www.otse.digital PRINCIPIOS METAFÍSICOS DE LA REALIDAD Versión 1.0 2016 Índice Temático 1. Preliminares 2. La realidad es razonable: se debe buscar la razonabilidad en el orden 3. La principalidad del fin: lo que mejor explica algo y donde se deben concentrar las energías 4. Íntima relación del fin con la esencia: saber diferenciar las cosas 5. Las cuatro causas metafísicas: la mayor profundidad en la comprensión 1. Preliminares Este es un apunte sobre lo que hemos interpretado personalmente con relación a unos principios metafísicos principalmente relacionados con la Pedagogía de la Realidad. Es una síntesis de conceptos e interpretaciones de varios autores, entre ellos Joseph Ratzinger, Rubén Calderón Bouchet, Fernando Inciarte y Mariano Artigas. Está realizado con la finalidad que ayuden a quienes seguimos este enfoque Pedagógico a profundizar nuestra comprensión de la realidad, y que de ello nos sea especialmente una ayuda para su aplicación en nuestra vida diaria. 2. La realidad es razonable: se debe buscar la razonabilidad en el orden. La realidad la identificamos como “lo que existe”, lo que “tiene ser o existencia”, y se diferencia de “la nada” (lo que no tiene ser o existencia). Algo puede tener: a) existencia sólo en la mente, como por ejemplo: el número, la ciencia. Es producto del hombre y tiene fundamento en la realidad fuera de la mente, puesto que nada puede estar en la mente si antes no ha pasado por los sentidos. b) existencia en la mente y fuera de la mente, como por ejemplo este escrito o cualquier objeto material. c) existencia fuera de la mente, pero el hombre no ha podido incorporarlo a su mente, o quizás nunca pueda. Es evidente que el hombre no podrá abarcar el universo en toda su profundidad y extensión. www.otse.digital Hay dos concepciones principales que podemos tener con relación a la realidad: a) Es un cosmos o un conjunto ordenado de seres, que tiene una relación de prioridad y posterioridad con respecto a un principio ordenador. Este principio nos remite a una racionalidad o inteligencia ordenadora. b) Es un caos, donde hay un conjunto de seres yuxtapuestos ordenados por azar y necesidad, producto de relaciones aleatorias. Si aceptamos la primera posibilidad, el principio ordenador de la realidad será la Inteligencia o el Logos, todo estará de alguna manera relacionado y direccionado por ella. El hombre deberá descubrirla, traducirla o interpretarla para comprender mejor su sentido. En esta perspectiva se debe buscar la inteligibilidad o razonabilidad. Podremos captarla en la medida que identifiquemos las relaciones de prioridad y posterioridad con el principio ordenador. Esto quiere decir que todo no tiene el mismo valor ni la misma prioridad. Los otros principios metafísicos nos ayudarán a identificar lo principal de lo secundario, para poder dirigir mejor nuestras energías a lo primero. Este será principalmente un movimiento “descendente-ascendente”: primero, del Logos (Ser Inteligente) hacia el hombre, para luego el hombre ascender hacia el Logos. Aquí lo principal es el Logos o Dios que el hombre capta, para que luego con su transformación mejoradora, se eleve hacia el Logos o Dios. A esta posición por la cual se considera principal al Logos o Dios la denominamos trascendente: lo principal trasciende de nosotros, está fuera de nosotros. Desde esta perspectiva, algo será “razonable” en la medida que tenga un orden o disposición de sus elementos de prioridad o posterioridad con relación a un principio ordenador, que será el Logos o Dios. Si por el contrario, la “razonabilidad” que se expresa en el orden o disposición hacia un principio no se incorpora a nuestra convicción o preocupación, nos estaremos inclinando más (o menos) conscientemente hacia el caos. En él, como no domina la razonabilidad, es necesario que sea otro factor el que rija. El caos sin control es contradictorio (nada se puede sostener en él, atenta contra el ser). Por eso, en esta concepción el elemento de “orden” lo coloca el hombre a discreción, siendo esto su principal atractivo. Aquí la voluntad (que es voluble, cambiante) estará por delante de la razonabilidad. www.otse.digital Cuando la voluntad se prioriza por sobre la razonabilidad, se culmina necesariamente en un factor de poder que pretende unificar otras voluntades. Este es un movimiento “ascendente-descendente”: del hombre hacia sí mismo como Ser supremo –en el sentido de la no dependencia de alguien externo a él-, para luego “descender” hacia los demás hombres con el fin de dominio. Aquí lo principal es el hombre, que crea para ascender hacia sí mismo, y luego descender hacia los demás. A este movimiento donde el hombre es lo principal le denominamos Inmanente: lo principal no dale del hombre mismo. Si se elige esta alternativa, de alguna manera estamos incorporando una posición contradictoria, porque se afirma de alguna manera que el hombre es quien crea la realidad aunque haya evidencia que la realidad lo supera. En este caso, se puede deducir lo contradictorio o finalmente lo irracional de la postura que pretende “ordenar la realidad” por posiciones de poder, donde se considera a sí mismo de alguna manera, el principio absoluto y ordenador. La evidencia de las propias limitaciones y la de los demás bastan para llegar a esta conclusión en donde el hombre no puede ser el centro. Sólo hay que mirar su propia historia 3. La principalidad del fin: lo que mejor explica algo y donde se deben concentrar las energías Los antiguos pensadores griegos establecieron el principio que indica que todo obra por un fin. En el pensamiento filosófico que predomina en la actualidad, esto ha sido puesto en duda en la medida que se refiere a una finalidad extrínseca al hombre mismo. No obstante, en el hombre esto aparece como evidente, inclusive para aquel que expresa decididamente que no se mueve por ningún fin, porque esto ya manifiesta un fin en sí mismo. El pensamiento que se basa en el “vivir el hoy” (dejarse llevar por la mera existencia), equivale a que prevalezcan en la práctica los instintos sobre la razón. Tiene una finalidad consciente o encubierta de considerarse a uno mismo el centro de su vida, dejándose llevar por el propio querer y con la menor cantidad de límites posibles. Esta es una finalidad muy fuerte. El fin de algo es aquello que lo explica mejor, porque es lo que le da su sentido. Esto ya lo vieron los antiguos pensadores griegos y se presenta con cierta evidencia si se lo razona un poco. Estos pensadores pusieron el fin en la línea de la verdad y el bien, y lo identificaron con el Ser. Es decir que consideraban la plenitud de la realidad (lo que tiene existencia plena), como el fin que se debe alcanzar. En este planteo, queda claro que el hombre no puede producir su fin por sí mismo, sino que simplemente lo incorpora, ya que proviene de otro Ser superior que lo tiene en plenitud. www.otse.digital En este pensamiento, el fin no es considerado como lo último en el sentido cronológico, sino como lo pleno, lo completo, lo acabado. Muchas veces el fin se encuentra en el término de un proceso, pero no se relaciona con “término de algo”, sino con plenitud. Siguiendo con esta línea de pensamiento podemos establecer dos tipos de fines: a) el fin absoluto, del cual provienen todos los fines por participación, b) los fines intermedios o participados del fin absoluto, que como el término lo indica, son fines en la medida que contribuyen a alcanzar el fin absoluto. También podemos hablar de: a) Fines objetivos: son los que la realidad nos muestra como un camino más consistente de plenitud, de verdad, de belleza, de bien; b) Fines subjetivos: son los que nos mueven al actuar y que muchas veces no coinciden con los fines objetivos. Esta distinción es muy importante tenerla en cuenta, sobre todo en el análisis que se realiza en la actividad del hombre. La clave será identificar el Fin absoluto y los fines que mejor contribuyan a acercarnos a él. Al Ser absoluto lo denominamos Dios. Como ya vimos en el principio metafísico anterior, la realidad que proviene de Dios es inteligible, producto de una inteligencia ordenadora. Entonces, conocer su Proyecto y contribuir a él será el mejor fin que podamos plantear. Los fines intermedios serán los que mejor contribuyan a la búsqueda, identificación y realización de ese Proyecto. Las fuentes en donde buscar dicho Proyecto, y aquello que contribuya con él en nuestra vida, serán: 1º. El diálogo con Dios, que habla en nuestro interior, de los sucesos de la realidad, de otras personas, de la sabiduría humana consolidada a través de la historia. 2º. La misma realidad, especialmente los resultados del actuar del hombre en su transformación, tanto en la vida diaria como en la historia. De aquí surgen dos actitudes claves que deberemos incorporar como Criterio en nuestra vida: www.otse.digital 1° Estar especialmente atentos a buscar información sobre lo que Dios nos manifiesta de su Plan para nosotros. 2° Concentrar nuestras mejores energías y recursos en contribuir con nuestros pensamientos, acciones y actitudes a realizarlo en nosotros y ayudar a que lo realicen los demás, en especial los más cercanos. Para ello recomendamos preguntarnos siempre sobre el fin de lo que intentamos analizar o realizar, y tratar de establecer lo mejor posible su contribución o no al Proyecto de Dios. 4. Íntima relación de la esencia con el fin: saber diferenciar las cosas. En el primer principio metafísico, vimos el orden subyacente en todo el cosmos y que ese orden implica una relación de prioridad y posterioridad con relación a un principio ordenador: el Ser en plenitud. A este principio ordenador lo denominamos Dios, y es un ser inteligente (el orden presupone una inteligencia). Es la Suma Inteligencia ordenadora por la cual todas las demás cosas del cosmos están en relación de prioridad o posterioridad. El cómo Dios ha establecido esta disposición de todos los seres, es lo que denominamos Proyecto. En el segundo principio vimos la principalidad del fin, del sentido que le ha dado Dios a todas las cosas disponiéndolas para alcanzar su plenitud. Esa plenitud, completamiento o acabamiento de todas las cosas se alcanza cuando en su desarrollo se unen al Ser, ya que en esa unión alcanzan su plenitud. Los filósofos griegos denominaron “esencia” a lo que cada cosa “es en sí”, y por lo cual se diferencia de las demás cosas. Lo que cada cosa es en sí ha sido establecido por Dios, y está relacionado principalmente con el sentido que tiene dentro de su Proyecto. Por ende, podemos decir que la esencia de algo (o lo que algo es en sí y lo diferencia de otro) está directamente relacionada con el fin, con su contribución al Proyecto de Dios. El pensamiento filosófico dominante en la actualidad establece el relativismo. Afirma que las cosas existen en la medida en que son interpretadas por el hombre. En este pensamiento, lo “externo” al hombre se presenta como artificial, impuesto o inventado por el mismo hombre para dominar. No contempla “esencias” o algo que haga que las cosas sean objetivamente, independientemente de la intervención del hombre. Dentro de este pensamiento, la diferenciación de las cosas se establece a partir del nivel de utilidad que tienen para el hombre. Es más importante lo que es más útil para los fines subjetivos. www.otse.digital Pero esto ya vimos que es contradictorio, puesto que los fines subjetivos del hombre no pueden ser parámetro para medir el nivel de importancia de las cosas. Al carecer de objetividad fuera de la interpretación del mismo hombre, carecen de universalidad (no pueden aplicarse más que en una porción de tiempo y espacio determinado), dando lugar a la arbitrariedad. Solo basta con observar la historia. El hombre es consciente de que hay cosas más importantes que otras, independientemente de nuestra interpretación. La misma realidad a diario nos lo demuestra. No todo da lo mismo ni tiene el mismo valor. Los griegos establecieron que para poder identificar lo más importante, se debe reconocer la esencia de la cosa y su íntima relación con el fin. Establecer la relación de todo hecho y/o cosa con lo que es en sí (y lo que lo diferencia de otro) y su contribución al fin, es clave para establecer que algo sea principal con respecto a otra cosa. Para poder establecer la importancia de algo, se debe identificar qué es en concreto. Para ello, se debe preguntar por el fin o por el acabamiento o plenitud de lo que estoy indagando. Si quiero identificar la importancia de un hecho o de una cosa en la vida, debo preguntarme primero “qué es en sí” ese hecho o esa cosa, y “cómo se diferencia de otro hecho y otra cosa”. Y para establecer qué es en sí algo, debo preguntarme por el fin: ¿para qué es esa cosa? ¿por qué hago lo que hago? ¿cuál es la plenitud o acabamiento de esa cosa o ese hecho? Y esto debo relacionarlo con el Proyecto de Dios. En la medida que contribuye más o menos a su desarrollo, será de mayor o menor importancia. ¿Por qué es importante conocer lo que algo es en sí, y establecer su importancia? Ya los griegos establecieron esto y en ello basaron el desarrollo de la “cultura sobre la barbarie”. Invertir los recursos y energías en lo más importante, hace que se tenga mayor posibilidad de alcanzar la plenitud. Pero además descubrieron otro gran beneficio: simplifica la vida. Hace que se desperdicien menos energías y recursos en cosas y acciones que no conducen a la plenitud, produciendo mayor tranquilidad y menor roce en las relaciones humanas. Como dijimos, no todas las cosas son lo mismo ni todas las acciones tienen el mismo efecto. La realidad tiene un orden inteligente, descubrirlo nos ayudará mucho a diferenciar lo importante de lo secundario. 5. Las cuatro causas metafísicas: mayor profundidad en la comprensión de algo. www.otse.digital Algo o cualquier cosa, es evidente que no existe por sí mismo, sino que su existencia depende de su interrelación con otros seres. Nada es causa de sí mismo en el ser, sino que todo es causado por otro. Este es un principio que establecieron los antiguos pensadores griegos y que si bien se presenta como evidente, no son evidentes una serie de conclusiones que establecieron a partir de ello. La conclusión más importante se denominó “principio de causalidad”: algo o cualquier cosa que exista debe tener como mínimo cuatro causas, o debe estar relacionado con cuatro causas para que pueda existir. Dos externas a la cosa en sí, y dos internas: Causas externas: 1) El fin para el cual existe (CAUSA FINAL) 2) Aquello que lo ha puesto en existencia (CAUSA EFICIENTE) Causas internas: 3) La disposición o capacidad para ser algo específico (CAUSA MATERIAL) 4) Aquello por lo cual es algo específico y lo diferencia de otra cosa (CAUSA FORMAL) En las cosas físicas es más fácil identificar las cuatro causas, por ejemplo en este escrito: la causa final es la finalidad para lo cual está hecho (ayudar a comprender mejor la aplicación de las cuatro causas); la causa eficiente es quién lo idea y realiza (en este caso el que lo está escribiendo); la causa material es todo aquello que materialmente dispone para que este escrito sea lo que se ha pensado y no otra cosa (la computadora, el software, el estilo de escritura y la distribución en el escrito, etc.) y la causa formal es aquello que hace que este escrito sea lo que se propuso el que lo ideó, y que cumpla con su finalidad (el contenido y su explicación). La causa eficiente en la actividad humana (la que la pone en movimiento) puede ser última. Entonces nos remite a Dios y a su Plan, ya que todo depende de Él en su existencia, salvo aquello que contradice o no contribuye con su Plan (que proviene únicamente de nosotros). La causa eficiente remota hace referencia a otras personas que nos ayudan a realizar lo que estamos analizando. También la causa eficiente puede ser próxima, y entonces debemos hacer un análisis de los motivos o móviles espirituales y psicológicos que han originado el escrito a quien lo escribe (qué es aquello que me ha llevado a hacer lo que hice). www.otse.digital La causa material es todo aquello que me dispone (ayuda o dificulta) desde el punto de vista físico-material para realizar la acción. La causa formal es la acción que he realizado en sí misma, y que la diferencia de otra acción. Como ejemplo tomaremos una actividad diaria que solemos analizar para mejorar: la relación “mi esposa- mi esposo”. Para este ejemplo se ha tomado una situación hipotética. La causa final objetiva generalmente la deberemos buscar consultando autores confiables, en este caso, sobre las relaciones esposa-esposo. Habiendo consultado a varios autores, que se han considerado confiables, llegamos a la conclusión que están de acuerdo en que dicha relación debe ser primeramente de donación, es decir, que cada uno tenga en cuenta primero el bien del otro, que sea comprensivo, paciente, sacrificado y con constantes muestras de amor en pequeñas cosas de cada día. Esta sabiduría humana normalmente es lo que podemos establecer más cercana al Proyecto de Dios. La causa final subjetiva es la finalidad que me he propuesto con esta relación. Aquí debo reflexionar con profundidad y sinceridad si principalmente hay una finalidad de donación (pensando principalmente en el otro), o hay una relación de cierta utilidad (pensando principalmente en mí). La causa eficiente última es Dios, y por ello debemos acudir a Él para su ayuda. Esto que parece algo que normalmente lo tenemos asumido, pero es importante hacerlo presente en la reflexión causal porque nos recordará qué debemos hacer principalmente para mejorar algo-. La causa eficiente remota hace referencia a la intervención de otras personas que nos ayudan a realizar la acción. En este caso podría ser el esposo-esposa con sus consejos, o los hijos o algún entendido del tema. También es importante identificar la causa eficiente próxima que hace referencia a los motivos espirituales y psicológicos que nos llevan a tener la relación que tenemos con nuestra esposa-esposo. Como por ejemplo, amor/odio, simpatía/antipatía, atracción/falta de atracción sexual, ternura/falta de ternura, cariño/falta de cariño, ganas/desganas, etc. La causa formal es la acción misma que hacemos. La debemos describir con la mayor diferenciación posible, precisando qué hace que la diferencie de otras acciones, incluso parecidas. Por ejemplo, podría ser lo que generalmente hago, y lo que ha sido generador de que quiera mejorarla…Ejemplo: generalmente le contesto de mala forma o no tengo un trato cariñoso, etc. www.otse.digital La causa material es todo aquello material o físico que dispone para que la acción se realice. Aquí conviene analizar lo que material o físicamente ayuda, en concreto, a la mala disposición que estoy teniendo para contestar de forma poco amable o poco cariñosa. Por ejemplo: que vengo muy cansado del trabajo, o que generalmente estoy disconforme en mi casa y de mal humor, o que mi esposa/esposo no se cuida físicamente o en cómo arregla, etc. Aplicar las cuatro causas a las actividades diarias exige un esfuerzo mayor que el aplicarlo a algo físico, porque incorpora el análisis de algo que realiza un ser físico-espiritual. En toda actividad humana, la finalidad puede ser: a) Objetiva-extrínseca: posee una finalidad que en definitiva proviene del Proyecto o Plan de Dios. b) Subjetiva-intrínseca: el fin que la persona se ha propuesto con la actividad. Lo ideal es que estas dos finalidades se vayan paulatinamente identificando, aunque ir incorporando el Proyecto de Dios exige un esfuerzo adicional. Para un mayor esclarecimiento sobre esto, recomendamos leer el apunte “Proyecto de Dios” (en www.otse.digital). Como podemos ver, luego de analizar las cuatro causas de una acción surgen muchos aspectos y aristas que normalmente no consideramos, o consideramos pero sin aplicar una relación de prioridad. Este análisis causal nos ayudará a identificar y concretar acciones que tengan mayores posibilidades de mejorar lo que nos proponemos, con un margen menor de ensayo y error, ayudando en gran medida a que sus efectos positivos sean más permanentes o duraderos.