EDITORIAL LA FUNCIÓN PREVENTIVA DE LA PENA Y SUS ELEMENTOS Con frecuencia cuando se habla del aumento de las conductas delictivas, se escucha decir a las autoridades encargadas de mantener el orden público y social, que hay que reprimir esas conductas por medio de las sanciones que la ley penal ofrece. El derecho penal es presentado así como un instrumento de control social. De esta manera se espera de la ley penal y de su aplicación un efecto preventivo, un efecto disuasivo de las conductas punibles. Ahora bien el asunto que preocupa es saber ¿cómo la ley y la sanción penal pueden prevenir la aparición de comportamientos lesivos de los derechos de los asociados?, ¿Es suficiente la sola existencia de la ley? En todos los tiempos, los penalistas han reconocidos varias funciones a la sanción penal, algunas de orden moral como es la función de retribución, otras son utilitaristas como la función de intimidación, la de readaptación y la de defensa social. El principio de la prevención general como función de la pena y según el cual el castigo impuesto a los delincuentes puede disuadir la conducta de otras personas o impedir que se infrinja la ley, es un fundamento clásico de la teoría penal. La confianza en el efecto de la prevención general de la sanción penal, llevó en el pasado a la búsqueda de sanciones ejemplares, a la aplicación de castigos crueles y excesivos. Desde el punto de vista conceptual y teórico el tema de la prevención general ha sido estudiado y desarrollado no solo desde la perspectiva del derecho penal, sino también desde la perspectiva de la sociología del derecho y de la sicología del comportamiento. La mayoría de los análisis tradicionales y modernos de la prevención general se refieren a dos tipos de efectos diferentes: el efecto intimidatorio y el efecto educativo de la ley penal y la sanción. Sin embargo se puede afirmar que resulta ilusorio hablar de efectos intimidatorios y educativos de la ley y la sanción penal, sin el conocimiento de esa ley especialmente por parte de la población a quien se dirige su aplicación. Este conocimiento es la “clave” de la prevención general; desde ese punto de vista se puede afirmar que si la sanción penal tiene un efecto disuasivo sobre el individuo, no es porque ella exista o porque ella haya sido aplicada, es porque el individuo sabe, conoce que ella existe y que ella efectivamente ha sido aplicada, es decir, el sistema legal y sancionador ha enviado su “mensaje” a la población y ésta lo ha recibido. En consecuencia cuenta mucho la manera como ese mensaje ha sido percibido por la población sobre la cual se supone tiene un efecto intimidatorio. En la literatura criminológica y del derecho penal, se han señalado ciertos factores considerados necesarios para que la sanción penal produzca un efecto disuasivo, ellos son la certeza, la severidad y la celeridad. En cuanto a la certeza (saber ciertamente que la sanción será aplicada), se puede afirmar que el efecto disuasivo de ésta depende de la severidad de la pena, pues nadie que esté decidido a realizar el comportamiento punible, se dejaría persuadir de cometerlo aún cuando sepa que ciertamente va a ser sancionado, si sabe que se trata de una sanción banal como por ejemplo una multa irrisoria, e inversamente, el individuo no se dejaría impresionar por una pena severa, de la cual se sabe de antemano que ella no será aplicada. Po r otro lado, algunos autores ( Killias et al, 2012) han expuesto la idea de que no son la certeza ni la severidad “objetivas” de las sanciones las que pueden disuadir con más frecuencias al individuo sino más bien la percepción que éste tiene de ellas. Dentro de esta perspectiva se habla de “riesgo objetivo” como la probabilidad real, objetiva de ser aprehendido, mientras que el “riesgo subjetivo”, es la probabilidad subjetiva de ser aprehendido, tal como ella es percibida por el potencial infractor, consiste en la estimación que hace cada individuo del riesgo objetivo y que va a determinarlo en la realización o no del comportamiento delictivo. Este riesgo subjetivo puede variar de un individuo al otro y según que se esté o no informado de las consecuencias del acto; los controles o vigilancias que se ejerzan del comportamiento de cada uno, la publicidad en relación al asunto de que se trate. 7 El segundo elemento que se ha tenido en cuenta en el estudio de los efectos intimidatorios de la ley y la sanción penal es la severidad; se parte de la hipótesis de que el comportamiento del potencial trasgresor puede ser influenciado manipulando la sanción. Se encuentra esta idea en Feuerbach, quien afirmaba:”para que haya intimidación, se debe hacer de tal manera que el riesgo de aprehensión sea grande para el trasgresor, la sanción tan severa, de tal forma que él sepa que tiene más que perder que ganar con su delito o infracción” (citado por Villettaz, 1998). La idea de que una pena severa puede ser un medio útil para modificar los comportamientos, en particular los comportamientos prohibidos es aceptable, sin embargo para saber si la severidad de una sanción produce un efecto disuasivo, es necesario que el potencial delincuente conozca la severidad de la ley y de la sanción que le será infringida si el adopta el comportamiento prohibido. Ahora bien, por “conocimiento de la severidad de la ley y de la sanción”, se entiende no solamente el conocimiento de la severidad del tipo de pena en que se incurrirá y su duración- severidad objetiva de la ley- sino también y sobre todo el conocimiento de la severidad del tipo de sanción ordinariamente pronunciada y su duración- severidad objetiva de la pena pronunciada. Esquemáticamente, se puede decir que la severidad objetiva de la ley y la sanción debe ser considerada desde el punto de vista de la sociedad- según la jerarquía de las infracciones y de las penas- mientras que la severidad subjetiva de la ley y la sanción, únicamente desde el punto de vista del individuo, pero en la práctica, el individuo a quien se dirige la ley estará más preocupado por la severidad de las penas ordinariamente pronunciadas que por la severidad de las sanciones en que pueda incurrir, es decir estará más preocupado por el mensaje enviado por la autoridad encargada de aplicar la ley, que por el texto legal en si mismo considerado. El tercer elemento esencial para lograr el efecto de intimidación de la ley y la sanción penal, es la celeridad, es decir la rapidez con la cual el castigo sigue el comportamiento incriminado, pues no tiene el mismo efecto una sanción pronunciada al año siguiente de haberse cometido la infracción, que una sanción pronunciada dentro de un plazo razonable. Por lo tanto la función de la sanción penal en el marco de la prevención no puede ser efectiva sin el conocimiento de la ley que la sustenta y la información de que esa ley ha sido o es aplicada de forma cierta, severa y rápida. Referencias Killias Martin. (2012) Précis de Criminologie. Staempli, Berne, Suiza. Villettaz Patrice. (1988) La prévention général de la peine: son impact sur la délinquance routiére. Editions á la carte. Sierre, Suiza. HELENA MORALES ORTEGA Abogada, magister en Criminología Editora 8 EDITORIAL The preventive function of the penalty and its elements Often when talking about the increase of criminal behavior, there is a belief that these types of behaviors must be counteracted by criminal sanctions. Criminal law is presented as an instrument of social control. Thus, it is expected that criminal law and its implementation have a preventive effect, a deterrent effect of the criminal conduct. Now, the matter of concern is to know how the law and criminal punishment can prevent the occurrence of harmful behaviors of the civil rights. Is it enough the mere existence of the law? At all times, criminologists have recognized several functions to criminal punishment, some moral function as retribution; others are utilitarian function as intimidation, rehabilitation and social defense. The principle of general deterrence as a function of the penalty, according to which the punishment can deter criminals behavior of others or prevent violates the law, is a classic basis for criminal theory. Confidence in the effect of general prevention of criminal sanction, in the past led to the search for exemplary punishment, the application of cruel and unusual punishment. From a conceptual and theoretical point of view general prevention has been studied and developed not only from the perspective of criminal law, but also from the perspective of the sociology of law and the psychology of behavior. Most of the traditional and modern studies of general prevention refer to two different effects: the chilling effect and the educational effect of criminal law and punishment. However, we can say that it is illusory to speak of intimidation and educational purposes of the law and criminal punishment, without the knowledge of the law especially by people whom application is directed. This knowledge is the “key” of general prevention, from that point of view it is inferred that if the criminal penalty has a deterrent effect on the individual, not because it exists or because it has been applied, it is because the individual knows that it exists and that it has been actually applied. Therefore, the legal system and penalties sent their “message” to the people and it has received. Consequently, that message has been received by the population of which is assumed to have a chilling effect. In the criminological literature and criminal law, certain factors have been identified as necessary for the criminal sanction producing a deterrent effect; they are certainty, severity and swiftness. As for the certainty (certainly know that the penalty will be applied), it can be said that the deterrent effect of this depends on the severity of the punishment, because anyone who is determined to make the punishable behavior, would be persuaded to commit crime even when know certainly going to be punished, if you know that this is a trivial sanction such a paltry fine, and conversely, the individual would not leave impressed by a severe penalty, which is known in advance that it will not be applied. On the other hand, some authors (Killias et al, 2012) have introduced the idea that the certainty or severity of sanctions may deter the number of times an individual commit crime, but the perception that he has of them. Within this perspective speaks of “objective risk” as the actual probability of being apprehended objective, while the “moral hazard” is the subjective probability of being caught, as it is perceived by the potential offender, is the makes each individual estimate of objective risk and it will determine the performance or non-criminal behavior. This perceived risk may vary from one individual to another. This is being or not informed of the consequences of the act, the controls that take place or surveillance of the behavior of each one in relation to the matter in question. The second element to be taken into account in the study of the intimidating effects of the law and criminal punishment is that severity is part of the hypothesis that the potential offender behavior can be influenced by manipulating the penalty. It is this idea in Feuerbach, who said: “That is intimidation, should you do so that the risk of apprehen- 9 sion is great for the offender, so severe penalty, so he knows he has more to lose than gain from their crime or offense “(quoted by Villettaz, 1998). The idea that a severe penalty may be a useful way to change behavior, particularly the prohibited behavior is acceptable. However, if the severity of a penalty has a deterrent effect, it is necessary that the potential offender knows the severity of law and punishment that will be inflicted if the prohibited behavior adopts. In addition, “knowledge of the severity of the law and punishment” is not only understood as the knowledge of the severity of the type of penalty that will be incurred and its duration-severity objective of the law, but also and especially it is known as the knowledge of the severity of the punishment imposed ordinarily type and durationobjective severity of the sentence. Schematically, it said that the objective severity of the law and the penalty must be considered from the point of view of society as the hierarchy of offenses and penalties, while the severity opinion of the law and punishment, only from the point of view of the individual. However, in practice, the individual who heads the law will be more concerned about the severity of the penalties ordinarily pronounced than by the severity of the penalties that may be incurred. Therefore, the criminal will be more concerned about the message sent by the authority responsible for enforcing the law that the statute itself considered. The third essential element to achieve the effect of intimidation of law and criminal punishment is the speed, with which punishment follows the offending behavior, as it has the same effect a steep penalty on the next year after the offense, a penalty imposed within a reasonable time. Thus the function of criminal punishment in the context of prevention cannot be effective without the knowledge of the law that supports and information that the law has been or is applied in a certain, severe and swift. References Killias Martin. (2012) Précis de Criminologie. Staempli, Berne, Suiza. Villettaz Patrice. (1988) La prévention général de la peine: son impact sur la délinquance routiére. Editions á la carte. Sierre, Suiza. Helena Morales Ortega Abogada, magister en Criminología Editora 10