Círculos viciosos Mar, 31/08/2010 - Por Mirko Lauer Hace ya buen tiempo que el crimen violento encabeza la lista de preocupaciones ciudadanas, y esto se refuerza con cada asesinato. Sin embargo no hay en circulación diagnósticos o proyectos nuevos en el tema. En el fondo todo se limita a mejorar la policía, pública o privada, algo que a su vez parece imposible lograr. El aspecto más amenazante del problema es la participación de supuestos custodios del orden, en actividad o retirados, en la actividad criminal. Así la ciudadanía entrena, solventa y arma a algunos de quienes luego van a asaltarla. Hace tiempo que este ya no es un asunto de incidentes esporádicos, y en algunos lugares ya parece parte del crimen organizado. La reacción psicológica a esto es cada vez más el imperativo de defenderse por cuenta propia. En algún momento se pensó que eso eran los serenos municipales, pero estos carecen de facultades y entrenamiento para el problema. Incluso un informe reciente sobre el Callao sostiene que ese serenazgo es más bien parte del problema. El ministro del Interior reconoce el pantano en que se mueve con este tema, y aporta una novedad: los vigilantes privados “podrán usar sus armas y disparar”. Pensábamos que aquellos que tienen sus armas a la vista ya podían hacerlo, pero ahora surge la duda sobre para qué las tenían. Tal vez se refiere a armar a más vigilantes privados. El paso de vigilantes armados a particulares armados es corto. El problema es que el ingreso de más armas al sistema tiende a incrementar el quantum de violencia. Además la ciudadanía paga impuestos entre otras cosas para que el Estado proteja su integridad física y su propiedad. No para jugarse la propia vida enfrentando a hampones armados. Luego están las recurrentes iniciativas frustradas de reorganización policial. Fracasos que llevan a pensar que hay dentro de la policía una organización que no quiere que cambien la cosas. Organización que una y otra vez ha demostrado tener fuertes relaciones de empatía con el poder político. Su argumento tiende a ser que el problema está en otra parte. En estos días el mensaje policial es que la policía sí captura a los hampones violentos, pero que las leyes y los jueces los devuelven a la actividad criminal en poco tiempo. Esto es algo evidente, pero solo en el caso de las capturas. Pues la impunidad ambiente tiene muchas más formas que la irresponsable leniencia judicial. Hampones armados y decididos a todo frente a una población desarmada, con una policía penetrada por la criminalidad y un sistema judicial abotagado por la estupidez (en el mejor de los casos) es la fórmula ideal para el surgimiento de formas autoritarias de vigilantismo. Así empezaron los escuadrones de la muerte en Brasil y los paramilitares en Colombia. This document was created with Win2PDF available at http://www.win2pdf.com. The unregistered version of Win2PDF is for evaluation or non-commercial use only. This page will not be added after purchasing Win2PDF.