Introducción Es imposible resumir una vida en pocas

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Introducción
Es imposible resumir una vida en pocas palabras y mas aún intentar
recuperarla en el recuerdo; lo cierto es que ha constituido para mí una experiencia
deseada el acercarme a una existencia como la de mi padre. Sabía que él había
escrito algunas cosas pero no podía imaginar que hubiese querido crear otros
mundos con la palabra. Tampoco que hubiese sufrido ni amado tanto.
Sin duda no pretendo dar a conocer a un escritor, porque no lo fue; pero
sí quiero recuperar en el tiempo esos mundos imaginados y sobre todo presentar
el testimonio de una vida intensa, gozosa y dolorosa, llena de certezas y
contradicciones pero también de amor, de fe y de esperanza. Con esa finalidad
he reunido cronológicamente una selección de los escritos que he localizado;
algunos fueron publicados, otros fueron, en su momento, conferencias o charlas;
y otros muchos quedaron en el papel, manuscritos, y tal vez solo leídos por el
autor, el cual quizá, con el tiempo, incluso olvidó que los había escrito. He
intentado elegir lo que era legible y presentaba cierta calidad literaria y en más
de una ocasión he tenido que rechazar, con pena, fragmentos literariamente
interesantes de obras inacabadas.
Quede ahí mi intento pero también todo el afecto que me ha impulsado a
dejar mi tiempo a sus palabras escritas. Solo le devuelvo una pequeña parte de
lo que él me dio a lo largo de su vida.
María Luisa Burguera Nadal.
Universidad Jaume I. Castellón
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I. Entre la adolescencia y la juventud: los primeros
escarceos literarios (1930-1937)
Luis Burguera García nació en Valencia, en el barrio de Ruzafa, y fue
bautizado en la iglesia de San Valero; era el año 1916, un 4 de agosto y sus
nombres fueron Luis Domingo Antonio. Su familia procedía de Gandía, si
bien siempre se mencionaba a un abuelo que había llegado de Burgos a
instalarse en la ciudad. Su madre, mi abuela, estaba emparentada con los
marqueses de Colomer y su padre, Don Joaquín, era profesor de griego, latín y
letras en general, y además, administrador de los Marqueses de Villagracia;
podríamos contar una historia muy interesante si nos detuviésemos en esta
familia aristocrática y en las relaciones que mantuvo con la mía, pero nos
limitaremos a decir que a mi padre lo apadrinaron la hermana del marqués y
su esposo. Esa fue la causa de que le regalasen para el bautizo, un preciosísimo
traje, digno de un infante de España, y que sigue siendo objeto de admiración
cada vez que es desempolvado.
Cuando todavía es un niño, logra ingresar, mediante una beca, en el
Colegio del Beato Juan de Ribera de Burjassot, en Valencia, y allí hace sus
estudios de bachiller, muy brillantemente por cierto. La institución fue y sigue
siendo de gran prestigio académico pues en ella se formaron alumnos que
desempeñarían puestos relevantes tanto en la vida política como social e
intelectual de la España del siglo XX.
Pero como Luis, Luisito, era el hermano pequeño de otras dos hermanas,
Conchita e Isabel, estaba muy mimado y le dejaban jugar a lo que quería en
sus ratos libres, que eran pocos, pues la mayor parte de su tiempo lo pasaba en
el colegio. Se dedicaba pues a espantar a los pretendientes de sus hermanas y a
simpatizar con lo peor del barrio tanto entre los vecinos racionales como
irracionales.
Durante los veranos, muy calurosos en Valencia, partían junto con la
familia de los marqueses de Villagracia al pueblo de Biar, en la provincia de
Alicante. Allí los marqueses poseían un palacio y mis abuelos una
hermosísima casa. Los recuerdos de aquellos divertidos veraneos de la "belleépoque " siempre permanecieron en la mente de mis tías y también formaron
parte de lo mejor de la infancia de mi padre. Su adolescencia transcurrió
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relativamente tranquila, pues la España del momento atravesaba diversas
circunstancias políticas y sociales muy conflictivas. En aquella época, en el
joven que comenzaba a asomarse a la vida, aparecía la vocación literaria.
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