MIEMBRO POSTERIOR EQUINO Recordatorio anátomofisiologico Los miembros posteriores del caballo funcionan principalmente como propulsores, mediante la enérgica flexión y extensión de sus articulaciones, que obran como poderosas palancas, siendo su función de sostén no tan perfecta como la de los miembros anteriores. La función de sostén del miembro posterior requiere la intervención de músculos de contracción voluntaria, y aunque este esfuerzo sea mínimo, como lo demuestra el que animales sanos puedan permanecer de pie por tiempo prácticamente indefinido, no es menos cierto que las extremidades posteriores se fatigan más en esta función que las anteriores. Es por este motivo que los animales que permanecen en estación alternan con frecuencia el apoyo y carga de sus miembros posteriores. flexor digital sup. tensor de la fascia lata gastrocnemio flexor digital prof. peroneus tertius lig. sesam. colat. y lig. colat. art. nudo lig. frenador tarsal lig. suspensorio lig. sesamóideos dist. Estudiando las características anatómicas se observa que los huesos ilíacos se hallan sujetos al sacro mediante poderosos ligamentos. A la solidez de esta unión contribuyen los grupos musculares de la zona. Entonces se podría decir que los mismos constituyen una misma pieza con el tronco, comportándose entonces las extremidades posteriores como columnas de sostén. El fémur forma con la tibia un ángulo que se cerraría (flexión plantar), si algún mecanismo no lo impidiese, tan pronto como gravitase algún peso sobre su cabeza articular. El mecanismo que lo impide es el músculo tibial anterior, que se origina en el cóndilo externo del fémur e inserta en proximal y anterior de la cara anterior e interna del tarso, haciendo que la articulación de la patela encuentre dificultada su flexión mientras no lo haga la tarsometatarsiana. Además, la rótula está unida a la tibia por potentes ligamentos. Si queda trabada, "enganchada" en los labios de la tróclea femoral, es imposible la flexión plantar de la articulación femorotibiorotuliana, así como también ayudan a inmovilizar esta articulación el tendón del bíceps femoral, por su inserción en el ligamento rotuliano externo, la fascia de la pierna, etc. Su extensión excesiva no puede producirse durante la estación, al impedirlo la dirección oblicuo de los radios óseos que la componen. Inmovilizada la articulación femorotibial, el peso que gravita sobre el fémur se transmite al tarso, a lo largo de la tibia. Los flexores de las falanges y el extensor del tarso (gastrocnemios, flexor superficial), impiden que la flexión del tarso se efectúe mientras permanezca inmóvil la articulación de la babilla (tener presente estos mecanismos en la fijación superior de la patela). La articulación coxofemoral posee ligamentos propios como el capsular, redon-do, pubiofemoral de potencia suficiente para permitir que los miembros posteriores desempeñen su función de sostén. Todos los músculos que intervienen de forma primordial en la función de aparato de sostén (excepto el cuadriceps) están recorridos, desde su origen hasta su inserción por tejido tendinoso inelastico o poco elástico, el cual permite que puedan desempeñar su misión de fijadores de las articulaciones, durante la estación, sin producir fatiga muscular. Con respecto a la función locomotora, cabe destacar que el movimiento de propulsión es iniciado mediante fuertes contracciones del músculo glúteo medio, el cual,(por tener una de sus inserciones de origen en relación con el músculo ilioespinal), insertandose en el trocanter mayor del fémur, mueve con su potencia la gran palanca del fémur. El vértice del trocánter mayor obra la potencia en la dirección de las fibras del glúteo. En la articulación de la cadera esta la resistencia y en la babilla el apoyo. Cuando la potencia es mayor que la resistencia, permaneciendo inmóvil el punto de apoyo, el tronco avanza. De la potencia y velocidad con que los músculos extensores se contraigan depende que la marcha sea lenta (paso) o velocidad (trote, galope). Muchos de los movimientos del miembro durante la extensión de sus articulaciones son puramente automáticos, por causa de las relaciones tendinosas inelásticas de su aparato de sostén. El aparato de apoyo o sostén de los miembros posteriores lo constituyen, principalmente los siguientes órganos: casco, huesos, articulaciones, cuadriceps, femoral, rótula, ligamentos rotulianos, gastronemios, flexores de las falanges, ligamentos suspensorio del menudillo, ligamentos sesamoideos, etc.. También forman parte del aparato de sostén, pero son de importancia secundaria: la fascia de la pierna, ligamentos articulares, etc.. Los órganos que de forma primordial intervienen en la función locomotor de los miembros posteriores son los músculos: glúteo medio, ilioespinal, extensores de las falanges, gastronemios, soleo, flexores de las falanges , abductores, psoasiliaco, etc.. El conocimiento de la fisiología de los miembros posteriores, ayudara en el diagnóstico de las claudicaciones de dichas extremidades. LESIONES DE LOS MIEMBROS POSTERIORES DEL EQUINO SUBLUXACION SACROILIACA Se produce generalmente por un mecanismo de trauma indirecto, como caídas, resbalones, o cualquier movimiento que provoque torsión o esfuerzos de dicha articulación,(por ejemplo: los producidos por alteraciones en la mecánica de salto). El signo típico de la enfermedad, es la protrusión de una o ambas tuberosidades sacras, según se trate de una subluxación uni o bilateral. Cuando se realiza la evaluación del paciente, se debe observar el grado de movilidad y la asimetría entre ambas tuberosidades sacras cuando el animal se desplaza. En la etapa aguda (primeras horas de producido el trauma) puede observarse durante la deambulación un movimiento ascendente y descendente de la tuberosidad sacra, libre de sus inserciones ligamentosas, que luego por contractura refleja de los grupos musculares de la zona, se estabiliza, desapareciendo dicho movimiento. La claudicación de la subluxacion sacroilíaca se debe a la inflamación resultante de la inestabilidad articular y al espasmo muscular de origen simpático. Otros signos frecuentes son: rigidez y dolor en los miembros posteriores, o rechazo a saltar de los equinos que se dedican a ese deporte. En ciertos casos, menos frecuentes, el dolor puede ser tal que impide la estación. Estos signos se modifican en intensidad dependiendo del grado de compromiso articular. En cuanto a las maniobras semiológicas, al realizar palpación presión de las tuberosidades sacras, suele evidenciarse dolor, que se manifestará con un movimiento de xifosis. También es muy dolorosa la palpación de los grupos musculares vecinos, los cuales se mantienen con un importante grado de contractura. La exploración rectal no es diagnóstica, solo aporta datos que nos permitan descartar la presencia de entidades con las que hay que hacer un diagnóstico diferencial (fracturas de pelvis). El esfuerzo de la articulación sacroilíaca es un estadio anterior al de la subluxación Los hallazgos clínicos son similares a los descriptos, pero en este caso, no se observan deformaciones o asimetrías a nivel de las tuberosidades sacras. El diagnóstico diferencial de esta entidad clínica, incluye: aneurismas de la aorta posterior o de una o ambas arterias ilíacas, rabdomiólisis, fractura de ilion, miositis de los músculos lumbares, bursitis trocantérica. Como método complementario se pueden inyectar anestésicos para anular el reflejo muscular y comprobar la desaparición o mejoría del dolor y consecuentemente de la claudicación. La ultrasonografía nos permitirá confirmar la sospecha y el grado de lesión de los ligamentos sacroilíacos dorsal y ventral.. Dicha exploración se puede combinar con el tratamiento (infiltración ecoguiada). Dentro de la terapéutica se pueden considerar tratamientos medicos y fisioterapicos. Dentro de los trats. médicos se considera tradicionalmente a la infiltración con cáusticos (que producirán fibrosis de los ligamentos sacroilíacos ventrales), con agujas de 15 g 25 cm.que se aplican en forma ecoguiada. Luego se indica reposo completo a box durante los primeros 10 días, continuando con reposo relativo en un piquete chico durante los 30 días siguientes, finalizando a los 90 días en un potrero. En casos de esfuerzo sacroilíaco, o recidivas de subluxaciones, y ante la necesidad de restablecer rápidamente la actividad deportiva del equino afectado, se puede infiltrar la articulación con neurolíticos como las sales de amonio, asociados a corticoides. Se debe dejar en claro que la mejoría solo será pasajera y que el tratamiento en cuestión solo sirve para paliar el dolor, no tratándose de una terapia curativa. Dentro de las posibilidades fisioterapicas se consideran la terapia de ondas de choque y las corrientes de alta frecuencia. Ueden complementarse con terapia de campos magneticos pulsatiles. El pronóstico es reservado, debido a la tendencia a la recidiva, debido a que la calidad del tejido fibroso de reparación nunca tiene la calidad ni resistencia del tejido original. FRACTURA DE PELVIS Generalmente se producen por traumatismos directos contra vallados, palenques o en el box, o indirectos en el caso de resbalones o caídas de costado. Están descriptos casos de fracturas de pelvis por mecanismos indirectos en animales jóvenes (generalmente sangre pura de carrera), por efecto de contracciones asincrónicas de la musculatura de la grupa, ante esfuerzos importantes durante un evento deportivo (carrera). tub. sacra tub. coxal ala del ilion cuerpo del ilion agujero obturador acetábulo tub. isquiática sínfisis púbica Las que se producen con mayor frecuencia son las de cuerpo del ilion y tuberosidad coxal, siguiéndole en incidencia la fractura de sínfisis pubiana y agujero obturador, finalizando con las de isquion. Los signos clínicos varían, dependiendo de la localización y severidad de la fractura. La claudicación es siempre de aparición súbita pudiendo ser de apoyo, de elevación o mixta. La fractura de Tuberosidad coxal en muchas oportunidades no provoca cojera por lo que no es advertida por el propietario hasta que alguien se lo hace notar, tal vez mucho tiempo después del accidente. Cuando se produce claudicación, la misma es de elevación, (ya que ese punto es la inserción del tendón de la fascia lata). Si se observa al animal desde atrás, la cadera del lado fracturado se verá más plana que la del lado sano (a esta conformación se la conoce popularmente como “lunanco”). A veces el fragmento de hueso desprendido se convierte en un secuestro óseo y debe ser eliminado quirúrgicamente. En casos severos la piel puede lesionarse con protrusión del ilion a través de la herida. La Fractura en cuerpo de ilion, puede localizarse delante, detrás, o a través del acetábulo. Si hay desplazamiento de los cabos fracturarios, el miembro enfermo aparecerá más corto que el normal. Puede suceder que los cabos fracturarios seccionen las arterias iliacas, produciéndose un shock hipovolémico. La Fractura de la sínfisis pubiana, produce claudicación de ambos miembros posteriores, impresionando que el equino avance en forma vacilante. A veces el dolor es tan marcado, que puede estar impedida la estación. Cuando está involucrado el agujero obturador, el equino puede sufrir una hemorragia interna al lesionarse la arteria obturatriz, pudiendo coexistir con el síndrome de la parálisis del nervio obturador. En el caso de los machos pueden existir signos urinarios en caso de lesionarse la uretra, Si nuestro paciente es una yegua tenemos que tener presente que ésta puede presentar distocias en caso de un futuro parto, debidas a la alteración en ángulo y diámetro del canal de parto (debido al callo óseo). La Fractura de acetábulo se manifiesta como una gran impotencia funcional del miembro afectado, y suele acompañarse de luxación coxofemoral. La Fractura de isquion produce deformación local, acompañada de inflamación y edema del periné y regiones limítrofes, pudiendo haber signos urinarios por la lesión de la uretra. La crepitación suele ser fácilmente perceptible mediante la exploración rectal y vaginal en las hembras. El Diagnóstico, en todos los casos, dependerá de los signos clínicos, tipo de claudicación etc. Por ejemplo: las fracturas del cuerpo del ilion causan en general claudicación de tipo mixto. Es importante el diagnóstico por examen rectal. Esta maniobra se realiza manteniendo el brazo en el recto mientras se hace caminar al paciente, se puede palpar crepitación, deformaciones y hematomas secundarios a lesiones en arterias: ilíacas y obturatriz. Siempre debe tenerse en cuenta esta eventual lesión vascular, ya que el animal tiene riesgo de muerte por una hemorragia interna. Como alternativas diagnosticas se puede recurrir a la radiología, pero hay que considerar que la manipulación del paciente para realizar esta técnica es peligroso, por el decubito que al forzarlo puede producir seccio de arterias. Cabe la posibilidad de realizar ultrasonografia tanto por acceso gluteos como tambien por via rectal. El tratamiento básico consiste en colocar al animal en un box y limitar en lo posible los movimientos. Mantenerlo colgado por medio de un arnes durante 6 a 8 semanas, recordando que la pelvis tarda en reparar alrededor de un año. En los casos de fractura de tuberosidad coxal expuesta, cabe la posibilidad de la excéresis quirúrgica de la misma. El Pronóstico es variable dependiendo de la porción del hueso fracturado y la actividad deportiva o reproductiva del equino. Por ejemplo, la fractura cerrada de tuberosidad coxal es súmamente benigna, la claudicación que produce esta lesión suele curar en una a cuatro semanas sin dejar otra secuela que la mencionada deformidad (lunanco). También suele curar con facilidad la fractura simple de la punta del isquion. Las restantes fracturas son siempre graves requiriendo para su consolidación de dos a tres meses. Las fracturas de la sínfisis púbica, las del acetábulo, las múltiples y conminutas deben considerarse como incurables. En las yeguas las fracturas de pelvis son un obstáculo para su vida reproductiva. LUXACION COXOFEMORAL Se produce por traumatismos de efecto indirecto, como forcejeos para soltarse ante atrapamientos del miembro posterior. También se produce en forma secundaria a la fractura de acetábulo. Su frecuencia es muy baja en equinos. Cuando la articulación se luxa, el fémur se desplaza hacia arriba y adelante, produciendo una limitación de la fase anterior del paso. Se suele percibir crepitación, debido al roce de la cabeza del fémur contra el cuerpo del ilion. En estación, se observa “acortamiento” del miembro afectado y la pinza y babilla se desplazan hacia afuera y el tarso hacia adentro. El tratamiento se basa en la reducción de la luxación bajo anestesia por tracción, pero generalmente es necesaria la cirugía para reubicar la cabeza femoral. El problema radica en la gran inestabilidad que se produce en el acetábulo, por lo que existen muchas probabilidades de recidiva. No hay descripción de una técnica de reemplazo de ligamento redondo en el equino. El pronóstico es desfavorable por la alta tendencia a la recidiva y por la segura artrosis que se establecerá en la zona. BURSITIS TROCANTERICA La bolsa trocantérica es una bolsa sinovial profunda, que se encuentra debajo del tendón del glúteo medio al pasar por encima del trocánter mayor del fémur. La inflamación de la misma se produce por el rozamiento exagerado del tendón, que ocurre por esfuerzos durante el entrenamiento o la carrera. También por traumas directos en la zona. En la mayoría de los casos coexiste con esparaván óseo en el miembro afectado ya que la alteración biomecánica producida por el dolor crónico a nivel del tarso, lleva a compresiones inadecuadas del tendón del glúteo medio sobre el trocánter mayor, lesionando así la bolsa. A la inspección, a veces puede evidenciarse una deformación sobre la zona, pero esta situación es poco frecuente. En la deambulación, se observa que el equino recarga su peso sobre la parte medial del pie, sufriendo mayor desgaste en el borde periplantar medial del casco. Mirándolo desde atrás se puede observar que el animal lleva el pie hacia adentro. La deambulación al trote recuerda un andar semejante al del perro distraído, ya que la progresión se realiza en forma oblicua (el cuarto trasero se desvía hacia el lado sano). Esto se produce porque el miembro afectado realiza un paso más corto. Si la lesión ha estado presente durante largo tiempo se produce la hipotrofia de los músculos glúteos. Cuando se realiza palpación presión de la zona, se detecta sensibilidad local, pero se debe ser cauto en la interpretación, ya que muchas veces ese punto tiene una sensibilidad normalmente aumentada, razón por la cual, se sugiere comparar con el miembro opuesto. El diagnóstico se realiza según los signos descritos y se debe diferenciar de la inflamación de la articulación coxofemoral y la fractura a la altura del acetábulo. Para ello es importante realizar la anestesia local en la zona de la bolsa como maniobra complementaria. Cabe la posibilidad de realizar un diagnostico ultrasonografico para evaluar el tendón, bolsa y eminencias osea del trocanter mayor del Fémur. El tratamiento consiste en la inyección intrabursal de corticosteroides, y apoyo de antiinflamatorios no esteroides por vía sistémica como la fenilbutazona por períodos de 15 a 20 días. Debe descartarse y eventualmente tratarse toda entidad clínica que pueda tener implicancia biomecanica sobre la zona . La terapia de corrientes de alta frecuencia, las ondas de choque, y la laserterapia son alternativas de tratamiento fisioterapico. El equino debe guardar reposo relativo durante este período, manteniendo paseos de salud.. El pronóstico es de reservado a desfavorable, por la alta tendencia a la recidiva. DISFUNCIÓN DEL NERVIO FEMORAL Afecta al grupo muscular del cuadriceps femoral formado por el recto femoral, el vasto lateral, el vasto medial y el vasto intermedio. Se produce generalmente por traumatismos indirectos, sobrestiramiento del miembro durante el ejercicio, al patear, o cuando se sujeta al caballo en posición de decúbito (por ejemplo: durante una cirugía). La causa más frecuente es que se produzca como secuela de la azoturia. En la actualidad es una enfermedad de muy baja incidencia. A la inspección en estación se observan todas las articulaciones del miembro afectado en semiflexión y una marcada atrofia del cuadriceps. Durante la marcha el casco es arrastrado por la dificultad de extender la articulación femorotibiorotuliana y el miembro es incapaz de soportar peso. Es importante hacer el diferenciar con el enganche rotuliano. Ezal tratamiento se realiza en base a la terapia antineurítica convencional con corticosteroides, vitaminas del complejo (B1 B2 B6 B12) y gangliósidos y cerebrósidos bovinos. Se complementa con masoterapia y electrogimnasia con el fin de mantener el trofismo muscular. Las recuperaciones pueden llevar 2 a 3 meses. En un alto porcentaje de casos, y según el grado de compromiso puede ser irrecuperable. Se aconseja no tomar decisiones hasta pasados 3 meses por lo menos. FRACTURA DE FEMUR Se produce con una frecuencia relativa, en potrillos durante la doma, y en los caballos adultos como consecuencia de cualquier traumatismo violento o caída. A la inspección se observa que, luego de producida la fractura femoral, el equino puede adoptar el decúbito permanente. Si el animal mantiene la estación se observa el miembro afectado más corto, debido al cabalgamiento de los fragmentos y a la contractura muscular de la parte superior del miembro. Se produce además una gran deformación del miembro, en el muslo especialmente, por el desarrollo del hematoma en la zona de la fractura. El diagnóstico puede realizarse clínicamente en la fracturas diafisarias por la manipulación del miembro, detectándose movimientos anormales y crepitación. El diagnóstico radiológico es importante para confirmar y evaluar el tipo de fractura, siendo la mejor incidencia la lateromedial. En potrillos, el tratamiento es quirúrgico, pero los problemas que se presentan en la cirugía son muchos, y están relacionados a la reducción de la fractura, debido al marcado cabalgamiento de los fragmentos. Se pueden utilizar clavos intramedulares, placas y tornillos o fijaciones externas. En potrillos es preferible la colocación de doble placas y tornillos, ya que la fijación con clavos intramedulares suele no tener éxito, dado que en las fracturas oblicuas se produce desplazamiento, y en el caso de las fracturas transversales desarrolla rotación. Puede intentarse con clavos y tutores externos. Debe recordarse que cualquier tratamiento que se intente en animales que superan los 100 kilos el pronóstico es grave. ARTICULACION DE LA BABILLA SINDROME GONITIS El término gonitis se emplea identificar un grupo de noxas en la región de la articulación femorotibiorrotuliana. Gonitis por definición significa inflamación de la articulación de la babilla, y está relacionada a las siguientes enfermedades: Fijación superior de la patela (enganche rotuliano) Artrosinovitis Condromalacia de patela Lesión del menisco medial Ruptura del ligamento fémoro tibial colateral medial. Ruptura del ligamento cruzado anterior Osteocondrosis Artritis séptica Fracturas de patela El dolor que se origina en la región de la babilla no tiene características patognomónicas en el paso, y la claudicación dependerá de la severidad de la lesión. Una claudicación leve puede indicar una condromalacia de patela o una artrosinovitis. Si la misma es de mediano grado puede orientarnos a sospechar daños articulares secundarios a un enganche rotuliano. En los casos en que la claudicacion es grave, indicaría compromiso del menisco, ligamentos cruzados anteriores o colaterales. Durante la estación el animal mantiene el miembro en posición de descanso recordando la posición del tero, lo cual le da su nombre (posición de pata a lo tero). También en la inspección se evidencia una protrusión de los de sacos articulares femoropatelares, y a veces se aprecian también los sacos femorotibiales. Siempre debe observarse la masa muscular del cuadriceps, el cual puede sufrir atrofia, cuando el proceso tiene un curso prolongado. Por las características propias de la articulación, la palpación puede dar poca información. Asimismo la flexión forzada del miembro, tiene un valor dudoso, ya que se pone en tensión todo el aparato recíproco, de tal manera que si flexionamos la babilla en forma simultánea se estarán flexionando el tarso y la cadera. Esto elimina mucho la especificidad de cualquier prueba de flexión. Esta es una articulación que por compleja difícil de de examinar por palpación, ya que hay estructuras anatómicas difíciles de evaluar de ésta manera (ejemplo: meniscos). La maniobra que si aporta datos útiles es comparar entre la babilla izquierda y la derecha la consistencias de los tejidos profundos aunque obviamente la palpación simultanea es difícil. Se debe tener en cuenta que la presión sobre las articulaciones normales, puede despertar reacciones defensivas en los animales, que no deberían ser confundidas con dolor. La movilidad pasiva de la articulación es en general dificultosa tanto por el volumen de la parte proximal del miembro como por la presencia del aparato recíproco que hace que las restantes articulaciones del miembro se flexionen en forma simultánea. Por esto, existen unos pocos signos que aporten datos al diagnóstico, uno de los más frecuentes y confiable como indicador de enfermedad articular es la distensión de la cápsula articular femoropatelar. Otros signos son la tumefacción de los tejidos blandos de la cara lateral de la babilla o sobre la patela. En ciertos casos el análisis del líquido sinovial puede ser de ayuda. Las anestesias intrarticulares femorotibial y femoropatelar son muy importantes en el diagnóstico del locus dolenti, considerando la vaguedad de los signos clínicos descriptos. FIJACIÓN SUPERIOR DE LA PATELA (Sinonimia: Enganche Rotuliano) Se produce sobre el labio medial de la tróclea del fémur, entre los ligamentos rotulianos medio y medial. Al quedar la rótula fija y por acción del aparato recíproco del miembro posterior, se impide la flexión del tarso del miembro posterior afectado. Esto determina la actitud postural característica y patognomónica de esta entidad: miembro posterior afectado hiperextendido hacia atrás con el nudo en semiflexión (la articulación metacarpo falangeana es la única independiente del miembro posterior del equino. Normalmente, cuando el miembro está completamente extendido, la patela se desliza hacia la parte más alta de la tróclea femoral (labio medial) y asienta en la fosa del extensor. La facilidad con la que la rótula pueda descender dependerá de la conformación de los miembros posteriores del equino y del espesor de la almohadilla adiposa que allí se encuentra. Este “enganche” de la patela en la mencionada fosa del extensor es una alteración del importante mecanismo de contención, que es el aparato recíproco, que permite al caballo descansar sus miembros posteriores. En situación normal, cuando el animal desea flexionar el miembro, primero se contrae el cuadriceps para liberar la patela de la fosa y luego se relaja para permitir que ésta se deslice hacia abajo de la por la tróclea femoral. Pueden predisponer a esta enfermedad factores hereditarios como, por ejemplo, defectos de conformación en equinos que presentan un ángulo muy abierto entre el fémur y la tibia. A veces puede producirse por traumatismos ocasionados cuando el miembro está en hiperextensión. Otros factores predisponentes son la debilidad y mal estado general. Esto podría tener relación con la pérdida del mencionado cojinete adiposo, cuya función sería evitar que la rótula se deslice hacia atrás en forma excesiva impidiendo entonces que el cuádriceps cumpla su función de desenganche de la patela. Una tercera teoría indica que el enganche patelar se produce por la mala coordinación entre los flexores y extensores de la babilla. Esta teoría es sostenida por el hecho de que se observa con frecuencia en animales jóvenes y en los que se utilizan en forma esporádica. Raramente se observa en los atletas que han logrado su punto óptimo de entrenamiento. Esta afección en general se ve en un solo miembro pero examinando se revela la susceptibilidad de ambos miembros posteriores. A veces puede verse un simple atrapamiento no quedando nunca enganchada la rótula, ni el miembro en hiperextensión. Este atrapamiento transitorio se evidencia haciendo caminar al caballo dando pequeños círculos hacia el lado del miembro afectadoo obligándolo a caminar hacia atrás. El diagnóstico es simple si el equino esta en la actitud típica. Si el miembro no esta enganchado, se fuerza la patela hacia arriba y afuera con la mano (“maniobra de enganche”), con el fin de evaluar el grado de desplazamiento y su posibilidad de enganche. Si se puede trabar el miembro en extensión durante uno o varios pasos, se considera positiva la prueba. En algunos casos esta alteración es crónica y puede llevar a una gonitis. La condromalacia de paleta es una afección que tiene una alta correlación en su incidencia con el enganche rotuliano por el daño que se produce sobre las carillas articulares de la rótula, y puede persistir aún después de tratado el enganche el enganche. Se debe realizar diagnóstico diferencial con el arpeo cuando la fijación es intermitente; con la Miositis fibrosa del semimembranoso y semitendinoso, por la diferencia en el movimiento; y de las flexiones bruscas de miembro posterior en las artrosis de tarso. El tratamiento variará según el miembro se encuentre trabado o no, y en caso de estarlo el tiempo transcurrido. Si el miembro esta trabado en extensión, un ayudante tracciona el mismo hacia adelante con un maneador, y simultáneamente el clínico, empuja la patela hacia abajo y lateral (maniobra de desenganche). También el veterinario puede realizar la maniobra de desenganche de rótula mientras que se hace retroceder al equino. Puede ocurrir que no se pueda desenganchar la rótula con este procedimiento, en ese caso es conveniente recurrir a el empleo de relajantes musculares (diazepam) y bloqueos anestésicos, conjuntamente con las maniobras anteriormente descriptas. En caso de llevar horas enganchado posiblemente tengamos que recurrir al tratamiento quirúrgico. En ocasiones caballos jóvenes y sanos suelen presentar la alteración pero mejoran con entrenamiento. El tratamiento médico se compone de: cáusticos de contacto y cáusticos inyectables en los ligamentos rotulianos medio y medial, con el fin de lograr una retracción cicatrizal del mismo. Es muy importante considerar el aspecto nutricional en aquellos casos en los que se sospecha que el enganche está relacionado a un estado de déficit metabólico, (habiendo perdido el cojinete adiposo). El tratamiento quirúrgico comprende desmotomía del ligamento rotuliano medial y se ha observado mejoría en casos de sartoriotomías que permiten relajar la tensión en la zona, y permite que la patela se desenganche con mas facilidad. Es importante considerar que el tratamiento quirúrgico aporta inestabilidad a la articulación y concomitantemente con ello la predispone para la enfermedad articular degenerativa. ARTROSINOVITIS Esta entidad clínica como afección primaria es rara, suele estar asociada como un signo más en las enfermedades que componen el síndrome gonitis. Normalmente se observa una protrusión de los fondos de saco articulares de la articulación fémoropatelar y fémorotibial. A veces es necesario comparar por palpación la articulación del miembro opuesto para tener una aproximación del tamaño normal de los sacos articulares. El tratamiento se basa en la resolución de la causa de base y también es muy importante considerar la posibilidad de la utilización de infiltraciones intraarticulares de Ac. Hialurónico y un apoyo de antiinflamatorios no esteroides sistémicos (fenilbutazona). La fisioterapia es de utilidad como un complemento, pudiendo utilizarse en la etapa aguda frío (en forma de duchas) y en la etapa subaguda a crónica, iontoforesis, laserterapia y ultrasonido (con las precauciones del caso, por la proximidad de eminencias óseas). CONDROMALACIA DE PATELA Así se denomina a la enfermedad articular degenerativa del cartílago articular de la patela. Puede ser el resultado de una inflamación de la articulación femorotibiorotuliana o la combinación de un proceso inflamatorio asociado a una excesiva presión de las carillas articulares de dicha articulación como consecuencia de un enganche rotuliano completo o de su tratamiento quirúrgico (que como se mencionó anteriormente otorga inestabilidad articular). El enganche rotuliano que se produce como consecuencia de un atrapamiento superior de la patela en el labio medial de la tróclea del fémur entre el ligamento rotuliano medial, determina que se produzca erosión del cartílago articular patelar y consecuentemente inflamación. En la etapa crónica, se puede encontrar un engrosamiento de la cápsula articular. Los signos clínicos en general son inespecíficos y típicos de gonitis. Se puede observar claudicación, elevándose la cadera como sucede en las claudicaciones de tarso y patela, ángulo flexión disminuido en rodilla y tarso, acortamiento de la faz anterior del paso y arrastre el pie (pinzas). Si se realiza la prueba de flexion forzada, se observa una ligera reacción (recordar que la maniobra de flexión forzada no es diagnóstica en el miembro posterior). Cuando se realiza movilidad pasiva se percibe casi siempre crepitación que está relacionada con la alteración establecida en el cartílago articular de la patela. Es importante el diagnóstico radiológico con el fin de descartar osteocondrosis, bostezos articulares, lesiones meniscales y fracturas articulares. También es de buena praxis, el realizar un análisis del liquido sinovial. La ecografía amplía el panorama diagnosticado posibles alteraciones en los tejidos blandos de la zona. El tratamiento es solo paliativo, siempre se debe tratar la causa primaria (enganche rotuliano) y realizar un tratamiento local que por lo menos retrase, la enfermedad articular degenerativa en marcha. Conviene mantener infiltraciones periódicas con Ac. Hialurónico. LESIÓN DEL MENISCO MEDIAL Los signos generales son los que corresponden a gonitis, con evidentes signos de artrosinovitis. El caso de análisis de líquido sinovial veremos que está notablemente modificado (desde sanguinolento en lesiones agudas hasta translúcido y menos viscoso en lesiones crónicas). Se percibe una evidente crepitación, que debe ser diferenciada de la producida por condromalacia de patela, artrosis y enganche de patela. Debe resaltarse que el diagnóstico de daño meniscal era difícil anteriormente, hoy por hoy el menisco medial es perfectamente abordable mediante el uso de la radiología y la ecografía. En caso de que aún así el diagnóstico no quede claro, está indicada la artroscopía primero diagnóstica y luego terapéutica. ESFUERZO / RUPTURA DEL LIGAMENTO FEMOROTIBIAL MEDIAL Se puede evaluar la integridad del ligamento femorotibial medial, a través de algunas maniobras semiológicas tal como la que se describe a continuación: el médico veterinario se ubica al lado del miembro a explorar, mirando hacia la cabeza del equino. Coloca el antebrazo más cercano al miembro a examinar por el lado medial (en dirección de caudal a craneal) sobre la articulación fémorotibial, luego apoya su otra mano sobre la parte interna del tarso. Ubicado en esa posición se tracciona el tarso hacia afuera, con el objeto de controlar la apertura (bostezo) de la articulación. Cualquier apertura percibida por la mano en la cara medial, indica el esfuerzo o la ruptura del ligamento. RUPTURA DEL LIGAMENTO CRUZADO ANTERIOR El esfuerzo puede presentarse en varios grados, e incluso combinarse con fractura. El ligamento cruzado anterior es el que más frecuentemente se afecta en el equino y esta afección puede ocurrir conjuntamente con el ligamento colateral medial. Siempre que se lesiona el ligamento cruzado anterior, se compromete el menisco medial por la inestabilidad que se produce en la articulación. Existe una prueba semiológica para efectuar la movilidad pasiva de la articulación con el fin de evaluar la integridad de los ligamentos cruzados. El médico veterinario debe apoyar la rodilla por detrás del calcáneo, y presionar la parte superior de la tibia hacia caudal. Si se percibe debilidad o crepitación, al realizar la maniobra, podemos sopechar la ruptura de los lig. cruzados anterior y posterior. El diagnóstico radiológico es importante para descartar una posible fractura de espina tibial asociada a la tracción del ligamento cruzado anterior (esfuerzo de cuarto grado o esfuerzo complicado). No tiene tratamiento, e invariablemante es una articulación encaminada hacia la enfermedad articular degenerativa. OSTEOCONDRITIS DISECANTE DEL LABIO LATERAL DE LA TRÓCLEA FEMORAL El labio lateral de la tróclea femoral es la localización común de la osteocondrosis disecante. Se produce en animales jóvenes, de razas grandes (generalmente las empleadas para deportes como salto) y de rápido crecimiento. Mientras el cartílago articular afectado no sufre traumatismos, los signos clínicos pueden no hacerse evidentes pero si la articulación es sometida a una actividad intensa, el cartílago puede romperse originando fisuras, desprendiéndose en forma de colgajos (ratón articular). Estas lesiones cartilaginosas liberan proteínas que producen una sinovitis aguda con la consecuente distensión articular. En casos más crónicos la alteración del contorno normal de la articulación produce problemas que solo se hacen aparentes cuando el animal comienza a trabajar. Generalmente los animales más jóvenes, de 6 meses a 1 año de edad, se presentan con una historia que refiere que el animal ha caído y se lesiono la babilla. Los pacientes de 18 meses a 2 años se manifiestan con claudicación o con una visible resistencia al trabajo. Puede aparecer un grado variable de distensión de la cápsula articular femoropatelar, generalmente de aparición brusca. La comparación, en cuanto a los signos, con el lado opuesto puede ser de poco valor diagnóstico, dado que este también puede encontrarse afectado. La claudicación de un lado se puede enmascarar y / o reducir por el compromiso bilateral. El locus dolenti se confirma mediante anestesias intrasinoviales. Puede realizarse el examen del líquido sinovial, aunque lo más recomendable después del examen clínico es la radiografía. Las incidencias obtenidas en dirección anteroposterior y lateromedial oblicua permitirán observar claramente el labio lateral sin superponerse con el medial. Es necesario evaluar radiográficamente ambas babillas, debido a la alta incidencia bilateral. Los hallazgos radiológicos más comunes son: aplanamiento del labio lateral de la tróclea femoral y pequeños fragmentos que suelen ponerse en evidencia en la porción más declive del saco articular femoropatelar. Con respecto al tratamiento, existen diferentes puntos de vista en relación del manejo conservador o quirúrgico de la OCD de la articulación de la babilla. Sin cirugía la claudicación persiste invariablemente y sobreviene la artrosis con rapidez. Cuando sea posible, la cirugía debe realizarse (artroscopía); si fuera imposible o la lesión muy importante y con muchos fragmentos sueltos, debe realizarse una artrotomía. El tratamiento conservador tiene muy pocas posibilidades de éxito y la intervención quirúrgica convencional, tiene un porcentaje de complicaciones en la herida más alto que la artroscopía, situación que aumenta el tiempo de convalecencia y suele dejar secuelas que son poco aceptables desde el punto de vista estético. OSTEOCONDRITIS QUISTICA DEL CONDILO MEDIAL DEL FEMUR Los signos clínicos son muy similares a los que se presentan en el caso de la osteocondrosis disecante de la tróclea femoral. El diagnóstico mediante anestesias intraarticular es de rutina fácil y rápido, siendo el abordaje de elección a través del fondo de saco distal de la cápsula fémoropatelar. El estodio radiológico es esencial y debe incluir las incidencias lateromedial y caudolateral. Las lesiones aparecen en el área subcondraldel cóndilo femoral medial como una zona circunscripta de forma variable y radiolúcida, rodeada por un área de esclerosis. Estas lesiones pueden medir desde 1 a 2 cm y llegar a involucrar todo el cóndilo. El tratamiento de elección es la cirugía por vía artroscópica, el tratamiento conservador no suele dar resultados aceptables. ARTRITIS SÉPTICA Esta afección se observa frecuentemente en potrillos, pudiendo afectar a ambas articulaciones. Los signos locales son los típicos de la gonitis, pero la impotencia funcional y la deformación producida por el aumento de presión intraarticular suelen estar muy marcados. Generalmente se pueden observar otras articulaciones afectadas y siempre hay hipertermia, situación que indica un compromiso general. El tratamiento general es el habitual en artritis séptica, aconsejándose siempre un diagnóstico bacteriológico adecuado (cultivo y antibiograma), con los respectivos lavajes articulares y antibioticoterapia sistémica. FRACTURA DE LA PATELA La etiología es invariablemente un trauma. Frecuentemente son expuestas. La fractura puede ser simple o conminuta y a veces compuesta. Si no se trata, como cualquier otra fractura que involucre la superficie articular, puede resultar en el eventual desarrollo de enfermedad articular degenerativa. Las fracturas de la patela que involucran la superficie articular, suelen presentar una claudicación severa de aparición repentina, y dificultad en el miembro para soportar peso durante el reposo. Se puede observar sobre la patela cierto grado de tumefacción de los tejidos blandos y posiblemente una herida cutánea. Si solo se trata de un traumatismo superficial sobre la patela, la claudicación inicial puede ser igualmente severa, pero se mantendrá por un corto tiempo, disminuyendo con rapidez en pocos días. Sin embargo, si se forma un secuestro se manifestará clínicamente con el desarrollo de una fístula, cuya boca puede abrirse hasta 20 cm. en distal de la punta de la babilla, semanas y aún meses después. Cuando la fractura es reciente, el diagnóstico puede realizarse en base a los signos locales y posiblemente teniendo en cuenta la anamnesis sepamos del padecimiento de algún traumatismo. En el caso de fracturas menos severas y casos de duración incierta, será necesario, a veces, realizar un examen completo de los miembros antes de poder determinar la causa que la originó. La confirmación del diagnóstico se realizara por medio de la radiografía. Si es posible, los fragmentos deben reunirse utilizando tornillos que permitan aplicar la compresión interfragmental. Las fracturas conminutas son difíciles de reparar, pues los fragmentos individuales suelen ser muy pequeños y la compleja forma de la superficie articular hacen muy difícil la colocación de un tornillo. Si existen uno o dos fragmentos, la alternativa a la fijación interna es la eliminación. Si la fístula se origina en una fractura laminar o en un secuestro, debe eliminarse el fragmento óseo para que cure. BURSITIS SUBPATELAR A nivel de la inserción tibial del ligamento tibiorrotuliano medio, existe subcutáneamente una bolsa sinovial. La inflamación de la misma, ya sea aguda o crónica provoca una bursitis superficial. En general se produce por traumatismos repetidos. No se trata de una lesión frecuente. Los signos, diagnóstico y tratamientos son los típicos de una bursitis superficial. FRACTURA DE TIBIA Gran parte de las fracturas de tibia son complicadas abiertas como consecuencia de traumatismos violentos. También pueden presentarse las fracturas incompletas, que súbitamente se transforman en completas y expuestas. El diagnóstico en general se obtiene a partir del examen clínico observando movimientos anormales y crepitación. Es importante el diagnóstico precoz de las fracturas incompletas (frecuentes luego de traumas directos por ejemplo patadas). El método complementario de elección es el estudio radiográfico (por lo menos dos incidencias). El tratamiento es quirúrgico y consiste en la utilización clavos intramedulares, placas y tornillos y fijación externa con tutores. En el caso de fracturas incompletas, lo ideal es el reposo en un box y control radiográfico para evaluar su evolución. El pronóstico es en general de reservado a grave; dependiendo del sitio y tipo de fractura (cerradas o abiertas), siendo las fracturas incompletas de mejor pronóstico. ARTICULACION DEL TARSO ENFERMEDAD ARTICULAR DEGENERATIVA DE TARSO Es una enfermedad de curso crónico e insidioso que puede afectar a los equinos de cualquier edad, y que puede involucrar a todas o alguna de las tres articulaciones distales poco móviles del tarso y / o a la articulación tibiotarsiana. Se trata de una afección de alta incidencia que debe tenerse en cuenta entre los diagnósticos diferenciales de cualquier caballo que presente una claudicación del miembro posterior. Su inicio suele tener poca relación con el tipo y cantidad de trabajo; sin embargo varias investigaciones indican que los equinos trotadores tienen alta incidencia a edades particularmente tempranas. La artrosis de tarso tiene un origen multifactorial y los aspectos más importantes son en primer lugar la conformación y en segundo en orden de importancia, el traumático. Los animales con conformación de sentado de garrones, y la de cerrado de garrones, están más predispuestos a sufrir la enfermedad articular degenerativa tarsiana, al incrementarse los esfuerzos sobre esta articulación, especialmente sobre su cara medial. También deben considerarse los entrenamientos inadecuados, por excesivos o por irregulares o intermitentes. Los signos iniciales son los clásicos de la enfermedad articular degenerativa. El animal con artrosis társica puede presentar deformaciones localizadas de ubicación variable. Estas deformaciones duras con ubicación precisa recibe los siguientes nombres propios: Esparaván: cara antero-disto-medial del tarso Corvaza: en antero-disto-lateral del tarso Trascorva: cara caudal del tarso (ligamento plantar del tarso) Corva: enfermedad articular degenerativa de la articulación tibioastragalina, responsable de los movimentos de flexión y extensión No todos los animales con artrosis társica se presentan con claudicación de un miembro posterior, en general el propietario consulta por un conjunto de problemas: falta de propulsión, alteraciones en los miembros diagonales, que disminuye el rendimiento en el salto: se niega o no salta como antes, suelen ser frecuentes los dolores de lomo asociados a este problema. Es bastante típico que la claudicación no mejore ni empeore sensiblemente a medida que transcurren los días, tanto si se obliga a trabajar los animales como si se los deja en reposo y sin tratamiento. Cuando se observa al equino en estación, se ve que apoya el miembro afectado en pinzas, teniendo en semiflexión las articulaciones del miembro posterior y el ángulo del ilion descendido, esta postura alterna con apoyos completamente normales (característica que no se aprecia en caso de procesos dolorosos del casco). A veces sucede que los equinos afectados durante la estación realizan flexiones bruscas del miembro enfermo elevando bastante el casco del nivel del suelo (arpeo). Durante la marcha, se observa que el miembro enfermo arrastra la pinza del casco produciendo mayor desgaste a este nivel. Al trote, se ve que el miembro enfermo realiza dos movimientos exagerados: más abducción que el sano (el casco pisa en actitud de izquierdo) y todas sus articulaciones se flexionan más que las de la extremidad sana (excepto el tarso). Los movimientos son menos amplios: la elevación del casco durante la marcha es menor en el miembro enfermo, la cual es suplida en parte por la marcha en abducción y la mayor flexión del resto de las articulaciones del miembro enfermo. La claudicación es de tipo mixto (elevación y apoyo), y se manifiesta más en frío (aunque pueden encontrarse casos de pacientes que claudican con intensidad que no decrece ni con el ejercicio ni con el reposo). Puede ser uni o bilateral; en este último caso, casi siempre el miembro que duele más enmascara el cuadro, que puede aclararse con anestesias intraarticulares. La prueba de la flexión forzada del miembro posterior no es específica a la hora de determinar con exactitud el punto doloroso. Esto se debe a que por acción del aparato recíproco del miembro posterior, cuando se flexiona el tarso también se están flexionando la babilla y la cadera. La aparición o aumento de la claudicación al cambiar con rapidez de dirección durante el trote a la cuerda en círculos, principalmente si la vuelta se efectúa sobre el miembro enfermo, es constante (por eso se debe hacer esta prueba en todos los casos de diagnóstico dudoso). Cuando la enfermedad ha cursado un tiempo mínimo, se comienza a evidenciar la atrofia de los músculos glúteos, lo cual es fácil de observar comparando ambas extremidades. Se debe descartar la posibilidad de trastornos localizados en la columna vertebral determinando el grado de movilidad del lomo. Debe examinarse minuciosamente el miembro afectado, de distal a proximal. En muchas oportunidades es necesaria la realización de bloqueos anestésicos para ir descartando, como fuente del dolor, las estructuras distales del miembro. Habiendo finalizado esta etapa, lo ideal es seguir con la anestesia intrarticular de las articulaciones tarsometatarsiana e intertarsiana distal. Luego debe pasarse al bloqueo de la articulación tibioastragalina. También puede realizarse el bloqueo de los nervios tibial y peróneo pero pueden inducir a errores, por lo inespecífico de sus resultados. Es importante considerar la anestesia de la bolsa cuneana ya que la bursitis cuneana, en caso de lesión, colabora sustancialmente a la producción de dolor. El diagnóstico radiológico debe realizarse con 4 incidencias: AP – APLO – APMO - LM. Las alteraciones radiológicas características de la artrosis de tarso son el desarrollo de neoformaciones óseas localizadas en el reborde articular, las que varían en extensión. Los grandes entesofitos, suelen observarse en el lugar de inserción del gran ligamento dorsal y también en distal del mismo, sobre la parte dorsal del gran metatarsiano. Otros hallazgos radiológicos son la pérdida de la interlínea entre las articulaciones del tarso y la presencia de grados variables de radiolucidez en los bordes articulares (reorganización ósea). En la mayoría de los casos el diagnóstico radiológico es muy claro. Sin embargo es bueno recordar que las evidencias obtenidas radiológicamente deben considerarse en conjunto con los datos obtenidos en el examen clínico y no aisladamente. El pronóstico dependerá de la actividad del animal; siendo más favorable en procesos recientes y en animales bien aplomados. Con respecto al tratamiento, debe considerarse que, en general, en las artrosis el reposo no es aconsejable, sugiriéndose siempre un ejercicio mínimo. Hay quienes opinan que retirando de la actividad al equino durante un período variable de dos a seis meses manifiestan mejoría, pero lo concreto es que, en la mayoría de los casos los signos clínicos reaparecen una vez reiniciado el trabajo. Los casos que mejoran son los que padecen periostitis leves o entesopatías incipientes. El ejercicio bajo los efectos de drogas antinflamatorias puede utilizarse con ventaja cuando el diagnóstico inicial es dudoso: un nuevo examen después de 4 - 6 meses, período durante el cual se aplicó el mencionado régimen terapéutico, mostrará las alteraciones radiológicas típicas, permitiendo realizar un diagnostico exacto. La utilización de ácido hialurónico intraarticular, es una técnica que se realiza con mucha frecuencia, con buenos resultados. En general hay mejoría en el cuadro clínico, pero suelen ser necesarias de 3 a 5 infiltraciones sucesivas. Debe considerarse esta herramienta terapéutica como paliativa, ya que el daño articular, ya esta establecido. Los tratamientos con glicosaminoglicanos en forma sistémica han demostrado tener resultados clínicos alentadores, si bien no existen resultados concluyentes. Con el objeto de tratar exclusivamente el dolor, se utilizan infiltraciones perineurales de sales de amonio, fenol, o incluso eter en pequeñas dosis. Con el fin de lograr un bloqueo adecuado se infiltran los nervios peróneo superficial, peróneo profundo, Tibial y Safeno. Siempre debe recordarse que si se utiliza un corticosteroide intraarticular, ello debe ser seguido de un reposo no menor de un mes con el fin de permitir una recuperación adecuada. El corticosteroide tiende a enmascarar la lesión y además sus microcristales son traumáticos para las estructuras articulares. El principal problema es que los períodos de reposos recomendados no condicen con las necesidades de entrenadores y propietarios ansiosos. La termocauterización en puntos es probablemente la técnica más antigua en el tratamiento de la enfermedad articular degenerativa, se basa en la producción de una reacción inflamatoria masiva sobre la articulación. De esta forma se promovería el proceso de artrodesis. Sin embargo teniendo en cuenta la cantidad de destrucción cartilaginosa que es necesaria para lograr este resultado con procedimientos quirúrgicos contemporáneos es poco probable que la reacción inflamatoria periférica pueda hacer algo más que exacerbar la enfermedad. Otra técnica es la tenotomía cuneana (corte de la rama cuneana del M. Tibial anterior). El tendón cuneano discurre sobre la cara medial del tarso y es lubricado en su pasaje por la bolsa cuneana. En general se encuentra sobre la articulación intertarsiana distal y ocasionalmente sobre la tarsometatarsiana, razón por la cual su corte elimina tensiones sobre la zona descripta. La operación de Wramberg consiste en la realización de una serie de incisiones en forma de diamante en la fascia subyacente que recubre la cara dorsomedial del tarso. La técnica sustenta su beneficio en la producción de una denervación parcial de la zona. La artrodesis quirúrgica es exitosa en la osteoartritis del tarso, pero solo es aplicable en las articulaciónes tarsometatarsiana e intertarsiana distal por ser las menos móviles. OSTEOCONDROSIS DEL TARSO Existen varios lugares dentro de la articulación tibiotarsiana donde asienta esta enfermedad. Mencionados en orden decreciente de frecuencia ellos son: el extremo craneal de la eminencia sagital media de la tibia, el reborde troclear lateral del talus, el maléolo medial de la tibia y el reborde troclear medial del talus. Pueden encontrarse varias lesiones pero lo más frecuente es que se encuentre afectado uno solo de los sitios mencionados. Las lesiones suelen ser bilaterales. No es raro a la inspección detectar un desarrollo repentino de tumefacción de la cápsula articular y claudicación. A veces pueden no existir signos clínicos debido probablemente a que todavía no se ha desarrollado el proceso osteocondrótico, es decir, la ruptura del cartílago. En general la claudicación tiende a ser leve, a pesar de que a veces la deformación articular es importante lo cual constituye un punto diagnóstico. El diagnóstico se realiza teniendo en cuenta la deformación articular de aparición repentina con ectasia bilateral de la articulación tibiotarsiana, la edad del paciente (en general menor de 2 años). Suelen ser suficientes solo dos incidencias radiológicas para evaluar los lugares de asiento más frecuente. Para poner en evidencia las lesiones sobre la parte dorsal y distal de la tibia se necesita una incidencia lateral, mientras que para el cóndilo lateral la proyección de elección es PDLMO, a 45 grados. Las lesiones se presentan como una fragmentación del cóndilo distal o un aplanamiento del contorno del mismo. Las lesiones en la tibia aparecen como fragmentos desunidos sobre la cara craneal de la eminencia sagital. Con respecto al tratamiento, cuando aparece una distensión articular y claudicación sin lesiones en el examen radiológico se indicará el reposo, recurriendo al lavaje articular para reducir la tumefacción a través de la eliminación mecánica de materiales tóxicos para la membrana sinovial. Cuando aparecen signos y la lesión es identificable radiológicamente, esta indicando el tratamiento quirúrgico que consiste en la eliminación quirúrgica de los fragmentos, el curetaje del hueso subcondral expuesto y el posterior lavaje de la articulación, por vía artroscópica. ARTROSINOVITIS CRONICA DEL TARSO La deformación correrspondiente a esta enfermedad se evidencia sobre la cara anteromedial del tarso (es en general la de mayor volumen), y a cada lado, en pósterolateral y pósteromedial, inmediatamente dorsal a la tuberosidad calcánea. Esta deformaciones deben diferenciar de la distensión de la vaina tendinosa del flexor profundo que se localiza por encima y por detrás de los fondos de sacos articulares. En la artrosinovitis se percibe con gran facilidad la fluctuación del líquido articular. Si ejercemos presión sobre una de las deformaciones las otras aumentan de volumen momentáneamente, lo que indica su intercomunicación. La artrosinovitis puede ser una enfermedad primaria, pero, normalmente, es una manifestación clínica de distintos traumatismos, en especial los microtraumatismos que se producen durante toda la vida del enfermo, de osteocondrosis o de enfermedad articular degenerativa. Se la asocia también con conformaciones deficientes y con alteraciones en el balance mineral o vitamínico. El tratamiento estará orientado a solucionar la causa de base o será paliativo. FRACTURA DEL CALCANEO Es el hueso del tarso que con más frecuencia se fractura. Esta fractura generalmente se produce por tracciones del tendón de Aquiles. En esta situación el animal esta imposibilitado de apoyar normalmente el miembro, y si lo hace el tarso desciende, apoyando el metatarso en el piso. A la palpación se encontraran síntomas comunes a toda fractura (crepitación, movilidad anormal, dolor, tumefacción). La mayoría de las veces la porción superior del calcáneo fracturado se halla unido al tendón de Aquiles y por la retracción de este, separado y llevado hacia la pierna. El tratamiento consiste en la fijación quirúrgica e inmovilización de todo el miembro, procedimiento en general difícil y poco exitoso. Las fracturas del talus y distal de la tibia se tratan por medio de la reducción y compresión interfragmentaria. El pronóstico es de reservado a grave. FRACTURAS INTRAARTICULARES DEL TARSO El mecanismo de producción más frecuente es el directo, como por ejemplo, patadas con otros caballos, o contra las paredes del box o vallados. Las fracturas pueden ser articulares o extraarticulares. En la fracturas articulares, desarrolla una claudicación severa y distensión capsular aproximadamente a la hora de producido el trauma. La claudicación es de comienzo agudo, acompañada de deformación de tejidos blandos y la propia articulación, por lo que se debe indicar un estudio radiográfico completo. El tratamiento es quirúrgico, ya sea por procedimientos tradicionales o a través de artroscópica por medio de la cual, se eliminaran los fragmentos y se curetea el lecho fracturario. Los fragmentos grandes pueden eliminarse si la reducción quirúrgica es dudosa o si no se consigue su correcta alineación. Existen excepciones en los que no se pueden eliminar, como los fragmentos óseos correspondientes al origen o inserción de los ligamentos más importantes. En todas fracturas intrarticulares el pronóstico debe ser reservado, ya que generalmente lleva a una al desarrollo de enfermedad articular degenerativa. Un diagnóstico y tratamiento precoz mejora la evolución y por ende el pronóstico. BURSITIS CALCANEA Es la inflamación de la bolsa superficial ubicada entre la tuberosidad calcánea y la piel (también llamada agrión). La causa más común corresponde a los traumatismos repetidos, como por ejemplo caballos que se apoyan contra las paredes del box. No es una afección claudicógena, pero es una alteración estética. Para su tratamiento se realiza la punción exploradora y evacuadora, infiltrando un corticosteroide de depósito dentro de la bolsa. Es importante buscar la causa que lleva a la lesión para eliminarla. En general, como tiende a la cronicidad, el tratamiento muchas veces no suele dar los resultados esperados. Las recidivas son frecuentes. El resultado terapéutico en las bursitis crónicas es más problemático. Pueden emplearse pincelaciones con dimetilsulfoxido; los cáusticos o la termo-cauterización tampoco ayudan demasiado. El tratamiento quirúrgico (eliminar la bolsa) es relativamente simple, pero se debe considerar el trastorno operatorio: el espacio muerto creado durante la cirugía, la necesidad de un colgajo cutáneo grande unido a la movilidad de la zona ocasiona un alto porcentaje de dehiscencia de la herida, o trastornos en la cicatrización (formación de tejidos de granulación); que si ocurren suelen ser de peor pronóstico que la bursitis misma. LUXACION DEL TENDÓN DEL FLEXOR SUPERFICIAL El tendón del flexor superficial al llegar al hueso calcáneo se ensancha y forma una especie de casquete en el que queda perfectamente encastrada la tuberosidad calcánea con lo cual el tendón queda en posición relativamente fija; es mantenido en posición por medio de dos cintas tendinosas que partiendo de la superficie ensanchada del tendón, se inserta a uno y otro lado de la tuberosidad calcánea. Existen causas predisponentes como debilidad congénita de los ligamentos laterales y concavidad insuficiente del casquete de protección del calcáneo. Como causas determinantes se mencionan traumatismos directos, o indirectos (esfuerzos violentos realizados por el tendón, saltos, caídas, subidas a cuestas empinadas, etc.). Al obrar sobre el tendón las causas citadas se produce la ruptura de uno de los ligamentos laterales del casquete y desarrolla la luxación; pasando el casquete y el tendón a ocupar la cara del tarso opuesto al ligamento roto. La luxación externa o lateral es la más frecuente por ser el ligamento interno el más débil, pero también puede presentarse la luxación interna. La claudicación es intensa; en algunos casos en los primeros pasos el paciente arrastra el casco mientras que en otras lo eleva de modo excesivo. El tarso se dobla excesivamente al apoyar el miembro correspondiente. A medida que el animal camina las irregularidades de la marcha desaparecen. Normalmente se ve en la cara externa del tarso un abultamiento que desfigura la región. Con el miembro colocado en posición “de herrar” el tendón se reubica con relativa facilidad, pero se vuelve a luxar al primero o segundo paso. La zona se encuentra bastante dolorida a la palpación presión y la punta del tarso suele encontrarse mas baja que la del miembro sano. El tratamiento médico consiste en colocar un cáustico de contacto o inyectable en el ligamento afectado. El tratamiento quirúrgico consiste en la colocación de una malla quirúrgica para fijar y reforzar la inserción. TENOSINOVITIS DE LA VAINA DEL TENDON DEL FLEXOR PROFUNDO La causa más frecuente es el trauma que provoca daño al tendón, la vaina y/o del propio sustentáculo. A la inspección se observa la distensión de la vaina tarsiana como una deformación blanda, llena de líquido ubicada en la depresión que se encuentra entre el tendón de Aquiles y la parte caudal de la tibia. Esta deformación se observa tanto de lateral como de medial. Dicha deformación es ligeramente elongada paralela al eje longitudinal de la tibia, pero si el contenido aumenta adopta la apariencia de una pesa situada debajo del tendón de Aquiles. Puede provocar claudicación variable y la prueba de flexión del tarso suele ser positiva. En los casos crónicos el reposo suele reducir el tamaño de la deformación pero vuelve a su tamaño después el ejercicio. La deformación será fluctuante o compacta, dependiendo del curso (ya que puede establecerse una sinovitis villonodular). En base a los signos enunciados, se debe diferenciar de la ectasia de la articulación tibiotarsiana. Para el diagnóstico son de utilidad las radiografías de contraste y los estudios ecográficos. El tratamiento se realiza por punción evacuadora, infiltración con corticosteroides de deposito, infiltración con acido hialurónico, fisioterapia y eventualmente cirugía, etc. El pronóstico es reservado a desfavorable por la alta tendencia a recidivar. ARPEO Es una flexión involuntaria del tarso durante la progresión que puede afectar a uno o ambos miembros posteriores. La enfermedad puede tener un origen nervioso (por degeneración del nervio ciático o peróneo o por lesiones de la médula espinal). La mayoría de las veces se considera que este estado se produce por un compromiso del extensor digital lateral que se origina en el ligamento lateral de la articulación femorotibirotuliana y peroné y se inserta en el tendón del extensor largo 10 - 12 cm debajo del tarso. Contribuye a la acción del extensor largo (extensor del dedo y flexor del tarso) fijando la articulación femoribiorrotuliana. Los signos son sumamente variables exhibiendo, en algunos casos una flexión muy leve del tarso cuando caminan, mientras que otros presentan un marcado movimiento de resorte que hace que el casco llegue muy cerca del abdomen y muchas veces la cara anterior del nudo puede contundir el abdomen. Algunos animales muestran alteraciones a cada paso y otros esporádicamente. Los signos aumentan si se hace doblar o retroceder al animal. El trastorno locomotor es de fácil diagnóstico pero a veces los signos están ausentes en el momento del examen. Se debe realizar diagnostico diferencial con el enganche rotuliano y la miopatía fibrótica El tratamiento, en casos de intoxicación por toxinas (pasturas) se basa en la utilización de complejo vitamínico B, corticosterides y gangliosidos. Se ha utilizado también con éxito fenitoina. Si existe compromiso del extensor digital lateral el tratamiento es quirúrgico, consistente en la tenotomía del tendón del extensor digital lateral. RUPTURA DEL TENDON DE AQUILES Como causas predisponentes se citan la debilidad general, la tendinitis, el raquitismo y la osteomalacia, y como causas determinantes los esfuerzos exagerados, resbalones y los traumatismos directos. A la inspección, se observa la súbita y excesiva flexión del tarso en el apoyo, idéntico a lo descripto para la ruptura del calcáneo. La intensidad del cuadro clínico depende del tendón o de los tendones que se encuentren comprometidos. Cuando la ruptura es de ambos tendones, la flexión llega al máximo obligando al paciente a realizar el apoyo con la cara posterior del metatarso (posición de plantígrado). Se explica que la flexión del tarso sea tan exagerada debido a que rotos los tendones que componen el tendón de Aquiles, solamente se opone a la flexión del tarso, aunque muy débilmente el músculo flexor profundo de las falanges. El pronostico es desfavorable puesto que la ruptura total del tendón de Aquiles es prácticamente incurable en el caballo al igual que la ruptura total del tendón de los gastronemios. El tratamiento consiste en la colocación de un vendaje que inmovilice (yeso) totalmente la articulación tarsiana durante 40 o 50 días a fin que los cabos tendinosos se aproximen lo mas posible. Las suturas tendinosas no suelen tener éxito.