INTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATOS INNOMINADOS Y LOS

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Tratado de la interpretación del contrato en el Common Law y el Civil Law.
ARGENTINA
INTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATOS INNOMINADOS Y LOS
CONTRATOS ATÍPICOS.
Raúl Aníbal Etcheverry1
SUMARIO: 1. Introducción y origen del contrato. Contratos en el Derecho
Romano
2. Noción de contrato en Argentina y otros países. 3. Acuerdos,
pactos y convenios. . 4. Los contratos innominados. 5. Los contratos típicos y
atípicos. 6 La interpretación jurídica. Los intérpretes. 7. Principales reglas de
interpretación de actos jurídicos y contratos. 7.1 La voluntad de las partes
contratantes
7.2 La calidad de los sujetos. 7. 3. El obrar de los sujetos. 7.4
El tiempo, el espacio, el entorno social 7.5 Las declaraciones 7.6 El fin práctico
del acto 7.7 La narturaleza del acto 7.8 Validez 7.9 El favor debitoris 7.10
Onerosidad 7.11 Otras reglas
7.12 Patrones de interpretación y adecuación
de los contratos. 8. Reglas adicionales para los contratos innominados. 9.
Reglas de interpretación de los contratos atípicos. 10. Conclusiones.
1. Introducción y origen del contrato. Contratos en el Derecho
Romano.
1
Profesor Titular y Director de Maestría en Derecho Comercial y de los Negocios en la Facultad de
Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Profesor Emérito de la UBA. Autor de más de veinte libros.
Arbitro internacional. Arbitro del CIADI. Presidente de la Fundación FEIEI y del Centro Internacional de
Arbitraje y Mediación de la Argentina
Doctor en Derecho y Ciencias Sociales de la UBA, Doctor en Ciencias Jurídicas de la Universidad
Católica Argentina y Doctor en Ciencias Jurídicas de la Universidad de Castilla La Mancha (España)
2
Como es sabido, el Derecho Romano ha aportado a la ciencia jurídica un
repertorio de conceptos básicos que aún se aplican en la mayor parte del
mundo.2
En Roma, no todo acuerdo de voluntades era apto para producir
obligaciones. Ello se va incorporando al derecho hasta que se produce el
desarrollo científico del derecho de obligaciones. Los romanos no construyeron
una teoría ni del contrato, ni del negocio jurídico.
“Contractus” como derivado de “contrahere” término que se aplicaba en
sentido muy amplio (cometer, constituir) no se adquiere como “contrato” sino a
partir de un texto de Varrón; no figura aquel concepto en muchos autores
clásicos como Cicerón, Tito Livio o Salustio.
Las primeras “conventio” o “pactum” no engendran obligaciones jurídicas
sin solemnidad legal, que es la que otorgaba en Roma, exigibilidad.
Ulpiano3, enseñaba que hay tres especies de convenciones que se
hacen por causa pública o privada; las segundas, provenían de la ley o del
derecho de gentes. En el fr. 7 señala que “algunas convenciones del derecho
de gentes producen acciones, otras excepciones”. Las reconocidas como
generadores de acciones pasan con nombre propio de cada contrato: compra,
venta, locación, sociedad, comodato, depósito. Si hay una causa pero no se
cumplió parte del pacto (“te di una cosa, para que me dieras otra”, “di para que
hagas algo”), hay también contrato pues se genera una obligación. En Roma, el
nudo pacto no producía obligación, pero sí excepción4.
Las variedades del nexum, sponsio y stipulatio aparecen más tarde.
Es el pretor peregrino el que concedió acciones reconociendo los
contratos reales y los contratos consensuales5.
Es el pretor el que nombra y “habilita” cada contrato, dándole un nombre.
Ese nombre con Gayo se deriva en cuatro formas de obligarse por el
“contractus”: que la obligación fuese contraída verbalmente, por escrito,
mediante consentimiento o en relación a una cosa.
2
Panero, Ricardo, “Formación de los conceptos jurídicos”, tirant le blanch, Valencia 2006, página 45.
Digesto, fr. 5º Lib II, tít. XIV.
4
Carames Ferro, “Curso de Derecho Privado Romano”, Perrot, Buenos Aires, 1953, página 161.
5
Di Pietro, Alfredo y Lapieza Elli, Ángel Enrique, “Manual de Derecho Romano”, Cooperadora de Derecho
y Ciencias Sociales, Buenos Aires, 1976, página 281/282.
3
3
Más adelante en el tiempo, se desarrolla la idea de que los contratos
nacen de acuerdos de voluntades.
Los requisitos del contrato entonces, son los siguientes:
a) Consentimiento recíproco, libre y voluntario.
b) Destinado a crear obligaciones.
c) Individualización de la clase o tipo del contrato que se trata, con un
nombre.
d) Negocio protegido por una “acción” que lo torne exigible.
Esa “actio” lo concedía el pretor, que “nominaba” al contrato.
En el Derecho Romano, los pactos (pactum) estaban agregados al
contrato o constituían una remisión de deudas (pactum deriva de pax) y junto
con la “convención” se agrupó a todos los acuerdos que se formalizaban y
carecían de acción, en oposición a los contratos, que sí la tenían.
Un cuadro de las primeras etapas del Derecho Romano, es el siguiente,
según Carames Ferro6.
Contratos
Nominados
Innominados
1º Provistos de
acción
Pacta vestita
Convenciones
o Pactos
2º Desprovistos
de acción
6
Carames Ferro, obra citada, página 163.
Pacta nuda
-Pretorianos
-Legítimos
-Agregados a
un contrato
4
Más tarde, se reconocen “actios” por el pretor para convenciones que no
entraban en el esquema de los contratos reales o consensuales, que la
doctrina llama, mucho tiempo después, “innominados” 7.
Otra referencia es la distinción entre contratos de “derecho estricto” y los
de “buena fe”, que se hacia principalmente con referencia a los jueces y al
sistema de juzgamiento aplicando el ius civile o la equitas.
2. Noción de contrato en Argentina y otros países.
El contrato es un “acto jurídico bilateral”, dice Llambías 8. Este autor,
empleando el criterio amplio y citando a López de Zavalía, Mosset Iturraspe,
Spota y Videla Escalada, observa que contrato “es comprensivo de todo
acuerdo tendiente sea a crear obligaciones, a extinguirlas y aún a constituir o
transmitir derechos reales o intelectuales”.
Si bien es cierto que estos autores se refieren a un criterio amplio,
reconocen como limitación la bilateralidad. Ello es correcto y para nosotros, la
otra limitación es que instrumente un cambio.
De ahí que no parezca oportuno extender el concepto a actos jurídicos
plurilaterales, a actos de distracto o a acuerdos que estipulen cosas diversas a
un intercambio de prestaciones (ejemplos, el acuerdo arbitral, la creación de
centros o sistemas de autogestión patrimonial y otros).
La extensión no justificada, se debe, a nuestro juicio, a que falta una
categoría más amplia que no puede ser suplida por el concepto de “contrato
multilateral”. “contrato asociativo” u otros. Nuestra propuesta es instrumentar un
cambio que ampare diversas situaciones.9
7
Di Pietro y Lapieza Elli, a quienes venimos siguiendo, relatan esta evolución.
LLambías, Jorge J., “Código Civil Anotado”, Tomo III-A Contratos. Abeledo Perrot, Buenos
Aires, 1982, página 12.
9
En este sentido, hemos presentado el trabajo “Necesidad de una reforma legislativa para un sistema
claro, orgánico y coherente de los entes de organización y autogestión”, revista La Ley del 8 de abril de
2009,y también en nuestra tesis presentada para defender nuestro titulo de Doctor en la Universidad
Castilla La Mancha en noviembre de 2009.
8
5
De Castro y Bravo enseña que el poder de una persona para dictar
reglas unilaterales de efecto posterior (verbigracia, testamento) y para dárselas
a sí mismo respecto de otra parte de modo bilateral y de cambio (contrato),
está entrada en lo que se denomina autonomía de la voluntad (subject made
law): para este autor, ella es la médula del negocio jurídico10.
Esta afirmación es aplicable a nuestro acto jurídico que resulta el término
equivalente a negocio jurídico. La facultad de crear situaciones normativas
proviene siempre en última instancia de la ley – lo permitido / lo prohibido- pero
el efecto se da de manera directa proveniente del ordenamiento o de manera
indirecta, cuando su origen son actos o contratos que deciden los ciudadanos.
Vélez Sársfield reconoce en la nota al artículo 495 que la trascendencia
de las definiciones de la ley radica en su carácter normativo. La definición que
contiene el precepto del artículo 1137 del Código Civil argentino, que pretende
definir al contrato, está inserta en la ley, puesto que su finalidad es indicar qué
debe entenderse por contrato, permitiendo así deslindar los casos límite y tener
un mandato mediante el cual saber, en esos supuestos, si se deben aplicar o
no los preceptos regulatorios de los contratos.
La fuente del artículo 1137 es la obra de Savigny, que elaboró una
noción más amplia del contrato y que es la aceptada por la definición del
artículo.
La nota que Vélez Sarsfield, nuestro codificador, puso al pie del artículo
1137, tiende más a criticar la definición tomada de Savigny que a confirmar el
criterio del artículo; ello ha dado lugar a numerosas controversias acerca del
alcance y comprensión que debe darse al precepto legal comentado.
Aunque en apariencia es muy clara la definición del artículo 1137 del
Código Civil argentino, la doctrina nacional se ha dividido en dos grupos en
torno a la interpretación de la norma.
Una primera postura, reduce el uso del término “contrato” a los negocios
bilaterales creadores de obligaciones (Lafaille, Arias). Esta es nuestra opinión,
aunque el texto legal no resulta del todo coincidente.
Una posición mas amplia, incluye en el concepto, a todos los actos
jurídicos bilaterales y patrimoniales, sean creadores, transmisores o extintores
10
De Castro y Bravo, Federico, “El negocio jurídico”, Civitas, Madrid, reimpresión 2002, página 31, nº 28.
6
de derechos personales, reales o intelectuales (Salvat, López de Zavalía,
Mosset Iturraspe, Spota, Videla Escalada, Boffi Boggero); equiparando el
concepto de contrato al de convención jurídica (Borda). Esta posición, si bien
podría tener parcialmente respaldo en el texto legal, aparece como exagerada
o excesiva. La solución precisamente para por establecer una categoría o dos
mas, para otro tipo de actos jurídicos.
La tesis restringida encuentra fundamento en las disposiciones de los
artículos 1168 y 1169 del Código, que parecen reducir el objeto de los
contratos a la creación de las obligaciones de dar, hacer y no hacer. Sin
embargo, una lectura detenida del artículo 1168 de nuestro Código Civil, revela
que sus expresiones tienen fallas lógicas insalvables, si se pretende
comprenderlas textualmente; y el artículo 1169 no puede ser interpretado
aisladamente sino dentro del contexto del Código.
Puede recordarse que se sostienen algunos criterios intermedios como
el que afirma que el contrato da lugar al nacimiento o modificación de
obligaciones, no así a su extinción (Sánchez Urite), lo que concuerda con el
texto literal del artículo 1137.
Llambías11, tratando las convenciones liberatorias, afirma que “Bajo el
enfoque de su constitución, el distracto es una especie del género contrato….
en cuanto la sustancia de su virtualidad extintiva se confunde con la remisión
de los derechos del acreedor” (nº 1733). Para el notable profesor argentino, el
contrato
es
el
acto
jurídico
bilateral
de
contenido
obligacional
no
correspondiendo esa denominación al acuerdo para originar o modificar
derechos reales o de familia – v.gr. el matrimonio - porque éstas son
instituciones de regulación no convencional sino estatutaria (nº 1807 nota 183).
Atilio Aníbal Alterini, señala en una interpretación directa y literal del
precepto, que de acuerdo con la definición del Código, es necesario: que
existan varias personas; que exista una declaración de voluntad común; que
ella esté destinada a reglar sus derechos. Analizando esto, tenemos:
a) El primer requisito a que alude el Código es la existencia de varias
personas. Es erróneo hablar de “personas”, debió haberse dicho “partes”. Parte
del acto jurídico es la persona o el conjunto de personas que por medio del
11
Llambías, Jorge J., “Tratado de Derecho Civil”, t. III, Editorial Perrot, Buenos Aires, 1977.
7
acto a cuya formación concurre, ejerce una prerrogativa jurídica propia 12 y crea
derechos y obligaciones exigibles. Efectuada esta distinción, cabe concebir que
al acto concurra una sola persona pero más de una parte; así acontece en la
doble representación y en todo supuesto de autocontrato.
b) El segundo recaudo es que medie una declaración de voluntad
común; ha de entenderse que debe existir un acuerdo y no una mera
coincidencia circunstancial de voluntades; y la declaración debe ser expresión
de la voluntad de ambas partes.
c) El tercero, es que la declaración de voluntad de las partes que se
anuda, esté destinada a reglar sus derechos.
Es conveniente recordar algunas de las conclusiones de la Comisión 4
de la IV Jornadas Sanjuaninas de Derecho Civil, de 198913.
“1. En el Código Civil argentino, en su redacción originaria, el contrato se
muestra, preponderantemente, como una categoría jurídica basada en el
voluntarismo.
“2. En la realidad presente se destaca el contrato como instrumento
económico, como un elemento objetivo y funcional en la operación de los
mercados.
“3. La respuesta de los operadores jurídicos, en la hora actual, debe
armonizar lo jurídico con lo económico. El contrato como concepto jurídico con
el contrato como operación económica. La justicia con la utilidad.
“4. El régimen contractual debe realizar el valor utilidad, que le es propio,
pero siempre en miras a la realización de la justicia y a su principio supremo, la
personalización del hombre…
“7. Las normas contractuales son captaciones de las adjudicaciones
humanas autónomas de contenido económico. Estas adjudicaciones han de
respetar los límites impuestos por las leyes económico-sociales y dirigirse, en
principio, por la ejemplaridad, si bien deben ser orientadas por un plan de
gobierno socio-político-económico que contrarreste las influencias humanas
difusas del mercado.
12
Llambías, obra citada.
Conclusiones de la Comisión 4 de las Jornadas Sanjuaninas de Derecho Civil. Las conclusiones son
recordadas por Vítolo, Daniel R., contratos comerciales, Ad.Hoc, Buenos Aires, 1994, p. 193.
13
8
“9. Es fundamental que la contratación, como instrumento de hechos
económicos, cumpla una finalidad teleológica en la comunidad conforma a
pautas valorativas establecidas por esta última.
“10. El contrato está enmarcado por situaciones patrimoniales de las
partes, condiciones objetivas del mercado y la injerencia del Estado a través de
su política económica.
“12. La búsqueda lo útil y lo justo, más allá
de la literalidad de los
términos, es particularmente necesaria en los contratos celebrado entre una
empresa y un particular o bien entre una empresa multinacional y una empresa
nacional o doméstica”.
En suma, si es cierto, como dice Alpa, que el contrato es “la vestimenta
jurídica de una operación económica”14, está claro que el Derecho no puede
permanecer ajeno a las desigualdades económicas 15. El contrato se debate en
los límites de la libertad contractual y la justicia del pacto16.
El contrato es un precepto concreto y nacido de la autonomía privada; la
ley es un precepto abstracto, general y heterónomo. Por eso, mientras la
interpretación de la ley debe estar orientada en orden a su ratio general, la del
contrato debe hacerse en una conexión mayor con el propósito de sus autores,
entre quienes producirá efectos17; dicho en otras palabras, la interpretación de
la ley es siempre una atribución de sentido y de significación de algo que por su
naturaleza se presenta como una formulación abstracta de un deber ser
jurídico; la interpretación de un contrato es interpretación de un supuesto de
hecho concreto, que es un comportamiento humano 18.
En el derecho contractual europeo, que pugna por unificar su acervo, es
claro que estas figuras se refieren a los negocios jurídicos de intercambio. Y los
modelos que se utilizan, son contratos de cambio, tales como la compraventa
14
Alpa, Guido, Les nouvelles frontiéres du droit des contrats, en Revue Internationale de Droit Comparé”,
Nº 4, L. g. D. J., París, 1998, p. 1029.
15
Mosset Iturraspe, Jorge, “Calificación, integración e interpretación del contrato”, Revista de Derecho
Privado y Comunitario, Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires, 2006, págs.23/24.
16
Galgano, Francesco, “Libertad contractual y la justicia del contrato”, en LL del 13 de marzo de 2008.
17
Díez-Picazo, Luis, Fundamentos del Derecho Civil patrimonial, 5º ed., Civitas, Madrid, 1996, t. I,
Introducción. Teoría del contrato, p. 395.
18
Díez-Picazo, Luis, ob. cit., p. 393. Compulsar también PÉREZ GALLARDO, De la interpretación e
integración contractual, en AA. VV.; Derecho de Contratos, t. I, Teoría general del contrato, Félix Varela,
La Habana, 2003, p. 232. Mosset Iturraspe, Jorge, obra citada, pág.27.
9
de mercaderías (la más exitosa ley material internacional), la prestación de
servicios o los contratos de consumo. 19
El Derecho Internacional privado enseña que el “contacto objetivo” del
contrato que se ha suscrito entre las partes, determina la ley aplicable. Ese
contacto, puede ser jurídico o económico. En el caso del Acuerdo Arbitral del
MERCOSUR la
vinculación
debe
ser “con
algún
Estado
Parte
del
MERCOSUR”20 introduciéndose en el sistema legal el criterio económico
respecto de una figura contractual, que sigue la moderna tendencia en la
materia (vg. el sistema francés).
3. Acuerdos, pactos y convenios.
Opinamos junto a Alterini, que en nuestro Código Civil, la palabra
acuerdo sirve para designar el encuentro de voluntades; algunos autores la
emplean para identificar ciertos negocios jurídicos bilaterales, distintos del
contrato, por ejemplo, la convención colectiva de trabajo o el acuerdo arbitral21.
Más allá del acuerdo, aparecen otras nociones creadas por la doctrina
después de la sanción de nuestro Código Civil, para explicar una variedad de
situaciones que no puede abarcar el concepto de “contrato”. Este es un acto
jurídico bilateral, por cuanto es necesario que se “crucen” dos voluntades
emanadas de centros de interés distintos.
El “acto colectivo” – categoría no receptada por el orden legal argentino sería en cambio, un negocio jurídico unilateral –hay una sola “parte” o centro de
interés (subjetivamente complejo)- puesto que la única parte está compuesta
por varias voluntades que se suman para formar una declaración de voluntad
única. Señalan los partidarios de esta construcción que un ejemplo claro lo
tenemos en la decisión del órgano colegiado de una persona jurídica; la noción
puede también ser empleada para explicar la naturaleza del “contrato” de
19
Para otro tipo de figuras jurídicas, de organización para la administración autónoma de un patrimonio
por ejemplo, las regulaciones legales europeas no aluden a formas contractuales. Como ejemplo se
puede ver la nueva regulación propuesta para las small business europeas.
20
Cfr. Acuerdo sobre Arbitraje Comercial Internacional del MERCOSUR (ley argentina 25.223) en su
artículo 3 apartados 3.b, 3.c , 3.d y 3. e.
21
Para nosotros, el acuerdo o convenio arbitral no es un contrato, sino que posee otros alcances que
explicamos en el trabajo “Un sistema de arbitraje muy positivo para América del Sur” en “El Arbitraje en el
Perú y en el Mundo”, Instituto Peruano de Arbitraje, Ed. Magna, 2008.
10
sociedad que debe relacionarse con el comentario al artículo 1648 del Código
Civil.
Para alguna doctrina civilista argentina, otra figura como el “acto jurídico
complejo” – que no existe como categoría jurídica legal - sería aquel en el cual
la declaración de voluntad de los otorgantes se integra con la declaración de
voluntad constitutiva de otro sujeto. Ejemplo de esta categoría es el
matrimonio, que –otras razones aparte- no es contrato por cuanto a la
declaración de la voluntad de los contrayentes debe adicionarse la voluntad
integrativa del oficial público. Para Llambías, la actuación del oficial público no
integra el elemento voluntario del acto matrimonial sino constituye un requisito
de forma. No obstante no cabe conceptuar contrato al matrimonio, porque lo
esencial de aquella figura es que implica una regulación gobernada en lo
fundamental y sin desconocer las cortapisas legales, por la autonomía de los
particulares lo que no se aplica al matrimonio.22
La pandectística alemana y la teoría normativista de Kelsen coinciden
en que el negocio jurídico tiene eficacia en virtud del poder que el Estado le
concede al individuo.
Siguiendo lo estatuido en Europa, tanto el derecho japonés como los de
Taiwan y Corea han incorporado, plenamente, al doctrina alemana del negocio
jurídico (§ 104 a 113, BGB).
Sin embargo, en tanto el BGB sigue un camino subjetivo, el Código Civil
japonés lo hace desde una perspectiva objetiva (ver su artículo 90), que se
refiere a la nulidad del negocio jurídico contrario al orden público o a las buenas
costumbres.
De Castro y Bravo entiende, citando a Betti, que el negocio jurídico tiene
una doble eficacia y señala: “a) la de título de una serie de derechos,
facultades, obligaciones y cargas o, expresando de otro modo, de fundamento
de una relación jurídica, de creador de una nueva realidad jurídica; b) la de
establecer una regla, con la que se mide la conducta de autorizados y
obligados (lo permitido, lo debido, el incumplimiento); lo que se ha designado
con el término sugestivo, aunque equívoco, de “preceptivo” del negocio” 23.
22
Llambías, Jorge Joaquín – Alterini, Atilio A. “Código Civil Anotado” Tomo III-A Contratos. Abeledo Perrot
1982, págs. 12, 13, 14 y 15. Véase también Obligaciones, t. III, nº 1807, nota 183.
23
De Castro y Bravo, obra citada, p. 32.
11
Igual a lo que se sostiene de la definición argentina de “acto jurídico” 24,
para el negocio jurídico se interpreta que el tradicional esquema de que se trata
de una “declaración de voluntad” no es completamente satisfactoria25. De
Castro y Bravo propone hablar de “conducta significativa” y la necesidad de
referirse a la especialidad de la relación negocial que se crea y a las leyes que
se refieren a ella.
Al negocio jurídico (y al acto jurídico, en nuestro derecho) le es
plenamente aplicable la distinción que los canonistas hicieron del contrato
(causa eficiens) y el vínculo o complejo resultado que el contrato produce (jus,
obligatio, subjectio, conjugium, consortio)26.
El nuevo Código Civil del Brasil no define al negocio jurídico, sino que se
lo nombra, como Título I del Libro III, dedicado a los hechos jurídicos.
No hay definición legal, sino que la ley comienza con la norma del
artículo 104, que se refiere a los requerimientos de la validez del negocio
jurídico:
a) Agente capaz.
b) Objeto lícito, posible, determinado o determinable.
c) Forma prescripta por la ley.
d) Causa fin.
En el artículo 185 (Título II) del nuevo Código Civil brasileño se
establece que a los actos jurídicos lícitos, que no sean negocios jurídicos, se
les aplican las disposiciones del título anterior. El título anterior, precisamente,
se refiere al negocio jurídico (artículo 104 y siguientes).
Este proyecto de Código Civil, ha dicho en su momento Fachin,
siguiendo a Orlando de Carvalho, elimina el tradicional libro de las personas,
propio de los sistemas jurídicos latinos, a favor de una parte general, en la que
las personas se reducen en un mero elemento de la relación jurídica civil, lo
cual aparece criticado27.
La relación base que crea una relación jurídica será en muchos casos,
un contrato, pero no siempre. Hay una multiplicidad de actos jurídicos desde
24
Mayo, en Bueres (dir.) – Highton (coord.), Código Civil, citado, t. 2-B, p. 508, nº6, con cita de Orgaz.
De Castro y Bravo, obra citada, p. 34, nº 33.
26
De Castro y Bravo, obra citada, p. 34, nº 34.
27
Fachin, Sobre o projeto do Codigo Civil brasilero: critica a racionalidade patrimonialista e conceitualista,
“Boletín de Faculdade de Direito”, citado, páginas 129 y ss, y 132.
25
12
los cuales se puede originar una relación jurídica bilateral, trilateral o
multilateral.
Una variante interesante es la creación de centros, sistemas o
plataformas desde las cuales se autogestiona un patrimonio, con mayor o
menor grado de autonomía patrimonial 28, sea que el derecho le reconozca o no
“personalidad jurídica”29.
De modo que creemos que nadie puede dudar en Argentina que es
preciso adecuar la legislación de Derecho Privado, reformando todo lo que
haya que reformar, expresándolo además de manera actual, comprensible, con
un método apropiado30 y atendiendo a las modernas vías en las que se
desenvuelven las relaciones contractuales31.
4. Los contratos innominados.
La noción de contratos innominados aparece por razones de equidad, en
el Derecho Romano. Fue iniciada por Labeón a comienzos del Principado y
desarrollada mucho tiempo después: una convención que no entrare en la
noción de contratos reales o consensuales, si fuese ejecutada por una de las
partes, daba a esta una “actio” especial contra la otra, denominada actio
praescriptis verbis (acción con palabras puestas al principio [de la fórmula]) 32.
En el derecho imperial se reconocen acciones a ciertos “pactos” pero
recién en el Derecho Romano bizantino u oriental se dará a la voluntad
(consensus) un valor más genérico en la fuente contractual, pero no alcanzó a
llegar al derecho moderno, en su posterior desarrollo del ejercicio de la
autonomía de la voluntad33.
Habitualmente
la
mayoría
de
la
doctrina
civilista
identifica
equivocadamente a los contratos que son “nominados” o nombrados por la ley
28
Ejemplificamos con los conceptos de sociedades civiles y comerciales, asociaciones, fundaciones,
consorcios en sus diversos matices, fideicomisos de administración, fondos comunes de inversión y
muchos otros.
29
Nosotros pensamos que los conceptos referidos a la personalidad jurídica, pertenecen al pasado,
aunque también debemos conceder la facilidad y simplificación jurídica que el uso de ellos permite.
30
Rivera, Julio César, “Calificación, integración e interpretación del contrato”, Revista de Derecho Privado
y Comunitario, Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires, 2006, pág. 149.
31
Confrontar, Galgano, “Libertad contractual …”, obra citada.
32
Di Pietro, Alfredo y Lapieza Elli, Ángel Enrique, obra citada, página 282.
33
Di Pietro y Lapieza Elli, obra citada, página 283.
13
con los contratos típicos Estos criterios, que pueden coincidir en algunos
supuestos, son diferentes porque se basan en comprobaciones jurídicas
distintas, según se establecerá en el número 5.
En Roma, los contratos innominados eran los que enunciaban conductas
genéricas de intercambio:
Do ut des
Do ut facius
Facio ut dês
Facio ut facias34
Los contratos nominados son los nombrados o regulados por la ley35. De
otro lado, el caso de los “innominados” revela el permiso legal amplio para
crear formas contractuales nuevas, según lo vaya necesitando el tráfico.
Siempre referidos al cambio o intercambio, que para nosotros es el
núcleo verdadero de la noción, de esta forma, se describían las cuatro
conductas posibles en el sistema jurídico del derecho contractual.
En el Derecho Civil argentino el artículo 1143 del Código, señala: “Los
contratos son nominados, o innominados, según que la ley los designa o no,
bajo una denominación especial”. La nota al pie del artículo dice: “L.5, tít. 6,
part. 5ª. Pothier dice: que esta división exacta en los principios del Derecho
romano, no tiene hoy lugar. Duranton sostiene la división diciendo: que en
cuanto a la acción, los efectos son los mismos en los contratos innominados
que en los que tienen nombre; pero que la diferencia entre unos y otros, en
cuanto a sus efectos posibles y a la extensión de la obligación, no puede dejar
de existir”.
Es de observar que todos los contratos del Derecho Romano fueron
nominados como tales36 y siempre se refirieron al cambio; si bien llegaron a
desarrollar una sólida doctrina clasificando a los contratos (verbis, litteris reales,
consensuales) no alcanzan a distinguir la estructura legal de las sociedades.
34
El nombre de “innominados” lo adoptan los romanistas a partir de la Edad Media, según dice José
Caramés Ferro, en su obra citada, página 387 nota 1. La definición de contrato innominado se refiere a
una convención sinalagmática que se hace obligatoria y se transforma en contrato cuando una de las
partes ha ejecutado su prestación. La acción de estos contratos, al parecer, se debe al jurisconsulto
Labeón quien imaginó la acción que permitía a una de las partes reclamar el cumplimiento de su
obligación o prestación.
35
La ley puede nombrar un tipo contractual sin establecer un sistema o regulación con diferentes efectos.
O bien, puede armar todo un sistema legal de concepto, efectos y variantes, cuando se refiere a un
contrato (ejemplo, la compraventa, que en el derecho argentino está regulada de tres formas diferentes)
36
Hasta que se desarrolla la noción del contrato innominado.
14
Esta omisión en la clasificación de las sociedades e insuficiente
desarrollo de su naturaleza jurídica no significa un desmedro a la ciencia
jurídica de Roma.
Sucede que el desarrollo de las grandes sociedades capitalistas sólo
tuvo lugar mucho tiempo después.
En Roma, la societas era una forma muy sencilla y simple de reunirse
para desarrollar un objeto determinado o indeterminado y tiene cierta lógica
que se hayan incluido como un contrato nominado más.
El Derecho Comercial argentino del siglo pasado, al lograr el objetivo de
unir en una sola figura jurídica a la sociedad básica, elemental o colectiva con
la sociedad de capitales, dio más fuerza a la necesaria salida del sistema
contractual, a las sociedades y sumió a los estudiosos en la dudas al buscar la
figura legal adecuada: por ello se habla de la sociedad como “institución” y de
la sociedad como “contrato plurilateral de organización”37.
5. Los contratos típicos y atípicos.
Los contratos que llamamos típicos (en contraposición con los atípicos),
refieren a la identificación posible y mas o menos cierta del negocio revelada
por el uso reiterado de ciertas formas contractuales, independientemente de
que la ley los estructure o siquiera los nombre. La tipicidad está caracterizada
por el uso constante que hace reconocible al contrato, es decir, puede haber
una tipicidad legal o una social-económica sin que la ley los registre como un
subsistema o simplemente los nombre.
El Proyecto de Código Civil de 1998 escrito en Argentina y que no ha
recibido sanción legal, distinguía otras variantes: contratos discrecionales, con
contenidos predispuestos y por adhesión.
Denomina contrato discrecional a aquel cuyas estipulaciones han sido
determinadas de común acuerdo por todas las partes. Contrato predispuesto es
37
Al respecto, enviamos a nuestro trabajo “Necesidad de una reforma legislativa para un sistema claro,
orgánico y coherente de los entes de organización y autogestión”, en La Ley del 08 de abril de 2009.
15
aquel cuyas estipulaciones han sido determinadas unilateralmente por alguna
de las partes, y contratos celebrado por adhesión es el contrato predispuesto
en que la parte no predisponerte ha estado precisada a declarar su aceptación
o rechazo (artículo 899).
Esta distinción se proyecta fundamentalmente en la fuerza obligatoria.
Los contratos discrecionales obligan como la ley misma, y sus
estipulaciones prevalecen sobre las normas legales supletorias y los usos (en
el Proyecto, el artículo 964).
Los contratos predispuestos obligan de la misma manera, sin perjuicio
de disposiciones especiales que protegen a las partes supuestamente más
débiles(artículo 965). Entre esas disposiciones especiales se encuentra la regla
del artículo 968, que enumera las estipulaciones prohibidas en los contratos
predispuestos38.
Ninguna de estas variantes cubre el concepto de contrato “típico” o
“atípico”.
Como venimos diciendo, la tipicidad de un contrato es la cualidad que lo
hace reconocible por los consumidores, por los operadores o por el poder
regulador de la economía, sea el contrato nominado o innominado. A diferencia
de éstos, los conceptos de típico – atípico no surgen de ningún texto legal, sino
de la doctrina.
Para dar un ejemplo, el contrato de concesión tiene caracteres que lo
hacen socialmente distinguible; lo mismo la franquicia. Son hoy contratos
típicos.
Pero nunca han sido nominados o estructurados por la ley, pese a que
puedan ser fácilmente identificables por sus caracteres comunes, repetidos,
constantes, como por ejemplo, la existencia de más de una empresa pactando
relaciones negociales específicas en las cuales generalmente se involucra
mediante pactos específicos a variantes de la distribución de productos y la
preestructuración del modo negocial.
Son típicos porque no es complejo para el observador (el consumidor,
otro empresario, el abogado, el juez, el árbitro) identificar los rasgos de la
38
Rivera, Julio César, obra citada, págs. 152/153.
16
relación jurídica de la que se trata y aplicar la ley utilizando los métodos
permitidos, para asignarles consecuencias jurídicas.
Los contratos típicos, como los innominados, son de libre creación por
las partes. Pero la condición implícita es que sean verdaderamente contratos,
en el sentido restringido de bilateralidad e intercambio antes explicados.
La formación de centros jurídicos de autogestión patrimonial, no es libre
y ello es correcto porque implican una actuación en el mercado que no se da
solo entre las partes. Esos centros operan con los consumidores, entre los
empresarios y afectan y utilizan el sistema económico establecido por cada
Estado Nacional.
Aunque se predique la libertad en los negocios, estos “centros” tienen
tanta gravitación social que no se les permite operar basados en la libre
creatividad de los ciudadanos y es por ello que las diferentes legislaciones
establecen tipos y regulan con mayor o menos intensidad su aparición en el
mercado de producción, intercambio o consumo de bienes y servicios.
Para finalizar este apartado, diremos que los contratos son establecidos
por la ley o por las partes y los jueces no pueden hacerlo, ya que, como
establece el Código de Comercio argentino en su Título Preliminar, “se prohíbe
a los jueces expedir disposiciones generales o reglamentarias debiendo
limitarse siempre al caso especial que conocen…”
6. La interpretación jurídica.
En otras ocasiones hemos estudiado el tema de la interpretación jurídica
y cuestiones conexas.39
La primera cuestión a dilucidar es qué es, exactamente, interpretar
contratos.
No hay, lógicamente, normas que definan en qué consiste la tarea de
interpretar normas legales o contractuales, pero la jurisprudencia y doctrina
nacionales se han dedicado al tema. En general se ha dicho que interpretar
39
Ver Etcheverry, Raul Anibal “Derecho Comercial y Económico. Obligaciones y contratos comerciales.
Parte General. Capítulo VI- B “Interpretación, integración y rectificación del contrato”, Astrea, Buenos
Aires 1988, páginas 282 a 314.
17
implica dotar de sentido a una expresión40, que es una acción en la cual el
resultado útil es el entendimiento y que consiste en tratar de desentrañar de un
texto legal o contractual sus objetivos y buscar sus fines, siguiendo
tradicionalmente al jurista italiano Emilio Betti (1890-1968)41 y a la escuela
hermenéutica alemana”42.
“Para evitar este tipo de inconvenientes debe comprenderse que ha
habido en el sistema de Derecho Continental Europeo, al que adscribe nuestro
sistema jurídico, tres etapas relativas al razonamiento judicial 43 y que resumen
una evolución”44.
En el lenguaje usual, dice Danz, se entiende por interpretación la acción
que tiende a fijar el significado y el sentido de las manifestaciones de la
voluntad, especialmente de las palabras. El que quiera manifestar al exterior su
voluntad interna necesita valerse de ciertos signos que el mundo exterior su
voluntad interna necesita valerse de ciertos signos que el mundo exterior pueda
percibir; tiene que declarar su voluntad, y esta declaración se efectúa
ordinariamente mediante palabras. Poner en claro estas declaraciones es el fin
de la interpretación45.
Betti, por su parte, afirmaba que “la interpretación que interesa al
Derecho es una actividad encaminada a indagar y reconstruir el significado que
haya de atribuirse a una declaración o a un comportamiento dentro de la órbita
social en que se expresa”.
Para interpretar se requiere precisar: (I) qué se interpreta (objeto), (II)
quién interpreta (sujeto), y (III) cómo lo hace (método).
40
Siguiendo la línea del Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia, 21 ed., página 1181,
que sostiene que interpretar es explicar o declarar el sentido de una cosa y principalmente el de textos
faltos de claridad. Idem, Alegría, Héctor “La interpretación de los contratos en el Derecho Argentino”, La
Ley, 2005-E, 952.
41
Pueden verse, entre otros, los fallos: CNCom., Sala A, “in re” Zaidman, Jorge Alberto c. Sistema de
Protección Médica SA s. ordinario”, del 31.10.2006; íd. Íd., “in re” Rothberg, Oscar Edgardo y otros c.
Porto, Sergio Fabián y otro s. ordinario”, del 31.11.2006; íd. Íd., “in re” Zabuski, Bernardo y otro c. Vismore
Company SA s. ordinario, del 29.02.2008; y la obra de Betti, Emilio, “Interpretación de la ley y de los actos
jurídicos”, Ed. Revista de Derecho Privado, traducción de De los Mozos, Madrid, 1975, página 24.
42
Botteri, José David (h), “La interpretación de los contratos comerciales”, La Ley, del 22/07/2009, página
1.
43
Lo anterior conforme Manuel Atienza, citando a Chaim Perelman, “Las razones del Derecho. Teorías de
la Argumentación jurídica”. Centro de Estudios Constitucionales, página 85.
44
Botteri, José David (h), “La interpretación de los contratos comerciales”, obra citada, página 1. Danz, E.,
“La interpretación de los negocios jurídicos”, trad. de W. Roces, Reimp. de la ed. de Madrid, Librería
General de Victoriano Suárez, 1926; Gadamer, “El círculo hermenéutico”, trad. de Arturo Parada, Cátedra,
Madrid, 1995.
45
Danz, ob. cit., p. 3.
18
El objeto de la interpretación en este trabajo, es el acto jurídico y los
contratos (y dentro de estos, nos han encargado la interpretación de
innominados y atípicos); pero también se interpretan otros sistemas legales, las
leyes aplicables y las conductas de los contratantes. La norma especial (el acto
jurídico) quedará subsumida en la norma general (ley imperativa o supletoria);
a su vez, la norma (general y especial) tiene por objeto regir conductas
humanas en interferencia intersubjetiva. En consecuencia, objeto de la
interpretación es el acto como declaración de voluntad, pero lo son también las
normas jurídicas que le son aplicables, convalidantes, supletorias o
rectificativas, que a su vez forman parte de un ordenamiento jurídico.
En cuanto a los sujetos, la interpretación del contrato puede ser
autónoma (cuando es realizada por las mismas partes) o heterónoma (cuando
lo hace un tercero). En una causa judicial, cuando las partes no están de
acuerdo con el sentido de las cláusulas contractuales o reglas establecidas por
ellas, la interpretación autónoma se traslada necesariamente a la heterónoma.
En el common law, el tema se enfoca como natural y propio de la función
judicial; consecuentemente, las facultades del intérprete son amplias; para
referirse a las lagunas, se habla indistintamente de gaps, unprovide cases o
cases of first impression, que el juez está autorizado a suplir46.
Antes de entrar a analizar la problemática interpretativa, veamos los
sujetos de la interpretación.
El primero que interpreta es la propia parte contratante; ella sabe qué
negocio quiere o quiso concluir y también cree saber, si tal o cual contrato le
conviene, por diversas razones, no todas necesariamente económicas. Las
partes son, en definitiva, quienes deben hacerse cargo de los vínculos
obligacionales que contraen.
No siempre la parte recurre a los servicios de quienes saben. Cuando la
parte actúa sola, trata de expresar por cualquier medio contractual (actos,
actitudes, entregas, omisiones, fórmulas escritas, contratos completos) lo que
desea o lo que pretende -aunque no lo desee- de acuerdo a sus circunstancias
personales y particular situación por la que pasa su existencia.
46
Mosset Iturraspe, Jorge, obra citada, págs. 25/26.
19
Esto también se aplica a los sujetos colectivos y a las grandes empresas
económicas unipersonales, aunque en general, ellas tienen asesoramiento
calificado.
Las partes pueden derivar la interpretación a un tercero, a otro contrato o
instrumento; o nombrar árbitros o amigables componedores, para que
interpreten contratos y conductas y luego lauden en los temas controvertidos.
Por otro lado, interpretará el contrato o "acto jurídico vinculante", el
profesional que tenga la tarea de redactarlo, o sea consultado al respecto
(contador, abogado, escribano, procurador). Esta interpretación profesional se
dará con diversas particularidades: la propia de quien debe trasvasar a normas
legales los deseos de las partes; la de quien lee una redacción ajena para
aconsejar conductas, y finalmente, para los abogados, la interpretación que
sostendrán e intentarán probar, ante el juez (esta última deberá tener en cuanto
lo que Alf Ross llamaba la interpretación de los tribunales).
El juez o el árbitro, es otro de los intérpretes; según algunos autores el
más importante; ello se da cuando entre las partes existe desacuerdo y se pasa
a una contienda judicial o arbitral.
Va de suyo que la tarea judicial será diversa en un sistema de
precedentes o en donde la ley es la principal fuente reguladora47.
El juez o el árbitro realizarán la tarea interpretativa que tendrá valor
decisorio. Sólo se admitirá la interpretación en tercera instancia, para
supuestos excepcionales, por lo que los tribunales de grado serán los actores
principales de la tarea interpretativa. El juez del Derecho Codificado, posee
normas directrices cuya inobservancia puede serle reclamada en casación 48.
Sobre la misión del juez, resulta útil transcribir la opinión de
Fredmann49:"La misión del juez moderno es cada vez más complicada.
Difícilmente ninguna decisión importante podrá hacerse sin una cuidadosa
evaluación de los valores e intereses antagónicos”.
“La suerte del juez democrático es más pesada y más noble. No puede
rehuir el peso de la responsabilidad individual, y me permito decir que los
47
Actualmente, pareciera que ambos grandes sistemas legales se acercan, porque en los países del
common law se dictan crecientemente leyes generales; en el derecho continental, muchas reglas dejan
paso a una abierta solución de equidad o de razonabilidad.
48
Conf. SC Buenos Aires, AC 24.055, 21.575 y 22.623 del año 1977.
49
Friedmann, W., “El derecho en una sociedad en transformación”, Fondo de Cultura Económica, Mexico,
1966, página 78.
20
grandes jueces, a diferencia de los meramente competentes, han sido los que
tomaron sobre sí aquel peso e hicieron de sus fallos un reflejo todo lo articulado
posible de los conflictos que tuvieron ante sí. No descartan las técnicas del
derecho, pero saben que por sí solas no dan solución a los conflictos sociales
de los cuales la ley es un reflejo inevitable. Vivimos en una época de
incertidumbre y peligros, época en que no es sino demasiado tentador tratar de
escapar a la responsabilidad de decidir acudiendo a alguna clase de mitología.
Millones de seres humanos han sucumbido a los sistemas autoritarios de
gobierno o a fórmulas emocionales que ayudan a absolver al individuo de la
necesidad de decidir y de la responsabilidad moral y que ofrecen un modo de
escapar a los duros hechos de la vida. En la administración del derecho
también es tentador buscar un modo de rehuir el peso de las decisiones. El
derecho debe aspirar a la certidumbre, a la justicia, al progreso, pero esos
objetivos constantemente están en conflicto uno con otro. Lo que nos han
enseñado los grandes jueces y los grandes juristas no es un conocimiento
infalible, ni una respuesta cierta para todos los problemas jurídicos, sino la
percepción de los problemas de la sociedad contemporánea y la aceptación del
peso de las decisiones que ninguna suma de conocimientos jurídicos técnicos
puede quitarnos de encima".
¿Qué encuentra el juez en materia contractual? Generalmente los
pleitos, en alto porcentaje, se originan en fallas documentales; oscuridad de
expresiones, frases o ideas incompletas, variantes no previstas, conductas
insuficientemente objetivadas en el documento que resultan contradictorias,
errores de hecho y de derecho.
Frente al contrato, el juzgador o el árbitro tendrá la tarea interpretativa que no es la única a su cargo, por supuesto- y deberá desarrollar esa creaciónconstrucción del derecho, a que se refería Ross 50.
Es muy ilustrativo transcribir una nota de este autor, donde reproduce las
palabras de un juez:
"Las observaciones siguientes, hechas por el juez Bernard Botein 51,
ilustran la función constructiva del juez, aunque se atienen a la ficción de que el
juez sólo "conforma" el derecho: "El juez indaga primero en los hechos, luego
50
51
“Sobre el derecho y la justicia”, página 105 y siguientes.
Trial Judge, 1952, 52. Trial Judge, 1952, 52. Trial Judge, 1952, 52,
21
indaga en el derecho y por último escudriña su alma. Si las tres pesquisas
apuntan en la misma dirección, su tarea será fácil, pero si divergen, no podrá ir
muy lejos.
"Las leyes no están hechas para ser violadas por los jueces, pero en
manos sensibles ellas poseen una cierta tolerancia elástica que les permite
ceder para hacerse cargo de una situación especial. La ley rebotará (snap
back) si es apretada demasiado por un juez insensible que la maneje con
violencia. Puede ser deformada por un juez impulsivo.
"El juez experto conformará la ley dentro del ámbito de tolerancia de ella,
para adecuarla a los perfiles del caso particular. El juez preciso y minucioso no
verá esos perfiles, cegado por la rígida severidad de su plomada" 52.
En último término, existe otra variante, la llamada interpretación
auténtica53, que se materializa en un documento adicional, suscripto por las
mismas partes, que intenta llevar certeza al negocio y tranquilidad a los
contratantes. Respecto de ella, nuestra práctica señala la evidencia que a
veces, esta pretendida aclaratoria introduce un verdadero y nuevo factor de
perturbación y confusión en el negocio jurídico.
La interpretación no puede eximirse de involucrar ideas que no son
separables sino teóricamente. Como acto volitivo, racional y de esfuerzo
intelectual para entender actos y actitudes ajenas, gravitarán sobre el intérprete
los diversos principios generales del derecho, las reglas de integración de la
voluntad, las prohibiciones o ilicitudes declaradas por el ordenamiento,
7. Principales reglas de interpretación de actos jurídicos y
contratos en el Derecho Argentino.
Quienes actúan en el mercado de producción, intercambio y distribución
o provisión de bienes y servicios, es decir, los consumidores, los productores,
52
Transcripto del libro de Alf Ross, citado en nota 50; el comentario figura en la página 146, nota 2.
Carnelutti, “Sistema de derecho procesal civil” volumen II, página 105; este autor se ocupó
reiteradamente de este tema en numerosos trabajos.
53
22
los intermediarios, los proveedores, los agentes comerciales independientes,
los restantes empresarios, los operadores jurídicos, los profesionales de la
justicia (jueces, abogados) y los intérpretes científicos tales como académicos y
profesores de derecho, producen reglas jurídicas y establecen relaciones de
derecho, a partir de actos, contratos, acuerdos y sistemas de autogestión
patrimonial, que generalmente se manifiestan por escrito y que, habitualmente
deben ser interpretados.
Como señala Umberto Eco54 ningún texto puede ser interpretado
conforme a la utopía de encontrar un sentido autorizado, definido, original y
final.
En todo caso, se llegará a resultados cercanos o próximos a lo que las
partes concibieron establecer.
Nietzsche negaba la existencia de los hechos y sostenía que no habia
hechos – y si los hubiera, serían de mera interferencia formal -; para el filósofo,
todas eran interpretaciones. Su teoría sostenía que las interpretaciones, daban
lugar a otras interpretaciones, en una serie de potencia infinita, con una validez
cada vez más difusa que remataría en el ángulo lineal o de 180 grados.
El sistema de derecho en el mundo, ha sido diseñado con herramientas
que permitirían acercarse a la interpretación de las partes, para posibilitar la
aplicación de la norma legal. La exégesis jurídica indica como el método mas
seguro, el de la llamada “interpretación auténtica”, que es aquella que efectúa
el autor de la regla de derecho, sea ley, contrato o sentencia. Pero esta forma
de interpretación, ni siempre es posible, ni se da frecuentemente. De ahí que
haya que recurrir a los distintos métodos y a las diversas variantes en la
interpretación jurídica que no son aplicables a otras ciencias, el arte, la
sociología y la política.
El sistema de derecho privado argentino tiene principios establecidos
para la interpretación y por ello incorpora una serie de reglas que, en su mayor
parte, se encuentran en el Código de Comercio. Así, el artículo 217,
complementado por los artículos 218, 219 y 220, son un conjunto de guías para
el intérprete. Este sistema se complementa con ciertas reglas que contiene en
54
Eco, Humberto, “Los límites de la interpretación”, Lumen, Barcelona, 1998, página 10.
23
Derecho Civil. Se utilizan esas reglas en tanto sean necesarias, juntas,
combinadas o en la medida en que sea necesario hacerlo según el caso.
Se aplican a todo el derecho privado merced al artículo 16 del Código
Civil, el que reenvía al sistema mercantil: ésta forma una unidad en virtud de lo
que disponen el Título Preliminar I y el artículo 207 del Código de Comercio55.
Estas reglas no tienen un orden jerárquico como algunos autores han
opinado, sino que se emplean según el caso a resolver y en ese supuesto,
tanto los casos de Derecho Civil como del Comercial se interpretan con la
utilización de unas u otras, según se considere necesario. El proceso mental de
interpretar, no deja tampoco de lado las bases éticas que exige el
ordenamiento y los principios generales del derecho.
Siempre teniendo en cuenta las bases del derecho y las grandes líneas
éticas que tienen como destinataria a la conducta humana. Por su lado, el acto
o contrato debe ser, básicamente, el resultado de la libre voluntad de las
partes, expresadas según las condiciones de las mismas en circunstancias
precisas de tiempo y de lugar.
Se menciona la prevalencia de la interpretación legal por sobre la
voluntad de las partes. Hay autores que se pronuncian en contra.
Mas constructiva nos parece la posición unitaria, que propicia la
asimilación de ambas funciones y argumenta del siguiente modo:
(I) El contrato es la ley para las partes, por lo que no pueden haber
entre ambos tipos de interpretación diferencias sustanciales.
(II) La oscuridad del texto contractual, al igual que la de la ley, no
dispensa al juez de resolver56. Vemos así que las cuestiones son las
mismas, hay paralelismo, sólo que responden a otros nombres; así,
por ejemplo, el problema de la regla cessante ratione lex cessat lex
ipsa, en materia contractual se presenta bajo la llamada cláusula
rebus sic stantibus; la cuestión de lex posterior derogat anterior,
corresponde a la del alcance de la novación, etcétera.
Existe una teoría intermedia, a la que adhiere, entre otros, el maestro
español Luis Díez-Picazo, que no niega la utilidad de la tesis unitaria, razón por
55
V. CNEspecial Civil y Comercial, sala 4º, 23/02/1977, en autos “Policano c. Salco, Soc. en Com. por
Accs”, en Rep. La Ley, XXXVIII, A-I, p. 395, sum. 102.
56
El art. 15 del Código Civil argentino dice: “El juez no puede dejar de juzgar bajo pretexto de silencio,
oscuridad o insuficiencia de las leyes”.
24
la cual propugna la aproximación de la interpretación del contrato a la de la ley,
pero
entiende
que
las
diferencias
marcadas
impiden
una
absoluta
equiparación57.
Es sabido el del artículo 904 del Código Civil argentino, según el cual el
contrato se integra con: a) Las normas indisponibles, que se aplican en
sustitución de las cláusulas que sean incompatibles con ellas; b) las normas
supletorias; c) los usos y prácticas de las partes. Su base es el principio de
conservación del contrato y no es ajena a nuestro Derecho, pues los jueces la
aplican, por ejemplo, cuando reducen los intereses lo cual existe desde
siempre en materia de locación de cosas58.
El Proyecto de Unificación de la Legislación Civil y Comercial de 1987,
en su artículo 1155 establecía, en términos generales, que: “El contenido del
contrato se integra con: 1º Las normas imperativas, que se aplicarán en
sustitución de las cláusulas que fuesen compatibles con ellas. 2º Las normas
supletorias. 3º Los usos y costumbres del lugar de celebración, en cuanto
fuesen aplicables”.
En las relaciones de consumo, declarada la abusividad de una cláusula,
el operador puede integrar el contrato, empleando sucesivamente:
a) Las normas imperativas, en sustitución de las cláusulas que no sean
compatibles con ellas;
b) Las normas supletorias;
c) Los usos y costumbres;
d) En general, lo que resulta de la regla de la buena fe59.
Todas estas herramientas legales pueden utilizarse de diversos modos.
Así, se habla de la interpretación típica o individual; objetiva y subjetiva y
otras60.
Ellas deberán emplearse según se tengan en cuenta los criterios
existentes en torno al contrato: teoría de la voluntad, de la declaración, de la
confianza, de la responsabilidad61.
57
Mosset Iturraspe, Jorge, obra citada, págs. 28/29.
Rivera, Julio César, obra citada, pág. 158.
59
Lorenzetti, Ricardo, “Tratado de los contratos” Rubinzal Culzoni, Buenos Aires, p. 461. Cfr. también
Andrada, Alejandro Dalmacio, “Calificación, integración e interpretación del contrato”, Revista de Derecho
Privado y Comunitario, Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires, 2006, pág. 184.
60
Betti, “Teoría General …”, obra citada, página 254/255.
61
Scialoja y otros autores que cita Betti: “Teoría General …”, obra citada, página 256, nota 20.
58
25
Estas reglas pueden utilizarse en conjunto o separadamente. Si bien a
primera vista aparecen como criterios excluyentes, en ocasiones los jueces,
frente a supuestos fácticos concretos, armonizan dos directivas legales que se
encontraban en aparente contradicción.
Aunque este trabajo está limitado a la interpretación en caso de
contratos innominados y típicos – atípicos, es preciso partir de las reglas
generales. Por ello presentaremos una síntesis del modo de interpretar
argentino, que no es diferente del de los países de la región y que parte, en su
análisis, de las siguientes bases:
7.1. La voluntad de las partes contratantes
El precepto se halla en nuestro Código de Comercio, artículo 218, inciso
1º; proviene del texto de Papiniano (D. 50-16-219), el cual, luego de pasar por
la pluma de Pothier llega al Código Civil francés (art. 1156) y a los dos Códigos
italianos (artículo 1131, año 1865 y artículo 1362, del actual vigente).
Según la ley, se buscará la intención común, que no es ni la literal, ni la
subjetiva, ni tampoco la intención de cada parte, sino el fruto de la coincidencia
de voluntades: la expresión armónica de ellas: el resultado lógico que resulta
de esa fusión de intereses y necesidades..
Si bien es cierto que se ha desarrollado la dogmática en el sentido de
integrar esa voluntad, el punto de partida de la interpretación en nuestro
régimen, parte del acuerdo visible logrado, del significado de esas voluntades
instrumentadas, de lo escrito por las partes en el contrato.
No es ocioso señalar que, cuando mejor estén expresadas las ideas, las
obligaciones, los deberes, en forma clara y directa, sin omisiones o elipsis, más
fácil será la interpretación del contrato y también su cumplimiento y su
ejecución.
Son excepción a estos principios, los llamados “contratos forzosos” que
se forman excepcionalmente en circunstancias inevitables (es ejemplo típico, el
contrato forzoso de utilización de una pista de aterrizaje, cuando éste lo es de
emergencia.
7. 2. La calidad de los sujetos
26
Las cualidades personales de los sujetos contratantes, tienen alta
importancia en la interpretación y se relacionan con el punto anterior, ya que se
atenderá no solo a la personalidad sino a la forma o modo de expresión de
diversas personas físicas de desiguales condiciones intelectuales, psíquicas y
culturales.
No es lo mismo interpretar la voluntad de una persona de escasa
instrucción, de un comerciante, de un universitario, de un abogado, del
representante de una empresa mercantil. Será el intérprete quien deba dar el
alcance debido a sus manifestaciones concretas.
Al considerar un contrato perteneciente a la gran empresa económica,
será preciso distinguir a la organización que cuenta con excelentes asesores,
de la pequeña o mediana empresa, que en muchas ocasiones no los posee.
Distinto será interpretar un contrato redactado por el mismo empresario,
por un asesor no profesional, o el hecho por un letrado..
La regla implícita en cuanto a los sujetos, será también apreciada desde
el punto de vista de la responsabilidad por la labor que cada uno desempeña.
Es aplicable en lo inmediato lo que dispone el artículo 902 del Código Civil, que
obra como una genérica pero clara advertencia dirigida a pautar conductas 62.
8. 3. El obrar de los sujetos
Todas las personas tienen una responsabilidad jurídica en sus actos que
constantemente es evaluada en los estrados judiciales. El Código Civil
argentino señala que “cuanto mayor sea el deber de obrar con prudencia y
pleno conocimiento de las cosas, mayor será la obligación que resulte de las
consecuencias posibles de los hechos” (artículo 902).
Los sujetos actuando, es decir, sus conductas, deben ser sometidas al
análisis legal antes, durante y después del acto vinculante. El artículo 218,
inciso 4º del Código de Comercio argentino, alude a la dimensión temporal y en
62
Observemos cómo el ordenamiento crea una familia de conceptos afines: no cabe duda de que el
artículo 59 de la ley de sociedades comerciales argentina, procede del 902 del Código Civil. Al respecto,
estas normas dicen:…..copiar las dos
27
ella, a los hechos posteriores de los contratantes. Ello es acertado y tiene
significado, ya que la conducta posterior es relevante; una vez suscripto el
acuerdo, lo que las partes hagan, hará revelar qué desearon establecer en el
contrato63.
Para eliminar la mala fe, es preciso distinguir entre conducta posterior
continuadora e integradora del convenio y conducta reticente o elusiva que se
halla rayana en la mala fe. Por ello se ha dicho que la conducta posterior de las
partes no puede cambiar la naturaleza del contrato64. Salvo, claro está, que el
acuerdo se modifique por otro, celebrado por las mismas partes.
Respecto de la conducta preliminar o anterior al negocio, deberá
descartarse lo accidental tomándose las líneas esenciales que concurren a la
formación de aquél. Cuidadosamente tiene que contemplarse el posible cambio
que una o ambas partes pueden haber operado en sus exigencias y deseos,
allanándose a la suscripción final de un documento que no contemple sus
primitivas aspiraciones.
Los actos contemporáneos complementarios al negocio pueden ser de
útil confrontación si se desea explorar la verdadera intención del sujeto
contratante65.
7. 4. El tiempo, el espacio, el entorno social
El lugar, los usos, el tiempo y el ambiente en que ocurre el contrato, son
factores del medio que deben tenerse fundamentalmente en cuenta a la hora
de interpretar un contrato, una cláusula o ciertas enunciaciones.
El Código Civil argentino menciona, para interpretar la culpa del deudor
en el cumplimiento de las obligaciones, la “naturaleza de la obligación” y las
circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar (artículo 512).
Los artículos 218, inciso 6º y 217 del Código de Comercio, aluden
parcialmente a estos factores: Estas pautas pueden ser extendidas por los
intérpretes según concurran otras circunstancias.
63
CNCiv., sala C, 5/05/1977, “in re”: “Freijoo c. Merin SA”, Ver. La Ley, t. 1978-B, página 651, fallo
34.537-S): CNCom., Sala A: 16/10/1978, en autos “Grasso c. Talleres Ind. Vozza SA”.
64
CNCom., Rev. La Ley, t. 63, página 728.
65
CNCiv., sala E, 29/07/1977, caso “Laposky c. Zelentcher”, en Rev. La Ley, t. 1978-D, página 485.
28
Estos caminos legales sirven para interpretar estados de necesidad,
cláusulas con diverso valor en una ciudad o región que en otra; el entorno
social general del acto que nace es de fundamental importancia para lograr
aprender la obligación que se ha querido explicitar; ello debe considerarse in re
ipsa.
Un interesante fallo de la Cámara Federal de Mendoza 66 apartó los usos
y costumbres en la interpretación de un contrato "tipo" que a su vez se
distanció notablemente en su redacción de lo habitual en circunstancias
similares. Ahí se ve la flexibilidad necesaria que deben tener ciertas reglas de
hermenéutica contractual, cuando el intérprete las aplica.
9. 5. Las declaraciones
Las formas están tratadas directas indirectamente por la ley y ella las
establece (artículo 973 y siguientes del Código Civil argentino).
La regla esencial y central en nuestro derecho en estos temas, que
anuda conducta con actos, es la que establece en la primera parte del artículo
1198 del Código Civil argentino: “Los contratos deben celebrarse, interpretarse
y ejecutarse de buena fe y de acuerdo con lo que verosímilmente las partes
entendieron o pudieron entender, obrando con cuidado y previsión”
Tanto la voluntad objetivada como las expresiones del contrato o acto
vinculante, no pueden tomarse aisladamente 67. Ellas tienen sentido en función
del texto total del convenio (artículo 218, inciso 2º del Código de Comercio
argentino): el significado de las palabras68 debe atender al sentido que le da el
uso corriente del lugar y medio en que se vierten (artículo 217, Código citado).
Es importante tener en cuenta el valor de la declaración de voluntad y
son numerosos los casos de jurisprudencia donde se aplica una interpretación
selectiva69.
66
Las
declaraciones
de
voluntad,
previa
constatación
del
CFed. Mendoza, caso “López Migueles c. Sasetru SA”, publicado en Rev. La Ley, t. XXXVIII, A-I,
página 394, sum. 97.
67
La CNCiv., sala E, 31/12/1976, por el primer voto del doctor Cichero, puso de resalto la unidad vital de
todo el contrato, en vez de considerarlo una mera yuxtaposición de reglas (publicado en Rev. La Ley, t.
1977-C, página 182).
68
V. las aclaraciones a los estudios de Ross, de López de Zavalía, en su obra citada, página 244 y
siguientes. Conf. también el fallo de la CNCiv., sala C, 15/12/1977 “Cohen c. Editorial Intermédica SA”,
Rev. La Ley, t. 1978-B, página 339 y el voto del doctor Plíner en la C1ºCC de Bahía Blanca, fallo 31.437,
Rep. La Ley, t. XXXIX, A-I, página 389.
69
V. el famoso caso Singer, en Zavala Rodríguez, C. J., “Código …”, t. I, página 252.
29
discernimiento, intención y libertad, deben medirse primero objetivamente pero
esta objetivación, no debe conducir a situaciones de mala fe. El principio de la
buena fe, que tanta utilidad tiene al ser desarrollado por la dogmática 70, impera
sobre la simple explicitación objetiva de la voluntad.
Será importante que el abogado, el juez o quien sea el intérprete en
cada caso, sea prudente y precavido en la aplicación de estos principios de
hermenéutica contractual.
La interpretación de la voluntad declarada (es tradicional distinguir entre
voluntad e instrumentación de tal voluntad), surgen otras reglas aplicables a la
moderna contratación mercantil en la cual es común que se exterioricen
choques de previsiones contractuales71; así, se habla de cláusulas especiales y
generales; impresas y mecanografiadas.
10. 6. El fin práctico del acto o contrato
Una pregunta común es referirse a la razón por la cual las partes
contrataron, qué buscaban, cuáles eran sus objetivos y deseos. De este modo
se obtiene el sentido de su conducta, y apreciar al menos por aproximación,
cuál ha sido el impulso interno o externo que las condujo al contrato.
También resulta importante indagarse conjuntamente cuál es el fin
económico que persiguieron72.
Si bien no es sencillo penetrar a la verdadera naturaleza volitiva, sí se
podrá advertir una general inclinación hacia un objetivo global; ello será
suficiente para ilustrar al intérprete y animarlo a construir una interpretación útil
y cercana a la verdad.
7.7. La naturaleza del acto
Básico será saber qué negocio se propusieron las partes hacer. Cuál es
su naturaleza jurídica y dentro de ella, sus grados. Según Le Pera73 al
determinarse la naturaleza jurídica de un contrato, se sabrá todo el sistema de
70
Betti, E., “Teoría general de las obligaciones”, t. I, cáp. V, página 69 y siguientes.
Fargosi, H. P., “Sobre los contratos con cláusulas predispuestas”, Rev. La Ley, t. 1976-A, página 566.
72
Llambías, obra citada, núm. 1557.
73
Le Pera, S., “La naturaleza jurídica”, Buenos Aires, 1971; en especial el cáp. IV, p. 71 en adelante.
71
30
reglas aplicables al mismo. De allí la importancia de acertar con la naturaleza
jurídica.
Dentro de una institución específica, pueden darse situaciones no
queridas (v. gr., se pretende crear una sociedad colectiva y se forma una
irregular) o incurrir en la elección de subtipos legales no buscados por alguna
de las partes.
El Código Civil de Colombia (artículo 1621) regula el tema con la
importancia que merece; nuestra normativa no contiene regla expresa, mas la
necesidad de ubicación de la naturaleza del acto, puede considerarse implícita
en nuestro sistema de derecho escrito.
7.8. Validez
Solo la ley puede establecer causas de invalidez para los actos jurídicos,
lo que incluye a los contratos (Código Civil argentino artículo 1037, que impide
a los jueces establecer otras causas de invalidez distintas a las previstas por la
ley).
El principio de validez contractual surge de la ley: tanto el Código Civil
argentino que establece reglas generales, como el artículo 218, inciso 3º del
Código de Comercio; tienen correlato lógico para todo el derecho. Los actos
nacen para ser cumplidos, para producir efectos, para que se mantengan vivos
y no se anulen. Es el principio del "máximo significado útil" del contrato74.
Toda la corriente legislativa moderna, se dirige a validar los actos,
aliviando crecientemente las causas nulificantes que impiden la producción
parcial o total de efectos jurídicos. Un ejemplo de ello lo tenemos en las
regulaciones de las sociedades comerciales modernas 75.
La conservación de los actos jurídicos puede conceptuarse como un
principio general del derecho, reconocible en innumerables normas dispersas,
tanto en el Código Civil como en normas mercantiles.
7. 9. El "favor debitoris"
74
Spota, “Contratos”, vol. II, ps. 102 y siguientes.
Conf. mi trabajo “Sociedades comerciales: replanteo doctrinal de los efectos de su acto creativo"
(Separata 64) en Revista del Derecho Comercial y de las Obligaciones, número extraordinario de 1978, t.
II, página 13.
75
31
Este es un principio que tiene como origen aquel poder abusivo del
acreedor, en el viejo derecho. Presupone la debilidad de los deudores y como
esto ya no es lo común en la actualidad, aparece para nosotros, como una
regla obsoleta.
Ya no aparece justo en las relaciones bilaterales, porque si ambas
partes deben cumplir prestaciones, no habría por qué liberar al deudor. Y ello
sin contar con que deberíamos primero dilucidar quién es el deudor en un
contrato bilateral.
Ciertos Códigos y la doctrina, se inclinan por aceptar su aplicación
solamente para los contratos gratuitos, excluyendo á los onerosos: así, el
Código Civil español con su regla en el artículo 1289; el italiano (artículo 1371);
el mexicano (artículo 1857) y el portugués (artículo 1866).
El uso literal de esta cláusula puede subvertir la buena fe en las
relaciones bilaterales. Por ello, la solución preferible es la del derecho
comparado: si el contrato es a título gratuito, ha de ser interpretado en el
sentido menos gravoso al obligado; si es oneroso, su interpretación correcta
atenderá al sentido que satisfaga lo más adecuado a los intereses de las
partes. Siempre estarán los jueces para corregir otras situaciones en las cuales
aparezcan injusticias.
11. 10. Onerosidad
La ley argentina señala que los actos de los comerciantes se presumen
siempre onerosos (artículo 218, inciso 5º, Código de Comercio). Este principio
no ofrece dificultades para el comerciante individual, y difiere del régimen civil
(confrontar los artículos 1139 y concordantes del Código Civil); es de frecuente
aplicación por los tribunales.
En los negocios, actos y transacciones, la onerosidad se entendió
siempre como un rasgo netamente mercantil. Pero, las cosas han cambiado,
porque existe un derecho que podríamos llamar "patrimonial" que supera las
fronteras del Derecho Comercial y aun excede las del derecho privado.
El derecho de las sociedades comerciales no establece la onerosidad o
el fin económico como la pauta divisoria, sino que es el tipo el que permite la
distinción (artículo 1º, ley 19.550). Las sociedades no son "comerciantes" ya
32
que sólo son comerciales, que no es lo mismo. Ellas realizan actos civiles o
mercantiles; pueden tener un objeto civil, comercial o el correspondiente a una
asociación. Por ello, esta presunción sólo cabe para el comerciante individual.
7. 11. Otras reglas
De modo general, podemos advertir que son muchas las reglas que
directamente o de modo indirecto, ayudan en la tarea interpretativa. Un
ejemplo, es el texto del artículo 219 del Código de Comercio y otro, el del
artículo 220 del mismo Código. Ellas se aplican en el uso judicial corriente.
Hay que agregar, la naciente cantidad de "normas de hecho" que
aparecen en base a principios lógicos aplicados a soluciones nuevas del
derecho. Esto se advierte, como he dicho antes, en el Derecho Mercantil con
especial referencia a la nueva contratación masiva (contratos en masa,
formularios, con cláusulas predispuestas, autorregulatorios) y en especial, si la
contratación es internacional, a la cual se aplicarán los principios de la lex
mercatoria, entre los cuales merece citarse los Principios Unidroit para los
contratos internacionales76.
La legislación italiana, v. gr., contiene una regla que dispone que, frente
a los contratos normativos o con cláusulas predispuestas, en caso de duda se
estará en favor de la parte que tuvo menor injerencia en la preparación del
acuerdo (artículo 1370) regla común cuando se pautan contratos con
condiciones predispuestas en todo Occidente.
Muchos tribunales del país han aplicado esta presunción de parte más
débil en casos de contratos de adhesión, contratos tipo o formularios, pólizas
de seguros.
No debe olvidarse el caso de ciertas cláusulas expresas que las partes
incorporen a sus contratos. Por ejemplo, una previsión especial sobre
resolución, prevenciones interpretativas o acuerdos especiales, como la
previsión del arbitraje en caso de dificultades de interpretación y cumplimiento.
Con respecto a disposiciones contradictorias entre cláusulas impresas y
manuscritas, también existen fallos que dan alcance preferente a las
76
Galgano, Francesco, obra citada.
33
segundas77; cosa similar ocurre entre cláusulas generales y especiales y
disposiciones impresas contra otras mecanografiadas.
Aparece como altamente conveniente en el tema, maguer una reforma
total en materia contractual, una nueva formulación legal tendiente a otorgar
reglas más ciertas que lleven a aventar dudas entre el primer intérprete, que es
el profesional asesor y el último, el juez. Si bien es imposible -y no sería
conveniente- que la ley intentase prever todos los casos, aparece de necesidad
manifiesta, contar con nuevas herramientas legales directas que lleven a la
justicia contractual.
7. 12. Patrones de interpretación vinculados a la interpretación
modificativa del contrato.
Ya fuera del proceso intelectual de interpretación, hay un proceso que se
produce en el intérprete, y es el que implica la aplicación de las reglas
provenientes de los principios generales del derecho.
Uno de ellos es el principio de la buena fe, que ha alcanzado validez y
jerarquía internacional y, a pesar de que el derecho argentino parece
incorporarlo solo al sistema contractual (artículo 1198 Código Civil) la doctrina
lo vincula a cualquier acto jurídico que se celebre en el derecho estableciendo
efectos vinculantes interpersonales.
También los intérpretes incluyen el sinalagma como principio contractual,
en tanto se entiende que el contrato debe contener un cambio o intercambio de
prestaciones equivalentes. Si no se da, las partes puedes recurrir al argumento
de la falta de equilibrio de las prestaciones pactadas, lo que lleva a darle otra
interpretación al contrato,
Una variante es la aplicación de la teoría de la imprevisión, materializada
normativamente en el artículo 1198 del Código Civil.78
77
CNCiv., sala C, 24/11/1976, “in re”: “Ramírez de Critelli c. Lapetina”, en Rev. La Ley, t. 1977-D, página
253.
78
El artículo 1198 del Código Civil argentino, en su párrafo segundo, dice: “En los contratos bilaterales
conmutativos y en los unilaterales onerosos y conmutativos de ejecución diferida o continuada,
si la prestación a cargo de una de las partes se tornara excesivamente onerosa, por
acontecimientos extraordinarios e imprevisibles, la parte perjudicada podrá demandar la
resolución del contrato. El mismo principio se aplicará a los contratos aleatorios cuando la
excesiva onerosidad se produzca por causas extrañas al riesgo propio del contrato”.
34
Por fin, la lesión es una corrección contractual que se materializa en la
descripción normativa de una nulidad del contrato, que se basa en quien
explota la necesidad o desconocimiento o ligereza de una parte, en su
beneficio. Ella está regulada dentro de las correcciones, modificaciones o
anulaciones, parciales o totales del contrato, cuyo ejemplo es el artículo 954 del
Código Civil Argentino.
12. Reglas adicionales para los contratos innominados.
El contrato innominado es aquél que las partes celebran libremente,
apartándose de los modelos legales conocidos o nominados por la ley. Se trata
de una creación libre, absolutamente posible en el caso de contratos de cambio
y no es permitida en general (a veces solo hay posibles cambios en partes del
contrato) en los sistemas jurídicos de autogestión patrimonial.
El primer paso de esta interpretación, será identificar cual es el contrato
mas parecido al celebrado, para aplicar las reglas de analogía en cuanto se
pueda, vinculando el contrato desconocido con alguno de los regulados por la
ley.
La función de quien los interpreta, asesor legal, juez o árbitro, es mayor
en estos contratos que solo las partes construyen. Primero, se verán los límites
legales
de lo que las partes quisieron idear para su negocio. Si ellos no
exceden el concepto de contrato y naturalmente se han establecido reglas que
no violen los límites de lo legal, el intérprete pasará a examinar la voluntad de
las partes.
La importancia de la interpretación del contrato, al decir de Borda, se
resalta, porque con frecuencia luego de celebrado un contrato, las partes no se
ponen de acuerdo en su interpretación, es decir, en el significado de sus
cláusulas: cada una de ellas pretende interpretarlo en el sentido más
conveniente a sus intereses y los tribunales deben resolver numerosísimos
conflictos surgidos de esas divergencias79.
79
Borda, Guillermo A., Tratado de Derecho Civil. Parte general, Perrot, Buenos Aires, 1976, t. II, p. 130,
Nº 888.
35
Conforme lo expresa Rezzónico, son las partes quienes deben
interpretar lo convenido para poder ejecutarlo o bien disentir sobre el
significado del acuerdo, y será el juez o el árbitro quien lo haga, si el caso es
sometido a su decisión. Mientras ello no suceda, son las partes las que cuentan
a los efectos de determinar el significado del contrato concluido 80.
Para Betti81 “objeto de interpretación es, propiamente, la declaración o el
comportamiento, pero no tomados en sí, abstractos y aislados, sino
encuadrados en el marco de circunstancias que les confiere significado y valor;
no lo es la voluntad interna, ya haya sido manifestada o permanezca sin
expresión, puesto que, si así fuese, la manifestación perderla toda importancia
autónoma”.
En la más importante obra del destacado jurista italiano, luego afirma
que “cometido de la interpretación es el de reconstruir el significado que a la
declaración emitida o a la conducta seguida debe razonablemente atribuirse,
según las concepciones dominantes en la conciencia social, en el lenguaje
común, en la práctica de la vida, en los usos del tráfico, etcétera, una vez que
el contenido haya sido fijado y encuadrado dentro de las circunstancias en que
se produce”82.
A diferencia de la prueba, siguiendo a Betti, la interpretación no se
propone formar una convicción acerca del punto de si un hecho se ha
producido realmente alguna vez o no, o de si algo ha ocurrido en un
determinado momento y de una cierta manera, sino que sólo pretende aclarar
la idea, el significado en que se ha de entender la fórmula usada o la actitud
mantenida83.
¿Cómo se interpretará un negocio, por lo general bilateral y de cambio,
si no tenemos “nombre” o regulación legal conocida?
En primer término, si estamos ante una relación de cambio, aplicaremos
los modos y métodos expuestos para interpretar todos los contratos, eligiendo
o combinando a algunos entre sí.
80
Rezzónico, Principios fundamentales de los contratos cit., p. 532.
Betti, obra citada, p. 275.
82
Betti, obra citada, p. 275.
83
Cornet, Manuel, “Calificación, integración e interpretación del contrato”, Revista de Derecho Privado y
Comunitario, Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires, 2006, págs. 54/55.
81
36
Si el contrato no es de cambio y se trata de otra relación y
especialmente si ella es la gestión de un patrimonio con mayor o menos
autonomía, no podremos estar en el campo de los contratos innominados
porque estos no pueden existir en esa categoría, Estamos convencidos de que
no se puede crear un sistema de gestión y administración de un patrimonio
fuera de las figuras habituales, tales como sociedades, consorcios, utes,
cooperativas, asociaciones, mutuales y otras similares84.
Entonces, reduciendo el concepto de los contratos innominados, se
aplicará éste sólo a las construcciones de “doy para que des”, “doy para que
hagas”, “hago para que des o para que hagas”.
Dicho de otro modo, a los contratos de cambio o intercambio.
Todos los principios enunciados en los puntos anteriores referidos a la
interpretación, deben ser aplicados al contrato innominado.
Pero previamente, será preciso estudiar muy bien la redacción del
contrato, sus estipulaciones principales, averiguar qué es lo que las partes se
han propuesto crear, establecer, estipular.
Si el contrato innominado es similar a otro nominado, se aplicará el
recurso de interpretación por similitud, que permite el artículo 16 del Código
Civil argentino, el que alude a un primer análisis de la ley regulatoria y de su
espíritu, para luego volcarse a la interpretación por analogía.
En definitiva, la interpretación del contrato innominado buscará, ajustado
a todos los elementos que hemos señalado antes en el apartado 7, las
soluciones jurídicas que no sólo sean admisibles por la ley o conforme a las
reglas generales, sino que resulten equitativas, comprensibles y sobre todo
razonables.
La interpretación es un discurso y una construcción, que implica un juicio
de valor; no puede cambiar el contenido de las declaraciones pero ayudará a
darles sentido y a optar en el camino que se presente en el desarrollo del
acuerdo.
En los contratos innominados, el esfuerzo por encontrar soluciones
atendibles de interpretación será mayor que en los contratos que tengan un
nombre o una serie de reglas establecidas por la ley.
84
Ver nuestro trabajo “Necesidad de una reforma legislativa para un sistema claro, orgánico y coherente
de los entes de organización y autogestión” publicado en La Ley del 8 de abril de 2009, 1.
37
Para el contrato innominado no hay apoyo legal alguno, salvo las reglas
generales y la “construcción” que haga el intérprete.
9.- Reglas de interpretación de los contratos atípicos y típicos.
El concepto y las diferencias entre contrato típico o atípico es diferente
de las del los nominados – innominados.
Un contrato típico, será aquél con tipicidad social, es decir, no
mencionado por la ley (si no, sería “nominado”) pero que por su repetición en
esquemas similares adquiere identificación en una ciudad, región o en el plano
internacional.
En general, un contrato repetido muchas veces por fuerza de usos y
prácticas, termina por ser individualizado en sus rasgos esenciales y “captado”
por los intérpretes de manera que puede ser repetido. Y también interpretado
fácilmente.
Un ejemplo, podría ser el llamado “contrato de stand” identificado por
alguna doctrina francesa y cuyo centro principal conceptual lo constituye una
actividad destinada a colocar un producto en su stand (generalmente de
supermercado) con el fin de ofrecerlo al público, en condiciones de exhibición
tal, que despierte cierta compulsión a la compra por parte del consumidor.
Cuantos menos elementos legales posea un contrato, más difícil
resultará su interpretación.
Sin duda que si el contrato es escrito, ello permitirá una mayor facilidad
para la labor del intérprete, el cual, con mayor comodidad, entenderá y le dará
valor a lo que las partes quisieron establecer como relación jurídica entre ellas.
Todas las reglas legales antes descriptas podrán emplearse aislada o
conjuntamente para interpretar el alcance del compromiso de las partes.
Al interpretarse un contrato que tiene un antecedente repetitivo en el
mundo de los negocios, ha de analizarse sus caracteres y los elementos que
hemos reseñado para los contratos nominados.
38
El concepto de contrato atípico está cerca del de contrato innominado en
cuanto a su interpretación.
Un análisis de los sujetos, de la estructura del documento, de la
intención y necesidad de las partes llevarán claramente a la interpretación del
negocio.
No será necesario encasillar el negocio típico; con el tiempo adquirirá un
nombre típico en el orden legal escrito y pasará a ser nominado.
Rae2010/interpretación de los contratos – Peru DEFINITIVO - 31 ENERO 2010.DOC
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