Actas del Primer Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Madrid, 19-21 septiembre 1996, eds. A. de las Casas, S. Huerta, E. Rabasa, Madrid: I. Juan de Herrera, CEHOPU, 1996. Los tratados históricos como documentos para la historia de la construcción José Luis González Moreno-Navarro Son diversas las maneras de entrar en el análisis de los textos históricos que pueden aportar datos de enorme interés para e] desarrollo de la historia de la construcción. En ellos podemos encontrar muy diferentes niveles de abstracción. Desde el estatuto epistemológico que tienen los saberes de la construcción dentro de la arquitectura o la ingeniería, hasta aspectos bien concretos como, por ejemplo, qué procedimientos se disponían para encontrar piedras para elaborar la cal. Se han hecho muy pocos estudios' en este sentido, de manera que se puede afirmar que los tratados son un cantera en la que ni siquiera se ha iniciado su explotación. Esta ponencia se enfoca hacia los niveles más abstractos que definen un aspecto esencial e imprescindible en el estudio de los tratados, el ya citado estatuto epistemológico del saber constructi va, que puede ser de muy diferentes tipos y cuyo conocimiento es necesario para poder determinar el valor de un tratado concreto. En esta ponencia se hace un recorrido sintético por las maneras más representativos de los tipos de incardinación de] saber constructivo dentro de] saber global. E] método se basa en el análisis de las declaraciones pro gramática del autor y en el análisis de la estructura de los contenidos. E] primer análisis ha de partir indefectiblemente del texto fundacional de ]a teoría de la arquitectura occidental, t~Sdecir e] de Vitruvio.2 Son varios los párrafos con los que Vitruvio pretende resumir su idea de Arquitectura, entre los cuales aparece ]a tríada, «fírmitas, utilitas, et venustas» a la cual el pro- pio autor no da excesiva importancia. La estructura genera] del texto no responde a esta división tripartita. Siglos después, AlbertP introduce en ]a misma tríada las suficientes variaciones como para que su teoría cambie radicalmente con respecto a la de Vitruvio. La estructura y e] contenido de] tratado es totalmente coherente con esa declaración programática y en numerosos pasajes queda justificada con claridad. Sin embargo, aquel párrafo algo lateral de Vitruvio es el que hace fortuna y llega a tener tal influencia que se puede decir sin temor a errar, que nuestra Arquitectura hubiera sido diferente si no se hubiera formulado. En contra de ]a creencia más generalizada, ]a tríada queda sin influencia en la estructura del tratado, a diferencia de lo que ocurre con tratados posteriores, como por ejemplo el de Blondel o e] de Mi]izia; en los que las tres cuestiones determinan incluso el número de tomos. Es fácil comprobar que para Vitruvio su tríada no tiene la trascendencia que alcanza a partir del siglo XVIII, y que no es más que una declaración parcial de objetivos sin ningún efecto estructurador. A pesar de elJo la influencia que ha tenido como tal declaración programática es realmente abrumadora, y es imprescindible, en consecuencia, dedicarle una cierta atención, citándola por completo. Vitruvio refiriéndose a los edificios públicos afirma: Estos edificios deben construirse con atención a la firmeza, comodidad y hermosura. Seran firmes cuando se profundizaren las zanjas hasta llegar a terreno sólido: y 256 J. L. González cuando se eligieren con atención y sin escasez los materiales de toda especie. La utilidad se conseguirá con la oportuna situación de las partes, de modo que no haya impedimento en el uso; y por la correspondiente colocación de cada una de ellas hacia el aspecto celeste que más le convenga. Y la hermosura cuando el aspecto de la obra fuere agradable y de buen gusto; y sus miembros arreglados a la simetría en sus dimensiones. (Ortiz, 1787) Entre las innumerables consideraciones que se han hecho de este párrafo a lo largo de la historia, interesa destacar aquí lo que de él puede deducirse en relación a los medios para alcanzar los fines. Y la deducción más evidente es que la firmeza o la durabilidad sólo es consecuencia del proceso de puesta en obra, y que la utilidad sólo depende de la distribución. Con independencia de que eso fuera lo que realmente quería decir Vitruvio en una frase tan escueta, ésta es la intepretación que se consolida siglos más tarde. Las consecuencias son evidentes: el conocimiento constructivo no influye en la concepción del edificio. La construcción es un ámbito de conocimiento propio de los operarios que el arquitecto sólo debe conocer para impedir que durante el proceso de la obra sus errores afecten exclusivamente a la durabilidad del edificio. El arquitecto sólo debe dominar las diferentes relaciones entre planta y función, y las claves de la adecuación estética. Si bien no se puede afirmar que esto mismo fuera lo que quiso expresar Vitruvio, su manera de desarrollar los contenidos de construcción no lo contradice. En su casi totalidad están dedicados a los materiales y a los procesos, y en bien pocas ocasiones se entra en cuestiones que afectan a decisiones de proyecto desde la construcción. En cualquier caso la triada, tal como la expresa Vitruvio, es incuestionable como relación de objetivos a alcanzar, ya que sin duda alguna, conseguir la adaptación al uso, la duración y el aspecto adecuado, son fines que mantienen su vigencia en la actualidad. El error radica en cómo en esta escueta frase, Vitruvio establece los medios para alcanzar esos fines. Frente al argumento de que no se puede esperar mayor claridad de una frase tan breve, se pueden apuntar que, como puede advertirse mediante la tríada de Alberti, la brevedad en la expresión no es incompatible con una conceptualización rica c integradora. La sensibilidad actual no destaca con el énfasis que merece, la decisiva influencia que, contrariamente a Vitruvio, Alberti otorga al conocimiento de las razones de la construcción en la generación de la forma arquitectónica. Son varias las proposiciones y disposiciones genuinas del Re AEdificatoria en las que queda patente esa decisiva influencia. Sin duda, la de mayor trascendencia es la definición de la terna de condiciones básicas que deben regir toda actividad arquitectónica. En el segundo capítulo del primer libro Alberti introduce los seis elementos fundamentales de su teoría edificatoria: De todo ello resulta que el objetivo de la edificación se articula mediante seis partes: el ambiente, el área, la subdivisión, la pared, el techo y la abertura. Para Alberti, las condiciones todas esas partes, son: que deben cumplir Pensando en cuáles cuestiones son apropiadas para cada una de las partes antes dichas, se pueden proponer tres principios fundamentales que se adaptan perfectamente, sea a los techos, sea las paredes, sea a todo el resto. Cada una de estas partes debe ser: bien adaptada al uso al que es destinada, y principalmente saludable; en relación a la resistencia y duración, compacta, sólida e indestructible; con respecto a la bondad del aspecto, elegante, armoniosa y ornamentada en todas sus partes. (traducción propia) Son tan evidentes las diferencias con la escueta y casi casual formulación de Vitruvio que sorprende extraordinariamente que la crítica actual o histórica no las haya mencionado. Las dos diferencias más decisivas se basan, por un lado en que la exigencia de utilidad, es decir la correcta adaptación al uso, depende de todas las partes del edificio, (los muros, las cubiertas, etc.) y no es sólo consecuencia de la distribución, y por otro, en que no sólo la la puesta en obra de todas esas partes es esencial para la consecución de la durabilidad, sino también y de manera especial su concepción, su forma, su diseño. Tanto la estructura general del tratado y sus contenidos, como la manera de entender los objetivos del saber constructivo quedan determinadas por esta tríada genuina de Alberti. La homogeneidad del tratamiento de exigencias y soluciones es uno de los rasgos que más directamente se derivan de ella. La lectura del tratado Albertiano, permite afirmar que constituye un modelo casi perfecto de integración del saber constructivo en la teoría arquitectónica, pero a pesar de elJo y como queda comprobado con el estudio de los tratados históricamente poste- Los tratados históricos como documentos 257 riores, queda totalmente relegado, salvo notables y escasas excepciones el modelo dominante a partir del siglo XVII es el del remoto o el de Vitruvio. El análisis de los tratados publicados en el siglo XVI y XVII permite comprobar la veracidad del aserto anterior en relación a la influencia de Vitruvio. Ninguno de ellos, salvo el de Palladio, es continuador de la estructura del texto de Vitruvio, ni tan siquiera perpetuador de la tríada como tal. Como prueba de ello, y por afectamos especialmente a nosotros, es interesante citar las ideas fundamentales que definen el tratado de Fray Lorenzo de San NicoJás.s A pesar de que el autor más citado por el fraile agustino es Vitruvio y que todo el libro está salpicado de citas sobre él, su manera de entender la relación entre arquitectura y saber constructivo no debe nada a Vitruvio, la tríada no está no explícita ni implícitamente presente. La manera de entender dicha relación se puede deducir de la ordenación o de la estructura con la cual se suceden los diferentes capítulos, que no es otra que la sucesión de las fases necesarias para construir un edificio, pero, y esto ]0 especifica Fray Lorenzo, un recorrido total del proceso que incluye la concepción, la verificación y el propio proceso con su control, abarcando todos los campos de la actividad edificatoria del arquitecto. Como características fundamentales que pueden definir este esquema de ordenacion se pueden destacar las siguientes: es mencionada. La Arquitectura es un continuo, es una actividad continua en la que se suceden las diferentes fases necesarias para llegar a materiaJizar un edificio, fases que van desde su concepción hasta el último detalle propio de su proceso de construcción, en el cual intervienen todos los factores que determinan la arquitectura, las necesidades estéticas, las necesidades de uso, y el comportamiento material que determina la permanencia. Con la publicación del tratado de Fray Lorenzo se cierra un período en el que Ja influencia de Vitruvio se da sólo en algunos casos, como el de Palladio. Tanto las ideas generales y ]a estructura ordenadora, como los contenidos de los tratados analizados, son independientes de las ideas del romano. Sin embargo, e] panorama cambia radicalmente a partir de la publicación del Compendio de Perrault.6 De los esquemas estructuradores de todos los tratados publicados antes de la obra del médico francés, no es posible deducir que el saber constructivo se limita exclusivamente a cuestiones de proceso y que sólo es útil para razonar sobre la durabilidad de los edificios. Ni siquiera en el tratado de Vitruvio aparece explícitamente ninguna afirmación en tal sentido. Sólamente se puede llegar a esa conclusión con una escueta interpretación de las tres fases con que Vitruvio define los objetivos de los edificios públicos ya citadas anteriormente. Pues bien, eso y la relación biunívoca y excluyente entre comunidad y distribución, belleza y decoración, junto con la vi- la alternancia equilibrada de cuestiones relaciona- gencia de la construcción romana a mediados del siglo XVII, es lo que se deduce del esquema estructuradar del compendio del tratado de Vitruvio realizado por Claude Perrault. Es una transformación del tratado primigenio que llega a determinar toda la teoría académica de los siglos XVIII y XIX, Y que se basa en la división de los factores arquitectónicos en tres ámbitos estancos entre sí. Es la teoría que denominamos tripartita y que tiene en Blondel y Milizia sus más notables propagadores. La constatación de que antes del compendio de Perrault no existe ningún otro tratado dividido en las tres ramas totalmente independientes junto con su indiscutible y potente influencia en Europa durante el siglo XVIII, permite formular la hipótesis que asigna a PerrauIt el papel de principal iniciador de la transformación del pasaje vitruviano definidor de la tríada y conformador de la teoría arquitectónica tripartita. - das con la concepción de los edificios y cuestiones re]acionadas con su proceso de construcción, - la alternancia equilibrada, dentro de las cuestiones de concepción, de las relacionadas con la estética del edificio, con su uso y las exigencias de permanencia, - Ja alternancia equilibrada, dentro de las cuestiones dedicadas al proceso, de lo relacionado con las exigencias propias del proceso, y con las exigencias del comportamiento posterior una vez construido el edificio. Queda claro que, a pesar de ción a Vitruvio, la influencia mente nula, al menos en lo que de concebir su libro. No existe una sucesión tipo en tres ramas sin interrelación. su declarada adscripdel romano es totalse refiere a la manera lógica o una división La tríada ni siquiera 258 J. L. González Es importante destacar los rasgos que definen la biografía de Perrault y que habitualmente quedan sin reseñar en los ensayos de arquitectura que hacen referencia a su obra. Claude Perrault, de hecho no tenía nada que ver con la arquitectura, y esta afirmación se puede comprobar leyendo la biografía publicada por Antoine Picon.7 Claude Perrault era un médico que a lo largo de su vida se dedicó fundamentalmente a los estudios de fisiología animal. Sus libros sobre la composición fisiológica de los animales son además una muestra de la importancia que le dio a la expresión gráfica de esos conocimientos que se refleja en sus versiones de la obra de Vitruvio. De hecho, su muerte fue debida a una infección que le afectó después de la disección de un camello. Que en este contexto se le encargara la traducción de una obra de arquitectura, sólo se puede entender por el hecho de la enorme int1uencia que tenía su hermano Charles en la corte de París y en Colbert, ayudado por el hecho de conocer el idioma latino. Sus atribuídas influencias o autorías de la fachada oriental del Louvre, del Observatorio de París, etc. son realmente atribuciones sin corroboración documental clara. El que la obra realmente suya, el Compendio del tratado de Vitruvio, tergiverse el carácter sintético de la arquitectura en una visión estrícticamente analítica y fragmentada en tres ramas autónomas, no es sino una consecuencia absolutamente obvia de su estructura mental. Estructura formada a lo largo de toda su vida dedicada al análisis de los organismos vivos. que evidentemente en ningún momento recomponía y volvía a dar vida. La comprensión del problema de la arquitectura hubiera requerido una visión sintética de la que carecía por completo. No deja de ser un hecho distintivo bastante sorprendente el que una de las obras que mayor influencia ha tcnido en la conformación de la teoría arquitectónica y del consecuente estatuto epistemológico del saber constructivo esté escrita por la mano de un médico fisiólogo. Pero además la revalorización de los métodos constructivos romanos totalmente obsoletos en el XVII, confieren a su teoría de la construcción un cierto carácter de conocimiento abstruso y descontextualizado sin precedentes en los tratados 'anteriores. que legitimado por la autoridad vitruviana a los ojos de los poco expertos, se perpetuará en mayor o menor medida en bastantes tratado posteriores. Una comprobación de todo ello es la versión que hace Perrault del Opus caementicium. En primer lugar, su incapacidad para comprender, no sólo cómo construían los romanos sino los pricipios básicos del construcción. En segundo lugar, que su influencia llega a personas de probada solvencia profesional pero que adoptan su errónea versión. La autoridad alcanzada por Perrault y su Compendio puede venir representada por la opinión de José de Hermosilla, expresada en su tratado manuscrito:8 Mons. Perrault a últimos del siglo pasado tradujo al idioma francés el mismo texto. Y habiendo observado después, que ni en su traducción ni en la antecedente, ni en varios compendios de Vitruvio que ya se habían publicado. se pusieron en orden las materias que sin acomodada distribución, y harto confusamente contienen sus libros. se resolvió a formar un compendio admirablemente ordenado de todas ellas. Este compendio fue traducido repetidas veces del francés al italiano. y en una y otra lengua conserva la merecida estimación. Sin duda, Hermosilla intenta justificar la determinante influencia que el médico francés ejerce sobre él. Carente de la corrección rigurosa que hubiera exigido su publicación, la espontaneidad convierte el manuscrito en un testimonio muy útil para detectar las opiniones reales de un arquitecto que, aunque sometido a la autoridad del tándem romano-francés, es eminentemente práctico y no propenso a disquisiciones teóricas. La incapacidad de la tríada de VitruvioPerrault para estructurar la relación entre saber constructivo y arquitectura, queda, en consecuencia, claramente puesta de manifiesto. La estructura general del manuscrito es igual a la de Perrault, excepto el cambio de orden, entre el segundo y tercer apartados: el libro primero se dedica al estudio de la construcción. el segundo es a la hermosura y el tercero a la comodidad. El orden de los contenidos de construcción no difiere del adoptado por Perrault, excepto a partir del tema VI. Mostrando cierta perplejidad, al iniciar e] capítulo V, Hermosilla duda sobre cuál es el lugar adecuado para incluir el tratamiento de los pavimentos: Aunque los Pavimentos. o Suelos podrán comprenderse más propiamente bajo el tratado de la Comodidad, que del de la fortaleza de un edificio, sin embargo por tratar seguidamente de todas las partes de estos he determinado hablar de aquéllos en este lugar. Los tratados históricos como documentos También duda cuando comienza enlucidos, en el capítulo VIII: e] estudio de los Los enlucidos deberían colocarse en e] tratado de ]a hermosura de los edificios; pero o por que los considero parte de los Muros, o por que trato de ellos con respecto a ]a finne union que deben hacia éstos, me ha parecido conveniente explicarlo en este ]ugar.]3 Hermosilla sigue confuso cuando intenta encontrar el lugar apropiado para e] tratamiento de las cubiertas y tejados al principio del capítulo IX: No menos que los capítulos antecedentes para las materias, pudiera parecer incongruo este lugar para tratar de esta parte de los edificios; pero por dejar en este libro exp]icado ]0 que pertenece a todas he tenido por conveniente concluirlo, con ]0 que concluyen todas las fábricas (a excepcion de las de Madrid) que es el Tejado. Ni en Vitruvio, ni en sus comentos y compendios he hallado reglas algunas que prescriban e] modo de construir]0.]4 Las dudas de Hermosilla no hacen sino poner de relieve la contradicción con ]a que están formuladas las categorías vitruvianas, cuando el único objetivo del conocimiento constructivo es la solidez. La influencia de Perrau]t sobre Hermosilla se advierte definitivamente en el capítulo IV, donde realiza el estudio de los muros antiguos y contemporáneos. Hermosilla describe las siete especies de muro que consigue ordenar Perrault a partir de] confuso tratamiento de Vitruvio prácticamente a] pie de ]a letra, incluyendo los errores del «insertum» y de] «reticu]atum». A pesar de su experiencia de trece años de trabajo en obras en Madrid y su estancia en Roma, Hermosilla queda atrapado por e] prestigio de Perrault y es incapaz de enmendar sus graves errores. La división en tres partes estancas entre sí, siendo una de ellas la construcción en su versión más ensimismada es ]a manera que se tiene que desarrollar la teoría arquitectónica a ]0 largo de] XVIII, del XIX y en realidad buena parte del siglo XX. En todo este panorama es difícil encontrar autores que puedan sustraerse de ]a influencia de Perrau]t, y, sin duda e] que destaca por encima de todos en ese sentido es Viollet-Ie-Duc. Sus biógrafos han destacado su espíritu independiente como una de las características esenciales de su desarrollo de adolescente. En función de] entorno en que madura en su infancia y primera juventud, de- 259 cide no asistir a las clases de Beaux-Arts, con la consiguiente independencia del pensamiento oficial y que alcanza también, lógicamente, a la autoridad de Vitruvio y su version perrau]tiana de ]a tríada. Las consecuencias de todo ello son numerosas. Seguramente ]a más importante es que la relación entre fines y medios recibe un tratamiento basado en e] razonamiento libre, sin corsés impuestos. En Viollet todos los fines se establecen con igual prioridad, obviamente distinguiendo aquéllos que forman parte de ]a razón práctica de los que forman parte de ]a razón subjetiva, y simultáneamente, analiza los medios sin establecer ningún tipo de ligazón a priori entre unos y otros. Todo ello puede constatarse a través de ]a lectura de los Entretiens.9 Dada su estructura sin ninguna semejanza a ]a de] tratado habitual, no existe una exposición inicia] en la que Viollet exp]icite irectamente cuál es su idea esencial. Ésta aparece en diversos lugares de] texto a] hilo del análisis de las arquitecturas históricas. E] décimo «Entretien», de título «Sobre la arquitectura en e] siglo XIX. Sobre el método», reúne ]a mayoría de criterios que conforman su teoría. Es de destacar que Viollet utiliza en su argumentación los cuatro punto sel método cartesiano. Vuelve a estar presente en el siglo XIX una teoría arquitectónica no basada en esquemas estereotipados, en la que e] primer problema consiste en alcanzar unos objetivos con unos medios con ]a forma más adecuada posible. Y para que ello sea posible, Viollet exige como primera condición una adecuación de la forma a] material y en general una adecuación a los recursos económicos. Lógicamente, rotos estos corsés, en los «Entretiens» dedicados a la vivienda, Viollet establece una clara relación entre ]a estructura constructiva y ]a consecución de la comodidad, o utilizando un anglicismo, e] comfort. En e] «Entretien» 17, después de haber hecho un recorrido por las diferentes distribuciones de un edificio, entra en la participación de ]a construcción en e] objetivo global. En el «Entretien» 18 insiste en esta cuestión a] considerar que ]a sustitución de los forjados de madera por los de vigas metálicas, ha de suponer un cambio radica] en ]a constitución de los propios muros. Son varios los párrafos que dedica al tema demostrando su absoluta libertad para hablar de todas las exigencias. Y entre éstas, a] igual que Alberti, no podía faltar e] confort acústico. Las referencias a la adpatación de] ambiente a las necesidades de los usuarios, imposibles de teorizar siguiendo la teoría tripartita, de hecho no habían apare- 260 J. L. González cido en un trtado de arquitectura desde Alberti, que, con su esquema estructurador bien diferente al de Vitruvio y no digamos al de Perrault, dedicó páginas memorables a la cuestión. Los dos autores quedan, tal como sugiere Summerson1o, como dos torres que todavía, al final del siglo XX, nos pueden suministrar gran cantidad de ideas que permitan superar el todavía no extinguido legado de Vitruvio. La constatada ineficacia de éste para entroncar correctamente las razones constructivas con el quehacer arquitectónico se resuelve parcialmente, a final del siglo XIX, mediante el éxito relativo de la potente teoría de Viollet-Ie-Duc que, al menos, consigue hacer desaparecer la tríada de la teoría arquitectónica, tanto de sus propios escritos como en los algunos teóricos de fin de siglo, y algunos de los más notables del Movimiento Moderno, como Le Corbusier. Sin embargo, esta ruptura es incapaz de disminuir un ápice la influencia dellegao en los centros de formación de arquitectos más influyentes, como la École de Beaux-Arts. En ésta, junto al olvido de la aportación más interesante de Viollet, se produce la reafirmación de la teoría tripartita, a través precisamente del profesor de construcción Arnaud, que, reafirmada también por Gromort, queda definitivamente como teoría vigente en las décadas siguientes. NOTAS 1. González Moreno-Navarro, Vitruvio, Alianza Editoria], drid, ] 993. J. L., El legado oculto de Colección Forma 1]6, Ma- Casals Balagué, A., La Construcció Arquitectónica i la crisi de la tradició. Tesis doctoral. U.P.C. Barcelona, ] 992. Jorge Galindo, El saber constructivo de los ingenieros militares en el siglo XV/lI, Tesis Doctoral, U.P.e., Barce]ona, 1996. 2. Vitruvio Polion, M., De Architetctura libri decem, Roma 1486. Original del siglo 1 a.e. Versión en castellano Los Diez Libros de la Arquitectura. Traducidos y comentados por Joseph Ortiz y Sanz, Madrid, 1787. 3. A]berti, L. B., Re /Edificatoria, Florencia 1485. (Época de redacción 1447-]452. Origina] en latín). 4. Blondel, J. F., Cours d'Architecture ou Traité de la decoration, distribution, et construction des bátiments, contenant les legons données en 1750 et les années suivants, par..., 6 vols. de texto y 3 de láminas, París] 7711777. Los dos primeros volúmenes están dedicados a la «decoration» según la teoría de los órdenes. E] tercer y el cuarto tratan de la «distributioo» y e] quinto y el sexto a la «construction». Estos dos últimos fueron escritos por Pierre Patte.Francesco Mi]izia, Principj di Architettura Civile, 3 vo]s., Finale, 1781. 5. Fray Lorenzo de San Nico]ás, Arte y uso de la Arquitectura (S.l.) 1633(?). 6. Perrault, e., Abregé des dix livres' d'architecture de Vitruve, París 1674. 7. Picon, A., Claude Perrault ou la curiosité d'un classique. París 1988. 8. Joseph de Hermosilla y Sandoval, La Architectura Civil de ... Roma 1750. Manuscrito conservado en ]a Bib]ioteca Nacional de Madrid. Mss/7573. 9. M. Viollet-Ie-Duc. Entretiens sur I'Architecture, 2 vo]s., París 1863-1872. 10. Summerson, l, <<Viollet-]e-Duc and the Rationa] Point of View», en Heavenly Mansions, Londres, ] 949.