FRIEDERICH NIETZSCHE (1844-1900) Hijo de un pastor

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FRIEDERICH NIETZSCHE (1844-1900)
Hijo de un pastor protestante, fue criado entre mujeres (madre, hermana, tías). En la
Universidad (Basilea, Leipzig) cursó estudios de Filología clásica, y su primer libro "El
nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música", causó un gran rechazo entre las mentes
más académicas, por ejemplo en Wilamowitz, aunque sería defendido por profesores de la
talla de Rhode. Su filosofía suele dividirse en cuatro períodos: filosofía de la noche (El
nacimiento de la tragedia), de la mañana( Humano, demasiado humano, La gaya ciencia), del
mediodía (Así habló Zaratustra), del atardecer (Genealogía de la moral, entre otros). Tuvo una
salud física precaria durante toda su vida, y en 1889 sufrió un colapso mental en Turín por el
que perderá la razón hasta su muerte. Es uno de los grandes filósofos contemporáneos, y es
considerado un filósofo de la sospecha como Marx y Freud. Estuvo muy influído por
Schopenhauer y el músico Wagner, y él influirá enormemente en filósofos como Heidegger,
Foucault, Deleuze, en literatos como Thomas Mann, y en autores de diversas disciplinas;
sociólogos, teólogos, psicólogos, artistas, etc.
La filosofía de Nietzsche es un vitalismo biologicista e irracionalista, pero también se la conoce
como nihilismo (niega que pueda haber sentidos más allá de los que personalmente podamos
dar, y siempre dentro de lo inmanente, es decir, en este mundo, que es el único mundo
posible).
Nietzsche niega todo trasmundo (el inteligible de Platón, el más allá cristiano, el noúmeno
kantiano, el mundo de ideales en donde los hombres son iguales, el mundo de la verdad
expresado en leyes que se pretende sean correlatos mentales perfectos de un mundo racional,
etc.), todo mundo diferente al mundo aparente en que vivimos. Este mundo, el único mundo,
es voluntad de poder ( de ser más), es decir, una multiplicidad de fuerzas en conflicto,
irracionales, impersonales, que lo único que quieren es descargarse y aumentar su intensidad.
Los antiguos griegos, los de antes de Sócrates y de la decadencia de la tragedia que inicia
Eurípides, supieron resumir esa pluralidad de fuerzas en dos principios vitales que simbolizaron
con los dioses Apolo y Dionisos. Lo apolíneo tendría que ver con la individuación y la pluralidad
de individuaciones, lo claro, lo estático, lo limitado, lo ordenado, lo racional, mientras que lo
dionisíaco simbolizaría la unidad, la oscuridad, el cambio, el éxtasis y la desmesura, los
instintos, el caos. Apolo era el dios de artes como la escultura, Dionisos el de la música y la
danza. Esos griegos presocráticos y los grandes trágicos como Esquilo y Sófocles, supieron
aunar en equilibrio lo apolíneo y lo dionisíaco, y la máxima creación griega, que es la tragedia
según Nietzsche, supo hacer convivir en perfecta armonía a ambos dioses.
Sócrates iniciará la decadencia vital al valorar el concepto y la definición por encima de la vida.
Concepto y definición son aspectos apolíneos de la realidad. También Eurípides en la tragedia,
comienza la decadencia de la misma, al maximizar la presencia del personaje en detrimento
del coro (elemento dionisiaco por excelencia de la tragedia griega). Sócrates y, en menor
medida Eurípides, comienzan esta decadencia que Nietzsche llama platonismo, y que no es
sino la historia misma de un error: Occidente. O también, Occidente es la historia de un error,
este error se llama "platonismo". Esto es así porque, a juicio de Nietzsche, Platón conseguirá,
sistematizar la pretensión socrática, al construir toda esa fantasía transmundana que es el
mundo inteligible, por el que se aprecia la razón y se condena la sensibilidad, el cuerpo y los
instintos. A partir de Platón Occidente valora un mundo ficticio más allá de este mundo, y
desvaloriza enteramente este nuestro mundo. Será en ese mundo en donde existan la verdad,
la belleza, la bondad, la realidad suprema, mientras que nuestro mundo, el aparente, el
sensible, el corporal, queda convertido en algo irreal y sin valor, queda despreciado y
condenado. El cristianismo después, platonismo para el pueblo según Nietzsche, persiste en
este error platónico y su Dios y su moral no harán sino universalizar ese platonismo, que no es
sino una visión exclusivamente apolínea de la vida. Tras el cristianismo, Occidente mantendrá
formas secularizadas de cristianismo, así, los valores ilustrados, el noúmeno de Kant, los
deberes morales, la ciencia como pretensión de verdad objetiva, el socialismo, el positivismo,
la democracia, etc., no son sino formas mediatizadas de platonismo.
Nietzsche lo que defiende en el conocimiento es un perspectivismo relativista que niega la
posibilidad de un conocimiento objetivo y absoluto. No hay hechos, dice, sólo
interpretaciones. La muerte de Dios, precisamente, va a significar la muerte de la perspectiva
objetiva y absoluta desde la cual se tendría la verdadera realidad, verdad, bien, belleza, etc.
Todo este platónico mundo de lo en sí (la realidad en sí, la verdad en sí, la belleza en sí, etc.),
no existe, es una ficción con la que Europa (Occidente) en su metafísica, en su epistemología,
en su moral, ha querido vivir porque se ha olvidado de que la verdad es sólo una ilusión(una
falsedad) que ha olvidado que lo es. Según nuestro autor, dos son las razones básicas por las
que ha tenido éxito este platonismo en Occidente: -haber creído que en el lenguaje estaba la
verdad ("no vamos a desembarazarnos de Dios mientras sigamos creyendo en la gramática"); haber querido contra la vida con una voluntad de poder decadente que se vengaba de los
aspectos más oscuros y difíciles del vivir. El lenguaje, el concepto, la ley, son solo metáforas de
las intuiciones sensibles, dice Nietzsche, y cuando olvidamos esto y creemos que nos dan la
verdad en sí, caemos en el platonismo. Por otra parte, la vida presenta aspectos horribles que
Occidente no ha querido asumir, y que se ha dedicado a negar con resentimiento: el cambio, la
vejez, la muerte, la pluralidad inevitable. Por todo esto piensa nuestro autor, que el politeísmo,
el arte, o la moral aristocrática previa al platonismo, son interpretaciones más valiosas que el
platonismo y sus formas, pues son más favorables a la vida en sentido ascendente que el
platonismo, y eso, el ser o no favorable a la vida es lo único que Nietzsche aprecia de la
perspectiva o interpretación.
Al error del platonismo se le añade históricamente, desde el punto de vista moral, la moral de
los esclavos, es decir, la que defenderá el pueblo judío y luego universaliza el cristianismo. Es la
moral de los débiles, de los pobres de espíritu, de los incapaces de aceptar los aspectos
dionisíacos de la vida (el cambio, la muerte, etc.) Estos débiles invierten los valores de la
antigua moral aristocrática o de señores, en la que aparecían como idénticos lo bueno y lo
noble, en donde se apreciaba el orgullo, la jerarquía, el linaje, la fuerza, y de despreciaba lo
vulgar, lo plebeyo, lo bajo. Desde que el cristianismo conquistó el punto de vista de la moral
europea, hemos venido a valorar la compasión, la humildad, la obediencia, nos hemos sentido
culpables (la muerte de Cristo a manos del hombre sirvió a los resentidos para culpar a la
humanidad), y se nos ha hecho libres para hacernos responsables de la culpa.
La muerte de Dios, que históricamente se produce con la Ilustración, y que propiamente
significa la muerte de la verdad en sí, de la belleza en sí, de lo bueno en sí, etc., aunque no
todos han sabido entender su significado más profundo, abre diversas posibilidades, diversos
horizontes. Al nihilismo negativo propio del platonismo occidental (simbolizado en la figura del
camello), le puede seguir un nihilismo reactivo que sea exclusivamente destructor
(simbolizado en la figura del león), o uno pasivo que no quiera más que pequeñas
insignificancias y siga creyendo en aspectos parciales del platonismo (cientificismo/ positivismo), o uno activo que entienda con profundidad y alegría la muerte de Dios, y sea capaz de
iniciar la transvaloración de los valores que culminará el superhombre (simbolizado en el niño),
en el que se recupere lo dionisiaco en equilibrio con lo apolíneo, se niegue el trasmundo, se
sea fiel al sentido de la Tierra y a la inmanencia, se asuma ser uno mismo el principio del bien y
del mal, y se diga sí a la vida con todo lo que tiene, incluidos los aspectos oscuros y terribles,
hasta el punto de querer el eterno retorno de lo mismo (la repetición de mi vida infinitas
veces).
Desde el punto de vista político, Nietzsche no sintió simpatía alguna por la democracia (que
iguala a los seres humanos), las elecciones o los partidos , y tampoco por el Estado, al que
consideraba un artilugio de los débiles para someter a los fuertes. Tampoco sintió aprecio
alguno por las ideas socialistas, que se encontraban lejos de sus ideales aristocráticos, elitistas,
jerárquicos e individualistas. Sí apreció, sin embargo, a aquellos que esbozaron una Europa
Unida: Napoleón, Goethe, y sus admirados Wagner y Schopenhauer.
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