En la hora de la partida de don Julio Martínez

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El Clarí-n de Chile
En la hora de la partida de don Julio Martínez
autor Miguel Angel San Martín
2008-01-02 16:55:46
¡Qué manera de comenzar el año!...con noticias que conmueven. Con noticias que llegan al alma. Con noticias que
sacuden las raÃ-ces del recuerdo.
Ha muerto Don Julio MartÃ-nez Pradenas.
Se ha ido el hombre del verbo fácil, del sentido común despierto, el del atinado comentario que enalteció al deporte,
pero que fue más allá aún, porque dignificó a la profesión. Le dio realce, virtud y la pulió, brillando por sobre todos
con esa luz que ahora nos indica un camino a seguir.
Ha muerto un hombre sencillo, el gourmet certero, el soumiller del paladar más crÃ-tico. Por ejemplo, recuerdo que, allá
por 1972, yo era Jefe de Prensa de Radio Corporación y Julio MartÃ-nez encabezaba con Gustavo Aguirre el magnÃ-fico
equipo responsable de las transmisiones deportivas de la emisora. En una rueda de amigos, en horas fuera de
programas, Don Julio disertaba sobra la calidad de los vinos chilenos. Sus juicios eran halagadores, sin duda, pero con
matices de crÃ-tica para perfeccionarlos. Joven e impulsivo, incluso hasta con falta de respeto, le desafié a que
comentara un vino de mi tierra, de Ñuble, que seguro que no admitirÃ-a su crÃ-tica: el Collipeumo. Intrigado por el desafÃ-o
y por el nombre del vino artesanal ñublensino, Don Julio, basado en sus orÃ-genes hispanos,  salió al ruedo a torear
como los grandes. Y me dió plazo de una semana para presentarle el famoso Collipeumo.Â
Con desasosiego, llamé a mi hermano Raúl a Chillán para contarle el asunto. Él, admirador de siempre de Don Julio,
preparó viaje urgente a Santiago, portando una garrafita de cinco litros del mejor Collipeumo que encontró por
Coelemu. Y en ceremonial gesto se la entregamos, luciendo una interrogante enorme en nuestros rostros. Al dÃ-a
siguiente, antes de su primer comentario de la mañana, Don Julio MartÃ-nez entró a mi oficina, mostrando entusiasmo
en su rostro: " ¡magnÃ-fico vino, mi amigo...magnÃ-fico vino!", me espetó antes de que le preguntara nada. Y nada le
pregunté, porque su entusiasmo no dejaba margen a la duda.
Estuvimos meses con mi hermano dotando de una garrafita de Collipeumo a Don Julio MartÃ-nez, con regularidad
agradecida porque reconociera que algo de nuestra tierra, tan artesanal como humilde, fuera premiado por un paladar
tan refinado.Â
Y me quedo con ese rostro, con ese gesto generoso y alegre.
Pero también me quedo con todas sus enseñanzas, que son muchas...porque esa es la escuela de la verdad, de la
sensatez, de la humildad que necesita nuestro mundo comunicacional.
El recuerdo de Don Julio MartÃ-nez Pradenas hará que su ejemplo se perpetúe entre nosotros y llegue con claridad a
las nuevas generaciones, porque su vida es la mejor enseñanza que pueden tener los futuros comunicadores de
nuestro paÃ-s.
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