CONFERENCIA MAGISTRAL Soluciones de ayer: problemas de hoy. La crisis de nuestra forma de Gobierno Alfonso Fernández Miranda El Profesor Fernández-Miranda expone que nos encontramos ante una importante crisis multifacética (económica, política, cultural) que desemboca en una importante crisis de representatividad hacia los políticos, pero no hacia un crisis de la representación como teoría política. Esta crisis no es algo novedoso, sino que desde los primeros esbozos de Edmund Burke al analizar la representación y el gobierno representativo se puede observar una cierta crisis de esos elementos. En nuestro caso, se podría hablar de una severa crisis en cuanto a la forma territorial del Estado y otra crisis relativa a la forma de gobierno, que no requieren de soluciones fáciles ni rápidas. El origen de la actual crisis puede estar en dos decisiones tomadas en la transición, que posiblemente en su momento fueran legítimas, pero que ahora ocasionan distorsiones en nuestro sistema político. A continuación, el Profesor Fernández-Miranda analizará brevemente el origen de la doctrina de separación de poderes de Montesquieu, así como su funcionamiento en Reino Unido y sus primeras implantaciones en la Europa Continental, con unos efectos diferentes a los que el sistema político británico producía, principalmente en lo referente a los Partidos Políticos y su deficiente funcionamiento. Habida cuenta de los problemas que había producido el parlamentarismo en la historia constitucional europea y española, los constituyentes de 1978 se muestran recelosos ante un excesivo parlamentarismo. Además, dos importantes percepciones otorgarán matices importantes a nuestro sistema político. La primera percepción se tornó falsa, en tanto en cuanto se creía que la sociedad española estaba profundamente fragmentada y que, por lo tanto, votaría de la misma forma produciéndose un Parlamento enteramente fragmentado, con tensiones tanto de ideología clásica (izquierda-derecha) como territoriales (nacionalismo-españolismo). Ante esta perspectiva, los legisladores optaron por incluir todas las herramientas que la teoría política aporta para fortalecer al gobierno (reducción del papel del parlamentario, fortalecimiento de los grupos y partidos políticos, fortalecimiento de los Órganos internos de las Cámaras, etc.), otorgando al Presidente del Gobierno una concentración máxima de poder. Todas estas medidas hubieran sido acertadas si verdaderamente las elecciones hubieran mostrado un Parlamento fragmentado, pero por el contrario nuestro sistema político ha otorgado mayorías absolutas, con gobiernos monocolor y férreas disciplinas de Gobierno y Partido. En cuanto a la segunda percepción, se entendió que había una necesidad de partidos políticos fuertes para apuntalar a la democracia, pues su escasa implantación, debilidad y reducida presencia (salvo del Partido Comunista) hacían posibles fisuras en el sistema que impidieran la transición democrática. Por tanto, se optó por la búsqueda de herramientas que favorecieran partidos políticos fuertes: potenciación de un sistema electoral afín (listas electorales cerradas y bloqueadas, circunscripciones pequeñas, etc.), potenciamiento del aparato y de las estructuras, centralidad de los grupos parlamentarios en la actuación parlamentaria, etc. Esta condición era necesaria, pero posiblemente sujeta a término, en tanto en cuanto los partidos políticos se fortalecieran hubiera sido deseable un cambio normativo que adaptara la legislación a una nueva necesidad: el control de los Partidos Políticos. En conclusión, el Profesor Fernández-Miranda entiende que muchos de los problemas que asolan a la Democracia española en la actualidad son consecuencia de decisiones tomadas en la Transición, posiblemente acertadas en su época, pero que requieren de una importante actualización. Sin duda alguna, una de las reformas necesarias es aportar a los partidos políticos una democracia interna, que no necesariamente tiene que ir de la mano de las primarias, sino que tienen que ser mecanismos que ayuden a controlar el enorme poder de los Partidos. Marco Fernández Gutiérrez