Lectio Divina Miércoles 20 de febrero 1 semana de Cuaresma- Ciclo –C Lecturas: Jonás 3,1-10; Salmo 50; Lucas 11, 29-32 PALABRA QUE DA VIDA TU SEÑAL, MI SEÑAL, NUESTRA SEÑAL 1. Hagamos las LECTURAS La gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso a decirles: «Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.» 2. MEDITEMOS la lectura a. ¿Qué dice el texto? La gente reclama una señal extraordinaria. Esa ha sido la lógica de todos los pueblos, en todos los tiempos: pedir señales extraordinarias para creerle a Dios. Jesús siente tristeza, y al mismo tiempo rabia, por esa actitud tan infantil del pueblo. Los judíos no aceptan que han estado rodeados de falsos mesías que los han incitado a las armas en nombre de Dios. Ahora reclaman una señal del cielo; pero Jesús responde con algo imprevisto e inimaginable. No habrá una señal irrebatible y poderosa por parte de Dios. El Padre de Jesús no funciona de esa manera ni entra en esa lógica. Dios no es el “Dios máquina” que interviene en la historia de los hombres imponiendo su poder aterrador. Dios no se mueve en la lógica infantil de los creyentes que necesitan señales o avisos sobrenaturales para actuar con radicalidad. La señal que recibirán no es la de un Dios “Todo-Poderoso” que se impone, sino la de un “Dios-Misericordioso” que se expone hasta la muerte en cruz. La gran señal de Dios es el Fracaso del Hijo del Hombre, su muerte, en manos de los poderosos, explotadores y detentadores de poder que se ensañaron contra la humanidad. Pero al tercer día resucitará. b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? Le piden a Jesús un signo -segno, señal- En apariencia, una señal divina para poder creer. En realidad, se busca un signo porque no se cree en Él. Se busca una señal que satisfaga las ambiciones individuales, el éxito, pero no una señal que indique -¡Dios!-. El signo deja de ser un simple medio y se lo toma por valor en sí mismo. La respuesta del Señor a los que le reclamaban un signo es fuerte, contundente :¡Generación malvada!Porque al igual que la señal de Jonás para los ninivitas es la señal del Reino de los Cielos para esta época: es elegido no ya aquel que recibe por herencia una raza, una condición social, una religión... El pueblo elegido -Mi familia, ha dicho Jesús- es aquel que humildemente escucha la Palabra y la pone en práctica, con los riesgos del salto sin red que implica el creer. La virulencia de Sus palabras debería llevarnos en esta Cuaresma al desierto de la reflexión... ¿Si tenemos los sacramentos -signos sensibles y eficaces de la Gracia de Dios-, tenemos la oración y la vida de la Iglesia, necesitamos algún signo más? Porque hay una cierta idolatría en nuestros corazones que a veces buscan signos para obtener lo que queremos. Y hay que tener mucho cuidado porque esa idolatría hasta puede ser eclesiástica también. Porque la fé y la conversión a la que Jesús, nuestro hermano y Señor nos invita, tiene por signos los frutos del Reino de Dios: la humildad, la pobreza y la sencillez. 3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón Dios ama a los paganos. Dios ama a los pecadores. Dios ama a todos los hombres. A Dios no le agrada castigar. Todo el relato tiene por objeto llegar a esta conclusión: los Ninivitas van a poder "vivir"; su conversión les lleva a ser más felices, a vivir en plenitud. El mal comporta su propio castigo. El esfuerzo para hacer el bien, comporta también su recompensa. Señor, cambia mi corazón. 4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios? Danos, Señor, un corazón sensible, abierto, respetuoso, comprensivo, solícito por el bien propio, por el bien de los demás y por la gloria de Dios; golpea a las conciencias para que no fomenten o aprueben guerras, discordias, atropellos, deshonra de los demás; y haz que todos recuperemos nuestra dignidad de hijos y colaboremos mutuamente a la felicidad. Amén. 5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? Motivación: Hoy no tenemos más signo que el de Jonás, hoy no tenemos más remedio que cambiar si queremos que el Señor habite en nuestra sociedad. PIDIENDO SEÑALES ¿Tú también le pides señales a Dios? ¿Tú también eres de los que quiere tener todo bajo control, y no le deja ni un pequeño hueco al Espíritu, para que actúe? Si no quieres que Jesús pase a la otra orilla, fíate de Él. Reza un poquito, y pídele fuerzas para hacer aquello que descubras que tienes que hacer. Y si no sabes cómo hacerlo, lee este relato: Aquella tarde, la comunidad monástica hacía, en su oratorio, una plegaria de intercesión. Una tras otra, se escuchaban las oraciones de los monjes: "Señor, te pido", "Señor, te pido", "Señor, te pido". También el Abad hacía su plegaria: "Señor, te pido...". Por fin, todos callaron largamente. Hasta que de nuevo se dejó oír la voz del Abad: "Ahora, Señor, dinos en qué podemos ayudarte; te escuchamos en silencio". Al cabo de un rato concluyó: "Gracias, Padre, porque quieres contar con nosotros". Y todos los monjes respondieron al unísono: "Amén". (Porque habían comprendido que la oración, como el amor, tiene dos tiempos: dar y recibir, y que si falta uno de ellos, se muere).