Este documento se encuentra en revisión por pares “Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre”: análisis a nivel municipal considerando la dinámica de la vegetación y la vulnerabilidad ante el cambio climático Este documento se encuentra en revisión por pares Directorio del INECC Dra. María Amparo Martínez Arrollo Directora General Dra. Ana Cecilia Conde Álvarez Coordinadora General de Adaptación al Cambio Climático Dra. Margarita Caso Chávez Directora de Vulnerabilidad y Adaptación Ecológica Autores (Responsables Técnicos) Dra. Laura Gómez Aíza, Jefe de Departamento de Restauración Ecológica y Análisis Espacial Geóg. Leonel Álvarez Balderas, Profesional Ejecutivo adscrito a la DVyAE Biol. María Alicia del Carmen Lombardero Goldaracenaƚ, Técnico Superior adscrito a la DVyAE Revisores Técnicos Dra. Paola Massyel García Meneses, Subdirectora de Vulnerabilidad y Adaptación de Comunidades Biológicas Dra. Margarita Caso Chávez, Directora de Vulnerabilidad y Adaptación Ecológica D.R. © Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) Periférico Sur 5000, Colonia Insurgentes Cuicuilco C.P. 04530. Delegación Coyoacán, México D.F. http://www.inecc.gob.mx AGRADECIMIENTOS. Queremos agradecer el apoyo brindado por la Dirección General de Vida Silvestre de SEMARNAT, en particular a Florentino Chillopa y a Edgardo Corte, así como a los integrantes de la Coordinación General de Adaptación al Cambio Climático del INECC. Asimismo, de manera especial agradecemos las aportaciones de Aquileo Guzmán, Erika Tapia, Luis A. Conde Álvarez, Andrea Martínez Ballesté, José Luis Pérez Damián y de Israel Laguna. Por facilitar la comunicación y difusión de este proyecto nuestro reconocimiento a Fabiola Ramírez, Ileana Villalobos y a la Dra. Amparo Martínez, directora general del INECC. FOTO DE LA PORTADA: Paisaje en Tehuacán-Cuicatlán, noviembre 2009, Leonel Álvarez Balderas ƚ Q.E.P.D. 3 Este documento se encuentra en revisión por pares Alicia Lombardero Goldaracena In memoriam 4 Este documento se encuentra en revisión por pares Contenido Resumen ................................................................................................................. 8 Introducción ........................................................................................................... 10 Capítulo 1. Marco de Referencia ........................................................................... 13 Cambio climático y vulnerabilidad ................................................................................................ 13 Compromisos internacionales....................................................................................................... 15 Marco jurídico nacional................................................................................................................. 16 Unidades de Manejo para la Conservación de Vida Silvestre (UMA). .......................................... 20 Capítulo 2. Vegetación y UMA: análisis espacio-temporal a nivel municipal ......... 23 Introducción. ................................................................................................................................. 23 Métodos ........................................................................................................................................ 25 Resultados y discusión .................................................................................................................. 26 Conclusiones ............................................................................................................................... 385 Capítulo 3. Vegetación y UMA en los municipios con muy alta vulnerabilidad al cambio climático .................................................................................................. 407 Introducción .................................................................................................................................. 40 Método.......................................................................................................................................... 40 Resultados y discusión .................................................................................................................. 41 Conclusiones ................................................................................................................................. 45 Reflexiones finales: UMA y SUMA para la conservación de la biodiversidad y la adaptación a los factores de estrés ....................................................................... 47 Literatura Citada .................................................................................................... 52 5 Este documento se encuentra en revisión por pares Índice de Figuras y Cuadros Cuadro 2.1. Agrupación de municipios de acuerdo con su porcentaje de área cubierta por vegetación ....................................................................................................................................... 27 Figura 2.1. Histogramas del porcentaje de área municipal ocupada por vegetación .......... 27 Figura 2.2. Distribución espacial de los porcentajes de área municipal cubierta con vegetación ....................................................................................................................................... 28 Figura 2.3. Distribución espacial de los porcentajes de área municipal cubierta con vegetación ....................................................................................................................................... 29 Figura 2.4. Gráfica de tendencias de cambio en la superficie municipal cubierta por vegetación ....................................................................................................................................... 30 Figura 2.5. Dinámica espacial del cambio en el porcentaje de la superficie municipal cubierta con vegetación................................................................................................................. 30 Figura 2.6. Diagrama de dispersión de datos de la autocorrelación espacial en el cambio de superficie municipal cubierta por vegetación........................................................................ 31 Figura 2.7. Asociaciones espaciales a nivel local en el cambio en la superficie municipal cubierta por vegetación. ................................................................................................................ 32 Cuadro 2.2. Grado de atomización de las UMA a lo largo del país ...................................... 33 Figura 2.8. Gráfica de agrupación de los municipios de acuerdo con el porcentaje de su área registrada como UMA ........................................................................................................... 33 Figura 2.9. Distribución espacial de los porcentajes de área municipal registrada como UMA .................................................................................................................................................. 34 Figura 2.10. Asociaciones espaciales a nivel local del porcentaje de área municipal declarado como UMA .................................................................................................................... 35 Figura 2.11. Distribución de datos del porcentaje de cambio de superficie municipal cubierta con vegetación en relación con la presencia y porcentaje de UMA........................ 37 Figura 3.2. Cambio en el porcentaje de superficie municipal cubierta por vegetación en el periodo 2005-2012 para los 319 municipios con muy alta vulnerabilidad al cambio climático ........................................................................................................................................... 43 6 Este documento se encuentra en revisión por pares Cuadro 3.1. Municipios doblemente vulnerables: al cambio climático y a la pérdida de más del 10% de su vegetación ............................................................................................................. 43 7 Este documento se encuentra en revisión por pares ACRÓNIMOS ANP CBD CMNUCC CONABIO CONAFOR CONANP CONAPO CONEVAL COP DGVS GEI INAFED INECC INEGI INEGEI IPCC LGCC LGDFS LGEEPA LGVS OET PROFEPA UMA SEMARNAT SUMA Área Natural Protegida Convenio de Diversidad Biológica Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad Comisión Nacional Forestal Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas Comisión Nacional de Población Comisión Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social Conferencia de las Partes Dirección General de Vida Silvestre de SEMARNAT Gases de Efecto Invernadero Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático Instituto Nacional de Estadística y Geografía Inventario Nacional de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático Ley General de Cambio Climático Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable Ley General de Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente Ley General de Vida Silvestre Ordenamiento Ecológico del Territorio Procuraduría Federal de Protección al Ambiente Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales Sistema de Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre 8 Este documento se encuentra en revisión por pares Resumen Las Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA) son predios en donde se hace aprovechamiento regulado de la biodiversidad y en donde se monitorea el estado del hábitat. Por su parte, las acciones de reducción de la vulnerabilidad de los ecosistemas buscan promover su permanencia en el mediano y largo plazo. Tanto las UMA como las acciones de reducción de la vulnerabilidad tienen como meta la conservación de la biodiversidad y se expresan a nivel local. Sin embargo existen factores, como el cambio de uso de suelo, que pueden actuar en contra de esos objetivos y tienen una expresión territorial más amplia, ya sea regional o incluso global. La mínima unidad administrativa de planeación y de gestión del país es el municipio. Actualmente existen 2,456 municipios a lo largo del país, heterogéneos tanto en extensión, como en realidades biofísicas, económicas, sociales, culturales y políticas. En el nivel municipal la planeación ambiental-territorial tiene gran relevancia, es donde la interacción social puede desencadenar procesos de gobernanza ambiental y en donde se pueden gestionar y administrar recursos para el establecimiento de instrumentos de política ambiental como las UMA. Sin embargo, cada municipio se encuentra, en mayor o menor medida, influenciado por las tendencias regionales de cambio de cobertura de suelo y vulnerabilidad ante el cambio climático. Considerar y analizar esas tendencias ayuda a comprender el estado actual del territorio y a establecer objetivos realistas de conservación y aprovechamiento sustentable de recursos, así como estrategias de corto, mediano y largo plazo para lograr la adaptación de los sistemas socio-ambientales. El presente trabajo inicia una línea base para la valoración de las UMA como instrumento de política ambiental aplicada a nivel municipal, a través de analizar la relación entre dinámica de la cobertura de la “vegetación” y la presencia de UMA, en particular en los municipios muy vulnerables ante el cambio climático. La “vegetación” en cada municipio se obtuvo a partir de reagrupar todos los tipos de vegetación natural registrados en la Serie III y en la Serie V “Cobertura de Uso de Suelo y Vegetación” del INEGI. Se realizaron geoprocesamientos entre el Marco Geoestadístico Municipal y cada una de las Series para obtener el porcentaje del área de cada municipio ocupada con esa cobertura de suelo. Para definir la dinámica que siguió la vegetación en cada municipio, se restó el porcentaje de vegetación proveniente de la Serie V menos el proveniente de la Serie III. Por su parte, se calculó el porcentaje de área municipal ocupada con UMA de acuerdo con una base de datos proporcionada por la Dirección General de Vida Silvestre. Se elaboraron análisis de autocorrelación espacial global y local para ambas variables, para encontrar regiones con las mismas tendencias. Las relaciones entre los cambios en el área municipal con vegetación y la existencia de UMA se exploraron a través de análisis de comparación de grupos (U de Mann-Whitney) y análisis de varianza entre distintos grupos (Kruskal-Wallis). Con estos procedimientos se encontró que la mayoría de los municipios del país (64%) tienen pérdida de vegetación, un tercio presentaron recuperación y una fracción muy pequeña permaneció constante durante el periodo de estudio. Existen algunas regiones de pérdida, destaca una región en los límites sureños de la Sierra Madre Occidental y el Este del Eje Volcánico Transmexicano; asimismo se detectaron zonas de recuperación en la zona Centro-Oeste. Poco menos de la mitad de los municipios presentaron UMA en su territorio; la mayor cantidad de UMA se ubica en los municipios 9 Este documento se encuentra en revisión por pares del Norte del país, mientras que los municipios de la zona Centro en general no tienen UMA. Se encontraron diferencias significativas en la tendencia de cambio/permanencia de la vegetación en municipios con y sin UMA. De acuerdo con los resultados, existe mayor pérdida en los municipios con UMA, principalmente en aquellos que tienen menos del 10% de su área bajo este esquema territorial; los que tienen un área mayor se comportan de manera similar a los municipios sin UMA. Se detectaron 12 municipios doblemente vulnerables (con pérdida de vegetación del más del 10% de su área y con muy alta vulnerabilidad al cambio climático) y prácticamente no tienen UMA en su territorio. En la última sección se hace una revisión documental sobre el debate de la contribución de las UMA al aprovechamiento sustentable de la vida silvestre y a la conservación de la biodiversidad y se observa que, bajo ciertos contextos son estratégicas para el logro de esos objetivos pero también son sitios clave para impulsar acciones de adaptación ante el cambio climático. Discutimos que para potenciar esos resultados se requiere establecer un conjunto de UMA a nivel municipal, interconectado, coordinado y dirigido a cumplir con los propósitos regionales de conservación, de desarrollo sustentable y reducción de la vulnerabilidad actual y futura. En ese sentido resalta la necesidad de fortalecer al Sistema de Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (SUMA), el cual además de administrar la información y cumplir con los indicadores de evaluación a nivel país, podría fungir como instrumento de planeación regional. Se propone que participen, además de la Dirección General de Vida Silvestre (DGVS-SEMARNAT), otras dependencias del sector ambiental federal (INECC, CONANP, CONAFOR, PROFEPA, entre otras), junto con las instituciones de los gobiernos estatal y municipal, así como otros actores locales, en la construcción de estrategias, alineación de las acciones y vigilancia de las UMA para el contribuir eficientemente en el logro de esos objetivos. Palabras clave. Cambio de uso de suelo, Cambio climático, Análisis espacial, Planeación regional, Instrumentos de Política Ambiental Introducción 10 Este documento se encuentra en revisión por pares En 2010 el Instituto Nacional de Ecología (INE) realizó un proyecto para determinar si las UMA han sido efectivas para frenar y revertir los procesos de deterioro ambiental (Zarco, 2010). En ese análisis se encontraron tres patrones diferentes en la vegetación del interior y de la periferia de las UMA: a) se mantuvieron en buen estado de conservación, b) sufrieron cierto grado de afectación o pérdida, o c) se fragmentaron y degradaron. La autora sugiere realizar una réplica metodológica considerando la totalidad de UMA a nivel nacional y aumentar el nivel de detalle de los insumos cartográficos para lograr una mejor evaluación. Posteriormente, en 2012 fue aprobada la Ley General de Cambio Climático (LGCC; Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, 2012), instrumento mediante el cual el INE se transforma en Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC; Título III Capítulo I de la LGCC). En ella se establece que el Instituto debe continuar apoyando la investigación para la protección del ambiente, así como la preservación y restauración del equilibrio ecológico, a la vez que debe incorporar el tema de cambio climático. Al interior se crea la “Coordinación General de Adaptación al Cambio Climático”, encargada del análisis territorial para la identificación de zonas vulnerables al cambio y variabilidad climáticos y sus posibles impactos, así como de identificar y evaluar medidas de adaptación (INECC-SEMARNAT, 2014). La “Dirección de Vulnerabilidad y Adaptación Ecológica”, perteneciente a dicha Coordinación, se encarga de promover la investigación en temas de conservación de la biodiversidad, restauración ecológica, manejo sustentable de los recursos y en la búsqueda de acciones que contribuyan a disminuir la vulnerabilidad de los ecosistemas a los distintos factores de estrés, incluido el cambio climático. Con esta nueva perspectiva surge la necesidad de consolidar los procesos de conservación de la vida silvestre, los hábitats y ecosistemas en el territorio y de reforzar su resiliencia a nivel local-regional en el contexto del cambio global. En ese sentido las UMA pueden ser un instrumento clave ya que, de acuerdo con la Ley General de Vida Silvestre (LGVS), promueven el aprovechamiento sustentable de los recursos y bien llevadas pueden incentivar la organización comunitaria para implementar medidas de adaptación de los sistemas socio-ambientales a los diferentes factores de estrés, entre ellos los impactos del cambio climático. El objetivo del presente este trabajo fue generar una línea base para analizar la contribución de las UMA en la conservación de la biodiversidad de los municipios y en la 11 Este documento se encuentra en revisión por pares reducción de su vulnerabilidad ante el cambio climático. Se abordan aspectos tanto conceptuales como estadísticos y el documento se divide en cuatro secciones. El Capítulo 1 presenta una revisión documental en donde se enmarca de manera breve la problemática climático-ambiental que se vive a nivel global y la necesidad de abordar de manera integral la vulnerabilidad de los sistemas socio-ambientales; se plantean de manera general los esfuerzos que México ha realizado en materia regulatoria y se hace énfasis en los esquemas territoriales que regulan la conservación y manejo de la biodiversidad, en particular en las UMA. En el Capítulo 2 se elaboran distintos análisis espaciales que describen las tendencias de cambio/permanencia de la vegetación a nivel municipal, como un indicador de la conservación de la biodiversidad, y su relación con la presencia y extensión de las UMA. En el Capítulo 3 analizan estos resultados de manera especial en los municipios con “muy alta” vulnerabilidad al cambio climático (INECC, 2013) y se detectan los municipios doblemente vulnerables: a la pérdida de vegetación y al cambio climático. En la última sección se esboza el debate actual sobre la eficiencia de las UMA como instrumento de conservación de la biodiversidad; se discute su importancia como sitios clave de reducción de la vulnerabilidad, tanto al cambio de coberturas de suelo como al cambio climático y se propone fortalecer al Sistema de UMA (SUMA) como una herramienta de proyección regional que busque generar efectos sinérgicos entre las UMA (y otros instrumentos de política ambiental) para lograr el aprovechamiento sustentable de los recursos, la conservación de la biodiversidad y la adaptación ante cambio climático. 12 Este documento se encuentra en revisión por pares Capítulo 1. Marco de Referencia Cambio climático y vulnerabilidad. En distintos momentos de la historia se han registrado cambios climáticos a nivel global, con efectos sobre los sistemas naturales (Mittelbach et al. 2007) y sociales (Zhang et al. 2007). En la actualidad nos encontramos en una nueva época geológica, nombrada antropoceno debido a las intensas transformaciones que han sufrido los ecosistemas por acción del hombre (Ellis, 2011). Una de sus principales características es el calentamiento global acelerado, inédito en el pasado y que en gran medida es provocado por las formas de apropiación de los recursos naturales, por las formas de producción y por las actividades humanas (Gay et al. 2009; IPCC, 2014). El presente calentamiento está causando cambios veloces tanto en las condiciones promedio como en los valores extremos del sistema climático1 (Conde, 2006). Actualmente hay consenso entre los científicos sobre la irreversibilidad del cambio climático (Oreskes, 2004) y se proyectan pérdidas de entre 18% y 35% de las especies existentes (Thomas et al. 2004). A pesar de lo anterior, la incertidumbre sobre la dirección, magnitud y sentido de sus impactos es manifiesta (IPCC, 2013). Dada tal incertidumbre, es imperante la búsqueda de acciones que reduzcan la vulnerabilidad2 de los sistemas naturales y socio-ambientales (Alley et al. 2003). La vulnerabilidad al cambio climático se define como el grado de susceptibilidad de un sistema a los efectos negativos del cambio climático, a la variabilidad climática y a los fenómenos climáticos extremos (IPCC, 2007). Para cuantificarla se han sugerido tres conceptos generales interrelacionados: exposición, sensibilidad y capacidad adaptativa3 (Turner et al. 2003; INECC, 2013). Es crucial considerar que los factores que definen el clima son múltiples e interactuantes, que la información para los análisis de vulnerabilidad 1 compuesto por radiación solar, atmósfera, océanos, continentes, criósfera (zonas de hielo y nieve) y biosfera; las variables comúnmente usadas para evaluar el clima son temperatura, precipitación y velocidad de los vientos. 2 de manera general se identifica con el factor de riesgo interno y con la tendencia intrínseca de cualquier sistema a ser afectado cuando está expuesto a un peligro; es una herramienta analítica importante para la descripción de la susceptibilidad y marginalidad de los sistemas, para la planeación y para la toma de decisiones (Shitangsu Kumar, 2013). 3 exposición: carácter, dimensión e índice de variación climática a los que está sometido el sistema (INECC, 2013); sensibilidad: su grado de respuesta al cambio climático, sea negativo o positivo; capacidad adaptativa: su habilidad de ajuste al estrés actual o futuro provocado por el clima (IPCC, 2007). 13 Este documento se encuentra en revisión por pares debe contemplar las perspectivas histórica4 y prospectiva5 del clima, que se debe especificar la dimensión espacio-temporal del análisis, que se deben realizar abordajes multidisciplinarios y transdisciplinarios, así como análisis flexibles y multi-escala (Schröter et al. 2005; Conde, 2006; Shitangsu Humar, 2013; Swart et al. 2014). En particular es fundamental incorporar a la vegetación en dichos análisis debido a su fuerte influencia en la climatología local, regional y global, así como en la cantidad y calidad de los servicios ambientales que provee (Nobre et al. 1991; Bonan et al. 1992; Pielke et al. 1998; Pitman, 2003; Feddema et al. 2005; Foley et al. 2005). Los sistemas están sujetos a múltiples estresores, sumados a aquéllos que se generan con el cambio climático; el desarrollo de metodologías de análisis de vulnerabilidad por múltiples estresores ayuda a dar una visión integral del problema y se obtiene una mejor caracterización de zonas “hot-spot” de atención (OʼBrein et al. 2004; Shitangsu Humar, 2013). Algunos de los factores que provocan estrés y aumentan la vulnerabilidad de los ecosistemas son el cambio de coberturas de suelo, la deforestación y la fragmentación, entre otros, los cuales se suman a los impactos del cambio climático. Estos factores provocan la pérdida masiva de especies (extinción en cascada), de hábitats, de conectividad, de tolerancia a las perturbaciones –incluidas las relacionadas con las variaciones del clima actual y futuro-, de biodiversidad y de resiliencia (Bradshaw et al. 2007; Fischer y Lindenmayer, 2007; Stein et al. 2014). El cambio de coberturas de suelo, la deforestación y la fragmentación de los ecosistemas a su vez provocan el aumento de la temperatura superficial regional, contribuyendo con el cambio climático en un proceso de retroalimentación positiva (Laurence y Williamson, 2001; Laurence, 2004). Dada esta situación multifactorial, la reducción de la vulnerabilidad de los sistemas socio-ambientales debe fomentar la capacidad adaptativa diferencial de sus diversos componentes a los distintos factores de estrés para obtener mejores resultados (Schröter et al. 2005). Las medidas de adaptación que se impulsen en estos sistemas, además de ser respuestas técnicas a la realidad cambiante, deben fomentar la participación social en todos los niveles y requieren ser incorporadas al desarrollo de las políticas públicas en los distintos niveles de gobierno y a los distintos programas y estrategias de desarrollo social 4 5 climatología de la región, incluyendo las variaciones del clima y los eventos extremos. proyecciones del clima y de vulnerabilidad ante las posibles condiciones futuras. 14 Este documento se encuentra en revisión por pares y protección al ambiente, como son la reducción de la pobreza, la conservación de la biodiversidad y el combate a la desertificación, por mencionar algunos (Conde, 2006). Compromisos internacionales. Es larga la historia de reuniones internacionales para afrontar la problemática ambiental global, pero hubo dos parteaguas: con la Cumbre de la Tierra en Estocolmo en 1972 y con la Declaración de Río en Brasil en 1992 (Naciones Unidas, 1992a; Naciones Unidas, 1992b; Naciones Unidas, 1994; Naciones Unidas, 1998; Martínez y Fernández Bremauntz, 2004). La idea central de esas reuniones es que el cambio global converge a nivel local de la misma manera que las decisiones que se toman a escala local influyen en el cambio global (Wilbanks y Kates, 1999). De esas y otras reuniones han emanado compromisos y sugerencias generales aplicables al ámbito de cada país firmante para coordinar acciones encaminadas a frenar y revertir, en la medida de lo posible, la problemática ambiental global. Así, para abordar el tema de la pérdida de biodiversidad, los países firmantes del Convenio de Diversidad Biológica, (CBD por sus siglas en inglés) se han comprometido a realizar acciones de conservación in situ y ex situ, a crear mecanismos para lograr el uso sustentable de sus recursos naturales y a coordinar la participación justa y equitativa de los beneficios que se deriven de la utilización de sus recursos genéticos (Naciones Unidas, 1992b). Para el combate a la desertificación, los países firmantes se han comprometido a realizar acciones de prevención y reducción de la degradación de sus tierras, de recuperación de la productividad de áreas que presentan algún grado de deterioro y de rehabilitación y restauración de zonas degradadas (Naciones Unidas, 1994). Para abordar el cambio climático, los países firmantes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) se han comprometido a impulsar medidas de mitigación6 y de adaptación7 (Naciones Unidas, 1992a; Naciones Unidas, 1998; Stein et al. 2014). Las estrategias antes mencionadas son complementarias, sinérgicas y se centran en atender las problemáticas actuales y en los procesos que las generan. Las medidas de adaptación, además, buscan estimar los posibles impactos que pueden provocar la variabilidad y los eventos climáticos del presente, pero también aquellos asociados al cambio climático futuro y las estrategias para minimizarlos; es decir, requieren del 6 7 reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera y aumento de áreas destinadas a captura de carbono. disminuir la vulnerabilidad de los sistemas naturales y antropizados a los efectos actuales y esperados del cambio climático. 15 Este documento se encuentra en revisión por pares modelaje y valoración de algo que posiblemente va a suceder, así como del desarrollo y evaluación de opciones de respuesta (Smit y Pilifosova, 2003). Esto implica la construcción de procesos a corto, mediano y largo plazo y su seguimiento continuo; esa construcción obligadamente debe incorporar la promoción del desarrollo sustentable bajo los escenarios de cambio climático, y debe ser lo suficientemente incluyente y flexible para adecuar los procedimientos de acuerdo a los resultados que se van presentando. Siguiendo esa línea Lim y Spanger-Siegfriend (2004) sugieren cuatro principios base para desarrollar acciones de adaptación: a) considerar que para reducir la vulnerabilidad al cambio climático las acciones de inicio deben fortalecer la adaptación de los sistemas a la variabilidad climática y a eventos extremos actuales; b) la adaptación ocurre a distintos niveles sociales, incluso en el nivel local; c) la política de adaptación y sus métricas deben ser evaluadas en un contexto de desarrollo; y d) son igualmente importantes las medidas de adaptación y los procesos de organización con socios, contrapartes e interesados para su implementación. Marco jurídico nacional. México ha sido un participante activo en las reuniones internacionales, ha firmado diversos acuerdos y paralelamente ha sido del grupo de países que encabezan la creación de estrategias de acción nacional para la conservación de la biodiversidad y para hacer frente al cambio climático. Así, a nivel país se han desarrollado las Estrategias Nacionales: sobre Biodiversidad, de Manejo Sustentable de Tierras, de Cambio Climático. Existen ejemplos de estas estrategias elaboradas a nivel sub-nacional (estatal y municipal) pero el reto aún es grande. De manera paralela se han aprobado diversos marcos jurídicos ambientales. En este trabajo comentaremos algunos aspectos de la LGCC, de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA, Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, 1988), de la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable (LGDFS, Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, 2003) y de la Ley General de Vida Silvestre (LGVS, Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, 2000) por estar directamente relacionados con el tema de estudio, pero la riqueza conceptual y regulatoria de cada una de ellas y de otros marcos normativos ambientales nacionales, son mucho más amplios y profundos de lo que aquí se pretende analizar. La LGCC recoge parte del espíritu del Protocolo de Kioto (1997) y lo aplica al país. En ella se especifica, entre otras cosas, que los diferentes niveles de gobierno (federal, 16 Este documento se encuentra en revisión por pares estatal y municipal) deben elaborar y aplicar políticas públicas encaminadas a la búsqueda de acciones que contribuyan a reducir la vulnerabilidad de las poblaciones humanas y de los ecosistemas a los efectos adversos del cambio climático, a través de mecanismos de mitigación y de adaptación (Título Segundo Capítulo Único, Título Cuarto Capítulo I). En el caso de mitigación, establece metas y acciones para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y el aumento de áreas para captura de carbono (Título Cuarto Capítulo III). En su Artículo 74, le confiere al INECC el mandato para realizar y actualizar el Inventario Nacional de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero (INEGEI) siguiendo los lineamientos y metodologías establecidos por la CMNUCC, la Conferencia de las Partes (COP) y por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC). México a la fecha ha realizado seis inventarios de emisiones de GEI, el más reciente está enmarcado dentro de su primer Informe Bienal de Actualización y comprende el periodo 1990-2013. En ese inventario se observa que en 2013 el sector “uso del suelo, cambio de uso del suelo y silvicultura” contribuyó con el 4.9% (32,424.86 Gg8 de CO2e) del total de las emisiones; esto fue el resultado del balance entre las emisiones por tierras convertidas a pastizales, a asentamientos y a otras tierras así como por incendios forestales que en total contribuyeron con 45,007.61 Gg de CO2e, mientras que las tierras convertidas a tierras forestales capturaron un total de 12,582.75 Gg de CO2e (INECC-SEMARNAT, 2015). Cabe señalar que la metodología permite estimar las permanencias de tierras forestales, pastizales y tierras agrícolas, que en ese año capturaron 172,997.611 Gg de CO2e, sin embargo las absorciones derivadas de las permanencias no se suman al balance general de emisiones de este sector ni del inventario total (INECC-SEMARNAT, 2015). En cuanto a la adaptación, la LGCC especifica que debe estar basada en información y datos reales que apoyen la elaboración de diagnósticos, planificación, seguimiento, reporte, verificación y evaluación; se menciona que las siguientes son medidas de adaptación: corredores biológicos, ordenamientos ecológicos, áreas naturales protegidas (ANP), áreas para restauración ecológica y superficies destinadas a pago por servicios ambientales (Título Cuarto, Capítulo II). Esas figuras están definidas como instrumentos de conservación de los procesos ecológicos y evolutivos en la LGEEPA y en 8 Gg o Giga gramos (109 g) es la unidad de medida de masa equivalente empleada para reportar los gramos emitidos de dióxido de carbono, CO 2, o de CO2e equivalente (efecto invernadero de otros GEI expresando en términos de CO2). 17 Este documento se encuentra en revisión por pares la LGDFS. Es de destacar que en el texto de la LGCC no se hace mención de las UMA como instrumentos estratégicos para la adaptación al cambio climático. En la LGEEPA se indica la necesidad de propiciar el desarrollo sustentable considerando de manera puntual la preservación y protección de la biodiversidad. Corresponde a la federación regular el aprovechamiento sustentable, la protección y la preservación de la biodiversidad (Artículo 5, Fracción XI) y garantizar que el aprovechamiento de los recursos renovables se realice de manera que se asegure el mantenimiento de la diversidad y su renovabilidad (Artículo 15, Fracción VII). Se crea la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), encargada –entre otros temas- de la elaboración y seguimiento del Sistema Nacional de Información sobre Biodiversidad y Verificación del Uso Sustentable de sus Componentes (Artículo 80, Fracción V), además de participar en el seguimiento y continuidad de los compromisos internacionales que han sido firmados por México en materia de biodiversidad (CBD, Metas de Aichi, Protocolo de Nagoya, por mencionar algunos). Dentro de la CONABIO se encuentra, entre otras, la Coordinación General de Corredores y Recursos Biológicos encargada de planear y analizar la creación y mantenimiento de corredores biológicos a lo largo del territorio, con el objetivo de mantener la conectividad entre los distintos componentes del paisaje9, y de esta manera asegurar el flujo de especies y la continuidad de los procesos evolutivos en los distintos territorios. En la LGEEPA se establecen los lineamientos de planeación ambiental, entre los que destaca el proceso de Ordenamiento Ecológico del Territorio -OET (Título Primero, Capítulo IV, Sección II), cuyo objetivo es regular o inducir el uso de suelo y las actividades productivas (Artículo 2); con los OET se busca elaborar los lineamientos y estrategias para lograr la preservación, protección, restauración y aprovechamiento sustentable de los recursos naturales y la localización espacial de actividades productivas y de los asentamientos humanos (Artículo 20, numeral II). Igualmente la LGEEPA establece las pautas para la creación de las ANP (Título Segundo, Capítulo I), es decir zonas donde los ambientes originales no han sido significativamente alterados por las actividades humanas (Artículo 2 LGEEPA) y tienen por objeto preservar los ecosistemas representativos de las diferentes regiones biogeográficas, salvaguardar la diversidad genética de las especies silvestres, el 9 matriz paisajística y fragmentos de hábitat, los cuales presentan bordes y áreas núcleo con características particulares. 18 Este documento se encuentra en revisión por pares aprovechamiento sustentable de los ecosistemas, la promoción de investigación científica de la vida silvestre y la recuperación de los conocimientos y prácticas tradicionales que sean sustentables (Artículo 45 de la LGEEPA). De acuerdo con esta Ley y su Reglamento, existen distintas modalidades de ANP y todas deben tener un plan de manejo que contenga la zonificación, sub-zonificación y las reglas administrativas. La instancia encargada de gestionar y administrar las ANP federales es la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), creada en el 2000. En el Título Segundo, Capítulo II de la LGEEPA, se describe la restauración ecológica de las zonas degradadas; esta actividad es definida como el conjunto de actividades tendientes a la recuperación y restablecimiento de las condiciones que propician la evolución y continuidad de los procesos naturales (Artículo 2); los sitios con procesos acelerados de desertificación o degradación se declaran como zonas de restauración ecológica, para los cuales se debe elaborar un programa de restauración que contenga las acciones necesarias para el restablecimiento de sus condiciones naturales y debe involucrar la participación de los habitantes locales (Artículo 78 Bis). En la LEGEEPA se define los servicios ambientales como los beneficios tangibles e intangibles generados por los ecosistemas y que son fundamentales para la supervivencia de los sistemas naturales y para el ser humano (Artículo 2), pero es en la LGDFS donde se demanda el desarrollo de instrumentos económicos para incentivar la conservación y mejora de los servicios ambientales de los bosques (Artículo 133) que redunden en beneficios económicos para los propietarios de predios con esquemas de manejo forestal sustentable (Artículo 134 Bis); dentro de los incentivos se encuentran los bonos que acrediten la conservación (Artículo 141) y los pagos de bienes y servicios ambientales (Artículo 142). Dadas las condiciones de dispersión de la población en el país, los objetivos de conservación de la biodiversidad se han tenido que compatibilizar con la producción y desarrollo socioeconómico nacional (Schroeder et al. 2009). Ha sido necesario “… contar con normas homogéneas para todo el territorio … en términos de conservación y sustentabilidad, … [fundamentadas en] tres cuestiones básicas: el consenso científico respecto a los criterios ecológicos generales para lograrlos; la gravedad de la fragmentación y degradación de hábitats y la disminución y desaparición de poblaciones naturales de especies silvestres, que podrían verse incrementados por reglas distintas basadas en fronteras políticas y, por último, la necesidad de certidumbre en la realización 19 Este documento se encuentra en revisión por pares de actividades productivas basadas en la vida silvestre (Monasterio-Quintana, 2011). En ese tenor la LGVS aclara que corresponde a la federación la formulación, conducción, operación y evaluación de la política nacional de conservación y aprovechamiento de la vida silvestre y su hábitat, así como su reglamentación (Artículo 9) y permite a los propietarios y legítimos poseedores de los predios el aprovechamiento de la biodiversidad (Artículo 18, LGVS), así como el manejo de los recursos y la aplicación de su conocimiento tradicional siempre y cuando sean compatibles con el uso sustentable (Artículo 24, LGVS). Unidades de Manejo para la Conservación de Vida Silvestre (UMA). La LGVS definen a las UMA como “… predios e instalaciones registrados que operan de conformidad con un plan de manejo aprobado [por la SEMARNAT] y dentro de los cuales se da seguimiento permanente al estado del hábitat y de poblaciones o ejemplares que ahí se distribuyen” (Artículo 3, LGVS). El objetivo general de las UMA es “la conservación del hábitat natural, poblaciones y ejemplares de especies silvestres”; dentro de sus objetivos específicos se encuentran la restauración, rehabilitación, protección, resguardo, mantenimiento, investigación, rescate, recuperación, reproducción, repoblación y reintroducción de especies, así como exhibición, recreación, educación ambiental y aprovechamiento sustentable de la vida silvestre (Artículo 39). El plan de manejo de la UMA es el “… documento técnico operativo … que describe y programa actividades para el manejo de especies silvestres particulares y sus hábitats y establece metas e indicadores de éxito en función del hábitat y las poblaciones” (Artículo 3, LGVS); dicho plan debe contener información biológica de las especies de interés, la descripción física y biológica del área, los métodos de muestreo, las técnicas de manejo del hábitat, poblaciones y ejemplares, las medidas de contingencia, los mecanismos de vigilancia, los medios y formas de aprovechamiento y los sistemas de marcaje (Artículo 40, LGVS), todo centrado en el predio. Los dueños de los predios o encargados de las UMA deben presentar informes periódicos (anuales) de las actividades, así como los indicadores de éxito y problemáticas (incidencias, contingencias) asociadas al manejo de la vida silvestre y del hábitat (Artículo 42, LGVS). En la LGVS se desarrollan ampliamente las modalidades de aprovechamiento de la vida silvestre con la finalidad de sentar las bases para el desarrollo sustentable. Se definen dos modalidades de aprovechamiento: extractivo y no extractivo (Artículos 3, 82 y 99). El aprovechamiento extractivo de ejemplares, partes y derivados de la vida silvestre 20 Este documento se encuentra en revisión por pares requiere de una autorización de la SEMARNAT, quien establece la tasa de aprovechamiento y su temporalidad, y sólo se puede realizar en condiciones de sustentabilidad. La autorización para llevar a cabo el aprovechamiento se otorga a los propietarios o legítimos poseedores de los predios con base en el plan de manejo aprobado y en función de los resultados de los estudios de poblaciones o muestreos en el caso de ejemplares en vida libre, o de los inventarios presentados cuando se trate de ejemplares en confinamiento. La autorización para el aprovechamiento incluye el aprovechamiento de sus partes y derivados. Los aprovechamientos se pueden autorizar para actividades de colecta, captura o caza con fines de reproducción, restauración, recuperación, repoblación, reintroducción, translocación, económicos o educación ambiental. Los solicitantes deben demostrar: a) que las tasas de aprovechamiento son menores a la de renovación natural de las poblaciones de especies silvestres en vida libre; b) que son producto de reproducción controlada, en el caso de ejemplares de la vida silvestre en confinamiento; c) que éste no tendrá efectos negativos sobre las poblaciones y no modificará el ciclo de vida del ejemplar, en el caso de aprovechamiento de partes de ejemplares; d) que éste no tendrá efectos negativos sobre las poblaciones, ni existirá manipulación que dañe permanentemente al ejemplar, en el caso de derivados de ejemplares. En el caso de especies en riesgo sólo se autoriza el aprovechamiento cuando se dé prioridad a la colecta y captura para actividades de restauración, repoblamiento y reintroducción. Cualquier otro aprovechamiento, en el caso de poblaciones en peligro de extinción, tendrá que demostrar además que: a) los ejemplares sean producto de la reproducción controlada, que a su vez contribuye con el desarrollo de poblaciones en programas, proyectos o acciones avalados por la SEMARNAT cuando éstos existan, en el caso de ejemplares en confinamiento; y b) que contribuye con el desarrollo de poblaciones mediante reproducción controlada, en el caso de ejemplares de especies silvestres en vida libre. Para el aprovechamiento de ejemplares de especies silvestres en riesgo se deberá contar con: a) criterios, medidas y acciones para la reproducción controlada y el desarrollo de dicha población en su hábitat natural incluidos en el plan de manejo; b) medidas y acciones específicas para contrarrestar los factores que han llevado a disminuir sus poblaciones o deteriorar sus hábitats; c) un estudio poblacional que contenga estimaciones rigurosas de las tasas de natalidad y mortalidad y un muestreo. En el caso 21 Este documento se encuentra en revisión por pares de poblaciones en peligro de extinción o amenazadas, tanto el estudio como el plan de manejo, deberán estar avalados por una persona física o moral especializada y reconocida. Tratándose de poblaciones en peligro de extinción, el plan de manejo y el estudio deberán realizarse además, de conformidad con los términos de referencia desarrollados por el Consejo Técnico Consultivo Nacional para la Conservación y Aprovechamiento Sustentable de la Vida Silvestre. Por su parte, el aprovechamiento no extractivo de vida silvestre requiere de una autorización previa de la SEMARNAT, para garantizar el bienestar de los ejemplares de especies silvestres, la continuidad de sus poblaciones y la conservación de sus hábitats. En el caso de ambos aprovechamientos, no se otorga la autorización si el aprovechamiento pudiera tener consecuencias negativas sobre las poblaciones, el desarrollo de los procesos biológicos, las otras especies y los hábitats presentes en el predio y se dejará sin efecto las que fueron otorgadas cuando se generen tales consecuencias. En la LGVS se crea el Sistema de Unidades de Manejo para la Conservación de Vida Silvestre (SUMA) para promocionar, coordinar, recopilar y organizar la información de las UMA (Capítulo VIII, LGVS), el cual es operado por la SEMARNAT, está conformado por el conjunto de las UMA que cuentan con un plan de manejo aprobado y tiene como objetivos fomentar la conectividad de los ecosistemas, la formación de corredores biológicos que interconecten las UMA con las áreas naturales protegidas, el fomento a actividades de restauración con la participación de organizaciones sociales, la aplicación del conocimiento tradicional e investigación de la vida silvestre, el desarrollo de actividades productivas alternativas para las comunidades rurales, la vinculación e intercambio de información entre las distintas UMA y la simplificación de la gestión (Artículo 46, LGVS). Cabe señalar que en la LGVS se establece que la federación es la encargada de promover, registrar y supervisar técnicamente el establecimiento de las UMA, pero estas atribuciones pueden ser transferidas a los estados o incluso a los municipios (Artículo 9, LGVS). 22 Este documento se encuentra en revisión por pares Capítulo 2. Vegetación y UMA: análisis espaciotemporal a nivel municipal Introducción. En México existen 2,456 municipios heterogéneos en extensión, densidad poblacional, formas organizativas y realidades históricas, sociales, culturales y ambientales. Los rezagos para la mayoría de los municipios de México son profundos: los recursos son insuficientes, están inmersos en inercias políticas más que en la solución de problemas, en general los funcionarios carecen de experiencia en la gestión pública y tienen visión inmediatista e improvisada (Ibarra Salazar et al. 2013; Cabrero Mendoza y Arellano Gault, 2014). A pesar de lo anterior, es en los municipios donde la interacción social presenta condiciones idóneas para desencadenar los procesos de gobernanza y de cumplimiento de objetivos sociales, en donde se producen las modificaciones y adecuaciones inmediatas a una realidad que se transforma, en donde se puede tener un acercamiento, articulación y coordinación efectiva con los distintos actores y en donde se puede facilitar el diseño de reglas y condiciones institucionales de participación, diálogo, deliberación y consenso (De la Chapa Ladrón de Guevara y García González, 2007). El gobierno municipal es el encargado de negociar recursos e implementar programas federales y estatales; a su vez tiene la posibilidad de realizar colaboraciones intergubernamentales dinámicas, tanto con la federación y los gobiernos estatales, como con distintos municipios (Arellano Ríos, 2011), e incluso colaboraciones e intercambios con otros países (Ponce Adame, 2005). Los municipios se han clasificado de distintas maneras en función de diversos indicadores: de acuerdo con la densidad poblacional y la infraestructura se han catalogado como urbanos y rurales10; CONAPO (2010) los ha clasificado en función del índice de marginación11; CONEVAL identifica a los municipios con el índice de rezago 10 en México, aproximadamente una cuarta parte de los municipios (26%) son urbanos y en ellos se concentra el 80% de la población nacional (Cabrero Mendoza y Arellano Gault, 2014). 11 calculado a través de análisis multivariado considerando indicadores de población, ingreso, educación y condiciones de vivienda (CONAPO, 2010). La tercera parte de los municipios tienen alto y muy alto grado de marginación (16.6% 17.9% respectivamente), poco más de la tercera parte tienen nivel medio (38.4%) y poco menos de un tercio tienen nivel bajo y muy bajo (16.3% y 10.7% respectivamente). 23 Este documento se encuentra en revisión por pares social12; INAFED, los cataloga con el índice de planeación estratégica y evaluación municipal13; por su parte el INECC (2013) ha detectado 319 municipios con muy alta vulnerabilidad al cambio climático14. Estas clasificaciones están centradas en indicadores socio-económicos provenientes de los censos de población; en el caso de la vulnerabilidad se incluyen además aspectos de exposición a eventos climáticos extremos y área ocupada por bosques. En ninguna se considera de forma explícita el proceso de permanencia o transformación de la vegetación, a pesar de que éste es un indicador de la presión que se ejerce sobre los ecosistemas. A nivel mundial se observa una reducción generalizada en el área cubierta por vegetación (Velázquez et al. 2002). En México las tasas de deforestación son altas (de 1% a 10% Velázquez et al. 2002), pero han disminuido con la aplicación de instrumentos de regulación ambiental (Rosete-Vergés et al. 2014). Sin embargo, la tendencia de pérdida aun continua a nivel nacional: un ejercicio a escala 1:250,000; reveló que de 1976 a 2000 la pérdida de vegetación varió de 0.06% a 2.19% dependiendo del tipo de vegetación15 (Pérez et al. 2013). Este patrón cambia en función de la escala espacial de análisis, de tal suerte que a nivel estatal y municipal se pueden encontrar casos en los que incluso hay recuperación de la cobertura vegetal. La información y seguimiento de los cambios en la cobertura de la vegetación a nivel municipal son fundamentales para poder proyectar estrategias de conservación y desarrollo sustentable, pues es en esas unidades político-administrativas donde el diseño 12 el cual busca medir la pobreza integrando indicadores de educación, acceso a servicios de salud, acceso a servicios básicos y espacios en la vivienda. Más de la mitad de los municipios tienen rezago bajo y muy bajo (23.4% y 31.9% respectivamente), menos de la cuarta parte presentan nivel medio (19.9%) y casi una cuarta parte tienen grado alto y muy alto (20.2% y 4.6% respectivamente). 13 creado para medir el grado de incorporación de elementos de planeación estratégica en las administraciones públicas municipales; está elaborado a partir de presencia/ausencia de los indicadores de esta técnica (misión, visión, objetivos, metas, programas estratégicos, indicadores de gestión, seguimiento, captación de quejas y sugerencias, medición de satisfacción, manuales de calidad, etc.). El 46.6% de los municipios tienen un nivel incompleto (carece de alguno de los componentes básicos de la planeación estratégica), 18.6% un nivel fragmentado (tienen elementos aislados de planeación estratégica), 17.2% un nivel nulo (no presentan ningún elemento de planeación estratégica), 10% tienen un nivel básico (se cuenta con los elementos fundamentales para la planeación estratégica) y sólo el 4.6% tienen un nivel pleno (cuenta con todos los elementos de planeación estratégica y evaluación). 14 estos municipios fueron detectados a través de la comparación de tres fuentes de información que reportan los grados de vulnerabilidad municipal al cambio climático. Para determinar la vulnerabilidad se usaron diversos indicadores, agrupados por sectores productivos, por características poblacionales y de salud, por infraestructura y por presencia de fenómenos climáticos extremos. 15 sea bosques: coníferas, coníferas y latifoliadas, latifoliadas, mesófilo de montaña; selvas: perennifolia, subperennifolia, caducifolia y subcaducifolia; matorral xerófilo; mezquitales; vegetación hidrófila; pastizales naturales. 24 Este documento se encuentra en revisión por pares e implementación de instrumentos de política ambiental (como las UMA) pueden impactar de una manera rápida y sostenible (De la Chapa Ladrón de Guevara y García González, 2007). Son escasos los reportes en donde se describe, evalúa y analiza la actuación de los instrumentos de política ambiental en el nivel municipal, a pesar de que esa información es crucial para la planeación regional. El objetivo de esta sección fue analizar los patrones espaciales del cambio/permanencia de la vegetación y de la presencia de UMA en los municipios del país y las relaciones existentes entre ambas variables, con la finalidad de generar información de base que contribuya a ubicar las tendencias de cambio de coberturas de suelo y a precisar la contribución de las UMA en la conservación de la vegetación en el ámbito municipal. Métodos. Se calculó el porcentaje de área municipal ocupada por la vegetación natural para dos periodos de tiempo (2003-2005 y 2011-2012), usando insumos cartográficos de base o referencia: - “Cobertura de Vegetación y Uso de Suelo” Series III (INEGI, 2005) para 2003-2005 - “Cobertura de Vegetación y Uso de Suelo” Serie V (INEGI, 2012) para 2011-2012 - “Marco Geoestadístico Municipal” MGM (INEGI, 2010) Los tipos de vegetación natural establecidos en las Series del INEGI16 se agruparon para formar la clase “vegetación”17; esto se hizo de manera independiente para cada Serie. Se realizaron geo-procesamientos entre la Serie III y el MGM, así como entre la Serie IV y el MGM, (ArcGis 10.1, ESRI) para obtener el área municipal cubierta por vegetación y se calculó su porcentaje dentro del área municipal total, para cada municipio y para cada periodo de tiempo. Se estimó el cambio en la superficie municipal cubierta con vegetación (en adelante CSMV) restando el porcentaje de área municipal con vegetación obtenido en la Serie V menos el obtenido en la Serie III; de esta manera el resultado pudo ser: - cero, lo que indica que el municipio presentó PERMANENCIA de vegetación - negativo, significa que en el municipio hubo PÉRDIDA de vegetación - positivo, implica que en el municipio hubo RECUPERACIÓN de vegetación 16 “bosque de coníferas”, “bosque encino”, “bosque mesófilo de montaña”, “matorral xerófilo”, “pastizal”, “selva caducifolia”, “selva perennifolia”, “selva sub-caducifolia”, “selva espinosa”, “vegetación hidrófila” y “otros tipos de vegetación”. 17 cuando hagamos referencia a esta agrupación la señalaremos con letras cursivas. 25 Este documento se encuentra en revisión por pares Se elaboró un análisis de autocorrelación espacial global del CSMV con el cálculo del índice de Morán y el diagrama de dispersión de datos; asimismo se examinó el nivel de asociaciones locales entre unidades o conglomerados espaciales con la elaboración de mapas LISA (por sus siglas en inglés), con la finalidad de detectar regiones en donde la variable pudiera experimentar concentración (autocorrelación espacial local) o dispersión de datos (GeoDaTM 1.4.3). Paralelamente se estimó el porcentaje de área municipal ocupada por las UMA considerando el área total registrada en cada municipio (estos datos fueron proporcionados por la DGVS18). Asimismo, se determinó su autocorrelación espacial global y su autocorrelación local de la manera descrita anteriormente (GeoDaTM 1.4.3). La relación entre el CSMV y el porcentaje de UMA se exploró a través de dos procedimientos. El primero tuvo como finalidad evidenciar si existen diferencias significativas en los valores de CSMV en municipios con y sin UMA, para lo cual se aplicó la prueba de comparación de grupos, U de Mann-Whitney (los datos no siguen una distribución normal). El segundo procedimiento buscó determinar si los cambios en CSMV varían significativamente de acuerdo con distintos porcentajes de área declarada como UMA; para ello se aplicó la prueba de varianza Kruskal-Wallis (los datos no siguen una distribución normal) sobre cuatro grupos de municipios: a) sin UMA; b) con menos del 5% de su área con UMA; c) entre 5% y 10% de su área con UMA; d) con más de 10% de su área con UMA. Resultados y discusión. Cobertura de vegetación, cambios y patrones espaciales . El porcentaje de área municipal ocupada por vegetación, analizada a escala 1:250,000; siguió una distribución de frecuencias tipo exponencial en los dos periodos de estudio (2003-2005 y 2011-2012). Es decir, a nivel nacional había una gran proporción de municipios con porcentajes altos de vegetación (Figura 2.1), la mayoría de ellos con más del 50% de su área (Cuadro 2.1). Sin embargo, al comparar los histogramas de los dos periodos se observa una disminución en el número de municipios que en 2003-2005 presentaban 75% o más de su área con vegetación (Figura 2.1): 47 municipios con esta característica cambiaron a un porcentaje menor en el periodo 2011-2012 (Cuadro 2.1). En correspondencia, en el segundo periodo aumentó el número de municipios con 50% o 18 el 3 de diciembre de 2013 la DGVS nos hizo llegar una base de datos con 9143 UMA registradas. La base contiene nombre de la UMA, clave de registro, municipio y superficie (m2). Todos los datos de esta base fueron utilizados en el análisis. 26 Este documento se encuentra en revisión por pares menos de su área cubierta con vegetación (Figura 2.1, Cuadro 2.1). De manera paralela, seis municipios que en 2003-2005 presentaban 0% de su área con vegetación cambiaron ese porcentaje en el 2011-2012 (Cuadro 2.1). La representación espacial del 400 de área municipal ocupada con vegetación para el periodo 2003-2005 revela que buena parte de los municipios del Norte, algunos de la Sierra 2003-2005 2011-2012 350 Número de municipios porcentaje 300 250 200 150 Madre 100 Occidental, otros del Centro-Sur y 5 15 25 35 45 55 65 75 85 95 Porcentaje de área municipal cubierta por vegetación natural algunos de la Península de Yucatán registraban más de 75% de su área con esa cobertura; mientras que la mayoría de los municipios aledaños Figura 2.1. Histogramas del porcentaje de área municipal ocupada por vegetación en 2003-2005 (color azul) y en 2011-2012 (color rojo). Análisis a nivel nacional y a escala 1:250.000. al Golfo de México y del Centro del país tenían 50% o menos de su área con esa característica (Figura 2.2). Esos mismos patrones se detectan para el periodo 2011-2012, pero se incorporan en este último nivel de porcentaje algunos municipios de las zonas costeras de Sinaloa, Guerrero y Yucatán, así como algunos de la zona Centro del país (Figura 2.3). Cuadro 2.1. Agrupación de municipios de acuerdo con su porcentaje de área cubierta por vegetación para dos periodos de tiempo. Datos a nivel nacional y a escala 1:250,000. Los números dentro de paréntesis representan el porcentaje de municipios con respecto al total nacional. En la cuarta columna se indica el número de municipios que cambiaron de porcentaje de un periodo al otro y la tendencia de dicho cambio se expresa con flecha:↓=disminuye, ↑=aumenta Número de municipios y porcentaje Número de municipios % de área que cambiaron y municipal con 2003-2005 2011-2012 tendencia de cambio vegetación (Serie III, INEGI) (Serie V, INEGI) 100 21 14 7 ↓ (35%) (33%) 75<%<100 845 805 40 ↓ 50<%≤75 607 (25%) 605 (25%) 2 ↓ 25<%≤ 50 511 (21%) 535 (22%) 24 ↑ 0<%≤25 406 (16%) 437 (18%) 31 ↑ 0 66 (3%) 60 (2%) 6 ↓ 27 Este documento se encuentra en revisión por pares Figura 2.2. Distribución espacial de los porcentajes de área municipal cubierta con vegetación para el periodo 2003-2005. Escala 1:250,000. Coincidiendo con estos resultados, en 2007 se reportó que los estados con mayor proporción de área con vegetación natural (mayor a 80%) fueron Baja California, Baja California Sur, Quintana Roo, Coahuila, Chihuahua y Sonora, mientras que los de menor proporción (menos del 40%) fueron Tlaxcala, Veracruz, Distrito Federal, Tabasco, México y Morelos; cabe señalar que la mayor parte de los matorrales xerófilos y gran parte de los bosques templados del norte eran vegetación primaria, mientras que en el Sur, Sureste y Suroeste predominaba la vegetación secundaria (SEMARNAT, 2012). Es importante resaltar que los mapas de las Figuras 2.2 y 2.3 deben ser interpretados desde la óptica de vegetación primaria o secundaria. Es de notar la coincidencia espacial de las emergencias ambientales (accidentes que involucran sustancias peligrosas) reportadas para el 2001 con los resultados mostrados en las Figuras 2.2 y 2.3: el mayor número de emergencias (más de 51) fueron reportadas para los estados del Golfo de México (excepto Yucatán y Quintana Roo), así como Chiapas, Oaxaca, Puebla, México, Nuevo León, y Guanajuato (SEMARNAT, 2006); 28 Este documento se encuentra en revisión por pares de acuerdo con los resultados de éste trabajo, la mayoría de esos estados tuvieron porcentajes de área cubiertos con vegetación menores al 50%. Figura 2.3. Distribución espacial de los porcentajes de área municipal cubierta con vegetación para el periodo 2011-2012. Escala 1:250,000. Por su parte, entre 2003-2005 y 2011-2012, a escala 1:250,000, se observan cambios en los porcentajes de área municipal cubierta con vegetación (CSMV): la mayoría (64%) de los municipios tuvieron pérdida, mientras que un tercio de ellos registraron recuperación y muy pocos permanecieron sin cambios (Figura 2.4). En general la tendencia de pérdida o recuperación de la vegetación fue menor al 10% del área municipal (Figura 2.5). Contrastando con nuestros resultados, Bonilla-Moheno et al. (2012) encuentran que sólo 4% de los municipios del país tuvieron pérdida significativa de vegetación leñosa (“woody vegetation”) para el periodo 2001-2010, mientras que 16% tuvieron ganancia y la mayoría (80%) no presentaron cambio. 29 Este documento se encuentra en revisión por pares En Recupera 33% cuanto a la distribución espacial del CSMV, destacan algunos municipios Chiapas, Permanece 3% en Yucatán, Oaxaca, Guerrero, Tabasco, Jalisco, Zacatecas y Aguascalientes con las Pierde 64% mayores pérdidas, mientras que otros Figura 2.4. Gráfica de tendencias de cambio en la superficie municipal cubierta por vegetación entre 2003-2005 y 2011-2012 para los municipios de México. Análisis a nivel nacional y a escala 1:250,000. municipios en Yucatán, Guerrero, Puebla, Chihuahua con Oaxaca, Michoacán las mayores recuperaciones (Figura 2.5). Figura 2.5. Dinámica espacial del cambio en el porcentaje de la superficie municipal cubierta con vegetación entre los periodos 2003-2005 y 2011-2013, escala 1:250,000. Las categorías descritas en la simbología representan, tanto para pérdida como para recuperación, los siguientes porcentajes de cambio dentro del área municipal: “mayor” el porcentaje de cambio es mayor que 25%, “media” el porcentaje de cambio es mayor que 10% y menor o igual que 25%; “menor” el porcentaje de cambio es menor que 10%. La categoría “sin cambio” indica sitios que tuvieron el mismo porcentaje de áreas municipal para los dos periodos de tiempo. 30 y Este documento se encuentra en revisión por pares En la literatura se ha reportado que Jalisco y Chiapas fueron los estados con mayor porcentaje anual de pérdida de vegetación natural para el periodo 2002-2007, seguidos por Sinaloa, Veracruz y Yucatán, mientras que Nayarit, Morelos, Puebla e Hidalgo fueron los que tuvieron menor porcentaje anual de pérdida de vegetación (SEMARNAT, 2012). Entre 2001 y 2010, Bonilla-Moheno et al. (2014) identifican a algunos municipios de Veracruz, Oaxaca, Chiapas con pérdida significativa de vegetación leñosa, al tiempo que otros municipios en Oaxaca, Sonora, Yucatán, Puebla, Michoacán, Chihuahua, Nuevo León y San Luis Potosí con ganancia de esta misma cobertura. El índice de Morán (I.M.) calculado para determinar la distribución global del CSMV, señala cierto nivel de autocorrelación espacial (I.M. = 0.32): el valor positivo refleja asociación espacial entre valores similares en zonas vecinas, es decir hay un efecto de “contagio” o “desbordamiento”. Sin embargo, el bajo valor del índice sugiere casos en los que la asociación espacial es inversa y se produce disimilitud entre unidades geográficas cercanas. El patrón de dispersión de datos (Figura 2.6) y el valor del I.M. indican que, aunque existe cierto nivel de autocorrelación espacial, en general la distribución de CSMV fue heterogénea a lo largo de los municipios de México para el periodo de estudio. A pesar de lo anterior, fue notoria la formación de regiones cuando se hizo el análisis de asociaciones espaciales a nivel local: en la zona Centro-Oeste, junto al eje Figura 2.6. Diagrama de dispersión de datos de la autocorrelación espacial en el cambio de superficie municipal cubierta por vegetación obtenida entre los periodos 2003-2005 y 2011-2012, a escala 1:250,000. En la parte superior se presenta el valor de índice de Morán (I.M.). Con números romanos se señalan los cuadrantes: I y III representan datos con autocorrelación espacial positiva, mientras que II y IV señalan los datos con autocorrelación negativa. Neovolcánico Transmexicano, y en la zona Centro, se concentran cuatro regiones con municipios que siguen una tendencia de recuperación de la vegetación (Figura 2.7, polígonos verdes). Esparcidas al Norte y en el Sureste, se encuentran otras pequeñas regiones con la misma tendencia. Asimismo, destacan la zona Sur de la Sierra Madre Occidental, algunas porciones de 31 Este documento se encuentra en revisión por pares Sonora, Sinaloa, Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Yucatán como regiones cuyos municipios presentan tendencia a la pérdida de vegetación (Figura 2.7, polígonos de color rojo); cabe señalar que algunas de estas zonas se han identificado como áreas de alta biodiversidad para el país, por lo que es fundamental llevar acciones para revertir esa tendencia. Figura 2.7. Asociaciones espaciales a nivel local en el cambio en la superficie municipal cubierta por vegetación. La mayoría de los municipios no presentan autocorrelación espacial significativa (polígonos en blancos). La gama de colores representa a los municipios con correlación espacial significativa (p=0.05) : verde y rojo representan polígonos con correlación positiva, los primeros son zonas de recuperación-mantenimiento y los segundos son áreas de pérdida de vegetación; rosa y amarillo representan polígonos con correlación negativa, en el primer caso son áreas de recuperación-mantenimiento rodeadas de zonas de pérdida de la vegetación, en el segundo caso el patrón es el contrario. Los factores relacionados con la de pérdida de vegetación son variados, pero están en función de los tipos de comunidades vegetales y de las regiones en donde se localizan (Masera, 1996): en selvas altas y medianas del Sur y Sureste de México los principales detonadores de la pérdida de vegetación son la ganadería, la agricultura y la sobreexplotación de los recursos; en los bosques templados del Centro y Centro-Oeste de México son la extracción clandestina, la sobreexplotación y 32 Este documento se encuentra en revisión por pares los problemas de tenencia de la tierra; en los matorrales del Norte de México principalmente son la ganadería y la minería. Municipios con UMA y sus patrones espaciales . Las superficies registradas como UMA tienen una amplia variedad de tamaños: Cuadro 2.2. atomización de largo del país Área municipal ocupada con UMA (hectárea) <1 1≤X<2 2≤X<3 3≤X<5 >5 Grado de las UMA a lo de 1 m2 hasta 783,371 m2. En la base de datos que consultamos se observa que tienen un grado de atomización muy alto y predominan las UMA con Porcentaje de UMA en esa categoría (%) 93.0 4.8 1.1 0.6 0.5 extensión menor a una hectárea (Cuadro 2.2). En 2013, 911 municipios (es decir el 37%) tenían algún porcentaje de su área registrada como UMA. De estos, la gran mayoría (91.8%) con una superficie relativamente pequeña declarada como tal (menos del 5% de su área), 62 municipios con hasta 10% de su área con UMA y sólo 12 municipios con un área mayor (Figura 2.8). Al analizar la distribución espacial de los porcentajes de área municipal declarada como UMA se observa que los municipios con mayores porcentajes se ubican más visiblemente en los estados del Norte; mientras que en el Centro, en el Suroeste y en Yucatán la mayoría de municipios no tienen UMA (Figura 2.9). Es de resaltar que un porcentaje alto de las UMA (88 %) está dirigido al aprovechamiento cinegético de la fauna (Valdez et al. 2006), muy frecuentemente para cacería de mamíferos grandes (venado, borrego y similares) y aves, actividad muy demandada por UMA=0% (Gallina y Escobedo-Morales, 3% región Norte han funcionado bien en económicos Escobedo-Morales, UMA>10% (92%) 2009). Las UMA cinegéticas de la términos 5%<UMA≤10% 34% estadounidense en la zona Norte del país UMA≤5% turismo (Gallina 2009) y y (7%) 2.5% (1%) 0.5% 63% han generado una derrama económica de aproximadamente 3,000 millones de pesos (Buda Arango et al. 2014). Las UMA del Centro, Sur y las de las Sierras han estado dirigidas en su Figura 2.8. Gráfica de agrupación de los municipios de acuerdo con el porcentaje de su área registrada como UMA. Los números en negro son porcentajes de municipios con respecto al total nacional; los números en blanco son porcentajes de municipios con respecto a los municipios con UMA. 33 Este documento se encuentra en revisión por pares mayoría al aprovechamiento de recursos no maderables o al aprovechamiento no extractivo de la vida silvestre y han tenido un éxito modesto en términos económicos: el margen de ganancia es pequeño, la inversión privada es limitada y en muchas ocasiones la implementación de la UMA ha generado tensión al interior de las comunidades (Buda Arango et al. 2014). Figura 2.9. Distribución espacial de los porcentajes de área municipal registrada como UMA. Mapa generado a partir de la base de datos proporcionada por la Dirección General de Vida Silvestre (SEMARNAT) en diciembre de 2013 (ver nota a pie de página 20). Aunque no existe un patrón global de distribución espacial de los porcentajes de área municipal con UMA (I.M.=0.0008), a nivel local existen patrones de asociación espacial significativos (p=0.05), evidenciando regiones en donde dicho porcentaje es alto, otras donde es cero y otras donde los valores son espacialmente inconsistentes (Figura 2.10). En las zonas Centro y Sur del país se observan regiones sin UMA (Figura 2.10, polígonos de color morado), mientras que en Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Baja California Sur, Durango y San Luis Potosí están las regiones con mayores áreas municipales con UMA (correlación positiva, Figura 2.10, polígonos de color naranja). 34 Este documento se encuentra en revisión por pares Figura 2.10. Asociaciones espaciales a nivel local del porcentaje de área municipal declarado como UMA. Diversos municipios no presentan correlación espacial significativa (polígonos en blanco). La gama de colores representa a los municipios con correlación espacial significativa (p=0.05) : naranja y morado representan polígonos con correlación positiva, los primeros indican municipios con porcentajes altos de superficie con UMA, los segundos municipios sin UMA; verde-grisáceo y amarillo representan polígonos con correlación negativa, en el primer caso municipios con alto porcentaje de su superficie con UMA rodeados de municipios sin UMA en el segundo caso el patrón se invierte. Destaca la coincidencia de los patrones anteriormente descritos con la distribución espacial de la tenencia de la tierra (Valdéz et al. 2006): en los estados del Norte la tenencia es básicamente privada, por lo general los dueños tienen poder adquisitivo medio y alto, poseen grandes extensiones de terreno y existe una fuerte tradición ganadera (Gallina y Escobedo-Morales, 2009). Por su parte, en las zonas montañosas de las Sierras así como en el Centro y Sur del país domina la tenencia de la tierra social (ya sea comunal o ejidal); el 80% de los bosques del país son manejados por las comunidades, muchas de ellas indígenas, con poder adquisitivo limitado y economía de subsistencia (agricultura y uso de recursos para autoconsumo) (Buda Arango et al. 2014). La baja proporción de las áreas municipales declaradas como UMA indican que aún existe un gran reto para llevar a cabo prácticas de manejo y aprovechamiento de la 35 Este documento se encuentra en revisión por pares vida silvestre de manera regulada. Avila-Foucat y Pérez-Campuzano (2015) mencionan además que el mayor número de UMA (2/3 partes) se sitúan en los municipios con bajo o muy bajo índice de marginación, mientras que sólo 2.7% de las UMA se ubican en municipios con alto o muy alto índice, consecuentemente las estrategias de subsidios para la creación de nuevas UMA debería dirigirse a los municipios más marginados. Tanto Valdez et al. (2006) como Forero Díaz (2013) señalan que la creación y el tamaño de las UMA depende en gran medida de las capacidades de los dueños para generar negocios así como de sus ingresos, pero también del compromiso del sector corporativo para apoyar el desarrollo y la conservación de la vida silvestre y de los incentivos públicos que se generen para tal fin. Sin embargo el grado de atomización de las UMA a lo largo del país da una idea de la gran variedad de técnicas de aprovechamiento de especies y de manejo del hábitat que se pueden estar desarrollando incluso entre territorios vecinos, y esto refleja el fuerte reto que se tiene para lograr su alineación con las metas de conservación y aprovechamiento sustentable de los recursos, y con las estrategias de reducción de la vulnerabilidad de los sistemas socio-ambientales. Relación entre el cambio en la superficie municipal cubierta con vegetación y la superficie municipal declarada como UMA . El intervalo de valores del CSMV fue similar para los municipios con y sin UMA (escala 1:250,000 y comparando los periodos 2003-2005 y 2011-2012): 56% de pérdida a 37% de recuperación para los municipios con UMA y 54% de pérdida a 48% de recuperación para los municipios sin UMA. Los resultados indican que el 74.5% de los municipios con UMA tuvieron pérdida de vegetación, mientras que 56.8% de los municipios sin UMA presentaron esa tendencia; sin embargo, en ambos casos los datos se concentran en el intervalo de pérdida menor a 5% del área (Figura 2.11a). Por su parte, se encontraron diferencias estadísticamente significativas en el CSMV entre los municipios con y sin UMA (U=803622; p<0.001): el valor de la mediana refleja mayor pérdida para el grupo de municipios con UMA (Figura 2.11a). También se encontraron diferencias significativas en los grupos de municipios con diferentes porcentajes de área municipal con UMA (H=14.15, g.l.=3, p=0.003): los municipios con menos del 10% de área con UMA presentaron mayor pérdida de vegetación (Figura 2.11b). La similitud de los valores de pérdida/recuperación de vegetación en los grupos de municipios con UMA y sin UMA sugiere que a nivel municipal esos procesos son independientes de la presencia de UMA. Esto coincide con los resultados de Figueroa y 36 Este documento se encuentra en revisión por pares a) b) Figura 2.11. Distribución de datos del porcentaje de cambio de superficie municipal cubierta con vegetación en relación con la presencia y porcentaje de UMA. a) Comparación entre dos grupos de municipios (con y sin UMA); de acuerdo con la prueba U de Mann-Whitney, existen diferencias significativas entre ellos (U=803622; p<0.001). b) Comparación entre cuatro grupos de municipios (sin UMA, 0<%superficie municipal con UMA≤5, 5<%superficie municipal con UMA≤10 y 10≤%superficie municipal con UMA); de acuerdo con la prueba de Kruskal-Wallis, existen diferencias significativas entre los grupos (H=14.15, g.l.=3, p=0.003). Las letras señalan los grupos que son estadísticamente diferentes; el número junto a los diagramas de caja representa el valor de la mediana de cada grupo. Sánchez Cordero (2008), quienes analizaron 69 ANP y encontraron que sólo la mitad son efectivas para prevenir y contrarrestar el cambio de cobertura de suelo mientras que el resto presentó algún porcentaje de cambio en la vegetación. Los autores explican que a nivel local y/o regional existen factores que ejercen presión sobre la cobertura de suelo, mismos a los que se enfrentan los instrumentos de política ambiental, como las ANP y las UMA; esos factores están relacionados con las condiciones biofísicas de la zona (tipo de suelo, pendiente, distancia a caminos, entre otros) y con aspectos sociales (la dinámica socioeconómica de las comunidades, la falta de participación en la toma de decisiones, la carencia de gobernanza de las instituciones locales que regulen el acceso y control a los recursos, las estrategias de manejo y aprovechamiento de los recursos, los impactos de usuarios no locales, las políticas de desarrollo rural regional o nacional contrarias a los objetivos de conservación, entre otras). 37 Este documento se encuentra en revisión por pares El desempeño de las UMA como instrumento de aprovechamiento y conservación de la vida silvestre está fuertemente influido por la capacidad de gestión y cabildeo de los solicitantes, que al registrar su predio buscan modificar y normar las prácticas de uso de los recursos de bien común, reconfigurando así las relaciones de poder al interior de las comunidades, entre comunidades y con los actores externos (Buda Arango et al. 2014). Al mismo tiempo, las estrategias de manejo de especies, el funcionamiento de las UMA y su contribución a la conservación de la biodiversidad dependen del seguimiento técnico que se lleve a cabo, sin embargo no existe una estandarización de estos procedimientos (Valdez et al. 2006; Gallina-Tessaro et al. 2009). Entonces, es erróneo suponer que con el establecimiento de UMA en el territorio se generarán de manera automática las oportunidades de desarrollo sustentable y conservación de la biodiversidad (Buda Arango et al. 2014). Es necesario entender que los procesos ecológicos van más allá del predio en cuestión (Sánchez, 2011) al tiempo que se requiere trabajar intensamente en el fortalecimiento de la organización social y del capital humano, ya sea robusteciendo la capacidad de gestión, promoviendo los accesos y tratos justos con los mercados, creando certeza en la tenencia de la tierra, buscando mecanismos de financiamiento adecuados, generando capacidades empresariales y ambientes de confianza y reciprocidad (Buda Arango et al. 2014). En ese sentido es estratégico el liderazgo que el gobierno municipal pudiera tener en la creación, coordinación y la vinculación de las UMA en su territorio, pues es en ese nivel que se podría garantizaría que las acciones y reglas de uso y mantenimiento de los recursos estén basadas en las condiciones locales, al tiempo que se incentiva la participación local activa en la definición de esas reglas, en la planeación del uso de los recursos, en la estandarización de los métodos para dar seguimiento, evaluación y adecuación a las técnicas de manejo, en la búsqueda de alianzas regionales, nacionales o internacionales para financiar proyectos dentro de los predios, en fin, en el impulso a la corresponsabilidad en el mantenimiento de los hábitats para la vida silvestre y de los ecosistemas que proveen de valiosos servicios ambientales al municipio (Salinas Pulido, 2005). Conclusiones La mayoría de los municipios (57.8%) del país presentaron pérdida de vegetación, igual o menor al 10% de su superficie. 38 Este documento se encuentra en revisión por pares Existen regiones en donde hay una tendencia de pérdida de vegetación generalizada para un grupo de municipios, siendo la más extensa localizada en el estado de Jalisco y la porción Sur de Zacatecas (límites de la zona Sur de la Sierra Madre Occidental y el Este del Eje Volcánico Transmexicano), así como en algunas zonas de Sonora, Sinaloa y Yucatán. Más del 50% de los municipios del país carecen de superficie registrada como UMA; la mayoría de aquellos que tienen UMA cuentan con una superficie menor al 5% de su área declarada como tal. Los municipios con y sin UMA presentan similitud en las tendencias de pérdida o recuperación de la vegetación; en ambos casos, los datos de pérdida se concentran en la región de 5% o menos. Existen diferencias significativas en el porcentaje de cambio de superficie municipal cubierta con vegetación entre los municipios con y sin UMA; los municipios con UMA cuya área registrada es menor a 10% presentaron los valores de pérdida de vegetación más altos. Los procesos de permanencia/pérdida de vegetación dependen de factores que van más allá de los instrumentos de conservación. Es fundamental el liderazgo a nivel municipal para impulsar, coordinar y vincular las distintas estrategias territoriales (como las UMA) para lograr el aprovechamiento sustentable de los recursos, la reducción de la vulnerabilidad y la conservación de la biodiversidad. 39 Este documento se encuentra en revisión por pares Capítulo 3. Vegetación y UMA en los municipios con muy alta vulnerabilidad al cambio climático Introducción. Actualmente nos encontramos en un proceso de cambio global de largo plazo pero existen altos niveles de incertidumbre sobre sus impactos, por lo que es importante que la sociedad se organice para manejar los cambios inevitables y para evitar lo inmanejable, a través de respuestas anticipativas (no sólo reactivas) en donde se lleven a cabo pasos proactivos de preparación que ayudan a reducir el peligro y a facilitar una respuesta rápida y eficiente a los cambios (Bierbaum et al. 2013). La vulnerabilidad de los sistemas socio-ambientales está fuertemente determinada por la extensión y por el grado de conservación de la vegetación; por tanto, la búsqueda de estrategias y acciones de adaptación de los sistemas socio-ambientales, deben considerar de manera explícita las tendencias que siguen las coberturas de suelo (Montesino Pouzols et al. 2014), junto con las tendencias climáticas (Watson et al. 2014). En México se han identificado 319 municipios con muy alta vulnerabilidad al cambio climático (INECC, 2013), mientras que a lo largo del país domina la pérdida de la vegetación (Capítulo 2), revelando acciones humanas que degradan a los ecosistemas (desmonte, deforestación, fragmentación, contaminación). En la actualidad no existe un trabajo que integre ambos aspectos, a pesar de que esto es fundamental como herramienta para la ubicación de zonas doblemente vulnerables y para la priorización de los sitios y de las acciones para disminuir esa vulnerabilidad. El objetivo de esta sección fue detectar los municipios doblemente vulnerables (al cambio climático y a la pérdida de vegetación) en el país y analizar la participación que las UMA pueden tener como medidas para la reducción de la vulnerabilidad. Método. Para obtener las tendencias de la cobertura de vegetación en los municipios con muy alta vulnerabilidad al cambio climático, así como su porcentaje de superficie declarado como UMA, se realizó un geo-procesamiento entre los siguientes insumos cartográficos - Mapa de municipios con muy alta vulnerabilidad al cambio climático, detectados por INECC (2013) 40 Este documento se encuentra en revisión por pares - Dinámica espacial del cambio en el porcentaje de la superficie municipal cubierta con vegetación entre los periodos 2003-2005 y 2011-2013, escala 1:250,000 (Capítulo 2) - Distribución espacial de los porcentajes de área municipal registrada como UMA (Capítulo 2) Resultados y discusión. En general los municipios con muy alta vulnerabilidad al cambio climático (en adelante MVCC) se distribuyen a lo largo del país, pero destacan en el Sureste (en Campeche, Quintana Roo, Tabasco, Chiapas), Noreste (en Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila) y Noroeste (en Baja California Norte y Sur, Chihuahua, Sinaloa, Durango Nayarit y Jalisco), así como en el Sur de Guerrero (Figura 3.1). Es de notar que algunos de los MVCC del Sureste coinciden con la localización del Corredor Biológico Mesoamericano (Eccardi, 2003; SEDASPA, 2006), región en donde se ha reportado riesgos ambientales por las altas tasas de deforestación (Díaz-Gallegos et al. 2008), lo que está poniendo en riesgo la conectividad entre las zonas y por lo tanto el movimiento de las especies silvestres (Mendoza et al. 2013). Asimismo, algunos MVCC del Noroeste forman parte del proyecto Escalera Náutica del Mar de Cortés, en donde se planea realizar obras para brindar oferta integral de infraestructura y servicios de apoyo náutico, carretero y aéreo y se involucra a los estados de Baja California, Baja California Sur, Sonora y Sinaloa (SEMARNAT, 2001). Actualmente este proyecto se encuentra detenido por razones, de índole ambiental y social (La Jornada, 23/5/200519) o económica, pero pretende reactivarse en el presente sexenio (El Financiero, 5/5/201420). En la zona Centro del país, a lo largo del Eje Neovolcánico Transmexicano, existen dispersos algunos MVCC, con tendencias de pérdida de vegetación (las mayores pérdidas en Jalisco) pero también algunos con recuperación de la vegetación (resalta un municipio de Hidalgo) (Figura 3.1). Varios de estos municipios tienen registradas UMA en su territorio (muchas de ellas en el estado de Michoacán) (Figura 3.1). Cabe señalar que el Eje Neovolcánico Transmexicano se ha señalado como una región muy importante en cuanto a diversidad beta (recambio de especies entre hábitats distintos) y diversidad alfa (riqueza de especies) (Rodríguez et al. 2003). A lo largo de él existen diversas áreas naturales protegidas (nacionales, estatales y privadas) pero se ha reportado cierto nivel 19 20 http://www.jornada.unam.mx/2005/05/23/index.php?section=politica&article=048n2pol http://www.elfinanciero.com.mx/empresas/fonatur-rescatara-la-escalera-nautica.html 41 Este documento se encuentra en revisión por pares de degradación en ellas (Arriola Padilla et al. 2014). Es importante señalar que no todas las zonas prioritarias para la conservación de la biodiversidad de esta zona se encuentran bajo esquemas de protección o uso sustentable, por lo que es necesario establecer estrategias para lograr su conservación (Suárez-Mota y Téllez-Valdés, 2014). Figura 3.1. Distribución espacial del cambio en el porcentaje de superficie municipal con vegetación y de los porcentajes de UMA en los municipios con muy alta vulnerabilidad al cambio climático. En línea negra los límites estatales. Los polígonos con color sólido indican las tendencias en la vegetación; los polígonos delimitados con líneas de color representan regiones de pérdida o recuperación (Capítulo 2). La gama de colores representa la tendencia en la vegetación: tonos verdes se refieren a permanencia/recuperación, los tonos rojos indican pérdida. Los polígonos con achurado reflejan la presencia de UMA. De los MVCC, 98 (31%) presentaron una tendencia de permanencia o recuperación de la vegetación, la gran mayoría (92 municipios) con una recuperación menor al 5% de su superficie, sólo cuatro con recuperación de 5% a 10% y dos con una recuperación mayor al 10% de su área (Figura 3.2). Del total de los MVCC con mantenimiento o recuperación, 41% tuvieron UMA en su territorio, la mayoría (en total 36) 42 Este documento se encuentra en revisión por pares con una superficie menor al 5% y sólo cuatro tuvieron hasta el 10% de su área con UMA (Figura 3.2). Por su parte, 221 MVCC (69%) tuvieron pérdida de vegetación, la mayoría con una pérdida menor a 5% de su área (176 municipios), seguidos por los que tuvieron entre 5% y 10% de pérdida (33 municipios) y por los que tuvieron una pérdida mayor al 10% de su superficie (12 municipios) (Figura 3.2); estos últimos son los municipios que aquí se consideran como doblemente vulnerables y se enlistan en el Cuadro 3.1. Del total de MVCC con pérdida de vegetación, 51% tuvieron UMA pero ninguno con un área mayor al 10.5% de su territorio: la mayoría de esos municipios (en total 103) tuvieron una superficie con UMA menor o igual a 5%, mientras que nueve tuvieron área mayor (Figura 3.2). De los municipios doblemente vulnerables, sólo dos tuvieron UMA, pero su área fue menor al 2% del total municipal. Número de municipios vulnerables al cambio climático 180 Cuadro 3.1. Municipios doblemente vulnerables: al cambio climático y a la pérdida de más del 10% de su vegetación Municipio Temozón Hoctún Kopomá Tototlán Degollado Poncitlán Tenejapa Zinacantán Maravilla Tenejapa Ayutla de los Libres Ometepec San Pedro Atoyac Área municipal (m2) 700360593.59 119600040.82 156420691.64 333795549.80 423310088.81 828404669.28 192947610.82 195185929.46 545665839.30 1053894939.16 604599288.80 74634323.30 Estado 160 %UMA > 5 %UMA ≤ 5 140 %UMA = 0 120 100 80 60 40 20 0 X>10% 5%< X ≤10% pérdida X ≤ 5% 0% ≤ X ≤ 5% 5% < X ≤ 10% X > 10% permanencia y recuperación Cambio en la superficie municipal cubierta por vegetación Yucatán Figura 3.2. Cambio en el porcentaje de superficie municipal cubierta por vegetación en el periodo 2005-2012 para los 319 municipios con muy alta vulnerabilidad al cambio climático (INECC, 2013) y su porcentaje de superficie declarado como por UMA. Jalisco Chiapas Guerrero Oaxaca Los procesos de pérdida de la cobertura vegetal en el país son multifactoriales y la presencia de instrumentos de política ambiental no parece ser suficiente para frenar los procesos de degradación de los ecosistemas (Capítulo 2). Esto puede ser aún más graves en los municipios doblemente vulnerables. Sin embargo, se ha documentado ampliamente que un conjunto de esquemas territoriales diseñados para la conservación ecológica, que se encuentren espacialmente interconectados y coordinados, permite el 43 Este documento se encuentra en revisión por pares movimiento de las especies y facilita la continuación de los procesos ecológicos (Thomas y Gillingham, 2015), además de que incentiva la organización social y el desarrollo de las comunidades locales a través del uso sustentable de los recursos (Buda Arango et al. 2014) y fortalece la resiliencia del sistema socio-ambiental (Virkkala et al. 2014). En otras palabras, contribuye a disminuir la vulnerabilidad regional a los distintos factores de estrés, como son el cambio de coberturas de suelo y los impactos del cambio climático. Esta es, desde nuestro punto de vista, la vía que se debe impulsar en los municipios del país y en particular en los municipios doblemente vulnerables. En ese sentido las UMA presentan una oportunidad inigualable, dado que los dueños o usuarios son los interesados en entrar en ese esquema y esto fortalece el empoderamiento, robustece compromisos y coordinación, y genera corresponsabilidad con el nivel gubernamental (tanto local como federal); a la par, se genera información continua con los inventarios biológicos que requiere la SEMARNAT, se aprovechan las especies de interés y se realizar acciones de manejo del hábitat, todo ello con un seguimiento, evaluación y adecuación continuados (Capítulo 1). Por tanto, este esquema permite desarrollar la planeación de acciones de conservación, uso y adaptación, de manera coordinada con la comunidad (planeación “bottom-up” en inglés) y con el sector gubernamental (planeación “top-down” en inglés), aspecto clave para lograr su éxito (Bierbaum et al. 2013). Para plantear las estrategias de conservación, uso y adaptación en general, y en los municipios doblemente vulnerables, se sugiere analizar tanto las condiciones climáticas como las condiciones en las que se encuentran los ecosistemas a nivel localregional. Watson et al. 2013 brindan una guía para esto: a) en las regiones con clima “estable” y ecosistemas en buen estado de conservación, se debe buscar su protección con acciones que frenen procesos peligrosos (como la invasión de especies exóticas); b) en las regiones con clima “estable” y zonas degradadas, se requieren de rehabilitación ecológica y de la remoción de los procesos que originan la degradación; c) en las regiones con clima “inestable” y ecosistemas en buen estado de conservación, se requieren acciones que incidan en procesos de adaptación ecológica y creación de refugios, con seguimiento continuo; d) en las regiones con clima “inestable” y áreas degradadas, es importante la identificación de especies y ecosistemas vulnerables, así como el uso de estrategias mixtas de manejo, como translocación, ingeniería del hábitat y reestructuración de las distintas opciones de conservación. Entonces, la planeación de 44 Este documento se encuentra en revisión por pares instrumentos de política ambiental, como las UMA, a lo largo del territorio municipal, debe considerar el estado de conservación de los sistemas socio-ambientales existentes y su vulnerabilidad al cambio climático y, a partir de esa información, proyectar acciones concretas, ya sean de vigilancia, de conectividad, de rehabilitación, de restauración, de bioremediación, de ingeniería ambiental, o aquella que las condiciones particulares requieran. Es importante también tener en cuenta los siguientes aspectos: a) el cambio climático y los cambios de uso de suelo aumentan la probabilidad de que algunas especies se muevan de su lugar de distribución y colonicen los sitios en donde se encuentran los instrumentos de política ambiental (Thomas y Gillingham, 2015); b) la velocidad de reacción de las especies y comunidades ecológicas a los cambios en el clima no siempre está sincronizada con los cambios a los que se enfrenta, por lo que se hacen más vulnerables (Devictor et al. 2008; Drever et al. 2012); c) las interacciones biológicas, en conjunto con los factores climáticos y la disponibilidad del hábitat modulan la presencia y abundancia de especies (Péron y Koons, 2013), a la vez que son fundamentales para el mantenimiento de la dinámica ecológica de la zona (Ockendon et al. 2014); d) entonces, el funcionamiento de los ecosistemas está directamente relacionado con las interacciones bióticas exitosas (generadas por años de co-evolución) pero su balance puede ser roto fácilmente cuando las distintas especies interactuantes no responden con la misma velocidad a los cambios ambientales (Donnelly et al. 2014). Conclusiones La mayoría (69%) de los MVCC presentaron pérdida de vegetación, pero sólo 12 fueron catalogados como doblemente vulnerables. La mitad de los MVCC con pérdida de vegetación tenían UMA registrada en su territorio, pero su área fue menor al 10.5%. Los municipios doblemente vulnerables prácticamente no tuvieron UMA en su territorio. Las UMA tienen la ventaja de ser un esquema local que da seguimiento continuo a las actividades que se realizan a nivel local; esto permite ir adecuándolas de acuerdo a la realidad cambiante y también genera corresponsabilidad entre los propietarios, la comunidad y el gobierno (integración de esquemas “top-down” y “bottom-up”). 45 Este documento se encuentra en revisión por pares Las UMA pueden brindar la oportunidad de impulsar medidas de reducción de la vulnerabilidad de los MVCC en general, y de manera particular en los municipios doblemente vulnerables, si se planean a nivel regional. El gobierno municipal es clave en esa planeación, coordinación e implementación. 46 Este documento se encuentra en revisión por pares Reflexiones finales: UMA y SUMA para la conservación de la biodiversidad y la adaptación a los factores de estrés De acuerdo con la LGVS, las UMA son una estrategia territorial cuya misión es la conservación de la biodiversidad y su visión es el manejo sustentable de la vida silvestre. La LGVS y su reglamento esbozan amplias líneas de acción a nivel nacional y dejan la posibilidad de interpretación y aplicación de acuerdo con las realidades existentes a nivel terreno (Ortiz-Monasterio Quintana, 2011). En dicha Ley se especifica que los propietarios o legítimos poseedores de los predios en donde se realizan actividades de conservación de vida silvestre deben dar aviso a la SEMARNAT para incorporarlos al Sistema de Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (SUMA); pero cuando realicen actividades de aprovechamiento deberán hacer su registro como UMA; dicho de otra manera, la finalidad principal de las UMA es el aprovechamiento de los recursos y se esperaría que la conservación de la vida silvestre fuera una consecuencia directa de ese aprovechamiento reglamentado. Con el esquema de UMA se agrega valor a los recursos naturales bajo un “acuerdo formal” de apropiación social de la vida silvestre –o bienes en propiedad común (Robles de Benito, 2009); es decir, se da énfasis al valor de la biodiversidad como alternativa para el desarrollo de las comunidades rurales (Schroeder et al. 2009). Pocos instrumentos de política ambiental nacional tiene esta virtud. Con las UMA, el manejo y aprovechamiento sustentable de la vida silvestre se visualiza como una alternativa legal de agro-negocio (Retes López et al. 2010) y bien llevado podría contribuir de manera significativa a la construcción de procesos efectivos de desarrollo económico y conservación de la vida silvestre (Cantú Ayala et al. 2011). El esquema de UMA reconoce y permite el uso de las especies presentes en un área delimitada, al tiempo en que genera información de seguimiento y da continuidad a la obtención de información para evaluar y en su caso adecuar los métodos de manejo con la finalidad de mantener la cobertura vegetal y el hábitat de las especies en el predio; es decir, son “laboratorios de experimentación” que buscan dar continuidad a las condiciones necesarias para la producción de las especies de interés y el mantenimiento de los procesos ecológicos (Robles de Benito 2009). 47 Este documento se encuentra en revisión por pares Los formatos que brinda la SEMARNAT para el registro de las UMA contienen las especificaciones del plan de manejo y las hojas para su evaluación, pero la calidad de la información para su llenado depende del criterio del técnico a cargo (Buda Arango et al. 2014). En la actualidad existe una gran variedad de UMA a lo largo del país, de diversos tamaños, hábitats, dueños y propósitos, utilizan técnicas variadas de manejo de especies, del hábitat y de recopilación de información, pero en general no siguen métodos estandarizados, lo que dificulta su evaluación y comparabilidad (Gallina-Tessaro et al. 2009; CONABIO, 2012). Asimismo, muchas de las actividades de aprovechamiento que se realizan en las UMA pueden requerir de modificaciones de los hábitats, lo que posiblemente se refleja en las tendencias de pérdida de cobertura vegetal. La mayoría de las UMA del norte del país y algunas otras del Centro y Sur que se dedican al aprovechamiento cinegético frecuentemente realizan la modificación parcial de hábitat con la finalidad de atraer a las especies de interés. Dichas modificaciones dependen de la especie aprovechada; por ejemplo, para venado cola blanca es común la instalación de comederos en donde se brinda suplemento alimenticio balanceado y vegetales provenientes de la actividad agrícola; también es común la colocación de saladeros, la construcción de áreas de refugio y de aguajes artificiales. Muchas de las especies cinegéticas son “ramoneadoras”, es decir consumen los brotes tiernos de la vegetación natural del sitio, lo que impide el establecimiento de la vegetación y frena los procesos de sucesión. Los procesos anteriores pueden ser parte de los factores que determinaron algunos de los resultados encontrados en el Capítulo 2. De manera paralela, es de notar que los tipos de modificación del hábitat están regulados en las diversas leyes ambientales del país; por ejemplo en la LGVS se especifica que en las UMA de vida libre no está permitida la colocación de cercos físicos para retener a las especies de interés o impedir su movimiento a otros predios (Artículo 73), por tanto es probable que los dueños o usuarios de las UMA realicen acciones de manejo del hábitat como reforestación, siembra de plantas de la región, etc., para atraer a las especies de su interés. Estas acciones pueden pertenecer al conjunto de factores que explican algunos de los resultados de los municipios que registraron tendencias de recuperación del hábitat en el Capítulo 2. En el mismo sentido, en los casos de pérdida de vegetación por destrucción, contaminación, degradación, desertificación o desequilibrio del hábitat de la vida silvestre, la LGVS prevé establecer programas de prevención, atención de emergencias y de restauración para la recuperación y restablecimiento de las 48 Este documento se encuentra en revisión por pares condiciones que propician la evolución y la continuidad de los procesos ecológicos (Articulo 70). Existen muchos ejemplos de UMA que han tenido éxito tanto económico como de mantenimiento del hábitat, pero desafortunadamente también existe evidencia de que la falta de rigor científico en el registro y en el seguimiento de las UMA ha provocado acciones contrarias a lo esperado con este esquema territorial (Sisk et al. 2007), y que contravienen lo estipulado en la LGVS, como son la introducción descontrolada de especies exóticas y la colocación de barreras físicas que impiden el movimiento natural de las especies silvestres (Weber et al., 2006), problemáticas para cumplir con los objetivos de sustentabilidad (García-Marmolejo et al., 2008), sobreexplotación de los recursos, conflictos y desacuerdos sociales (Buda Arango et al. 2014). En este punto cabe hacer una precisión teórico-técnica con la finalidad de situar de manera objetiva el aporte que las UMA pueden tener para cumplir con las metas de conservación de la biodiversidad, de desarrollo sustentable y como sitios potenciales para realizar acciones de reducción de la vulnerabilidad de los sistemas socio-ambientales. En primera instancia es importante reconocer que tanto la conservación de la biodiversidad como la adaptación al cambio climático y el desarrollo sustentable son aspectos de carácter regional (Sánchez, 2011): las dinámicas ecológica, climática y social, así como sus interrelaciones, ocurren a distintas escalas de espacio-tiempo y no se restringen a un área o periodo determinados. Por ejemplo, la presencia de individuos de una especie en un predio no necesariamente indica que se está frente a una población viable y funcional; esos individuos puede ser parte de un demos fuente o sumidero (desde la perspectiva de metapoblaciones) que interactúa con otros demos de la región a través de una dinámica compleja y cambiante (Sánchez, 2011). Igualmente existe gran cantidad de interacciones bióticas y abióticas que se llevan a cabo dentro y fuera del predio y en periodos de tiempo variables y que son fundamentales para el mantenimiento de los procesos ecológicos, evolutivos y para el funcionamiento de los ecosistemas, incluso dentro de un predio (ya sea UMA, ANP, corredor biológico, o cualquier otro esquema territorial). De la misma manera, la comunicación entre los habitantes de una comunidad y entre comunidades, así como su integración en los procesos de planeación para definir dentro de su territorio zonas de uso, conservación, restauración, o algunas otras, es crucial para el lograr el éxito de los instrumentos de planeación ambiental (Buda Arango et al. 2014). 49 Este documento se encuentra en revisión por pares De acuerdo con lo anterior es importante recapacitar en que, si bien la información que se genera en las UMA es muy valiosa, tiene alcances limitados y es sesgada, por lo tanto el manejo de hábitat y el aprovechamiento de las especies basados sólo en ella puede tener efectos contrapuestos a los objetivos de conservación; “… un requisito básico para actuar con efectividad a favor de la conservación de la integridad biótica [así como del desarrollo sustentable y en la reducción de la vulnerabilidad] del entorno silvestre es expandir la percepción más allá del paisaje local y, especialmente, más allá de la duración de una vida humana” (Sánchez, 2011). En ese sentido, los esquemas territoriales de conservación y en particular las UMA pueden ser punta de lanza para explorar medidas piloto de adaptación, conservación y desarrollo sustentable, siempre y cuando no se pierda de vista el panorama regional y la perspectiva social. Siguiendo el argumento anterior, es necesario desarrollar un mecanismo en donde se coordinen y vinculen de manera eficiente los esfuerzos individuales de las UMA (y otros instrumentos de política ambiental) bajo una visión común para poder trascender el espacio local. Es a través de la planeación e impulso de un conjunto articulado (interconexión-coordinación) de UMA a lo largo de un territorio, enmarcado en y congruente con los propósitos regionales de conservación, de desarrollo sustentable y alineado con las estrategias para hacer frente a los riesgos e impactos negativos de las actuales y futuras variaciones ambientales y climáticas, que se podría tener una mayor eficiencia en el cumplimiento de los objetivos de conservación de biodiversidad y desarrollo sustentable. En ese sentido consideramos que el SUMA, actualmente administrado por la SEMARNAT, tiene el gran reto de trascender la actividad puramente administrativa y de cumplimiento de indicadores, para ser un sistema efectivo de planeación territorial nacional-regional-local. Es un gran reto que requiere fortalecer a los recursos humanos, técnicos y económicos que tiene la Dirección General de Vida Silvestre, oficina de la SEMARNAT que se encarga del SUMA; pero también requiere impulsar la sinergia con otras instituciones que apoyen al SUMA, entre las cuales se podrían mencionar dependencias federales, como el INECC, CONAFOR, CONANP, entre otras. De fundamental importancia es el involucramiento de los gobiernos municipales y sus dependencias (quienes requerirán a su vez recursos humanos, técnicos y económicos), así como a otras instancias y organizaciones locales, en la planeación, implementación, seguimiento y evaluación de los instrumentos de política ambiental (como las UMA) para 50 Este documento se encuentra en revisión por pares que en su territorio se logre la reducción de su vulnerabilidad, el desarrollo sustentable y la conservación de sus recursos. 51 Este documento se encuentra en revisión por pares Literatura Citada Alley, R.B., J. 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