NUMERO: 2 FECHA: Septiembre-Octubre 1984 AUTOR: Miguel Mendoza Paez TITULO: De los Empresarios con Amor: Para el Peso un Tobogán TEXTO: En los últimos días se ha acentuado la presión por parte de la "iniciativa" privada para que se acelere el deslizamiento del tipo de cambio. Esto exacerba las expectativas devaluatorias, por los planteamientos especulativos y desestabilizadores de estas posiciones. ¿Necesario un mayor deslizamiento del peso? Lo anterior lo confirman, entre otras, las recientes y orquestadas declaraciones de representantes de la Confederación Nacionales de Comercio (CONCANACO), Consejo Nacional de Comercio Exterior (CONACEX), Asociación Nacional de Importadores y Exportadores de la República Mexicana (ANIERM) y del Centro Coordinador Empresarial (CCE) de Ensenada. Estas organizaciones señalan que la brecha entre los niveles de precios locales y del exterior se amplía. La CONCANACO dice que: "... El peso mexicano no es competitivo... No nos divorciemos de la realidad, impidiendo que el peso siga sobrevaluado... En forma urgente pedimos un deslizamiento de 13 a 22 centavos diarios" (Excélsior, oct. 29). Por su parte, la CONACEX señala que"... El deslizamiento de 13 centavos no es suficiente... nuestras exportaciones están dejando de ser competitivas". (Uno más Uno, oct. 30). La ANIERM indica que" ... ahora no existe competitividad. Estamos fuera de precio (Excélsior No. 2). Por su lado, el CCE plantea que las empresas no son competitivas y están quedando fuera de mercado de exportaciones debido a que "el gobierno federal no aceleró el deslizamiento del peso frente al dólar... el cual debe ser de 26 centavos diarios... En diciembre la moneda mexicana se sobrevaluará frente al dólar en 28 pesos, en su paridad libre" (Excélsior, nov. 2). La posición del gobierno no ha sido muy clara y definida, lo que puede coadyuvar a que se acentúe la especulación. El Subsecretario de Hacienda ha hecho un llamado al sector privado para que no finque sus expectativas exportadoras exclusivamente en aspectos como el de la paridad cambiaria, pues "serán a todas luces insuficientes si las empresas no son competitivas en calidad y normas internacionales..." (Excélsior, No. 1). Por su lado, el Director del Instituto Mexicano de Comercio Exterior (IMCE) manifestó que la Comisión Mixta Asesora de Política de Comercio Exterior (COMPEX), reiteró sus compromisos de "mantener una paridad realista y evitar una sobrevaluación del peso" (Uno más Uno, No. 1). El peso está subvaluado. La cuestión, entonces, es dilucidar si efectivamente el peso se encuentra sobrevaluado y si las presiones para devaluar tienen alguna racionalidad y consistencia. Respecto al primer interrogante, se puede decir tajantemente que el peso, por el contrario, se encuentra fuertemente SUBVALUADO, tal como se observa en el cuadro. Aún con las restricciones analíticas y operacionales para encontrar el margen de rezago cambiario, podemos decir que la adversidad de la relación de los índices de precios (o precios relativos) para México, ha sido más que compensada con la fuerte devaluación del peso a partir de febrero de 1982. Tal como sucedió en los años siguientes a la devaluación de 1976, después de 1982 nos encontramos con un tipo de cambio subvaluado que viene absorbiendo el crecimiento de los precios; incluyendo los sucedidos a partir de la misma devaluación. Esto se refleja en la tendencia decreciente de la subvaluación. (ver cuadro). Valuación del Peso[H-] En efecto, al pasar el tipo de cambio libre de 26 pesos por dólar (fines de 1982 y comienzos de 1982) a 210 pesos (fines de 1984) -suponiendo que continúe el deslizamiento de 13 centavos diarios-, el peso se habrá devaluado en un 700%; lo que al confrontar con el tipo de cambio ajustado resultaría que la subvaluación del peso sería alrededor del 30%. [*] Esto es, el tipo de cambio ajustado para finales del presente año debería estar cercano a los 145 pesos por dólar. Por consiguiente, quedan sin ningún fundamento las presiones para el deslizamiento del tipo de cambio de 13 a 22, y, por supuesto, a 26 centavos diarios. Todavía más inaceptable es la falta de racionalidad y consistencia en los planteamientos que se hacen en torno a los supuestos beneficios alcanzados con una mayor devaluación. Los efectos nocivos de otra devaluación. a) Sobre la liquidez empresarial y la Balanza comercial: Lo anterior resalta cuando los empresarios se lamentan de una falta de liquidez. Bien conocidos son los efectos nefastos de la devaluación sobre las empresas, al revaluar, en pesos, las deudas contratadas en dólares. Por otra parte, el efecto de la devaluación recae en forma directa e inmediata sobre las importaciones más no sobre las exportaciones, que cada vez dependen más de condiciones externas. Estas últimas se componen básicamente de petróleo (más del 70%), el cual dadas las características de su mercado, no responde a mayores devaluaciones. Por su parte, en 1983, las exportaciones no petroleras sólo aumentaron en un 13.6%. Aumento irrisorio ante la astronómica devaluación del peso y su mínima participación dentro del total de exportaciones. El efecto ha sido, en forma notoria, sobre las importaciones, las cuales disminuyeron en un 70% entre 1981 y 1983 (de 24.100 a 7.000 millones de dólares). Esta alarmante disminución de las importaciones, ha permitido un elevado y engañoso superávit de la balanza comercial. Con este engañoso superávit se trata de justificar la política económica. En realidad sus efectos sobre la inversión de largo plazo y la reactivación económica, son fantasiosas, si no se realiza una profunda reestructuración del aparato productivo que permita, tanto una sustitución de importaciones como un aumento de las exportaciones. b) Sobre la inflación y los salarios. Por otro lado, el efecto directo y perturbador que la mayor devaluación tendría sobre la inflación, como siempre ha sucedido, anularía la corrección de precios relativos que se pretende con la misma. Como escape a esta situación, el elemento de ajuste en que se ha incurrido es la represión a los salarios de los trabajadores. Así, la inflación adquiera su carácter de expropiación al salario, con miras a mantener las tasas de ganancia adecuadas para el proceso de acumulación de capital. El tipo de cambio y las "libres fuerzas del mercado" Vale anotar el carácter altamente político e ideológico de los planteamientos en relación a un mayor deslizamiento. Estos se encuentran circunscritos dentro de la presión más general de eliminar el control de cambios y la doble paridad de forma tal que el tipo de cambio único se determine solamente por "las libres fuerzas del mercado". Esta posición Walrasiana de no intervención del Estado en el mercado de divisas, supone que afectar el "equilibrio" de este, perturbaría el "equilibrio" en los demás mercados. La solución: mayor competitividad externa y recuperación salarial La política económica estatal debe, por lo tanto, estar alerta ante las infundamentadas y contraproducentes presiones especulativas devaluatorias de carácter político-ideológico, y a cambio ofrecer un programa radical de transformación estructural del aparato productivo que se traduzca en un mayor nivel de competitividad externa y, sobre todo, en una recuperación del nivel de vida de los trabajadores; vistos en la práctica como los causantes de la crisis actual. CITAS: [*] Para confrontar, ver el trabajo de Solís Rizzo: "Excedentes Petroleros y apertura externa: el caso de México" CIEPLAN; Chile, 1981. Toman como el año base de "equilibrio" a 1956, un año posterior a la devaluación de 1955. También, J.M. Mancilla "México cotización real del peso (1976-1982)" Revista "Análisis Económico" del Depto. de Economía, UAM-Azcapotzalco, Vol. 1 No. 1 1982, quien asume como año base 1976, año de la devaluación posterior a la de 1955. De todas formas, para ambos casos resulta una subvaluación aproximada de un 13%.