NOMBRE: CURSO: Defectillos Isabel Vicente Leía el otro día un reportaje de mi compañera Pino Alberola en el que se recogían las conclusiones de una encuesta realizada a adolescentes sobre la influencia que sobre ellos pueden causar los roles machistas de las series de televisión. Pues bien, resulta que a las jóvenes les gustan los malos de las pelis, los turbios algo canallas, los atormentados a los que finalmente salva el amor, lo que, llevado a la vida real, se traduce en que te atraiga más el repetidor desgreñado y espatarrado de la última fila que el buen chico y amigo eterno que se sienta a tu lado. Nada nuevo, como tampoco lo es que muchas niñas sigan pensando que no es malo que el noviete controle cómo te vistes, o se crea con derechos para leer tus mensajes en el móvil, considerando que los celos o el control son una prueba de amor. Al fin y al cabo, como todos sabemos, el ser amado es casi perfecto, y si tiene algún defectillo, es corregible y además lo hace interesante. Pues bien, chicas, va a ser que no. Si algo hemos aprendido en mi generación, es que aquí no cambia nadie. Solo se empeora. Y en esto no hay excepciones. No pasa nada por enamoraros de un chico feo, pero, tenedlo claro, con el tiempo, se hará aún más feo, y encima, viejo. Pues bien, esto vale para todo. Asume que esa introspección que te hace verlo como un chico misterioso y taciturno, puede convertirlo en un par de años en un ser aburrido al que no lograrás despegar de la pantalla del ordenador, y ese juerguista y ligón al que crees que apaciguarás cuando lo metas en tu cama, se acabará escapando de farra en cuanto te des la vuelta, a no ser que lo aceptes como es o te conviertas en su compañero de parranda. Al tiempo y verás… Si ahora es antipático con tu familia, en un tiempo dejarán de hablarse. Si en las primeras citas se resiste a acompañarte al cine, da por hecho que jamás lo hará. Si no es detallista, no te canses insinuándole lo feliz que te haría que te regalara flores por tu cumpleaños porque te las regalará una vez, y al año siguiente te llevarás un berrinche. En fin, que en la vida real, las ranas, por mucho que las beses, siguen siendo ranas, y el que es borde, grosero, vago o egoísta seguirá siéndolo hasta que se muera… Y por favor, dale puerta ya a ese imbécil que te controla los mensajes del móvil, te grita si te ve con otro chico y te obliga a abrocharte un botón más de la camisa. Con el tiempo, si no lo frenas, se creerá tu dueño y esas “muestras de amor” que ahora hasta te halagan, te pueden acabar llevando a las portadas de los periódicos. El que es machista, violento y posesivo a los 20 años, acabará, si le dejas, maltratándote a los 30 y maldita la gracia que tiene eso. Información, 06/03/2011 I. Comentario crítico del texto (0-4 puntos) I.1. Establecimiento del tema del texto, breve resumen de su contenido y descripción y explicación de su esquema organizativo –partes temáticas constitutivas del texto y articulación de estas- (3 puntos). I.2. Explicación y valoración de las ideas expuestas a partir de la cultura del alumno y de su conocimiento del mundo (1 punto). II. Cuestiones (0-2 puntos cada una) Elija una de las dos opciones: OPCIÓN A II.1. Analice sintácticamente la siguiente oración: Si en las primeras citas se resiste a acompañarte al cine, da por hecho que jamás lo hará. II.2. Comente los aspectos más relevantes de la cohesión léxico-semántica en el texto. II.3. Evolución de la obra de Valle-Inclán e inclusión de Luces de bohemia en la etapa que corresponda. OPCIÓN B II.1. Analice la estructura interna de las siguientes palabras, descomponiéndolas en sus formantes morfológicos básicos e indicando expresamente el tipo de morfemas que se advierten en cada caso: apaciguarás (línea 18), atormentados (línea 5) y maltratándote (línea 31). A continuación, señale la categoría léxica a las que pertenecen (sustantivo, adverbio, etc.) y la clase en la que se incluyen según su estructura (simple, derivada, etc.). Por último, explique el significado de desgreñado (línea 6) e introspección (línea 15) en el contexto en que aparecen. II.2. Comente los aspectos más relevantes de la cohesión gramatical en el texto. II.3. Trayectoria o evolución poética de Miguel Hernández. El tema es la violencia de género. [demasiado impreciso] El tema es que ningún chico, por guapo que sea, es perfecto. [evidentemente mal] El tema es advertir a las chicas de que no transijan con los defectos de sus parejas. [bien] El tema es el peligro que supone para las mujeres no atajar los primeros indicios de violencia de género. [bien] El tema es la paciencia excesiva que tienen las chicas con sus novios. [mal] El tema es la prevención de la violencia de género en las parejas jóvenes. [bien] El tema es concienciar a las chicas del riesgo que corren si se muestran permisivas con el comportamiento machista de sus parejas. [bien] Un resumen del contenido esencial del texto es el siguiente: A las jóvenes no solo les atraen los malos de ficción sino también los de la vida real, hasta el extremo de aguantarles gustosamente pequeños defectos que con el tiempo pueden degenerar en graves problemas, aunque ellas crean lo contrario. Un chico posesivo acabará convirtiéndose, de esta manera, en un maltratador si alguien no le para los pies a tiempo. O: Lo que parecen en los chicos defectos sin importancia pueden acentuarse con la edad y originar problemas serios. Esto no lo comprenden las chicas que transigen con sus parejas, incluso aceptando estar bajo su dominio, porque les atrae la aureola de chico malo. Deberían rebelarse contra ellos por las funestas consecuencias que en el futuro pudiera tener en sus vidas esta actitud. La estructura del texto presenta un esquema de ideas sintetizante o inductivo, puesto que la tesis principal -las chicas no deben permitir actitudes machistas en sus parejas- aparece en forma de conclusión en el segundo parágrafo. Para llegar a ese punto, la autora en el primer párrafo introduce la idea del atractivo que ejercen los chicos dominantes de ficción a través de una encuesta (argumento estadístico, l. 1) dirigida a chicas y extrapola sus conclusiones a la vida real (l. 4) con ejemplos de jóvenes que dominan a sus novias (l. 5-7) y ellas les perdonan porque alegan que ya cambiarán (l. 8), lo cual es rebatido contundentemente (contraargumento) mediante la experiencia personal de la autora (l. 8-9). Y, a continuación, pone ejemplos (l. 11-17) de malas costumbres adquiridas por los hombres e inevitablemente agravadas con el tiempo. Termina este desarrollo argumentativo con una analogía entre lo imposible que es transformar una rana en un príncipe y eliminar los defectos de una persona (l.16-18). El segundo párrafo contiene el argumento más contundente. Ya no se trata de defectos relativamente perdonables, como los ejemplificados anteriormente, sino de algo mucho más grave: la violencia ejercida contra la mujer, primero a través del dominio absoluto sobre ella y luego mediante el maltrato e incluso el asesinato (l. 1922), argumento de causa-efecto, a no ser que se le ponga freno a tiempo (tesis). O: La estructura general del texto presenta la disposición expositivo-argumentativa tan usual en los artículos y columnas de opinión. Una introducción expositiva ocuparía las ocho primeras líneas, mientras que el cuerpo argumentativo comenzaría en “Pues bien, chicas, va a ser que no”. La conclusión final, en forma de tesis explícita, la localizamos en el último párrafo (“dale puerta ya…”), por lo que hablamos de un tipo de estructura inductiva o sintetizante. El planteamiento del problema está recogido a través de un argumento estadístico sobre los gustos femeninos en materia de hombres (líneas 1-2). Al igual que a ellas les gustan los malos de ficción, también les atraen los chicos malos de carne y hueso (líneas 3-4). Y justifican su elección arguyendo que si las tratan mal es porque las quieren de verdad (líneas 5-7) y que si ellos presentan algún defecto con el tiempo ya se les corregirá. Son argumentos falsos o falacias que la autora va a rebatir inmediatamente. En efecto, la contraargumentación se inicia aduciendo Isabel Vicente un argumento de experiencia personal (líneas 8-11) o, mejor dicho, generacional que puede servir de enseñanza a la juventud actual: no se mejora con el tiempo sino que se empeora. Y pone diversos ejemplos de defectos físicos, psicológicos y sociales que se agravarán con los años (fealdad, egoísmo, insensibilidad, pasotismo, etc. líneas 11-16). Cierra su argumentación con un argumento analógico (líneas 17-18): los chicos no se transforman solo por que los quieras mucho en príncipes, sino que continúan siendo ranas. Finalmente, el último parágrafo ofrece la tesis de manera contundente (“dale puerta”) con más ejemplos de dominio machista sobre las chicas y con un argumento de causa-consecuencia terrible: si no se hace algo a tiempo el fin de una relación así será trágico (líneas 20-21). La solución que propone la periodista es romper con este tipo de pareja. Un esquema de las ideas más importantes del texto podría ser el siguiente: 1. Chicas atraídas por chicos malos. 1.1. Por personajes de ficción. 1.1.1. Según encuesta. 1.2. Por personas reales. 1.2.1. Chicas los aceptan. 1.2.1.1.Creen que cambiarán. 2. Los defectos no se corrigen. 2.1. Experiencia personal. 2.1.1. Se agravan con el tiempo. 3. No hay que transigir con ellos. 3.1. Las consecuencias serán funestas. El texto aborda, desde una postura realista y con un lenguaje directo, un problema que afecta desgraciadamente a muchas parejas, como demuestra la cantidad de sucesos enmarcados en la violencia de género que tienen como víctima a la mujer. Si, como defiende Isabel Vicente, prevenimos estos comportamientos luego no habrá que lamentarse. Y son las chicas quienes deben actuar a tiempo y no caer en las redes de la resignación o el perdón. Cierto que no hay nadie perfecto –ni chico ni chica- y que todos tenemos algún defecto más o menos soportable, pero de ahí a permitir el dominio de un miembro de la pareja sobre el otro media un abismo al que nadie debería arrojarse. En conclusión, nos hallamos ante un texto valiente, oportuno para una nueva generación de jóvenes tal vez demasiado confiados en la igualdad de género, y dirigido a aquellas personas más vulnerables (aunque también hay hombres entre las víctimas) en las relaciones de pareja: las mujeres. No obstante, creo que sería más oportuno transmitir estos valores desde la educación básica dada por padres e impartida en las escuelas, pues un periódico, sea en el formato que sea, no suele ser leído por las generaciones más jóvenes. El texto, como corresponde a su carácter argumentativo, presenta un alto grado de modalización puesto que el autor, desde un punto de vista personal, defiende una opinión propia. Encontramos, en primer lugar, marcas de deixis personal referentes tanto al emisor como a los receptores del mensaje contenido en el texto: “Leía”, “mi compañera” (emisor), “te atraiga”, “tu lado”, “te vistes”, “tus mensajes”, “enamoraros”, “dale”, “tenedlo”, “asume” (junto a un tú genérico aparece un vosotros dirigido a las chicas jóvenes, presuntas receptoras del texto y a las que se apela directamente en la línea 8 mediante el vocativo “chicas”), “todos sabemos” (plural inclusivo de todos los lectores), “hemos aprendido” (plural exclusivo pues solo alude a mujeres maduras como la autora). En segundo lugar, mencionemos las modalidades oracionales que se apartan de la usual enunciativa o asertiva, que sirve al autor para aparentar objetividad, como son la exhortativa o imperativa para apelar a los lectores: “dale”, “tenedlo”, “asume” y la exclamativa para manifestar repulsa o indignación: “maldita la gracia”. En tercer lugar, el léxico valorativo también es un claro indicio de subjetividad como se comprueba en el uso irónico de los sufijos diminutivos, que más que indicar tamaño tienen un sentido despectivo: “defectillos” (que luego serán lacras) “noviete” (posesivo e intransigente). Términos como “dueño”, “buen chico” o “maldita”, así como la perífrasis “puede convertirse”, expresan una modalización valorativa que junto a la deóntica (aquella dirigida a influir sobre los lectores y manifestada en la formulación de hipótesis: “Si… si… si…”) son las predominantes en el texto. El cambio de registro, del estándar al vulgar o coloquial –mucho más expresivo para la juventud-, es otro de los rasgos de modalización. Lo podemos observar en palabras del argot juvenil como “farra”, “parranda”, “ligón”, “imbécil”, “berrinche”, “borde”, “dar puerta”, que acercan además a la autora al mundo de los jóvenes y demuestran su conocimiento del mismo. Acabamos este apartado de modalización con una alusión al humor y la ironía como síntomas del enfoque personal que la autora ha dado al asunto abordado. El chiste de las ranas para referirse a los novietes es muy gracioso y la ironía “el ser amado es casi perfecto” y “muestras de amor” (donde las comillas ya subrayan la ironía) funciona como recurso expresivo destacable. Son recursos dirigidos a que el lector interprete el verdadero sentido de las palabras e incluso complete mentalmente el mensaje del emisor, como los puntos suspensivos de la línea 18: “Al tiempo y verás…”. La cohesión gramatical es aquella propiedad textual que contribuye a la unidad de sentido del texto a través de mecanismos morfológicos y sintácticos, es decir, lingüísticos. El entramado de relaciones que se originan a partir de estos elementos (palabras, oraciones, párrafos…) posibilita la interpretación correcta del texto por parte del lector. En el texto que nos ocupa, dada la intención persuasiva del emisor sobre sus lectores, es constante la oposición de deícticos personales: “mi compañera, mi generación, Leía (yo)” / “te atraiga, tu lado, crees (tú), te hace, apaciguarás (tú)”. En ocasiones, aparece un plural inclusivo para unificar la perspectiva: “todos sabemos”; o bien un plural colectivo referido a las jóvenes lectoras del texto mediante el vocativo “chicas”. En este sentido, es elocuente el tuteo como forma de dirigirse a los lectores, revelador de un destinatario joven y de una emisora madura. La deíxis temporal viene determinada por la constante interrelación entre presente y futuro. El adverbio temporal “ahora” acompañado de verbos en presente (“es, se resiste, hace, crees…”) alude a la actualidad del problema, mientras que el futuro agravamiento del mismo se indica mediante referencias temporales (“al año siguiente, con el tiempo, en un par de años, Al tiempo, en un tiempo”) reforzadas con verbos en futuro (“hará, lograrás, apaciguarás, dejarán, regalará…”). Esta insistencia tiene que ver con la repetición de la estructura sintáctica formada por proposición condicional y proposición principal para formular hipótesis y deducir consecuencias. La cercanía del problema a los lectores también se expresa mediante el deíctico espacial “aquí”, línea 9. Por lo que respecta a las correferencias endofóricas, es decir, los mecanismos de sustitución (proformas, pronombres, proadverbios…) que funcionan en el interior del texto, distinguimos entre anáforas y catáforas. Las primeras tienen como función recoger sintéticamente algo dicho anteriormente (línea 4: “lo que llevado a la vida…”; línea 9: “en esto [lo explicado anteriormente] no hay excepciones”; etc.) y las segundas anuncian algo que se dirá a continuación (línea 8: “Si algo hemos aprendido en mi generación es que…”; línea 10: “tenedlo claro: con el tiempo…”). Por último, un mecanismo muy importante para dotar al texto de cohesión es el uso de conectores o marcadores discursivos. La sucesión de argumentos que la autora da para reforzar su tesis está concatenada mediante el conector estructurador de la información “Pues bien”, que aparece en las líneas 2-3, 8 y 10. También el conector aditivo “Y” en las líneas 9 y 19 sirve para sumar argumentos. Además, para cerrar una serie de ideas, a modo de conclusión final, utiliza los conectores “Al fin y al cabo” en la línea 7 y “En fin” en la línea 16. Entendemos por cohesión léxico-semántica el conjunto de relaciones semánticas (sinonimia, antonimia, etc.) que se establece entre los significados de las palabras de un texto. Este entramado de relaciones, también llamado red léxico-semántica, obedece al sentido unitario y coherente otorgado por el emisor de un texto y permite la interpretación correcta del mismo por parte del receptor. En el texto que nos ocupa, podemos partir de la palabra clave “defectillos” para relacionarla con términos como “taciturno”, “feo”, “viejo”, “juerguista”, “aburrido”, “antipático”, “ligón”, “celos”, “borde”, “grosero”, “vago”, “egoísta”, “control”. Cada uno de estos defectos sería un cohipónimo del hiperónimo “defectillos” y, dado el sentido irónico con que lo emplea la autora, lo utiliza como sinónimo de “muestras de amor” y de “prueba de amor”. Esta visión equivocada la tiene, según Isabel Vicente, la JUVENTUD, campo conceptual en el que podríamos incluir vocablos como “cine”, “móvil”, “berrinche”, “mensajes”, “beses”, “cama”, “20 años”, “familia”, “adolescentes”, “citas”, “televisión”, “enamoraros”, “flores”, “ordenador”, “farra”, “parranda”… Los dos últimos serían sinónimos. La juventud se divide en dos sectores, masculino (“amigo”-“chico”, “ser amado”, “noviete”, “dueño”-“imbécil”, “malos”“canallas”, “turbios”-“atormentados”) y femenino (“las jóvenes”, “niñas”, “chicas”). Ambos contienen sinónimos pero hay que destacar que muchos términos referidos a ellos tienen un sentido muy negativo (sinonimia referencial). Precisamente, asociado a este sector masculino tendríamos el campo conceptual de la VIOLENCIA DE GÉNERO: “grita”, “controla”, “obliga”, “celos”, “posesivo”, “violento”, “machistas”, “maltratándote”. El carácter contraargumentativo del texto queda recogido en el par antonímico “corregible”/”empeora”, que respecto a los defectos juveniles sintetiza la postura optimista de mujeres jóvenes frente a la visión pesimista de mujeres adultas como la periodista. Otra relación de antonimia sirve para explicar la analogía entre realidad y ficción y denunciar, por tanto, el engaño en que viven las muchachas: “vida real” / “series”, “pelis”.