Las reformas estructurales que necesita México .................................................... 2 Introducción ......................................................................................................... 2 La primera hola de reformas estructurales .......................................................... 3 El fracaso de las primeras reformas macroeconómicas ...................................... 6 ¿Puede el gobierno mexicano cambiar su política macroeconómica? .............. 11 Una aproximación a las reformas que necesita México en materia macroeconómica ............................................................................................... 13 Reforma de política macroeconómica ............................................................ 14 Empleo ........................................................................................................... 17 La reforma laboral, en salud y social ................................................................. 19 Reflexiones finales: superar el conformismo social ........................................... 21 1 Las reformas estructurales que necesita México Araceli Damián1 Introducción En Diciembre de 2003 apareció una nota periodística que decía: “Mayor restricción monetaria del Banxico (Banco de México) sorprendió al mercado” (El Financiero, 13/Diciembre/2003). En ella se señalaba: “la actitud del Banxico conducirá a mayores tasas de interés … lo que provocará menor demanda interna y crecimiento”. Al día siguiente Guillermo Ortiz, Gobernador del Banxico, afirmaba que el país no había crecido lo suficiente por la falta de aprobación en el Congreso de reformas estructurales. No es casual tal afirmación ya que Ortiz está conciente de que la política monetaria aplicada desde el organismo a su cargo inhibe la inversión productiva, el crecimiento económico y la generación de empleos. No obstante, como buen defensor de los intereses de los organismos financieros internacionales aplica a ultranza los dogmas del llamado Consenso de Washington. ¿Cuáles son la reformas estructurales que requiere México?, fue el tema que se abordó en el seminario organizado por la Fundación Heberto Castillo en el mes de febrero de 2007. Las reformas discutidas en esa ocasión fueron la macroeconómica, la laboral; la de salud y la de desarrollo social. Los ponentes, todos ellos destacados académicos especialistas en cada uno de los tema, presentaron su visión sobre cuales deben ser las reformas estructurales que deben llevarse a cabo en nuestro país. Sus trabajos, constituyen una excelente agenda desde la izquierda en los cuatro temas de reformas analizados. José Luis Calva nos habló de las reformas macroeconómicas requeridas para superar el 1 Profesora-investigadora del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales, de El Colegio de México. 2 estancamiento económico que padece nuestro país desde hace 25 años; Graciela Bensusán nos habló de la necesidad de modificar las reglas de juego que rigen la legislación laboral, para lograr un balance entre flexibilización y la protección social, Asa Cristina Laurel analizó la forma en que se ha ido deteriorando el sistema de salud en nuestro país, proponiendo las modificaciones necesarias para revertir este proceso y Julio Boltvinik presentó las principales características de su iniciativa de Ley General de Desarrollo Social, en la que se plantea un nuevo enfoque de la política social, ligada a la política económica.2 El libro que presentamos ahora a su consideración compila los trabajos de Bensunsán, Laurel y Boltvinik. En cuanto a las reformas macroeconómicas que requiere nuestro país se discuten en este capítulo, retomando algunas de las ideas expuestas en el seminario por José Luis Calva.3 En nombre de la fundación agradecemos la participación de los ponentes, y de los trabajos presentados que han hecho posible esta publicación. La primera hola de reformas estructurales A lo largo de 25 años México ha sido el laboratorio por excelencia de las propuestas de políticas económica y social propuestas por los organismos de ayuda internacional, particularmente por el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). A pesar de los cambios trascendentales que han ocurrido en nuestro país, el crecimiento económico ha sido insuficiente y errático. Por tal motivo, antes de presentar cuáles fueron consideradas las reformas 2 En la mesa no se abordaron otras reformas estructurales que en este momento forma parte del debate nacional, particularmente la reforma en materia energética (petróleo, gas y producción y suministro de electricidad). Para quien esté interesado en este tema se recomienda consultar el libro Política energética, Agenda para el Desarrollo, Vol. 8, José Luis Calva (coord.), Miguel Ángel Porrua, UNAM y Cámara de Diputados, 2007. 3 Desafortunadamente no pudimos contar con una versión para publicación de la ponencia de José Luis Calva sobre la reforma macroeconómica, no obstante, a lo largo de esta introducción haremos referencia a comentarios vertidos por él, con base en la versión estenográfica de su presentación en el seminario. 3 macroeconómicas que requiere México, es necesario hacer un balance de lo que se ha denominado la primera hola de reformas. Las primeras reformas propuestas por los organismos internacionales tenían por objetivo estabilizar las economías afectadas desde finales de los setenta y principios de los ochenta por la drástica elevación en las tasas de interés internacionales y las fluctuaciones de los precios del petróleo. El FMI y el BM intentaban asegurar mediante tales reformas que los gobiernos de los países altamente endeudados recobraran la capacidad de pagar las deudas contraídas con los bancos internacionales. Los programas de reforma estructural incluyeron dos componentes principales. Por una parte, las políticas estabilizadoras, basadas en la reducción de gastos y en la política monetaria, formuladas para supuestamente restaurar el equilibrio en el corto plazo, centrándose en el control inflacionario y en la corrección de los desequilibrios en la balanza de pagos. Por otra parte, se formularon las políticas de ajuste estructural que se concentran en los aspectos de la oferta en la economía. Estas políticas involucran un esfuerzo deliberado por parte de los gobiernos para ajustar sus economías de acuerdo con los requerimientos de un mundo cada vez más globalizado. Las recomendaciones de política fueron la liberalización del mercado de bines mediante la desregulación de la economía; la privatización de empresas públicas; la fijación de precios a través de mecanismos de mercado, y la liberalización de los sistemas financieros. Uno de los principales propósitos del ajuste estructural fue reducir la intervención del Estado en la economía, especialmente en términos de la producción (como promotor de la agricultura, la industria, etc.) y las actividades financieras. 4 Pero las recomendaciones de política de los organismos internacionales buscaban reducir la intervención del gobierno no sólo en el ámbito económico, sino también en lo 4 En su intervención José Luis Calva señalaba que estas llamadas reformas estructurales se derivan de “la idea básica que viene de los tiempos de Adam Smith y de David Ricardo, que parte de la premisa de que la actuación de los agentes privados sobre mercados libres logran una mejor asignación de los recursos productivos y de esta manera se consiguen los mayores niveles de crecimiento económico y de bienestar. Sin embargo, continúa el expositor, paradójicamente, los países desarrollados, los exitosos, nunca han aplicado [las políticas contenidas en] el Consenso de Washington, [no han guiado sus economías basándose en] las reformas estructurales y ni han aplicado la ortodoxia del Fondo Monetario Internacional. 4 social. De ahí que el tema de las privatizaciones abarque aspectos tales como el de las pensiones, los servicios de salud, la educación, etc. Diversos estudios han mostrado que las políticas económicas recomendadas por los organismos internacionales tienen costos sociales en términos de pérdida de empleos e ingresos. Tales medidas han sido relacionadas con el deterioro de ciertos indicadores sociales, tales como la matrícula escolar, la alimentación y la salud (véase por ejemplo Cornia et al., 1987). En el caso de los países de América Latina Stewart (1995: 90) afirma que: [La] situación empeoró enormemente para los pobres de América Latina durante los ochenta, como resultado de la caída de los ingresos per cápita, el deterioro en la distribución del ingreso y la reducción en la dotación de los servicios sociales. La causa de este deterioro fue una macrosituación deflacionaria, que ni las medidas estructurales ni las políticas meso [meso-policies] contrarrestaron. En realidad, ambas medidas contribuyeron a esta situación, ya que las políticas estaban asociadas con el deterioro en la distribución del ingreso, además de que en la mayoría de los países se redujo la participación del gasto en las áreas de salud con respecto al presupuesto y al PIB. La respuesta de los organismos internacionales fue que tales males eran pasajeros y que sus propuestas impulsarían en el mediano plazo el crecimiento económico y, mediante la filtración por goteo de los beneficios, reducirían la pobreza. A partir de los cuestionamientos los organismos financieros propusieron políticas de “alivio” a los más desprotegidos, las cuales se centraron en la eliminación de beneficios generalizados o universales, para sustituirlos por los focalizados, al estilo de programas como Oportunidades. Sin embargo, los beneficios prometidos aun no llegan para las mayorías en el mundo. Por ejemplo, Joseph Stiglitz (2002) (Premio Nobel de Economía 2001 y ex Vicepresidente senior de Economía del Desarrollo y economista en jefe del Banco Mundial) plantea “el FMI ha cometido errores en todas las áreas en que se ha involucrado: desarrollo, manejo de crisis, y en la transición de países del comunismo al capitalismo. Programas de ajuste estructural no trajeron crecimiento económico sostenido aun en esos, como Bolivia, que se adhirieron a sus rigideces; en muchos países, austeridades excesivas reprimieron el crecimiento; programas económicos exitosos requieren cuidado en la secuencia –el orden den el cual las reformas ocurre –y en la velocidad ... Aun en esos países que han 5 experimentado un crecimiento limitado han visto los beneficios acumularse hacia los más ricos, y especialmente a los muy ricos –el decil 10 más alto –mientras que la pobreza se mantiene alta, y en algunos casos el ingreso de los de abajo ha caído (Stiglitz, 2002: 18). Más adelante sostiene “desilusión con el sistema internacional de globalización bajo las agencias del FMI crece a medida que se recorta el subsidio en combustibles y alimentos que consumen los pobres en Indonesia, Marruecos o Papua Nueva Guinea, en cuanto que aumenta el número de personas con SIDA en Tailandia como resultado del recorte en gasto en salud impuesto por el FMI; y en la medida en que familias en diversos países en desarrollo, al tener que pagar la educación de sus hijos bajo los llamados programas de recuperación de costos, se enfrentan con la difícil decisión de no enviar a sus hijas a la escuela (Stiglitz, 2002: 20).” Veamos que sucedió con México. El fracaso de las primeras reformas macroeconómicas Los planteamientos de política de estos organismos desconocen el importante papel que ha jugado el Estado en los países desarrollados y en los asiáticos, que exitosamente lograron alcanzar tasas de crecimiento económico elevadas, con el apoyo y participación directa de sus gobiernos en la economía. Stiglitz ha demostrado que las naciones que han manejado la globalización por sí mismas, como algunas asiáticas, se han asegurado en términos generales de obtener grandes beneficios y de distribuirlos eficientemente; estuvieron en condiciones de controlar los términos en que se involucraron en la economía global. 5 En 5 En su intervención Calva señalaba que aun Chile, que ha sido utilizado como el ejemplo prototípico de los programas de ajuste, no fue “fiel” a la ortodoxia promovida por los organismos internacionales. De esta forma, Calva nos dice que si bien Pinochet llama a Milton Freedman quien diseña el primer Programa Económico de la Junta Militar, basándose en aplicar la ortodoxia macroeconómica y la liberalización de los mercados, en cuanto la economía chilena se colapsa, entre 1982-1983, Pinochet retira a su grupo de asesores (incluyendo a Milton Freedman) y constituye una administración pragmática que rectifica la aplicación del Consenso de Washington. “Como primera medida, la nueva a administración elevó al 30% los aranceles (el equipo de Freedman los habían bajado a 10%), introduce nuevamente una política agrícola; implementa 6 contraste, las naciones que han dejado que la globalización les sea manejada por el BM y el FMI no han obtenidos tan buenos resultados. México ha sido uno de esos países seguidores fieles de las recomendaciones de los organismos internacionales, los resultados en materia social han sido limitados, lo que ha provocado un franco retroceso en el bienestar de la mayoría de la población. En el contexto del Informe sobre Desarrollo Humano, 2005, del Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que procura hacer un balance de los logros y retrocesos provocados por el modelo globalizador implantado por los organismo internacionales, aparece México como el prototipo de lo que debe evitarse. El Informe dedica un recuadro en el que se compara el desempeño económico de México y Vietnam, cuyos lugares en el Índice de Desarrollo Humano (IDH), son el 53 y 108, respectivamente. En ese recuadro se advierte que a pesar del rápido aumento de las exportaciones manufactureras en nuestro país, el crecimiento económico per cápita entre 1990 y 2003 en nuestro país fue de apenas el 1.4%, los salarios reales se estancaron, el desempleo aumentó y la pobreza extrema disminuyó levemente, al mismo tiempo que la desigualdad aumentó. En contraste, el crecimiento per cápita anual en el mismo periodo en Vietnam fue de 5.9%, la pobreza extrema se redujo en un 50%, aunque la desigualdad creció, lo hizo en una proporción muy baja (el coeficiente de Gini 6 de 35.7 a 37, mientras que México pasó de 50.3 a 54.6, véase PNUD, 2005: p. 137138). Los motivos del fracaso de nuestro país se deben, según el Informe, en primer lugar al alto nivel de desigualdad, teniendo México uno de los coeficientes de Gini más altos del mundo. Asimismo, se señala la falta de inversión en infraestructura y servicios acorde a las necesidades del crecimiento, dada la insuficiente recaudación fiscal (del 13% del PIB, en comparación Vietnam recauda el 16% del políticas de fomento a la actividad económica en general, se equilibran los índices de aumentos salariales con el de los precios para evitar que continúe el deterioro del poder adquisitivo y se introduce una heterodoxia macroeconómica. Instrumentaron, incluso, una ley de presupuesto que habla de una cierta tendencia al equilibrio presupuestal pero con una visión de largo plazo, de manera tal que no impide el manejo de políticas contracíclicas en caso de recesión económica.” 6 El coeficiente de Gini mide la desigualdad del ingreso, mientras más se acerca a la unidad el país es más desigual. 7 PIB), comparable con el nivel de recaudación observado en Uganda, país que ocupa el lugar 144 del IDH. El segundo aspecto que se señala es la rápida liberalización de la economía. Se afirma que con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con Norte América se produjo un deterioro de las condiciones de pobreza para algunos sectores afectados. El documento señala que, por ejemplo, la importación de maíz subsidiado desde Estados Unidos creció seis veces a partir del Tratado, dejando a los productores nacionales en completa indefensión. Las exportaciones agrícolas sólo han sido posibles para los grandes productores, dejando a un lado a los pequeños campesinos. En cambio, en Vietnam se fomentaron las exportaciones de pequeños productores, por un lado, se permitió la libre importación de fertilizantes y se ampliaron derechos sobre la tierra y, por otra parte, la promoción de las exportaciones antecedió a la liberación de importaciones. Se mantuvieron aranceles que promediaban el 15% y no se liberó el mercado de capitales, por lo que el país no se vio afectado con la crisis asiática. El tercer punto que se señala en el documento, como el fracaso mexicano ante la globalización se refiere a la existencia de una política industrial débil, basada en un modelo de reexportación de productos importados y ensamblados, con muy poco valor agregado y mínima transferencia tecnológica. De esta forma, las exportaciones mexicanas presentan una fuerte debilidad frente a economías con mayores avances tecnológicos y salarios más bajos como China. Finalmente, el cuarto punto se refiere a los desequilibrios en los mercados laborales, donde prevalece una alta deficiencia de los derechos de negociación colectiva y una desigualdad salarial muy marcada. Las críticas del PNUD al modelo de desarrollo mexicano no sólo quedaron plasmadas en dicho recuadro. En la sección sobre la importancia de la desigualdad para el desarrollo humano, el informe muestra el alto grado de desigualdad en nuestro país en el que encontramos municipios que tienen niveles de vida similares a los de los países desarrollados, mientras que otros se asemejan más a países como Mali (lugar 174 de 177 países). Se señala también 8 que si el IDH se ajustara tomando en cuenta el ingreso promedio del 20% más pobre de cada país, México caería al lugar 108 (del 53). Aun el propio Banco Mundial (2005), promotor del supuesto éxito del programa de lucha contra la pobreza, Oportunidades, reconoce que en el periodo 1991-2003, el ingreso laboral real promedio no se recuperó entre los más pobres, que la informalidad ha aumentado entre los pobres extremos y que aunque los pobres trabajen más ahora que antes de la crisis (de los ochenta), sus ingresos crecen menos que el promedio. Asimismo, se reconoce que la falta de protección social es uno de los factores detrás de la pobreza. El organismo señala que los pobres rurales y urbanos han enfrentado mecanismos costosos de protección social, entre los que se encuentra el aumento de participación laboral; la necesidad de recurrir al financiamiento informal, cuyos costos son elevados; la migración y la agricultura de subsistencia. El gobierno mexicano también está conciente de que el crecimiento de nuestro país es insuficiente por falta de políticas adecuadas. En su exposición Calva nos decía que en el documento de “Criterios Generales de Política Económica 20072012” se reconoce que "...a la tasa de crecimiento per capita observada durante los últimos seis años, serían necesarios 65 años para duplicar el producto per capita" y, admite que comparando el desempeño de México con el de países como China, Corea del Sur, Chile, Singapur, en el período 1980-2005; el producto interno bruto por persona en China, crece 673 por ciento; en Corea del Sur, crece 310 por ciento y, en México, crece solamente 19 por ciento; “queda claro, continua el documento, que a la luz de estas experiencias, es viable acelerar el crecimiento económico a partir de la implementación de las políticas públicas adecuadas.” Sin embargo, continúa este expositor “existe un problema: las políticas públicas que proponen los Criterios Generales de Política Económica no son las adecuadas para crecer a los ritmos de los países asiáticos pues contiene el mismo paquete de políticas económicas que se ha aplicado durante los últimos 25 años y ha 9 provocado el, prácticamente, nulo crecimiento del Producto Interno Bruto por habitante.”7 De acuerdo con Calva hoy en día, la representante en México y Centroamérica del Banco Mundial, reconoce que el país tiene un potencial de crecimiento superior al 6% anual, pues se tienen los recursos naturales y humanos e, incluso, el capital necesario para crecer a ritmos similares a los de los países asiáticos. El problema radica en cómo se maneja la economía. Una de las causas que ha provocado el desempeño tan pobre de la economía mexicana, es precisamente la ortodoxia macroeconómica --que consiste en mantener objetivos rígidos de balance fiscal (metas fiscales que existen desde tiempos de Miguel de la Madrid) y una orientación de la política monetaria dirigida exclusivamente al control de la inflación--. Esta estrategia requiere ser modificada para que la economía nacional tenga un crecimiento similar a los ritmos asiáticos (como se discute más adelante cuando se aborda la reforma en materia macroeconómica). Sin embargo, ni el Banco Mundial ni el gobierno mexicano reconoce como fuente del fracaso de lucha contra la pobreza las críticas realizadas al paquete de reformas del Consenso de Washington. Por ejemplo, Stiglitz (1998: 31) ha criticado insistentemente que este paquete utiliza “un pequeño conjunto de instrumentos (incluyendo estabilidad macroeconómica, liberalización comercial y privatización) para alcanzar una meta relativamente estrecha (el crecimiento económico)”, cuando lo que se necesita es un conjunto más variado de instrumentos para alcanzar una meta bastante más amplia: aumentar el nivel de vida. En cuanto al control de las tasas de inflación (que ha provocado que el Banco de México mantenga una política restrictiva que inhibe el crecimiento económico) Stiglitz sostiene que ésta debiera ser una política prioritaria cuando se trata de tasas altas de inflación, “pero es poco probable que una presión mayor para disminuirlas pudiera mejorar significativamente el funcionamiento de los 7 Este académico también nos señala que la economía mexicana desde la época del presidente Cárdenas hasta principios de los años ochenta creció a una tasa de 6.1% anual, lo que implicó un crecimiento de 1,590 por ciento del Producto Interno Bruto y aproximadamente el 340 por ciento producto interno per capita, a pesar del rápido crecimiento demográfico (3.2% anual). 10 mercados” (Stiglitz, 1998: 8). Los gobiernos priístas y panistas no tienen idea de dichas críticas y continúa apoyando y aplicando una política monetaria restrictiva (mediante los cortos) para bajar la inflación, a pesar de que esta se ha mantenido por varios años en niveles de un solo dígito.8 ¿Puede el gobierno mexicano cambiar su política macroeconómica? De acuerdo con Stewart (1998: 40) aunque aparentemente los gobiernos son libres de adoptar las políticas derivadas del Consenso de Washington y de determinar la extensión y la rapidez con que avanzan en ciertos aspectos, la respuesta a la pregunta sobre si éstos están en libertad de adoptar paquetes de política alternativos es negativa, a menos que quieran convertirse en parias internacionales (como fue el faso del Perú durante el gobierno de Alan García). No obstante, esta misma autora ha reconocido que en el caso de ciertos países en desarrollo, los gobiernos podrían haber tomado alternativas que contrarrestaran o acentuaran, cualquier efecto adverso del ajuste para la población pobre (Stewart, 1995: 193). Harris (1990: 190) por su parte afirma que los gobiernos tienen la capacidad de intervenir de manera deliberada en sus economías; sin embargo, esto varía enormemente dependiendo de su poder económico (por ejemplo, el grado de libertad para tomar decisiones en materia económica es mucho mayor en Estados Unidos que en México). Este autor argumenta además que los gobiernos pueden revertir las reformas económicas sin importar cuán desastroso pueda resultar esto para la economía; en ocasiones, en términos políticos esto puede hacerse para 8 Stiglitz (1998: 8) afirma que la recomendación de políticas de golpes agresivos y preferenciales contra la inflación se basa en el supuesto de que 1) la inflación resulta costosa; 2) una vez que empieza a aumentar, la inflación tiende a acelerarse hasta quedar fuera de control; y 3) resulta muy costoso revertir los aumentos de la inflación. Con base en estudios empíricos que analizan el costo que tiene la inflación para el crecimiento económico, el autor señala que existe escasa evidencia de que una tasa de inflación de hasta 40% resulte costosa en términos de crecimiento. 11 conseguir votos (Ibid.: 191).9 Habría que añadir, que los organismos internacionales muestran cierto grado de permisividad ante estos retrocesos, siempre y cuando beneficien a gobiernos afines a su política.10 Las críticas al enfoque del Consenso de Washington en materia de reforma económica han sido desoídas por los gobiernos priístas y panistas, sujetos al mandato de los organismos internacionales. A pocos años de la generalización en la aplicación de paquetes de reformas económicas, diversos autores señalaban que la asistencia ortodoxa (que se basa en la escuela neoclásica de economía) utilizó el éxito económico de la región de Asia oriental para justificar el fomento de las economías de mercado, sin tomar en cuenta la función que tuvo el estado en el crecimiento de estos países. Harris (1990: 68) afirmaba que "[si] bien se requiere un Estado neutral para explicar el crecimiento de Hong Kong (como sostienen los neoclásicos), esto no explica el desempeño de [Corea del Sur, Singapur y Taiwán], donde se registró una intervención consistente del Estado. El panorama que presentaba el FMI/Banco Mundial sobre el desarrollo de 'Los cuatro tigres asiáticos...' omitió "...el papel decisivo y discriminatorio que jugaron el Estado y el sector público, y puso todo el énfasis en los cambios en las políticas económicas". Stewart (1998:52) también ha insistido en que la mayoría de los países del oriente asiático que han tenido un sorprendente desempeño económico no pusieron en marcha el paquete de reformas que propuso el Consenso de Washington. Por el contrario, instrumentaron una política industrial intervencionista. Por ejemplo, el gobierno de Corea subsidió de manera selectiva ciertas industrias con objeto de modificar los precios relativos y estimular las actividades económicas. Para cumplir las metas de exportación el gobierno coreano estableció, asimismo, tasas de interés discrecionales y estableció normas para el otorgamiento de créditos, para la fijación de precios y para controlar las salidas de capital. 9 Por ejemplo, durante los preparativos para las elecciones presidenciales de 1994 en México, el gobierno mantuvo el tipo de cambio para evitar una devaluación monetaria que pudiera dañar su posición en los resultados electorales. Como consecuencia, el peso se sobrevaluó afectando los términos comerciales mexicanos, situación que contribuyó a precipitar la crisis financiera de 1994. 10 Como fue también el caso de lo sucedido en 1994, cuando toda la comunidad internacional tenía conocimiento de la sobrevaluación del peso, no obstante, fue tolerada para asegurar el triunfo del gobierno en turno, el cual se había comprometido a continuar con la aplicación de las reformas encomendadas por los organismos financieros internacionales. 12 El ajuste coreano se realizó mediante lo que Valencia (2001) ha llamado “choque productivista”, es decir que el crecimiento de la productividad fue superior a la tasa de aumento de los salarios. El crecimiento económico coreano permitió aumentar la cobertura de la seguridad social al tiempo que mejoraron los salarios. El gobierno de Taiwán intervino directamente en actividades económicas, otorgaron créditos baratos y garantizaron la demanda de nuevos productos manufacturados (Stewart, 1998: 49-50). Sin embargo, estas políticas son rechazadas por los organismos internacionales, cuyos principios se basan en un fundamentalismo de mercado, ya que requieren subsidios para el crédito, protección de las importaciones y propiedad del estado, etc., todas éstas políticas que no va de acuerdo con la ortodoxia neoclásica. El empecinamiento de los organismos internacionales de ayuda económica han provocado serios cuestionamientos sobre la legitimidad del actuar de dichos organismos. De acuerdo con Stiglitz (2002: 18-19) “tras el problema del FMI y otros organismos económicos internacionales está el problema de la governanza: quién decide que hacer. Las instituciones están dominadas no sólo por los poderosos países industrializados, sino por los intereses financieros y comerciales de esos países y las políticas de las instituciones naturalmente reflejan eso ... Las instituciones no son representativas de las naciones a las que sirven”. El gobierno mexicano requiere volver a tomar el control de la economía, requiere recobrar el ideal de que todos los mexicanos gocen de una vida digna, para ello requiere cuidar de los intereses de todos los mexicanos, no sólo de los que son considerados de fundamental importancia por los organismos internacionales. Una aproximación a las reformas que necesita México en materia macroeconómica Los organismos internacionales continúan recomendando la profundización de las reformas emprendidas en los ochenta. Por ejemplo, el reporte del Banco Mundial sobre México, 1998 se reconoce que aunque se instrumentaron reformas 13 económicas de gran alcance “...México no pudo reproducir el crecimiento económico que alcanzó en decenios anteriores, y en 1995 se vio inmerso en otra recesión extremadamente aguda” (World Bank, 1998: i). Con base en estos hechos, el Banco plantea las siguientes preguntas: “...por qué el crecimiento tardó tanto en recuperarse de la crisis de 1982 ... [y] ...por qué el crecimiento económico que registró el país a principios de los noventa se mantuvo tan por debajo de las tasas que se alcanzaron en decenios anteriores a pesar de las múltiples reformas que se pusieron en marcha” (Ibid.). Su respuesta es que la lenta recuperación económica de México se debió a lo inacabado de las reformas económicas (Ibid, 1998: v). En el convenio que establecieron el gobierno mexicano (durante el sexenio de Fox) y el Banco Mundial (2005) para evaluar las políticas de lucha contra la pobreza, este organismo sostiene que para superar la pobreza México requiere reformas estructurales que impulsen la creación de empleos productivos, particularmente la hacendaria, hacendaria, energética y laboral. Los críticos del modelo neoliberal impulsado por el FMI y el BM han afirmado que el problema fundamental radica en las falacias teóricas sobre las que los neoliberales y tecnócratas internacionales han construido sus propuestas. Veamos algunos ejemplos y las propuestas para modificar esta tendencia. Reforma de política macroeconómica En la mesa de discusión sobre cuales reformas estructurales requiere México, Calva expuso como ejemplo el tipo de políticas que se siguen en Estados Unidos para promover el crecimiento económico. Cuando el presidente George W. Bush entra al poder, recibió una economía en desaceleración. La estrategia para promover el crecimiento fue aplicar políticas monetarias expansionistas, es decir, ante la caída del producto nacional la Reserva Federal bajó las tasas de interés y aumentó el crédito a la economía con el fin de que hubiera mayor liquidez para que la gente pudiera comprar más cosas y las empresas pudieran realizar más 14 inversiones. La tasa de interés objetivo de referencia del Banco Central fue bajada en 14 golpes de política monetaria sucesivos, de 6.5 por ciento a 1 por ciento para salvar la economía; se expansión la inversión y el gasto público en gran medida para uso militar, y se redujeron los impuestos. El objetivo era que la gente tuviera más poder de compra y en consecuencia, la economía se reactivara. Ellos, lo lograron. Estas acciones son claramente contrarias a lo que establece el Consenso de Washington. Calva explicó más adelante que “básicamente una recesión es consecuencia de la caída de las ventas de las empresas, lo cual les genera una reducción importante en sus utilidades; esto genera reducción en el empleo, lo cual a su vez genera menos ingresos salariales. Al haber menos ingresos cae la recaudación, y si caen la recaudación y los ingresos hay que recortar el gasto y, al recortar el gasto se recorta la inversión lo que provoca un círculo vicioso recesivo. Esto es: cae la demanda... cae la producción... cae el empleo y... cae el ingreso.” Pero mientras que en Estados Unidos se promueve el crecimiento económico en México se hace lo contrario. En México se ha hecho exactamente lo contrario a lo que se hizo en Estados Unidos. El gobierno de Vicente Fox (2000-2006) recibió de manos de Zedillo una economía en desaceleración pero para empujar las tasas de interés al alza (o mantenerlas altas), se aplicaron los famosos cortos; en consecuencia, las políticas monetaria y fiscal fueron de la mano para provocar el estancamiento y, en suma, el pésimo desempeño de la economía mexicana. Como consecuencia en el sexenio del Vicente Fox el Producto Interno Bruto --de la promesa de 7 por ciento de crecimiento anual-- solamente se incrementó a una tasa media de 2.2 por ciento anual, y de la promesa del 1.3 millones de empleos al año, se crearon sólo 450 mil empleos permanentes en el IMSS. Durante los últimos 25 años la economía mexicana, a causa de la aplicación de la ortodoxia macroeconómica, ha sufrido los ciclos de freno y arranque, freno y arranque. Otro de los aspectos señalados por Calva, es la errónea política de control de tipo de cambio, que afecta la cuenta externa del país. Cuando en una economía el tipo de cambio está sobrevaluado (que de acuerdo al expositor actualmente el peso está sobrevaluado en 30%), los productos de importación están artificialmente 15 abaratados porque los compramos en dólares; equivale a estarlos subsidiando y, de manera paralela se encarecen las exportaciones. El ajuste del tipo de cambio11 evitaría importar a precios artificialmente baratos, cuyo efecto es la destrucción de la planta productiva y lo que permitiría hacer más competitivas a diversas actividades industriales, agropecuarias y de todos los órdenes. Sin embargo, señaló Calva como los principales objetivos de la política económica son el balance fiscal y la inflación, utilizan al tipo de cambio como ancla antiinflacionaria. Un tipo de cambio, además, fijo, estable; y, si bajan los precios de los productos que se importan, esto contribuye a mantener una baja tasa de inflación; sin embargo el costo es que no se corrigen, vía tipo de cambio, los desequilibrios externos. José Luis Calva recordaba en el seminario que Fox se decía orgulloso de haber logrado “una transición con estabilidad macroeconómica”, sin darse cuenta que tal estabilidad equivale a decir que hay estabilidad dentro de un carro que no se mueve. Recordó también que uno de los aspectos que se aprenden al estudiar la licenciatura en economía es que cuando en un país se observa un alto nivel de desempleo, con una elevada subutilización de la capacidad instalada, como sucede actualmente en nuestro país, se está ante uno de los peores desequilibrios macroeconómicos. Calva propuso en el seminario salirnos de los dogmas impuestos por el Consenso de Washington, para lo cual se deben realizar dos reformas legales. La primera es modificar la ley que rige el Banco central de México, que define como objetivo exclusivo el control de la inflación y el cuidado del buen funcionamiento del sistema de pagos; y establecer que su objetivo sea, como lo es para el Banco de la Reserva Federal Estadounidense, el Banco Central de Canadá y/o cualquier banco central de cualquier otro país; promover crecimiento económico y la generación de empleo. Al respecto, Stiglitz (1988) ha sostenido que es poco probable que una política que busque disminuir las tasas de inflación menores a dos dígitos mejore significativamente el funcionamiento de los mercados. 11 El expositor también aclara que no se recomienda el ajuste drástico del tipo de cambio (macrodevaluaciones), ya que éstas si afectan negativamente el desempeño de la economía. 16 La segunda reforma se refiere a la política fiscal. Se debe flexibilizar la Ley de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria que establece como meta tener un déficit igual a cero, ya que si se presenta una recesión económica el gobierno tendría que recortar el gasto, pues así lo mandata dicha ley. Efectivamente, se requiere cumplir las metas de balance fiscal, para no seguir siendo, por excelencia, un excelente laboratorio de experimentación de los dogmas del Consenso de Washington. Aunque no de forma directa, Stiglitz se ha referido en diversas ocasiones a la necesidad de imponer ciertas restricciones a los mercados de bienes y de capital. Este autor ha resaltado que la liberalización de los mercados de capitales han desestabilizado las economías nacionales al ser sometida a los caprichos de los capitales golondrinos. Por otro lado, nos ha dicho que por recomendación de los organismos internacionales, los gobiernos abandonaron su papel activo en la economía, dejando a la deriva y expuestas a la desleal competencia internacional a las diversas ramas productivas nacionales Empleo Stiglitz nos dice que los arquitectos de la reforma neoliberal hicieron oídos sordos tanto a la teoría como a las pruebas empíricas que demuestran que la rebaja de los salarios puede hacer disminuir la productividad, de tal manera que la demanda de mano de obra aumente poco y posiblemente disminuya (de ahí el desempleo). Según Stiglitz, los precursores de la liberación del comercio a ultranza supusieron que si los salarios eran lo suficientemente bajos, las empresas considerarían rentable contratar más trabajadores. Sin embargo, la experiencia en América Latina mostró que el empleo no creció lo suficiente y “los salarios bajaron aún más, empobreciendo todavía más a los pobres.” Stiglitz afirma que los arquitectos de la reforma neoliberal hicieron oídos sordos tanto a la teoría como a las pruebas empíricas que demuestran que la baja de los salarios puede hacer disminuir la 17 productividad, de tal manera que la demanda de mano de obra aumente poco o disminuya. Mientras los neoliberales ortodoxos continúen en Hacienda y Banxico nuestro pobre país no logrará crecer aún con sus tan mentadas “reformas estructurales” las cuales en realidad buscan desmantelar los mínimos derechos laborales que actualmente se tienen (pago de horas extras, restricción de la jornada laboral máxima, etc.) o bien facilitar la venta de los recursos naturales como petróleo (o las playas de Cancún), la privatización de la generación de energía, o la venta del patrimonio cultural para la instalación de MacDonalds. Los gobiernos neoliberales han apostado al abaratamiento de la mano de obra, con ello han reducido la demanda efectiva interna y frenaron la economía (aumentando la pobreza). Stiglitz (“El rumbo de las reformas. Hacia una nueva agenda para América Latina, Revista de la CEPAL, núm. 80, agosto, 2003), nos dice que los arquitectos de la reforma neoliberal hicieron oídos sordos tanto a la teoría como a las pruebas empíricas que demuestran que la rebaja de los salarios puede hacer disminuir la productividad, de tal manera que la demanda de mano de obra aumente poco y posiblemente disminuya (de ahí el desempleo). También resalta que la liberalización de los mercados de capitales desestabilizaron las economías nacionales al ser sometida a los caprichos de los capitales golondrinos. Por otro lado, nos dice que por recomendación de los organismos internacionales, los gobiernos abandonaron su papel activo en la economía, dejando a la deriva y expuestas a la desleal competencia internacional a las diversas ramas productivas nacionales Existe poca evidencia de que los países con bancos centrales más independientes crezcan más rápido o que tengan menos fluctuaciones. [No obstante el FMI], siempre insiste en que los países tengan bancos centrales independientes que se enfoquen en reducir la inflación (aun cuando ésta no exista, como fue el caso de Corea). La Fed, el banco central Norteamericana tiene el mandato de no sólo enfocar su política en la inflación sino también en el empleo y el crecimiento ... El FMI –en parte bajo la influencia del Tesoro de Estados Unidos –impone 18 condiciones de política (como en Corea) que la mayoría de los americanos encontrarían inaceptable para ellos mismos. La reforma laboral, en salud y social El trabajo de Graciela Bensusán, reconocida especialista en materia laboral y profesora de la Universidad Autónoma Metropolitana, cuyo trabajo se titula “La reforma estructural del mundo del trabajo: en busca de la competitividad y la protección social” inicia con un recuento de las tres principales “olas” de reforma laboral que se han dado en América Latina en los últimos veinte años. Las dos primeras, caracterizadas por la desregulación y flexibilización del mundo laboral (bajo los principios del Consenso de Washington y como condición para la firma de acuerdos comerciales con Estados Unidos y Europa), la última, en contraste, se caracteriza por un intento de corregir los “excesos de las reformas flexibilizadoras”, promoviendo diseños institucionales y estrategias que mejoren la protección a los trabajadores. Aunque la autora no lo menciona explícitamente, los últimos cambios se relacionan con la llegada de gobiernos de centro izquierda a países como Argentina, Brasil, Chile y Uruguay. La autora señala que en México el discurso oficial trata de ubicar a la falta de flexibilidad del mercado laboral como una de las principales causas del estancamiento económico. Sin embargo, Bensusán sostiene que en términos comparativos, el mercado laboral mexicano es uno de los más flexibles de la región. Esto se debe, en parte, a que el modelo laboral mexicano impone altos costos para cumplir con las obligaciones establecidas por ley, pero nulos costos a su incumplimiento. Por tanto, aunque no se haya modificado la legislación en la materia, la privatización o reestructuración de empresas ha conllevado a la “informalización” laboral mediante el paulatino retiro de la seguridad social, ya sea eliminándola de empleos existentes o creando nuevos sin ningún tipo de protección. 19 Pero esta flexibilización lograda por la puerta “trasera” se enfrentó con dos problemas que limitan el aumento de la competitividad del aparato productivo. En primer lugar, se mantuvieron las viejas estructuras corporativas, en las que se permite la sobrevivencia del viejo estilo sindical, caracterizado por “la simulación, la opacidad, la corrupción, la falta de democracia, transparencia y rendición de cuentas”. De esta forma el estado continúo con el control autoritario y discrecional de la vida sindical, no obstante el sacrificio en la competitividad. Por otro lado, la estrategia de crecimiento económico basada en bajos salarios fue derrotada en poco tiempo por países como China, que no sólo mantienen salarios bajos, sino que además llevan a cabo políticas industriales, educativas y de ciencia y tecnología que favorecen la competitividad, acciones todas ellas a las que ha renunciado el gobierno mexicano desde hace muchos años. Para Bensusán la reforma estructural laboral requiere “una transformación profunda de las estructuras corporativas que sostienen la gobernabilidad laboral, capaz de cambiar los incentivos que mueven a los actores y delinean sus estrategias”. Para ello se requeriría una mejor calidad de la regulación obreropatronal, una fiscalización más efectiva y un Estado de Bienestar (EB) universalista y desmercantilizador. Este tipo de EB, desarrollado en los países escandinavos, tiene como principio la protección plena de los individuos para satisfacer sus necesidades básicas, independientemente de que cuenten o no con un empleo. Más que una simple reforma laboral, Bensusán propone una reforma estructural de estado que se contrapone al modelo liberal residual impulsado por los gobiernos priístas y panistas en los últimos años. Este modelo está dominado por la asistencia social, los beneficios otorgados por el estado son magros y están condicionados a que las personas demuestren que son pobres (al estilo Oportunidades). A pesar de que una reforma de este tipo es impensable para un gobierno de derecha y panista, es tiempo que quienes ostentan el poder reflexionen sobre la poca efectividad que ha tenido la estrategia de abaratamiento de la mano de obra vía precarización. 20 Muchas de las propuestas de Graciela Bensusán tienen cabida aun con gobiernos de derecha. Por ejemplo, el establecimiento de un seguro de desempleo, una mejor inspección laboral (que evite “accidentes” como los de la mina de Pasta de Conchos), relaciones ente estado, sindicatos y las empresas basado en la autonomía, la democracia y la rendición de cuentas. Propuestas hay muchas, pocas son las esperanzas que quedan cuando miramos a los representantes del gobierno federal alabando a lideres sindicales corruptos heredados de las viejas estructuras priístas. Reflexiones finales: superar el conformismo social Por qué si existe evidencia de que “eliminar barreras al comercio, monopolios y distorsiones en impuesto puede promover en el largo plazo el crecimiento, pero los disturbios a la economía, al esforzarse para ajustarse, pueden profundizar la caída (Stiglitz, 2002: 44), los encargados de la política económica en nuestro país están ciegamente convencidos que no deben alterar los supuestos económicos de libre mercado que hasta ahora guían sus políticas. Por ejemplo, en materia recaudatoria quieren tratar a todos, ricos y pobres, por igual, lo que significa proponer tasas únicas de impuestos, a pesar de que quienes obtienen mayores ingresos pueden contribuir más a las finanzas del país, con lo que se lograría una mejor distribución del ingreso Sin embargo, los tecnócratas consideran que no es mediante los impuestos, sino a través del gasto público que realiza el Estado debe redistribuir el ingreso (mediante programas focalizados y no universales), cuidando que los recursos vayan exclusivamente a los pobres extremos quienes, a su juicio, son los únicos que no pueden competir en igualdad de condiciones en el mercado (ignoran, por tanto, al resto de los pobres). Por otra parte, su obediencia a los intereses de las grandes empresas trasnacionales los lleva a proclamar que el TLC ha permitido que el país tenga 21 grandes logros en materia de exportación, mientras que ocultan que su implementación ha destruido parte de la industria nacional; que el “triunfo” exportador no es más que una falacia, ya que exportamos (sobretodo) productos armados aquí, pero con mercancías importadas. En una mesa redonda sobre pobreza y desarrollo social (llevada a cabo en Noviembre de 2006 en la rectoría general de la Universidad Autónoma Metropolitana), Cynthia Hewitt de Alcántara, ex Directora Adjunta del UNRISD (United Nations Research Institute for Social Development) señalaba “la línea divisoria que suele trazarse –especialmente dentro del gremio de los economistas– entre el diseño de tal o cual política monetaria o fiscal o comercial, por un lado, y el vasto mundo de problemas sociales, por el otro, es una fantasía.” Esta destacada analista de los problemas del desarrollo social y la pobreza hizo una severa crítica al cinismo que caracteriza a los hacedores de la política económica, a quienes “les puede convenir deslindarse profesionalmente de temas sociales. Les puede convenir hablar solamente en términos técnicos, sin aceptar ninguna responsabilidad por las consecuencias sociales de sus acciones. Pero en realidad sus recomendaciones de política tienen enormes repercusiones en el bienestar de la población nacional. Afectan de manera fundamental la posibilidad que tienen diferentes grupos e individuos de encontrar empleo, de ganar suficiente para mantener a sus familias, de obtener crédito, de gozar de servicios públicos.” El origen de la insensibilidad de los tomadores de decisiones de política económica (a quienes les da pavor salirse de los libros de texto) se puede rastrear, de acuerdo con Hewitt de Alcántara, en la forma en que la economía es enseñada en las facultades de casi todo el mundo. De acuerdo con ella, durante décadas tales facultades “han creado profesionistas adeptos a juegos, modelos técnicos y otros ejercicios de cubículo, pero extrañamente incapaces de entender el mundo real que les rodea. Si estos profesionistas han resentido alguna vez, en carne propia, las dificultades que tienen la mayoría de las familias de bajos ingresos en su país, se les enseña a olvidar la experiencia. Se les borra la imaginación y la conciencia social. Y lo único que les queda es una asombrosa 22 capacidad de manipular cifras y programas de computadora, sin el menor compromiso de considerar las implicaciones sociales de política pública.” El mismo Stiglitz (2002: 34) también identifica este problema y sostiene que “los problemas de desarrollo son complicados ... en las naciones en desarrollo, los mercados están regularmente ausente, y cuando lo está, frecuentemente trabaja de manera imperfecta. Abundan los problemas de información, y las tradiciones culturales pueden afectar significativamente el comportamiento de los mercados. Desafortunadamente, continúa el autor el entrenamiento en macroeconomía no prepara bien a los (economistas) para los problemas que tienen que enfrentar en los países en desarrollo. En algunas universidades de donde el FMI regularmente contrata, el eje curricular involucra modelos en los que nunca hay desempleo. Después de todo, en los modelos de competitividad estándar –el modelo en que se basa el fundamentalismo de mercado del FMI –la demanda es siempre igual a la oferta. Si la demanda es igual a la oferta, no existe desempleo involuntario. Alguien que no trabaja evidentemente ha decidido no trabajar. Con esta interpretación en la Gran Depresión, cuando uno de cada cuatro personas estaba sin trabajo, hubiese sido el resultado de un sorpresivo incremento en el deseo de más tiempo libre (Stiglitz, 2002: 35). Los economistas del FMI pueden ignorar los efectos que pueden de corto plazo que sus políticas pueden provocar en un país, contentos en la creencia de que en el largo plazo el país estará mejor; cualquier impacto adverso de corto plazo será meramente una pena necesaria como parte del proceso. Altas tasas de interés puede, hoy, conllevar a una hambruna, pero la eficiencia del mercado requiere libertad de mercados, y finalmente, la eficiencia llevará al crecimiento, y el crecimiento beneficia a todos. El sufrimiento y la pena se vuelven parte del proceso de redención, evidencia de que el país estaba en el camino correcto ... Políticas bien diseñadas se pueden evitar con bastante frecuencia la mayor parte del sufrimiento; y algunas formas de sufrimiento –la miseria causada por cortes abruptos a los subsidios en comida, por ejemplo, que conllevan a disturbios, violencia urbana, y destrucción del tejido social –son antiproductivas (36). 23 Esta reflexión se aplica no solo a los economistas sino a muchos otros profesionistas, como algunos sociólogos y politólogos que tratan de explicar todo el actuar humano con la teoría de los juegos. La crítica anterior se asocia con lo que Marcos Roitman (2003) denomina el conformismo social, al que define como la adopción de conductas inhibitorias de la conciencia en el proceso de construcción de la realidad. Se presenta como un rechazo hacia cualquier enfrentamiento o contradicción con el poder legalmente constituido. Este autor nos dice que bajo este tipo de pensamiento, la imaginación sociológica, la capacidad de pensar críticamente el tiempo histórico y la sociedad a la cual se pertenece, son desdeñados. El conformismo social es asumido y presentado a los ojos de todos como una actitud responsable. Desafortunadamente, como fue planteado también en la mesa, el continuismo panista dejará la política social intacta. A pesar de los nulos resultados en la reducción de la pobreza, los conformistas neoliberales (economistas o no) seguirán recetando lo mismo en política social, es decir, el Oportunidades. Parafraseando a Cynthia, podemos decir que la política social seguirá desempeñando el papel de Cruz Roja (yo diría más bien de Cruz Verde) de la vida nacional. Quiero hacer unas pequeñas reflexiones en torno al propósito de los trabajos presentados en este libro. Los gobiernos priístas y panistas, caracterizados como tecnócratas, esconden su incapacidad de diseñar políticas que promuevan el desarrollo económico en un discurso de falta de reformas estructurales, cuando en realidad son ellos los que tienen en sus manos la posibilidad de que nuestro país crezca. Como bien expone Graciela Bensunsán el gobierno critica y fetichiza a los sindicatos cuando ellos mismos solapan la corrupción y el contubernio entre empresarios, políticos y líderes corruptos; tenemos el ejemplo de la Profesora Elba Esther Gordillo, quien después de ser una profesora rural decide los destinos políticos de nuestro país. Privatizan silenciosamente derechos básicos y critican el mal funcionamiento de las instituciones cuando en la práctica los están desmantelando. Critican a la izquierda por la falta de propuestas, por su extremismo y porque no sabemos escuchar. Aquí tenemos un ejemplo de una Ley 24 de Desarrollo Social que no sólo incorpora lo deseable desde el punto de vista de la Izquierda, es decir, el universalismo, sino que acepta que las propuestas desde la derecha pueden ser complementarias a nuestros ideales nacionales, entre comillas, ¿no?. La lucha política va más allá de lo electoral, no nos pueden callar ni mucho menos doblegar, México no son ellos ni sus intereses, tampoco somos nosotros aunque somos mayoría, México somos todos. Gracias. Bueno, ahora si tienen sus preguntas las podrían ir pasando, por favor, pero es mejor escrito, perdón. Bibliografía Banco Mundial (2005) Trabajo Programático de Pobreza Segunda Fase, Cornia, Giovanni Andrea (1987) “Adjustment at the Household Level: Potentials and Limitations of Survival Strategies”, en Cornia et. al, pp. 90-104. Cornia, Giovanni Andrea, y Frances Stewart (1995) “Food Subsidies: Two Errors of Targeting”, en Stewart, Frances pp. 82-107. Cornia, Andrea; Richard Jolly and Frances Stewart (1987) (eds.), Adjustment With a Human Face, Protecting the Vulnerable and Promoting Growth, Vol. I Claredon Press, Oxford. Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (2005) Informe sobre Desarrollo Humano, 2005, PNUD. Roitman, Marcos (2003) El pensamiento sistémico. Los orígenes del social conformismo, Siglo XXI, 2003 Stewart, Frances (1998), “La insuficiencia crónica del ajuste”, en Bustelo, Eduardo y Alberto Minujin (eds.), (1998), Todos entran, propuesta para sociedades incluyentes, Colección Cuadernos de Debate, UNICEF, Santillana, Colombia., pp. 25-65. ____ (1995), Adjustment and Poverty, Options and Choices, Routledge, Londres y Nueva York. Stiglitz, Joseph (2003) “El rumbo de las reformas. Hacia una nueva agenda para América Latina”, Revista de la CEPAL, 80, Agosto, pp. 7-40 25