Desempleo y pobreza, VERSUS calidad de vida. Irma Soto Vallejo, docente investigadora Centro de Investigaciones Sociouridicas – CIS, Facultad de Derecho Se puede concebir la pobreza como no disponer de los recursos para obtener los medios mínimos de subsistencia. Para el Banco Mundial, la pobreza significa hambre, falta de techo para resguardarse, la pobreza es enfermedad y no estar atendido por un médico, la pobreza es no poder ira a la escuela y por ende no saber leer, la pobreza es no tener trabajo, la pobreza es vivir cada día y tener miedo al futuro. Para el premio nobel de economía en 1998, Amartya Sen, la pobreza es más que la falta de ingreso, es la falta de capacidades básicas y de libertad para obtener el ingreso. Estas condiciones representan un grave problema para avanzar hacia mejorar la calidad de vida, a tener un país mas equitativo un país con mejor posibilidades de desarrollo social. Por ello, enfrentar la pobreza implica enfrentar el desempleo y examinar tanto los fundamentos de la política de empleo, como las acciones propias de su planificación, valoración de los alcances y limitaciones de gestión en los niveles nacional y local, dado que el desempleo disminuye en la medida en que aumenta el número de ocupados o si la tasa global de participación disminuye, pues el empleo es una política directa de ingresos, así que éstas deben tener un gran énfasis en el lado de la demanda local, utilizando la herramienta de inversión pública, en tanto que a mayor demanda, más empleo, a más empleo mejores salarios, por ende mayor demanda, como lo proponía Keynes. La calidad de vida está estrechamente ligada al empleo. El ingreso estable es el medio que las personas tienen para adquirir los bienes que requieren para vivir y los más directos para mejorar la calidad de vida son: el suministro de alimentos a toda la población, moderación de tarifas de servicios públicos, acceso a la salud y educación con calidad y el programa de empleo 1. La implementación de políticas para disminuir el problema del desempleo en Colombia, no ha dado los resultados esperados, en el caso particular de Manizales sus efectos no se muestran positivos; pues el segundo informe de la Misión para el empalme de las series de empleo y desigualdad (Mesep), conformado por distinguidos académicos que merecen la más amplia credibilidad; nos dice que 46 de cada 100 colombianos siguen viviendo en la pobreza en el sector urbano y en el campo 65 de cada 100 colombianos, esto evidencia una brecha gigante entre lo urbano y lo rural. Así mismo el informe nos dice que en condición extrema de pobreza, es decir indigencia, se encuentran 18 de cada 100 colombianos. Pese a que los datos muestran que no se presentó un deterioro, pues la pobreza se redujo entre 2008 y 2009 de 46% a 45,5%; la indigencia se redujo entre 2008 y 2009 del 17,8% al 16,4%, es decir que de la extrema pobreza (personas que viven con menor de $120.588 pesos al mes) salieron 550.000 personas. La desigualdad del ingreso, medida por el coeficiente GINI, bajo un punto en el mismo periodo, pasando de 0,589 a 0,578. Lo cual refleja una alta dispersión en la distribución de factores de bienestar, como el ingreso, la propiedad y el acceso a los recursos entre otros. En este sentido es fundamental atender este problema de mala distribución de la renta pues ello reduce las posibilidades de niveles de bienestar, lo cual se observa en la pobreza. Varias razones explican la disminución de la pobreza en un contexto de crecimiento casi nulo y un desempleo en ascenso: en la medición de pobreza por ingreso, los alimentos tienen un peso muy importante. El aumento del desempleo y la caída del ingreso de los hogares se vieron compensados con el efecto de los precios de los alimentos. De otro lado, una tesis que se ha analizado es que la crisis afectó en mayor grado a los ingresos altos, como lo es las crisis financieras que golpean fuertemente a los inversionistas. Pero 1 PNUD, Índice de Desarrollo Humano, Bogotá una apuesta por Colombia. 2008 también la crisis fue más urbana que rural, y por esta razón los indicadores de pobreza e indigencia no se deterioraron más de lo que estaban. No obstante, es preocupante que pese a esta mejoría los indicadores de pobreza e indigencia siguen siendo muy altos, reflejando que aproximadamente 20 millones de personas estén bajo la línea de pobreza, indicador que se basa en el nivel de ingreso de los hogares, pues se consideran pobres extremos aquellos hogares que no tienen el ingreso mínimo requerido para comprar una canasta de alimentos que contenga los requerimientos nutricionales básicos diarios (2200 calorías, 62 g de proteínas, calcio, hierro, tiamina, riboflavina, niacina, y vitamina C). El costo de la canasta de alimentos es lo que se conoce como línea de indigencia. La línea de pobreza, por su parte, es el costo de una canasta básica de bienes y servicios Para calcularla se multiplica la línea de indigencia por un coeficiente que resulta del cociente entre el gasto total sobre el gasto en alimentos del 25% más pobre de la población. Hay que tener en cuenta que la línea de pobreza también contiene un porcentaje de personas bajo línea de indigencia. Ahora, si bien es cierto que hay una mejoría en el último año, según el PhD en Economía Jorge Iván González Borrero, de la Universidad Nacional sede Bogotá, la reducción de pobreza reportada el 30 de abril de 2010 por el Mesep está acompañada de un aumento del número absoluto de pobres, lo que evidencia una situación dramática. Así las cosas, el país desaprovechó los años de bonanza entre el 2002 y 2008 representada por alto crecimiento económico, abundante inversión nacional y extranjera, incremento del comercio internacional y altos precios en los productos básicos, para haber construido una sociedad con más criterios de justicia y equidad. Crecimos, sí; pero los grandes beneficios de éste desarrollo fueron a dar a los más ricos, no a los más pobres. Prueba irrefutable de ello es que la misma misión concluye, que durante los últimos seis años la distribución del ingreso y de la riqueza en vez de mejorar se deterioró aún más. En este orden de ideas el problema del desempleo ha generado un impacto desastroso en la economía, contribuyendo como una bola de nieve al deterioro de la calidad de vida de las familias colombianas afectadas y aumentando el problema de pobreza. El empleo es la principal fuente de ingreso de los hogares, porque permite la adquisición de bienes y servicios que hacen posible a sus miembros aspirar a un nivel de vida acorde con sus patrones culturales. Además, cuando tiene lugar en el ámbito formal, se puede participar en el sistema de previsión social (salud y pensiones), estructurado para que el trabajador y su familia puedan hacer frente a las situaciones imprevistas y tengan una vida digna una vez que se jubilen. Pero también las pocas oportunidades de empleo reducen la integración y protección social, como también la realización de capacidades humanas que inciden en un deterioro de la autoestima individual y colectiva. En el contexto de las ciencias jurídicas, se ha entendió la pobreza como una forma de limitar el ejercicio de los derechos subjetivos. Entendiendo el pobre como sujeto y la pobreza como un fenómeno social, donde se presentan categorías de excepción para ciertas modalidades e instituciones jurídicas. Los principios de política económica como igualdad y equidad se transforman para dar cabida al reconocimiento de las diferentes formas de desigualdad, lo que de una u otra forma en la concepción de la economía normativa estructura el llamado derecho social que propende por la justicia social. En la ciencia jurídica la población pobre requiere de atención de un Estado con protección jurídica, donde se estructuren normas jurídicas para contrarrestar las desigualdades, que aun no ha solucionado el problema de fondo y donde las políticas públicas reviertan en el corto y largo plazo el problema social y den respuesta a las diversas demandas de la sociedad, con reglas de juego claras, pertinentes y que sean cumplidas lo que implica que deben ser creíbles. En tanto que los instrumentos de acción de las políticas públicas se circunscriben a las normas jurídicas, los servicios, los recursos materiales y financieros y la persuasión.