Diario Diario Civil Nro 59 – 01.02.2016 Los efectos de la compensación legal en el Código Civil y Comercial Su procedencia en créditos ilíquidos Por Federico S. Carestia El artículo 924 del Código Civil y Comercial dispone que, “una vez opuesta, la compensación legal produce sus efectos a partir del momento en que ambas deudas recíprocas coexisten en condiciones de ser compensadas, aunque el crédito no sea líquido o sea impugnado por el deudor”. En primer lugar, cabe destacar que una vez que se cumplen los requisitos de la compensación legal (establecidos en el artículo 923 del Código Civil y Comercial), los efectos operan de pleno derecho, de modo automático, sin la necesidad de que intervenga un órgano jurisdiccional. Esto no significa que la compensación no deba ser “opuesta” –como indica la normativa- por la parte interesada. El carácter de pleno derecho no importa prescindir del factor voluntario, por lo que se descarta la aplicación mecánica cuando ninguna parte la alegue. Esta disposición está en armonía con la posibilidad que tienen las partes de renunciar a la compensación. En tanto no es materia de orden público, los jueces no pueden declararla de oficio. Por lo tanto, si bien los efectos son instantáneos desde que las deudas comienzan a coexistir en condiciones de ser compensadas, se mantienen latentes hasta la invocación de parte interesada1. En caso de que las deudas sean idénticas, ambas se extinguen totalmente con fuerza de pago. En cambio, si hubiese alguna diferencia, se extinguirán con fuerza de pago hasta el alcance de la menor. La extinción de la obligación principal conlleva necesariamente la extinción de sus accesorios (artículos 857 y 1889 del Código Civil y Comercial). La novedad en esta materia, planteando una clara divergencia con la redacción del Código Civil de Vélez Sarsfield (que había seguido al código francés en este aspecto), es que no se postula a la liquidez como un requisito para que opere la compensación legal. Por supuesto que, para analizar esta mutación, resulta importante aclarar que la propia definición de liquidez se encuentra controvertida. Por un lado, Vélez Sarsfield -citando a Pothier en la nota al artículo 819 del CCiv - entendía que los créditos son líquidos cuando su existencia es cierta y su cantidad está determinada. Otros autores, en cambio, consideran que el concepto de liquidez engloba sólo la necesidad de que esté definida su cuantía. En este sentido, se señala que las nociones de certidumbre y liquidez deben disociarse. Ello, en tanto la certidumbre no es un atributo del objeto de la obligación; simplemente hace a la prueba de su existencia. En consecuencia, un crédito será cierto cuando su existencia esté demostrada o su título no fuera controvertido. La liquidez, en cambio, sí es un atributo del objeto ya que guarda relación con la identidad e integridad del pago. Por lo tanto, carecen de liquidez la obligación de indemnizar los daños y perjuicios derivados de un incumplimiento contractual o de un hecho ilícito, los honorarios pendientes de regulación judicial, etcétera. En este escenario, un crédito puede ser cierto e ilíquido, o líquido pero incierto, en tanto haya defensas que postulen su desestimación.2 En la propuesta de diferenciar la certidumbre de la liquidez, entonces, cabe señalar que la primera no es un requisito de la compensación legal en la nueva redacción (el artículo 924 dispone que procede la compensación aún cuando haya sido impugnado el crédito por el deudor) ni tampoco lo era en el Código de Vélez Sarsfield (el artículo 831 establecía que no es preciso que el crédito se 1 LLAMBÍAS, JORGE J., Tratado de Derecho Civil. Obligaciones –actualizada por Patricio José Raffo Benegas-, Buenos Aires, Editorial Abeledo Perrot, 2012, Tomo III, p. 174/175. 2 PIZARRO, RAMON DANIEL – VALLESPINOS, CARLOS GUSTAVO, Instituciones de derecho privado. Obligaciones, Buenos Aires, Editorial Hammurabi, 2007, Tomo 3, p. 542. tenga por reconocido). En suma, no es necesario que el crédito al cual se refiere la compensación sea reconocido por la contraparte. Esta solución es lógica ya que, de lo contrario, bastaría con una oposición infundada o maliciosa para impedirla. Sin embargo, vale la pena reiterarlo, la liquidez sí era un requisito exigido por el Código Civil; aún cuando la doctrina ya sostenía que una deuda fácil y prontamente liquidable a través de una simple operación aritmética, pericia o revisión de libros debía considerarse una deuda líquida. La redacción del Código Civil y Comercial, siguiendo códigos más modernos como el suizo, el alemán y el portugués, suprime la exigencia de la liquidez. Colmo explicaba hace tiempo que “por ilíquida que sea una deuda no deja por eso de ser una deuda y si la compensación opera de pleno derecho, aún en la ignorancia de los interesados, ¿por qué no admitirla aunque no haya liquidez, si ésta puede reducirse a un asunto secundario de pericia o de contabilidad? De otra suerte se puede llegar a situaciones abusivas”3. En contra de esta posición, autores como Borda defendían el requisito de la liquidez arguyendo que si bien la compensación es un medio práctico de extinción, no deja de tener carácter excepcional (ya que las obligaciones deben extinguirse normalmente con su cumplimiento). Si cualquier crédito, aún eventual, dudoso o incierto, pudiera dar lugar a la defensa de compensación, probablemente se convertiría en un recurso de los malos pagadores para lograr la dilación de sus deudas. Por eso, remarcaba el referido autor, legislaciones posteriores a la alemana, como la italiana, mexicana, brasilera, peruana, paraguaya, uruguaya y española han insistido con este requisito 4. Ahora bien, la existencia de un crédito ilíquido (como el procedente de una indemnización por daños y perjuicios por un hecho ilícito), si bien no daba lugar a la compensación legal, era pasible de ser compensado judicialmente. Esto significa, que el demandado podía oponer como defensa en un pleito un crédito ilíquido a su favor. En definitiva, en el Código Civil las obligaciones líquidas sólo daban lugar a la compensación legal (como requisito sustancial) mientras que las ilíquidas podían ser compensadas judicialmente (desde que fueran admitidas y liquidadas por el juez interviniente). La eliminación del requisito de liquidez, entonces, torna difusas en alguna medida las diferencias existentes entre la compensación legal y la judicial. No obstante, resuelve la problemática referida al momento en que surten los efectos. Es que una vez determinada su cuantía, los efectos serán retroactivos al momento en que ambas deudas comenzaron a coexistir habiéndose cumplido los requisitos establecidos por la normativa. Por lo tanto, los créditos aún ilíquidos serán pasibles de ser compensados. La función de garantía de la compensación estará presente tanto en las deudas líquidas como ilíquidas. Ello es así, ya que si bien es cierto que la liquidez puede ser un requisito para pagar, definitivamente no lo es para compensar. 3 TRIGO REPRESAS, FELIX A. – COMPAGNUCCI DEL CASO, RUBEN H., Código Civil Comentado. Obligaciones, Santa Fe, Editorial Rubinzal Culzoni, 2005, Tomo II, p. 446. 4 BORDA, GUILLERMO A., Tratado de derecho civil. Obligaciones, Buenos Aires, Editorial La Ley, 2008, Tomo I, ps. 648/649.