BOLETÍN 1892-07 I DESCRIPCIÓN DEL PROYECTO REFERENCIA : Modifica la ley Nº 19.366, que sanciona el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias sicotrópicas, estableciendo el delito de consumo de drogas respecto del funcionario público INICIATIVA : Moción de los senadores Srs. Errázuriz, Fernández, Hamilton, Larraín y Otero MINISTERIO : De Justicia ORIGEN : Senado INGRESO : 5 de julio de 1996 CALIFICACIÓN : Sin urgencia ARTICULADO : Artículo único OBJETO, SEGÚN LA INICIATIVA 1.Sancionar con quinientos cuarenta y un días a cinco años de presidio o reclusión y multa de 10 a 100 UTM al funcionario público que: 1.1.Fuere sorprendido, en el lugar donde ejerce sus funciones o durante el ejercicio de éstas, portando o consumiendo sustancias estupefacientes1 o en circunstancias que hagan presumir que acaba de hacerlo; 1.2.Sin tener competencia para ello o teniéndola no esté directamente a cargo de la investigación o de la substanciación de un proceso relativo a delitos contemplados en la ley 1 10 Estas sustancias están definidas en el artículo 1º de la ley 19.366 y en su reglamento. LIBERTAD Y DESARROLLO 25 de octubre de 1996 sobre tráfico ilícito de estupefacientes, interfiera, intervenga, entorpezca o ejerza influencia indebida, en cualquier forma o modo, en la investigación o proceso. 2.Precisar que la pena accesoria de inhabilidad absoluta temporal, tratándose de los funcionarios públicos, no podrá ser inferior a tres años y un día. Asimismo, si se tratare de un cargo de elección popular y la persona hubiere incurrido en la conducta en el Nº 1.2 anterior, la inhabilidad no podrá ser inferior al resto del período que le quede como tal y, si se tratare de un miembro del poder judicial, conllevará la inhabilidad perpetua especial para el desempeño de cualquier cargo en el Poder Judicial. 3.Sancionar con inhabilidad absoluta temporal en cualquiera de sus grados al funcionario público que, "en un proceso penal" se le acredite fehacientemente ser consumidor habitual de o haber consumido durante el último año, alguna de las sustancias estupefacientes o sicotrópicas. Esta pena la aplicará el juez tomando en consideración el rango, jerarquía, responsabilidad y función pública que desempeñe y la gravedad y reiteración del consumo. Tratándose de un cargo de elección popular o del Poder Judicial se aplicará la sanción de inhabilidad perpetua especial. 4.Otorgar acción pública para los delitos anteriores. Las denuncias de estos delitos deberán formularse directamente ante cualquier juez del crimen, el cual deberá proceder a verificar los hechos que originan la denuncia con el mayor secreto, procurando no comprometer la reputación de la persona inculpada. La resolución que sobresea el proceso por falta de méritos para proceder en contra del denunciado, deberá determinar si la denuncia tuvo o no algún fundamento plausible. En caso de no haberlo tenido, la denuncia se declarará calumniosa. 5.Sancionar con sesenta y un días a quinientos cuarenta días de reclusión y multa de 10 a 40 UTM al funcionario público que en razón de su cargo tomase conocimiento de algunos de los delitos contemplados en la ley de tráfico ilícito de estupefacientes y omitiere denunciarlos a la autoridad correspondiente; u ocultare, alterare o destruyere cualquier tipo de prueba del mismo o de sus partícipes, aun cuando no le hubiere reportado beneficio alguno. 6.Precisar que la expresión funcionario público se tomará en el sentido que le da el artículo 260 del Código Penal, y en el entendido que dicha disposición, incluye a los funcionarios del Congreso Nacional y de las Empresas del Estado. FUNDAMENTO, SEGÚN LA INICIATIVA Consagrar una misma norma para todo funcionario público, toda vez que, por ejercer una función pública, consumir drogas o estupefacientes deja de ser una falta para convertirse en un delito, precisamente por la incidencia que ello puede tener en la idoneidad para el desempeño del cargo. LIBERTAD Y DESARROLLO 11 II COMENTARIOS IMPLICANCIAS CONSTITUCIONALES 1.Materia de ley. De conformidad con lo dispuesto en el artículo 19 Nº3, incisos séptimo y octavo, de la Constitución Política, ningún delito se castigará con otra pena que la que señale la ley promulgada con anterioridad a su perpetración, a menos que la nueva ley favorezca al afectado. De la misma forma, ninguna ley podrá establecer penas sin que la conducta que se sanciona esté expresamente descrita en ella. Dado que el proyecto viene incorporando tipos penales y aumentando las penas, cumple con la hipótesis constitucional descrita en la medida que se materializa mediante una norma de rango legal. Asimismo, de conformidad con el artículo 19 Nº3, inciso quinto, de la Carta Fundamental, las sentencias de los órganos que ejerzan jurisdicción deben fundarse en un proceso previo legalmente tramitado. Además, se dispone que el legislador deberá establecer siempre las garantías de un racional y justo procedimiento. Dado que el proyecto contiene normas procesales, ha de entenderse que provee una base constitucional para la formulación de este proyecto de ley. COMENTARIOS DE MÉRITO 2.Consideraciones previas. Hasta hace poco tiempo no se sancionaba en Chile el consumo de sustancias o drogas estupefacientes o sicotrópicas, sino solamente su tráfico, comercialización y producción. Además, se sancionó el consumo público o privado por parte de los miembros de las FF.AA., de Orden y Seguridad Públicas, Gendarmería, Marina Mercante y personal aeronáutico. Al dictarse en enero de 1995 la ley 19.366 esta situación fue modificada y se estableció una sanción de multa para el consumo en lugares públicos o abiertos al uso público, o en privado, pero habiéndose previamente concertado o puesto de acuerdo los infractores. Se trata, pues de una falta y no de un delito. Sólo quedó impune el consumo privado sin previa concertación. 12 La moción propone sancionar como delito el consumo por parte funcionarios públicos. ¿Cuál es la razón que justifica un tratamiento más severo respecto de un funcionario público? De la LIBERTAD Y DESARROLLO fundamentación del proyecto se desprende que por encontrarnos frente a funcionarios públicos la incidencia que conlleva el consumo de drogas en el desempeño del cargo afecta la idoneidad necesaria que éstos debieran tener para ejercer el cargo. Los funcionarios públicos deben actuar de acuerdo a parámetros éticos superiores que los lleven a respetar el principio de la probidad y transparencia indispensable para poder enfrentar el conflicto de intereses que puede existir entre su adicción y el ejercicio de atribuciones o potestades públicas que tienen por objeto, precisamente, evitar, pesquisar o sancionar el consumo y sobre todo el tráfico ilícito de tales sustancias. Sin embargo, debe tenerse presente que una política criminal adecuada debería orientarse, en general, a sancionar sólo aquellos actos que afecten de modo significativo y mediante resultados concretos a algún bien jurídico. En la medida que no se exterioricen conductas que afectan otros bienes jurídicos, no habría razón para sancionarla penalmente. En el caso de los funcionarios públicos se establece, al sancionar el consumo "per se", una figura de peligro, es decir, se sanciona la conducta aunque ningún efecto negativo se siguiera de ella, sino solamente por la consideración de que, al incurrir en la conducta, la persona ha puesto en juego y en peligro eventual algún bien jurídico protegido. Desde esa perspectiva, lo que se debe sancionar son aquellas conductas que producen un daño a terceros o afecten la debida diligencia y eficiencia que deben procurar los funcionarios públicos en la función que desempeñan, y no conductas que no se exteriorizan en un resultado concreto que afecte un determinado bien jurídico. Además de las consideraciones anteriores relativas al correcto desempeño de los funcionarios públicos, puede agregarse como otro objetivo de la normativa propuesta, la necesidad de evitar la infiltración del narcotráfico en el aparato estatal por las consecuencias perniciosas que ello generaría. El objetivo de una legislación que sanciona el consumo y tráfico de drogas cometidos por funcionarios públicos es evitar la corrupción que genera el narcotráfico. En efecto, es una intención manifiesta de las redes de narcotraficantes infiltrarse en las organizaciones del Estado, tanto judiciales como administrativas, con el objeto de encontrar allí protección y un sistema menos riesgoso para no caer detenidos y procesados por estos delitos. Desde este último punto de vista, entonces, pudiera pensarse que sería positivo introducir un tratamiento penal distinto para los funcionarios públicos, que permita sancionar el consumo de drogas respecto de determinadas personas que en atención a la naturaleza de la función que desempeñan se encuentran más expuestas a presiones. Así, pudiera ser positivo sancionar como delito el consumo (y por cierto, el tráfico) de drogas ilícitas por parte de funcionarios públicos, de manera de evitar en lo posible que el consumo de drogas en esas personas las haga más vulnerables a ser extorsionadas frente a determinadas decisiones que deben adoptar. Si un juez del crimen o un jefe LIBERTAD Y DESARROLLO 13 de un servicio público u organismo regulador o fiscalizador es consumidor de drogas, corre el riesgo de ser influenciado y aun extorsionado por un traficante. La droga es un producto que tiene un precio más alto por el hecho del riesgo penal que conlleva su comercialización, ya que constituye un delito. Asimismo, las personas que se dedican a este comercio son relativamente pocas (por el mismo riesgo de ser procesados y condenados), lo que conduce en la práctica a la formación de oligopolios. Si un juez fuera drogadicto, su proveedor contaría con un medio eficaz de presión, y podría llegar a condicionar su voluntad apercibiéndolo para que respecto un determinado asunto judicial adopte una decisión que le interesa al traficante y que se encuentra alejada de la que en derecho corresponde. La misma reflexión es válida para el jefe de un servicio público, de un organismo regulador o fiscalizador o un alto funcionario del Estado. De esta manera, podría afirmarse que al sancionar el consumo de drogas por parte de funcionarios públicos se está creando un sistema que redundaría en un bienestar general en la medida que se están controlando medios ilícitos de presión y velando por una mayor transparencia en las decisiones. Ahora bien, suele decirse que la sanción penal es la "ultima ratio" del sistema jurídico, y que antes de llegar a establecer penas es necesario poner en práctica otros mecanismos para evitar las conductas reprochables y proteger los bienes jurídicos más estimados por la sociedad. Uno de tales mecanismos puede ser el sometimiento obligatorio de los funcionarios públicos a un 14 examen periódico de detección de drogas. Y así como el postulante debe someterse a un examen médico para comprobar su idoneidad física, así también podría exigirse para ingresar a la administración pública o al desempeño de cualquier función pública (regida o no por el Estatuto Administrativo), un examen que demuestre que no ha consumido drogas en los últimos 6 meses. Ello produce un efecto intimidatorio que en la práctica puede ser más eficaz que el producido por una sanción penal. Un examen periódico sería necesario para controlar el consumo de aquellos funcionarios que llevan tiempo en el servicio. En este caso habría que decidir qué consecuencia tendría un examen que delate el uso de drogas. Si lo que corresponde es sancionar conductas efectivas y no el mero peligro de lesionar bienes jurídicos, la exigencia -no como sanciónsino como requisito de idoneidad para desempeñar una función pública, de que se efectúe un examen para detectar un posible consumo de drogas, parece una solución adecuada. Pero debe convenirse en que alguna medida correspondería adoptar. El funcionario público y las autoridades del Estado adoptan decisiones que afectan a los particulares y son remunerados con recursos públicos generados por todos los chilenos. Es distinto el caso de una empresa privada, donde si un trabajador drogadicto se desempeña en forma deficiente o se torna vulnerable desde el punto de vista de los intereses económicos de la empresa, será de responsabilidad del dueño de la empresa prescindir o no de él. LIBERTAD Y DESARROLLO Finalmente, como una última consideración general, debe hacerse presente que el proyecto se enmarca dentro de una concepción ética y jurídica que hoy día en Chile no se discute: que la estrategia correcta para combatir la drogadicción y el tráfico de estupefacientes se basa en la prohibición legal y la sanción penal. Si bien no corresponde aquí un análisis comparativo de esta estrategia con otras que también se han sugerido, de carácter no prohibitivo sino regulatorio, y en la cual el consumo y la venta de drogas pasan a ser lícitos pero controlados no puede dejar de mencionarse que en el sistema prohibitivo, se genera por una parte un aumento del costo de la droga y por otro, se restringe la oferta pues ésta proviene de los pocos que deciden actuar al margen de la ley. Obviamente, los aspectos positivos y negativos de un sistema prohibitivo y de otro que legalizara el consumo y el tráfico de drogas, son demasiado complejos y no corresponde desarrollarlos en esta oportunidad. 3.Situación distinta. La normativa vigente sanciona con la pena que señala la ley a oficiales y personal del ejército, Marina, Fuerza Aérea y Carabineros, gente de mar de dotación de buques de la marina mercante, de naves especiales y de artefactos navales, personal de gendarmerías...; que fueren sorprendidos consumiendo algunas de las substancias señaladas en el artículo 1º de la ley de tráfico ilícito de estupefacientes en el desempeño de sus funciones, o en recintos militares, o de las instituciones respectivas o en naves o aeronaves, o en circunstancias que hagan presumir que acaban de hacerlo o que, en idénticas circunstancias, fueren sorprendidos portando dichas substancias para su exclusivo uso personal. En la fundamentación de la moción se expone que "paradojalmente la ley no da el mismo trato a quienes ejercen funciones públicas". Cabe precisar que no existe necesariamente una paradoja en dicho tratamiento, ya que si se considera la razón que subyace detrás de este tratamiento penal más severo, se concluye que ésta es que los miembros de las fuerzas armadas y de orden y seguridad, como los de gendarmería, manejan armas y material peligroso, que en caso de ser utilizado por personas que consumen drogas puede generar consecuencias negativas para la seguridad de las personas. Son distintas las eventuales consecuencias en el caso de un funcionario público que en el caso de un militar armado y a cargo de arsenales y elementos de alto poder de destrucción. No es pues, una necesidad jurídica equiparar en el tratamiento penal a militares y funcionarios civiles respecto del consumo de drogas. Es un asunto de prudencia política y criterio legislativo, de manera tal que podría mantenerse la penalidad para los primeros, y respecto de los segundos, es posible establecer o bien controles previos al ingreso o aleatorios durante su desempeño, o bien una penalidad más baja que en el caso de los militares, carabineros y demás funcionarios responsables del uso, mantenimiento y administración de las armas. 4.Omisión en la entrega de información. El proyecto viene sancionando al funcionario que interfiera, entorpezca o ejerza influencia indebida en cualquier forma en la LIBERTAD Y DESARROLLO 15 investigación o proceso penal por delitos de la ley de tráfico de estupefacientes, sea sancionado con 541 días a 5 años más una multa. Sin embargo, el actual artículo 21 de la misma ley dispone que "el funcionario público que, en razón de su cargo, tomase conocimiento de alguno de los delitos contemplados en esta ley y, por beneficio de cualquier naturaleza, omitiere denunciarlo a la autoridad correspondiente; u ocultare, alterare o destruyere cualquier tipo de pruebe del mismo o de sus partícipes, será castigado con presidio menor en sus grados medio a máximo y multa de cuarenta a cuatrocientas unidades tributarias mensuales". El artículo transcrito cubre tanto la hipótesis de que se actúe por dádiva o remuneración como sin ese incentivo. Incluso el "beneficio de cualquier naturaleza" que incluye el tipo penal, en su primera parte, es tan amplio que no se requeriría un beneficio pecuniario para configurar el delito, sino solamente cualquier provecho que el hechor encuentre en su conducta. Dada la relativamente breve vigencia de estas disposiciones (desde enero de 1995, como se recordó) parece prematuro modificar estos preceptos, que no habría tenido oportunidad de aplicarse o no han demostrado que sean ineficaces para el objeto que fueron diseñados. En todo caso, lo que correspondería sería perfeccionar, si corresponde, el artículo 21 y no legislar introduciendo un tipo similar en el artículo 11, como se ha propuesto. 16 5.Funcionarios públicos. El proyecto se remite al artículo 260 del Código Penal para los efectos de determinar el concepto de funcionario público. Dicho artículo señala: "se reputa empleado público todo el que desempeñe un cargo o función pública, sea en la administración central o en instituciones o empresas semifiscales, municipales, autónomas u organismos creados por el Estado o dependientes de él, aunque no sean del nombramiento del Jefe de la República ni reciban sueldo del Estado. No obstará a esta calificación el que el cargo sea de elección popular". La calidad de empleado público depende de la naturaleza de la función, independientemente de la remuneración y de la autoridad encargada de la designación. Es por ello que el cargo público importa una vinculación al Estado de carácter permanente o transitoria, proveniente del desempeño de funciones públicas, administrativas, judiciales o municipales. La interpretación que se le ha de dar a este artículo ha sido amplia, por lo que quedan comprendidas todas las instituciones semifiscales, organismos de administración autónoma, empresas del Estado, servicios municipales, organismos creados por el Estado o dependientes de él2, etc. Ahora bien si se mencionan algunos nuevos casos de funcionarios públicos, como hace el proyecto, y no otros, se puede generar la duda respecto 2 En el caso de ESVAL, se consideró que no era empresa pública dado el carácter de sociedad anónima que le otorga la ley. LIBERTAD Y DESARROLLO de quienes no aparezcan expresamente nombrados. No se ve por qué el proyecto sólo viene incorporando a esta definición a los funcionarios del Congreso Nacional y de las empresas del Estado, sin incluir a todos los funcionarios públicos. sociedades anónimas en las que el estado tiene una participación accionaria. Esta precisión sería necesaria para que, al menos en el ámbito penal, una empresa como ESVAL fuera calificada de pública a pesar de ser una sociedad anónima. El concepto de funcionario público contenido en el código Penal, es amplio e incluye a toda persona que desempeñe una función pública. Si se estimara positivo que se incorporen expresamente determinadas categorías para que no quepan dudas en su aplicación, ello requeriría perfeccionar el diseño que se propone. La expresión "funcionarios del Congreso Nacional", que propone el proyecto, no se refiere a los parlamentarios, sino solamente al personal de secretaría, administrativo, de servicios, etc., mientras que el concepto de funcionario público del Código Penal los incorpora, de manera precisa e indubitada (cargo de elección popular). Asimismo, habría que considerar que las leyes que han creado determinadas empresas públicas o sus respectivas leyes orgánicas, contienen normas que disponen que sólo les serán aplicables las demás normas legales que se dicten en la medida que ellas hagan expresa referencia a las mismas. A modo de ejemplo, el artículo 25 del decreto ley Nº 1350 de 1976, que crea la Corporación Nacional del Cobre, dispone "Las normas legales dictadas o que se dicten para las empresas del Sector Público, Empresas del Estado, sociedades con participación estatal u otra denominación semejante, sólo serán aplicables a la Corporación Nacional del Cobre de Chile en caso de que se haga referencia expresa a ella en la norma legal respectiva". Tratándose de las empresas del Estado, cabe precisar que la expresión correcta es "empresas públicas", ya que con ella se comprenden a las empresas del Estado propiamente tales, como a las Es por lo anterior, que en esta parte se requeriría cotejar la normativa de las leyes que regulan las empresas públicas, con el objeto de que no se excluya alguna inadvertidamente. OBSERVACIONES FORMALES 6.Exigencia de proceso penal. El proyecto propone sancionar el consumo privado de drogas cuando éste es cometido por funcionarios públicos, y para ello exige que se pruebe el consumo de drogas en "un proceso penal". Ello puede tener dos interpretaciones: a) se trata de una exigencia general, y no requiere ser expresamente señalada en la descripción del tipo penal (pues entonces todos los delitos deberían LIBERTAD Y DESARROLLO 17 señalar que los hechos constitutivos de la respectiva conducta deben acreditarse en un juicio), o bien b) -y lo que resulta más confuso desde el punto de vista penal- es que la exigencia de un proceso pudiera considerarse un elemento del tipo, y referirse, en consecuencia, a un proceso iniciado contra otra persona y por otro delito, del cual resultaren evidencias de consumo para el funcionario. Si bien esta interpretación no correspondería al propósito del autor de la moción, puede sostenerse por la forma en que fue redactada. 18 7.Referencia errónea. La disposición transitoria que contiene el proyecto señala que el plazo de el último año a que se refiere el inciso quinto del artículo 11, se cuenta a partir de la fecha de publicación de la presente ley. Al respecto cabe tener presente que el artículo 11 de la ley 19.366, sólo tiene tres incisos, por lo que la referida disposición carece de sentido y aplicación. LIBERTAD Y DESARROLLO