Limitaciones del empresario, secreto de comunicaciones, derecho a la intimidad Diferentes sentencias del Tribunal Constitucional analizan las limitaciones del empresario en relación a las controversias que pueden suscitar el derecho a la intimidad del trabajador y el secreto de comunicaciones, artículos 18.1 y 18.3 de la Constitución Española y el poder de dirección del empresario como elemento imprescindible para la buena marcha de la organización productiva. Éste último queda establecido en los artículos 33 y 38 de la CE y en el art. 20 apartado 3 del Estatuto de los Trabajadores, donde se reconoce al empresario la facultad de adoptar las medidas oportunas de vigilancia y control para la verificación del cumplimiento por parte del trabajador de sus obligaciones y deberes laborales, aunque preservando en su adopción y aplicación otro derecho fundamental como es la dignidad humana. La STC 170/2013 de 7 octubre de 2013 detalla que "el contrato de trabajo no puede considerarse como un título legitimador de recortes en el ejercicio de los derechos fundamentales que incumben al trabajador como ciudadano, que no pierde su condición de tal por insertarse en el ámbito de una organización privada” (STC 88/1985), y especifica que la inserción en la organización laboral modula aquellos derechos en la medida estrictamente imprescindible para el correcto y ordenado desenvolvimiento de la actividad productiva. Dado que uno y otro extremo pueden colisionar se expone la necesidad de que “los órganos judiciales preserven el necesario equilibrio entre las obligaciones del trabajador dimanantes del contrato de trabajo y el ámbito de sus derechos y libertades constitucionales, pues, dada la posición preeminente de éstos en el ordenamiento jurídico, en cuanto proyecciones de los núcleos esenciales de la dignidad de la persona (art. 10.1 CE) y fundamentos del propio Estado democrático (art. 1 CE), la modulación que el contrato de trabajo puede producir en su ejercicio ha de ser la estrictamente imprescindible para el logro de los legítimos intereses empresariales, y proporcional y adecuada a la consecución de tal fin”. El TC profundiza en la valoración individualizada de los dos derechos fundamentales que son invocados. La jurisprudencia del TC considera que el régimen de protección constitucional del derecho a la intimidad y derecho del secreto de comunicaciones son diferentes y autónomos. La doctrina Constitucional considera que la noción de intimidad es un concepto de carácter objetivo y material y que el ordenamiento jurídico protege, es "un ámbito reservado de la vida de las personas excluido del conocimiento de terceros contra su voluntad". Por contra, el secreto de las comunicaciones es un concepto formal, donde 1 puede haber una vulnerabilidad de las comunicaciones en un canal cerrado a través de la intermediación técnica de un tercero. El fundamento de protección del art.18.3 de la CE persigue que todas las comunicaciones se puedan hacer con libertad pero que no es extenso a todos los fenómenos de comunicación. El secreto de la comunicación no incide únicamente sobre el contenido, también con la identidad subjetiva de los interlocutores. Quedan fuera de la protección constitucional aquellas formas de envío de correspondencia en un canal "abierto" y no secreto, o aquellas comunicaciones "abiertas" a través de un canal que no sea confidencial. En las comunicaciones electrónicas en el ámbito laboral, juegan un papel importante las facultades de autoorganización, dirección y control de los empresarios que, no obstante, está sujeto a respetar los derechos fundamentales inherentes al trabajador o trabajadora. Éste puede ordenar y regular el uso de los medios informáticos de titularidad empresarial por parte del empleado con diferentes grados de intensidad o rigidez. Es por ello que el poder de control sobre las herramientas informáticas de titularidad empresarial puestas a disposición de los trabajadores se puede ejercer tanto a efectos de vigilar el cumplimiento de la prestación laboral realizada a través del uso profesional de estos instrumentos, como para fiscalizar que su utilización no se destina a fines personales o ajenos al contenido propio de su prestación de trabajo. Pero es especialmente relevante que el trabajador o trabajadora esté advertido de la prohibición del uso privado de los medios de la empresa, ya que por lo contrario supondría una vulneración del principio de seguridad jurídica. Pues un canal de comunicación "abierto" al ejercicio de poder de control reconocido al empresario y sometido a la posible inspección de este último queda fuera de la protección constitucional del art. 18.3 CE del secreto de comunicaciones. En relación al derecho a la intimidad, éste se extiende al contenido de los mensajes electrónicos. La jurisprudencia Constitucional considera que "el cúmulo de información que se almacena por su titular en un ordenador personal, entre otros datos, sobre su vida privada y profesional, forma parte del ámbito de la intimidad constitucionalmente protegido; también que el ordenador es un instrumento útil para la emisión o recepción de correos electrónicos, pudiendo quedar afectado el derecho a la intimidad personal “en la medida en que estos correos o email, escritos o ya leídos por su destinatario, quedan almacenados en la memoria del terminal informático utilizado". Igualmente, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (caso Copland, Reino Unido) expone que "los correos electrónicos enviados desde el lugar del trabajo” están 2 incluidos en el ámbito de protección del art. 8 del Convenio europeo para la protección de los derechos humanos y de las libertades fundamentales, por cuanto pueden contener datos sensibles que afecten a la intimidad y al respeto a la vida privada (§§ 41 y 44). En relación a todo ello, se especifica que, conforme a la doctrina Constitucional, "el derecho a intimidad no es absoluto, dado que puede ceder ante intereses constitucionalmente relevantes, siempre que el límite que aquél haya de experimentar se revele como necesario para lograr un fin constitucionalmente legítimo y sea proporcionado”, y considera que la doctrina Constitucional pone de relieve que el uso del correo electrónico por los trabajadores en el ámbito laboral queda dentro del ámbito de protección del derecho a la intimidad aunque también serán las circunstancias de cada caso las que finalmente determinen si su fiscalización por la empresa ha generado o no la vulneración de dicho derecho fundamental. Y vuelve a considerar importante el poder de autoorganización, dirección y control del empresario en ordenar y regular el uso de los medios informáticos de titularidad empresarial por parte los trabajadores, limitado todo ello por los derechos fundamentales. En cuanto a la proporcionalidad del acceso de la empresa a los correos electrónicos, enumera tres requisitos o condiciones: juicio de idoneidad, si tal medida es susceptible de conseguir el objetivo propuesto; juicio de necesidad, si no existe otra medida más moderada para la consecución de tal propósito con igual eficacia; juicio de proporcionalidad en sentido estricto, si la misma es ponderada o equilibrada, por derivarse de ella más beneficios o ventajas para el interés general que perjuicios sobre otros bienes o valores en conflicto. Por lo tanto, no todos los casos pueden ser tratados por igual. Es por ello que los elementos esenciales en cuestión, derechos fundamentales, ponderarán en un sentido u otro. Luis Ramos Poley Secretaria d’Acció Sindical de CCOO de Catalunya Aquest document forma part del: Butlletí d’Actualitat Jurídica i Sindical de CCOO-CERES 3