4 ELPAÍS PAÍS: España FRECUENCIA: Diario PÁGINAS: 4 O.J.D.: 25725 TARIFA: 4917 € E.G.M.: 129000 ÁREA: 622 CM² - 55% SECCIÓN: CATALUNYA Lunes 18 de mayo de 2015 CATALUÑA 18 Mayo, 2015 E l domingo habrá elecciones en más de 8.100 municipios y en 13 comunidades autónomas españolas. Todo indica que desaparecerán muchas de las actuales mayorías absolutas y que aumentará el número de formaciones políticas con representación. Este incremento del número de partidos políticos representados en las instituciones se percibe de dos modos muy distintos: por un lado, los que alertan de que la fragmentación conllevará una insostenible ingobernabilidad y, por otro lado, los que celebran que los órganos de representación sean permeables a más sensibilidades ideológicas. ¿Fragmentación o pluralismo? Si bien es cierto que la combinación entre el funcionamiento de la democracia representativa y la naturaleza de los sistemas parlamentarios convierte la mayoría absoluta progubernamental en un umbral aritmético que garantiza una acción de gobierno cómoda y estable, también hay que reconocer que la aversión a una mal connotada fragmentación política suele basarse en algunas confusiones e incongruencias. Así, aunque sea frecuente en casi todos los partidos, no es coherente criticar una supuesta fragmentación y, paralelamente, reprobar la presencia de mayorías absolutas como antesala de una bunkerización gubernamental. Mostrar una permanente insatisfacción sobre la transformación de votos en escaños no es muy instructivo ni estimulante. Aquellos que hablan de exceso de fuerzas políticas representadas consideran erróneamente que la ausencia de mayorías absolutas conlleva gobiernos inestables y que la fragmentación se ciñe meramente a contar partidos. No es tan sencillo precisar en qué consiste la fragmentación parlamen- E Fragmentación o pluralismo JORDI MATAS DALMASES taria, ni identificar escenarios de ingobernabilidad, ni tampoco fijar las variables para calibrar la inestabilidad gubernamental. Parlamentos o consistorios con ocho formaciones políticas pueden generar relaciones interpartidistas más consistentes y mayor estabilidad gubernamental que otros con solo tres. Son muchos los ejemplos de sistemas de partidos multipartitos y muy plurales sin problemas de gobernabilidad, porque más allá del número de formaciones políticas hay que tener en consideración, entre otros, la distribución y concentración de escaños, la predisposición al pacto y si el contexto político puede marcar una dinámica más consensual o más crispada. Un gobierno minoritario (con un pacto Los pactos deberían percibirse como una oportunidad para iniciar una nueva manera de hacer política y enriquecer el debate político Los siete candidatos a la alcaldía de Barcelona, en un debate electoral. s tanta la nimiedad de lo que se oye en la campaña al Ayuntamiento de Barcelona que haría pensar en un limbo sin ideas ni visión, sino fuera porque también es cierto que se están formulando algunas iniciativas de interés que desafortunadamente son irreductibles a la simplificación encapsulada del Twitter. En su mayoría, los candidatos actúan como si estuviesen repartiendo chuches gratis a la puerta del colegio. Pero no hay chuches gratis aunque a veces los pagan unos y los mastican otros. Paradójicamente, la irrupción anti-sistema obliga a los otros contendientes a hacer promesas electorales incumplibles y erráticas cuando lo lógico sería lo contrario. Es decir, ofrecer sensatez, sentido de la realidad, know how. Una ciudad como Barcelona es un organismo con sus insomnios y sus ansiedades, su sentimentalidad y sus tensiones disgregadoras, por lo que las estrategias políticas forzosamente han de partir de la complejidad y no del modelo de parque temático. Un alcalde es algo perfectamente serio, aunque Joan Clos se empeñó en demostrar lo contrario y Xavier Trias le ha secundado de forma equiparable, como alcalde de autoridad endeble y candidato que palmea el hombro de la ciudadanía como si acariciase la vieja sombra de aquel invento que se llamó transversalidad política y que está saltando por los de legislatura o con pactos ad hoc) puede ser más estable que otro que posea el apoyo de una mayoría absoluta monocolor. En definitiva, alcanzar la mayoría necesaria para garantizar la estabilidad parlamentaria y gubernamental no depende de cuántos partidos obtengan representación, sino del grado de polarización, del proceder de los partidos y de una sociedad que exija, ante cualquier configuración parlamentaria o consistorial, una negociación eficaz basada en el respeto a la diversidad. La aparición de nuevas formaciones en los parlamentos autonómicos que contraponen sus propuestas renovadoras a la vieja política y que desean distanciarse de los grandes partidos, puede di- / CARLES RIBAS Campaña sin tema VALENTÍ PUIG La contienda electoral apenas tiene contenido porque el temario dimanará de unos pactos post-electorales sobre los que todas las candidaturas mantienen una opacidad táctica del voto de la ciudadanía de Barcelona. Xavier Trias tiene talante, tanto talante que no se sabe si es secesionista o posibilista, de derecha o de izquierda, socialdemócrata o liberal, partidario de la sostenibilidad o de la disrupción. Apela ya al voto útil. En realidad, tiene tanto talante sin contenido que tal vez acabe siendo el voto útil de aquellos barceloneses que ven en Ada Colau la premonición de un desastre de gestión inapelable por mucho que el Ayuntamiento de Barcelona disponga de un funcionariado de alta calidad, de estrategas competentes y de capacidad tecnocrática. Pero luego viene la política. Aún así, existe la posibilidad de que quienes en un amplio espectro de centro-derecha y derecha carecen de toda empatía política con el alcalde actual acaben votándole para que Ada Colau no sea alcaldesa, abandonando sus primeras preferencias de voto. Desde luego, el voto útil no carece de riesgos porque con un talante tan multilateral, Xavier Trias puede acabar pactando —pactar será necesario, según las en- ficultar o postergar los pactos postelectorales hasta que se celebren todas las elecciones del ciclo electoral. Sin embargo, su vocación de partidos pivotes o bisagra los encaminará, tarde o temprano, a formalización de acuerdos de gobierno con otras fuerzas. En cualquier caso, las próximas aritméticas parlamentarias y consistoriales deberían percibirse como una oportunidad para iniciar una nueva manera de hacer política que abandone el maniqueísmo, el recelo y la altanería, y que acepte enriquecer el debate político, dar más protagonismo a la representación popular y establecer unas relaciones entre partidos más responsables y constructivas. Considerar que el pluralismo es una anomalía que obstaculiza el buen funcionamiento institucional significa, en primer lugar, admitir que el sistema puede bloquearse ante la simple coexistencia de distintas convicciones y, en segundo lugar, renunciar a uno de los valores esenciales de la actividad política en democracia: el diálogo entre fuerzas con diferentes idearios para llegar a acuerdos. Sin duda, el pluralismo en los órganos de representación requiere de una mayor habilidad y pericia negociadora, pero es también un incentivo para que las organizaciones partidistas activen nuevos instrumentos que faciliten la conciliación de intereses y alimenten las buenas prácticas en la actividad política. Quienes sean capaces de actuar con eficacia ante un entorno de pluralismo partidista contribuirán a revitalizar la democracia respetando la cultura del pacto y de la conciliación en defensa del interés general. Jordi Matas Dalmases es catedrático de Ciencia Política de la UB dida de hablar del modelo de Barcelona que la consolide como marca internacional en el siglo XXI y abandone el complejo de ser corazón, cabeza pensante, caja fuerte y pulmón empresarial de la Cataluña soñada por un nacionalismo que hoy es un repunte arcaico. Un alcalde es algo perfectamente serio. Secundar las propuestas impositivas y de gasto esotérico que propugna la candidata Ada Colau acabará afectando la macro-gestión tecnológica y financiera de Barcelona, entre otras cosas porque los populismos consisten en gobernar —o lo que sea— para unos contra otros. Una ciudad de ciudades como Nueva York, está demostrado que alcaldes como Rudy Giuliani y luego Michel Bloomberg marcan una diferencia entre la regresión y el futuro. La reciente elección de Bill de Blasio ya va perfilando un contraste alarmante. El Nueva York que consiguió el objetivo increíble de mejorar la seguridad ciudadana y dar un empuje cualificado a sus escuelas posiblemente bata récords menos aconsejables. Claro es que una gran ciudad como Barcelona acaba sobreviviendo a todo, incluso a la guerra, pero es que no se trata de sobrevivir sino de readaptarse, competir y ofrecer a su ciudadanía oportunidades y calidad de vida. Después de la crisis de 2008, con todo su malestar social y sus devastaciones, la ciudad de Barcelona está reinventándose casi de forma espontánea. Es