Modos de transmisión Enrique Naveira Abeigón Clínica Santa Elena, Málaga Introducción Tipos de transmisión Mecanismos de transmisión Conclusión Bibliografía Introducción A punto de cumplirse 27 años después del primer informe de un caso de síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), y 25 años después del descubrimiento del agente etiológico, el control efectivo de esta pandemia parece ser un desafío difícil de solucionar (1). Solventar este desafío significa encontrar la patogénesis molecular del virus de la inmunodeficiencia humana tipo 1 (VIH-1), un virus que engloba un número de mecanismos que eluden el control inmunitario. Desde el punto de vista epidemiológico, podemos definir el sida como una enfermedad infecciosa ocasionada por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y cuyo único huésped y reservorio es la especie humana. Los primeros casos se identificaron en 1981 y el VIH se aisló por primera vez en 1983 (2). A finales de 2006, alrededor de 40 millones de personas en el mundo vivían con el VIH y la mayoría, 25 millones, residían en el África subsahariana. Sin medidas eficaces que reduzcan la transmisión, tales como la prevención y el tratamiento, se producirá un ascenso, de grandes dimensiones, en la mortalidad y en la morbilidad, lo cual reducirá a su vez la esperanza de vida (3). En Estados Unidos y Europa es prioritario disminuir el número de infecciones por el VIH sin diagnosticar, ya que se ha demostrado que las personas portadoras del VIH sin diagnosticar tienen una mayor probabilidad de transmisión que los pacientes diagnosticados (en actividades que implican un riesgo de contagio) (4). Además de poder tomar medidas para reducir la transmisión, pueden beneficiarse de un tratamiento antirretroviral, que a su vez disminuye la transmisión. El VIH se ha encontrado en la mayoría de los líquidos y tejidos corporales, entre ellos la sangre, el semen, el flujo vaginal y cervical, las lágrimas, las secreciones óticas, las secreciones bronquiales, la saliva, la leche materna, la orina y el líquido cefalorraquídeo (5). No obstante, después de numerosos estudios y seguimientos epidemiológicos, se ha podido demostrar que los únicos líquidos corporales que contienen una cantidad de virus eficaz para producir una transmisión son la sangre, el semen (6) y las secreciones vaginales, quizá debido a que en ellos se detecta una cantidad importante de linfocitos y a que las mucosas tienen un efecto barrera bajo. La saliva es una vía discutible, ya que la presencia de aftas, erosiones, úlceras o procesos con sangrado (gingivitis y periodontitis) en la cavidad oral de un individuo seronegativo puede incrementar el riesgo de la transmisión del VIH en relaciones con sexo oral (7). El VIH no se transmite por sudor, lágrimas, orina, aliento, contacto cutáneo (ya que la piel es una buena barrera frente al VIH, excepto en grandes exposiciones a líquidos biológicos), agua de piscinas o duchas, ni a través de los alimentos o bebidas. La concentración de partículas infecciosas o de células infectadas por el VIH en estas secreciones es muy variable, pudiendo realizarse la transmisión sólo en aquellos casos en que los líquidos muestran una importante concentración del virus. Recientemente, se han publicado tres casos de una posible transmisión debida a la alimentación en tres bebés a los que sus madres tenían la costumbre de darles la comida previamente masticada (8). Uno de los elementos con mayor impacto sociológico es el hecho de que el contagio de la enfermedad se puede producir durante todo su período de duración, sobre todo en la primoinfección y en la fase final de la enfermedad. La capacidad de contagio no es la misma en todos los casos, existiendo personas que son más eficaces en la transmisión que otras debido a un conjunto de factores, como son los siguientes: La cuantía del virus. Representa el número de copias/ml (es decir, la viremia), lo cual guarda una relación con la fase de la infección. La fase de primoinfección es un momento especialmente crítico, pues es en este momento cuando se presentan viremias muy elevadas, unidas a la ignorancia de padecer la infección, en personas que se mantienen asintomáticas y con una actividad social y sexual muy fuerte. El riesgo de transmisión en esta etapa es 10 veces mayor que durante la infección crónica (9). Determinadas diferencias en el tropismo celular del VIH (CCR5-CXCR4 o mixto/dual: R5X4) (4). La compartimentación del virus. Las concentraciones plasmáticas del virus no siguen un paralelismo absoluto con las concentraciones de virus en otros líquidos. Esto puede justificar el hecho de que exista una transmisión horizontal o vertical en pacientes que presentan viremias indetectables en sangre. Tipos de transmisión Básicamente, la infección por el VIH se considera una enfermedad de transmisión sexual (ETS), aunque también se puede transmitir por vía parenteral, sobre todo en usuarios de drogas por vía parenteral (UDVP), si bien pueden provocar también una transmisión por vía sexual. El VIH procede de los retrovirus que durante miles de años venían infectando a los primates africanos; mediante estudios filogenéticos se ha visto que ha dado el salto interespecies en posiblemente los dos últimos siglos. Una de las principales características de los lentivirus es la diversidad genética. El VIH se dividió en tres grupos: el M (major/main), el O (outlier) y el N (no M/no O). El M es el resultado de la transmisión interespecies de la subespecie del chimpancé Pan troglodytes troglodytes (responsable de la pandemia) y posiblemente sea igual en el N, aunque este grupo no es responsable de la pandemia. El O ha sido recientemente aislado en la subespecie de gorila clasificado como Gorilla gorilla gorilla (10). El grupo M es el de principal circulación y el responsable de la mayoría de las infecciones, considerándose responsable de la pandemia global VIH/sida (los grupos N y O son responsables de menos del 5% de los contagios mundiales) (10). Las diferencias genotípicas determinan diferencias en el tropismo celular del VIH. En pacientes naïve se ha observado una disminución significativa entre los pacientes con CXCR4 o con tropismo dual (mixto) con respecto a los pacientes portadores de CCR5 (11). Debido a estas diferencias genotípicas, este grupo M se va a dividir en subtipos (clasificados por letras), en subtipos de los subtipos (clasificados por números) y en formas recombinantes circulantes (CRF). El subtipo A (A1-A2-A3) se localiza en el este y centro de África, Asia central y Europa del Este, con una prevalencia del 12,3%. El subtipo B se localiza en América, oeste de Europa, este de Asia y Oceanía, con una prevalencia del 10,2%. El subtipo C se localiza en la India, así como en el este y sureste de África, con una prevalencia del 49,9%. El subtipo D se localiza en el este de África, con una prevalencia del 2,5%. El subtipo G se localiza en el oeste de África, con una prevalencia del 6,3%. Los subtipos F (F1, F2), H, J y K tienen varias localizaciones, con una prevalencia inferior al 1%. Las CRF como la CRF01_AE se localizan en el suroeste de Asia, con una prevalencia del 4,7%; la CRF02_AG, en el oeste de África, con una prevalencia del 4,8%. Otras CRF se localizan en varios lugares, pero con una prevalencia inferior al 0,1% (1). La variación genética de un subtipo es de alrededor del 15% al 20%, mientras que la variación genética entre subtipos es del 25% al 35%, dependiendo de los subtipos y de las regiones del genoma examinadas (12). Mecanismos de transmisión Según la vía de transmisión, podemos clasificarla en vía de transmisión vertical y vía de transmisión horizontal. No se han documentado otras vías de transmisión, como la transmisión por artrópodos o por contactos sociales. La transmisión horizontal engloba: Transmisión parenteral o Transfusión de sangre y hemoderivados o Transplante de órganos y tejidos o Drogadicción por vía intravenosa o Exposición parenteral/accidental Transmisión por vía sexual o Relaciones heterosexuales o Relaciones homosexuales La transmisión vertical o maternoinfantil engloba: Transmisión prenatal, preparto, intrauterina o transplacentaria Transmisión perinatal o intraparto Transmisión posnatal o posparto Transmisión horizontal Transmisión por vía parenteral Consideramos que la transmisión por vía parenteral es cualquier tipo de suceso por el cual la sangre de una persona infectada puede llegar al torrente sanguíneo de otra persona que sea vulnerable. Esta definición abarca desde el uso de sangre y hemoderivados a cualquier objeto infectado que pueda penetrar en la piel. Transfusión de sangre y hemoderivados En 1982 se describe el primer caso de sida adquirido a partir de la transfusión de sangre contaminada en un hemofílico (13). Casi todos los casos debidos a transfusión de sangre se registran antes de marzo de 1985. La transfusión de sangre completa, concentrado de hematíes, plaquetas, leucocitos y plasma es la vía de transmisión del VIH, que en España representa un 0,4%, según una actualización de junio de 2007. La realización de un cuestionario de autoexclusión ha sido una práctica útil para no admitir donantes de colectivos de alto riesgo con posibilidad de infección por el VIH (14). No fue hasta 1985 cuando pudo desarrollarse una prueba serológica de elevada sensibilidad y especificidad que permitió identificar y excluir las donaciones contaminadas. La Consejería de Sanidad de la Generalidad de Cataluña dictó el 10 de octubre de 1986 una orden en la que se establecía que los bancos de sangre debían someter todas las donaciones de sangre a la detección de anticuerpos anti-VIH. El Real Decreto del 10 de marzo de 1987 estableció la obligatoriedad de realizar las pruebas de determinación de los anticuerpos anti-VIH a todas las donaciones de sangre en España realizadas en bancos de sangre y las plasmaféresis. Posteriormente, se publicó la Directiva 2002/98 de enero de 2003 y la 2005/61 y 2005/62 del 30 septiembre del 2005 del Parlamento Europeo y del Consejo, en las que se regulaban no sólo la calidad y la seguridad de la sangre y sus componentes, sino también la idoneidad de los donantes de sangre y de plasma y el cribado de la sangre en la Comunidad Europea. Posteriormente, se publicó el Real Decreto 1088/2005 con el objetivo de establecer las normas de calidad y seguridad de la sangre humana y de los componentes sanguíneos (15-20). Como es natural, el riesgo aumenta con el número de unidades transfundidas. En España, la donación de sangre es de carácter altruista y, por lo tanto, con menor posibilidad de contagio. En otros países, la donación de sangre está remunerada, por lo cual, aumenta el riesgo de contagio. Entre los factores asociados a la transmisión, por transfusión de sangre o por hemoderivados, destacan: Las transfusiones realizadas entre 1978 y 1985. La existencia de un elevado número de transfusiones. Una inadecuada selección de los donantes y de su historial. La remuneración de las donaciones y la posibilidad de realizar la transfusión de sangre analizada durante el período ventana (21). Pese a todas las medidas que se toman, existe un riesgo, si bien mínimo, de transmisión por el VIH a través de las transfusiones sanguíneas a causa del llamado "período ventana", en el cual la prueba puede resultar negativa y, por lo tanto, puede producirse la transmisión. Se han desarrollado diversas estrategias para reducir al mínimo la posibilidad de reclutar donantes de sangre en el período ventana y disminuir la transmisión del VIH, ya que la reducción del riesgo de transmisión es directamente proporcional a dicho período: La necesidad de realizar historias clínicas exhaustivas a los donantes, incluyendo información sobre sus prácticas de riesgo y el momento en que se han realizado, rechazando la sangre de quienes tengan prácticas de riesgo, independientemente de los resultados de las pruebas serológicas. La adopción de técnicas de enzimoinmunoanálisis (EIA/ELFA) de cuarta generación se utilizan para reducir al mínimo el período ventana. Por otra parte, se debe descartar el diagnóstico de infección por el VIH mediante otras pruebas complementarias cuando la anamnesis revele prácticas de riesgo o síntomas o signos clínicos sugestivos de infección causada por el VIH (22). El uso de la técnica de ampliación del acido nucleico en minigrupos (minipools, grupos de 16 a 24 donaciones de sangre), reduciendo el riesgo de la transmisión de la infección. Con este método, el período ventana podría disminuir hasta 5 días para el VIH y 60 días para el virus de la hepatitis C (VHC) (23). La utilización de criterios restrictivos en el momento de indicar una transfusión sanguínea (24). La potenciación de la autotransfusión y otras medidas alternativas, así como el diagnóstico y tratamiento de las anemias perioperatorias (24-25). La utilización del plasma fresco congelado en cuarentena, en el que se realiza una prueba de determinación de anticuerpos para el VIH una vez pasado el período ventana. Las inmunoglobulinas y las vacunas no están relacionadas con la transmisión parenteral del VIH, aunque es posible la transferencia pasiva y temporal de anticuerpos frente al VIH. La mejora de la preparación de los derivados sanguíneos y la posibilidad de utilizar productos obtenidos por recombinación genética ha hecho disminuir notablemente el contagio en los enfermos hemofílicos. La gravedad de la hemofilia y la cantidad de concentrado de factor VIII administrada no ha podido relacionarse con la posibilidad de contagio por el VIH. La albúmina y las proteínas plasmáticas (fracciones IV y V de Chon) se pasteurizan una vez extraídas. Las fracciones II de Chon (inmunoglobulinas, inmunoglobulinas Rh, gammaglobulinas y la globulina de la hepatitis B) se tratan con concentraciones de etanol frío (26). Trasplante de órganos y tejidos Existen contagios anecdóticos, aunque posibles, en el caso de trasplantes de órganos. Se ha descrito, sobre todo en caso de trasplante renal, hepático, cardíaco, pancreático y óseo (12, 13), cuando el donante se puede encontrar en el período ventana y ante la imposibilidad de poder realizar una historia reciente. Las técnicas usadas en la detección del VIH en los donantes de órganos son similares a las empleadas en el cribado de sangre y hemoderivados, por lo que al disminuir el período ventana también disminuye la tasa de transmisión en el transplante de órganos y tejidos (23). Se ha observado que las muestras procedentes de donante infectado no vascularizadas, como la córnea, o liofilizadas o tratadas con etanol, no han transmitido la infección. En el caso de donación de semen, o en ciertos casos el lavado de semen, hay que actuar de la misma manera y fomentar la autoexclusión (27, 28). Drogadicción por vía intravenosa El uso de drogas por vía parenteral causa una parte muy importante de casos de sida en el mundo occidental, ya sea de una manera directa, por compartir materiales de inyección, como de forma indirecta, al transmitirse por vía sexual a las parejas de los UDVP; representa el diagnóstico simultáneo en los UDVP del 32,9% en mujeres y el 45,9% entre hombres (14). El riesgo de estas microtransfusiones de sangre infectada aumenta con la prevalencia de la infección en el grupo y con el número de jeringuillas compartidas. Este riesgo es inversamente proporcional a la edad de comienzo del hábito, concentrándose sobre todo en los tres primeros años. La incidencia de transmisión del VIH en los UDVP se ha ido reduciendo desde 1985, pero más intensamente después de 1996, y este descenso ocurre a pesar de continuar el comportamiento de riesgo sexual (29). Los UDVP constituyen un gran grupo, pudiendo adquirir nuevas infecciones, no solamente por el intercambio de jeringuillas, sino por mantener relaciones sexuales de riesgo, ya que minimizan el riesgo de transmisión sexual (30). Existen una serie de factores que se relacionan con esta vía de transmisión: Factores relacionados con el material utilizado para la preparación e inyección de la droga, como el agua, la cucharilla, la aguja, la jeringuilla, etc. Factores que conciernen al individuo, como el tiempo de la adicción, la elevada frecuencia del consumo, la politoxicomanía, etc. Factores asociados al comportamiento, como la promiscuidad sexual, el sexo comercial, los contactos sexuales con otros drogadictos, la alta incidencia de ETS y la ausencia de métodos barrera para prevenirlas. Factores relacionados con el ámbito social, como la clase social baja, el ambiente penitenciario, los usuarios de los "corredores de la muerte", etc. Factores asociados a la capacidad de ser infectado del paciente, como la alta carga viral, el estadio de primoinfección o un estadio muy avanzado de la enfermedad, y la cantidad de inóculo transmitido. Exposición parenteral/accidental Estos casos de infección corresponden a casos accidentales graves en los que se encuentran implicados diversos factores, pero que se relacionan principalmente con el personal sanitario, sobre todo personal de enfermería, técnicos, cuidadores y médicos, y en un menor grado, trabajadores dentales, paramédicos y cirujanos. La mayoría de estas personas se infectaron tras una exposición percutánea (pinchazo o corte). El riesgo de infección por el VIH a partir de una aguja contaminada con sangre de una persona infectada por el VIH se sitúa entre el 0,3% y 0,5%. Sin embargo, aunque el riesgo es pequeño, obliga a una alerta permanente. Este riesgo es mayor entre el personal nuevo o en prácticas, y sobre todo en el personal de enfermería. Cuando se debe a la exposición de las mucosas a sangre infectada, el riesgo disminuye hasta un 0,09%, siendo menor incluso cuando se realiza la exposición con piel intacta (31). El riesgo de infección por accidentes percutáneos depende de factores tales como la exposición a grandes cantidades de volúmenes de sangre contaminada (en caso de exposición de mucosas), que aumentan la transmisión, y los factores de riesgo relacionados con el material. En los accidentes con aguja hueca y contenido sanguíneo existe un mayor riesgo de transmisión, sobre todo si observamos contenido de sangre en el material. Si el pinchazo se produce en personal sin guantes, aumenta el riesgo de transmisión. Del mismo modo, el pinchazo profundo con aguja sólida o el corte profundo también aumenta la transmisión. También depende del volumen de sangre transferida, de la profundidad del pinchazo, del tamaño de la aguja y de su grosor (32). Transmisión por vía sexual Dentro de la transmisión por vía sexual tenemos que considerar el comportamiento sexual. Existen una serie de factores que intervienen en la transmisión del VIH por vía sexual, tales como factores socioeconómicos, factores demográficos, el ámbito social, factores políticos, la edad de las parejas, los trabajadores del sexo, la edad de inicio de las relaciones y los comportamientos individuales, los UDVP, los violadores, y también se ha observado una relación entre el abuso de las bebidas alcohólicas y la transmisión del VIH por vía sexual (3). En algunos países, como Estados Unidos, la epidemiología social y las diferencias racial y étnica son muy importantes (33). También existen otros factores ligados al huésped y al virus: Factores anatómicos. Son la ausencia de circuncisión, la existencia de ectopia cervical, la utilización de anticonceptivos (en relación con los cambios producidos en la mucosa genital y con el adelgazamiento del epitelio vaginal), la estimulación de la expresión del correceptor del VIH CCR5, demostrándose que la progesterona incrementa la expresión del CCR5, y las enfermedades de transmisión sexual (ETS), sobre todo las ulcerativas (34-36). Factores que conciernen a la conducta y a las prácticas sexuales, como las relaciones dentro del período de la menstruación o las relaciones sexuales en que exista un sangrado causado por traumatismos. La práctica del sexo anal incrementa el riesgo de transmisión. La concentración del VIH en el líquido cervicovaginal es muy alta durante el embarazo y, por lo tanto, aumenta el riesgo de transmisión en el coito durante la gestación. La transmisión heterosexual es más frecuente de varón a mujer que viceversa, describiéndose que entre un 15% y 20% de las parejas femeninas estables, de drogadictos y hemofílicos seropositivos se habían contagiado por esta vía (35, 37, 38). Factores que se relacionan con el estado virológico e inmunológico, como el estadio avanzado de la enfermedad o el período de primoinfección (39). Factores asociados al virus. Parece ser que el subtipo C se ha asociado a un mayor riesgo de transmisión por relaciones sexuales. Factores asociados a otro tipo de infecciones. Se trata de la coinfección con otras ETS, sobre todo las caracterizadas por lesiones ulcerosas. El herpes simple tipo 2 (VHS-2) es el agente causal del herpes genital y se ha asociado a un incremento, de 2-3 veces, de la transmisión del VIH (40). La probabilidad de riesgo de la transmisión del VIH por una simple exposición está directamente relacionada con la cantidad de VIH en sangre o en semen, pasando del 100% después de una transfusión de una unidad de sangre infectada a menos de un 1/1000 en caso de una relación sexual vaginal no protegida con una persona infectada. La probabilidad de transmisión por episodio con relación vaginal ha sido revisada en varios estudios en parejas discordantes para el VIH, estimándose variaciones desde 1 a 7000 a 1 de cada 700. En poblaciones con alta frecuencia de cambios de parejas es invariablemente más elevado que en parejas estables (35, 37). Cuando hablamos de epidemia por transmisión sexual, nos referimos a una determinada cantidad de personas infectadas que han mantenido múltiples y frecuentes relaciones sexuales con distintas parejas, prevaleciendo en ellas los factores facilitadores de la transmisión, sobre los factores protectores de la transmisión (un ejemplo claro sería el sexo comercial en ciertos países como algunos de África). Cuando hablamos de transmisión sexual no epidémica, estamos hablando de la transmisión sexual por personas que mantienen relaciones sexuales con parejas regulares, y en una gran proporción, aunque no la mayoría de ellas, no tienen múltiples parejas sexuales distintas; por ello no se producirá una gran diseminación del VIH (37). El riesgo de transmisión del VIH por prácticas orales-genitales es menor que la transmisión genital-genital o la genital-anal. La exposición a la saliva es pequeña comparada con la exposición a la sangre, y la baja concentración del VIH, aliada a la presencia de componentes salivares anti-VIH (el más destacable es el secretory leucocyte protease inhibidor, SLPI), hacen que esta vía se considere, sólo en algún caso, una vía de transmisión. La exposición activa oral-genital tiene, probablemente, un riesgo pasivo. La presencia de aftas, erosiones, úlceras o procesos inflamatorios con sangrado (gingivitis o periodontitis) en la cavidad oral puede incrementar el riesgo de transmisión del VIH en el individuo seronegativo (38). La transmisión parece ser mayor de hombre a mujer y está condicionada por diversos factores, en los que influye sobre todo la capacidad infectiva del portador, e incrementándose en los períodos de la enfermedad en que la carga viral se encuentra más elevada (primoinfección y estadios avanzados de la enfermedad), no sólo en sangre, sino también en semen y secreciones vaginales. También influye que los pacientes tengan un recuento bajo de la cifra de CD4. El estado en el ciclo de la mujer es muy importante porque aumenta el riesgo de la transmisión sexual en mujeres durante el período de la menstruación. Las cinco primeras semanas que siguen a la adquisición del VIH se caracterizan por una rápida replicación vírica y por la diseminación del virus por el organismo. Durante este período de la infección aguda, altos títulos de ARN vírico están presentes en el tracto genital y en el semen (36) y este riesgo de transmisión es aproximadamente 10 veces superior que durante el período de infección crónica (37). Este incremento de la transmisión no se ha observado cuando el ARN del VIH es inferior a 1500 copias, por lo que el tratamiento antirretroviral puede prevenir la transmisión del VIH al disminuir la carga viral. Es un dato importante, ya que puede evitar/disminuir la transmisión del VIH en víctimas de violación si el violador está en tratamiento (38, 39). Se han publicado trabajos en los que han observado que la circuncisión del varón reduce el riesgo de transmisión del VIH aproximadamente en un 60% (40, 41). Está relacionado directamente con la transmisión de ETS, sobre todo las ulcerativas. Esta hipótesis ya se había formulado en 1986. Relaciones heterosexuales Se ha estimado que aproximadamente el 80% de las infecciones por el VIH se han adquirido por transmisión sexual (42). En el año 2007, aproximadamente 2,5 millones de personas se infectaron por el VIH, y de éstas, dos tercios corresponden al África subsahariana (43). Esta vía de transmisión del VIH ha sido la causa de los casos declarados de sida en 2006 (24,4% en hombres y 57,7% en mujeres) en la actualización del 30 de junio de 2007 (14). La transmisión se realiza por el paso del virus contenido en el semen o en las secreciones vaginales o cervicales a las mucosas genitales de la pareja. No es necesario que exista un traumatismo asociado para poder producirse la transmisión, habiéndose probado la transmisión mediante inseminación artificial. Una buena comprensión de la transmisión sexual es esencial para la interpretación de la pandemia del VIH y para el desarrollo de estrategias preventivas. La alta concentración del VIH en el semen en los extremos de la enfermedad ha demostrado un sustancial incremento del riesgo de la transmisión sexual del virus. Estos datos hacen hincapié en la detección temprana del VIH, incluyendo los cinco primeros días de la infección. Es necesario desarrollar intervenciones centradas en la prevención de los pacientes con estadios de la infección por el VIH muy tempranos para evitar el riesgo de la infección a sus parejas (44). Relaciones homosexuales Un 3,9% de los hombres manifiesta haber tenido relaciones homosexuales con penetración (oral o anal) en algún momento de su vida (45). La comunidad gay disminuyó de forma importante sus prácticas sexuales con riesgo como respuesta a la infección por el VIH. Se ha observado también la disminución modesta pero significativa de los comportamientos de riesgo después del diagnóstico de la infección (46). Sin embargo, últimamente, esta tendencia ha cambiado e incluso ha aumentado, al igual que ha ocurrido con las ETS. En el año 2006, el 62% de todos los hombres diagnosticados de sida, por mantener prácticas homosexuales con riesgo, desconocía su infección por el VIH (47). De la utilización sistemática de los preservativos se ha pasado a un aumento de las relaciones sexuales desprotegidas en lo últimos años. A ello ha podido contribuir una serie de factores como el aumento del uso de anfetaminas, el abuso de bebidas alcohólicas y el aumento de enfermedades psicológicas como la depresión. Con frecuencia en estos casos no se utilizan medidas de protección (como el preservativo). En este contexto puede esperarse un aumento de la incidencia del VIH, así como de la prevalencia, debido a las nuevas infecciones y a una mayor supervivencia de las personas con VIH. También se ha observado un aumento de la transmisión del VIH en relación con la transmisión de otras enfermedades, por lo que programas dirigidos a la prevención de ETS, sobre todo las que cursan con formaciones ulcerosas, tuberculosis, diarreas, sífilis y gonorrea, son muy útiles como prevención en la transmisión del VIH en homosexuales masculinos que mantienen relaciones receptivas sin protección (48-49). Es determinante el número de relaciones y la cantidad de parejas, teniendo en cuenta el aumento de la promiscuidad sexual entre los homosexuales y la vía utilizada, ya que la relación anal receptiva es más peligrosa que la insertiva, siendo esta vía de transmisión la causante del 21,8% de los casos de sida en España (14, 50). El sexo oral tiene menor riesgo que el anal, pero comporta aproximadamente el 6,6% de los casos de los pacientes primoinfectados (51, 52, 53). Asimismo, la presencia de microtraumatismos aumenta la transmisión debido a formaciones de lesiones en la mucosa anal. Se han descrito trabajos en los cuales se observa un aumento de infecciones en mujeres en los últimos años, debido a la relación con jóvenes homosexuales, sobre todo entre edades comprendidas entre los 18 y 24 años. Estos estudios se han realizado en edades en las que el comportamiento sexual puede aún no estar definido (54, 55). Transmisión vertical o maternoinfantil La mayoría de los niños con infección por el VIH se han infectado por transmisión vertical. En España, a 30 de junio de 2007, la transmisión maternofetal representaba el 0,3% (14). Aunque al nacer todos estos niños presentan serología positiva frente al VIH por transmisión pasiva de anticuerpos maternos, éstos se eliminan progresivamente, desapareciendo a los 18-25 meses de vida; estos anticuerpos solamente persisten en los niños infectados. Se puede facilitar el diagnóstico temprano de la infección mediante ampliación genética (22). Un 70% de los casos de sida en pediatría corresponde a nacimientos de madres vinculadas a la drogadicción. El 30% restante corresponde a niños nacidos de madres que adquirieron la infección por el VIH a través de la vía sexual. La mujer infectada por el VIH presenta mayor riesgo de padecer complicaciones durante el embarazo, como partos prematuros (menos de 37 semanas de gestación) y bajo peso al nacer (<2500 g) en relación con las mujeres no infectadas (prevención de la transmisión vertical del VIH). De acuerdo con la UNAIDS (Joint United Program in HIV/AIDS), 2,5 millones de niños menores de 15 años están infectados por el VIH, y al menos 500.000 niños infectados de VIH adquirieron la infección durante el año 2007 (56). Pero si estos datos los trasladamos al África subsahariana, la transmisión madre-hijo es la mayor ruta de infección, ya que se estima que en 2007, 330.000 niños han fallecido de sida (datos publicados en el CROI 2008). La transmisión vertical o maternoinfantil puede producirse en tres momentos distintos: 1. Transmisión prenatal, preparto, intrauterina o transplacentaria (durante el embarazo). Se produce por el paso del VIH materno a través de la placenta, a partir de las 8 semanas (57). Determinados factores de riesgo parecen aumentar la probabilidad de transmisión durante el parto, entre ellos la carga viral del VIH. Por eso, los programas de detección temprana en la mujer embarazada son muy eficaces para prevenir la transmisión perinatal, ya que la carga viral maternal baja en plasma es un factor que previene la transmisión del VIH, por lo que puede ser un beneficio el tratamiento antirretroviral (58-59). 2. Transmisión perinatal o intraparto. El recién nacido puede infectarse durante este período por exposición directa a las mucosas o por vía ascendente. En este período se concentra el mayor porcentaje de contagios y la infección por el virus del herpes simple 2 (VHS-2); en la mujer infectada por el VIH-1 se asocia con un incremento de la transmisión maternoinfantil del VIH-1. Más del 25% de las transmisiones maternoinfantiles pueden atribuirse a la coinfección con el VHS-2 (60). 3. Transmisión posnatal o posparto (lactancia materna). Un 40% de todas las transmisiones maternoinfantiles ocurre durante la lactancia, sobre todo en países no desarrollados. Las enfermedades en la mama con formación de úlceras y enfermedades bacterianas como la mastitis se han sido identificado como factores de riesgo en la transmisión maternoinfantil (61). Existen una serie de factores que favorecen la transmisión maternoinfantil: En relación con la madre. El bajo recuento de CD4, la carga viral plasmática elevada (62), el estado avanzado de la enfermedad (sida), la carga viral genital elevada, el consumo de drogas por vía intravenosa (toxicomanía activa), el tabaquismo, las carencias nutricionales como la avitaminosis A, las coinfecciones víricas con el virus de la hepatitis B o C, y las ETS (30) como la infección por el VHS-2 (60). Factores víricos, como el VIH-1 frente al VIH-2; subtipo del VIH-1, genotipo y fenotipo y resistencias víricas. Factores fetales, como la respuesta inmunitaria, factores genéticos (haplotipo HLA, CCR5), cotransmisión del VHC y citomegalovirus (CMV). Factores obstétricos, como la rotura prematura de membranas amnióticas, el sangrado vaginal y el período expulsivo prolongado, el parto prematuro (59), las infecciones genitales y las ETS. Los procesos que cursan con inflamación aumentan la permeabilidad de la placenta, como corioamnionitis bacteriana o parasitaria. La monitorización cruenta e intervenciones invasivas como la amniocentesis, que se multiplicaron casi por cinco en los últimos años (63), se relacionan con un mayor número de contagios. El parto vaginal frente a cesárea, aunque en trabajos publicados se ha visto que el uso del tratamiento antirretroviral de gran actividad (TARGA) durante el embarazo ha tenido un gran impacto en la disminución de la transmisión vertical del VIH, estimándose un riesgo muy bajo en gestantes con carga viral indetectable. Por otra parte, la cesárea electiva ha logrado disminuir el riesgo de transmisión maternofetal, especialmente en mujeres con cargas virales inferiores a 1000 céls./ml (64). No obstante, y aunque la recomendación de parto vaginal en casos seleccionados fue bien aceptada, no debe hacernos olvidar que la cesárea tiene una morbimortalidad pequeña, aunque no desdeñable (65). Factores relacionados con la lactancia materna. La duración de la lactancia es el mayor determinante de la transmisión posnatal, así como de enfermedades bacterianas relacionadas con la mama, como la mastitis. También interviene la carga viral aumentada en la leche, la carencia de vitamina A, la ausencia de anticuerpos secretores, la receptividad del niño y la lactancia mixta. Conclusión Es necesario dejar claro la inexistencia de otro tipo de vías de transmisión alternativas a las expuestas. La convivencia, el contacto físico habitual, el sudor, las lágrimas y la falta de higiene no son fuentes de contagio. Los insectos no son vectores de la infección, ni el contagio casual con fómites se ha demostrado como vía de transmisión. En mordeduras, alimentos masticados previamente por las madres infectadas, por vía oral-genital y en los "besos profundos", "besos apasionados" o "besos húmedos," donde pueden existir una serie de lesiones orales o donde se pueden producir lesiones de mucosas, en estos casos sí es razonable recomendar restricciones. Bibliografía 1. Taylor, B.S., Sobieszczyk, M.E., McCutchan, F.E., Hammer, S.M. The challenge of HIV-1 subtype diversity. N Engl J Med 2008; 358: 1590-1602. 2. Friedland, G.H., Klein, R.S. Transmission of the human immunodeficiency virus. N Engl J Med 1987; 317: 1125-1135. 3. Fisher, J.C., Bang, H., Kapiga, S.H. The association between HIV infection and alcohol use: A systematic review and meta-analysis of African Studies. Sexual Transm Dis 2007; 34: 856-863. 4. Pinkerton, S.D. y cols. Infections prevented by increasing HIV serostatus awareness in the United States, 2001-2004. J Acquir Immune Def Syndr 2008; 47: 354-357. 5. Hollander, H., Levy, J.A. 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