CAUSAS QUE MOTIVARON LA HIGIENE EN LA MANIPULACIÓN DE ALIMENTOS Freddy Aneidher Urrego Camelo. Ing. Alimentos. freddyurrego@tutopia.com ANTECEDENTES HISTÓRICOS Para comprender el desarrollo que sufrió la manipulación de alimentos a través de la historia es necesario remontarse al hombre primitivo quien sin la necesidad de un conocimiento científico sino basándose en la observación y la experiencia comenzó a reconocer alimentos tóxicos o contaminados que le causaban disturbios gastrointestinales. Más aún, cuando la dieta comenzó a demandar un mayor consumo de carnes y vísceras de animales, los hombres comenzaron a preocuparse por la relación entre el consumo de alimentos y la aparición de enfermedades. Además cabe destacar la preocupación de diferentes religiones a la hora de practicar, en condiciones higiénicas, los sacrificios de los animales que se ofrecían a los dioses. En el antiguo testamento se datan las primeras referencias escritas sobre higiene de alimentos, donde en libros como el Levítico (Cap. XXII) se recogen normas de higiene para el sacrificio de animales “Si alguno de los israelitas o de los extranjeros que vivan entre ellos presenta al Señor un animal en holocausto, ya sea en cumplimiento de una promesa o como ofrenda voluntaria, deberá presentar un macho sin defecto para que le sea aceptado.”, “Cuando presentes una ofrenda de acción de gracias al Señor, hazla de tal manera que sea bien recibida. Además, comerla el mismo día y no dejes nada para el día siguiente”. En el libro de Manú (500 años a.C.), fundamento de comportamiento religioso de los brahmanes de la India, indica como debe realizarse el sacrificio de los animales y el faenado1 de su carne. En el Corán (644 años d.C.), se menciona la limitación de comer carne mortecina, sangre, carne de cerdo, la carne de animal muerto a palos, de una caída, de una cornada, o la del devorado parcialmente por las fieras. En las comidas de la Edad Media y Moderna, la gente ya se encuentra sentada en bancos alrededor de una mesa, muebles que eran los más habituales, y a veces los únicos, en la pieza principal o sala. En la época clásica, la costumbre había sido echarse en un triclinio2 situado junto a la mesa, pero esta práctica, al parecer, fue abandonada ya en la Alta Edad Media. Los accesorios de la comida como manteles, servilletas, platos y cubiertos, hicieron su aparición en las casas de los ricos en la Edad Media, y al final de esta época ya estaban presentes en las casas de la pequeña burguesía y de los labradores ricos, aunque su difusión a través de las distintas capas sociales fue muy lenta, y su empleo no se generalizó hasta finales del siglo XIX. El alimento de la mayoría de la gente era líquido, como una especie de sopa, y se 1 2 Matar los animales y descuartizarlos, prepararlos para el consumo. Lecho en que griegos y romanos se reclinaban para comer. 1 tomaba en escudillas3. En el caso de los alimentos sólidos, como el pan, cada comensal los cortaba con el cuchillo que llevaba al ciento, y se los llevaba a la boca con los dedos. Así, los únicos utensilios de mesa existente eran cuencos para beber y fuentes donde se ponía toda a comida. En la baja Edad Media se puso de moda entre quienes podían permitírselo utilizar vajilla de peltre. Los platos de cerámica no fueron de uso común en Europa hasta el siglo XVII. En las casas más refinadas, solía haber un aguamanil y una palangana para lavarse las manos, no como podría suponerse, porque se ensuciaran al comer así, sino porque a los demás no les gustaba ver cómo se metían las manos sucias en las fuentes. Las cucharas se usaron cada vez más a lo largo de la Baja Edad Media. El tenedor, tardó mucho en aparecer, su uso no se generalizó hasta los siglos XVI y XVII. La cuchara está presente en las observaciones de distintos eruditos europeos medievales sobre el comportamiento adecuado en las mesas de la nobleza. En la Edad Media, el comer y beber tenía mucha más importancia social que hoy día. Durante el siglo XII, clérigos ilustrados escribieron libros en latín sobre normas de comportamiento durante las comidas. Además, a partir de 1250, comenzaron a aparecer libros semejantes en lenguas vernáculas, destinados a los círculos aristocráticos de la sociedad caballeresco-cortesana. Al conjunto de buenos modales que debía observar el caballero se denominaba en francés courtoisie, en italiano cortezia, en inglés courtesy y en castellano cortesía o cortesanía. Al tener la costumbre de tomar las comidas de la fuente común con los dedos, se recomendaba lavarse las manos antes de las comidas y no tocarse las orejas, la nariz o los ojos durante las comidas. La cuchara se empleaba rara vez. Con las carnes y salsas, la costumbre era que cada cual tomase la pieza de carne que le apeteciese de la fuente y la mojase en la salsera común, para a continuación llevársela con los dedos a la boca. Para las sopas y purés, los manuales de buenas costumbres del siglo XIII aconsejan ya servirse de la cuchara para tomarlos y no beberlos directamente de la sopera o la escudilla, costumbre que paulatinamente fue desterrándose de las mesas de la alta nobleza cortesana. Las cucharas en las mesas de los ricos del siglo XIII, solían ser de oro, plata, cristal, coral y serpentina y adoptaban formas redondeadas y bastante planas, lo que obligaba a la gente abrir mucho la boca para servirse de ellas. Pero desde comienzos del siglo XIV adquirieron la forma ovalada que aún las caracteriza y que facilitó su uso, contribuyendo a la difusión del mismo. Paulatinamente, el uso de la cuchara pasó a formar parte de las costumbres refinadas de la aristocracia de la Europa del Gótico. Hacia 1530, con la desaparición de la sociedad caballeresca y la ruptura de la unidad de la Iglesia Católica, el modelo medieval de courtoisie comenzó a verse desplazado por el renacentista de civilité, término empleado para designar conjunto de pautas comportamiento cortesano-aristocrático que, 3 Vasija ancha y de forma de media esfera, en que se suele servir la sopa y el caldo. 2 elaborado en la corte francesa de los Valois, acabaría siendo adoptado por el conjunto de la aristocracia europea, difundiéndose también en círculos burgueses. Con el tiempo, se convertiría en el símbolo de una formación social, que abarcaba las más diversas nacionalidades y en la que se hablaba un lenguaje común, primero el italiano y, con posterioridad, el francés. El concepto de civilité se difundió entre la aristocracia europea a partir de una obra de Erasmo de Rótterdam, De civilitate morum puerilium, donde aborda como deben ser educados los hijos de los nobles y cual debe ser su conducta en sociedad. El autor se muestra especialmente preocupado por los modales en la mesa y considera ya imprescindible servirse de una cuchara común para servirse de las fuentes en el propio plato. Hasta el siglo XV fue bastante infrecuente disponer de servicios separados para las distintas comidas, por lo que los comensales se servían del mismo vaso, cuchillo y cuchara. A principios del XVI, comenzó a difundirse la costumbre de que cada uno tuviese su propio juego de cubiertos y su correspondiente servilleta para limpiarlos. Pero no fue hasta finales del XVII que se generalizó el uso de cambiar la cuchara cada vez que había empleado para servirse de una fuente. Este hecho obligaba al anfitrión a disponer de gran número de cucharas, por lo que finalmente se optó por crear un modelo de gran tamaño, cuya única misión era servir la sopa o las salsas de la fuente en los platos. Desde entonces, el mojar el pan directamente en las salsas o servirse de ellas en el plato con la cuchara de la sopa, comenzó a percibirse como un comportamiento propio de rústicos. Hacia 1720 se consideraba ya imprescindible, en las mesas de la aristocracia y la alta burguesía, que cada comensal tuviese su propio plato, copa, servilleta, cuchara, cuchillo y tenedor. A este servicio mínimo se sumaban los instrumentos diversos para servirse de las fuentes. A finales del siglo XVIII, en vísperas del estallido de la Revolución francesa, las clases altas europeas habían alcanzado ya la pauta de comportamiento en la mesa que, durante el siglo XIX, acabaría por darse por supuesta en el conjunto de la sociedad civilizada. Los usos cortesanos se habían convertido ya en costumbre de toda la sociedad burguesa. No obstante, con la decadencia de la aristocracia, descendería el ritmo de cambio y transformación de las costumbres en la mesa, que en las altas esferas había sido muy rápido entre los siglos XVI al XVIII. Desde luego, durante los siglos XIX y XX, se ha producido un alto nivel de diferenciación de los utensilios de mesa. En muchas ocasiones, no sólo se cambian los platos entre servicio y servicio, sino también los cubiertos. Ya no basta con emplear la cuchara, el tenedor y el cuchillo en lugar de las manos, sino que, en las mesas de las clases altas, para cada tipo de comida se emplea un cubierto distinto. A un lado del plato aparecen cucharas soperas, cuchillos de pescado y carne, y al otro tenedores para entremeses, para pescado y para 3 carne; delante del plato se dispone de tenedor, cuchara y cuchillo para los dulces. Además se usan cubiertos especiales para frutas y postres exóticos. Aunque todos estos utensilios tienen formas y usos distintos, en realidad, son simples variaciones de una misma pauta. La burguesía no ha innovado nada, se ha limitado a diversificar los instrumentos y a difundir su uso entre todas las clases sociales. LA INDUSTRIALIZACIÓN Otro proceso que hay que tener en cuenta es el de la industrialización, ya que con este vino la explosión demográfica, y cambios en los niveles de vida de la población general. En Inglaterra y Gales la población se triplicó durante el siglo XIX, y pasó de alrededor de 9 millones en 1800 a 32.5 millones en 1900, explosión que no se atribuye a una mayor tasa de natalidad sino en cambio a una disminución en la tasa de mortalidad (Pounds, 1992), la cual fue consecuencia de una mejor alimentación e higiene pública, gracias a los productos de algodón particularmente baratos y lavables, obra de la industrialización. La explosión demográfica fue tal que hace diez mil años, la población mundial podría haber sido de menos de 10 millones de habitantes, para 1750 la cifra era de 750 millones, hacia 1930 era de 2.000 millones y para 1975 ya la cifra se había duplicado (Pounds, 1992). Esta explosión demográfica, se hizo evidente en el siglo XIX en la medida en que los individuos se congregaban en las ciudades, cuyo crecimiento fue más rápido que la atención que les podría brindar la higiene pública, la policía o la educación, dando lugar a los abarrotados barrios bajos que albergaban la enfermedad, el delito y el descontento. Particularmente en esta época la medicina desarrolló medios para combatir ciertas enfermedades como el sarampión, la tos ferina y la fiebre escarlatina, como a su vez surgieron muchas otras enfermedades por el hecho de vivir y trabajar más cerca unos de los otros. Los problemas que concitaban la mayor preocupación eran el hacinamiento en los sitios de vivienda de los obreros industriales, las antihigiénicas condiciones de las barriadas obreras, el insuficiente suministro de agua apta para el consumo, las jornadas laborales extenuantes a que eran sometidos los trabajadores, incluidos mujeres y niños y las pobres condiciones de salud de esta población como consecuencia de estos y otros factores relacionados. En Gran Bretaña se puso un sistema administrativo que desde principios del siglo XVII se había creado, con algunas modificaciones posteriores, para abordar el problema de los pobres y de sus condiciones de vida. Ese sistema administrativo se afincaba en la consideración de que la pobreza era una cuestión de responsabilidad netamente individual. El nuevo enfoque administrativo que comenzaba a abrirse espacio asumía, por el contrario, que 4 la pobreza es un producto social y que por tal razón compete al Estado encontrar soluciones a ella. Se aprobaron una serie de leyes que daría estructura a lo que se conoce como la "Revolución administrativa Victoriana", en la que el Estado central asumía la responsabilidad por la formulación de políticas y la administración de las acciones en todo el territorio del reino que de ellas se derivaran. Algunas de estas leyes, en las que evidentemente el Estado asumía un protagonismo de primera línea, fueron la conocida como "Nueva Ley de Pobres" de 1834 y la "Ley de Salud Pública" de 1848, que puede considerarse como la primera ley estructurada de salud pública en los estados occidentales modernos y que fue la conclusión triunfante de las ideas propuestas por el movimiento sanitarista de aquel país. Se había logrado que los problemas de salud de la comunidad se vincularan con los grandes problemas sociales desencadenados por la revolución industrial. Se introdujeron decisiones como las siguientes: Designación de un organismo del orden nacional que orientara las políticas sanitarias en todo el país. Asignación de poderes especiales a las autoridades locales para que hicieran cumplir las disposiciones sanitarias Nombramiento de funcionarios médicos con remuneración a cargo del Estado para que cumplieran tareas fundamentalmente preventivas y de mejoramiento sanitario. En Francia, por su parte, el proceso de industrialización y urbanización de principios del siglo XIX generó problemas semejantes a los que ocuparon la atención del movimiento sanitarista de Gran Bretaña. Y similarmente, los mas connotados artífices del movimiento sanitarista en Francia, entre los que se destacan Louis-Rene Villermé y Alexander Parent-Duchatelet, realizaron estudios sobre las condiciones de vida de los trabajadores de los centros urbanos y postularon como consecuencia de sus investigaciones que era necesario un cambio administrativo para el manejo de esos problemas que involucrara una fuerte participación del Estado. Tuvieron importancia el "Comité de salud de París" y los "Comités de Salud" provinciales, que en los años 30 habían llegado a constituirse en los organismos administrativos en que se plasmaban los conceptos teóricos desarrollados por los líderes del movimiento sanitarista francés. En Alemania, los conceptos elaborados por personajes como Virchow y Neumann en el sentido de que la salud de los ciudadanos es un problema de responsabilidad social, fundamentaron la necesidad de que el Estado participara activamente en la protección de la salud de la población, prestando asistencia a los ciudadanos que lo requirieran y asumiendo el derecho de interferir la libertad individual cuando se requiriera para proteger la salud del colectivo. Fue solamente, cuando se logró la unificación de los estados germanos independientes en un solo imperio después de la guerra francoprusiana de 1871, que se establecería una estructura estatal sólida para 5 atender a los problemas de salud de la sociedad. Fue en 1873 cuando se estableció la "Oficina de Salud del Reich", que comenzó a funcionar en 1876. En España el movimiento sanitarista no tuvo la fuerza con que se propagó por los países mas industrializados de Europa en la primera mitad del siglo XIX, no obstante la influencia de sus postulados puede verse reflejada en las siguientes decisiones: Creación del Consejo de Sanidad del Reino en 1840, la creación de las Juntas de Sanidad Provincial y de la Comisión de Salubridad en 1849, la promulgación de una Ley de Beneficencia en 1849 y la promulgación de la Ley de Sanidad en 1855. LA CIENCIA Es en el siglo XIX cuando el veterinario adquiere la debida importancia como higienista e inspector de alimentos. A medida que se profundiza en el conocimiento de la patología humana y animal, se identifica que ciertas enfermedades se transmiten de los animales al hombre por el consumo de carnes procedentes de animales enfermos. A este respecto, fueron de primera magnitud los hallazgos en Parasitología y Bacteriología. A partir de los siglos XVII y XVIII, la mayor preocupación social frente a la teniasis4, triquinosis5, y tuberculosis6, junto con los avances en Química y Microbiología, originó una etapa sanitaria en el control de los alimentos y un importante empuje al desarrollo de esta disciplina. Como consecuencia de los descubrimientos de Pasteur7, médicos y veterinarios comenzaron a tomar la responsabilidad de la lucha frente a las zoonosis8 y epizootías9 como base de la Higiene Alimentaria. Además, en esta época se empieza a adquirir un conocimiento científico sobre la relación entre el consumo de alimentos contaminados y la falta de higiene con la aparición de enfermedades bacterianas en el hombre. La química, que hizo posibles los plásticos, las fibras sintéticas y muchas otras innovaciones, también ha afectado en grado considerable la vida diaria en virtud de su impacto sobre los alimentos. De esta forma la elaboración de empaques que mantienen los alimentos inocuos por un mayor tiempo, ha llevado a toda una cultura de alimentos procesados que ofrecen a los consumidores facilidad de consumo además de calidad. 4 Infección del intestino humano causada por distintas especies de tenia, como la Taenia saginata que se adquiere al ingerir carne de vaca cruda o poco cocinada, la Taenia solium que se contrae al comer cerdo crudo o poco cocinado 5 Suele contraerse por la ingesta de carne de cerdo infectada 6 Enfermedad infecciosa aguda o crónica producida por el bacilo Mycobacterium tuberculosis, que puede afectar a cualquier tejido del organismo pero que se suele localizar en los pulmones 7 (1822-1895) químico y biólogo francés que fundó la ciencia de la microbiología, quien demostró la teoría de los gérmenes como causantes de enfermedades (patógenos), e inventó el proceso que lleva su nombre y desarrolló vacunas contra varias enfermedades incluida la rabia. 8 Enfermedad propia de los animales que a veces se comunica a las personas 9 Enfermedad de una o más especies de animales, que reinan transitoriamente en una región o localidad, atacando simultáneamente a una gran cantidad de individuos. 6 Se observa que hoy en día se ha dejado en las manos de las industrias alimenticias el rol del aseguramiento de la “inocuidad de los alimentos”10, ya que debido a legados culturales la higiene alimenticia a nivel personal ya se encuentra establecida, aunque obviamente este hecho se encuentre ligado directamente a la calidad de vida de las personas, sin embargo los consumidores son más vulnerables a adquirir alimentos que son tanto procesados en industrias que están debidamente equipadas para asegurar alimentos inocuos como de industrias que no tienen el suficiente conocimiento ni mano de obra calificada para conocer este requerimiento. A este respecto, se genera una gran polémica ya que el Estado es el que debe asegurar que toda industria que ofrezca alimentos, cuente con los recursos necesarios, principalmente humanos y tecnológicos para dicho fin y aunque existan algunas normatividades es necesario un mejor proceso de comunicación que ilustre a todos los consumidores sobre la importancia de la higiene en la manipulación de alimentos y sobre los riesgos a los que se encuentran expuestos. Creo que he conseguido llegar al punto: hemos llegado a reconocer de una manera poco eficiente la importancia de la higiene en la manipulación de alimentos —tanto a nivel individual cuando nos encontramos en familia, como a nivel social cuando procesamos alimentos para quienes convivimos en sociedad, puesto que en el proceso hemos aplicado el método de ensayo y error para reconocer aquellos factores que nos generan enfermedades. Sin embargo dejo abiertos, para una discusión de mayores magnitudes, los temas actuales de alimentos genéticamente modificados y el uso de preservantes, conservantes, colorantes, edulcorantes entre otros, para cuyas evaluaciones: ¿Emplearemos el mismo método? BIBLIOGRAFÍA AGUILERA César, Historia de la alimentación mediterránea, Ediciones Complutense, 1997. Artículo Higiene, control e inspección de alimentos, Historia presente y futuro. Dr. MANUEL ÁNGEL AMARO LÓPEZ. Profesor Titular Departamento de Bromatología y Tecnología de los Alimentos. Facultad de Veterinaria. Universidad de Córdoba. http://www.lagastroteca.com/tecnolg/cuchara.htm http://www.saludcolombia.com/actual/salud45/colabora.htm POUNDS, Norman. La vida cotidiana: historia de la cultura material. Barcelona. 1992. Pp 242 - 244, 274 – 281, 422 – 427. WINKS, Robin. Historia de la civilización de 1648 al presente. Vol II. Pearson Educación. Novena Edición. México. 2000. Pp 432 – 435, 460 – 463, 650 – 653. 10 Término empleado para designar la incapacidad de un alimento de causar cualquier tipo de daño. 7