1 La Justicia Universal Precedentes judiciales de una crisis El debate que hoy está planteado tiene su origen en el pacto de 19 de Mayo de este año entre el PSOE y el PP en el Congreso de Diputados en el curso del Debate sobre el estado de la Nación. Pacto convertido con una rapidez inusitada en el Proyecto de Ley orgánica complementaria de la LEY DE REFORMA DE LA LEGISLACIÓN PROCESAL para la implantación de la nueva Oficina Judicial,por la que se modifica la LOPJ 6/1985,de 1 de Julio,del Poder Judicial,en una materia de tan enorme trascendencia como el alcance en España del principio de Justicia Universal. Proyecto ya aprobado en el Congreso de Diputados y pendiente ahora de su ratificación por el Senado. Fue un acuerdo espúrio, para satisfacer los intereses de las grandes potencias, por lo que se eludió el debate público reduciéndose al mínimo el debate parlamentario. Basta considerar los siguientes datos.El Proyecto de Ley se limita a justificar la reforma para “adaptar y clarificar el precepto-Art. 23. 4 de la LOPJ-de acuerdo con el principio de subsidariedad y la doctrina emanada del Tribunal Constitucional(TC) y la jurisprudencia del Tribunal Supremo(TS)”.Y en el debate parlamentario,el Diputado por el PSOE, Julio Villarrubia, dijo, en una brevísima intervención, que la reforma “pretende racionalizar la jurisdicción universal” y “Posibilita que los crímenes-genocidio,de lesa humanidad y crímenes de guerrasean juzgados por aquellos países con un vínculo directo con ellos”.Se refería a la nueva exigencia legal para la persecución de dichos delitos en España de que se “constate algún vínculo de conexión relevante con España”.La también nueva exigencia de que “no se ha iniciado-en otro país- procedimiento que suponga una investigación y 2 una persecución efectiva, en su caso, de tales hechos punibles” no mereció comentario alguno. Y poco mas. Por el contrario tanto los Diputados J.Mª Ridao como G. Llamazares denunciaron abierta y rotundamente la reforma.”Hoy es un día triste para la defensa de los derechos humanos…Hoy es un día triste para las víctimas, para las palomas, hoy solamente brindarán con champán los halcones de Guantánamo o los halcones, por ejemplo, de Gaza”,dijo Llamazares. Pero el proceso que ha conducido hasta aquí no tiene su origen exclusivamente en el acuerdo los dos grandes Grupos parlamentarios, con el apoyo, entre otros, de CIU. No, viene de mucho mas lejos y ha sido auspiciado y promovido por ciertas resoluciones de la Audiencia Nacional(AN) y del TS y dictámenes relevantes de la Fiscalía de la AN y, por tanto, de decisiones del Fiscal General del Estado(FGE).Dictámenes y resoluciones que han mantenido una interpretación muy restrictiva de la aplicación del principio de Justicia Universal, ahora incorporada al Proyecto de Ley. El citado Principio permite que los Estados, como ocurre actualmente en España, se reserven la competencia para perseguir hechos cometidos por españoles o extranjeros, fuera del territorio nacional, cuando lesionan bienes jurídicos trascendentales que afectan a la comunidad internacional, renunciando al principio de la doble incriminación y con la sola excepción de la cosa juzgada. Dada la gravedad y trascendencia de dichos delitos, como crímenes contra la Humanidad, su persecución supera la soberanía de los Estados y su persecución debe plantearse desde una lógica supranacional por ser ,mas que ningún otro, un crimen de Estado cometido o consentido por las Autoridades estatales de forma necesariamente planificada. Era la idea de Lemkin (inspirador del Convenio sobre el Genocidio) :”la hipotética regulación del genocidio 3 como un crimen nacional no tendría ningún sentido porque, por su propia naturaleza, el autor es el Estado o grupos poderosos con el apoyo del Estado…Por su naturaleza jurídica, el genocidio debe tratarse como crimen internacional”. Por dicha razón, que las Partes contratantes de un Convenio internacional, como el de Genocidio, no acordasen la persecución universal del delito por cada una de sus jurisdicciones nacionales no impide el establecimiento, por un Estado parte, de esa clase de jurisdicción para un delito de trascendencia en todo el mundo y que afecta a la comunidad internacional directamente, a la humanidad toda. Y, en todo caso, la vigencia de este principio parece estar reconocida en el propio Estatuto de Roma. El Preámbulo afirma:”Es deber de todo Estado ejercer la jurisdicción penal contra los responsables de crímenes internacionales”.Y en el Art. 19.2.b),sobre la impugnación de la competencia de la Corte, se admite que pueda plantearla “Un Estado que tenga jurisdicción en la causa porque está investigándola o enjuiciándola o lo ha hecho antes”. Audiencia Nacional La denuncia de R. Menchú sobre el genocidio maya dió lugar a que el Pleno de la Sala de lo Penal de la A.N.,por Auto de 13 de Diciembre de 2002, declarase que no procede el ejercicio en ese momento de la jurisdicción penal para la persecución de los referidos hechos , por “la premisa fáctica de inactividad de la justicia guatemalteca”, debiendo el Instructor archivar las Diligencias Previas. Acogiendo así una interpretación enormemente restrictiva de la regla de subsidiariedad que la misma Audiencia Nacional había delimitado; como después dijo el TC, la A.N. “va más allá y requiere de los denunciantes una acreditación plena de la imposibilidad legal o de la prolongada inactividad judicial, hasta el punto de venir a exigir la prueba del 4 rechazo efectivo de la denuncia por los Tribunales guatemaltecos(STC 237/2005). Tribunal Supremo La STS 327/03 Ante el recurso de casación planteado, fue estimado parcialmente y se declaró la jurisdicción española solamente respecto de los hechos ocurridos en la Embajada de España. Pero se agudizó el acoso a la aplicación en España del principio de justicia universal. La Sala Segunda del Tribunal Supremo, con referencia al Auto recurrido, afirma que “el criterio de la subsidiariedad (...) no resulta satisfactorio en la forma en que ha sido aplicado por el Tribunal de instancia”, porque basarse en la inactividad real o aparente de la jurisdicción del lugar “implica un juicio de los órganos jurisdiccionales de un Estado acerca de la capacidad de administrar justicia que tienen los correspondientes órganos del mismo carácter de otro Estado soberano”, declaración que “no corresponde a los Tribunales del Estado”, ya que el art. 97 CE atribuye al Gobierno la dirección de la política exterior. “Apreciación-dijo luego el TC- completamente errónea ya que subordina las decisiones del Poder Judicial, en una materia como los delitos de derecho internacional, a las directrices del Poder Ejecutivo”. Para la Sala Segunda, “una previsión tan general como la contenida en este precepto-Art. 23.4 LOPJ- suscita ciertos interrogantes” puesto que “no puede ser interpretado de modo que conduzca en la práctica a la apertura de diligencias penales ante la noticia de la comisión de hechos susceptibles de ser calificados como alguno de los delitos a los que se refiere, cualquiera que fuera el lugar de su comisión y la nacionalidad de su autor y víctima”.Y continuaba el TS, no existe objeción a la Jurisdicción universal cuando proviene de un fuente reconocida del Derecho 5 Internacional, especialmente un Tratado aceptado por los Estados parte, pero si sólo se reconoce en el Derecho interno, su alcance está limitado por “otros principios” cuando no existe “un punto de conexión directo con intereses nacionales”, puesto que “tiene un importante apoyo en la doctrina la idea de que no le corresponde a ningún Estado en particular ocuparse unilateralmente de estabilizar el orden, recurriendo al Derecho Penal, contra todos y en todo el mundo”. Siete Magistrados de la Sala formularon un voto particular: “La Jurisdicción universal “no se rige por el principio de subsidiariedad, sino por el de concurrencia, pues precisamente su finalidad es evitar la impunidad”. La STS 1362/04 (Caso Scilingo) Las líneas básicas de la citada resolución resumidamente expuestas son: 1ª) Que “hoy tiene un importante apoyo en la doctrina la idea de que no le corresponde a ningún Estado en particular ocuparse unilateralmente de estabilizar el orden, recurriendo al Derecho Penal, contra todos y en todo el mundo, sino que más bien hace falta un punto de conexión que legitime la extensión extraterritorial de su jurisdicción” (FJ 9º). 2ª) Que, en el artículo VIII del Convenio contra el genocidio, se establece que cada parte contratante puede “recurrir a los órganos competentes de las Naciones Unidas a fin de que éstos tomen, conforme a la Carta de las Naciones Unidas, las medidas que juzguen apropiadas para la prevención y represión de actos de genocidio”, como ha ocurrido con la creación de los Tribunales Internacionales para la ex Yugoslavia y para Ruanda (FJ 9º). 3ª) Que “el principio de no intervención en asuntos de otros Estados (artículo 27 de la Carta de las Naciones Unidas) admite limitaciones en lo referente a hechos que afectan a los derechos humanos, pero estas limitaciones sólo son inobjetables cuando la posibilidad de intervención sea aceptada mediante acuerdos entre Estados o sea 6 decidida por la Comunidad Internacional”; y, a este respecto, se cita expresamente lo dispuesto en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (FJ 9º). Y, 4ª) Que, en los Tratados Internacionales relativos a estas materias, “se plasman criterios de atribución jurisdiccional basados generalmente en el territorio o en la personalidad activa o pasiva, y a ellos se añade el compromiso de cada Estado para perseguir los hechos, sea cual sea el lugar de comisión, cuando el presunto autor se encuentre en su territorio y no conceda la extradición, previendo así una reacción ordenada contra la impunidad, y suprimiendo la posibilidad de que existan Estados que sean utilizados como refugio. Pero no se ha establecido expresamente en ninguno de esos tratados que cada Estado parte pueda perseguir, sin limitación alguna y acogiéndose solamente a su legislación interna, los hechos ocurridos en territorio de otro Estado” (FJ 9º). Como antes indicábamos, la sentencia continúa “hoy tiene un importante apoyo en la doctrina la idea de que no le corresponde a ningún Estado en particular ocuparse unilateralmente de estabilizar el orden, recurriendo al Derecho Penal, contra todos y en todo el mundo, sino que más bien hace falta un punto de conexión que legitime la extensión extraterritorial de su jurisdicción”. Tribunal Constitucional STC 237/2005 La “falta de autorización que el Tribunal Supremo halla en el Convenio sobre Genocidio para la activación de la Jurisdicción internacional de modo unilateral por un Estado no se aviene con el principio de persecución universal y de evitación de la impunidad de tal crimen de Derecho internacional, que, como ha sido afirmado, preside el espíritu del Convenio y que forma parte del Derecho consuetudinario internacional (e incluso del ius cogens¸ según ha venido manifestando 7 la mejor doctrina), sino que, antes bien, entra en franca colisión con él”(F. J.5).Es más, la regulación del delito de genocidio es ,conforme al Art. 53 del Convenio de Viena (sobre el Derecho de los Tratados) “una norma imperativa de derecho internacional general” y, en consecuencia, es “una norma aceptada y reconocida por la comunidad internacional de Estados en su conjunto como norma que no admite acuerdo en contrario y que sólo puede ser modificada por una norma ulterior de derecho internacional general que tenga el mismo carácter”.Añadiendo :” Tal interpretación, radicalmente restrictiva del principio de jurisdicción universal plasmado en el art. 23.4 LOPJ, que más bien habría de ser calificada como reducción teleológica (por cuanto va más allá del sentido gramatical del precepto), desborda los cauces de lo constitucionalmente admisible desde el marco que establece el derecho a la tutela judicial efectiva consagrado en el art. 24.1 CE, en la medida en que supone una reducción contra legem a partir de criterios correctores que ni siquiera implícitamente pueden considerarse presentes en la ley y que, además, se muestran palmariamente contrarios a la finalidad que inspira la institución, que resulta alterada hasta hacer irreconocible el principio de jurisdicción universal según es concebido en el Derecho internacional, y que tiene el efecto de reducir el ámbito de aplicación del precepto hasta casi suponer una derogación de facto del art. 23.4 LOPJ”(F.J.8). “La persecución internacional y transfronteriza que pretende imponer el principio de justicia universal se basa exclusivamente en las particulares características de los delitos sometidos a ella, cuya lesividad (paradigmáticamente en el caso del genocidio) trasciende la de las concretas víctimas y alcanza a la Comunidad Internacional en su conjunto. Consecuentemente su persecución y sanción constituyen, no sólo un compromiso, sino también un interés compartido de todos los Estados (según tuvimos ocasión de afirmar en la STC 87/2000, de 27 de marzo, FJ 4), cuya legitimidad, en consecuencia, no depende de ulteriores intereses particulares de cada uno de ellos”(F. J. 9). 8 Después de sostener que los criterios mantenidos por AN y el TS representan una posición naturaleza “abiertamente restrictiva” (FJ 3), “enormemente restrictiva” (FJ 4), “en extremo rigorista” (FJ 5) o “radicalmente restrictiva” (FJ 8) sobre el derecho a la tutela judicial en su vertiente de acceso a la jurisdicción-hasta el punto de exigir al querellante “efectuar una probatio diabólica” para acreditar la inactividad judicial en el lugar del delito”- concluye :” que la LOPJ instaura un principio de jurisdicción universal absoluto, es decir, sin sometimiento a criterios restrictivos de corrección o procedibilidad, y sin ordenación jerárquica alguna con respecto al resto de las reglas de atribución competencial, puesto que, a diferencia del resto de criterios, el de justicia universal se configura a partir de la particular naturaleza de los delitos objeto de persecución” (FJ 3). STC 227/2007 Dictada contra el Auto del Pleno de la A. N. de 11/5/2004 y Sentencia TS 345/2005 sobre la persecución del grupo social Falun Gong por dirigentes políticos de la Republica Popular China por delitos de genocidio y torturas, que, con argumentos similares a los ya expuestos en las resoluciones anteriores, rechazaron la admisión a trámite de la querella formulada. Esta última Sentencia toma en consideración, como fundamento de la denegación del derecho a la tutela judicial, como derecho de acceso a la jurisdicción, la alegación de los recurrentes, afirmando “la corrección del planteamiento respecto a la imposibilidad de acceso a la Corte Penal Internacional por las razones que se indican-“ya que China no ha ratificado el Estatuto de Roma”-,lo que en consecuencia no deja otra salida, como sostienen, para el posible enjuiciamiento de los delitos denunciados que la que han elegido…”.Y añade, que “la exigencia de vínculos o elementos de conexión para la entrada en juego de la regla jurisdiccional del Art. 23.4 de la LOPJ…es contraria 9 al derecho a la tutela judicial efectiva, en su vertiente de derecho de acceso al proceso(Art. 24.1CE)”.Calificando de “forzada e infundada” la interpretación que el TS hace del referido precepto de la Ley Orgánica. Para concluir:”el sometimiento de la competencia para enjuiciar crímenes internacionales como el genocidio o el terrorismo a la concurrencia de intereses nacionales…no resulta cabalmente conciliable con el fundamento de la jurisdicción universal”.Por todo ello, estimó el recurso de amparo, acordó la anulación de las resoluciones recaídas y acordó que se dictara “una nueva resolución respetuosa con el derecho fundamental vulnerado”. El Ministerio Fiscal Y, qué decir de la posición de la Fiscalía en las causas por el bombardeo de Gaza el 22 de Julio de 2002 y por las torturas en Guantánamo. En el escrito de 2 de Abril del presente año,en las D.Previas 157/2008 del Juzgado Central de Instrucción nº 4,el Fiscal, con un notable grado o de ignorancia o de atrevimiento, solicita el archivo de la primera de dichas causas “sin perjuicio de las acciones que se puedan ejercer ante la Corte Penal Internacional”.El Fiscal debería saber que la C.P.I. nunca podrá actuar por los crímenes cometidos por las Autoridades y Fuerzas Armadas del Estado de Israel dado que no ha ratificado el Estatuto de Roma.El Fiscal, asimismo, debería conocer que la Franja de Gaza es, según diversas Resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU (la última ,la 1.860,de 8 de Enero de 2009) es “territorio ocupado desde 1967” por Israel que otorga a este Estado el status de Potencia ocupante.Como consecuencia,el Estado de Israel está obligado a respetar los Convenios de Ginebra de 12/Agosto/1949 y, en particular, el Protocolo I, Sobre la protección de las víctimas en los conflictos armados internacionales” que exige a las Partes ocupantes el respeto y protección de la población civil a través de una amplia enumeración de deberes, como la prohibición de 10 “ataques indiscriminados”(Arts. 50-51),que Israel incumple sistemáticamente. Y, el Fiscal debe saber también que después del bombardeo de 2002,las Fuerzas Armadas israelíes el 27 de Diciembre de 2008 iniciaron una ofensiva militar que, según el Parlamento europeo (Resolución de 15/1/2009) causó la “muerte de unas 1.000 personas,muchas de ellas mujeres y niños”.En este contexto, no resulta comprensible que una institución del Estado democrático como el Mº Fiscal elabore un dictamen del siguiente tenor. En primer lugar, tomarse en serio las actuaciones supuestamente jurisdiccionales de Israel sobre los hechos de 2002.Sobre todo, después de reconocer que “los dos órganos de la Fiscalía-el Fiscal General Militar y el Fiscal General del Estado-rechazaron las peticiones de investigación del caso, estimando que en la actuación de las Fuerzas Aéreas Israelíes se habían respetado los principios de distinción y proporcionalidad”.Solo permanece pendiente de conclusiones una Comisión de Investigación constituida por el Gobierno a instancia del Tribunal Supremo de Israel. Pero, en cualquier caso, carece de legitimidad y de autoridad para llevar a cabo cualquier investigación una Potencia ocupante por las consecuencias lesivas de su política de expansión y agresión permanente.Todo ello, no impide que el Fiscal afirme con contundencia que “la vigencia del principio de complementariedad o subsidariedad es indiscutible…” y que,”en caso de concurrencia de dos o mas jurisdicciones …resultará preferente la del Estado que disponga de un vínculo jurisdiccional mas próximo con los hechos, con prioridad sobre la jurisdicción de un Estado sin vínculos de conexión con los hechos o sujetos afectados”.Exactamente,lo que necesitaba oir la clase política dominante que, así, lo ha reflejado en la reforma legal. Igualmente, se atreve a justificar la regla de la litispendencia por razón de aquellas supuestas actuaciones, lo que, continua el Fiscal, “otorga prioridad a la jurisdicción del Estado donde el delito fue cometido”.Desconociendo algo tan esencial como que la 11 ejecución material del delito se produjo en Gaza, que no es territorio del Estado de Israel. Con independencia de que las actuaciones israelíes no resisten las exigencias que, en su caso, se derivarían del Art. 17.2 del Estatuto de Roma sobre las garantías exigibles a un proceso de esta naturaleza. En cualquier caso, estaríamos ante “procesos”,si es que pueden llamarse así, que expresan “una falta de voluntad y de capacidad para la persecución efectiva de los crímenes”.Pero,para el Fiscal eso es irrelevante, porque la tramitación de la querella en España representaría “una injerencia en la soberanía del Estado del lugar de la comisión de los hechos”.Y concluye:”Las autoridades decisiones israelíes que en sus satisfacen diferentes niveles…han plenamente-desde la adoptado perspectiva jurisdiccional-las exigencias derivadas de la aplicación del derecho a la tutela judicial efectiva por una Justicia independiente e imparcial”.Seguramente,nunca el Estado de Israel ha sido tratado con tanto respeto como subordinación. Similar sentido presenta el dictamen del Fiscal de 17 de Abril de este año en el Sº 25/2003 del Juzgado Central de Instrucción nº 5 por razón de la práctica generalizada y sistemática de la tortura de los detenidos en la Base militar de EEUU en Guantánamo. Es preocupante que, ante hechos tan notorios y públicos, afirme que falta “la necesaria delimitación de hechos concretos y específicos como objeto del proceso, pues en otro caso nos encontraríamos ante una especie de causa general dirigida a investigar toda la política desarrollada-por muy reprobable que esta sea-por la anterior Administración de EEUU…”.Para reiterar a continuación las tesis ya expresadas en el anterior escrito.”La vigencia del principio de complementariedad o subsidariedad en el ejercicio de la jurisdicción universal establecido por los tratados internacionales y ampliamente reconocido por nuestra doctrina jurisprudencial, debiendo hacerse constar a estos efectos que no existe acreditación alguna de que los querellantes hayan promovido la acción de la justicia ante la 12 jurisdicción preferente(del lugar de la ejecución del delito o de la nacionalidad de sus autores),y que esta haya optado por no dar curso a investigación alguna”.En consecuencia, por las propias razones del PSOE y del PP para la reforma legal en curso,”no procede la admisión a trámite de la querella en este momento”. Por todas estas razones, hemos llegado a una crisis tan profunda de la justicia universal y precisamente en este momento y ante la persecución de grandes potencias. Ahora, nos corresponde no solo deplorar sino denunciar las complicidades internacionales, la creación de “paraísos judiciales” que garantizan debilitamiento de los Estados democráticos. Carlos Jiménez Villarejo ACJD 23 de Julio de 2009 la impunidad y el