1 Conservación Costera y Marina Los mares y océanos de la Tierra

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Conservación Costera y Marina
Los mares y océanos de la Tierra ocupan
alrededor del 71% de su superficie. Es allí donde
surgió la vida de nuestro planeta hace millones de
años. Estos ecosistemas de aguas saladas han sido
claves en el establecimiento y desarrollo de las
culturas humanas, que dependían de ellos para su
subsistencia. Por muchos siglos, la pesca y la
navegación comercial por los mares fueron
factores claves que estimularon el crecimiento de
las economías de las antiguas sociedades en
continentes como Europa, Asia y las Américas. Por cierto, muchas de las grandes
civilizaciones se establecieron sobre las costas de los mares, como es el caso del Mar
Mediterráneo donde los antiguos imperios de los egipcios, griegos y romanos se
desarrollaron. En la actualidad, grandes ciudades del mundo se ubican directamente en
las costas, o a las orillas de ríos navegables que se conectan con el mar. En regiones
insulares como el Caribe, los asentamientos mayores se encuentran en las costas donde
dependen, sobre todo, de los recursos naturales del mar y del acceso por la vía marina
hacia los mercados internacionales.
Cada vez es más conocido que los mares y
océanos del mundo sirven de hábitat para una
amplia gama de ecosistemas de gran valor
biológico, estético y productivo. Allí se
encuentran manglares y arrecifes, los pastos
marinos, las comunidades naturales a
profundidades abisales, sistemas pelágicos de mar
abierto, y microorganismos que se desarrollan en
las fisuras submarinas de los océanos.
Importantes grupos taxonómicos son las algas, las
esponjas, los celenterados (medusas y anémonas de mar que viven asociados formando
colonias, como los corales), los equinodermos (estrellas y erizos de mar), las crustáceas
(langostas, cangrejos, camarones), todo tipo de peces, reptiles (por ejemplo, las tortugas
marinas), aves marinas, y mamíferos como las ballenas, los delfines y las focas. Muchos
de los grupos de invertebrados sólo se encuentran en el mar. De hecho, la diversidad de
los arrecifes coralinos es tan grande que desafía la riqueza terrestre de plantas e insectos
de los bosques tropicales.
Amenazas principales para el ecosistema costero-marino
Desafortunadamente, en los últimos cincuenta años las costas, los mares y los océanos
han sufrido más y más por las grandes amenazas que afectan su integridad ecológica.
Algunas de las amenazas más graves son la sobrepesca, la contaminación a causa del
vertido de residuos, el desarrollo costero no planificado, y los cambios que resultan del
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calentamiento global, como el aumento del nivel del mar y los cambios en los sistemas de
circulación.
La sobrepesca, por ejemplo, que se manifiesta como la sobreexplotación de los bancos de
peces, pone en peligro la continua disponibilidad de esta importante fuente de alimento
del cual depende gran parte de las poblaciones humanas en el mundo. A raíz de la
sobrepesca de bancos de peces que han sido degradados por siglos, las flotas pesqueras
con su enorme capacidad de captura y almacenamiento comenzaron a buscar nuevos
bancos para explotar, en zonas más lejanas. Como consecuencia, ya se sobrepasaron los
límites del uso sostenible en gran parte de los océanos y mares del mundo. Esto ha
resultado en la pérdida de diversidad de especies marinas en muchos países.
Ahora, en cuanto a la contaminación del mar, se siguen arrojando grandes cantidades de
basura y desechos al mar. Muchas veces, los residuos contaminantes y sus sustancias
nocivas tienen su origen en la tierra y llegan al mar a través de los ríos y sistemas de
conducción. Al llegar al mar perjudican la reproducción de organismos como las
crustáceas y los peces, así afectando su uso como alimento para el ser humano. En última
instancia, la pérdida de especies costeras y marinas a raíz de estas causas antropogénicas
demuestra claramente que los ecosistemas de agua salada son tremendamente vulnerables
frente a la acción humana.
Diagnostico del recurso costero-marino en RD
Muy recientemente, en el 2009, la experta Felicita Heredia de la Universidad Autónoma
de Santo Domingo y del Equipo Ambiental de la Academia de Ciencias presentó el
importante estudio “Manejo integrado costero marino en la República Dominicana”. En
su amplio diagnostico del recurso costero-marino, y su manejo y conservación, ella
reporta que la costa dominicana –muy afectada por las amenazas humanas– tiene una
extensión de 1,576 km, incluyendo las islas, islotes y cayos, con 526 km en la costa norte
(33%), 374 km en la costa este (24%) y 675 km al sur (43%), más un total de 8,950 km2
de plataforma insular. Informa que la Costa Norte muestra una formación continua de
acantilados y playas, con la presencia de grandes estuarios y áreas de manglares, mientras
que la Costa Este se define por la presencia de relieves más bajos y extensas playas de
arena. La Costa Sur, por su lado, presenta también extensas zonas de playas, pequeños
acantilados, y playas de origen aluvial. Cerca de estas costas se ubican la Isla Saona, La
Catalina y Catalinita, Beata y Alto Velo. Los ecosistemas que allí se localizan y que
muchas veces forman parte de áreas protegidas, ya están altamente fragmentados, en vista
de que muy a menudo se cometen infracciones a la ley ambiental. En total albergan
alrededor de 2,000 especies de fauna marina, incluyendo anémonas, esponjas, medusas,
cangrejos, camarones, peces, tortugas, y ballenas, entre otros.
La especialista Heredia menciona como problemas principales que afectan los recursos
naturales de las costas dominicanas: a) la contaminación en los estuarios, las lagunas
costeras y el mar; b) la privatización e impedimento de entrada a las playas y zonas
costeras; c) la instalación de marinas y canales de navegación en lugares inapropiados; d)
la destrucción de la vegetación costera y de las dunas; e) el dragado de las costas y su
consecuente erosión de las playas; f) los daños a las playas y áreas de anidación de
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tortugas por el uso de vehículos de diversión ‘4x4’; g) los daños y la muerte a mamíferos
marinos (manatíes) por el uso de ‘jet ski’ y botes con motores fuera a borda; h) el
confinamiento de especies de mamíferos marinos en forma inadecuada; i) la modificación
del paisaje costero producto de destrucción de cabos y otros perfiles costeros; j) la
extracción de materiales para la construcción, de arenas en playas vírgenes para rehacer
playas degradadas, y de arrecifes de coral para la elaboración de joyas y otros tipos de
adornos; k) la destrucción de las áreas de praderas de yerbas marinas con pretexto de
limpieza de playa en áreas turísticas; l) la construcción de espigones; m) la falta de
planificación en cuanto a la instalación de infraestructura y obras de ingeniería por
encima de la capacidad de soporte del sistema; m) el secado de lagunas costeras para el
desarrollo de infraestructuras turísticas; n) la sobrepesca estuarina y en el mar, además
del uso de artes de pesca prohibidos; y, o) la pérdida de los lugares de desembarco de los
pescadores.
Lamentablemente, la necesidad de un manejo sostenible y una conservación adecuada de
la biodiversidad de las aguas costeras y marinas –tanto en la República Dominicana como
en muchos otros países– ha sido ignorada por mucho tiempo. Durante el Siglo XX, los
conservacionistas enfocaron su atención y energía principalmente en la preservación de
los bosques, praderas, desiertos, ríos y lagos de la porción terrestre del planeta.
Felizmente, al iniciarse el Siglo XXI, llegó la hora de la conservación costera y marina.
Cada vez más se está reconociendo la urgencia de la conservación y del manejo
sostenible de los recursos marinos de la Tierra.
Áreas Marinas Protegidas
Así, los más de 2,200 participantes al II Congreso Latinoamericano de Parques en
Bariloche, Argentina, declararon el período 2008–2018 como la Década de las Áreas
Marinas Protegidas, tiempo durante el cual se debe priorizar en la región la creación de
redes nacionales y regionales de áreas marinas protegidas y la gestión integrada de los
océanos para cumplir con los compromisos de alcanzar las metas del 2012 y 2015
definidas dentro del marco del Programa de Trabajo sobre Áreas Protegidas de la
Convención sobre Diversidad Biológica (CDB). En este sentido, es prioritario
incrementar durante este decenio el número y la superficie de las áreas marinas
protegidas en la región, tanto en las zonas costeras como en alta mar, que contribuyan a la
conservación de la biodiversidad y procesos marinos, a su manejo integrado y al
mantenimiento de las pesquerías sostenibles.
Afortunadamente, muchos países ya han hecho grandes avances con el desarrollo de
redes de áreas marinas protegidas para salvaguardar la biodiversidad de sus aguas
saladas, incluyendo la República Dominicana. Este último ya empezó a ordenar su
territorio costero-marino y fomentar un desarrollo sostenible de las zonas costeras. En la
actualidad, una importante porción de la costa dominicana ya se encuentra bajo algún
régimen de conservación costero-marina. Las áreas protegidas marinas más
sobresalientes son el Parque Nacional del Este, el Parque Nacional de Monte Cristi, la
parte marina del Parque Nacional de Jaragua, y el Santuario de las Ballenas Jorobadas en
el Banco de la Plata.
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El uso sostenible de los recursos costeros-marinos dominicanos
Además, la actual evaluación del impacto ambiental de las actividades que afectan las
zonas costeras y las zonas marinas está a cargo del Centro de Investigaciones de Biología
Marina (CIBIMA) de la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de Santo
Domingo (UASD), y la Secretaría de Estado de Agricultura, a través de la Subsecretaría
de Recursos Naturales y su Programa Ambiental Costero Marino. Desde mediados de los
años noventa, estas entidades se encargan de promover y desarrollar el uso sostenible de
los recursos costero-marinos dominicanos. Trabajan en conjunto con organizaciones no
gubernamentales sin fines de lucro que promueven la conservación de la diversidad
biológica marina a través de la investigación, la educación ambiental y la incorporación
de prácticas sustentables para el uso de los recursos marinos.
Un nuevo modelo de desarrollo sostenible y conservación costera y marina es el
desarrollo comunitario costero, que ya se está implementando en varios países,
incluyendo Puerto Rico y la República Dominicana. Programas que se basen en esta
estrategia tienen como meta el establecimiento del desarrollo sostenible como principio
fundamental para el uso y el desarrollo de las costas. El trabajo participativo que se
propone involucra a las comunidades costeras, las agencias gubernamentales, las
organizaciones no gubernamentales, los actores principales en la toma de las decisiones
relacionadas a los asuntos costeros, el sector privado y el público en general para
promover la capacitación en las áreas de desarrollo económico sustentable, desarrollo
inteligente y conservación de los recursos costeros. La filosofía detrás del concepto del
desarrollo comunitario costero de un novedoso programa que actualmente se ejecuta en
Puerto Rico, por ejemplo, es motivar a las comunidades costeras a conservar y a proteger
los ricos recursos naturales y costeros a través del desarrollo sostenible. Las actividades
del programa incluyen la capacitación y el adiestramiento sobre nuevas herramientas y
tecnologías disponibles en asuntos de planificación, desarrollo inteligente, desparrame
urbano y desarrollo económico sostenible.
En ese mismo sentido está funcionando en la República Dominicana, desde 1991, el
Centro para la Conservación y Ecodesarrollo de la Bahía de Samaná y su Entorno
(CEBSE). Su misión es lograr la conservación y el desarrollo sostenible de los recursos
naturales y culturales de la Bahía de Samaná y las áreas naturales que la rodean, con la
participación activa de las comunidades. Tiene como meta el mejoramiento del uso
sostenible de los recursos naturales de la región de Samaná, fomentando el desarrollo de
modelos de producción y servicios que mejoren la calidad de vida de las comunidades y
minimicen los impactos ambientales y culturales negativos. Es un excelente ejemplo de
cómo se puede manejar y conservar los recursos bióticos marinos a lo largo de la costa
hispañiola, en este particular caso en la muy diversa zona nororiental del país.
Esta organización dominicana (CEBSE) considera que el desarrollo humano y la
conservación de los recursos naturales deben ir de la mano y es necesario para
alcanzarlos, la integración y el trabajo coordinado de los sectores sociales y el estado en
los procesos de toma de decisiones y en la planificación y ejecución de actividades.
Desarrolla prácticas de conservación y desarrollo sostenible en las áreas de la Península y
la Bahía de Samaná, el Parque Nacional Los Haitises y la planicie costera Sabana de la
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Mar – Miches. Allí, sus tres líneas programáticas incluyen: 1) el desarrollo sostenible a
través del diseño e implementación de estrategias que armonicen el desarrollo económico
con la protección de los recursos naturales y culturales; 2) la conservación de la
biodiversidad mediante actividades de investigación, para conocer y mejorar el estado de
conservación de especies y ecosistemas en peligro de extinción o que son críticos para el
desarrollo; y, 3) la participación comunitaria y la educación ambiental involucrando y
fortaleciendo a los sectores de la comunidad que son importantes para el manejo
sustentable de los recursos naturales y culturales.
Se espera que con este tipo de iniciativas participativas se pueda cambiar el futuro
panorama de las costas y mares del mundo, sobre todo de aquellos países sumamente
ricos en flora y fauna marina como la República Dominicana. Solo de esta manera
podemos asegurar un futuro en el cual la biodiversidad costero-marina siga siendo viable
y siga brindándonos sus múltiples bienes y servicios de los cuales tantos seres humanos
dependen para su bienestar.
Kappelle, M. 2009. "Conservación Costera y Marina." En: Fundación Global Democracia
y Desarrollo (FUNGLODE)/Global Foundation for Democracy and Development
(GFDD). Diccionario Enciclopédico Dominicano de Medio Ambiente. Disponible en
línea en:
http://www.dominicanaonline.org/DiccionarioMedioAmbiente/es/cpo_conservacion_cost
era_bis.asp>
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