Fragmentación o pluralismo

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SECCIÓN: CATALUNYA
Lunes 18 de mayo de 2015
CATALUÑA
18 Mayo, 2015
E
l domingo habrá elecciones en más de 8.100 municipios y en 13 comunidades autónomas españolas. Todo
indica que desaparecerán muchas de las actuales mayorías absolutas y que aumentará el número de formaciones políticas con
representación. Este incremento
del número de partidos políticos
representados en las instituciones se percibe de dos modos muy
distintos: por un lado, los que alertan de que la fragmentación conllevará una insostenible ingobernabilidad y, por otro lado, los que
celebran que los órganos de representación sean permeables a
más sensibilidades ideológicas.
¿Fragmentación o pluralismo?
Si bien es cierto que la combinación entre el funcionamiento
de la democracia representativa
y la naturaleza de los sistemas
parlamentarios convierte la mayoría absoluta progubernamental en un umbral aritmético que
garantiza una acción de gobierno
cómoda y estable, también hay
que reconocer que la aversión a
una mal connotada fragmentación política suele basarse en algunas confusiones e incongruencias. Así, aunque sea frecuente en
casi todos los partidos, no es coherente criticar una supuesta fragmentación y, paralelamente, reprobar la presencia de mayorías
absolutas como antesala de una
bunkerización gubernamental.
Mostrar una permanente insatisfacción sobre la transformación de votos en escaños no es
muy instructivo ni estimulante.
Aquellos que hablan de exceso de
fuerzas políticas representadas
consideran erróneamente que la
ausencia de mayorías absolutas
conlleva gobiernos inestables y
que la fragmentación se ciñe meramente a contar partidos. No es
tan sencillo precisar en qué consiste la fragmentación parlamen-
E
Fragmentación o pluralismo
JORDI MATAS DALMASES
taria, ni identificar escenarios de
ingobernabilidad, ni tampoco fijar las variables para calibrar la
inestabilidad gubernamental.
Parlamentos o consistorios
con ocho formaciones políticas
pueden generar relaciones interpartidistas más consistentes y mayor estabilidad gubernamental
que otros con solo tres. Son muchos los ejemplos de sistemas de
partidos multipartitos y muy plurales sin problemas de gobernabilidad, porque más allá del número de formaciones políticas hay
que tener en consideración, entre
otros, la distribución y concentración de escaños, la predisposición
al pacto y si el contexto político
puede marcar una dinámica más
consensual o más crispada. Un gobierno minoritario (con un pacto
Los pactos deberían
percibirse como una
oportunidad para
iniciar una nueva
manera de hacer
política y enriquecer
el debate político
Los siete candidatos a la alcaldía de Barcelona, en un debate electoral.
s tanta la nimiedad de lo que se oye en
la campaña al Ayuntamiento de Barcelona que haría pensar en un limbo sin
ideas ni visión, sino fuera porque también es
cierto que se están formulando algunas iniciativas de interés que desafortunadamente son
irreductibles a la simplificación encapsulada
del Twitter. En su mayoría, los candidatos actúan como si estuviesen repartiendo chuches
gratis a la puerta del colegio. Pero no hay
chuches gratis aunque a veces los pagan unos
y los mastican otros. Paradójicamente, la
irrupción anti-sistema obliga a los otros contendientes a hacer promesas electorales incumplibles y erráticas cuando lo lógico sería
lo contrario. Es decir, ofrecer sensatez, sentido de la realidad, know how. Una ciudad como
Barcelona es un organismo con sus insomnios y sus ansiedades, su sentimentalidad y
sus tensiones disgregadoras, por lo que las
estrategias políticas forzosamente han de partir de la complejidad y no del modelo de parque temático.
Un alcalde es algo perfectamente serio,
aunque Joan Clos se empeñó en demostrar lo
contrario y Xavier Trias le ha secundado de
forma equiparable, como alcalde de autoridad endeble y candidato que palmea el hombro de la ciudadanía como si acariciase la vieja sombra de aquel invento que se llamó transversalidad política y que está saltando por los
de legislatura o con pactos ad
hoc) puede ser más estable que
otro que posea el apoyo de una
mayoría absoluta monocolor.
En definitiva, alcanzar la mayoría necesaria para garantizar la
estabilidad parlamentaria y gubernamental no depende de cuántos partidos obtengan representación, sino del grado de polarización, del proceder de los partidos
y de una sociedad que exija, ante
cualquier configuración parlamentaria o consistorial, una negociación eficaz basada en el respeto a la diversidad.
La aparición de nuevas formaciones en los parlamentos autonómicos que contraponen sus propuestas renovadoras a la vieja política y que desean distanciarse
de los grandes partidos, puede di-
/ CARLES RIBAS
Campaña sin tema
VALENTÍ PUIG
La contienda
electoral apenas tiene
contenido porque el
temario dimanará de
unos pactos
post-electorales sobre
los que todas las
candidaturas
mantienen una
opacidad táctica
del voto de la ciudadanía de Barcelona.
Xavier Trias tiene talante, tanto talante
que no se sabe si es secesionista o posibilista,
de derecha o de izquierda, socialdemócrata o
liberal, partidario de la sostenibilidad o de la
disrupción. Apela ya al voto útil. En realidad,
tiene tanto talante sin contenido que tal vez
acabe siendo el voto útil de aquellos barceloneses que ven en Ada Colau la premonición de
un desastre de gestión inapelable por mucho
que el Ayuntamiento de Barcelona disponga
de un funcionariado de alta calidad, de estrategas competentes y de capacidad tecnocrática.
Pero luego viene la política. Aún así, existe la
posibilidad de que quienes en un amplio espectro de centro-derecha y derecha carecen
de toda empatía política con el alcalde actual
acaben votándole para que Ada Colau no sea
alcaldesa, abandonando sus primeras preferencias de voto. Desde luego, el voto útil no
carece de riesgos porque con un talante tan
multilateral, Xavier Trias puede acabar pactando —pactar será necesario, según las en-
ficultar o postergar los pactos postelectorales hasta que se celebren
todas las elecciones del ciclo electoral. Sin embargo, su vocación
de partidos pivotes o bisagra los
encaminará, tarde o temprano, a
formalización de acuerdos de gobierno con otras fuerzas. En cualquier caso, las próximas aritméticas parlamentarias y consistoriales deberían percibirse como una
oportunidad para iniciar una nueva manera de hacer política que
abandone el maniqueísmo, el recelo y la altanería, y que acepte
enriquecer el debate político, dar
más protagonismo a la representación popular y establecer unas
relaciones entre partidos más responsables y constructivas.
Considerar que el pluralismo
es una anomalía que obstaculiza
el buen funcionamiento institucional significa, en primer lugar,
admitir que el sistema puede bloquearse ante la simple coexistencia de distintas convicciones y, en
segundo lugar, renunciar a uno
de los valores esenciales de la actividad política en democracia: el
diálogo entre fuerzas con diferentes idearios para llegar a acuerdos. Sin duda, el pluralismo en
los órganos de representación requiere de una mayor habilidad y
pericia negociadora, pero es también un incentivo para que las organizaciones partidistas activen
nuevos instrumentos que faciliten la conciliación de intereses y
alimenten las buenas prácticas
en la actividad política. Quienes
sean capaces de actuar con eficacia ante un entorno de pluralismo partidista contribuirán a revitalizar la democracia respetando
la cultura del pacto y de la conciliación en defensa del interés general.
Jordi Matas Dalmases es catedrático de Ciencia Política de la
UB
dida de hablar del modelo de Barcelona que la
consolide como marca internacional en el siglo XXI y abandone el complejo de ser corazón, cabeza pensante, caja fuerte y pulmón
empresarial de la Cataluña soñada por un nacionalismo que hoy es un repunte arcaico.
Un alcalde es algo perfectamente serio. Secundar las propuestas impositivas y de gasto
esotérico que propugna la candidata Ada Colau acabará afectando la macro-gestión tecnológica y financiera de Barcelona, entre otras
cosas porque los populismos consisten en gobernar —o lo que sea— para unos contra
otros. Una ciudad de ciudades como Nueva
York, está demostrado que alcaldes como Rudy Giuliani y luego Michel Bloomberg marcan
una diferencia entre la regresión y el futuro.
La reciente elección de Bill de Blasio ya va
perfilando un contraste alarmante. El Nueva
York que consiguió el objetivo increíble de
mejorar la seguridad ciudadana y dar un empuje cualificado a sus escuelas posiblemente
bata récords menos aconsejables. Claro es
que una gran ciudad como Barcelona acaba
sobreviviendo a todo, incluso a la guerra, pero
es que no se trata de sobrevivir sino de readaptarse, competir y ofrecer a su ciudadanía oportunidades y calidad de vida. Después de la
crisis de 2008, con todo su malestar social y
sus devastaciones, la ciudad de Barcelona está
reinventándose casi de forma espontánea. Es
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