GRANDES SIMIOS, PERSONAS Y ANIMALES. RESPUESTA A LOS CRITICOS Paula Casal y Peter Singer* paula.casal@cwcom.net RESUMEN Este trabajo es una réplica a nueve filósofos españoles que respondieron a nuestro ensayo «El Proyecto Gran Simio y el concepto de persona» (Laguna 7, 2000). Explicamos por qué El Proyecto Gran Simio no es antropocéntrico ni especista. Aceptamos que para mostrar por qué debería ser ilegal matarlos, torturarlos o encarcelarlos arbitrariamente, no es necesario argumentar que los grandes simios son «personas», que poseen «derechos» o que pueden «usar» un lenguaje humano. También explicamos por qué, no obstante, los términos «persona, «derechos» y «uso» del lenguaje han sido empleados justificadamente en este contexto. PALABRAS CLAVE: grandes simios, personas, derechos, lenguaje. This paper is a reply to nine Spanish philosophers who wrote in response to our essay «The Great Ape Project and the concept of person» (Laguna 7, 2000). It explains why The Great Ape Project is not anthropocentric or speciesist. We grant that it is not necessary to argue that the great apes are «persons», posses «rights» or can «use» a human language in order to show why it should be illegal to kill them, torture them or arbitrarily imprison them. We also explain, however, why the terms «person», «rights» and «use» of language have been justifiably employed in this context. KEY WORDS: great apes, persons, rights, language. Nueve filósofos españoles han respondido a nuestro artículo «El Proyecto Gran Simio y el concepto de persona» publicado en el número 7 de la revista Laguna. Ninguno de ellos se ha mostrado hostil al proyecto de proteger a los grandes simios de la muerte, la tortura y el encarcelamiento injustificado; pero algunos cuestionan, desde el punto de vista filosófico, algunos aspectos de nuestra defensa del Proyecto. A Alicia Puleo le preocupa el posible sesgo antropocéntrico o incluso androcéntrico del Proyecto, aunque apoya tanto sus metas como la forma en que hemos intentado defenderlo, en términos de derechos, principios generales y argumentos racionales. Este tipo de defensa le parece preferible a una defensa que se limite a apelar a las emociones o la ética del cuidado. Estas apelaciones pueden apoyar la defensa del REVISTA LAGUNA, 8; enero 2001, pp. 173-186 11.pmd 173 26/02/2013, 9:28 GRANDES SIMIOS, PERSONAS Y ANIMALES 173 ABSTRACT PAULA CASAL Y PETER SINGER 174 Proyecto, pero no sustituirla. Carmen Velayos expresa dudas acerca de la definición de persona que debe elegirse, pero también apoya el proyecto, en sus fines y sus medios, y se muestra asimismo favorable a la posibilidad de combinar los argumentos racionales con una apelación a la simpatía o la compasión. Un artículo colectivo firmado por Samuel Doble, José Rafael Herrera, Manuel Liz, Aspren Morales, y David Viejo apoya también los fines, pero considera que afirmar que los grandes simios son personas es una complicación innecesaria, que crea más problemas filosóficos de los que resuelve. Es un criterio que a la vez se queda corto y va demasiado lejos: crea en nosotros el deber de intentar defender a las personas simias de otras personas simias, pero no nos permite defender a los nopersonas de las personas. Estos autores recomiendan que dejemos de hablar de personas y derechos y basemos el proyecto en obligaciones que percibimos como tales y transmitimos a otros: en obligaciones cuya fuente no está en los simios sino en nosotros, nuestros sentimientos, nuestras tradiciones culturales y nuestra educación. A Maria José Guerra le preocupa asimismo el posible antropocentrismo del Proyecto, pero lo apoya y aprueba que se defienda en términos de derechos. Antoni Gomila también apoya el Proyecto pero piensa que debería explorar nuevas concepciones del conjunto de condiciones necesarias y suficientes para que un individuo pueda ser considerado persona. Como no es posible comentar con detalle todos estos artículos, nos centraremos en tres cuestiones recurrentes: 1. ¿Es el Proyecto especista y antropocéntrico? 2. ¿Debe el Proyecto apelar al respeto a los derechos? 3. ¿Es necesario poder clasificar a los grandes simios como personas bajo algún criterio de aplicación de este termino? Las respuestas cortas a estas peguntas son, respectivamente: «No», «Si» y «No, pero hay razones para hacerlo». Las respuestas largas se explican a continuación. 1. ¿ES EL PROYECTO ESPECISTA Y ANTROPOCÉNTRICO? Al oír hablar por primera vez del Proyecto, las personas preocupadas por el bienestar de los animales a menudo se preguntan: ¿y los demás animales, qué? ¿No habíamos quedado en que la clasificación de individuos en especies ni es tan clara como se nos había dicho desde el punto de vista biológico, ni es una característica moral relevante? ¿Cómo podemos entonces justificar una campaña en defensa de sólo cinco especies? ¿No estaremos acaso discriminando injustamente a favor de los más inteligentes o los más humanos? * En el anterior número de la revista, por error, el orden de estos dos autores aparecía invertido en su artículo. El orden correcto es el que aparece ahora: Paula Casal y Peter Singer. Por lo demás, Laguna agradece la fructífera colaboración de estos autores en nuestra revista. 11.pmd 174 26/02/2013, 9:28 Un célebre fragmento de Jeremy Bentham, que se cita en numerosos libros y artículos en defensa de los derechos de los animales, termina con la frase: «…No debemos preguntarnos: ¿pueden razonar?, ni tampoco ¿pueden hablar?, sino: ¿pueden sufrir?»1. Esta idea es la idea que se defiende también en Liberación Animal, donde se emplea esta misma cita. El Proyecto sin embargo, parece abrazar el intelectualismo característico del especismo antropocéntrico. Todas estas preguntas están íntimamente relacionadas, pero conviene responder a cada una por separado. DE LA PERTENENCIA A DISTINTAS ESPECIES Es cierto que existe cierta confusión entre los biólogos a cerca de cuáles son las condiciones necesarias y suficientes (semejanza genética, capacidad de cruzarse y reproducirse, etc.) a la hora de decidir si un grupo de individuos pertenece o no a cierta especie o constituye una especie aparte. Los mismos bonobos, por ejemplo, fueron considerados durante mucho tiempo como una especie de chimpancé, aunque no tienen ni los mismos genes, ni el mismo aspecto, ni el mismo comportamiento que los chimpancés, ni se cruzan con ellos. Por otro lado, cuando los biólogos encuentran diferencias genéticas entre grupos de animales tan pequeñas como las que existen entre los humanos y los bonobos, con frecuencia las consideran insuficientes como para justificar una clasificación en especies separadas. No obstante, ahora que las cinco especies de gran simio son mejor conocidas, la especie ha resultado ser un indicador fiable de una serie de características que sí son moralmente relevantes, aunque la especie en sí no lo sea. Pero esto no convierte el Proyecto en especista. Seríamos especistas si, en caso de tener que elegir entre rescatar a un chimpancé con las características de un mandril medio, o a un mandril especialmente destacado, siguiésemos eligiendo al chimpancé. El Proyecto no es especista porque no defiende a unos individuos en base a su pertenencia a una especie, sino en base a la posesión de ciertas características. Conociendo la especie, podemos predecir con bastante fiabilidad la presencia de ciertas características, pero son las características individuales, no la especie, las que tienen relevancia moral. 1.2. ¿QUÉ CARACTERÍSTICAS SON MORALMENTE RELEVANTES? Las características que el Proyecto considera relevantes no son exclusivamente características intelectuales, ni han sido elegidas como relevantes por el hecho de que los humanos las posean en un grado muy alto. La relación entre las características de un gran simio y nuestras obligaciones morales no es arbitraria. La capacidad de un chimpancé o un gorila de recordar a un amigo o un familiar, es una 1 J. Bentham, Introduction to the Principles and Morals of Legislation, cap. 17, en Peter Singer, Liberación Animal, Trotta, Madrid, 1999, p. 43. 11.pmd 175 26/02/2013, 9:28 GRANDES SIMIOS, PERSONAS Y ANIMALES 175 1.1. LA RELEVANCIA PAULA CASAL Y PETER SINGER 176 capacidad intelectual, pero también es una condición necesaria para ciertas capacidades emocionales, como la de echar de menos a un amigo al que uno no ha visto en muchos anos. A su vez, esta capacidad hace que sea moralmente mas grave separar de forma permanente o prolongada a un gran simio de sus amigos y familiares. Si los grandes simios, en lugar de continuar hablando de sus seres queridos durante décadas y de emocionarse al oír su nombre o ver su fotografía, se olvidasen al día siguiente (como ocurre en otras especies animales), separarles de sus familiares y amigos no tendría la misma gravedad. Así pues, no hay nada intelectualista, antropocéntrico o androcéntrico en relacionar nuestras obligaciones morales con ciertas características intelectuales como la memoria, que son relevantes a la hora de discutir que tipo de trato debe darse a un individuo desde el punto de vista moral. Tener ciertas capacidades mentales es necesario para poder padecer ciertas formas de sufrimiento y dolor. Incluso si las amebas, las almejas o las gambas pudiesen sentir algo remotamente parecido lo que entendemos por dolor físico cuando se asfixian, no pueden tener otras formas de dolor. No tienen miedo, no piensan con terror en lo que les espera en el laboratorio al día siguiente o al mes siguiente, no se despiertan con pesadillas, no se abrazan para soportar la perdida de un ser querido, y no se mueren de aburrimiento y depresión cuando carecen de estímulos intelectuales y no tienen con quien formar una relación afectiva. Hablar de capacidades mentales no convierte a uno en intelectualista: No supone afirmar que las capacidades intelectuales son lo único importante, ni lo más importante. Las capacidades pueden tener una importancia derivada, en cuanto que hacen posible ciertos tipos de angustia y dolor. Esto hace la discusión de las capacidades de los grandes simios perfectamente compatible con la cita de Bentham: lo que tiene importancia última es que sufran, no que piensen. Ahora bien, el echo de que piensen, explica que, en ciertas circunstancias, también sufran. Quizás la forma más directa de explicar esta idea sería una fotografía de un chimpancé encerrado en completa soledad en una pequeña jaula durante cincuenta años, y una nota debajo que parafraseando a Descartes diga: «pienso, luego sufro». O «pienso y por eso sufro más al estar encerrado aquí». Esto explica también por qué no es antropocéntrico prestar especial atención a los individuos que pueden recordar, tener amigos o temer al futuro, (características que los humanos tienen en alto grado) y no a aquellos que alcanzan gran velocidad, aguantan mucho bajo el agua o tienen un olfato excelente (características que los humanos tienen en bajo grado). La razón por las que damos importancia al primer grupo de características no es que los que las poseen en mayor grado son humanos o cercanos a los humanos, sino que los que las poseen en mayor grado son los más vulnerables a ciertas formas de privación y sufrimiento2. 2 En «Las razones de las Personas Primates», Laguna VII, 2000, Antoni Gomila parece rechazar la idea de relacionar las capacidades simias y nuestra obligación de no hacerles sufrir, con la forma en que tales capacidades intensifican su «susceptibilidad a sentir dolor», pero no ofrece razones para ello, ni deja clara su posición al respecto. Dice preferir basar su argumento en las capacida- 11.pmd 176 26/02/2013, 9:28 Hecha esta aclaración, hay que añadir que ésta no es la única razón que hace permisible y compatible con Liberación animal hablar de capacidades mentales. Liberación animal denuncia la forma en que hacemos sufrir a los animales encarcelándolos y torturándolos (derechos 2 y 3 del Proyecto) en laboratorios y granjas factoría. Pero no discute la cuestión de si es o no permisible quitarles la vida (derecho 1). Y esta es otra cuestión en la que puede ser perfectamente legítimo apelar a las capacidades de un individuo. Dado que perder la vida es más o menos malo dependiendo de que es lo que perdemos, es razonable pensar que es más lamentable perder una vida larga y rica en proyectos y relaciones como la vida de un chimpancé, que perder una vida de almeja o de lombriz3. Las personas que trabajan en el Proyecto son en gran parte veteranos animalistas. Las razones por las que han decidido especializarse en el mismo son distintas. Algunos piensan que hay que elegir objetivos factibles y que mientras que es posible que logremos proteger a todos los grandes simios, lamentablemente a corto plazo no va a ser posible poner fin a todas las formas de explotación animal. Para otros es una cuestión de eficacia en el manejo de la información o simplemente una forma de división social del trabajo moral. Los problemas de los simios son parecidos, los argumentos son parecidos y es más fácil para los voluntarios, para los abogados y para todos los implicados, concentrar las energías y especializarse en un tema concreto, llegar a conocerlo bien y luchar por él a fondo. Pero también hay muchas personas que se sienten especialmente motivadas para trabajar en el Proyecto después de haber leído a cerca del comportamiento de los grandes simios, de conocer el trato al que están sometidos y de imaginar el sufrimiento que ello tiene que causarles dadas sus capacidades mentales y emocionales. El Proyecto no exige que una de estas motivaciones domine a las demás. Al contrario, es mejor que haya más de un motivo de apoyo. Si apenas tuviésemos esperanzas de poder proteger a los grandes simios, y sin embargo fuese fácil lograr grandes victorias en la defensa del resto del mundo animal, nos enfrentaríamos a una seria duda moral, al tener que elegir dónde invertir nuestras energías. Pero la situación real es la contraria. Por otro lado, uno podría también sentirse incomodo decidiendo salvar a un grupo de individuos (los niños blancos o guapos, en lugar de a los negros o los feos), solo porque es más fácil salvarlos, si no hubiese ninguna diferencia moralmente relevante entre estos y los demás individuos a los que es más difícil salvar. Pero este tampoco es nuestro caso. En nuestro caso, elegir objetivos factibles no nos plantea des mentales de los simios, pero no explica qué relación no arbitraria existe entre el hecho de que los simios tengan ciertas capacidades mentales y las fuertes obligaciones morales que piensa que ello genera en nosotros. 3 Véase la introducción de Paula Casal a Liberación Animal. 11.pmd 177 26/02/2013, 9:28 GRANDES SIMIOS, PERSONAS Y ANIMALES 177 1.3. EL PROYECTO Y LA DEFENSA DE LAS DEMÁS ESPECIES un difícil dilema moral, pues tenemos razones de ambos tipos: razones prácticas, de eficacia (el Proyecto tienen mas probabilidades de éxito que la Liberación Animal general), y razones de fondo (las características de los grandes simios y su sufrimiento justifican dar al Proyecto una especial urgencia moral). En cualquier caso el proyecto no se opone en ninguna forma a la defensa de las demás especies, ni dificulta el proyecto animalista, del mismo modo que la defensa de la mujer no dificulta ninguna otra lucha emancipatoria. La mayoría considera la victoria del Proyecto como un paso intermedio que facilitara un cambio de actitud en la sociedad respecto a las demás especies en general, y esta es la forma en que queremos que sea entendido. PAULA CASAL Y PETER SINGER 178 2. ¿DEBE EL PROYECTO APELAR AL RESPETO A LOS DERECHOS? El último punto permite contestar a esta pregunta con mas rapidez y claridad, porque la respuesta es estructuralmente parecida. Si hablar de derechos fuese eficaz pero no justificado, ello podría plantear serias dudas morales. Por ejemplo, si uno no cree que los embriones puedan tener derechos, quizás no debería emplear ese término solamente porque piensa que va a resultar retórica o políticamente más eficaz o a atraer la atención de los medios de comunicación. Por otro lado, quizás uno no deba hablar de derechos, si hablar de ellos estuviese filosóficamente justificado, pero fuese estratégica o políticamente suicida. En el caso del Proyecto, tales dudas no se plantean porque el uso está filosóficamente justificado en el caso de los grandes simios, y además, está resultando ser política y legalmente eficaz. Defender el proyecto en términos del derechos, principios generales y argumentos racionales es compatible con la simpatía, la compasión, la implicación personal con las historias individuales4 y con apelaciones a la ética del cuidado o a nuestras obligaciones frente a seres que sufren, sean o no los portadores de derechos. Pero una cosa es apoyar, reforzar o complementar una defensa y otra sustituirla. La ética del cuidado, la responsabilidad y la simpatía suele asociarse con las mujeres. En este caso, no obstante, la opinión de las tres mujeres que han respondido a nuestro artículo es que lo primero puede ser buena idea, lo segundo no. Y muchas veces son las mujeres, de las que se ha dudado que puedan pensar en términos de derechos y principios universales, las que más firmemente los defienden porque también entienden de forma más vívida lo que significa la desigualdad. Quienes tienen presente la historia de la emancipación de la mujer —percibida también, como señala Maria José Guerra, como una criatura a mitad de camino entre la naturaleza y la auténtica, la masculina, humanidad— ven mas rápidamente el significado del Proyecto. A estas personas no se les ocurriría sugerir que sería 4 Como recomienda Carmen Velayos en «El Proyecto Gran Simio y el concepto de persona: una cuestión de humanidad», Laguna VII, 2000, p. 361 11.pmd 178 26/02/2013, 9:28 5 Samuel Doble et a. «El concepto de persona en el Proyecto Gran Simio», Laguna VII, 2000, p. 371. 6 Alicia Puleo, hace un comentario contra K. Warren en esta dirección en la p. 335 de su artículo «Derechos versus contextualismo», Laguna VII, 2000. 7 «En nuestro país» escribe Maria José Guerra, «las elaboraciones culturales justifican numerosos actos de crueldad con los animales», «Derechos animales y Justicia Interespecífica», Laguna VII, 2000, p. 379. 11.pmd 179 26/02/2013, 9:28 GRANDES SIMIOS, PERSONAS Y ANIMALES 179 mejor no hablar de los derechos de la mujer, o de los homosexuales o de cualquier otro colectivo, porque crea problemas filosóficos o porque, si además queremos defender también a los recién nacidos o a las ballenas, vamos a tener que emplear otra estrategia. Si hace falta otra estrategia para defender a otros grupos, emplearemos otra estrategia para defender a esos otros grupos. De hecho, hoy en día, a nadie se le ocurriría sugerir —como se hizo en el pasado— que tenemos obligaciones de no tratar a las mujeres en ciertas formas, porque no hay que hacerles sufrir, pero no porque tengan derechos. En el mundo occidental, casi nadie dice ya que se trata de obligaciones cuya fuente está en los varones, en «su historia natural, cultural y biográfica», en el hecho de que «reconozcan ciertas obligaciones como obligaciones», porque tienen cierta educación, ciertas tradiciones culturales y porque tener y transmitir esas obligaciones se corresponde con su idea del mundo en el que quieren vivir5. ¿Y si el mundo en el que quieren vivir estos varones es el del Talibán?6 ¿Y si la tradición cultural en cuestión es la de los toros?7 ¿Y si lo que sentimos como obligación no lo es y las auténticas obligaciones nos pasan desapercibidas? Además de peligroso, es insatisfactorio tener que resignarse a que todo el énfasis esté en que el fuerte reconozca su obligación de no abusar. Un hombre debe respetar a su mujer porque su mujer tiene derechos, no simplemente porque el hombre deba ser fiel a su idea de lo que significa «ser un caballero», o porque deba sentir simpatía o compasión hacia ella. La igualdad de la mujer no depende de que al hombre le dé o no le dé pena o de que dada su educación, le guste o le disguste la idea de la igualdad. Si podemos decir que los grandes simios tienen derecho a que no les torturen, ¿por qué insistir en presentar las cosas de forma en que todo dependa de que «reconozcamos» nuestra obligación de no torturarlos y la «transmitamos» con éxito a los demás? Los autores del artículo colectivo dan varias razones. Una de ellas es la de que para defender a otros animales vamos a tener que usar otra estrategia. Y la respuesta es simple: pues eso haremos. Cada campaña hay que librarla con los medios mas apropiados a la misma y más adecuados para ganarla. Otra es la cuestión de si habría que intentar impedir que un grupo de simios masacrara, torturara o dejase preso a otro grupo de simios. Y la respuesta es la misma que la que daríamos en el caso de otras violaciones de derechos humanos: en principio sí, si es que ello pudiese hacerse a un coste razonable y con altas probabilidades de éxito y sin temor a que nuestra presencia sea contraproducente. En la práctica, probablemente estas condiciones no se van a dar a menudo. Pero no hay porque descartar en principio la posibilidad de impedir una guerra de chimpancés, por ejemplo, mediante una valla que delimite dos territorios. La tercera razón se refiere a las dificultades que los realistas morales pueden encontrar al priorizar derechos. Pero esto no es algo que afecte ni directa, ni particularmente al Proyecto, aunque pueda afectar a los que hablen de derechos y sean realistas morales. En lo que atañe al Proyecto, ni la palabra «obligación» ni la palabra «derecho» van a facilitar, ni a dificultar, las decisiones a cerca de qué simio hay que rescatar primero. Estas son las cuestiones que tenemos que resolver cada día en el Proyecto Gran Simio, cuyo objetivo no es facilitar ciertas cuestiones a los realistas morales, sino defender a los chimpancés, los bonobos, los orangutanes y los gorilas encarcelados. La última razón, que supone que los derechos son más fáciles de ignorar que las obligaciones, se basa en una idea muy especulativa que afectaría a todos aquellos que defiende los derechos humanos y no quieren limitarse a hablar sólo de obligaciones humanas. Se trata de un supuesto empírico sobre el que no tenemos muchos datos. No obstante, si el Proyecto consigue que cada vez más países den reconocimiento legal a estos tres derechos, y así conseguimos proteger a los simios, este supuesto especulativo habrá quedado refutado, no en general, pero sí en cuanto al objetivo de defender a los grandes simios, que es el que aquí nos ocupa. PAULA CASAL Y PETER SINGER 180 3. ¿ES NECESARIO PODER CLASIFICAR A LOS GRANDES SIMIOS COMO PERSONAS BAJO ALGÚN CRITERIO DE APLICACIÓN DE ESTE TÉRMINO? La respuesta más corta a esta pregunta es «no». El Proyecto podría defenderse perfectamente sin mencionar la palabra «persona». En cierto modo, hablar de personas parece complicar innecesariamente las cosas, entre otras razones, porque hay desacuerdos respecto a cuáles deben ser las condiciones necesarias y suficientes de la aplicación de este término y qué tipo de comportamientos confirman la posesión de tal o cual rasgo. Incluso si queremos seguir hablando de derechos y no de obligaciones, no necesitamos hablar de personas, ni emplear ninguna definición concreta de este término. En esta respuesta, por ejemplo, el término «persona» apenas se ha utilizado, pero sí hemos hablado de los tres derechos que el Proyecto defiende8. Esto no tiene nada de sorprendente. En el movimiento de defensa de los animales, hace mucho tiempo que se habla de los derechos del animal, mientras que la idea de que algunos animales pueden ser considerados personas, es algo mucho más nuevo. En resumen, estamos de acuerdo con los autores del artículo colectivo en que no es necesario emplear el término «persona». Sin embargo, hay varias razones 8 No sabemos por qué Antoni Gomila dice que ningún individuo, aunque sea humano, puede tener derechos si no es una persona, pues no nos explica por qué piensa esto, op. cit., p. 382. 11.pmd 180 26/02/2013, 9:28 9 Cf. J. Fletcher, «Indicators of Humanhood», Hastings Center Report 2.5, 1972 y P. Singer, Animals and the Value of Life» in T. Regan (ed.) Matters of Life and Death, Nueva York, MacGraw Hill, 1993, p. 295. 11.pmd 181 26/02/2013, 9:28 GRANDES SIMIOS, PERSONAS Y ANIMALES 181 para hacerlo. Una es práctica. Hablar de personas es una forma muy económica de referirnos a individuos que poseen una serie de características moralmente relevantes sin tener que repetir esa lista cada vez. Es además una forma eficaz de motivar la imaginación moral y de hacer que los no filósofos entiendan el Proyecto. También es ventajoso poder argumentar que el grado en el que los grandes simios satisfacen las condiciones necesarias y suficientes para ser clasificados como personas, basta para clasificarlos como tales, o al menos, para erosionar la idea de que existe una separación tajante entre las personas y las no personas, y que mientras que las personas tienen muchísimos derechos, las no-personas no tienen ninguno. Si el Proyecto estuviese dirigido exclusivamente a filósofos profesionales y a pensadores no antropocéntricos, como los que han respondido a nuestro artículo, probablemente podría ser explicado sin referencia al término «persona», al menos en un primer momento. Pero aquellos que quieren mantener una serie de derechos y privilegios lejos del alcance de los miembros de otras especies, tienden a responder al Proyecto, insistiendo en que los grandes simios no son humanos o no son personas. La primera objeción es puro especismo, y es una cuestión que ya se ha discutido extensamente desde que el término de Richard Ryder apareció en el primer capítulo de Liberación Animal. La segunda objeción puede ser refutada revisando las distintas definiciones del término persona y mostrando que las características de los grandes simios, nos permiten clasificarlos como personas, tanto si empleamos una de las definiciones clásicas, incluyendo la de Locke (que es la empleada en Practical Ethics, antes de que naciese el Proyecto), como si empleamos definiciones más modernas, como si tomamos, pongamos por caso, la detallada lista de «indicadores de humanidad» del teólogo Joseph Fletcher9. Si la idea de que los grandes simios son personas es entendida como argumento positivo, basta utilizar una sola definición que se adecue a la defensa de los tres derechos. Pero si se trata de una refutación de una objeción, cuantas más definiciones de persona satisfagan, mejor que mejor, incluso si la relación de estas definiciones y los tres derechos no nos parece nada clara. Un argumento y una refutación de una objeción tienen papeles argumentales diferentes. Imaginemos el caso de un ecologista que da una conferencia explicando al público que dado que la crisis medioambiental del planeta está poniendo en peligro la vida de millones de personas, tenemos la obligación de hacernos vegetarianos, reciclar todo lo que podamos, y minimizar el uso del coche y el avión. En estos casos, siempre hay alguien en el público que emplea lo que en inglés se llama un «appeal to costs» y explica lo costoso que le resultaría comportarse de forma ecológicamente responsable a alguien al que le guste comer carne, usar papel muy blanco y transportarse con velocidad. El conferenciante puede responder que tener que liberar a los esclavos también le costó mucho a los esclavistas. Esta es una buena PAULA CASAL Y PETER SINGER 182 respuesta a la objeción de que «ser ecológicamente responsable es demasiado costoso». Sin embargo no es un buen argumento para establecer su tesis de que hay que hacerse vegetariano, correr menos o reciclar el papel. Para establecer eso están los argumentos relativos a los altos costos energéticos y medioambientales de la producción cárnica, a los efectos de la contaminación o al problema de la deforestación. Si estos argumentos ecologistas son sólidos, que algo sea costoso no nos exime de nuestras obligaciones de reciclar, evitar la carne, y emplear menos combustibles. Pero, claro está, el que sea costoso tampoco implica que debamos de hacerlo. En otras palabras, la referencia a la esclavitud es una buena refutación de la objeción anti-ecologista, pero no dice nada como argumento positivo en favor del ecologismo, pues no todo lo que nos resulta costoso es también bueno para el medio ambiente. La idea de que los grandes simios también son personas puede emplearse de ambas formas, como argumento positivo («como los grandes simios son personas, tienen estos tres derechos», entendiendo que ser persona no es una condición necesaria sino suficiente para tener estos derechos mínimos) y como refutación a una frecuente objeción («los grandes simios tienen estos tres derechos, y no se les pueden negar alegando que no son personas, entre otras cosas, porque lo son», entendiendo que incluso si ser persona fuese una condición necesaria, ello no los descalificaría como poseedores de estos derechos)10. Cuando la idea de las personas simias se emplea como argumento positivo para defender los tres derechos, lo lógico es elegir características íntimamente relacionadas con esos derechos. La definición de Locke, empleada en Practical Ethics, es especialmente adecuada a la defensa del derecho a la vida. Un ser que puede verse a sí mismo como una entidad que existe a través del tiempo, tiene más que perder cuando una muerte súbita frustra sus proyectos y expectativas. Como ya señalamos al principio, la memoria y el miedo al futuro intensifican el sufrimiento causado por la tortura, y muchas otras características relacionadas con la curiosidad, la capacidad comunicativa, la amistad y la interacción social, hacen especialmente traumático el aislamiento y la cárcel. Cuando la idea de las personas simias se emplea como refutación de una objeción al Proyecto, cuantas más definiciones establecidas del concepto de persona puedan satisfacerse, mejor será. Incluso si los grandes simios sólo pudiesen satisfacer parcialmente algunas de las definiciones, ello todavía tendría gran importancia ar- 10 En el primer caso argumentaríamos que p entonces q, afirmaríamos p, y concluiríamos q diciendo: p q y p, luego q, y entendiendo que q (tener derechos) no implica p (ser persona), porque q podría ser cierto por otras razones. En el segundo caso, afirmaríamos (los derechos) q, y negaríamos que suponer que q presupone p (hay que ser persona para tenerlos), permite afirmar ¬q, en base a (que no son personas) ¬p, dado que podemos afirmar p. Evidentemente, en vez de rechazar el argumento contrario de que p q y ¬p, luego ¬q, defendiendo p o ¬( ¬p), podríamos centrarnos en rechazar el supuesto de que q presupone p. Es decir, que podríamos centrarnos en negar que haga falta ser persona para tener ciertos derechos, mientras que uno tenga ciertas características: ¬(pq). Pero como a la postre, tales características son las que suelen asociarse con las personas, no habría mucha diferencia entre tomar un ruta argumental o la otra. 11.pmd 182 26/02/2013, 9:28 11 11.pmd Op. cit., p. 383. 183 26/02/2013, 9:28 GRANDES SIMIOS, PERSONAS Y ANIMALES 183 gumental. Nos permitiría erosionar la idea antes mencionada de que existe una separación clara y tajante entre un grupo de individuos llamados personas, que gozan de una lista larguísima de derechos y otro grupo de individuos que no tienen en ninguna medida, ninguna característica relevante, ni ningún derecho en común con las personas. Antoni Gomila elige la definición de D. Dennett de 1976, o cierta interpretación de la misma. Al parecer, quiere emplear esta definición como argumento positivo, más que como refutación a una frecuente objeción al Proyecto. Sin embargo, no nos explica qué relación existe entre las capacidades mentales en las que elige fijarse y nuestra obligación de respetar los tres derechos que el Proyecto defiende. Solamente nos dice que rechaza nuestra idea de condenar la muerte, la tortura y el encarcelamiento de los simios, por el sufrimiento que todo ello causa a seres tan desarrollados. Pero ¿qué otras razones para condenar estos actos le parecen mejores? Esto no nos lo explica. No obstante, debe tenerlas. Las necesita para poder rellenar el hueco que de otro modo va a quedar en su argumento, ya que hay que poder explicar la razón por la que tener ciertas capacidades implica tener ciertos derechos. Gomila no cuestiona que los grandes simios sean «seres intencionales, que elaboran planes y desarrollan medios instrumentales para obtener sus fines, en base la complejas expectativas representacionales sobre sus medio»11. Sin embargo, duda de que las conversaciones entre los simios y sus cuidadores puedan considerase un «uso del lenguaje». Las razones de esta afirmación son las siguientes. La primera es que aunque los grandes simios aprendan a expresarse en lenguaje de sordomudos si algún humano o algún otro simio les enseña, no lo hacen espontáneamente si crecen en estado salvaje sin nadie que les enseñe. Según este argumento, nosotros tampoco estamos haciendo uso del lenguaje al escribir este artículo, pues a pesar de tener los órganos mentales y bucales adecuados para el lenguaje humano, si en lugar de haber crecido en Vigo o en Melbourne, hubiésemos crecido en la selva en estado salvaje, sin nadie que nos enseñase a hablar, tampoco hubiésemos aprendido a hablar solos, ni en inglés, ni en español, ni en lenguaje de sordomudos. Probablemente daríamos aullidos como los famosos niños lobo, y nos comunicaríamos empleando los gestos y gruñidos adecuados a nuestras necesidades selváticas. La chimpancé Washoe fue criada como una niña sordomuda y aprendió a hablar como una niña sordomuda, y luego espontáneamente enseñó a su hijo a hablar en lenguaje sordomudo, que luego alternaba con llamadas, quejas o amonestaciones de estilo chimpancé. Evidentemente si hubiese crecido en una cultura chimpancé, tendría una mayor capacidad de expresarse al estilo chimpancé, que es un estilo que los humanos entendemos muy poco, pero no hablaría ingles en lenguaje de sordomudos. Lo que esto muestra es que la capacidad de un individuo de adquirir un lenguaje no solo depende de sus capacidades mentales y bucales sino también del entorno en que crece. Pero no demuestra que lo que uno logra hacer si dispone de la educación y el ambiente adecuado, no sea «usar el lenguaje». PAULA CASAL Y PETER SINGER 184 11.pmd La segunda razón es que los simios tienden a comunicarse mediante el lenguaje de sordomudos con los humanos o simios con los que ya se han estado comunicando en este idioma, y no con cualquiera. Pero este comportamiento puede tener diversas explicaciones y no está claro que justifique la descalificación de un individuo como usuario de un lenguaje, si lo emplea con varias personas. La última razón es la escasa estructura gramatical de las frases que emplean los grandes simios, que recuerdan a los indios de las peliculas: «Blanco ahuyentar búfalo. Blanco matar Apaches. Blanco mentir». Las faltas de gramática no son infrecuentes entre los humanos que usan el lenguaje de sordomudos. Pero incluso si no lo fuesen, la mala gramática tiene muy poca relevancia para el Proyecto. A fin y al cabo, lo importante no es que uno quiera llamarle o no «uso del lenguaje» a lo que hacen los simios o los indios de las películas. Esto no es relevante para el Proyecto, siempre que el derecho de los simios, o de los indios, a no ser masacrado, encarcelado o torturado no vaya a depender de sus faltas gramaticales. Lo importante al oír hablar al indio, es que uno sabe, que el indio sabe, que el blanco a ahuyentado a los búfalos para que los indios se muriesen de hambre y que ha matado Apaches, y que ahora no está diciendo la verdad. Un individuo capaz de expresar todo ello, y de sufrir por ello, no debería estar en la situación en la que se encuentra el indio que emite estas frases. Eso es lo importante. Nuestro interés en lo que dicen los indios o los grandes simios, no tiene porque centrarse en si dominan o no la gramática, sino en muchos otros aspectos de sus experiencias y su vida mental que pueden ser más relevantes para el Proyecto. Cuando una chimpancé o gorila nos habla de un gatito o un amigo al que no ha visto hace veinte años, sabemos que pueden recordar a alguien durante mucho tiempo. Cuando nos dicen que quieren helado de fresa por su cumpleaños, como el año anterior, o preguntan cuando va a llegar la Navidad sabemos que además de recordar pueden proyectarse en el futuro. Cuando expresan tristeza ante ciertas cosas sabemos que ciertas cosas les entristecen. Cuando se le da una cesta con tres narajas y otra con dos manzanas y se le pregunta cuanta fruta tienen de comida, y dicen cinco, sabemos que pueden contar y sumar un poco y entender que fruta incluye lo que hay en ambos cestos. Cuando inventan una definición correcta de una palabra, sabemos que saben que es lo que esta palabra significa. Cuando gastan bromas, hacen chistes y se ríen, sabemos que tienen sentido del humor. Gran parte de esta vida mental pueden expresarse sin el lenguaje. Pero esto no es razón para ignorar la evidencia lingüística de la existencia de esta vida mental, tanto si queremos llamar «uso» a aquello que los grandes simios hacen con el lenguaje, como si decidimos llamarlo de otro modo. En cualquier caso, la cuestión es que no solamente hemos podido comprobar que tienen la compleja vida mental que tienen, sino que, además, que hemos llegado a conocer esa vida porque ellos han sido capaces de expresárnosla mediante el lenguaje —lo cual es, como poco, un dato adicional de importancia—. Si no queremos decir que esto ha sido posible debido a su uso del lenguaje, podríamos decir, por ejemplo, que los grandes simios «expresan sentimientos o describen sucesos reales o imaginarios, eligiendo cierta combinación de una serie de palabras que seleccionan correctamente para este fin», o que «se expresan en lenguaje de sordomudos», o que «emplean este lenguaje», pero no lo «usan». 184 26/02/2013, 9:28 Evidentemente, como señala el mismo Gomila, si uno quiere negar que un grupo de individuos, ya sean simios, esclavos nubios o indios americanos, puedan clasificarse como «personas», o como «usuarios del lenguaje», uno siempre puede seguir añadiendo condiciones (ser libre, tener propiedades, hablar correctamente, saber firmar con bolígrafo) a la definición de estas palabras de forma que queden excluidos. Lo contrario no es cierto en la misma medida, porque no tiene sentido relajar una y otra vez el significado de una palabra de forma que signifique cualquier cosa. Además tampoco es necesario relajar ni la definición de Locke de persona, ni muchas otras definiciones que se venían empleando en filosofía, antes de que naciese el Proyecto, para poder utilizar con legitimidad el término persona. Tampoco es necesario satisfacer todas las definiciones, ni del término persona, ni de la expresión «uso del lenguaje». Lo importante es que los grandes simios tengan cierta vida mental y ciertas características y capacidades que justifiquen la defensa de los tres derechos. Muchos se refieren al conjunto de esas características con el término «persona» y muchos consideran que las conversaciones de los grandes simios entre sí y con 11.pmd 185 26/02/2013, 9:28 GRANDES SIMIOS, PERSONAS Y ANIMALES 185 Annie, de 40 años, sufrió la explotación en un circo. Actualmente ha sido elegida Presidenta del «Great Ape Standing & Personhood». Su caso fue referido por Paula Casal y Peter Singer en su artículo anterior, publicado en Laguna VII. PAULA CASAL Y PETER SINGER 186 sus cuidadores constituyen un «uso del lenguaje»12. Si otros prefieren referirse a lo que los grandes simios son o dicen de otra manera, pues que se refieran a ello de otra manera. El fin del Proyecto no es defender cierto uso de las palabras, sino defender los tres derechos de los grandes simios. A pesar del posible desacuerdo semántico que pueda haber sobre el empleo de ciertos términos, el desacuerdo que existe respecto a cuál es la mejor forma de defender los derechos simios es probablemente menor que el que existe entre las distintas defensas de los derechos humanos, algunas de las cuales se hacen desde una determinada religión o sistema legal. En cualquier caso, lo importante es que desde distintas perspectivas podamos llegar a un acuerdo, o a lo que Rawls llamaría un «overlapping consensus», y apoyar desde una perspectiva u otra, los derechos humanos y los derechos simios. Entre las personas que han contribuido al último número de la revista Laguna ya hemos logrado tal consenso. Ahora solo falta atraer hacia ese consenso a un número suficiente de personas para que este acuerdo ético se convierta en un acuerdo legal. Este acuerdo, legalmente ratificado, nos acercaría un poco más al día en que Bentham pensaba cuando escribió el célebre pasaje al que nos referiamos al principio. Puede llegar el día en que el resto de la creación animal adquiera esos derechos que nunca se le podrían haber negado de no ser por la acción de la tiranía. Los franceses han descubierto ya que la negrura de la piel no es razón para abandonar sin remedio a un ser humano al capricho de quien le atormenta. Puede que llegue un día en que el número de piernas, la vellosidad de la piel o la terminación de os sacrum sean razones igualmente insuficientes para abandonar a un ser sensible al mismo destino. ¿Qué otra cosa es la que podría trazar la línea infranqueable? ¿Es la facultad de la razón, o acaso la facultad del discurso? Un caballo o un perro adulto es sin comparación un animal más racional, y también más sociable que una criatura humana de un día, una semana, o incluso un mes. Pero, aun suponiendo que no fuera así, ¿qué nos esclarecería? No debemos preguntarnos: ¿pueden razonar?, ni tampoco ¿pueden hablar?, sino: ¿pueden sufrir? 12 Cf., por ejemplo, Sue Savage-Rumbaugh, Stuart Shanker, Talbot J. Taylor, Apes, Language, and the Human Mind, Oxford University Press, New York, 1998, o Sue Savage-Rumbaugh, Kanzi : The Ape at the Brink of the Human Mind, John Wiley and Sons, 1996. 11.pmd 186 26/02/2013, 9:28