Fragmento tomado de: Axpe Caballero, María Ángeles. (s.f.). La investigación etnográfica en el campo de la educación. Una aproximación meta–analítica. [Tesis, Universidad de La Laguna, España], pp. 4146. Disponible en: ftp://tesis.bbtk.ull.es/ccssyhum/cs126.pdf El concepto de cultura y la interpretación cultural Cultura es el conjunto aprendido de tradiciones y estilos de vida, socialmente adquiridos, de los miembros de una sociedad, incluyendo sus modos pautados y repetitivos de pensar, sentir y actuar, es decir, su conducta (Harris, 1983: 20). Las unidades sociales, al desarrollarse, generan un conjunto de normas compartidas que son aprendidas por sus miembros para entender lo que les rodea, para actuar y para evaluar las acciones de otros. A ese comportamiento social, así como a las normas subyacentes, es lo que Goodenough denomina Cultura (García Jiménez, 1994: 344). En un principio, parecería ésta una definición adecuada, pero, si profundizamos un poco más, descubrimos que Geertz (1990) considera que es una definición reduccionista, enunciada desde una concepción cognitivista. Para este autor, el análisis de la cultura no es una ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia interpretativa en busca de significaciones. Según Wolcott (1993), la cultura no espera pacientemente a ser descubierta, sino que se debe inferir de las palabras y acciones del grupo que se estudia, para ser luego literalmente asignada a ese grupo por el antropólogo. Por tanto, la cultura es una declaración explícita sobre cómo actúan los miembros de un grupo social particular y sobre cómo creen que deberían actuar; la cultura no existe hasta que alguien que actúa como etnógrafo la sitúa allí. En este sentido, se entiende que cada miembro de un grupo tiene una versión personal de cómo funcionan las cosas de su grupo y de su cultura. Cada sociedad consiste en una multitud de tales grupos. Para Wolcott (1993) hay una diferencia entre la cultura tal y como es percibida por cualquier miembro de un grupo y la cultura tal y como es atribuida a ese mismo grupo por parte del etnógrafo. Esta sería la diferencia entre cultura e interpretación cultural. Para Geertz (1990: 32), la descripción etnográfica presenta tres rasgos característicos: “es interpretativa, lo que interpreta es el flujo del discurso social, 41 La investigación etnográfica y la interpretación trata de rescatar “lo dicho” en ese discurso de sus ocasiones perecederas y fijarlo en términos susceptibles de consulta”. Según García Jiménez (1994:347), el etnógrafo construye una interpretación cultural a partir de un esquema de trabajo conceptual, el registro de aspectos particulares de la vida humana en diferentes unidades sociales y el significado que le atribuyen sus miembros. No es nuestra intención obviar la complejidad que subyace al concepto de cultura2, una muestra de las diferentes propuestas sobre la cultura la encontramos en Keesing (1993). Para este autor, existen diferentes cuestiones terminológicas, filosóficas y sustantivas que separan a los principales pensadores. También Aguirre (1993) agrupa las concepciones en torno al concepto de cultura en las siguientes categorías: concepciones descriptivas, históricas, normativas, psicológicas, estructurales, genéticas, evolucionistas, histórico-particularista, funcionalistas y estructuralistas. De la misma manera, Chilcott (1987) expone algunas teorías para explicar la realidad cultural y las corrientes que cita son: el evolucionismo cultural, el funcionalismo, el estructural funcionalismo, la ecología cultural, la antropología lingüística, la antropología psicológica, el estructuralismo y el interaccionismo simbólico. Asimismo, presenta una tabla en la que relaciona las diferentes teorías culturales con el tipo de estrategias de recogida de datos que suelen utilizar. Al final nos quedamos con una frase que con cierta ironía describe este concepto: “cultura es información transmisible por vía no genética” (Wagensberg, 2002: 65). También Velasco (1992) realiza un recorrido por los significados del término cultura y considera que el debate sobre este concepto está lejos de haber concluido. Esto se complica aún más si lo relacionamos con el campo educativo. Para Velasco et al.(1993: 10), la cultura es un proceso complejo y la educación es una forma de ver la cultura, ya sea como transmisión, reproducción, integración, cambio o interacción, aunque, en cualquier caso, siempre se trata de procesos sociales. Estos autores consideran que debe existir una necesaria perspectiva transcultural en toda etnografía que pretenda alcanzar el objetivo de interpretación. Esta visión de interculturalidad está 2 Para Wolcott (1993) el concepto de cultura es en sí mismo intrigante, pero globalizador y conceptualmente débil. 42 también evasivo, La investigación etnográfica reflejada, según los autores, en el artículo de Spindler (1993), según el cual para entender el complejo mundo de los procesos de transmisión de la cultura, es preciso entender la diversidad con la que diferentes culturas utilizan tales procesos para cosas muy similares, aunque desarrollando acciones, lugares y momentos diferentes. Un trabajo de estas características fue realizado por Vásquez y Martínez (1995); estas autoras desarrollaron un estudio etnográfico en el que estudiaban simultáneamente escolares de dos países distintos (París-Barcelona), centrándose en el estudio de la cultura de la escuela. El concepto de transmisión cultural es ampliamente tratado por García Castaño y Pulido (1994); éste representa uno de los objetos teóricos de estudio de la antropología de la educación, sustentado por diversas posiciones teóricas. Ellos justifican la denominación de procesos de transmisión-adquisición de cultura como procesos educativos. Este punto de vista caracteriza a la institución escolar como un entramado socializador, informal en sus modos, que tiene como objetivo la preparación en conocimientos de los jóvenes que por ella pasan; por tanto, no se trata de profesionalizar, sino de inculcar ideológicamente. La cultura escolar también ha sido objeto de preocupación desde la Didáctica. Según Pérez Gómez (1991), para entender la relación entre la cultura, el curiculum y el desarrollo del conocimiento por parte del alumnado, es necesario interpretar la escuela como espacio ecológico de cruce de culturas. Para este autor, en la escuela se ponen inevitablemente en comunicación la cultura pública de la comunidad, principalmente expresada en la disciplina del saber; la cultura académica reflejada en el curiculum; la cultura social, que se genera en la escuela por los diferentes grupos sociales que la integran; y la cultura experiencial que el alumnado ha desarrollado a lo largo de su historia extraescolar. Por otro lado, Ramos y García Martínez (1995) exponen algunas recomendaciones metodológicas para abordar la investigación cualitativa de la cultura de la docencia extraídas de un seminario impartido en la Universidad de Barcelona por Andy Hargreaves. En éste se ofrece una perspectiva para conocer las diferentes manifestaciones de la cultura de la docencia y analiza el tipo de estructura de la que proviene, así como la búsqueda de la comprensión de los procesos de interacción y negociación que se 43 La investigación etnográfica producen entre el profesorado, alumnado y personal de administración en el marco escolar. Finalmente, resaltamos la idea que, desde una visión no instrumentalista, el objetivo final de la etnografía sería la interpretación cultural. Pasamos a continuación a ampliar, desde diferentes perspectivas, las características que se consideran propias de la investigación etnográfica. Características de la etnografía A continuación, vamos a presentar distintas características definitorias de la etnografía, desde la perspectiva de varios autores, las cuales consideramos que nos pueden dar una visión más completa de su significado. La ciencia de la descripción cultural. Según Wilcox (1993), la etnografía es primero y, ante todo, una propuesta descriptiva en la que el investigador intenta ser fiel a la hora de describir e interpretar la naturaleza del discurso social de un conjunto de personas. Este autor ejemplifica esta característica con la cita de Geertz (1973) que recoge perfectamente el significado de descripción densa, y consiste en que lo que se describe incluye tanto el significado como el comportamiento. Por ejemplo, un guiño puede ser descrito como una contracción nerviosa del párpado, pero éste tiene a su vez un significado social. Las estrategias utilizadas proporcionan datos fenomenológicos. Esta aproximación fenomenológica significa que los constructos de los participantes que están siendo investigados se utilizan para estructurar la investigación, es decir, se respetan las categorías nativas (Yanes, 1997: 207) y su visión del mundo social. Recogida de evidencias empíricas en su contexto natural. Es una condición sine qua non la estancia en el campo, convivir y compartir experiencias con los participantes. Es inductivo. En cuanto que las categoría específicas no están determinadas antes de entrar en la situación de campo. Aunque, según Erickson et al. (1990), no es totalmente inductivo, puesto que el investigador siempre identifica las cuestiones conceptuales de interés para la investigación antes de introducirse en el contexto objeto de estudio. 44 La investigación etnográfica Es holista. Describe globalmente la cultura de grupos y colectivos en su hábitat natural. Según Goetz y LeCompte (1988: 39), el origen del holismo de la antropología cultural es que, puesto que la cultura se define como lo que tiene relación con el comportamiento y las creencias humanas, había que describirlo todo: lenguaje, sistema de parentesco, ritos y creencias, estructuras económicas y políticas, crianza, etapa de vida y artes, destrezas y tecnología, etc. Estudio de un grupo cultural o una unidad social. Estudio de las actividades del grupo, qué hacen las personas, cómo se comportan, cómo interactúan. Interesan sobre todo las interpretaciones y los significados que los miembros atribuyen a la cultura en la que se encuentran inmersos (del Rincón, 1997). Prolongada estancia en el campo. Existe un acuerdo tácito en considerar la presencia del etnógrafo, por ejemplo, un curso académico en un Centro escolar, como un período razonable. Los procedimientos técnicos, las delimitaciones espaciales y temporales, las ubicaciones e interacciones del investigador están abiertas y se definen en el campo (Rockwell, 1987), por lo que adquieren un carácter evolutivo (Rodríguez Gómez et al., 1996: 46) y dialéctico o interactivo-adaptativo (Hymes, 1993). Utilización de estrategias variadas de recogida de información. La etnografía es considerada como el oficio de la mirada y el sentido (Galindo, 1998). El investigador es considerado como el principal instrumento y existen varios trabajos que reflexionan sobre su papel (Wright, 1995; Villenas, 1996; Bertely, 1998). Las estrategias para la recolección de información implican participación y observación, siendo la Observación Participante la estrategia por excelencia; entrevistas; historias de vida; todo tipo de documentos; diarios, etc. son otras fuentes de información. La recogida y análisis de información ocurren simultáneamente. Según Rockwell (1987), el trabajo de campo no conduce al conocimiento si no se acompaña del trabajo teórico y analítico que permite modificar, y no solo confirmar, las concepciones iniciales acerca del objeto de estudio. Intersubjetividad. La etnografía representa una particular aproximación al objeto de estudio y, en la medida en que los objetos del etnógrafo son discursos y acciones La investigación etnográfica sociales llevadas a cabo por personas; esta disciplina redefine la objetividad como intersubjetividad -diversidad de puntos de vista- (Velasco y Díaz de Rada, 1997: 218). Triangulación. Los etnógrafos, para analizar e interpretar sus datos, intentan triangular la información obtenida, contrastándola a través de diversas fuentes. El objetivo de la triangulación es, por un lado, la validación y, por otro, contar con una multiplicidad de perspectivas. Finalidad. La descripción, comprensión e interpretación de la realidad social parece ser la finalidad más general y compartida por este tipo de investigaciones: El esfuerzo por comprender y explicar debe orientar y motivar el proceso etnográfico, situándolo así en el campo de las ciencias sociales, marcando delimitaciones, siempre tentativas, frente a otras prácticas que se pueden suponerse parecidas, la literatura, el periodismo, la crónica, el juicio, el chisme... (Rockwel, 1987: 46). La dimensión crítica y aplicada de la etnografía es, sin embargo, más debatida. Aunque también habría que considerar que, para muchos autores, ésta representa la base para la acción y la transformación social (evidenciando las realidades socioculturales sobre las que intervenir, aportando diversidad de puntos de vista sobre problemas concretos...).