carreteras (54.0%). le siguen en importancia de participación la vivienda con 17.1%, el comercio y áreas de servicio con 11.7% de los casos
valorados.
Las cifras que se muestran el la figura 9 permiten colegir que, definitivamente la inseguridad y las malas relaciones de las personas, sumadas a
la forma violenta de resolver los conflictos, son indiciarios de un cierto
PATHOS social que debe observarse y enfrentarse como problema de
salud pública.
Además, el que un 17.1% de las lesiones tengan lugar en la vivienda,
puede estar indicando que la violencia en los hogares es mucho mayor que la registrada por violencia intrafamiliar. Valdría la pena explorar
comparativamente las cifras con los registros de los dictámenes, su
ubicación y circunstancias.
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Figura 9. Violencia interpersonal
según escenario de hecho
Colombia 2004
99
Distribución de las lesiones interpersonales
según zona del hecho
El 87.1% de las lesiones se produjeron en zona urbana y el 8.6% tuvo lugar en zona rural. En un 4.3% de los casos no se pudo establecer la zona.
Al comparar este dato con el de homicidios según zona (68.7% urbana
y 29.4% rural), valdría la pena preguntarnos si existe alguna correlación
entre estos dos eventos ya que juntos explican el 74% de la violencia
en Colombia. También se podrían plantear hipótesis sobre dinámicas
poblacionales como la migración campo - ciudad por efectos de la
violencia no solamente política, sino económica y social. Es un hecho
que las zonas rurales del país se están despoblando y que nuestros
campesinos no tienen más alternativa que migrar a las ciudades para
encontrar “escenarios de violencia” donde por su naturaleza terminan
convirtiéndose en las principales víctimas. En el cuadro 2 se muestran el
porcentaje y los datos correspondientes a las lesiones interpersonales
por zona.
Cuadro 2. Violencia interpersonal según zona del hecho
Colombia 2004
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Figura 10. Violencia interpersonal según zona del hecho
Colombia 2004
100
Distribución de las lesiones interpersonales
según grupos vulnerables
En la figura 10 que presentamos más adelante, se muestran los datos
desagregados de las lesiones infligidas a estos grupos vulnerables.
Como percepción de un fenómeno podríamos decir que, aunque el
número de casos puede estadísticamente no ser representativo, 1.641
en total, socialmente es preocupante que existan poblaciones o “grupos”
que son violentados, excluidos y segregados. Otro aspecto que puede
señalarse es que si son “vulnerables”, es muy probable que exista un subregistro muy alto, ya que en estas poblaciones el nivel de denuncia es
muy bajo y cuando se hace generalmente se puede por la intervención
de acciones humanitarias. Además, a estas personas no hay quienes las
representen eficazmente. También podríamos preguntarnos, ¿Quiénes
son sus agresores?
Figura11. Violencia interpersonal ejercida contra grupos vunerables
Colombia 2004
Seguramente una de las distribuciones más llamativas es ésta por
cuanto, según se muestra en la figura 11 la mayor parte de lesionados
(agresores o agredidos), se encuentran entre la población que tiene
mayor acceso a la educación. Los estudiantes de secundaria, primaria
y los profesionales en su orden, son los que más resultan afectados por
este tipo de violencia. También puede ser que esta población sea una
de las más expuestas al medio urbano que tiende a ser difícil para los
estudiantes. Pero lo de los profesionales definitivamente no se explica.
¿Son víctimas o victimarios? Esta gráfica sería de gran valor si se correlaciona con las circunstancias, los escenarios y los móviles en que se
presentan los hechos de violencia interpersonal. Entre muchas otras,
podríamos formularnos un par de preguntas: ¿Cómo, quienes y en que
medios se están educando nuestros futuros profesionales? ¿El medio
escolar o su entorno es realmente violento?
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Distribución de la violencia interpersonal
según nivel educativo
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Figura 12. Violencia interpersonal
según nivel educativo
Colombia 2004
Distribución geográfica según departamentos y municipios
de las lesiones causadas por violencia interpersonal
Para información de las autoridades políticas, administrativas y de policía en las regiones y localidades del país, se incluyen las tablas con las
tasas de violencia interpersonal en departamentos y municipios de
Colombia”.
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Cuadro 3. Tasa de
violencia interpersonal
por departamento
Colombia 2004
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Cuadro 4. Tasa de violencia interpersonal por municipio del hecho
Colombia 2004
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Cuadro 4. Tasa de violencia interpersonal por municipio del hecho
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Cuadro 4. Tasa de violencia interpersonal por municipio del hecho
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Cuadro 4. Tasa de violencia interpersonal por municipio del hecho
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Cuadro 4. Tasa de violencia interpersonal por municipio del hecho
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Cuadro 4. Tasa de violencia interpersonal por municipio del hecho
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Conclusiones
1. La edad en que las personas comienzan a ser víctimas de la violencia interpersonal en mayor número tiende a disminuir. Es decir que
los niños y adolescentes (10 a 14 años) comienzan a ser objeto de
agresiones físicas, lo cual hace pensar que los registros de la violencia
intrafamiliar están subvalorados.
2. Para comprender mejor el fenómeno de la violencia interpersonal
es preciso establecer relaciones entre las diferentes distribuciones
por cuanto el comportamiento de variables temporales (mes, día,
hora) por ejemplo, no marca tendencias definidas de un año a otro
como para inferir patrones.
3. El alto número de registros sin dato muestra inconsistencias de recolección de información tanto en el sistema forense (unidades locales)
como en el sistema judicial (Unidades de Policía Judicial). También se
colige de esta falta de información una escasa colaboración de la comunidad paa suministrar información a las autoridades lo cual se traduce
e baja denuncia de los hechos violentos y por tanto de subregistro.
4. Al igual que en los homicidios, el mayor número de lesiones contra las personas se produce en la vía pública y como producto de
vínculos comunitarios entre personas conocidas que se agreden
preferiblemente con armas contundentes (el barrio por ejemplo),
lo cual hace pensar en un bajo nivel de tolerancia frente a las diferencias y el modo violento de resolverlas.
6. Como el mayor numero de personas lesionadas alcanza un nivel
de educación básica secundaria, se podría llegar a colegir que esta
población es la más proclive a involucrarse en riñas, peleas u otros
hechos violentos, lo cual nos lleva a preguntarnos sobre el papel del
sistema educativo en la formación de ciudadanos y en sus aportes
en la resolución no violenta de los conflictos interpersonales, que
están en la base de los conflictos sociales.
Recomendaciones
1. Indagar con profundidad sobre los registros que aparecen sin dato,
lo cual sugiere campos de investigación para mejorar los sistemas
de recolección y análisis de la información judicial y forense.
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5. El que los campesinos aparezcan como el grupo vulnerable más
afectado por la violencia interpersonal y el homicidio, indica que no
solamente están siendo afectados por el conflicto armado, sino que
están surgiendo formas de violencia social que pueden aumentar
el éxodo de las zonas rurales hacia los centros urbanos.
109
2. Llamar la atención de las autoridades de policía judicial y administrativas en los niveles local, regional y nacional, acerca de la necesidad
de implementar acciones conjuntas con la población, para disminuir
toda forma de violencia, sobre la base de un mejor conocimiento a
partir de la información y la investigación.
3. Promover acciones urgentes para proteger a la población vulnerable, en particular a nuestros campesinos por su importancia en
el sector productivo interno del país. Por ejemplo, la integración
de grupos cívicos de acción campesina apoyados por autoridades
administrativas y de policía, y con el compromiso del ministerio de la
protección social para favorecer la calidad de la salud y la educación
de la población rural.
4. Con la finalidad de fortalecer las unidades de análisis a partir de las
distribuciones estadísticas, valdría la pena correlacionar las variables
de tiempo, lugar persona y circunstancia. Esto permitiría ver, por
ejemplo, del total de personas lesionadas durante los meses de mayor incidencia (agosto, septiembre y octubre) del fenómeno, cuantos
de ellos lo fueron por circunstancias sociales, de conflicto armado
o económicas; O, analizar la relación existente entre la distribución
geográfica de los hechos violentos con la zona y el presunto agresor
donde estos ocurren. Con toda seguridad, estos tipos de análisis
correlacionales puede ser mucho más útiles para la implementación de políticas publicas en salud y seguridad ciudadanas que la
presentación de distribuciones aisladas.
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